viernes, 25 de mayo de 2012

INSTRUIR Y EDUCAR. PROFESOR LAZHAR

Realizar la valoración crítica acerca de una película, visionada sólo en una ocasión, no resulta tarea fácil. Es siempre aconsejable practicar segundas lecturas, visuales  y conceptuales, a fin de conseguir una mejor e inteligente plataforma interpretativa. Tanto en los contenidos que sugiere, como en la forma con que se nos habla. Sin embargo, cuando se conoce bien el mundo que sustenta el aula educativa, la carencia de nuevas lecturas puede suplirse con ese valor tan destacable, en la jerarquía de lo humano, como es el rédito que concede la experiencia.



SÍNTESIS ARGUMENTAL.

La acción transcurre en el seno de una escuela Primaria, ubicada en el Canadá francófono. Allí, una maestra de francés pone fin a su vida. Dos de sus alumnos, Simon y Alice, sufren el impacto testimonial de ver su cuerpo pendiendo del techo en el aula. La conmoción es inmensa en todo el Centro educativo pero, de forma especial, entre los que eran sus alumnos (11-12 años, de edad) en ese espacio docente donde impartía sus enseñanzas. Unos jóvenes preadolescentes sufren esa terrible pérdida y la falta de una explicación por su drástico y definitivo proceder. Tampoco ha querido despedirse de ellos. Sólo dejarles la crueldad, conceptual y plástica, de la muerte sobre la vida. Para sustituir a la joven Profesora, es contratado un maestro que enseña francés, de origen argelino, inmigrante en Canadá y con graves problemas familiares y sociales en su país de procedencia. Bachir Lazhar, 55 años muy bien llevados, acomete, con la mejor decisión, el complicado objetivo de acercarse a los problemas anímicos y psicológicos que soportan sus alumnos, además de impartir sus enseñanzas del idioma. Ha de enfrentarse a su propia historia, en una Argelia convulsa, de donde ha tenido que huir para solicitar asilo político en un nuevo país que le acoge y le permite trabajar en esta escuela de Montreal. Pero no es menos importante, para su vida y su actitud vocacional, el esfuerzo que se impone para aplicar una metodología educativa que trata de superar la mera transmisión de conocimientos, con una implicación renovadora en los conflictos psicológicos, anímicos y existenciales que sufren sus alumnos. Especialmente, el tratamiento que se ha de dar a la realidad de la muerte, desde la fuerza que vitaliza la formación desde el aula. Alice y Simón, dos estupendos actores con apenas once años en las páginas de sus calendarios, son los únicos que han visto físicamente a su maestra colgada sin vida desde el techo de la clase. Ambos centran el drama explicativo que se ha de dar a la realidad de la muerte, en el análisis cotidiano de los conflictos existentes dentro y fuera del microcosmos escolar. Lazhar, además de enseñar francés…… pretende educar. Con unos métodos que chocan con el cinismo acomodaticio que imponen las estructuras normativas de la Administración y el propio egoísmo de unos padres que pretenden manipular la realidad, simplemente, ignorándola.  

ALGUNOS CONTENIDOS PARA EL DEBATE.

La desesperación del suicidio. Marie, a la que sólo conocemos por una foto, y durante los crispantes segundos que compartimos con Simón y Alice, a través del cristal de la puerta en el aula, sufría problemas de inestabilidad y falta de equilibrio como persona. Ella y Simón habían protagonizado una dudosa situación cuando la maestra ayudaba en sus tareas de casa a su joven discípulo. Aquella caricia, aquel afecto, que rompe en tragedia psicológica, marcará la evolución de sus vidas. ¿Tanto daño puede provocar, a un profesional de la educación, la respuesta visceral de un chico de once años, que no entiende o integra lo que es una simple caricia, una muestra física de afecto, en una persona que se sacrifica para su mejor formación? ¿Ha sido un cálculo cruel, propiciado para la venganza desde el desequilibrio, que Marie supiese que precisamente sería Simón la primera persona que viera su cuerpo inerte, ausente de vida?

Aplicar una propia filosofía educativa, frente a la norma o costumbre. ¿Se debe centrar la figura del Profesor en la mera transmisión de conocimientos? ¿Puede o debe éste implicarse, de una manera activa y profunda, en los elementos vivenciales que afectan a sus alumnos? Y, en este caso ¿cuáles deben ser los límites, intervenciones o parámetros que no son aconsejables sobrepasar? La conversación tutorial de Lazhar con los padres de una de sus alumnas es bastante significativa al respecto. Éstos le reclaman su abstención en la forma de educar a su hija, especialmente con respecto al tema de la muerte. El planteamiento que realiza la directora del Colegio, tratando de corregir la creatividad educativa de su compañero de trabajo, va en la misma línea de reducir, frenar, obviar o corregir aquellas cuestiones que pueden ser incómodas o desaconsejables para la imagen externa de una sociedad que se aleja de la realidad y de los problemas que en ella subyacen. Esa otra microsociedad, que late en la sutil atmósfera del aula ¿puede ser ajena a estas realidades que forman parte del entorno vivencial cotidiano?.

La transparente empatía de los niños actores. Ese esfuerzo interpretativo alcanza un gran mérito, que hay que poner en el haber de Philippe Falardeau (Hull, Quebec, 1968) director de la película. Resulta admirable la naturalidad con que saben dotar el comportamiento de sus personajes. Cada uno de ellos, con sus peculiares circunstancias familiares y escolares. Pero la cámara se focaliza, de manera especial, en Simón, un niño que sufre la relación más cercana que ha tenido con su Profesora de francés. De forma manifiesta se siente atormentado al no saber desvincular de su persona la parcela de culpabilidad que pueda haber habido en el suicidio de su atractiva Maestra. Se siente señalado, ante sus propios compañeros. Incluso entiende u observa el dedo acusador que le señala en la forma en que Marie ha abandonado el desánimo terminal de su existencia. Y también Alice, con su mirada angelical, con una sencillez adulta de comportamiento, admirablemente impropia para la fragilidad cronológica y psicológica que debe asumir (necesita, ansía más tiempo que el que puede ofrecerle la atención de su madre, piloto en una compañía de líneas aéreas). Esa soledad, ante el crecimiento en su vida, lo compensa con la receptividad y afecto que le ofrece la, en principio, seria y adusta figura de su nuevo Profesor de francés. Tras el despido laboral de éste, sabe mostrarle, con ese abrazo agradecido, el cariño y la valoración que hace a su maestro, ése que ha sabido tratarla y conducirla para su futura  madurez, etapa aún lejana para su joven y esperanzada existencia.

Actitudes y otros elementos para el oasis de la reflexión. Hay tres personajes que, teniendo una presencial desigual en la narración, se identifican con un tratamiento teñido de cierta hostilidad hacia el personaje central de la historia, el refugiado argelino Bachir Lazhar (también puedo estar de acuerdo con aquellos espectadores que consideren que ese personaje básico en la trama del film es el pre adolescente Simón). Concretamente son, por orden de aparición en las escenas, la directora del Colegio, la psicóloga del centro escolar y el comisario de policía. Los tres personajes, en su relación con Lazhar, adoptan una postura desconfiada, crítica e incluso hostil, hacia un hombre que ha tenido que abandonar su país, tras haber sido atacado como escritor crítico contra las barbaries gubernamentales. Su propia mujer e hijos perecieron en uno de estos ataques, victimas de un incendio intencionalmente provocado en su domicilio. Obviamente la vida de este maestro estaba en peligro si hubiera permanecido por más tiempo en la tierra que le vio nacer. Aunque el comisario de policía, ante las evidencias, ha de concederle el visado de refugiado; aunque la propia psicóloga tenga que reconocer y manifestarle que su trabajo con los niños ha sido positivo, a fin de superar el drama al que se han visto expuestos; aunque la propia directora le conceda más crédito, tras criticar puntualmente los métodos del Profesor ….. el trato que  deparan a un refugiado político es duramente criticable. La nacionalidad de Lazhar ¿tiene algo que ver en ese comportamiento hostil de los tres personajes? Nuestro valiente maestro tendrá que buscarse, profesionalmente, el sustento fuera de ese centro educativo, del que es despedido por la fría y tozuda presión de los padres de alumnos.

Esta película de denuncia social nos habla del ejercicio de la educación en libertad. De la creatividad y de la conciencia formativa que se imponen aquellos que se aventuran por crear una sociedad más sana, desde las plataformas generaciones de la infancia y la juventud. De que las escuelas no pueden o deben ser islotes cerrados en medio de una sociedad que tiene profundas dificultades para integrar los conflictos. La vida, la amistad, el valor, la verdad y la muerte, son realidades que Lazhar plantea a esos jóvenes que le son confiados para su mejor formación y desarrollo. Pero  ¿qué quieren realmente los padres de nuestros alumnos? ¿es asumible la hipocresía o acomodación de una sociedad que delega pero, al tiempo, cercena la libertad del buen  profesional?

Hallamos en la cartelera semanal esta compleja e interesante historia que a muchos habrá de interesar. Pienso que  todos los ciudadanos pero, de manera especial, aquéllos que desempeñan profesionalmente esta trascendente dedicación, deben estar abiertos al conocimiento y debate de la atmósfera que se respira en las aulas. De aquí o de allá. El destino de un cuerpo social se halla determinado por la formación que reciben los más jóvenes de sus miembros. En esta película se ofrece una página de ese libro, heterogéneo y contrastado, donde se nos explica que, además de instruir, hay que educar, hay que ayudar a formar. Y que la atmósfera comunicativa, en las comunidades escolares, debe ser abierta, libre, valiente y próxima a la realidad. Hay conceptos, pero también valores. Hay teorías, pero también actitudes. Hay silencios pero, afortunadamente, también germinan y florecen las palabras.-


 José L. Casado Toro (viernes 25 de Mayo 2012)
Profesor
http://www.jlcasadot.blogspot.com/



Película: Profesor Lazhar. Título original: Monsieur Lazhar. Dirección: Philippe Falardeau. País: Canadá. Año: 2011. Duración: 94 min. Género: Comedia dramática. Interpretación: Mohamed Fellag (Bachir Lazhar), Sophie Nélisse (Alice), Émilien Néron (Simon), Danielle Proulx (Sra. Vaillancourt), Brigitte Poupart (Claire). Guion: Philippe Falardeau; basado en la obra de Evelyne de la Chenelière. Producción: Luc Déry y Kim McCraw. Música: Martin Léon. Fotografía: Ronald Plante. Montaje: Stéphane Lafleur. Diseño de producción: Emmanuel Fréchette. Vestuario: Francesca Chamberland. Distribuidora: A Contracorriente Films. Estreno en Canadá: 27 Enero 2012. Estreno en España: 18 Mayo 2012

viernes, 18 de mayo de 2012

POLIVALENCIA ANTE LA NECESIDAD. TUTOR DE ALUMNOS.

Recuerdo aquellas semanas iniciales del Curso escolar cuando, en el ejercicio de la profesión docente, tenía que rellenar y firmar el impreso de mi declaración horaria. Ese rito administrativo había que cumplirlo completando, puntualmente, una serie de apartados, dirigidos a la Administración educativa que, por supuesto, ya conocía de sobra la mayoría de las concreciones que le comunicábamos en el impreso. Entre esos apartados, había uno que me producía una especial emoción. Había que indicar el cargo o función que el firmante desempeñaba en el Instituto, además de impartir docencia en la materia a la que estaba vinculado por su titulación. La mayoría de los cursos tuve la oportunidad, y suerte para la vida, de escribir, en el aludido recuadro, esas hermosas palabras de: Profesor-tutor de …. (el grupo en el que ejercía de coordinador del equipo docente y educativo). Ese “cargo” de tutor es el que, impropiamente, se halla al final, en la escala,  entre todas las demás funciones a desempeñar en un Centro público de Secundaria. Y utilizo ese calificativo con una profunda discrepancia con respecto al lugar que ocupa en la peculiar valoración administrativa. La tutoría se encuentra en el último puesto del jerárquico listado profesional (director, vicedirector…..), ordinal también avalado por el aporte del  complemento económico, tras su prestación.


Siempre defendí la importancia y trascendencia de la función tutorial, para la mejor marcha de las diferentes agrupaciones de alumnos. Dedicación difícil, complicada pero, al tiempo, profesional y vocacionalmente enriquecedora, para el que tiene la suerte y la oportunidad de ejercerla. También, agotadora, especialmente para todos aquéllos que se entregan y esfuerzan en atender, con la mejor voluntad, las muy numerosas y heterogéneas obligaciones que conlleva. Por estas mismas páginas he escrito, en más de alguna ocasión, el listado de posibilidades y necesidades que el buen tutor debe afrontar. Pero ¿qué es ser tutor, en un grupo de adolescentes o niños que centran su formación en la “escuela”? El tutor ha de ser un poco padre y madre, amigo, compañero, pedagogo, psicólogo, coordinador, dinamizador, relaciones públicas, administrativo, controlador, policía, investigador, juez, negociador, programador, abogado, analista, técnico polivalente, maestro, educador y….. algo más. Seguro que me he dejado en la memoria algún que otro flanco, también necesario e importante, al que atender. Con este “suculento” panorama, ya me dirán si el ejercicio de la función tutorial merece ocupar la postrera ubicación en el listado de cargos a desempeñar, por supuesto que también muy importantes, en un centro o comunidad educativa. Creo, honestamente, que no. Obviamente, me estoy refiriendo a ese tutor que ama, con la grandeza y limpieza que conlleva este concepto, la trascendente dedicación que, libremente, ha decidido asumir.

En mi larga trayectoria profesional, opté, de forma mayoritaria, por el “cargo” (siempre lo entendí como un buen regalo) de Profesor-tutor. Y con la perspectiva que aporta la distancia, me siento feliz de esa oportuna decisión. Durante esas tres décadas y media, hubo aciertos. También, errores, cómo no. Cada día, cada semana y curso, significaba una oportunidad para seguir aprendiendo, para seguir acometiendo nuevos retos, a pesar de los condicionantes que la propia Administración educativa iba estableciendo. Pero, aún hoy, alejado de la primera línea del frente (dicho sea, con el mayor cariño) sigo ejerciendo, de alguna manera, esa apasionante función. Mi dirección electrónica avala, ocasionalmente, esta afirmación.

Son muchos, numerosísimos, los recuerdos que florecen en el jardín de la memoria. No resulta fácil la elección. Pero vamos a narrar un par de significativas historias.

Mantenía uno de mis programados diálogos tutoriales, en esos minutos, gratamente oportunos, que nos brindaba la media hora del recreo. Bocadillo y zumo de por medio, en manos de mi joven interlocutora. Bolígrafo, stabilo verde limón y carpeta de fichas, encima de una pequeña mesa, junto a la zona ajardinada. En realidad, estaba sentado próximo a la alumna, a fin de propiciar un más fluido y sereno ambiente comunicativo. Repasábamos la normalidad de mis preguntas (sobre estudio, compañeros, familia, organización del tiempo libre, trabajo y resultados…. cuando, de pronto, me interrumpe Mª José (para todos, Mariajo). “Profe …. no me gusta mi cuerpo. Me siento desgraciada, ante las demás. Me miro al espejo y se me cae el alma a los pies. No soy bonita, no tengo una figura atractiva como muchas de mis compas. Y sufro mucho por ello”. Unos diez o quince segundos de silencio, que me parecieron eternos. Continuó, con la fuerza de sus palabras. “Y tú no tienes una solución para esto ¿verdad?

Esta chica, tercero de la E.S.O. ya muy próxima a los quince abriles en su vida, pienso que era un tanto crítica consigo misma. Soportaba un problema de sobrepeso, evidente, aunque tampoco exagerado. Rostro redondeado, ojos bonitos y estatura más bien baja. Alguna visita al odontólogo, también era aconsejable. Pero, en la inmensidad de la masa urbana, no destacaría en exceso. Ofrecía una imagen más bien normalizada, dentro de los problemas en gramos que hoy día padecemos. Pensé que ella no querría escuchar una larga perorata, en la que se hablan de valores y cualidades que superan, y compensan, ampliamente, la imagen externa. A ella le preocupaba, le estaba atormentado, precisamente, su imagen externa. Decidí bajarme a su terreno y ganarme sin más su confianza. Negar la importancia de su problema era dificultar la solución del mismo. Desde su propia perspectiva. Por lo que me atreví a decirle lo siguiente: “Bueno, Mariajo, si te deprime verte en el espejo, podemos empezar por ahí. Evita asomarte a ese espejo. ¿Para qué te vas a atormentar? Sí, me parece que sobran en tu cuerpo algunos gramos. Bastantes, en mi opinión. Si no te parece mal, voy a hablar con tu madre, para tratar con ella un par de cuestiones. Por supuesto, tu vas a estar presente en nuestro diálogo. Vamos a hablar del tema de las comidas. Pero de verdad, eh…. Y tú no haces mucho ejercicio. Le voy a sugerir que te apunte en algún centro donde puedas ir a nadar, al menos, dos veces en la semana. Aunque también existe el campo y la naturaleza para andar. Para practicar el senderismo. Y también habrá que gastarse un poquito de dinero en mejorar tu dentadura. Hoy día se hacen maravillas y sin dolor. Todo es asunto del monedero o la billetera. Hablaremos con tu madre y encontraremos soluciones. Entiendo que mi opinión la puedes ver como un tanto interesada. Yo no te veo tan mal. Pero lo importante es como tú te sientas. Sé que tienes una buena amiga, Raquel, y ella te acepta tal y como eres. Por dentro y por fuera. Y perdóname esta forma, un poco burda de hablar”. Pareció convencida del realismo y naturalidad con que traté de dotar mis palabras.

Aún más reconfortante fue la conversación con la madre de Mariajo, quien es hija única. Su padre tenía en aquel momento un paradero desconocido, por lo que esta señora afrontaba todas las cargas de su corta familia. Trabajo de limpiadora en un centro público de la Administración. Por las tardes, también lo hacía en algunas viviendas particulares. Irene fue muy receptiva, ante el problema que tratábamos de solucionar. En realidad, ella era ya consciente del mismo. Nos pudimos mover por las entrañas de la concejalía de distrito y su hija pudo comenzar su natación y gimnasia correctora. Con un coste muy reducido, sobre la tarifa vigente. En el ámbito de la alimentación, la tarea también fue complicada. Fundamentalmente porque ahí era la chica quien tenía que colaborar con el control de su madre. Y había que esperar, para el tema de la ortodoncia. Pero esta joven mujer me prometió que se iba a sacrificar aún más, para estos arreglos bucales de su hija. No dudé, ni por un instante, de la voluntad y sinceridad de esta madre, para ahorrar y sacar más horas de trabajo con ese noble fin.

En algunas ocasiones, la acción tutorial resulta más fácil o complicada que en otras, pero siempre reconforta haber intentado mejorar realidades y circunstancias. Sin querer poner nombres u otros datos a esta dura situación, voy a globalizar una intervención tutorial que resulta a todas luces difícil, por su cruda naturaleza. Me estoy refiriendo a las distintas oportunidades en que tuvimos que afrontar el dolor, ante un ser querido que sufría la enfermedad o que nos había abandonado para la existencia. Son alumnos, muy jóvenes, los que tuvieron que aprender a convivir con la crueldad del dolor, que afectaba a un padre o una madre. Chicos y chicas que conocieron y sufrieron la pérdida  de ese familiar tan cercano en sus vidas. Y utilizo la palabra vida, porque es más hermosa que la contraria, aún siendo ambas tan reales y próximas.

En la dureza de la enfermedad, apoyas, con especial delicadeza y cariño, a ese alumno que tiene que convivir en una situación de anormalidad por el dolor familiar. En esos difíciles momentos, la cercanía de un compañero o amiga resulta fundamental. Fue necesario hablar, aconsejar y orientar a ese amigo o amiga, para mejor ayudarle en esta cercanía que se hacía importantísima para la solidaridad del afecto. Y en el clímax desalentador del fallecimiento (fueron abundantes las experiencias), hubo que pensar juntos, hablar y saber escuchar, a ese niño o niña que acababa de perder lo más importante que había conocido y tenido en su vida. Una madre. Un padre, un abuelo…..

Reconozco que una u otra situación son difíciles, e ingratas, para intervenir. Sin embargo las experiencias que tuve al respecto fueron, dentro de la dureza del contenido, positivas. En lo académico, generalmente se suele producir un retroceso en estos jóvenes, ya que abandonan el rigor y la voluntad imprescindible para el estudio. Desde luego, hay que saber “actuar” con no poca paciencia, cuidadoso tacto y mejor e imaginativa habilidad. No siempre los “paños calientes” son los más aconsejables, para estos momentos del realismo que impone la naturaleza. Depende el caso, pues cada familia es un “mundo”. Para lo anímico, las medidas adoptadas suelen ser más eficaces, en cuanto a los objetivos que nos hemos propuesto. El valor de la proximidad adquiere toda esa grandeza que le ennoblece. Tiempo tendremos de abordar alguna de estas historias que lucen para el recuerdo en los mágicos y estructurados estantes de la memoria.

“Profe, tengo un problema.” Cuando tu quieras, podemos hablar. Si es urgente, buscamos un hueco en lo que resta del día. En todo caso, mañana, en la media hora del recreo, dialogamos. Y si necesitamos más tiempo, no habrá dificultad para conseguirlo”. Normalmente, el tutor se adelanta (debe previsiblemente adelantarse) a esta petición que le hace su alumno. Por experiencia, observación y control inteligente de la situación. Si, por el contrario, es el propio adolescente quien plantea el conflicto, la predisposición del Profesor ha de ser absoluta. Total. Nunca han de minusvalorarse los problemas, por modestos o nimios que puedan parecer. El ejemplo del iceberg, como intuitiva metáfora, se halla, en el plano de lo humano, más que justificado.-


 José L. Casado Toro (viernes 18 de Mayo 2012)
Profesor
http://www.jlcasadot.blogspot.com/

viernes, 11 de mayo de 2012

MIS ENTRAÑABLES AMIGOS ANÓNIMOS.

En general, nuestro comportamiento diario se suele dotar, con bastante regularidad, de ese atuendo que nos identifica para la previsible rutina. Si nos fijamos en nuestro proceder, solemos ser bastante repetitivos en aquellos movimientos y gestos con que adornamos nuestra actividad. Desde que nos levantamos, a fin de iniciar un nuevo día, hasta que volvemos al necesario descanso, que nos proporciona la noche, el automatismo de no pocas respuestas dibuja la personalidad que identifica nuestra imagen. Analicemos algunos ejemplos. Aparecen en mi, en ti y, por supuesto, en los demás.

Está amaneciendo o la luz inunda ya, con plenitud matinal, el cielo que nos cobija. Nos desplazamos hacia nuestro lugar de trabajo o a ese centro escolar, en donde practicamos el aprendizaje que nos hemos propuesto. Podemos utilizar nuestro propio vehículo o, más aconsejable, el transporte público municipal. Situados en la parada del bus, la identidad de la hora hace que nos encontremos con rostros conocidos. Grabados, con firmeza, en la memoria. Vemos, un día más, a esa señora, que reposa sus manos en los bolsillos, bolso al hombro y que, con ojos somnolientos, nos regala el primer “buenos días” de la jornada. Y llega esa otra chica, que igual trabaja o estudia, con sus tenis color blanco, rudamente gastados por el uso. Y, dentro del autobús, saludamos la figura de ese señor, de muchos calendarios en el recuerdo, que continúa exponiendo su casi monólogo con el conductor del vehículo, siempre sobre temas deportivos. Nos asombra su locuacidad, ya que parece conocer, por la familiaridad con que se dirige a los mismos, a todos los profesionales del volante, en esa línea pública del transporte. Baja, en la parada que tenemos memorizada y, con una agilidad que nos asombra, recorre presuroso esa trayectoria, hacia un destino que sólo él conoce. Pocos minutos después, nos corresponde a nosotros realizar los mismos movimientos, camino de ese proyecto diario que se repite en los días.

Optamos por el mismo semáforo. También, repetimos por ese trozo de acera, con los socavones y losetas que cimbrean a nuestro paso. Dibujamos esa trayectoria que, de forma automática, recorremos cada día, acompañada por el mobiliario urbano que ocupa sus espacios. Y, una mañana más, el cruce con esa madre y su hija, ambas de uniforme. El de la señora, blanco y celeste, sabor a mar. Su cría, once….. años, jersey, falda y zapatos, vinculados como insignia cromática a la identidad de un colegio cercano. Luce coleta, color castaño claro, arreglada con esmero por esas manos maternas atentas con primor al detalle. Y, azules como el mar que nos acaricia, unos lindos ojos en la pequeña, despiertos con la fuerza desbordante de la sonrisa. La vitalidad de esta niña nos reconforta, en la confianza y el sosiego de la normalidad. Poco más adelante, coordinando perfectamente con el minutero de las nueve, la pareja que siempre camina en sentido opuesto al que recorremos. Puede ser un padre y su hija. La forma que imprime a sus pasos esta joven, dirigiéndose posiblemente al trabajo (no lleva libros o material escolar) la reconoceríamos entre miles. Habla y gesticula con este hombre, que reposa el brazo en su hombro. Padre e hija parecen, aunque la diferencia de edad no es excesiva para otra vinculación entre ambos. Siempre es ella la que va utilizando el protagonismo de las palabras. Él la atiende, con la familiaridad de los gestos. Nos miramos. Y así, un día tras otro. Hoy y ayer como, probablemente, también mañana.

¿Imaginamos un nombre, una historia, una vida o un consuelo, a esos compañeros, a esos amigos anónimos en nuestra rutina diaria? De tanto observarnos, ya somos casi como de la familia. Incluso nos embarga la duda o extrañeza cuando, hoy, hemos echado en falta esa imagen que, en su silueta, forma parte ya, en alguna forma, de nuestra convivencia vital. Por la repetición de los encuentros, tanto en nosotros como en los demás. Y siguen, absurdamente, reinando los silencios. Quedan las miradas. Los gestos. Y el anticipo nebuloso de una sonrisa.

Y aquí viene una bella historia. Con esas palabras que comunican sentimientos, latidos y el dulzor contrastado para la vida. Lunes, aún en invierno. Sin embargo, el tiempo era soportable en temperatura y con luz abundante, ante la práctica ausencia de nubosidad. Estamos en uno de esos días en la semana, en los que vuelvo a las aulas. Ahora, con el noble propósito de seguir aprendiendo y compartiendo cultura y amistad. ¡Qué dos hermosas palabras, para lo real! Dado que utilizo, en esas horas tempraneras del alba, el transporte público, suelo aprovechar el largo recorrido circular, que el autobús recorre por la malla urbana. Repaso algunas fichas, apuntes o temas del libro que se trabajarán en la explicación del día. Siempre elijo un asiento en el fondo del bus, a fin de concentrarme mejor en los contenidos que me propongo repasar. En ello estaba cuando, tras una de las numerosas paradas en el trayecto, se sube uno de esos rostros anónimos que me resultan tan familiares, en la regularidad de los días. Observo que, tras pasar su tarjeta por el lector de control, echa un vistazo hacia las personas, pocas en ese momento, que estaban repartidas por la geometría de los asientos. Veo que se esfuerza en localizarme y, ante mi sorpresa, se acomoda junto a mi. Con una sonrisa, trata de romper el hielo de lo desconocido. Junto a una persona a la que solo se conoce por la repetición coincidente de su imagen en el trayecto. Me da los buenos días y, rápidamente, fija sus ojos en los míos, haciéndome la siguiente pregunta: “Perdone ¿olvidó Vd. algo en el autobús, el miércoles de la semana pasada?

En muy escasos segundos, entiendo perfectamente el fundamento de su pregunta. Efectivamente, tras mi anterior viaje, eché en falta el manual de ejercicios, para la materia que estoy estudiando. Lo había buscado, de manera infructuosa, por todas partes, tanto en casa como en el Centro escolar. Dada la importancia del mismo, decidí el sábado adquirir uno nuevo al que, afortunadamente, aún no había comenzado a rellenar, en sus numerosos apartados para las actividades. Mi joven interlocutora continuó su explicación. “Coincidimos en esta hora temprana de los viajes, cuando voy a mi trabajo. Me bajo tres paradas más avanzadas que la suya. Y ese día pasé junto a su asiento. Observé que el suelo había un libro o cuaderno de ejercicios, pero sin datos o identificadores que me permitieran localizarle. Sé que era suyo, pues le vi muy atento repasando, como suele hacer durante todos los viajes. Pensé en dárselo al conductor, pero tenía la seguridad que íbamos a seguir coincidiendo en este trayecto, como venimos haciendo desde septiembre ¿verdad? Y no me equivocado. Ya que me lo pides, te tuteo. Viajas los lunes y los miércoles, casi siempre a las mismas horas que yo. Tengo que estar en la tienda antes de las nueve, para ordenar un  poquito la mercancía. Bueno, pues aquí tienes tu libro”.

Akane es una agradable mujer de nacionalidad argentina, que suele utilizar también la misma línea y hora que yo para el desplazamiento, en su caso, laboral. Morena, luce ojos azulados y una piel algo cobriza que realza la bondad que transmite con la suave tonalidad de su voz. Sabe transmitir esa espléndida vitalidad que atesora en sus casi tres décadas de vida, una de éstas residiendo en España. Está casada con Rubén, cocinero en una importante multinacional del fast food. Son padres ilusionados de una niña que rebosa dinamismo, Daila, que este año comienza sus estudios de Primaria en un Colegio publico, por la zona occidental malagueña. Obviamente, Akane, es una persona en sumo observadora, entre otras cualidades que conforman el mosaico de su sencillez.

Al margen de recuperar mi libro de ejercicios, con un importante número de hojas anotadas y corregidas, me agradó, me encantó, la bondad y generosidad de esta mujer, de trato tan afectivo y familiar. “No te puedes imaginar lo que agradezco tu gesto.  Al necesitar ese libro para mis estudios, el sábado había comprado otro ejemplar que ahora podré devolver, pues no había hecho anotación alguna en sus páginas. Me interesaba mucho recuperar el que tu me has guardado, por todos los ejercicios resueltos que había acumulado en estos meses de clase ¡Qué maravillosa capacidad de observación posees! Bueno, he de confesarte que tu persona me es muy familiar, dada las veces que hemos coincidido en este autobús por las mañanas. De verdad que te estoy muy agradecido. Es estupendo comenzar así la semana. Este lunes va a tener un significado mucho más alegre….. Mi semana comienza muy bien gracias a ti. Bueno, ahí cerca está el río que divide la radiografía de nuestra ciudad. Me tengo ya que bajar. Ya conoces mi parada. Volveremos a coincidir. Gracias de nuevo por tu generosidad. Por cierto ¿qué significa esa palabra grabada en la plaquita que llevas colgada en el cuello? Debe referirse a algo sin duda precioso.

Ya de pié, para acceder a la puerta de salida, pude escuchar su breve aclaración. “Es mi nombre. Akane tiene un origen mapuche (sudamericano). Significa nube y …..” Desde la acera, apenas me dio tiempo de hacerle un saludo con la mano. Cruzamos sendas sonrisas mientras, en unos segundos, el circular urbano continuaba pacientemente su camino.

El miércoles no tuvimos la grata oportunidad de los horarios. Pero, el lunes siguiente, pude entregarle un pequeño detalle como muestra de mi agradecimiento, gesto que aceptó complacida. Ahora, en muchos de los trayectos compartidos, hablamos de su trabajo, de esa adoración que siente por su Daila. Se ríe mucho, con esa bondad que le caracteriza, corrigiéndome algunas expresiones que le resulta divertido preguntarme, en ese complicado idioma que ella domina y yo comienzo a desbrozar.

Creo que todos, con la serenidad y potencia que proporcionan los valores, deberíamos atender y pensar, algo más, en esos “amigos” anónimos que comparten nuestro deambular cotidiano. Estos cortos encuentros que, día tras día, se tornan coincidentes en nuestros menesteres nos indican que, al margen de la proximidad física, existe o puede haber una cercanía anímica o psicológica, en la que no reparamos lo suficiente. La ausencia de palabras no debe identificarse con la inexistencia de diálogo ¿verdad? El ejemplo de Akane es significativo, pero no el único, de esas personas, almas y vidas, que comparten, en mayor o menor grado, nuestras rutinas y vivencias. Akane dejó de ser una difusa percepción o silueta anónima desdibujada. Se había convertido, con la fuerza y realismo de lo próximo, en una saludable y enriquecedora amistad.-


 José L. Casado Toro (viernes 11 de Mayo 2012)
Profesor
http://www.jlcasadot.blogspot.com/



viernes, 4 de mayo de 2012

OPOSICIONES. LA INDIGNACIÓN DEL DESENCANTO.


Nuestra voluntariosa protagonista practica el buen hábito de adelantarse a esa, siempre luminosa, llegada de la mañana. Está habituada a madrugar, desde sus no lejanos años para la escolarización. Hoy, al igual que ayer, abandona el descanso que proporciona la noche para iniciar un nuevo día, con ese esfuerzo que practica desde hace casi dos años ya. Anabel es uno de los miles de jóvenes y adultos que preparan sus oposiciones, en la continuidad esperanzada del calendario. Podríamos poner color, detalles e imaginación, a ese rostro de una persona joven. Cabello, tez, frente, ojos, cejas, párpados, iris, pupila, pestañas, nariz, orejas, mejilla, labios, boca, mandíbula y barbilla. Pero….. resumimos su imagen indicando que es una mujer vitalmente atractiva, con un cuerpo delgado en una talla de mediana estatura. Desde muy pequeña, animosamente aficionada a ese jugoso placer de la lectura. Fue superando, con la mejor normalidad como ejemplo, las distintas fases de la escolarización, hasta alcanzar la Universidad. Para su ubicación sociológica, es la menor de tres hermanos, en una familia de tipo medio. Su padre, transportista  de viajeros en una importante empresa del sector, ha visitado toda la geografía peninsular, recorriendo kilómetros, paisajes y destinos, en una trayectoria profesional ejemplar, a fin de sacer honestamente a su familia hacia adelante. En este esfuerzo, también Esther, su madre, ha podido compaginar la dedicación en el hogar, con unas horas matinales de trabajo, en el servicio de limpieza para centros de educación pública. Sus dos hermanos mayores no fueron buenos estudiantes de carrera, pero uno de ellos, llamado Javi como su padre, trabaja en la Empresa Municipal de Transporte, como conductor. Y el intermedio,  Iván, lleva casi un año en el paro, tras el cierre de la agencia de viajes donde trabajaba como administrativo.  

Anabel, veintisiete espléndidas primaveras, quiere ser Profesora de Lengua y Literatura en un Instituto de Educación Secundaria. Ha entregado, sin suerte hasta el momento, un buen número de currículos en colegios de titularidad privada y en otras muchas empresas ajenas al sector educativo. También, lo ha intentado en las listas o bolsas de trabajo, en el ámbito de la Administración. Todo ello sin abandonar su ilusión de superar esas duras oposiciones que, regularmente, son convocadas desde la Junta de Andalucía. A este fin, desde hace casi dos anualidades, dedica muchas de las horas que conforman el día, para estudiar los temarios y ejercicios prácticos que habrá de afrontar en el momento de la convocatoria. Para ella, también para miles de compañeros en el abnegado esfuerzo, este verano del 12 supone una oportunidad para obtener plaza de funcionario, en esa convocatoria a Profesores de Secundaria que la Administración de Andalucía ha convocado. Aparte de las horas de encierro, con los libros y apuntes, acude dos días en semana a una academia, centro especializado en la preparación de diversas oposiciones. Todo ello con el esfuerzo económico de unos padres que confían plenamente en la responsabilidad y sacrificio que su hija siempre ha sabido ofrecerles.

Hoy, como otras tantas mañanas en el devenir de las estaciones, ha madrugado para ganar horas al estudio. Es uno de los días en semana en que ha de acudir a la academia, siempre en las horas de tarde. Tras el aseo y desayuno, ya se encuentra sentada en su mesa de su cuarto, rodeada de carpetas, rotuladores, esquemas y libros, en ese mar de letras que inundan los centenares de folios en fotocopias. Antes de comenzar la concentración de los conceptos y datos para la memoria, le gusta echar una ojeada rápida a los principales titulares de prensa. Para ello tiene memorizadas tres o cuatro páginas digitales, en la prensa nacional y local. Y, en este viernes de abril, la sorpresa ha sido…… mayúscula. Para ella y, sin duda, para los miles de compañeros con los que habrá de competir para un puesto de trabajo. El titular de la noticia no deja margen para la duda. El Gobierno central va a presentar hoy, ante el Tribunal Constitucional, un conflicto de competencias con la Junta andaluza, ante la convocatoria, por parte de esta última,  de oposiciones al Cuerpo de Profesores de Educación Secundaria.  Esa presentación de la denuncia, ante el máximo órgano jurídico del Estado, va a paralizar la celebración de la convocatoria, fijada en principio para el próximo mes de junio. El mazazo anímico, en los 33.154 profesores, que optaban a una de   las 2.389 plazas convocadas por la Junta, es fácil de imaginar. Todos, absolutamente todos al igual que Anabel, llevan largos meses de sacrificio en el tiempo aplicado, en el capital invertido y en el esfuerzo ilusionado, para la complicada posibilidad de hacerse con un puesto de trabajo como funcionario docente. Pero ¿cómo se ha podido llegar a esta situación?

El motivo alegado por el Gobierno central, para llegar a esta impugnación, se basa en que no se cumple, por parte de la Administración Autonómica, la Ley de Presupuestos. Ésta solo autoriza a sustituir, entre los Profesores jubilados, a uno de cada diez. La nueve restantes tendrán que ser amortizadas por los funcionarios en activo incrementando, lógicamente, sus horas de trabajo. Pues esas nueve plazas no podrán ser desempeñadas por Profesores interinos contratados, en este caso, por la Junta andaluza. En la convocatoria correspondiente, se superaba ese diez por ciento de Profesores autorizados para sustituir entre los jubilados. Se llegaba a casi el 20 % y ese es el motivo alegado por el Ejecutivo en su planteamiento del conflicto de competencias. El Gobierno mantiene que la Junta no ha respetado la Ley de Presupuestos. Ante ello, no habrá oposiciones, por ahora. Los expertos indican que para la celebración de oposiciones, habrá que esperar entre seis meses y un año. Mientras, centenares de interinos se quedarán sin trabajo. Habrá en Andalucía, más de 3000 Profesores menos.

Anabel, difícilmente puede reaccionar ante el impacto de la noticia (luego confirmada por las decisiones del Consejo de Ministros). Fue ya muy duro encajar el cambio efectuado, también por decisión del Gobierno central, en el temario que estaba vigente para estas frustradas oposiciones. La suspensión cautelar de la convocatoria, junto al cambio de temarios, son dos lacerantes episodios del enfrentamiento que existe entre los dos colores políticos que rigen ambas Administraciones. La del Gobierno Central y aquella que representa a la Junta Autonómica. Y, entre medio, la desesperación del ciudadano. La recientes elecciones a la Junta de Andalucía explican, de manera meridiana, el trasfondo de esa rivalidad y el desencanto indignado para miles de opositores.

Fue un día amargo, este del viernes, para nuestra joven licenciada en Filología Hispánica. Hubo tiempo para las lágrimas. Hubo oportunidad para contactar con compañeros, también afectados por la anulación o, mejor, suspensión de la convocatoria. Visita a un centro sindical, a fin de recabar datos que dieran un poco de luz al nublado opaco de la realidad. Llamadas telefónicas, procedentes de familiares y amigos tratando, con la mejor voluntad, de aportar serenidad y ánimo. Son unos momentos en que todo calor afectuoso sirve, a modo de paliativo, para templar los nervios y la confusión que se sufre. Aquella noche, el sueño de mostró reacio a todo tipo de negociación. Las horas fueron pasando, con cruel lentitud, para unos ojos que permanecían abiertos y un tanto enrojecidos por el enfado. Precisamente, en la organización sindical le habían aclarado que como mínimo, habría que esperar unos seis meses, hasta que se pronuncie el tribunal Constitucional. Siendo realistas, el plazo normal de espera hasta la nueva fecha de celebración iba a cubrir, probablemente,  una “interminable” anualidad.

Ya en sábado, con un día espléndido donde brillaba la naturaleza en Primavera, Anabel tuvo el buen acierto de coger su mochila y, con la bicicleta, se dirigió a dialogar en silencio por campos y parajes. Necesitaba alejarse del bullicio urbano. Buscaba un poco de paz y equilibrio, en medio del campo. Y la suerte siempre aparece cuando, inesperadamente, sabe acompañarnos. Aún con escasa cobertura, el móvil reclamó su atención. Era Fina, su amiga de siempre. Un par de años mayor que ella, madre soltera de una preciosa criatura a la que llaman Becky. Trabaja de psicóloga en una residencia de titularidad privada para mayores. Hacía unos meses que no se veían pero, hoy, ha sabido estar a la altura de las circunstancias. Ha sido una larga, y fructífera, llamada de móvil que ha durado más de treinta minutos. Han quedado citadas para merendar  el fin de la próxima semana. Pero, en ese diálogo que ambas mujeres han sabido mantener, ha existido el buen anticipo de una estrategia inteligente, para salir del bloqueo personal en que se ha visto sumida la casi siempre animosa Anabel.

“Ana Isabel, aunque comprendo y comparto tu indignación, en estos momentos de dificultad no te debes dejar llevar por el desánimo. Ahora es cuando hay que ser más fría y cerebral en las respuestas. Has invertido mucho tiempo. También, dinero, sacrificios y esperanzas, en algo que ahora tendrá que esperar. Pienso que seguir en casa, día tras día, lógicamente cansada, amargada o hastiada, ante la frustración de los libros y los apuntes, no es una decisión positiva. Creo que debes buscar algún tipo de trabajo. Una actividad que te obligue a cumplir diariamente un horario. Y, para ese trabajo, olvídate de titulaciones, certificados y preparación académica. Por muy humilde que sea, para tus expectativas, lo debes aceptar. Con ese valor coyuntural de la utilidad laboral que, como persona, quieres y necesitas aportar al entorno del que formas parte. Sea en unos grandes almacenes, en tiendas de ropa, en una cafetería, en alguna oficina…. en cualquier trabajo, por modesto que sea. Debes saber asumir unas condiciones laborales de una cierta dureza, para tu mentalidad y preparación. No le hagas ascos a un sueldo basura. Ahora, de lo que se trata es de ganar tiempo. Saldrás de casa todos los días, para hacer algo que vas a interpretar como un juego o siembra para la experiencia. Seguirás estudiando por las noches, o en los momentos que tu elijas. Ahí están los fines de semana. En los tiempos que corren, encontrar algún trabajo, aún de estas características, no va a resultar fácil. Lo sé. Pero inténtalo. Una y otra vez.  Aunque estés cansada al final de las tardes, te sentirás confortada para la aplicación de tu tiempo. Me pongo en tu lugar. Igual no te ves trabajando en algo que no se corresponde a la titulación que atesoras. Pero, ahora, se trata de rentabilizar ese oportunidad, que permita evitar tu aburrimiento y dependencia. Seguir estudiando …. idiomas, algo que te guste …. Vas a ser, desde ahora, el prototipo de una persona que, aun temiendo el mecanismo del vértigo, no te vas a dejar llevar por actitudes vacías para el desencanto. Por supuesto que, más pronto o tarde, llegaras a ser una muy cualificada Profe de Secundaria. Te lo aseguro. Siempre he confiado en ti”.

Y éste es un drama, un drama más al que nos aboca la clase política gobernante. Hubiera sido un poco luz, para las tinieblas de más de dos mil familias en Andalucía. Ahora, toca esperar. Pero ¿hasta cuando? Porque esos políticos que tienen que resolver los problemas, lo que están haciendo es crearlos. Ya ni se atreven a dar fechas….. para la recuperación económica. Ahora bloquean unas oposiciones que hubiera supuesto un puesto de trabajo para muchas personas. Cercenan las esperanzas de más de treinta mil aspirantes, a ese par de miles de puestos de trabajo. Para ellos, para esos políticos que deciden con nuestro voto, la solución es muy fácil. Que trabajen aún más horas, los Profesores en sus aulas. Y que se les aumenten sus alumnos por clase. Mientras, el opositor se sigue haciendo preguntas, sumido en la nublada e incomprensible indignación del desencanto.-

 José L. Casado Toro (viernes 4 de Mayo 2012)
Profesor
http://www.jlcasadot.blogspot.com/