viernes, 12 de diciembre de 2025

RECUERDOS PARA LA ETERNIDAD



MAURICIO Cañadas es un veterano maestro de enseñanza primaria, jubilado, que sigue añorando la convivencia con “sus niños” en el aula (los consideraba como “hijos”) quienes lo llamaban con esa hermosa palabra de “maestro”, aunque los más mayorcitos ya utilizaban el don Mauro, con respeto y afecto. 

Cuando despierta por las mañanas, siguiendo el tradicional horario escolar, imposible para él de olvidar, continúa con el ritual bien aprendido del aseo, el desayuno y la toma de las cada vez más numerosas pastillas farmacéuticas. Después se arregla con modestia, sin olvidar la gorrilla y las gafas para el sol. Antes de salir al diario paseo matinal, su mujer de toda la vida ELEONORA le hace algunos encargos del Mercadona. No quiere “estorbar” en las tareas del hogar que realiza su respetada esposa. 

Cada día suele elegir un itinerario distinto, en el laberinto urbano malacitano. Entre esos destinos para el paseo, prioriza aquellos espacios en donde encuentra vegetación, arbolado, sosiego, el frescor, los sonidos y la alegría del agua, con la percusión continua de su acústica en las fuentes, los estanques y en esos chorros que desde los grifos sacian la sed y estimulan la imaginación. Durante esos ratos para la tranquilidad para el cuerpo y el ánimo, observa, piensa, a veces lee y casi siempre escribe. Analiza en silencio el comportamiento de los viandantes, los amigos que intercambian las palabras, las madres que cuidan de sus retoños (especialmente por las tardes) alegres pequeños que van aprendiendo de la vida, con sus juegos y su sana e inocente espontaneidad.  

De una u otra forma llegan a su mente las añoradas imágenes de aquéllos que compartieron su vida, con sus diferentes grados de conocimiento y el valor inconmensurable de la amistad. Familiares, compañeros de colegio o trabajo, miembros de la vecindad, profesionales de toda naturaleza que trabajaban en el barrio y, sobre todo, aquéllos con los que tenía la inmensa suerte de poder llamarles verdaderos amigos, como elogio y como necesidad. Pero, es la ley de la existencia, la inmensa mayoría de esas afectivas personas ya no están. Y nadie sabe con certeza en dónde se puedan encontrar. No hay respuesta para tan críptico interrogante. Se lamentaba que “lo penoso es que eran referentes de mi vida y con ellos ya no puedo hablar, comentar, discutir, reír, compartir o caminar”. 

En esas diatribas se encontraba el bueno de Mauro, cuando tuvo una “luminosa” idea, para mantener los recuerdos que fluían de su memoria con intensa nostalgia y ansiedad. Se dijo a sí mismo “¿y cómo no voy a poder hablar con ellas, aunque sea para contarles lo de aquí y lo de allá? Comenzó entonces a diseñar un plan que al tiempo le divertía y compensaba las ausencias que su alma sentía. Se levantó de su asiento en el Parque y buscó un “chino” cercano, en donde poder comprar papel para escribir, sobres y también (en un estanco de la zona) sellos de correo para franquear los envíos. 


El “plan” consistía en escribir cada semana una larga carta, a una de esas personas que recordaba con nostalgia. Se comunicaría con ellos, como si aún estuvieran en esta vida. Este travieso juego le ayudaría a compensar la acre soledad que sufría ante tantas ausencias. Las detalladas cartas, acerca de cómo iba su vida, las echaría en el buzón. Como destinatario sólo podría el nombre y el oficio que ejercían sus antiguos amigos. Como remitente, sólo el nombre de Mauricio. Cada lunes introduciría una carta en el buzón de correos. ¿Pero a quién dirigía las sencillas y sentimentales misivas, que con tanto esmero se disponía a escribir?

Como antes se ha expresado, elegía a una persona concreta, que bien había conocido y tratado. Trato en ocasiones variable, pues somos humanos e imperfectos y en nosotros alternan los buenos momentos y los bajos estados del ánimo. Pero, con el paso del tiempo, todas esas sencillas vivencias se añoran con nostalgia y cariño. La ausencia de estos compañeros era muy dura de llevar, pero comprendía que era la ley de la vida. Todo lo que se inicia tiene un final y aunque nos duela hay que aceptarlo. Podría ser Manolo, el tendero, con su pequeña tienda en la que tenía casi de todo para la alimentación. También José, el panadero, que todos los días llegaba a la calle donde vivía con su gran moto y ese buen cargamento que llenaba una gran caja de madera adosada como paquete al vehículo que usaba para callejear por los barrios. En esa caja, cubierta con una recia lona beige, venían grandes panes de pueblo de recia corteza y masa amarilla, barras de Viena, teleras, violines, civiles, bollitos, roscas. Siempre los clientes le pedían que estuviera bien cocido y Pepe el panadero, con sus grandes manos hacía crujir el pan que entregaba como señal de su buen cocido. No olvidaba tampoco a la estanquera doña Enriqueta, quien además de vender los “Ideales”, los “Celtas”, los “Chester” los “Camel” etc. tenía los sellos de correo para franquear las cartas. La buena señora solía guardar algún paquetillo abierto de picadura y una caja de cerillas, para regalar pitillos a los convecinos que carecían de dinero para “tranquilizar su adicción. 

De esta manera, Mauricio escribía cada semana una larga carta, con parsimonia, cariño, dedicación y necesidad, como si estuviera hablando personalmente con el recordado destinatario. Pegaba en el sobre el correspondiente sello de franqueo y echaba la carta al buzón de correos, diciendo, con ilusión infantil y en voz baja “algún día me contestarás”. Pero la realidad es tozuda. Esa respuesta nunca llegaba. Y así iban pasando los meses y los días. 

En la estafeta de correos, donde clasificaban las cartas, este tipo de envíos, sin concretar el destino, se echaban en una caja de cartón que tenía una gran etiqueta que ponía SIN DATOS PARA LA ENTREGA. Un funcionario clasificador de correspondencia, llamado VENTURA Santillana, en los ratos libres iba reuniendo estas cartas que tenían el mismo formato y cuyo remitente era un desconocido Mauricio. Como eran sobres sin apellidos ni domicilios concretos, el veterano trabajador de correos podía abrir estos sobres y conocer sus contenidos. Se emocionaba leyendo esas comunicaciones, todas ellas llenas de cariño, nostalgia y franqueza en el remitente. Siempre el mismo. Como era persona laboriosa, fue acotando algunos datos que destacaban en los textos. A través de los mismos no tenía duda alguna de que el remitente y destinatario residían en Málaga. Con paciencia de detective, fue realizando una asombrosa tarea detectivesca para acercarse a la zona de la ciudad en donde podían estar estas personas. 

En unos días de vacaciones, después de haber leído y analizado unos quince sobres, tenía acotada la zona donde podían vivir estas personas (Manolo el de la tienda, Pepe el panadero, Enriqueta la estanquera, Julio el carbonero, Enrico el de los electrodomésticos, don Luis el practicante, etc. Pensaba, con el lógico fundamento derivados de los datos insertos en las cuartillas, en una localización en la zona del centro antiguo de la capital provincial. Plaza de los Santos Mártires Ciriaco y Paula, Comedias, Tejón y Rodríguez, Carretería, Nosquera, Mosquera, Andrés Pérez, Santa Lucía. 


Se desplazaba a esas calles, después del desayuno, tratando de entablar conversación con unos y otros comerciantes o profesionales de la zona. También lo hacía con los vecinos mayores, por si podían conocer algunos de los personajes a quien Mauricio había escrito. Buscando y buscando, siempre algo se encuentra. Habló con una persona bastante mayor, llamado JULIÁN, que tomaba el sol plácidamente en una cafetería bar, en la esquina de Mosquera. Había trabajado largos años como zapatero remendón, en un portal denominado EL GATO NEGRO, ubicado en la calle Méndez Núñez. Este agradable anciano dio la clave al voluntarioso investigador Ventura.

“No tengo duda. Me está hablando de Mauricio Cañadas Cabrillana, que ha sido maestro de escuela. Yo fui compañero suyo allá por los sesenta. Íbamos al Colegio Sagrado Corazón de Jesús. Le perdí la pista cuando salimos del Instituto Ntra. Sra. de la Victoria. Mire, amigo Ventura, yo he sido barbero, aunque al final acabé en un trabajo más tranquilo, como portero del Málaga Cinema. A Mauricio hace décadas que no lo veo, porque dejó de vivir en esta zona de Málaga y no tengo idea en donde pueda residir en este momento. Me gustaría verlo y darle un abrazo. Me parece recordar… que un vecino me comentó hace años que Mauro vivía por el barrio de Martiricos”.  

Los dos nuevos amigos, 58 Ventura, 76 Julián, acordaron verse una vez a la semana. Se pasaron los teléfonos, para compartir los datos que pudieran ir conociendo. Preguntando y preguntando “se llega a Roma”. A final dieron con el “ansiado” Mauricio. La alegría emocional fue inenarrable. 

j“Amigos míos, llevo mal el paso de los años, no sólo por los achaques físicos que soporto, sino sobre todo por echar tanto de menos a muchas de las personas que conocí, valoré. Pero hoy ya no están. Son como las flores que, tras marchitarse, caen al suelo y ya nunca más pueden volver a lucir su mágica belleza, con ese aroma inolvidable a tierra mojada y a hierba fresca. Les escribí con cariño y añoranza, desde aquí, a donde mejor podrán estar. Pero así es la vida. Vivimos y “nos vamos”. Valoro mucho todo el esfuerzo que habéis realizado para localizarme. Es un gran tesoro poder recuperar la antigua amistad con Julián y asombrarme de la capacidad investigativa del buen Ventura”. 

Desde aquel feliz día, los tres amigos salen algunas tardes, para pasear hablar, pensar y merendar. Otros ya se “fueron” pero permanecen en sus memorias, en sus nostalgias y afectos. Mauricio ya no les escribe cartas. Hoy tiene dos buenos amigos, con los que conversar y compartir soledades a través del mapa poliédrico de la gran ciudad. Juntos se sienten más fuertes y caminan trazando hermosas sendas ante el misterioso día que inevitablemente les habrá de llegar. – 

 

 

RECUERDOS

PARA LA ETERNIDAD

 

 

                        José L. Casado Toro. PUNTO DE ENCUENTRO PARA LA AMIS

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. MálagaViernes 12 diciembre 2025

                                                                                                                                                                                                                  

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