viernes, 27 de abril de 2012

AQUEL INESPERADO E-MAIL, PARA LA REFLEXIÓN.

Como tantas veces, en las horas del día, suelo estar atento a la pantalla de mi ordenador. Fundamentalmente, porque recibo numerosos correos electrónicos y, desde siempre, he querido atender, de la forma más rápida posible, al remitente que envía la misiva electrónica. Me decía un antiguo y respetado Profesor, en la Facultad de Filosofía y Letras, que las cartas debían ser contestadas lo antes que se pudiera pues, al dilatar la respuesta, cabía el peligro de olvidar la necesaria atención a esos párrafos que nos  llegan, desde estaciones más o menos alejadas para nuestro ser. Tanto en la materialidad física, como en su contenido afectivo. En la actualidad, un número importante de correos que, vía on-line, recibo en el ordenador tienen una procedencia de naturaleza comercial. Sin embargo no todos poseen, afortunadamente, ese carácter. No son pocos los que traslucen el brillo agradable de la amistad y el sentido nutriente de la comunicación.
Una anécdota, en este contexto. Fue en la tarde del pasado…. ¡qué más da el día! cuando observo en mi servidor electrónico un remitente, cuyo nombre sólo reflejaba el del santoral. Sin apellidos o más pistas para la concreción. El título del dicho correo me resultaba especialmente familiar. Era un reenvío. Toda persona, poseedora de conocimientos informáticos entenderá perfectamente a qué me estoy refiriendo. Son esos textos, más o menos simpáticos o interesantes, que se van reenviando de dirección en dirección. Aparecen precedidos por las típicas letras FW de los e-mails en cadena. Al abrirlo, observo que hay otro nombre en su interior, posiblemente origen de toda esa malla de comunicaciones. Todavía desconozco el origen exacto, en su identificación, de esas dos amables personas que me reenvían el archivo pdf. Por el contrario, conozco perfectamente el contenido y la firma del aludido correo. Yo mismo lo había escrito, semanas atrás. Acababa de recibir, por esa multiplicación de los reenvíos, mi propio texto en pdf. Se trataba de una “travesura” simpática, motivada por no repasarse bien el listado de direcciones a quien se envían los materiales on-line. Vayamos a otra historia.
No sabría explicar el por qué. No tengo la menor idea acerca de por qué me llegó este e-mail. Sin embargo ocupó un puesto preferente en ese listado de correos, insertos en el escritorio de mi ordenador. El hecho que voy a narrar ocurrió en una estación climática dibujada con esos colores, siempre esperanzadores, que hablan Primaveras. Cuando la luz de las flores nos hace sonreír. Cuando la visión de un atardecer, nos impulsa a soñar. Cuando el sentimiento del amor, desborda las cuatro letras que limitan su inmensidad. En realidad no es la primera vez que este hecho ocurre. Un correo que envía una persona a otra, también lo recibe un tercero que no tiene nada, absolutamente nada, que ver en esa comunicación. Parece inexplicable. Pero sucede. Son los genios de la informática. O esos listados de direcciones (entre ellos, su e-mail) que van viajando de puerto en puerto, utilizados no siempre de la manera más correcta o respetuosa en manos, para ti, desconocidas. Sí, a pesar de la precaución que aconseja estos casos, abrí el correo. Su título era bastante atrayente. No lo he olvidado: “Por favor, recapacita”. Conocí su vibrante contenido que, con la prudencia necesaria para la concreción de los datos, voy a contar.
Se trataba de una larga, sentimental y cruda misiva que una adolescente, llamémosla Neila (…. pero es un nombre muy bello, como todos los que identifican a una mujer) enviaba a su padre. Calculo que esta chica se encontraría entre los dieciséis y dieciocho años de edad. Era una estudiante de Secundaria, posiblemente cursando ya el bachillerato. A pesar de esos cortos años, en el inicio de la juventud, su redacción destacaba por la fluidez expresiva, la franqueza y la racionalidad conceptual. Valiente y directa, en sus expresiones. Dulce y afectiva, para el corazón. En alguna ocasión alude a su hermano, unos años menor que ella, pues alude a sus notas o calificaciones en la ESO. A partir del contenido del correo, se deduce sin dificultad que el destinatario, trabajador en una entidad bancaria, hace unos meses que ha abandonado el hogar familiar. Una relación afectiva con una compañera de empresa, llevada en secreto desde un año o más, ha sido planteada abiertamente por el marido a su mujer. Quiere vivir con esa otra chica, con la que se siente plenamente identificado y enamorado. Obviamente, la madre de Neila no era totalmente ajena a un comportamiento cada vez más distante de su marido, con respuestas y actitudes que evidenciaban un alejamiento conyugal manifiesto y doloroso. En la tensa misiva, se hace alusión a esa durísima noche en que Nando reúne a sus dos hijos en el salón de su piso. Abiertamente les confiesa que su relación con Ceci ha dejado de tener sentido. Que no puede seguir manteniendo una ficción de algo que es irreal. Que ya no siente. De forma, algo descarnada, les indica que hay otra mujer que posee el afecto de su corazón. Y que piensa actuar, de inmediato, con la coherencia que le dictan sus sentimientos. Se va a vivir al piso de la que ha sido y es su amante, aunque les asegura que va a actuar con toda responsabilidad ante ellos. Contribuirá económicamente para que nada les falte en lo material y que sabrá atender a sus obligaciones de padre para con ellos. Finaliza, con la mayor frialdad, que en el aspecto legal, cumplirá escrupulosamente con la sentencia que dicte el juez correspondiente, en ese proceso de divorcio que lleva ya su abogado. Neila recuerda aquella terrible noche, la más dura de todas las noches en su vida. Ni ella, ni su hermano Iván, la podrán jamás olvidar ni borrar en su memoria, por ser la más oscura y cruel de sus existencias.
El texto nos revela que han pasado ya tres meses y medio, desde aquella efectiva ruptura.  La chica, con una admirable madurez impropia de su edad, razona y suplica ante su padre, por si éste aún puede poner remedio a una situación que tanto está afectando a la vida de muchas personas. Su hermano Iván, hundido en los estudios, está desequilibrando su carácter con una rebeldía integral y, cada vez, más preocupante. Tanto consigo mismo, como con sus familiares, compañeros y amigos. Ve a su madre Ceci como a una persona abandonada y degradada, no ya en la evidencia de lo sentimental, sino también en lo anímico, en lo laboral e, incluso, en lo puramente formal para la apariencia estética. Sin ánimo para luchar, vivir y crear, en la aventura de cada uno de los días. La escucha derramar lágrimas, en esa ocre soledad de la alcoba. Ambas se abrazan. No pronuncian palabra alguna que rompa el silencio de la necesidad. Se sienten juntas, en plena y cruel soledad. “Yo tengo compañeras y amigos. Incluso un chico, con el que me llevo muy bien. Pero, mamá ¿a quién tiene? Sólo a mi y a Iván. Los tíos y la abuela, se están portando asquerosamente. Prácticamente, la culpan de tu traición e infidelidad. Tú siempre has sido el niño bonito de la familia. Los tienes metido en el bolsillo, con tus hábiles recursos para la imagen. Te veo como un excelente manipulador. Pero tú eres el culpable de que una familia, nuestra familia, esté rota. A mi no me puedes engañar”. Son palabras trazadas en plena adolescencia, abatida y sumida en el desconsuelo
A pesar de su dureza, esta joven trata, confía y suplica a su padre, de que salve, en la medida de lo posible, a una familia que sufre una situación que hace aguas por todos los lados. Ella integra la situación  un poquito mejor, pero a su madre y hermano los ve cada día hundirse más en ese mar cenagoso del desconcierto y el abandono. Es el texto de una chica valiente y responsable que pide ayuda a su padre. A ese ser que, en tiempos felices, supo crear o generar su propia existencia a la vida. Una hija reclama, en la desesperación, responsabilidad a su padre.
Te estarás planteando, una y otra vez, cómo llegó este texto a mi buzón de correo, en el ordenador. Incluso, si es real su contenido, o supone un simple ejercicio de divertimentos on-line, de los que tanto abundan en la red. El autor de estas líneas ¿narra toda la realidad o sólo una parte del contenido que, efectivamente, accedió a su conocimiento? Son preguntas y preguntas. Respuestas para lo verosímil, o la realidad también de la pura ficción creativa, en la reflexión dinamizadora de las letras y las palabras. Lo que nadie puede dudar, a estas alturas de la tecnología, es que el mundo de la comunicación electrónica resulta, cada día más, imprevisible, complejo e inexplicable, en su versatilidad y potencialidad. No son escasas las ocasiones en que esa malla tejida por los bytes, megas y gigas, nos sumerge en el temor, atrayente y mágico al tiempo, de aquellos que, con su innoble proceder, escapan de nuestro control para la racionalidad. Con ello alcanzan niveles en que la certeza deja de ser un parámetro asumible para la percepción en lo humano.
Seguro. Estoy completamente seguro de que por esos mundos de Dios y la Naturaleza, habrá otros muchos Nandos y Cecis. También, hermanos ante la cruda realidad, como Iván y Neila. Y algunas cartas que se pierden o confunden su  trayectoria direccional. Hay correos que llegan a un destino equivocado o compartido, sin que sus autores así lo hayan o hubieren pretendido. Son anécdotas, errores o ¿aciertos? de la hiperglobalización mediática. Pero esos traviesos errores conllevan un evidente peligro. Como manifestaba, líneas atrás, esto puede romper nuestra más inalienable privacidad.
No me cabe duda alguna. Te lo estás preguntando desde hace no pocos minutos. Efectivamente, envié unas letras a esa dirección del remitente. Cuidé, con esmero y prudencia, todas y cada una de las palabras que conformaban el contenido de mi respuesta. Aún continúo en la espera de que, un simple acuse de recibo, confirme de que esta decisión haya sido o no afortunada. Ahora toca comprobar y dialogar, una noche más, nuestro correo electrónico. Esa ágil y sugerente ventana abierta para la comunicación en la vida.-

 José L. Casado Toro (viernes 27 de Abril, 2012)
Profesor

viernes, 20 de abril de 2012

LA EDUCACIÓN PÚBLICA, TAMBIÉN "RECORTADA".

Al menos, nos queda el valor y la realidad de la palabra. Ésta parece que aún no ha sido “recortada”. Pero, tal y como evolucionan los acontecimientos, habría que estar preparado para cualquier eventualidad. En el otoño último, un 20 de noviembre, once millones de ciudadanos españoles concedieron, con su legítimo voto en las urnas, la mayoría absoluta del actual partido gobernante. En apenas cinco meses, las decisiones del ejecutivo, con una previsible regularidad, han mostrado su firme actitud para reducir, para degradar, para desvitalizar, el relativo “Estado del bienestar” del que gozaba la mayoría de los habitantes de esta país. Y, a tenor de sus enérgicas decisiones, el proceso continúa. Una de las últimas manifestaciones del Sr. Presidente del Gobierno es que esta acción, intensamente reformista para la contracción económica y social, continuará hasta el ultimo día de la actual legislatura. Así que cuatro años para transformar, de “pé a pé”, el Estado del que formamos parte. Y sin cortapisas para hacerlo, como no sean las urgencias de los omnímodos mercados financieros o los intereses del nacionalismo egoísta, alemán o francés. Cierto es, también, que esa “herencia recibida”, esgrimida como permanente coartada, procedente del anterior equipo gubernamental, ha sido más que penosa. Pero ello no puede ser un aval, en blanco e impasible, a fin de poner a toda una comunidad de 47 millones de habitantes, literal y vivencialmente “patas arriba”.

El proceso ha sido, sistémica y gradualmente, diseñado y ejecutado, con medidas que contraen y no dinamizan. Sólo provocan ahondar, aún más, en la crisis. ¿Y para cuándo, una reactivación? Cuestión de fe o… de votos. Veamos, de forma resumida, la eficacia y los resultados de su política. El plato fuerte ha sido una muy drástica rUna drástica rmente diseñado. para la contraccieforma laboral. Servida, para el mejor disfrute del sector empresarial. Para el mayor desaliento de la clase trabajadora. Ahí está los analistas, para descubrir toda la manipulación interesada que conllevan las no creíbles o inexistentes medidas en orden a dinamizar el empleo. También, unos presupuestos, restrictivos y retrasados, para beneficio frustrado de sus intereses partidistas (elecciones en Andalucía y Asturias), que aseguran, reconocido por sus propios autores, el incremento imparable de la recesión, el bloqueo económico y, por supuesto, el progresivo incremento del paro laboral. Unas Comunidades Autónomas obligadas a la restricción en la prestación de los servicios a la ciudadanía, sin mayor maniobra para el incumplimiento o modificación de la restricción. Una amnistía fiscal de “sonrojo”, no para aquel contribuyente que tiene retrasos o incumplimientos en sus tributos, sino para las grandes fortunas que mantienen sus fondos huidos u ocultos en la criticable indignidad. Y, lo más reciente, motivo central de este artículo para la reflexión, “tijeretazo” a la sanidad y a la educación públicas. Los dos servicios de atención ciudadana más imprescindibles, a fin de mantener la credibilidad en una sociedad para el bienestar. La salud y la formación. La educación y la sanidad. Así, que no. En modo alguno debemos callar. Para ese silencio, ya está la inmensa mayoría de los gobiernos regionales, ayuntamientos y diputaciones provinciales de nuestra nación. Con el más uniforme y silencioso sometimiento de disciplina partidaria.

Nos enfrentamos a unas políticas sanitarias que degradan la función pública de sus servicios en beneficio, más que evidente, de la privatización en el sector. El gran negocio de la sanidad privada. Y es nuestra salud, la que se halla en manos de este “juego de intereses” entre el empresariado y una atención pública de calidad para todos los ciudadanos. Tiempo habrá de analizar, en otras líneas para la voz, la verdadera situación en que se hallan los hospitales y los centros de atención primaria o ambulatorios de nuestros pueblos y ciudades. Debo centrarme, en este comentario de la política que realiza un gobierno de la derecha más pura y dura, en un sector que me es afín por mi vinculación profesional de toda una vida. La educación pública. Todo es opinable, pero sustenta o avala mejor la objetividad del comentario cuando éste se realiza sobre algo que se ha vivido en profundidad. Es decir, se está comentando sobre una temática que no se conoce a través de terceros, sino que, por el contrario, se ha protagonizado, directa y laboralmente, en primera persona. Y la reflexión que nos merece esta intervención restrictiva es que con la sanidad y con la educación no se debe “jugar”. Por muchos 10.000 millones que se quieran ahorrar, sacrificando la salud y la formación de millones de ciudadanos.

Hablemos del sector educativo. ¿Qué es lo que se pretender hacer? Que haya más alumnos en cada una de las aulas. Hasta treinta, en Primaria; hasta treinta y seis, en Secundaria. Como ya hemos sufrido la “elasticidad” de anteriores gobiernos, nacionales y regionales, las necesidades del servicio podría (seguro que lo van a hacer) incrementar esos números. ¿Dónde queda la enseñanza individualizada o adaptada a las características específicas de alumnos, con problemas o dificultad para el aprendizaje? ¿Sabrán o les importará, a los gestores de estos propósitos, lo que supone dar una clase, cualitativamente aceptable, cuando el aula esté densificada con cuarenta críos, de doce, trece o catorce años? Sobrarán Profesores. No se contratarán “interinos”. Aumentará el desempleo en aquellos que desean dedicarse, laboralmente, a la formación de niños y jóvenes. La calidad de la enseñanza se habrá degradado, con la aplicación de esta medida, a la mayor gloria del sector privado y de los intereses financieros de las multinacionales correspondientes. Por si ello no fuera suficiente, para su “voracidad” ideológica, también se pretende incrementar el número de horas lectivas para el Profesor, amén de “congelarle” su sueldo, año tras año. No se cubrirán las bajas por enfermedad del Profesor, antes de un par de semanas desde el origen de esas ausencias. ¿Y quién atiende la enseñanza de esos alumnos que se quedan sin recibir clase de su Profesor enfermo? Los docentes en horario de guardia. Pero como cada uno es especialista de su materia, los escolares estarán como mínimo, dos semanas sin recibir la enseñanza de la materia correspondiente. En realidad esta innoble práctica ya se venía aplicando, más o menos, con el cinismo propio de la Administración. Pero ahora se llevará a la práctica con “todas” las de la ley. ¿Y por qué se hace esto? Para ahorrar. La formación de los escolares sigue importando bien poco. Vamos a dejarnos ya de actitudes hipócritas. Por si todo esto fuera poco, los centros públicos podrán ofertar un solo tipo de bachillerato. O el de “Ciencias” o el de “Letras” humanístico. En cuanto a las bajas por jubilación, sólo se cubrirán, anualmente, el 10 % de las mismas. Y si llega a sustituirse ese diez por ciento. Todo lo que sirva para ahorrar en Profesorado, será útil para satisfacer las exigencias de los mercados financieros, adorados en pleitesía por la mayoría de los gobiernos en el Planeta. También, cómo no, por el nuestro.

Podríamos seguir hablando de los desdobles por clase, de la política de becas para los más necesitados, de la investigación universitaria, del material y los recursos escolares, de los departamentos de orientación, de la disponibilidad económica en los departamentos, de las clases de refuerzo, de las asociaciones y escuelas de padres. También, de las facturas del agua, de la electricidad, de los comedores escolares…..

El panorama resulta desalentador. No serán Horizontes de grandeza aquello que permanecerá en la retina de nuestras conciencias, sino más bien la Pasión de los fuertes”, porque sólo los docentes dotados con esa fortaleza podrán defender la educación pública desde tantos frentes hostiles para el acoso.

¿Y qué dicen, ante este ataque sin cuartel, las asociaciones de padres y madres, los sindicatos educativos, el sacrificado ciudadano contribuyente, los partidos de la oposición parlamentaria….? Desde luego sí sabemos los que manifiesta y pretende el actual ejecutivo gubernamental apoyado, en la jerarquía administrativa, por las Autonomías, los Ayuntamientos y las Diputaciones, regidas por el mayoritario o casi universal monocolor partidario. Y no nos debe gustar o aceptar este acoso porque, con estas innobles medidas, se está degradando la formación de las futuras generaciones. Se está condenando a la indigencia laboral, a miles de licenciados y graduados para la enseñanza. El apoyo a los empresarios de la educación privada es más que evidente. Y el trabajador público ve, con la preocupación lógica ante las evidencias, que su trabajo se torna cada vez más difícil. Cada vez resultará más difícil y complicado “sobrevivir” en las aulas, metáfora acuñada desde las Facultades Universitarias de Educación.

En este momento de profunda dificultad pienso con respeto, afecto y añoranza, en mis compañeros activos en la docencia. Les comprendo, con conocimiento de causa. Y de ahí estas páginas para la denuncia, ante este ataque, en toda regla, a la enseñanza pública. Pero, además de este apoyo, sin duda testimonial y sincero, me gustaría también transmitirles la siguiente reflexión. A pesar de tanto ataque mendaz, quien está en el aula con sus alumnos es el Profesor. Y, ante él, unos críos y jóvenes, que no son en absoluto culpables de estas increíbles normativas y decisiones administrativas. Algún día, esos jóvenes o niños, ya adultos, te van a parar por la calle para decirte…. “gracias”. Con sinceridad y cariño no me cabe la menor duda. Esa es la más noble y limpia compensación que un educador puede alcanzar. La responsabilidad profesional del Profesor y el Maestro está muy por encima de esas mentes empobrecidas para el desempeño de la mejor acción estadista. Hay que luchar, sí, contra el desaliento y la incomprensión, ofertando generosidad, imaginación, estrategia y un profundo equilibrio. La autoridad en el aula es la del Profesor. Ante la masificación, arbitremos fórmulas paliativas. Formación de grupos para el autoaprendizaje dirigido o controlado, con sus monitores debidamente elegidos entre los alumnos más colaboradores. Apliquemos el reglamento disciplinario con ese equilibrio posibilista entre la flexibilidad y la rigidez. Hablemos a los padres con claridad meridiana. A partir de las tres, de cada tarde, la responsabilidad educacional se halla en las familias de estos alumnos. Pongámosles al frente de sus conciencias aquellas obligaciones tutoriales a las que están obligados. No pueden ni deben ser avestruces para el disimulo. Y habrá que estar con los ojos muy abiertos ante la Administración. El ataque puede venir en cualquier oportunidad y desde cualquier flanco. En el deporte, la mejor defensa ya sabemos cuál es. Nunca como ahora, la solidaridad del trabajo cooperativo, en equipo se hace tan necesaria. Tanto en los equipos educativos y departamentales, como entre los propios discentes en sus aulas o talleres.

Es una etapa difícil, especialmente difícil, para esta admirable profesión. Sin embargo ésta es la mejor oportunidad para los Maestros y Profesores vocacionales, como insignia y ejemplo en las aulas. Habrán de venir y llegarán tiempos mejores. Los ciudadanos poseen y tendrán la palabra. Confiemos en su clarividencia para que sepan adoptar la mejor decisión.-

José L. Casado Toro (viernes 20 de Abril, 2012)

Profesor

http://www.jlcasadot.blogspot.com/


viernes, 13 de abril de 2012

UN EXTRAÑO VIAJERO, ANTE LA VENTANILLA DEL BUS.

Es hora temprana, en una limpia mañana de Abril. El reloj digital, que preside la entrada en la Estación de Autobuses, marca quince minutos sobre las ocho. Málaga alcanza ya, a esa hora de los desayunos, la media térmica de 19°. Templanza que sabe endulzar los semblantes y miradas de todos nosotros, ante el discurrir de un nuevo día de trabajo. Tenemos un sábado de cielo azulado, sin la sombra u opacidad de nubes que pudieran enturbiar lo anticiclónico en la zona, cuando he iniciado mi trabajo en ventanilla. Hoy me corresponde turno de mañana, hasta las tres de la tarde. En realidad no hay mucho movimiento, todavía, en este núcleo que rige el transporte de viajeros por carretera en nuestra ciudad. Se conoce que por ser sábado, en una semana intermedia del mes, la gente no ha priorizado el gesto de madrugar. ¡Vaya! que se han quedado un poquito más en la cama. Digo esto en cuanto a las salidas de viajeros. Para las llegadas, desde esa tupida malla en los orígenes, aún es pronto para que el tránsito se estrese. A partir de las diez es cuanto más se intensifica la llegada de autobuses, procedentes desde Andalucía y otros punto de España. Total, que ahora mi ventanilla se encuentra bastante relajada, lo que me permite distraer un poco el tiempo ojeando un periódico del día, que acabo de comprar. Es de los deportes, afición que me distrae durante esos largos intervalos para la atención al público. Hay muchos minutos aburridos que, de alguna forma, tenemos que rellenar. Después llegarán los momentos de la tensión y el agobio. Es cuando se te agolpan los viajeros con prisas, para sacar su billete. Con los nervios y los egoísmos propios, sin pensar que no eres una máquina para atender correctamente al ordenador y cobrar el importe del viaje. Pero bueno, ese es mi trabajo, del que debo estar contento. Porque, en estos tiempos para la austeridad, el gran valor de la estabilidad laboral es más que una suerte. Veamos cómo se me presenta hoy el día, hasta esa hora en que el reloj me liberará para volver a casa. Tendré toda la tarde libre a mi disposición.

Quien así nos habla, se llama Mariano. Trabaja, desde hace dos lustros, en una consolidada empresa dedicada al transporte de viajeros. Hizo un módulo profesional, tras los estudios de Secundaria, en el campo de la administración. La ayuda de un amigo paterno le abrió las puertas de este trabajo que, aun resultándole un tanto rutinario y aburrido, le permite una seguridad económica, modesta pero suficiente, pues aún vive con sus progenitores. Alcanza ya los veintinueve años de calendario, pero aún no ha conseguido una relación afectiva estable. Suele comentar que no tiene prisa para el importante paso de formar una familia. Así goza de mucha libertad y comodidad. Sólo tiene un hermano, ya independizado, por lo que, para sus padres, sigue siendo el niño pequeño de la familia, con todas las ventajas y comodidades que ello le reporta. Organiza sus turnos laborales, dedicándole al gimnasio muchas horas para su mantenimiento y afición. Un grupo de amigos, las salidas nocturnas en los fines de semana, priorizando también, entre sus aficiones, ese senderismo por los vericuetos naturales de la provincia, aun cuando el tiempo se muestre escasamente tolerante. Haga frío o calor, charcos o polvareda, disfruta caminando y respirando aire limpio, con olor a vegetales sublimes. Pero esta mañana de sábado va a ser un tanto especial, en el muestrario de anécdotas que le sobrevienen durante esa relación que ha de mantener, atendiendo al público viajero.

Lleva unos veinte minutos en taquilla, cuando un hombre de mediana edad, probablemente cercano a los cincuenta, reclama su atención. Sin prisas, porque es el único demandante de billetes, para ese momento. Se queda observando, en silencio, los variados destinos que la conocida empresa atiende con regularidad matemática. Transcurren unos cuantos minutos y esta persona sigue repasando con parsimonia el listado o directorio de los destinos posibles. Finalmente, centra sus ojos en nuestro expendedor de billetes, manteniendo, ante un asombrado Mariano, el siguiente extraño diálogo.

- Hola, buenos días. Quiero comprar un billete para…… bueno, la verdad es que no tengo una preferencia concreta para dónde ir. Me lo da Vd. por favor, para una línea que no tarde demasiado tiempo en el horario de salida. Uno cualquiera. El que a Vd. le parezca bien.

- No creo haber entendido bien lo que desea. ¿Para dónde quiere el billete por favor?

- Ya le he dicho que no tengo una preferencia concreta. El primero que Vd. vea en la pantalla de su ordenador. Me parecerá bien el que me venda. Porque seguro que, en pocos minutos, iniciará viaje alguno de sus autobuses.

Mariano duda, no sabe qué responder a este extraño cliente. Ha tenido diversas anécdotas, en el aún corto discurrir de su vida laboral, pero ninguna como la que está viviendo en ese momento. Piensa que puede estar ante una persona desequilibrada pero, a poco que se fija en la misma, observa que no da los parámetros propios para esos criterios de calificación. Tiene ante él a un hombre que parece sereno, educado, vistiendo de una forma correcta, con el atuendo propio del verano. Lleva una bolsa de cuero marrón, colgada en el hombro. Capta una cierta nobleza en su mirada, mientras que la dicción de sus palabras contiene la firmeza propia de una persona corriente, dentro de un contexto inusual por lo que le está solicitando. Piensa también en que pueda tratarse de una broma, pero se fija en que su interlocutor extrae un billete de cincuenta euros de su cartera, dispuesto al abono del ticket correspondiente para el indefinido trayecto.

- Mire, no sé exactamente lo que necesita. Esta empresa, como verá en el cuadro que tiene delante, atiende trayectos para Córdoba, Sevilla, Granada, Almería…. bueno, toda Andalucía, y muchísimos pueblos, claro está. Los horarios están ahí expuestos. Pero yo no puedo saber a dónde quiere Vd. desplazarse o viajar. Dentro de unos ocho minutos sale un autobús para Granada. Y en…….. quince, otro, con destino a Jaén. Vd. me dirá.

Esa noche, compartiendo unas cervezas con su amigo Ramón, le comenta lo sucedido durante la mañana. El curioso y peculiar viajero aceptó, con amabilidad, un billete para tomar el bus que le llevaría a Granada. Le vio alejarse de la ventanilla, ante su sorpresa con paso cansino, agradeciéndole, con parquedad en las palabras, la atención que había recibido. Continúa el contaminado ruido en la cervecería, pero los dos amigos se sienten a gusto ante el cubo de los botellines, sin quitarles la vista a un trío de chavalas jóvenes que, próximo a ellos, ríen y lucen muy bien.

Ya, casi al final del verano, Mariano reconoció a un señor que guardaba cola ante su ventanilla. No tuvo duda, era el del viaje a Granada. Esperó, con interés, que le llegara el turno para atenderle. Cuando lo tuvo a su frente, este hombre esbozó una amable sonrisa. Le miró a los ojos, solicitándole, con palabras bajadas de tono, casi lo mismo que la otra vez.

- Entienda. No quisiera ser desagradable. Pero comprenderá que su actitud, pidiéndome que sea yo quien elija su destino para viajar, no es de lo más normal. Si me permite, es Vd. una persona un tanto extraña. Lo comprobé ya en la otra ocasión cuando le atendí. Yo bastante hago, cumpliendo con mi obligación, expendiendo los billetes que me solicitan. Esto no es una agencia de viajes, como comprenderá. Los pasajeros deben saber…. es obvio…. a dónde quieren ir. Yo le entrego el primer viaje que se me ocurra, pero esta situación me parece un tanto anormal. Pero, realmente ¿qué le ocurre a Vd?

El extraño pasajero se retiró lentamente de la atención de su interlocutor. Sin pronunciar una sola palabra. Más tarde, cuando Mariano finalizó su horario laboral, hoy en jornada de tarde, observó que el curioso personaje le estaba esperando, sentado en uno de los bancos cercanos a la oficina de venta. Se disculpó, rogándole si podía atenderle durante unos minutos. Deseaba explicarle, sin más, su comportamiento. Ya se había hecho de noche. Como Mariano no tenía nada especial que hacer, aceptó, con un indisimulado interés, lo que el viajero le quisiera manifestar. Sentados en una bar cercano, dos copas de Rioja les separaban. Las palabras sirvieron para aliviar las dudas, las actitudes y el misterio. Fue un largo monólogo, protagonizado por este curioso hombre, llamado Tomás.

- Le voy a explicar, básicamente, la razón de mi comportamiento, rogándole de antemano la generosidad de su comprensión. Tengo unos hijos muy ocupados, que ya centran sus vidas en las familias que han ido formando. Abundante tiempo libre…. En realidad todo el tiempo del mundo, ya que me prejubilaron hace dos años por una dolencia o problema de corazón. Pero lo más duro y terrible, en mi soledad, ha sido la pérdida de mi compañera. La que era mi amiga, mi mujer, mi amor …. Hace ya casi un año que se fue. Esto de la vida y la muerte es un misterio. Un enigma que aquellos que tienen el don de la fe lo sobrellevan mejor que otros (póngale el nombre o calificativo que desee) como yo. De verdad, son enormemente largas las horas del día. Málaga la tengo ya muy pateada. Con mi pensión, a los cincuenta y seis, vivo bien. No me puedo quejar en mis necesidades materiales. Que son pocas. Por eso, hace unos meses, busqué y encontré la aventura y el interés de viajar. Trayectos cortos, pero que me permiten ir conociendo en el día (a veces hago una noche en mi destino) pueblos, localidades, calles, plazas y jardines, monumentos, costumbres, restauración…. Todo ello me ayuda a enfrentarme mejor con el inmenso daño de la soledad. Por eso acudo a la ventanilla de los billetes y me da igual el destino que me concedan. Me sitúo en manos del azar o la voluntad del operario que me atiende. No lo he hecho sólo con Vd. bueno, contigo. Agradezco tu deferencia para el tuteo. En ocasiones, el empleado es muy amable y me recomienda que elija un determinado pueblo para pasar el día. Si, desde luego, otras veces la reacción que recibo del expendedor de los billetes es menos amable. Eso es todo. Pensarán que no estoy bien de la cabeza. Pero no les culpo de su crítica percepción hacia mi persona. No es normal comportarse así. Lo entiendo. Pero este simple juego se me hace divertido, para algo de distracción en la aventura.

Aquella noche tuve dificultad para conciliar el sueño. La franqueza y sencillez de Tomás, con su peculiar lógica para el comportamiento, había calado muy hondo en mi conciencia. Me había dejado su número de móvil, por si necesitaba algo de su persona. Se mostraba muy agradecido hacia la comprensión y atención que le mostré. En la inmensidad del insomnio, supe repetirme estas palabras: “Estoy decidido a llamarle. Mañana lo haré. Le voy a pedir, si quiere, que este sábado por la mañana quedemos para vernos durante unas horas. Tomaremos unas cervezas y le acompañaré. Sabré, aprenderé, a escucharle. Creo que tiene mucho que enseñarme sobre la vida. Le ayudaré y me ayudará. Contra su depresiva soledad. Contra mi cómoda y monótona rutina”. Con el paso del tiempo, dos generaciones, en las personas de Tomás y Mariano, supieron aproximarse, para compartir y profundizar en el dulce placer de la amistad.-

José L. Casado Toro (viernes 13 de Abril, 2012)

Profesor

http://www.jlcasadot.blogspot.com/


viernes, 6 de abril de 2012

BULLYING.

Quiero referirme a un desagradable tema que siempre me preocupó, durante el ejercicio de mi profesión como docente. Inquietud que aún mantengo. Debo matizar que, a lo largo de tantos años en las aulas (tres décadas y media, de forma mayoritaria en mi querido IES. Ntra. Sra. de la Victoria) no tuve que afrontar hechos de especial gravedad, con relación a este escabroso terreno del acoso escolar. Sólo recuerdo un caso, debidamente atendido. Y sin embargo, mantuve una sospecha permanente sobre la probable existencia de situaciones que podían escapar a mi conocimiento concreto. Porque, tras el supuesto escaparate de las miradas y los gestos, hay vivencias (tengo la completa seguridad) que no se hacen explícitas. Duras vivencias que, lamentablemente, provocan un elevado sufrimiento en aquellos que, sin ninguna razón, han de padecerlas. Es del todo inadmisible el drama del acoso y la agresión escolar, con todas sus modalidades y niveles para la inmundicia. Hay una palabra, de origen inglés, que identifica estas indeseables e impúdicas acciones. Exactamente es el término bullying. Procede del infinitivo bully, que, entre sus escabrosos contenidos, significa acosar o intimidar. También hay un sustantivo, con la misma forma gramatical, que se refiere a matón o acosador. Este término o concepto, anglosajón, ha pasado a nuestra terminología escolar para indicar aquellas acciones violentas que determinados alumnos ejercen sobre algunos de sus compañeros de aula o centro. Intimidaciones que, en el orden físico, psicológico o relacional, se llevan a cabo, generalmente, en la “trastienda” de la percepción cotidiana. De ahí, la dificultad para su pronta localización, control y superación. Viven, estas detestables acciones, en las líneas subliminares o conceptualmente secundarias de la literatura activa, utilizando una metáfora visual vinculada al mundo de la narración. Actúan, desde las cloacas de la maldad, con moldes oportunistas y sibilinos, para evitar, por parte de sus desequilibrados autores, el riesgo de ser denunciados y sancionados. Pero hacen mucho, mucho daño. Y provocan, por consiguiente, no menos dolor en quien ha de soportarlas, injusta e irracionalmente, en contra (resulta obvio) de su voluntad.

¿Cómo suele ser la personalidad del alumno acosado? Normalmente, es un chico o chica de carácter débil. Al margen de sus circunstancias personales específicas, tiene una notable dificultad para ubicarse en el contexto social del aula. Carece de los elementos temperamentales necesarios para establecer o crear su espacio. Para “negociar” sus reglas de sociabilidad con el resto de los compañeros. Muestra sus debilidades, con indisimulada nitidez, a esa agresiva competitividad que le rodea, dentro del ámbito grupal. Tiene miedo o inseguridad para solicitar ayuda, tanto a sus Profesores como su propia familia. Temor basado en la respuesta que supone como amenaza, real o sugerida, desde el agresor. Sobre todo, carece de apoyos internos en el grupo, para que le ayuden o acepten en su peculiar personalidad. Sufre, un día tras otro, la broma, la burla, el mote, la agresión psicológica que, en la mayoría de los casos, le hiere más que aquella otra que pudiera recibir en el orden físico. Acumula rencor y miedo. Limitaciones que repercutirán, de una u otra forma, en el resultado académico de sus calificaciones. A veces, él mismo sonríe y ríe ante las burlas que recibe, tratando de rebajar la tensión o el miedo que le invade ante el compañero agresor. Su autoestima navega a la deriva por un mar de soledades, angustias y temores. Carece de la fuerza o confianza necesaria para hablar con sus padres o con sus Profesores, a los que percibe muy lejanos o desinteresados ante lo que es su gran problema. Convive a diario con esa angustia íntima, que sufre en lo más hondo de su ser, de su degradada imagen ante los demás. (Utilizo el masculino genérico. Obviamente, me refiero a ambos géneros).

No menos complicada resulta dibujar la personalidad de quien ejerce o practica el bulling. Necesita, con el más abyecto egoísmo, imponer su liderazgo e intimidación con aquél o aquellos a los que ha focalizado como presas fáciles, por su debilitado carácter. Y hablo de necesidad porque existen, en su joven trayectoria vital, determinadas carencias, afectivas, familiares, sociales o psicológicas, que degradan profundamente su autoestima. Trata de compensar esas limitaciones, que encierra u oculta en su privacidad, con su dominio anímico o físico sobre aquél o aquéllos que tienen incapacidad para frenar su agresividad y su rencor. En el orden académico no suele ser buen alumno. Con frecuencia, ha de afrontar problemas y sanciones disciplinarias. Por lo que respecta a su rendimiento en el aprendizaje, el número de repeticiones e insuficientes marca con nitidez el contenido de su libro o expediente escolar. Crea su propio equipo de amistades, donde ejerce un liderazgo indiscutido, sustentado en la fuerza, en sus habilidades deportivas o en su carácter imperativo y simpático. Acumula su frustración, familiar o académica, en una psicología controvertida e inestable. Desprecio y soberbia que trata de aliviar con la humillación, más o menos permanente, realizada sobre aquellos compañeros débiles o limitados que le rodean. Ese desprecio, que ejerce sobre aquéllos, es el rechazo que siente, en realidad, ante sí mismo y el contexto, familiar y social, que le determina y vincula. Sabe muy bien medir los tiempos y las oportunidades, para degradar a ese u otro compañero, evitando que su matonismo o acoso sea evidente, ante el conocimiento de sus Profesores, como para ser sancionado.

¿Cómo podemos prestar ayuda al alumno que sufre la intimidación del compañero si, por las razones ya expuestas, no colabora con su Maestro o Profesor, denunciando la anómala situación que, tan profundamente, le afecta? No, no resulta fácil iniciar la intervención educativa. Fundamentalmente porque tanto agresor y agredido, por distintas razones, evitan que lleguemos, con facilidad, al conocimiento de esta detestable acción de bulling. Desde luego, cualquiera de los Profesores que trabajan con el grupo pueden detectar y observar datos que permitan el seguimiento y actuación del Equipo Docente. Pero es el tutor grupal quien posee más medios a fin de conocer y corregir, hasta donde él pueda, esa atmósfera viciada que se ha creado entre dos o más de sus alumnos, en el grupo del que es responsable.

Efectivamente, el Profesor tutor debe dialogar, de forma periódica, sistemática u ocasional, con todos los alumnos que conforman su tutoría. Diálogo colectivo pero, en este preciso caso, resultan más decisivas las entrevistas individuales. Cuando hablamos con un alumno, aprovechando unos minutos del recreo (o en alguna otra circunstancia propicia), entre las preguntas objeto de nuestra conversación deben estar precisamente todas aquellas que se relacionen con estas acciones intimidatorias. Que tengan por objeto al alumno con el que realizamos la tutoría, u otro compañero que también pueda estar sufriendo estas acciones. Evidentemente los alumnos no son dados a hacernos partícipes, de una forma directa u espontánea, sobre la información que necesitamos. Pero, con habilidad y generando atmósferas de confianza, podemos captar algún detalle o alusión que nos ponga en la pista de aquello que necesitamos conocer para nuestra urgente, pero prudente, intervención.

La atenta observación en las horas de clase también resulta muy útil. Imprescindible. ¿Cómo llevarla a cabo? Analizando gestos y actitudes, de unos y otros, cuando los compañeros intervienen o participan en el trabajo escolar. Captando esos comportamientos que se llevan a cabo cuando realizamos una visita o salida educativa (quién se sienta con quién en el autobús; quién comparte sus golosinas y chucherías y con quién; quién se siente feliz con la actividad y quién permanece aislado o triste durante la misma; esos motes que sobrevuelan y las bromas que se llevan a cabo ….).

No podemos dejar de referirnos a la importancia que posee nuestro diálogo, cuando el conocimiento procede de las familias que visitan el Centro escolar. De manera voluntaria o tras nuestra llamada telefónica. Parece lógico que padres y madres sean los primeros en captar las respuestas o actitudes de miedo, temor, angustia o preocupación, que afectan a sus hijos. Si, de manera espontánea no se nos informa de estos detalles, haremos alguna observación o interrogante que nos pueda poner en pista de estas indeseables situaciones de acoso. Tanto en el sujeto activo como en el alumno pasivo.

Suelen resultar muy útiles las encuestas y redacciones que, a nivel tutorial, llevemos a cabo de forma periódica. El contenido de las mismas debe ser analizado, tanto en lo explicito como en los detalles subliminares o secundarios. A veces, la espontaneidad u originalidad de un dibujo, de una narración o historia, puede desvelarnos algún trasfondo que, como la punta de un iceberg, nos va a permitir ir descubriendo aquello que permanece oculto en la nublada angustia del agredido. Hay que saber o intentar “leer” los mensajes ocultos entre la explícitas letras y palabras.

Sería necesario e interesante dedicar uno de los días de Acción tutorial colectiva para tratar el tema del bulling en las aulas. Tras la exposición que haremos de este grave problema, los alumnos intervendrían aportando sus respectivos puntos de vista acerca de la cuestión. El tutor del grupo debe tomar nota de las actitudes, comentarios, argumentos y soluciones que se van a intercambiar en lo que será, a no dudar, un muy rentable y formativo debate. Hay que explicar al grupo, con la mayor claridad y serenidad de que seamos capaces, sobre los riesgos y daños, inmediatos o lejanos, que estas conductas provocan en nuestro equilibrio y personalidad.

Y, una vez que comenzamos a ir hilando el críptico tejido de ese indeseable ropaje, hablar con las partes implicadas, solicitando la ayuda necesaria. De los correspondientes gabinetes psicológicos y de la Comisión de Convivencia, que todos los centros, de titularidad pública o privada, deben poseer. Será inevitable, en justicia, llegar al capítulo de la sanción, para el agresor, pero, aún más importante, avanzar por el terreno de su propia reeducación, a fin de hacerle comprender el grave daño que ha provocado, o sigue ejerciendo, a un compañero. Éste último tendrá un organizado y técnico apoyo psicológico, ayuda que también habrá de recibir su propia familia.

Las comunidades educativas, en general, y los colectivos grupales, en particular, deben ser ámbitos, alegres y responsables, de formación para la vida. El proceso de aprendizaje, que en ellos sus integrantes reciben, no debe estar lastrado por conductas indignas que hagan o generen el sufrimiento. La vejación, la amenaza, el aislamiento, la intimidación, la agresión física y anímica que tanto erosiona a la persona, hay que detectarla, investigarla y erradicarla. Y paliar, con todo el apoyo, la preparación y el cariño necesario, el deterioro personal de todos aquellos que han sido objeto de tan execrables comportamientos. Las secuelas que pueden quedarle a estos jóvenes para el futuro debe hacernos tomar a todos (Profesores, familias, Administración) profunda conciencia de su gravedad y trascendencia. El mirar hacia otro lado, o el utilizar agua inerte ante el fuego, no es solución. Los ojos no deben estar entornados, para sestear ante la rutina de la comodidad, sino bien abiertos, a fin de generar el admirable y activo valor de la reparación y la esperanza.-

José L. Casado Toro (viernes 6 de Abril, 2012)

Profesor

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