viernes, 1 de agosto de 2025

LAS ESPIGAS PREMIADAS

 


Parece normal y lógico que los escritores tengan por fundamental ilusión el que sus trabajos sean leídos por el mayor número de personas. El placer de escribir se une a esa otra necesidad de tener la mayor cantidad de lectores posible. Los compositores de historias también se esfuerzan en que sus obras sean publicadas por las editoriales más importantes, haciendo lucir sus ejemplares en los expositores y en los escaparates de esos santuarios para la imaginación como son las librerías. Algunos escritores suelen participar en las convocatorias de premios literarios, algunos de gran “relumbre” y con importantes compensaciones económicas y sociales a los ganadores del certamen. 

Estos tres objetivos parecen legítimos. El problema aparece cuando los escritores “exageran” estas pretensiones, creándose situaciones “patológicas”, que se resumen en escribir, publicar y obtener la mayor cantidad de premios posibles. Esos creadores de historias no deben olvidar que con sus escritos educan, distraen, generan reflexiones y, por encima de todo, difunden valores, con los que se puede mejorar el mundo, enfermo en muchos aspectos, que nos ha correspondido protagonizar. 

La acción del relato nos traslada a un tranquilo pueblo castellano, cuyo topónimo, VILLANUEVA DEL CONDE hace alusión a un gran pasado histórico, que ahora sólo permanece en unos trozos pétreos de la antigua muralla y un viejo castillo cuyas almenas, torre del homenaje y lienzos de la muralla han sido remodelados, con la mejor voluntad, pero con dudoso acierto. El turismo ha sido el mejor acicate para el esfuerzo restaurador. Permanece sin grandes arreglos la antigua iglesia gótica, con su campanario erguido, sus estrechos ventanales ojivales, que sostienen unas vidrieras penosamente opacas, por la desidia, el viento y el paso de los siglos. 

Este apacible lugar, por el número de nacimientos anuales y la emigración constante de aquellos jóvenes que apenas cumplen la mayoría de edad, se puede incluir en esos espacios peninsulares de LA ESPAÑA VACÍA. 675 habitantes, según el último censo poblacional. Allí casi nunca ocurre nada a destacar, y los días parecen copias bien repetidas, todo es igual que ayer y probablemente igual que mañana. La media de edad es naturalmente elevada, con esas personas mayores que gustan recordar algunas páginas sin lustre de sus vidas cansinas, y trabajando las mieses para el pan, con el cuidado de los animales para la carne de alimentar. Algunos se van adaptando al milagro informático, mientras que otros parecen dormitar en esa espera sosegada hacia el viaje final. El Sr. cura se desplaza, haciendo turnos rotatorios, dos días a la semana para confesar, decir misa y comulgar.

Para fortuna de este municipio castellano, tiene a su alrededor, en distancias no muy grandes (6-10 kms) un cinturón de localidades similares, con la ventaja para todos de poder mancomunar determinados servicios, con el ahorro en costes de las funciones correspondientes (escuela y centros de secundaria, parque de bomberos, ambulatorios de la seguridad social, centros de abastos y mercados, casas culturales municipales, servicio de agua, etc). En el aspecto escolar, destaca por su utilidad el muy apreciado autobús que conduce Julián, su propietario, vehículo Pegaso muy antiguo, que milagrosamente arranca cada mañana, para ir recogiendo alumnos de las distintas localidades a fin de llevarlos a los núcleos educativos de infantil, primaria y secundaria, todo ello a coste de los distintos ayuntamientos mancomunados. 

El joven y emprendedor concejal de cultura, juventud y deportes, además de jardines y fiestas, AVELINO PIEDRA, propuso al Sr, alcalde, IRINEO VENCES, la creación de un premio literario, en prosa y poesía, que tendría por nombre FLOR DE PRIMAVERA. Los tres mejores trabajos presentados tendrían una atractiva compensación: para el primer premio, LA ESPIGA DORADA y 1000 euros. El segundo premio, LA ESPIGA PLATEADA, 500 euros y el tercero 250 euros con LA ESPIGA BRONCEADA.  El tema, sobre el que se podría escribir entre 500 y 1500 palabras, sería de libre elección: narrativa, cuanto, relato, ensayo, poemario. 

Avelino era licenciado en Historia, mientras que el alcalde Irineo estaba vinculado, como accionista mayoritario, a una gran cooperativa harinera que surtía a todo el territorio nacional.

La “ilusionada” convocatoria del concurso literario fue dada a conocer el 1º abril, siendo el último día para la entrega de trabajos (con las plicas correspondientes) el 15 mayo. La celebración cultural, coincidiendo con las fiestas de la villa, se desarrollaría el sábado 2 de junio. La difusión de esta inusual convocatoria del premio literario fue realizada por todas las localidades de la gran comarca, mediante carteles en las bibliotecas, en las residencias de mayores y en los organismos culturales municipales. A todos los centros escolares de la zona se enviaron las bases del concurso, ampliando en todo lo posible la posibilidad que el mayor número de personas participase. Alumnos de secundaria, vecinos de todas las edades, incluso octogenarios, escritores “ocultos” se sintieron animados a participar en la novedosa y simpática convocatoria expresiva. 

Esta primera edición del sugestivo premio o concurso literario despertó una notable aceptación popular. De la noche a la mañana, estudiantes, profesionales de todas las ramas, personas mayores jubiladas con mucho tiempo para la lectura y la escritura, se sintieron motivados a probar suerte en el ejercicio de las letras. Muchos pensaban en hacerse con ese “pellizco” económico, con el que poder sufragar un regalo o un “caprichito” deseado. Pero también había vecinos quienes pensaban competir por el humano prestigio de ganar una de las tres espigas que las bases de la convocatoria establecían. Conseguir esa distinción, como plato fuerte de las fiestas del verano, en Villanueva del Conde, era un fruto bastante apetecible. La vanidad de unos y otros vecinos, en esta “España vacía” estaba en juego. 

Sin embargo, también había lugareños que comentaban, con burla y desazón, que esos casi dos mil euros podían dedicarse a mejorar el sabor y la salinidad del agua que salía por los grifos, a que el camión que recogía la basura hiciese menos ruido por las noches o que hubiese más y mejores bancos para sentarse en el jardín o parque del municipio. También se criticaba que no hubiese urinarios públicos para ser utilizados por las personas de avanzada edad (la mayoría) que necesitaban calmar sus necesidades fisiológicas, sin tener que entrar en la cafetería /bar del “Peláez el chato” poniendo éste mala cara si no se pedía la correspondiente consumición. 

Lo más perentorio era nombrar a los integrantes del jurado que iban a valorar los trabajos que fuesen presentados. A tal fin se reunieron el concejal Avelino con el alcalde Irineo, para discutir el asunto. De inmediato llegaron a la determinación de que ambos debían estar presentes en el jurado calificador. Pero coincidían en la conveniencia de añadir a fuerzas vivas del pueblo que lo mereciesen. Convinieron en hablar con doña ENCARNA Labarca, la maestra nacional que había enseñado “las cuatro reglas” y educado a la mayoría de los niños de la localidad, señora ahora jubilada por la edad de su calendario vital. Por el prestigio y respeto que representaba, su voto debía estar presente en las deliberaciones de los premios. También contactaron con el Sr. cura párroco don PRIMITIVO del Palmar, pues el sacerdote (sexagenario) que les atendía espiritualmente “había estudiado en el Seminario”. Otro vecino que iba a integrar el jurado calificador era don ARTURO Membrilla, de avanzada edad (posiblemente nonagenario) pues era persona especialmente válida ya que, gran amante de las letras, seguía siendo el cronista oficial de la villa. Don ELISARDO Pitan, teniente de puesto de la Guardia Civil se prestó en colaborar, aunque era un hombre de milicia. Pero era un gran lector de libros históricos. Por último, se integró en el jurado calificador la Srta. MARCIANA del Valle, boticaria del pueblo. Era la hija de un afamado ganadero de reses bravas. 

Cuando el 15 de mayo se cerró el plazo para la presentación de materiales, se habían recogido, de Villanueva del Conde y el entorno de pueblos integrantes en la comarca, 42 trabajos, cifra insólita para unas tierras tan vacías y tranquilas. Había 23 relatos, 6 poemarios, 5 artículos, 6 cuentos y tres artículos sobre la harina. Este amplio material, junto a los sobres con las plicas identificativas, quedó guardado en una caja fuerte de la Casa Consistorial, no sin antes haber procedido a fotocopiarlos, a fin de que cada miembro del jurado dispusiera de una copia, para su lectura y estudio. Cada trabajo quedaba firmado con un seudónimo, cuya autoría estaba dentro de la plica correspondiente. 

El día 1 de junio, domingo, comenzaban las fiestas anuales en honor de Nuestra Señora de la Luz, que durarían hasta el sábado 7 de ese mes. Por este motivo, el jurado quedó en reunirse el 28 de mayo, miércoles, para llegar a un acuerdo con los trabajos que merecían ser honrados con los premios, que serían entregados a sus autores (una vez abiertas las plicas identificativas) en una sesión que se celebraría en el salón de plenos del propio ayuntamiento cuatro días más tarde.

Cuando comenzó la reunión del jurado, sus integrantes mostraban amplias sonrisas en sus rostros. Sin embargo, cuando llegó el momento de poner sobre la mesa el resultado de los análisis respectivos, esas sonrisas se tornaron en un cierto sonrojo. Cada uno de los siete miembros calificadores iban exponiendo distintas justificaciones para indicar que no habían podido hacer su trabajo. “He tenido un problema de cataratas y como me habían operado de uno de los ojos, el médico de la capital me aconsejó que no forzara el otro ojo. Sólo he podido ojear alguno de los trabajos”. “En mi caso tengo que justificarme, porque he estado reformando la botica. He estado liada con los albañiles y la compra del nuevo mobiliario. Sólo he leído unos 4 o 5 trabajos, por “encimilla”. Pensaba que iba a tener más tiempo, pero no ha podido ser”.  “Pues a mí me ha aparecido un golondrino en las partes nobles y cada vez que me sentaba me producía un intenso dolor. Llevo varios días evitando estar sentado. Al final don Sixto, el practicante, me lo ha curado, pero tengo que dormir boca abajo. La comida la hago de pie”. “A mí me parece que lo importante es haber participado. Yo creo que todos los trabajos deben estar bien. La verdad es que no estoy en estos momentos para lecturas”. El concejal Avelino confesó que se los había leído todos, pero a la hora de elegir los tres mejores no acababa de decidirse por ninguno. En realidad, todos le habían parecido bien”. 

De una u otra forma, todos estaban echando balones fuera. Incluso uno le dijo al compañero que tenía al lado “yo no estoy ahora en condiciones de leerme ese enorme tocho que nos han entregado. Comenzaba a leer alguno y me entraba un sueño profundo hasta quedarme completamente “frito” en el sofá”.  En ese momento incómodo para la confusión, el alcalde Irineo pidió al guardia ordenanza que se desplazara a la cafetería bar de El Chato para que le prepararan unos termos llenos de café con leche para todos.

Entonces intervino don Primitivo, el cura parroquial. Viendo y asumiendo el venerable sacerdote la situación tan embarazosa que todos estaban pasando, quiso “poner paz y eficacia” pues los rostros de unos y otros se veían afectados por el pudor y el sofoco. 

“Queridos hermanos, en la infinita bondad del Salvador. Reconozcamos nuestras limitaciones personales a causa de las obligaciones personales que tenemos que asumir en el día a día. Si tenemos en cuenta, como dice el buen Avelino que todos los trabajos presentados poseen un buen nivel y calidad voluntariosa, podemos, contando con la benevolencia divina, “echar a suerte” la designación de los ganadores. No hay que dudar que la Providencia nos iluminará con acierto. Lo verdaderamente importante ha sido la participación de tantos vecinos, con la magia de las palabras y las letras. Los premios son “galardones” mundanos. El mayor valor que hemos conseguido ha sido la respuesta de la honrada y buena gente”

De inmediato, el alcalde se levantó de su asiento presidencial y abrazó al venerable sacerdote, con palabras emocionadas: “Primitivo, hermano, además de santo eres un genio. Nos has convencido plenamente con tu sabia argumentación”. Los demás componentes de “la mesa”, la maestra, la boticaria, el cronista de la villa… mudaron el color rojo de sus rostros por la sonrisa alegre del eficaz y simple acuerdo. Irineo comentó acerca de una bacina, hallada en una excavación arqueológica, que podía ser utilizada para introducir los sobres con las plicas identificativas. Ordenó al guardia ordenanza, Romualdo, a que fuera “a su domicilio” y le dijera a su esposa Daniela que se la entregara, tras vaciar la fruta que contenía como centro de mesa. “En quince minutos la tenemos aquí”. 

Dicho y hecho. Una vez que las 42 plicas estaban en el fondo de la bacina (Daniela no la había limpiado bien, pues el fondo estaba algo pegajoso por alguna fruta madura que había dejado en la cerámica vidriada su néctar) don Primitivo, elevando sus ojos al cielo, indicó que había que buscar una “mano inocente” para sacar los tres sobre premiados. Quiso la suerte que pasara en aquel momento por el pasillo adjunto a la sala de plenos la limpiadora del edificio municipal, la señora PALMIRA, quien llevando el cubo en la mano derecha y asía la fregona con la mano izquierda, iba entonando la tradicional y emotiva canción de SUSPIROS DE ESPAÑA.  “Perdóneme, don Irineo, esta mañana en el retrete alguien ha hecho “mayores” sin llegar a tiempo y ha dejado el suelo hecho una pena. Dos cubos de agua he tenido que usar para dejar el excusado medio decente. No le quiero decir “la peste” y el tufo que allí se olía”. 

“Ya pondremos solución a ese descuido, querida Palmira. Ahora te vamos a pedir un muy importante favor. Cierra los ojos e introduce la mano en esta bacina. Vas a sacar tres sobres para un premio que vamos a conceder en las fiestas de la Virgen de la Luz. Seguro que nuestra Patrona te va a ayudar con su sabiduría infinita”. Doña Encarna cogió la fregona y don Arturo el cubo con el agua sucia, que emanaba fétidos y embriagadoresaromas, mientras la sirvienta sacaba los sobres. En pocos segundos, los tres premios estaban concedidos. 

Comienzan las fiestas patronales en Villanueva del Conde.



“Como alcalde presidente de la Corporación Municipal, tras el profundo y detallado estudio calificador del prestigioso jurado nombrado al efecto, tengo el honor de proclamar a los tres ganadores del premio LA FLOR DE LA PRIMAVERA, de entre los 42 trabajos presentados, todos ellos gozando de gran calidad literaria. 

Premio de la Espiga dorada y 1000 euros, al trabajo titulado EL MAR DE MIESES, cuyo autor es don Facundo Cerezuela.

Premio de la Espiga plateada y 500 euros, al trabajo titulado   EL RELOJ DE LA VIDA, cuyo autor Delia Alcántara.

Premio de la Espiga bronceada y 250 euros, al trabajo titulado LA HARINA QUE NOS ALIMENTA, presentado por Doña Nicasia Aldaba. 

El jurado ha querido también conceder un accésit, con diploma, para don Herminio Carretilla, por su poema SENTIMIENTOS Y CAMPANAS. 

¡Con este solemne acto, proclamo con emoción y alegría el inicio de las fiestas de Nuestra Sra. de la Luz! ¡Alegría para todos!

 

 

LAS ESPIGAS 

PREMIADAS

 

 

 

 

 

José L. Casado Toro

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

Viernes 01 agosto 2025

                                                                                                                                                                                     Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es      

 Blog personal: http://www.jlcasadot.blogspot.com/





viernes, 25 de julio de 2025

MODESTIA Y GRANDEZA EN UN ACTOR DE TEATRO

 



Aquellas personas que gozan del buen hábito de madrugar tienen la oportunidad de compartir la compañía de otras muchas personas, que también comienzan con prontitud cada uno de los días. Entre ellos están los paseantes de mascotas, perros en su totalidad, a los que facilitan su primer paseo urinario en el día. También, los deportistas que hacen running, corriendo por entre los lugares idóneos de la gran ciudad, con la finalidad del mantenimiento corporal y psíquico, durante esas horas tempranas en las que el sol apenas aprieta. Completan la estampa matinal los operarios municipales de la limpieza, que tratan con denuedo de limpiar la incuria de los ciudadanos ineducados en su comportamiento y aquellos otros vecinos, pequeños o mayores que marchan a sus centros escolares (algunos acompañados de sus padres o abuelos) o a sus lugares de trabajo. Los horarios de actividad laboral o escolar suelen tener su inicio a las 8/8:30 de cada jornada. 

MAURICIO Acequia, 65, recién jubilado, sin cargas de hijos, pues éstos ya se habían independizado, vivía junto a su mujer ASUNTA, vínculo convivencial muy rutinario, pues a sus avanzadas edades tomaban la decisión de hacer cada uno lo que mejor les conviniera. Este antiguo dependiente de ultramarinos fue aconsejado por su médico de familia para que hiciera ejercicio cada mañana, con el fin de mejor “curar” las grietas físicas y psíquicas de su cronología. A ser posible, le sugirió la marcha ligera, siempre en función de sus posibilidades orgánicas. Si su cuerpo no lo facilitaba (estaba con manifiesto sobrepeso) pues simplemente que caminara, hasta conseguir esa marca estándar de los 10.000 pasos diarios (7-8 km según la amplitud en la forma de andar).

Siguiendo el razonable consejo del facultativo, se pasó por una tienda Decathlon, para hacerse con un buen equipamiento. Zapatillas running marca Quechua, 45 euros, un par de camisetas de algodón, gorrilla para las zonas muy soleadas y dos pantalones, largo/corto, según temporada.

Ilusionado como un niño pequeño y con el equipo preparado, quiso comenzar su actividad el primer día de abril, con la grandeza estacional de la primavera. Tenía previsto varios itinerarios, según su lugar de residencia, centro antiguo de la ciudad, un piso heredado de abuelos y padres junto a la Plaza de Uncibay. Especialmente le seducía caminar junto al mar, por lo que priorizaba el recorrido por el paseo marítimo oriental, Pablo Ruiz Picasso, tras comenzar por el gran Parque malacitano.  Un vecino que practicaba el gran senderismo le había aconsejado que hiciera el correspondiente y necesario calentamiento previo muscular, aunque Mauro no tuvo en cuenta, al principio de este ejercicio diario, esta advertencia. Los casi tres mil pasos que recorrió durante la primera mañana le produjeron unas lógicas “agujetas” y contracturas para personas que no están habituadas a este natural ejercicio. Poco a poco incardinó este saludable hábito en su actividad diaria. 

Pronto comprobó que con tanto caminar se le desarrollaba el apetito, demandando a su mujer que le llenara los platos hasta casi el borde, con el peligro obvio por el incremento de calorías que provocaban un aumento de peso en un organismo ya con exceso de kilos. Tuvo también algún accidente, como cuando no se dio cuenta y piso una mancha de aceite dejada por algún camión o coche averiado, provocándole un resbalón y caída con magulladuras que tuvo que curar en su ambulatorio del SAS. Pero esas dificultades puntuales el destino las compensaba con otros incentivos, también muy interesantes. Como el principal trayecto que solía recorrer lo repetía con bastante frecuencia, en ese largo paseo se iba encontrando con personas que también caminaban por las mañanas y con las que fue haciendo algún tipo de amistad. La simpática relación comenzaba con los buenos días y poco a poco el contenido de las palabras se ampliaba en lo que eran amenas conversaciones, que siempre nos enriquecen.  Una de estas amistades, posiblemente la que más le influyó, fue la que le proporcionó otro caminante, más o menos de su misma edad, llamado PELAYO Arias

Este compañero de ruta, con el que fue intimando en la repetición de los días, resultó ser un actor teatral de reparto, para nada famoso, que se había ganado la vida trabajando en pequeños papeles, como casi figurante, oportunidades que había conseguido buscando y llamando a las puertas de los numerosos teatros madrileños. Nunca había alcanzado notoriedad, era un simple actor secundario. Esas “jadeantes” conversaciones con el veterano profesional de los escenarios, derivaron en el grato compartir la tostada y el café desayunando en algunas de las cafeterías que encontraban en los itinerarios que juntos realizaban. Las conversaciones entre ellos eran distraídas y enriquecedoras. El amigo Pelayo, en su faceta de actor y ciudadano, tenía gran facilidad para la expresividad, faceta que aplicaba en los muchos desayunos que compartía con el antiguo dependiente de ultramarinos. 

“Amigo Mauro, en mi larga vida por los escenarios, he llegado a padecer hambre y necesidades básicas. A los actores de reparto, a quienes nos ponían en los carteles con letra pequeña, debajo de los grandes rótulos dedicados a los actores protagonistas, nos daban “tres perras gordas” con las que apenas podíamos pagar la habitación que nos cobijaba durante las noches y costear el alimento nuestro cuerpo. Con los cortos papeles que nos concedían en las obras representadas, apenas podíamos pronunciar breves frases, pues éramos simplemente modestos figurantes. Y la angustia nos llegaba cuando no te llamaban para nuevos trabajos, debido a la gran competencia de actores que luchaban por un puesto en algunas de las obras estrenadas en los escenarios de la capital de España. No olvides que durante los veranos eran muchos los teatros que cerraban sus puertas para las representaciones y había que esperar a septiembre para que se iniciara de nuevo la temporada teatral. 

En no pocas ocasiones pedí que me hicieran algunas pruebas para interpretar papeles más destacados. Cuando llegaban los castings, siempre me encontraba con alguna razón para impedirme alcanzar la ilusión de no estar siempre en el “vagón” de los figurantes. Que era muy joven o que era muy mayor para interpretar algún papel más destacado en la obra. Que mi físico no era el adecuado, para aquellos personajes que necesitaban. Que tenía muy escaso pelo y que una peluca no me favorecía. Que mi voz era demasiado aguda para la necesaria expresividad de un determinado papel. Y así un largo y decepcionante etc. Siempre encontraban a otro actor que me “sobrepasaba” en sus parámetros, mientras que yo me quedaba con esos papelitos para rellanar unos minutos de escenario.

Con los amores tampoco tuve mejor suerte. Estuve “saliendo” con algunas chicas y mujeres más adultas. Pero la mayoría, solo veían en mí el acompañante ocasional, el amante de turno y sobre todo para intentar sacarme el poco caudal de que disponía.

Ya superados los cuarenta, me vino una mala racha, profesional y de salud, por lo que tomé la errónea decisión de “tirar por la calle de en medio”. Me enfangué en el cieno peligroso de lo ilegal. De una forma alocada e inconsciente, me introduje en negocios “sucios”, en los que sacaba más en un día que trabajando todo un mes en los teatros, haciendo papeles muy secundarios. Verdaderamente esa etapa de mi vida me hizo mucho mal. Sin embargo, tuve suerte, pues nunca me pillaron en esa trama infame del “menudeo”. Compaginaba la delincuencia por las mañanas, mientras que por las tardes si tenía escenario pues a actuar “para completar el sueldo”. Pero viví un hecho que me hizo recapacitar y abandonar ese mundo infame de las adicciones. Un joven comprador, en una mañana aciaga, se metió un “chute” de mala calidad y ya no lo pudo contar. Tenía una cierta amistad con el chico. Se llamaba SEBERIO. No he podido olvidar aquella terrible imagen cuando se desplomó para nunca más respirar. A partir de aquel día puse el freno en este sucio camino de mi vida. Tuve la suerte que se jubiló un veterano portero del Lope de Vega, teatro en el que muchas veces había actuado. Hablé con el gerente y encargado del personal. Me hice con ese puesto, actuando cada día en la entrada del magno coliseo para el llamado arte de Talia. Era una actividad más tranquila, con sueldo no muy abundante, pero seguro. Gracias a esta afortunada y sensata decisión, pude cotizar durante años y hoy dispongo de una pensión que me permite vivir con modestia, pero dentro de la honradez.  Mi vida sobre los escenarios había finalizado, aunque siguiera, de alguna forma trabajando en el terreno teatral, pero ejerciendo otra función. 

Te preguntarás acerca de cómo volví a Málaga, después de vivir gran parte de mi vida en Madrid. Te explico la respuesta. Mi pobre madre, con todos los esfuerzos dedicados a la costura, para poder vivir, pudo quedarse con la buhardilla en donde había vivido en régimen de alquiler, gracias a que los herederos del propietario de aquel muy reducido espacio aceptaron vendérselo por un precio “testimonial”. Ella supo cuidar a este propietario en la etapa final de su vida (residía en una vivienda cercana) y los herederos, gente bien, le agradecieron su entrega de esta forma tan noble. Cuando ella tuvo que dejar la existencia terrenal, yo era su único heredero. Mi domicilio está en el barrio de la Victoria, calle del Agua. 

Ahora camino por la vida tranquilo del alma y del cuerpo. Este ejercicio de correr o caminar durante las horas matinales me sosiega física y espiritualmente. Mi edad no es excesivamente avanzada, lo que me permite esta especie de senderismo urbano, para hacer ejercicio y soñar con las realidades que tenemos a nuestro alcance. De todas formas, los días son muy largos para las personas jubiladas, como bien tu conocerás. Aprovechando esta realidad vital, realizo una, pienso que hermosa, labor social, que me ayuda a limpiar mi conciencia y al tiempo alegrar y distraer a muchas personas que lo necesitan. 

Dedico muchas tardes a que pasen un buen rato numerosas vidas condicionadas por las circunstancias especiales que les afectan. Sentía que tenía una gran deuda con la sociedad, por esa etapa “oscura” de mi vida, vinculada a la delincuencia. Me pesa haber contribuido a “envenenar” muchas vidas, jóvenes y mayores, con esas sustancias que crean adicción para enfermar la mente y los cuerpos, camino de la autodestrucción. Acudo, mediante acuerdo con diversas instituciones, a centros de acogida, residencias para la tercera edad, hospitales para niños enfermos, incluso he estado en un par de ocasiones en el centro penitenciario de Archidona. ¿Y qué hago durante estas visitas, que tienen lugar un par de tardes a la semana? 

Actúo, durante una hora o algo más, realizando “mimos”, “payasadas”, narrando e interpretando historias, haciendo imitaciones de personajes famosos, se me dan bastante bien los monólogos, hablo, dialogo, provoco sonrisas e incluso risas muy sanas. Me esfuerzo para que estas personas que están sufriendo, puedan soñar durante un ratito y sentirse algo mejor. Sobre todo, que sepan viajar con la mente. La distracción es mi gran objetivo. Cuando les narro historias, me observan muy atentos y sé que lo están pasando bien. Si tengo que bailar, pues también. Hago lo que sea necesario para alegrar a los demás. Entenderás que han sido muchos años actuando en la farándula escénica, lo que ahora me permite aplicar muchas destrezas y habilidades que ayudan a los que me observan. He sido un actor modesto, casi anónimo, pero los años me han hecho aprender estas habilidades que ahora aplico para el bien de los que necesitan ese gesto, esas palabras, esas miradas, para sentirse un poquito mejor. El vivir supone enfrentarse a no pocas dificultades, en las que hay desamparo, dolor, perdida de la libertad, injusticias. Algo podemos hacer para ayudar a sobrellevar y luchar contra esos densos nubarrones que tantas veces se ciernen sobre nuestras cabezas”. 

Mauro se encontraba asombrado y emocionado a la sinceridad comunicativa de su amigo de running matinal, un modesto actor, también traficante de sustancias tóxicas y portero de una importante sala teatral, en la que no pudo conseguir el protagonismo que siempre anheló sobre las tablas escénicas. Le dio al buen y sincero amigo expresivas gracias, por su sinceridad y franqueza. 

“Personas como tu hacen que la vida tenga más incentivos y florezcan esas ilusiones que tantas veces soñamos y en tan escasas ocasiones disfrutamos. Me enorgullece conocer la hermosa y ardua tarea social que realizas por las tardes. Es verdaderamente admirable y digna del mayor aplauso. La ayuda que prestas a todas esas personas, pequeños y mayores, que sufren, te enaltecen como hombre y actor que piensa y actúa para la necesidad de sus semejantes”. 

Mauricio, el antiguo dependiente de una tienda de alimentos, sigue practicando ese caminar diario que tan buenos resultados le proporciona para su salud física y mental. Son muchos los días en que tiene la suerte de encontrarse con su querido amigo Pelayo, quien le narra la última “actuación” que ha tenido que realizar, como actor individual, ante un peculiar auditorio que sufre pacientemente el dolor de la enfermedad, la soledad y la pérdida de la libertad. 

“No te había dicho que también toco un instrumento musical, como es el clarinete, destreza que adquirí desde adolescente gracias a las enseñanzas de mi abuelo Ventura, que estuvo vinculado a la banda municipal de su pueblo, Torre del Campo, en Jaén, durante muchos años. Cada actuación ante “mi público” la finalizo interpretando alguna bella melodía, para dejar un buen sabor de boca y de alma en aquellos que olvidan durante un buen rato las penas que les afligen”. 

  



Cuando paseamos por delante de una sala dedicada a las representaciones teatrales o repasamos un prospecto de la obra escénica que tienen en cartel, debemos tener el buen y justo hábito de leer todo el elenco de intérpretes. Aquellos actores, cuyos nombres aparecen en letra pequeña, casi “escondida” para las banalidades de la fama, también son “protagonistas” que intervienen en la interpretación, aunque su intervención o actuación sea bien reducida. Merecen nuestra admiración y respeto. Sin ellos la obra puesta en escena quedaría incompleta y carente de la naturalidad social. Observemos a los vecinos de nuestro barrio, pongámonos al frente de nuestra íntima realidad. Unos y otros, todos conformamos ese grupo vital en el que somos modestos y al tiempo importantes para el microcosmos relacional de esta complicada y difícil aventura que significa vivir. -  

 

 

 

MODESTIA Y GRANDEZA

EN UN ACTOR DE TEATRO

 

 

 

 

 

José L. Casado Toro

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

Viernes 25 julio 2025

                                                                                                                                                                                     Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es       

 Blog personal: http://www.jlcasadot.blogspot.com/





viernes, 18 de julio de 2025

VILLA CARIÑO

 



Vivir la vida resulta, las más de las veces, muy complicado. La rutina familiar es una aventura, en la que no siempre se encuentra la pócima mágica de la emoción y el amor. Se disimula para sobrevivir. Pero hay momentos “gloriosos”, en los que estalla, con toda su transparente potencia, la realidad y contra esta evidencia poco se puede. 

Doña FELISA Malpica, 55, es una ama de casa a la que su esposo, D. EMETERIO Briales, 57, agente comercial colegiado, le hace cada día menos caso. Cuatro hijos, todos varones, trajo al mundo este matrimonio. Tres de ellos están casados, repitiendo en sus familias los mismos roles que han visto y disimulado desde su infancia. El menor de la familia, ISAÍASse hizo, en sus momentos de intensa espiritualidad, fraile carmelita. En la actualidad, 32, su vocación religiosa tambalea, aunque espera ese milagro del cielo, al que alude con incredulidad interna en sus homilías. 

Felisa prepara el desayuno en la hora temprana de la mañana. “Hace” la cama. Se desplaza, también en horas matinales, repitiendo el mismo itinerario urbano, al Mercado central, para hacer la compra, como viene haciendo desde el día en que se casó. En la vuelta a casa prepara el cocido o el potaje y va poniendo la mesa. Tras el almuerzo, lava los platos y se gratifica con unos minutos alegres en las tardes de Tele 5. Los días señalados pone la lavadora, tendiendo después la ropa limpia, que en los días siguientes pasará por la plancha. Algunas tardes fregará el suelo de su piso y a su finalización comenzará a preparar la cena. Emeterio llegará o tendrá que atender a ese cliente imprevisto, que le hará volver a casa sobre la medianoche. Tras la cena en soledad o en compañía “ausente”, verá el programa televisivo de First Dates, por la cuatro, en la que Carlos Sobera le animará a pensar en esa búsqueda de pareja, para los recalcitrantes fracasados en la compañía y tal vez en el amor. Ratito de oración, antes de apagar la luz y si Emeterio está ya en la cama soportará sus acústicos ronquidos que la mantendrán en vela hasta que el cansancio la venza. Así, más o menos, durante semanas, meses y años. Alguna ilusión relacional con las vecinas, de ventana a ventana por el ojo de patio, en el descansillo de planta o en el portal del edificio, antes o a la vuelta de la compra diaria, ya fuese al mercado central o al Mercadona del barrio “para respirar”.  Libre, pero “encerrada” (física y psicológicamente) en las antiguadas paredes de su hogar

Emeterio responde a la imagen de un tipo serio y raro. Aparte de hacerle bien poco caso a su cónyuge era por otra parte persona siempre celosa, pues había que cuidar el honor y la imagen familiar. En este sentido, Felisa debía tener mucho cuidado en eso de arreglarse y en aquello qué ponerse y con quien hablaba. El qué dirán los vecinos y la letanía de la decencia era el manual correctivo de su argumentación. Por supuesto que Terio (apelativo familiar) tenía su vida bien organizada. Dedicaba a la oficina y a sus visitas comerciales de lunes a vienes. Nunca le faltaba a ese aperitivo del medio día o antes de la cena. Los sábados al golf por la mañana y a la tertulia con sus amigos de siempre, por la tarde. Los domingos, para almorzar, después de la misa de 12, en casa de alguno de sus hijos, incluso con Isaias el fraile carmelita. Y si era un domingo deportivo, pues a dedicar el tiempo para ir al estadio y completar la jornada con el aperitivo de la peña futbolera, discutiendo los avatares deportivos de la jornada. Una vez a la quincena, o cuando buenamente podía, calmaba sus demandas y ardores sexuales en algún tugurio “respetable”, en donde se le conocía por el Sr. Briales.  

Felisa, con esa edad madura pero no sexagenaria, se conservaba bien, pues no era persona de mucho comer y todo el trajín de la casa la mantenía en buena forma física. Para su goce, no había acumulado excesivos gramos en su estructura corporal, al contrario que su esposo, cuyo diámetro ventral exigía tallas por encima de 50 en sus pantalones. Sin embargo, se sentía sexualmente insatisfecha. No eran escasas las veces que, en la privacidad de su intimidad, sufría y se quejaba de la “vida plana” que llevaba, sobre todo desde que sus hijos se fueron independizando y construyendo sus nuevas vidas. En su intimidad, aún se sentía fuerte y “receptiva” para “hacer el amor”. Pero Terio siempre estaba cansado, agotado, abrumado con sus asuntos y cuando entraba en el lecho conyugal, actuaba de “velocista” para sumirse en el mundo misterioso de lo onírico. Cogía el sueño, a velocidad de fórmula 1. Por supuesto, con el necesario acompañamiento acústico de la percusión de unas veces graves y otras veces agudos ronquidos. Él no se enteraba, pero Felisa tenía que ponerse tapones de cera en los oídos, a fin de evitar que sus delicados tímpanos se afectaran con tan orquestal serenata nocturna. 

El ardor sexual de Felisa, tercamente insatisfecho por la indiferencia manifiesta de su esposo, provocaba en la buena señora, madura en su DNI pero de buen ver, una depresiva situación carencial que le hacía intensamente infeliz. En los momentos de enfado, sus pensamientos la llevaban al terreno de la sospecha. Sin prueba fehaciente, estaba convencida de que Terio llegaba tan cansado porque tendría alguna “fulana” a su disposición que saciaría sus apetencias. 

Un día, tras ver un anuncio de una asociación de mujeres en el mercado, que realizaban diversas actividades culturales, llamó por teléfono para inscribirse en sesiones de pilates gratis, que se desarrollaban los lunes y jueves en el polideportivo municipal, entre las cinco y las seis de la tarde. La decisión que había tomado era muy acertada: además de mejorar su tono físico y emocional, Felisa encontraba una línea de acción para quemar calorías y calmar al tiempo esas ansiedades de sexo que tanto le afectaban, especialmente en las horas nocturnas, mientras Terio continuaba con su percusión sinfónica. 

 

En esas gratas reuniones vespertinas, fue haciendo nuevas amigas, relaciones que le aportaban mucho bien. Especialmente intimó con LORENZA, una joven de 32, afiliada a la CNT y con ideas muy avanzadas en todos los órdenes de la vida. En los ratos de café y merienda que hacían las dos amigas, después de la sesión de pilates, la influencia de esta chica ayudó con eficacia a sacar a Felisa del pozo frustrante de sus infortunios. 

 

“Tu problema, compañera, es muy general en mujeres que han ido perdiendo su protagonismo en el desarrollo de la vida conyugal. Tienes un marido egoísta y auto supervalorado, que te empequeñece y degrada. Debes buscar, de inmediato, tus propias compensaciones, para sentirte una mujer liberada y dueña de tu propio cuerpo, que has dejado que se vaya marchitando. Conozco una respetable “casa de encuentros” en donde puedes saciar ese ardor femenino que el egoísta de tu marido no te permite desarrollar. El edificio es un chalet individual perfectamente adaptado a la función que desempeña, rodeado de un bien cuidado jardín repleto de flores, en el antiguo camino de Antequera, muy cerca del Puerto de la Torre, donde se trabaja con toda discreción y elegancia. Por decirlo de una manera sintética, un lugar en donde “señoras bien” pero carencialmente insatisfechas de sexo, por la indiferencia de sus maridos, prestan servicios a su voluntad y necesidad, labores que son bien retribuidas. Pueden practicar el sexo que necesitan y además reciben elevadas gratificaciones económicas, que siempre vienen bien. Te voy a facilitar el teléfono de esta consolidada empresa, denominada ENCUENTROS BRÍGIDA. Esta señora es la propietaria de ese idílico y amplio chalet, VILLA CARIÑO, con varias zonas organizadas en reservados, para desarrollar adecuadamente las funciones que le son propias”. 

Dicho y hecho. Felisa, tras sopesar la información de la activista Lorenza, marcó el número de teléfono que su compañera de Pilates le había facilitado. Concertó una cita para el martes siguiente, a las 16 horas. Tras entrevistarse con BRÍGIDA, la propietaria del establecimiento, una señora de muy cuidados y suntuosos modales expresivos, tomó conocimiento de las características organizativas del negocio. Nada de contrato escritos, todo eran acuerdos orales. Cuando tuviera un servicio, recibiría un mensaje de WhatsApp, escrito en “clave”. La hora de “trabajo” quedaba establecida en 500 euros, de los que ella recibiría una parte, en función de la valoración realizada por el cliente, pulsando una tableta de colores diversos. El dinero lo recibiría en efectivo en un sobre blanco sin datos expresos. No habría más relación con la empresa, para evitar problemas. 

Básicamente la labor a realizar era prostituirse con personas “bien”. En realidad, a Felisa lo que más le preocupaba era su necesidad orgánica y psicológica. Los euros que recibiría, en función de la satisfacción del cliente no le vendrían mal, para esos caprichos que todos tenemos. La primera experiencia tuvo efecto la semana siguiente, un luminoso lunes de junio. Era un señor mayor que tenía severos problemas de autocontrol en “la acción”. Fue extremadamente educado, ocupó en su labor unos 55 minutos del tiempo establecido, marcado el pulsador verde en la tableta (el cuarto en satisfacción) previo al violeta “anhelado”, el nº 5. Brígida había cobrado la tasa correspondiente antes de comenzar al encuentro. A final de cada mes, Felisa y las demás “operarias del amor” recibirían el sobre blanco sin datos identificativos, con el dinero acumulado en la mensualidad. 

En Villa Cariño estaba contratado un miembro de seguridad, SERAFÍN Menéndez, a fin de evitar todo tipo de conflictos. No se permitía la introducción de bebidas alcohólicas, ni actuar bajp el efecto de adicciones. En algún caso, el cliente dudoso se sometía a una prueba de alcohol bucal. Cada reservado tenía un dosificador de agua, con dos grifos (de conformación fálica) para la diferencia térmica. Todo estaba muy formalizado. Era un centro de elevado y reconocido prestigio en el sector. 

“Lorenza me ha aconsejado muy bien. Ahora me encuentro mejor y más realizada como mujer, a pesar de que ya no soy una chiquilla. Mi primer servicio lo he realizado muy bien. Y Brigida me ha anticipado otro encuentro para la semana que viene. Todo se hace con la mayor elegancia y exquisitez. Acudir a Villa cariño es como llegar a las puertas del cielo. La providencia me acompaña. ¿Puedo llamarle a esto felicidad?”  Así eran los pensamientos de esta renovada mujer. 

Ese nuevo martes de junio Felisa había acudido, con el natural nerviosismo, interés y necesidad, a su segundo servicio en la empresa. El cliente, ya se encontraba en el reservado “Amapola”. Había solicitado poder desvestir a la persona que le iba a atender. Una vez pagados los 500 euros, esperaba sentado en el borde de mullida cama, en una habitación en la que dominaba el color rojo. Felisa, un tanto inquieta e ilusionada, entró pausadamente en la habitación, comenzando a sonar por megafonía una dinamizadora melodía wagneriana (La Cabalgata de las Valquirias).  Cuando cliente y operaria cruzaron sus miradas se quedaron “literalmente” sin habla. Ese Sr. de mucha pasta y asiduo cliente de Villa Cariño era Emeterio Briales, mientras su amor a disfrutar era Felisa Malpica. Tras la brutal sorpresa inicial, verdaderamente de impacto, Terio rompió encolerizado a gritar improperios contra su mujer, que permanecía como “inmovilizada y en estado de shock”.   

De inmediato intervino Menéndez, el guarda de seguridad, quien con la “defensa” o porra en mano puso “firme” al hipócrita y violento cliente. Había ocurrido una coincidencia inesperada, cruel y fortuita, que el destino, siempre burlón, quiso provocar. El azar, la mala suerte, había puesto frente a frente a un marido y a su esposa, en una situación límite relacional. La ayuda de Lorenza y del fraile carmelita Isaías, su propio hijo, permitió a Felisa (depresiva y desquiciada) salir a flote de una situación verdaderamente embarazosa. 

EN LA ACTUALIDAD Emeterio y Felisa viven, cordialmente odiados y separados, habitando sendos apartamentos bien distanciados en la cosmópolis malacitana, tras haber vendido el gran piso familiar en el que habían residido desde su ya lejano matrimonio. El Sr. Briales, aún de baja por afección psicológica, asiste a sesiones de reeducación sexual en una clínica especializada. Su proceso terapéutico no camina con gran firmeza, pues el agente comercial se esfuerza en “merecer amores” con Cristina, la secretaria de este centro de tratamiento para adicciones ligadas al sexo. Felisa, mucho más recuperada del brutal golpe psicológico que sufrió, colabora asiduamente con su amiga Lorenza en la Asociación de mujeres LIBERTAS, para ciudadanas agredidas por sus parejas. Pero su relación con Brígida, en Villa Cariño, continua con admirable regularidad. Es una de las operarias más eficaces y productivas, obteniendo muchas pulsaciones de color violeta en la jerarquizada tableta cromátizada laboral.  -         





VILLA CARIÑO

 

 

 

 

 

José L. Casado Toro

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

Viernes 18 julio 2025

                                                                                                                                                                                    Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es         

 Blog personal: http://www.jlcasadot.blogspot.com/




viernes, 11 de julio de 2025

PREMONICIONES PARAPSICOLÓGICAS



Casi todas las personas, en distintos e inesperados momentos de nuestras vidas, hemos sentido o visto, a nuestro alrededor, señales, gestos, acciones, sonidos o hechos que nos resultan inexplicables desde el plano de la racionalidad o la lógica.  Estas acciones “raras”, misteriosas, paranormales, que entran de lleno en el terreno de lo exotérico, cada uno las interpreta o asume a su manera. Miedo, inquietud, no hacerles caso, consultar con especialistas, tratar de evitarlas, o narrarlas a las personas allegadas. Son señales para sonreír, pensar o “temblar”. El temor siempre está implícito. En este contexto se inserta nuestra narrativa de este viernes.

ELISIO, 66, e ISMAEL, 65, eran dos amigos que mantenían esporádicas relaciones desde la lejana época escolar, en el nivel de secundaria. Era como esa amistad que se reaviva de tarde en tarde, pero el “brasero” nunca llega a estar apagado. Los caracteres que reflejaban sus personas, cómo eran uno y otro, eran diferentes, aunque complementarios, lo cual era, hasta cierto punto, es una interesante ventaja. Eliseo era más racional y taciturno, mientras que su compañero Ismael era una persona impulsiva y bastante extrovertida. Pero son muchas las ocasiones en que formas de ser diferentes u opuestas son útiles para el mantenimiento relacional. Elisio había trabajado durante su etapa laboral en una biblioteca pública municipal, vinculada a la concejalía de cultura del Ayuntamiento. Por el contrario, su amigo Ismael había trabajado “en la calle”, dicho en el mejor de los sentidos, gracias a un cuñado que lo captó para que desarrollara sus cualidades en una empresa de gestión inmobiliaria (alquileres, ventas, permutas, compras de inmuebles). Se “movía” y cautivaba” muy bien en el trato personal.  Ya en su última fase laboral, los años le aconsejaban estar menos en la calle y sí en la mesa de su oficina, en la INMOBILIARIA VALLEJO, nombre del fundador de la empresa. 

Cuando ambos amigos y compañeros alcanzaron la “edad jubilar”, los encuentros y citas para los paseos, los aperitivos y meriendas e incluso algunos viajes juntos se hicieron más frecuentes. La forma de ser que caracterizaba a Elisio provocaba que siempre estuviese preparado para relatar alguna extraña noticia o experiencia, de la que hubiera sido protagonista o espectador. “Eso te pasa de tanto leer y haber estado durante décadas rodeado de libros, como un ratón de biblioteca” le decía Ismael. 

Una tarde de junio, habían quedado sobre las seis, para compartir una buena merienda y por supuesto algún interesante diálogo. Ese día Elisio apareció con el rostro bastante marcado o dibujado por la preocupación, con muecas faciales un tanto “desencajadas”. 

“Pero ¿qué te ha pasado hoy, buen amigo?” Su interlocutor, dándole vueltas con la cucharilla, a su descafeinado, como solían tomar muchas tardes, pues ambos padecían de un fuerte e incómodo insomnio, desde la llegada de la interrupción laboral, se dispuso a contarle lo que traía en su mente. Había sido una experiencia o más bien sensación, que venía sufriendo con intermitencias desde hacía varias semanas. La tensión de este viernes era más elevada, por lo que necesitaba desahogarse de aquello que bullía en su mente y que tal vez magnificaba. 

“Mira, Ismael, te voy a contar algo, pero te pediría que no lo tomaras a broma. Estas sensaciones me tienen harto preocupado. Resulta que he convivido con personas, con las que me relacionaba con una frecuencia normal. Solía ocurrir casi todos los días y en los mismos sitios. Estas personas, por la ley de la vida contra la que nada podemos hacer, ya se han ido, desapareciendo de mi existencia. Hasta aquí todo parece lógico o normal. Sin embargo, cada vez son más frecuentes los momentos, en los que estando en el mismo lugar donde los veía y les hablaba, me invade una fuerte sensación en que van a aparecer, en que van a estar de nuevo ante mí. Incluso mi mente me los recrea, ahí enfrente mía, como si me estuviesen hablando y nunca se hubieran marchado de este ciclo vital. Ya te digo que es una sensación muy extraña y que me produce emoción, también miedo, incertidumbre, misterio fantasmagórico. Y la cosa es que, aunque trato aplicar la razón, esas extrañas vivencias no me las puedo quitar de la cabeza”-

“Suelen ser vecinos del barrio o del bloque donde resido, con los que antes me relacionaba e intercambiábamos las palabras, hablando de ventana a ventana, de la terraza a terraza o compartiendo o saliendo del ascensor. También me ocurre con los compañeros de la biblioteca, cuando antes compartíamos algún chascarrillo entre los muebles estantes de la gran sala de lectura. Sin duda, la experiencia más grave o impactante sea la de mi madre, con la que he convivido, como bien conoces, durante largos años. Cuando me estoy preparando algo para cenar o el almuerzo, presiento, la verdad es que siento, que me está observando y que en cualquier instante va a hablarme o a corregirme con respecto a la tarea que estoy desarrollando. Percibo como su respiración, el olor a la colonia que solía usar.  Sé que está ahí, a mi lado. Y que necesitaría o le agradaría hablarme, pero en su mundo actual no se le permite esta comunicación que para mí sería verdaderamente fascinante ¡Tendría tantas cosas que preguntarle y que decirle!”  

Ismael tuvo una primera “tentación” de tomar a “choteo” aquello que con tanta sinceridad e intensidad emocional su amigo le estaba confiando. Pero tras unos segundos de duda, optó por la prudencia y la seriedad.   

“Eso te pasa por vivir solo. Esa ausencia de compañía no es buena para la cabeza y los sentimientos, Elisio. Acabas por darle muchas vueltas, demasiadas, a las cosas y ahora que ya no estás en la biblioteca la imaginación se te desborda. Yo, al menos, tengo cerca a mi Aurora, pero cuando tú vuelves a la casa te encuentras que no hay nadie esperándote. Deberías buscarte, con urgencia, una compañía. Por supuesto que esa pareja no perjudicaría nuestra antigua y saludable amistad. En todo caso, te voy a dar el teléfono de una consulta de psicología, para que pidas cita. Es un profesional muy “apañao”.  Se trata del Dr. Santi ROMERALES. Estoy seguro de que este profesional te podrá ayudar”.  

Al paso de los días, Elisio acudió a la consulta del especialista, a quien expuso básicamente su problema, añadiendo algunos datos que no había comentado a Ismael. 

“Hay veces en que siento como que los escucho, o mi cabeza hace que sus mensajes me llegasen. Yo les sonrío, les respondo y les hago preguntas. La verdad es que no obtengo respuestas o yo me las construyo en mi mente”. 

“Creo, Sr, Toscano, que padece Vd. una fijación mental compulsiva, muy frecuente en las personas que viven en soledad. Vamos a ir trabajando y corrigiendo este problema que le está afectando severamente. ¿Aceptaría la convivencia con una mascota, perro, gato u otro animal, como hacen muchas personas en su vida cotidiana? 

Siguiendo ese primer consejo del especialista, Elisio fue a hablar con su vecina de planta, doña EULALIAuna señora soltera, muy celosa de su edad (probablemente bien cerca de su octava década vital) que había sido cocinera de hotel y en sus ratos libres “tratante de amores para dignas personalidades”. Desde siempre había tenido un especial cariño por los animales. Los vecinos bromeaban con el piso 4º B como “el arca de Noe”, por la cantidad y diversas de mascotas que lograba manejar en sus cuatro dormitorios. Su vecino del 4º A, Elisio le rogó si le podía prestar alguna mascota, para que lo acompañara, por consejo médico. Doña Eulalia le puso en las manos a una gata zalamera, peluda, gordinflona, de ojos verdosos, llamada MACA, con la obligación de que la cuidara con cariño y extremado cuidado, pues era una gata que ya pasaba de los 8 años y había sido madre de numerosas crías, que andaban repartidas por los bloques de la zona, en el densificado barrio de la Unión-Humilladero. La buena y versátil señora dejó bien claro que el préstamo lo hacía por un semestre y que ella vigilaría el trato que le daba a Maca, para prorrogar o no ese plazo de confianza para la experiencia. 

Una noche estaba acostado, tras la frugal cena que realizaba y un ratito de lectura, aunque no perdonaba la infusión descafeinada. Apagó la lámpara de la mesilla y en la habitación sólo entraba la claridad de una próxima y somnolienta farola callejera, Se despertó sobresaltado porque sintió como si su madre MAGDALENA le estuviera preguntando si se había tomado las pastillas para controlar la tensión. “Me decía, Tengo que cuidarte. Pero ahora me es más difícil. No dejes de tomar los comprimidos, porque te puede dar un “flato”. Esa frase la recordaba como repetida cada noche, ya que ese padecimiento lo tenía desde su juventud, posiblemente por una transmisión genética. Su padre se había “ido” por una subida letal de la tensión arterial. Elisio respondió a la oscuridad “sí, mamá, ya las he tomado. Acuéstate tranquila, que como me he despertado voy a leer un poco antes de volver a apagar la luz”.  

Unos días más tarde, doña Eulalia, tras escuchar a la gata Maca maullando sin cesar, pensó que posiblemente tendría hambre. Entonces llamó en la puerta de su vecino, en dos ocasiones. Al no obtener respuesta, habló con don Leopoldo, un guardia civil retirado, que vivía en el 3º A. Como hacía dos o tres día en que no habían visto a Elisio, pensaron que algo podría estar ocurriendo. Llamaron a la policía local, quienes hicieron venir a los bomberos, a fin de que franquearan la puerta del domicilio. Por supuesto el teléfono de Elisio no respondía a las llamadas. Tras entrar en el domicilio, con permiso judicial, encontraron el cuerpo del vecino del 4º A tendido en su lecho y a su lado a la gata Maca que maullaba hambrienta. El médico de guardia certificó el fallecimiento de Elisio, por fallo cardiaco. La premonición del antiguo bibliotecario se había cumplido. 

Sin faltar un solo sábado, su amigo Ismael, sentimentalmente afectado, le lleva un ramillete de flores, recogiendo las que ya se han marchitado. Lo más interesante del caso es la charla unidireccional que mantiene con su antiguo buen amigo, desde aquellos tiempos de las aulas escolares. “Me estabas avisando y no lo supe entender. Cuídate, allá donde estés. Te echo mucho de menos. Y ahora te voy a contar cómo me ha ido la semana”. Entonces Ismael, abría su pequeña silla de pescador, que llevaba en una gran bolsa, sentándose en la misma e iniciaba ese ratito de charla que tanto y bien le confortaba. -   

 

 

PREMONICIONES PSICOLÓGICAS

 

 

 

 

 

José L. Casado Toro

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

Viernes 11 julio 2025

                                                                                                                                                                                     Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es       

 Blog personal: http://www.jlcasadot.blogspot.com/