tag:blogger.com,1999:blog-70666637252223269132024-03-17T20:01:40.398-07:00José L. Casado Toro. PUNTO DE ENCUENTRO PARA LA AMISTADjlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.comBlogger716125tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-28448678611478621932024-03-15T02:45:00.000-07:002024-03-15T02:45:26.116-07:00TIEMPOS DE PUNTUALIDAD<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjyYSGvQp1g6bjOgmq43YlXd5hzmgPj3mDF7DAmYUMSqKCpiwg4O4mcZXkjZyDx2g8F3VcpZYZUjGGb7QGQmab57IDOuuU1TQ6fFdXNfO-gW9THBC-IHEPk0K1Qnwd0MGiITp2DvKk-UFy5cYUVBHClU4BC9HxOv07EO6svuvEXjJYNGaVb9lWnQa6nRM/s779/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="779" data-original-width="577" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjyYSGvQp1g6bjOgmq43YlXd5hzmgPj3mDF7DAmYUMSqKCpiwg4O4mcZXkjZyDx2g8F3VcpZYZUjGGb7QGQmab57IDOuuU1TQ6fFdXNfO-gW9THBC-IHEPk0K1Qnwd0MGiITp2DvKk-UFy5cYUVBHClU4BC9HxOv07EO6svuvEXjJYNGaVb9lWnQa6nRM/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="237" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En determinadas ocasiones, el espacio temporal de <span style="color: #0432ff;">un par de minutos </span>puede ser verdaderamente importante o decisivo para la consecución de algún objetivo, de desigual importancia, que nos hayamos impuesto. Esa muy breve parcela del tiempo puede ser insustancial en la mayoría de los casos, dado el escaso cumplimiento del <span style="color: #0432ff;">valor de la puntualidad </span>en nuestros hábitos sociales. Pero hay situaciones, de especial singularidad, en las que ese minuto o dos podría tener resultados trascendentes en el pequeño mundo de nuestras privacidades. En este temporal contexto se inserta nuestra historia de esta semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Una joven malagueña llamada <b><span style="color: #0432ff;">CLARA</span></b><span style="color: #0432ff;"> Iris Templanza</span>, en la actualidad 42, había estado trabajando durante doce años como diseñadora gráfica por ordenador, en una empresa editorial y de producción cinematográfica con sede en la capital de España. Gran amante del cine, a lo largo de los años solía matricularse en cursos relacionados con la realización y técnica cinematográfica, que programaba la <span style="color: #c00000;">Escuela Oficial del cine</span>, con las titulaciones correspondientes. Durante su estancia en Madrid estuvo conviviendo con un actor de teatro, cine y televisión de “mediano rango”, ocupando en los castings interpretaciones o “papeles” secundarios. Pero <b><span style="color: #0432ff;">Fabio</span></b><span style="color: #0432ff;"> Lumbreras</span>, después de unos cinco años de relación con Clara, se encariñó con una compañera de reparto de 20 años, cuando él avanzaba por los 38. Las siguientes parejas afectivas no se caracterizaron por la estabilidad relacional, pero ello no fue óbice para que Clara desarrollara una vivencia laboral y relacional muy positiva, en el centro neurálgico del organigrama administrativo, económico y cultural español.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero en un infausto momento, la empresa para la que Clara trabajaba, <span style="color: #c00000;">RED AND BLUE, </span>se vio inmersa en un proceso de suspensión de pagos que conllevó una inmediata <span style="color: #0432ff;">quiebra económica</span>. El origen de este grave problema había sido la paulatina descapitalización provocada por sus dos máximos propietarios, que no supieron deslindar su economía personal de la propiamente empresarial. Un tanto abrumada ante esta difícil situación, <span style="color: #0432ff;">decidió volver a Málaga</span>, a casa de sus padres, para recuperar el ánimo y seguir buscando un acomodo laboral de acuerdo con su titulación y experiencia. Dada su formación y preparación, pensaba que podría encontrar pronto acomodo en el ámbito audiovisual. Para ello comenzó a enviar currículos, básicamente dirigidos a la centralidad madrileña, que bien conocía tras haber residido allí largo tiempo. Como las respuestas no llegaban o cuando lo hacían declinaban amablemente la petición, diversificó el destino de sus envíos hacia otros puntos interesantes de la geografía española, especialmente la zona de Cataluña y en ella la provincia de Barcelona.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Fueron momentos en su vida un tanto difíciles, aunque tenía la convicción de que la solución profesional pronto o tarde tendría que llegar, porque sus méritos estaban bien fundamentados. Y ese día llegó, de la manera más casual o imprevista. Vio un anuncio, navegando por Internet, en la que una gran empresa de construcción de muebles y decoración de espacios profesionales, <span style="color: #c00000;">SPACE AND SHAPE</span> de ámbito internacional, con sede administrativa española en Madrid, necesitaba un diseñador gráfico por ordenador, añadiendo unos datos en donde habría que enviar los correspondientes currículos. La oferta era verdaderamente atractiva, pues se ofrecía un contrato de seis meses, renovables, con posibilidad de hacerse definitivos en la permanencia, según los méritos desarrollados. Como marcaba un límite de edad, entre los 25 y los 45, ella entraba todavía dentro de los límites cronológicos establecidos en la convocatoria. El factor idiomas podría también influir, pues Clara, buena estudiante desde su adolescencia, dominaba además del castellano, el inglés perfectamente y con un nivel aceptable el alemán.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En el plazo de dos semanas, un <span style="color: #0432ff;">martes</span> de primavera, recibió con manifiesta satisfacción en la dirección de su correo electrónico la positiva y esperanzadora respuesta, de haber sido una de las tres solicitudes seleccionadas. Se la convocaba a una entrevista personal en unas oficinas de la compañía, ubicadas en la Gran Vía, el <span style="color: #0432ff;">lunes</span> siguiente al recibo de la citación, a la 9:00, exigiéndose estricta puntualidad a las tres personas seleccionadas, ya que la entrevista sería en principio conjunta y posteriormente de manera individual. Clara tenía mucha fe en sus posibilidades de alcanzar el puesto, tanto por su experiencia relacional, como por su destreza en el manejo técnico del diseño informático. Cierto es que tendría que competir con otros dos candidatos, a los que, obviamente, no conocía, ni en su historial profesional ni en sus características personales.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Consultó en las páginas de Renfe/Adif <span style="color: #0432ff;">los horarios de los trenes AVE </span>con destino a Madrid. Ese lunes, para el que estaba citada, el primer tren partía a las 7:30, con una duración en el trayecto hasta la Estación de Atocha de dos horas con cincuenta minutos. Entonces tenía que viajar en domingo, haciendo noche en Madrid. Sacó por Internet el correspondiente billete, eligiendo el último tren del día, que partía de la estación Málaga María Zambrano a las 20:00. Hubiera elegido el viaje con el horario de las 17:30, pero, al ser domingo, ya tenía todas las plazas cubiertas en clase turista y las de clase VIP se “disparaban” en el precio. Concertó una noche en un hotel de la Gran Vía, no muy distanciado en metros de la agencia empresarial a la que debería acudir. Cuando llegara a la estación de Atocha (el billete marcaba las 22:50, tomaría el metro, línea 1, para bajarse en Gran Vía, a dos pasos del hotel.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Todo estaba preparado para mantener esa entrevista, para la que había sido seleccionada. Tendría que competir con otros optantes para eses interesante puesto laboral. Cuando llegó el domingo, Clara, que era una persona muy “dejada” para ultimar los preparativos, se puso a hacer la maleta después del almuerzo. Recibió por WhatsApp un mensaje, en la que le comentaban que una amiga muy próxima había sido madre. Como vio que tenía tiempo, se acercó al sanatorio, en el bus municipal 11, para entregarle un regalo que ya lo tenía comprado y tras felicitar a la nueva madre volvió a su domicilio. El tiempo se le estaba haciendo ya bastante corto. Sobre las siete, comenzó a llamar a un taxi, para que la dejara en las puertas de la estación. Le costó trabajo encontrar uno, ya que era domingo de Ramos y los servicios estarían muy demandados. Cuando el taxi llegó a la barriada de El Palo, residencia de sus padres, eran las 7:25, pero ella no se inmutaba, pues pensaba que no habría problemas para estar en la estación antes de la salida del tren. Pero el destino juega malas pasadas. Dos bloqueos de tráfico en la Avda. Juan Sebastián Elcano, con motivo de la Semana Santa y los desfiles procesionales en la zona centro de la ciudad, provocaron que los minutos fueran pasando para, ahora sí, sembrar inquietud en la normalmente tranquila Clara Iris.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El taxi al fin pudo llegar a la puerta de la Estación ferroviaria Málaga María Zambrano a las 8:01. Prácticamente corriendo, tirando del trolley, pasó el control de maletas y para su “desesperación” vio como <span style="color: #0432ff;">el último vagón del AVE desaparecía en la lejanía</span>. El tren había sido puntual, pero ella, lamentablemente, no. Es obvio que este servicio trata de mantener una estricta puntualidad para los desplazamientos. Y ahora ¿qué podía hacer?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En las oficinas de expedición de billetes le informaron que podían cambiarle el viaje para el día siguiente lunes, en el tren que partía a las 7:30 de la mañana. Clara, resignada, aceptó el cambio, pero el problema era la entrevista de las 9:00, a la que debería asistir con “puntualidad”. Aun así, tuvo que aceptar perder el pago de la noche de hotel y viajar el día siguiente, sin poder contactar con unas oficinas que estaban cerradas, pues era domingo. El tren AVE llegó a la estación madrileña de Atocha a las 10:25 del lunes. Mientras viajaba, llamó las oficinas de la empresa a las 9:00, explicando su caso, por haber “perdido” el tren el día anterior. La secretaria que le atendió solo le aseguró que informaría al jefe de personal. Se presentó en las oficinas de la Gran Vía cuando el reloj marcaba las 11 h. No la recibieron hasta una hora más tarde, indicándole que, al no haber estado presente en la entrevista, a la hora fijada, su opción quedaba archivada para otra ocasión. <span style="color: #0432ff;">La plaza de trabajo ya estaba decidida.</span> Le reiteraron que, para la empresa, la puntualidad en las citas era algo muy importante, fundamental, para las personas que desearan trabajar con ellos. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Clara Iris volvió a Málaga ese mismo día, profundamente defraudada por la excesiva rigidez que esa empresa había mostrado con el problema que ella había tenido y detalladamente explicado. Aunque también comprendía que no se debían dejar las obligaciones “para última hora”, pues cualquier imprevisto podía provocar su incumplimiento, con las consecuencias negativas subsiguientes. El haber perdido ese AVE que la iba a trasladar a Madrid, por haber llegado unos minutos tarde, había influido, decisiva y negativamente, en su opción para conseguir el anhelado puesto de trabajo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Fueron <span style="color: #0432ff;">momentos duros y desalentadores</span>, que minaron el tradicional optimismo de Clara. Era consciente de que conseguir un puesto de trabajo, a pesar de todos sus méritos y el buen currículo que lo sustentaba, no era nada fácil, en una sociedad tan competitiva e insensible a los comportamientos personales y sus causas. Gracias a la ayuda de sus padres, pudo a duras penas mantener el ánimo, una vez que la opción de SPACE AND SHAPE se había esfumado, en una estación ferroviaria. Continuó con su envío de currículos, esta vez diversificando un poco más su mayor aval como era el diseño gráfico por ordenador.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ya a comienzos de junio, una tarde observa en su móvil una llamada entrante que, para su inmensa sorpresa, procedía de una persona que, a pesar de su infantil infidelidad afectiva, ella no había olvidado. <span style="color: #0432ff;">Al otro lado de la línea, Fabio Lumbreras</span>, su pareja, durante un lustro de sus vidas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3; color: #011893;">“Infinitas gracias, Clara, por atender mi llamada. Probablemente, sería la última persona que esperarías que te llamase, pero debía hacerlo, por dos importantes motivos. El primero, para reconocer mi estupidez e infantilismo, “cegándome” en el amor con una chica muy joven e inmadura, incluso más que yo. Aquello, te lo aseguro, duró solo un par de meses. En la soledad comprendí el grave error que cometí y por el que te pido, con humildad, ese perdón que confío algún día me puedas conceder. En la soledad se echa de menos aquello tan valioso que has dejado perder.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3; color: #011893;">Por la prensa, conocí la grave crisis económica que sufrió la empresa Red and Blue, en la que trabajabas. Su quiebra era inevitable, cuando los dirigentes anteponen sus ambiciones a la buena salud administrativa del negocio. Perder un puesto de trabajo, en el que llevabas más de una década, fue un duro golpe, no fácil de sobrellevar. También me he enterado, por amigos comunes, de que estás en la actualidad viviendo con tus padres, en esa bella Málaga, donde felizmente naciste y sin suerte en el ámbito laboral<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;"><span style="color: #011893;">Quiero comentarte que vamos a iniciar un rodaje (hemos formado una productora, </span><span style="color: #c00000;">EL CATALEJO) </span><span style="color: #011893;">ahora a comienzos de julio. Cuando todo el complejo organigrama de filmar la película estaba bien preparado y estructurado, a última hora una de las más importantes funciones técnicas se nos ha quedado bloqueada. La compañera que iba a realizar el script o la continuidad, se le han cruzado los cables y se ha marchado con su nuevo amor a tierras del Caribe. </span><span style="color: #0432ff;">El puesto de continuidad o el raccord </span><span style="color: #011893;">ha quedado libre. Y he pensado en ti. Además del diseño gráfico, recuerdo que muchos veranos te animabas, con asombrosa voluntad, a realizar tu cursillo de cine, para el que desde luego siempre has estado muy bien dotada. Precisamente, recuerdo que en uno de nuestros veranos le dedicaste un par de semanas para centrarte en el raccord de las películas, como una buena script. Si te animas, ese puesto de </span><span style="color: #0432ff;">script </span></span><span style="color: #011893;"><span style="background-color: #cfe2f3;">para el inminente rodaje es tuyo. Piénsalo de inmediato. No tenemos mucho tiempo para la espera. Te puedo enviar por correo urgente un resumen detallado del guion, para que te vayas haciendo a la idea. Y si lo prefieres, el guion completo de la película. Tienes conocimiento y capacidad suficiente para evitar que no haya fallos o incoherencias entre los sucesivos planos de cada escena. Yo actúo en el reparto y al mismo tiempo ejerzo de ayudante del director. Anímate. Te necesitamos. Te necesito”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrBrUN6meQSZEVi-0J_iteNhpvXxJKd6rVQnIzeBxMp9PDc6NxNugsuh2IrdM3mUFd8-2FKngZLH0MNYc6MfAsanYe7ZY15rIsWAlAYnW0mQPRp3CtbNZ7ivhYRezCP0yulEJTgwVSp1feny3sLJifwF_Lqj_UXQ5SLom9d6cLUN75AUVVn_bFxrnSglw/s753/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="753" data-original-width="571" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrBrUN6meQSZEVi-0J_iteNhpvXxJKd6rVQnIzeBxMp9PDc6NxNugsuh2IrdM3mUFd8-2FKngZLH0MNYc6MfAsanYe7ZY15rIsWAlAYnW0mQPRp3CtbNZ7ivhYRezCP0yulEJTgwVSp1feny3sLJifwF_Lqj_UXQ5SLom9d6cLUN75AUVVn_bFxrnSglw/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="243" /></a></div>Después de tantos nublados y tormentas, Clara Iris volvía a ver la luz. Siempre amanece. Las buenas voluntades reciben el premio de “los dioses”. De inmediato, aceptó el generoso ofrecimiento de Fabio. Tenía que ser valiente. Pasar del diseño gráfico a la magia cinematográfica es un lúcido y emocionante reto que la ilusión aconseja afrontar. Contactó con su amiga Marga, que estudiaba en la Complutense, quien le indicó que podía quedarse con ella todo el tiempo que necesitara e incluso para compartir ese buen apartamento que tenía alquilado en el barrio de Fuencarral, a dos pasos de la Gran Vía. Las luces continuaban llegando a ese nublado agobiante en que el caprichoso destino la había sumido durante meses.<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Al paso de las hojas del almanaque, <span style="color: #0432ff;">Clara, que ahora extrema la puntualidad </span>en sus obligaciones y proyectos, está plenamente integrada en la productora El Catalejo. El puesto de script lo maneja con eficacia y seguridad. En cuanto al actor y ayudante de dirección, Fabio, hace todo lo posible para que su antiguo amor recupere la confianza en su persona. Él la necesita, la quiere y se entrega a ella en todo lo que puede e imagina, porque considera, con sensatez y cariño, que es el verdadero amor de su vida. Clara aún duda, pero … -<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">TIEMPOS DE<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">PUNTUALIDAD<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: #c00000; font-size: 10.5pt;">Viernes 15 marzo 2024<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;">Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="color: #c00000; font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIPg0qpStemiWZgCZ9KL1rpXjvpdY5S6tPvhfH1InwS1FrlTgY8TCepcM06ieHSnQaIPWIwiWHEj26YLQuuoAKOunWEYaiU8B3WaFbDHfOccP4qYPOpLPkUFQuzOdPvTM5iD6FIJCYNBTymbHvUVVqXzpKjDFtoRyHaFEZPL97GNAK0vJ7rCqu1xS5zus/s537/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="408" data-original-width="537" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIPg0qpStemiWZgCZ9KL1rpXjvpdY5S6tPvhfH1InwS1FrlTgY8TCepcM06ieHSnQaIPWIwiWHEj26YLQuuoAKOunWEYaiU8B3WaFbDHfOccP4qYPOpLPkUFQuzOdPvTM5iD6FIJCYNBTymbHvUVVqXzpKjDFtoRyHaFEZPL97GNAK0vJ7rCqu1xS5zus/s320/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-21482994559311392542024-03-08T06:44:00.000-08:002024-03-08T06:44:47.475-08:00ESTRELLAS CON ENCANTO<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmbEvY-gI5LS90ZjmHq8I0jpLHiTN_PJEznITJl7n-RHry0XPistga9ypM8Tq6gTUSpzPsAOTxUDM6F0nf1fA3Lpcha2-wYqqxpa9xw4IZkQUZ22PfhqtorWltXJzqawKhHTh8lo35McVX8rdujdwKA0bEZ1IJt6PoNBE3Cv8bhBWqbU43SRX8oqLfmww/s766/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="766" data-original-width="565" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmbEvY-gI5LS90ZjmHq8I0jpLHiTN_PJEznITJl7n-RHry0XPistga9ypM8Tq6gTUSpzPsAOTxUDM6F0nf1fA3Lpcha2-wYqqxpa9xw4IZkQUZ22PfhqtorWltXJzqawKhHTh8lo35McVX8rdujdwKA0bEZ1IJt6PoNBE3Cv8bhBWqbU43SRX8oqLfmww/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="236" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">A lo largo de nuestro recorrido vital, vamos observando, y en muchos casos asombrándonos, de numerosos y variados <span style="color: #0432ff;">comportamientos</span> que podemos calificar como “raros, insólitos, poco comprensibles, curiosos, absurdos, divertidos o incluso rechazables. Sin embargo, a poco que profundicemos en los porqués de esas actitudes humanas, terminamos por concluir que una mayoría de las escenas que nos parecen incompatibles con el razonamiento, contienen una cierta lógica, que nos ayuda a ser más comprensibles, tolerantes, ante unos hechos de los que eres un simple y oportuno espectador. Valga esta somera introducción, para contextualizar en algo la historia que vamos a narrar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Cada mañana, entre lunes y viernes, a esa cómoda hora entre las 10 /10:30, llegaba al normalmente lleno de pacientes <span style="color: #c00000;">ambulatorio del S.A.S.</span> del barrio malacitano Cruz de Humilladero-La Unión una señora mayor, sobrada de peso en su generosa humanidad, cabello cano, lentes con “notables” dioptrías, que portaba en su brazo una gran bolsa de tela recia de color beige. Con ágil diligencia, saludaba al guarda de seguridad (que ya la conocía, de sus visitas casi diarias al centro sanitario) y se dirigía a una de las numerosas zonas de salas de espera (de vez en cuando variaba de espacio) ocupando uno de los asientos utilizados por los pacientes que acudían para consulta con alguno de los médicos.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Una vez acomodada, con hábil destreza extraía de la gran bolsa dos largas agujas (de metal o plástico) para <span style="color: #0432ff;">tricotar</span>, con los ovillos de lana que también portaba, cuyos colores iban cambiando de un día para otro. A pesar de que su labor era continua, mostrando una admirable habilidad en el artesanal oficio, trataba de entablar <span style="color: #0432ff;">conversación</span>, siempre que encontraba la correspondiente recepción, con alguno de esos pacientes a quienes gusta hablar, contando sus padecimientos o esas banalidades sobre temas diversos. La señora del tricotaje tenía por nombre <b><span style="color: #0432ff;">EULALIA</span></b> (<span style="color: #0432ff;">Lali) Campanal Ternera.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Había días en los que no tricotaba jerseys, bufandas o calcetas. Por el contrario, utilizaba unas metálicas agujas para hacer crochet e iba componiendo preciosos paños para la mesa del salón, mesillas de noche u otros usos para el adorno. Y así, una semana tras otra.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Una de las pacientes, que esperaba en la salita, hasta ser atendida por la Dra. Comas, la miraba con puntual fijeza. Le resultaba curiosa, como a otras personas, la imagen de esa señora mayor, con toquilla a veces por los hombros (como si estuviera en el salón de su casa) que tricotaba sin cesar y que nunca era llamada por el médico correspondiente. Unos días después, esta paciente tuvo que volver a la consulta médica y de nuevo volvió a encontrarse con esa curiosa escena, de la señora que tricotaba en el mismo asiento, como si el tiempo no hubiera pasado. Entonces no pudo reprimir su <span style="color: #0432ff;">curiosidad de preguntarle</span>, con la lógica y necesaria delicadeza, por qué “siempre” tricotaba y no entraba en consulta. De esta peculiar forma nació la amistad entre Eulalia y <b><span style="color: #0432ff;">ONDINA</span></b> <span style="color: #0432ff;">Leira Villén. </span>Una primera taza de café con leche, invitada por su nueva amiga, facilitó la expresividad de Eulalia, que se sentía feliz narrando a Ondina retazos, simples pero significativos, de su vida.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Aquí, en el ambulatorio, me siento bien resguardada o protegida. No tengo apenas familia. Nunca me casé. Para vivir, he fregado muchos suelos y he preparado y limpiado no pocas cocinas. Tuve una gran suerte, porque mi abuela, </span><b><span style="color: #0432ff;">Palmira</span></b><span style="color: #011893;">, que en gloria esté, fue la buena mujer que realmente me crió. Tuve una madre de muy mala cabeza, siempre estaba de amoríos de un lugar para otro. Esta abuela/madre me enseñó y despertó en mí, desde pequeña, el arte de tricotar. Tanto con las agujas de la lana, como con los hilos y las agujas del crochet. Me vengo a los ambulatorios unas horas, para evitar la soledad, pues así hago algunas buenas amigas, como tú. En el invierno, estando aquí, evito el frío, gracias a la calefacción que ponen, mientras que, en los días de calor, la refrigeración alivia mis sofocos. Como te decía, con estas amistades puedo hablar y sentirme acompañada. Algunas de estas buenas personas, incluso suelen traerme algunos detalles, como dulces, bizcochos, rosquillas, pestiños …<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">No me gusta estar parada, así que compro un poco de lana o hilo y tricoto, actividad que me da tranquilidad y el bien de sentirme útil. Hago jerseys, bufandas, calcetas para los pies y también pañitos para la sobremesa. Todo este material suelo llevarlo a una mercería y tienda de ropa, que tengo en mi barrio de Huelin. Allí me lo compran, pues dicen que tiene buena salida. A veces, incluso alguna cliente me viene con las medidas de su cuerpo, para que le haga alguna prenda de lana. Ese “dinerillo” me viene muy bien, porque la vida cada día está más cara. Solo tengo una pensión “de pobre”, que me da para comer, sin grandes excesos. Por la vivienda, una antigua y pequeña portería (mis abuelos eran los porteros) no tengo que pagar nada. Los vecinos me la ceden, a cambio de que ordena un poco el portal y una vez a la semana “haga” las escaleras.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">Antes de hacer uso de las salas de espera en los ambulatorios, solía irme a la estación del ferrocarril. Allí echaba las horas, también tricotando. Pero un día prohibieron pasar a la zona de los andenes, en donde mucho me distraía, viendo llegar y salir los trenes y a los viajeros con sus maletas. Era emocionante ver las lágrimas en las despedidas y los abrazos y besos en las llegadas. Entonces tuve que cambiar de sitio. Me tenía que resguardar en la sala donde venden los “billetes”, pero el guardia, cuando me veía un día tras otro, me regañaba, diciéndome que allí no me podía quedar. Aquí, en el ambulatorio, el guardia Antón es más comprensivo y me permite que haga mi labor sin molestar a nadie, durante los días que desee.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">Mira, querida Ondina, yo soy persona muy servicial. Si tengo que ayudar a los pacientes despistados, les indico en donde está el médico que les corresponde, pues ya me los sé de memoria. También les aclaro si el doctor ha entrado o salido de su consulta. Fíjate la alegría que me dio, cuando pusieron aparatos de televisión en las salitas de espera, por los que ponen vídeos de cómo hacer comidas saludables. Esos programas son muy entretenidos, para también ir pasando las mañanas y que la gente no piense tanto en sus enfermedades.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">El contacto con las personas me da la vida. Necesito hablar y sentirme rodeada de gente, porque la soledad es muy mala. Veo pacientes muy diferentes en su forma de ser. Algunos no “paran” de parlotear, contando sus historias y especialmente sus dolencias con todo tipo de detalles. Parece a veces como si entre ellos hubiera una especia de competencia por ver quien tiene más plaquetas, menos azúcar y tensión arterial ¡Si vieras la de remedios caseros que tengo que escuchar! Algunos parecen como “milagreros” que tienen soluciones para todo tipo de dolores”. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando Ondina escuchó toda la amplia narración y argumentación de Lali, como ya la llamaba, quedó prendada en la sencilla y bella historia de esa buena mujer que ahora tenía como amiga. Así que se sintió obligada de explicarle su verdadera intención inicial, para acercarse y preguntarle el porqué de su diario y original comportamiento.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“He de confesarte, amiga Lali, que soy escritora. Suelo trabajar para periódicos y revistas. Desde hace unos meses estoy escribiendo un libro de relatos, narrando y analizando en los mismos a una serie de personajes “anónimos” de nuestro entorno, que en su quehacer de cada día muestran el encanto de su forma de hacer y trabajar. Son personas interesantes que, en mi deambular por las calles y barrios de nuestra ciudad, voy poco a poco descubriendo. Hablo con ellos y les pido permiso para fotografiarles para que puedan aparecer en las páginas de este libro que estoy componiendo</span>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Me gustaría, amiga Lali, que tu fueras una de estas pequeñas, pero grandes y hermosas biografías, de personas que dan luz y optimismo a la rutina de nuestro caminar por la vida. Quiero preguntarte ¿te gustaría que añadiera tu vida, a esos otros cincuenta, más o menos, personajes, que van a conformar el grupo de este libro de relatos cortos? ¿Me dejas que te haga una buena foto, ahí sentada en la sala de espera del ambulatorio, con tus agujas y lanas para tricotar esas gratas prendas para el vestir?”<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Eulalia le respondió que le parecía bien, pero que la sacara “guapa” en la foto. Y que todo lo que le había contado lo podía poner en el libro. “Te lo agradezco en el alma, amiga Lali. Aún no sé el titulo exacto que, con la ayuda de la editorial, le pondremos al libro. Puede ser un título parecido a éste: PERSONAS CON ENCANTO, o también <b><span style="color: #c00000;">ESTRELLAS CON ENCANTO</span></b>. De lo que estoy segura es que su contenido, tan humano y real, va a gustar a los futuros lectores”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tuvieron que pasar algunos meses, para que esta curiosa publicación estuviera en los estantes y escaparates de las librerías. El libro, bellamente ilustrado con las fotos de los 50 protagonistas de la narrativa, fue presentado en la atractiva <span style="color: #c00000;">librería LUCES</span>, ubicada en esa Alameda Principal, aromatizada con los puestos de flores para alegría de la zona. La autora, Ondina Leira también realizó una divertida presentación de su nueva obra en el <span style="color: #c00000;">Ámbito Cultural de El Corte Inglés</span>, en la que estuvieron presentes algunos de los personajes, cuya singularidad estaba bellamente plasmada en las páginas de la publicación. Por supuesto que Lali, cuyo orden en los personajes descritos ocupaba el puesto número 15, también asistió, preciosamente vistiendo una preciosa chaqueta de lana, color violeta, prenda diestra y habilidosamente tricotada.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando la periodista y escritora Ondina recibe los porcentajes de venta, por derechos de autor, suele acordarse de su amiga Eulalia, para llevarle, a esa hora de la merienda para el diálogo, algún detalle, como regalo para el recuerdo. Uno de estos detalles, absolutamente merecidos, fue contratar una excursión de un día, para visitar juntas algunos de los pueblos de la provincia, con sus encantos monumentales y naturales, degustando al tiempo la comida típica de la zona.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En una encuesta realizada por la revista literaria “<span style="color: red;">WORDS AND STORIES”</span>, Palabras y Relatos, la “estrella” número quince, Eulalia Campanal, quedó entre los tres primeros puestos, preferidos por los lectores y críticos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Entre los cincuenta personajes o estrellas que la publicación contiene, es frecuente que alguno de estos protagonistas “o actores” busque conocer e intimar con algunos de sus compañeros, presentes o reflejados en la obra. Lo hacen básicamente por curiosidad o porque sus historias les han conmovido o motivado afectivamente. Una de esas “estrellas” era <b><span style="color: #0432ff;">MODESTO</span></b> <span style="color: #0432ff;">Lazaga, </span>jardinero por las mañanas y biznagueros o vendedor de rosas por las tardes y las noches del estío. Conociéndole, con su dulce carácter, resultaba difícil aceptar, por quienes le conocían y trataban, que estuviera vinculado durante años en la Legión española. Aunque él lo aseguraba una y otra vez, con esas fotos que documentan “su verdad”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9mLsifPP7H5cWd4X8c1vhLueMnCIYY5MRy5bd2mzO31qTN0IZ8LTHq-Esc94-VSGbce9IOFPdHM4dPJdmzA1h7wXLQDwk3qDBhbF0kkqP7iC-6B_vRpsawOx2G2tVJfsGZxh3de2L5_MQ_-iTSzifFZk7LJTUcR5PBFI6J5nDhCN0TrzgDKZz3PUWo64/s777/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="777" data-original-width="574" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9mLsifPP7H5cWd4X8c1vhLueMnCIYY5MRy5bd2mzO31qTN0IZ8LTHq-Esc94-VSGbce9IOFPdHM4dPJdmzA1h7wXLQDwk3qDBhbF0kkqP7iC-6B_vRpsawOx2G2tVJfsGZxh3de2L5_MQ_-iTSzifFZk7LJTUcR5PBFI6J5nDhCN0TrzgDKZz3PUWo64/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="236" /></a></div>Es persona con muchos años en su calendario, avanzando hacia su octava década y lleva viviendo solo desde su juventud. La esposa que tuvo y quiso, decidió abandonarlo por su extrema debilidad ante la bebida. Nunca quiso buscar a otra compañera para su vida que, en esta etapa avanzada, la dibuja con sosiego, buen trato y cariño “inmenso” hacia las flores. Ondina lo eligió porque con su esbelta y galante figura, cuando viste camisa blanca, faja roja y pantalones ceñidos de color negro, es gozosamente bien conocido por todos los lugares de encuentro y restauración, en las noches primaverales y veraniegas malacitanas.<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #d9ead3;">Mode, el biznaguero, que, como el resto de sus compañeros en Estrellas con encanto, recibió un ejemplar de regalo por parte de la editorial, firmado por la autora de la singular obra, quedó prendado al leer el “fulgor” vivencial de esa estrella número 15, llamada Eulalia Campanal. En este final existencial que veía venir, con la certidumbre del calendario, pensó en el cariño fraternal que podría depararle una persona que gozaba de todas esas virtudes que adornaban a la tenaz tricotadora de jerseys, calcetas y paños bonitos para el adorno de cualquier hogar. Se dijo en una noche de estrellas y luceros, “¿Y porque no puedo yo “luchar” por una tan noble mujer que de seguro sabrá dar con creces todo ese cariño que ella no ha recibido, salvo en la infancia vivida con su abuela Palmira?”<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #d9ead3;">Y así, en la media mañana de cada día, acude al ambulatorio de Humilladero-La Unión, para entregarle la primera biznaga o la más “coqueta” rosa roja, de entre las preparadas para la venta vespertina, por todos esos rincones, también llenos de embrujo y encanto, de la Málaga soñadora. Lali, todo orgullosa y adulada, está terminando de tricotar una preciosa chaqueta de lana azul, para ese bondadoso y galante pretendiente que el “caprichoso” destino ha querido poner en su dilatada, sencilla y ejemplar existencia. –</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">ESTRELLAS<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">CON ENCANTO<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: #c00000; font-size: 10.5pt;">Viernes 08 marzo 2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhN4BGkib_7hXSjORg9hMyluY0tKgQI9k948f_uZ3SlKSbgVqMNoXqLWLi0Jzg-qCyBJ_rwjQZgQkjLloG5llAY3dfaEZvrmJurlQCl0ruANZifJyRT38EGGnKMWmdJkzas-N2fKaXGFgpIqtZfF8r4gVq4x3rqh88xhxXX3fhgvWXz4XzzhJDjBrViHE0/s551/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="388" data-original-width="551" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhN4BGkib_7hXSjORg9hMyluY0tKgQI9k948f_uZ3SlKSbgVqMNoXqLWLi0Jzg-qCyBJ_rwjQZgQkjLloG5llAY3dfaEZvrmJurlQCl0ruANZifJyRT38EGGnKMWmdJkzas-N2fKaXGFgpIqtZfF8r4gVq4x3rqh88xhxXX3fhgvWXz4XzzhJDjBrViHE0/s320/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-43057081695551310692024-03-01T07:48:00.000-08:002024-03-01T07:48:34.307-08:00REENCUENTRO CON LA NOSTALGIA<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4-84UQNdP5jTmal-bgFLHfymB-rqxRSCGnyCjyfv8GHfaOVXnYZraIhcsPYsokR9E6Zz1qiw0ZN5R0Bhu6zyRR5uNvE0A4vYkDabrDgkvfF9ywxWOP5Rvt1sRLb7hGGRgZsl-YLJGUwjbNkiaqi7peGpxMeTvn8qBPInYd5i28_c6ZCnRfGwzfUfD6cY/s768/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="574" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4-84UQNdP5jTmal-bgFLHfymB-rqxRSCGnyCjyfv8GHfaOVXnYZraIhcsPYsokR9E6Zz1qiw0ZN5R0Bhu6zyRR5uNvE0A4vYkDabrDgkvfF9ywxWOP5Rvt1sRLb7hGGRgZsl-YLJGUwjbNkiaqi7peGpxMeTvn8qBPInYd5i28_c6ZCnRfGwzfUfD6cY/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="239" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Recuperar el tiempo pasado es una tarea inútil, absurda o de resultados irreales. Ese tiempo pretérito ya no existe, en modo alguno puede volver, por el avance inexorable del minutero. Aquello de nosotros que más duele su pérdida es, obviamente, la juventud. Por supuesto, física, pero también anímica. Podemos mantener algunos hábitos y formas de vida, pero la realidad física “castiga", con impasible severidad, nuestros cuerpos y capacidades. En este lúcido contexto se acomoda parte de nuestra historia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #0432ff;">CLAUDIO</span></b> Altea Milar, 66, “disfruta” la etapa de su jubilación, tras haber ejercido como profesor de Secundaria, durante treinta y cinco cursos, en diversos centros pertenecientes a la administración educativa. Permanece casado con <b><span style="color: #0432ff;">CLAMIA </span></b>Ventura Almeida, 63, también jubilada, que ejerció como profesional de la recuperación estética en un centro de belleza de la capital malacitana. Tienen dos hijos, <span style="color: #0432ff;">RUBEN</span> y <span style="color: #0432ff;">MARIAN</span>, ambos ya emancipados con parejas estables. La relación entre los dos cónyuges es “sosegada”, pero un tanto cansina, rutinaria, aburrida. La calificación más oportuna para esa relación matrimonial sería la de “sobrellevada”, por el paso de los muchos años de convivencia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Este antiguo profesor, en su nueva vida de amplio horario libre, suele desarrollar su entretenimiento haciendo algo de ejercicio, asistiendo a las salas cinematográficas, disfrutando también con la lectura y ayudando en casa, en lo que puede y sabe. Una vez al mes se reúne con entrañables compañeros de la docencia, para compartir ese almuerzo de “hermandad”, casi siempre en el restaurante La Jábega, ubicado en el centro de la ciudad, en la conocida calle Strachan. Ese punto de encuentro es cómodo para los amigos comensales, por la facilidad de desplazamiento al mismo. Además de degustar algún suculento menú, los antiguos compas entablan densas tertulias, sobre todo tipo de temas, chismes y rumores, aunque siempre dejan esos minutos terapéuticos para hablar y explicar, con todo detalle en la narrativa, sus dolencias, sus achaques y demás grietas en el “fuselaje”, sin olvidar esas “numerosas” pruebas radiológicas que van sumando a su historial de “personas mayores”. En definitiva, todo tan normal, tan apacible y tan rutinariamente aburrido, en esta fase avanzada de sus prolongadas existencias.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Una noche de sábado, Claudio se había quedado “navegando virtualmente” al timón de su querido MAC de sobremesa, mientras Clamia ya dormía, a tenor de los acústicos y rítmicos ronquidos que llegaban desde la cercana alcoba matrimonial. Se estaba “bajando” una interesante película, que aún permanecía en cartel y que le había recomendado Fausto, el vecino del 4º, con la garantía de que no era violenta, ni física ni mentalmente, y tampoco potenciaba el masoquismo de las crudas enfermedades. <span style="color: #0432ff;">Entonces sonó una señal,</span> aplicación que le indicaba la entrada de un nuevo correo en su ordenador. Pasaban veinticinco minutos de la medianoche. Para su extrañeza, al abrir su buzón, comprobó con satisfacción que <span style="color: #0432ff;">¡no era un correo publicitario! </span>de los que se escapan de las redes del spam. Era de tipo personal y lo remitía alguien cuyo nombre era <b><span style="color: #0432ff;">CECILIA</span></b>. El título del mensaje lo componía una sola palabra: <span style="color: #c00000;">Reencuentro</span>.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Claudio tenía por costumbre, en los últimos tiempos, no abrir e-mails de origen desconocido, pues es su mayoría eran aburridas ofertas publicitarias, que en principio parecían atrayentes, pero casi siempre resultaban “engañosas” según su experiencia. Aún así, repasó mentalmente, pero no caía en personas “inmediatas” con ese nombre. Por esos porqués de difícil respuesta, se animó a la apertura del mensaje. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Buenas noches, querido e inolvidable Claudio. Tal vez ya no te acuerdes de mí, es natural. Fuimos compañeros de facultad, en Granada, hace más de cuarenta años. Tuvimos una gran amistad, plena de afecto y cariño (no creo equivocarme). Incluso nuestra relación íntima podría considerarse como una forma de noviazgo, aunque uno y otro evitamos utilizar ese concepto. Finalizaste la carrera un año antes que yo. En el verano de tu graduación, te escribí una escueta carta en la que te pedía que nuestra relación afectiva debía finalizar. No te ofrecí más razones, acerca de mis motivos. Fuiste muy elegante, todo un señor, aceptando mi “extraña” decisión. Entiendo que eran también meses muy difíciles o complicados, porque estabas entregado en la búsqueda de una salida profesional. Lo cierto es que desde entonces no hemos tenido contacto alguno. He localizado en Internet tu correo electrónico. En las redes, hoy casi todo es posible. Por eso me he animado a escribirte. Me agradaría saber algo de ti. Si alguna vez tiene un ratito, me haría feliz recibir algunas letras por tu parte. En todo caso, cuídate, en la circunstancia y lugar en donde estés. Te deseo lo mejor. Mis mejores recuerdos son para tu persona. Un beso. Cecilia”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Al veterano profesor jubilado le dio un vuelco el corazón. De inmediato se le hicieron presentes muchos recuerdos, de esa persona que, por supuesto conocía y que estuvo tan cercano a él hacía más de cuatro décadas. <span style="color: #0432ff;">¡Cómo no había caído antes en reconocer el nombre de Cecilia! </span>Apagó el ordenador y fue a la cocina para hacerse un aromático café. Sentado en un cómodo sillón de su sala de estar, con sólo la luz lunar que entraba por la cristalera, fue sorbiendo lentamente la sabrosa infusión, recomponiendo mentalmente unos años muy importantes de su lejana juventud. Ante todo, se preguntaba de ¿<span style="color: #0432ff;">por qué ahora, </span>aquella importante y muy querida compañera, había decidido contactar con él, haciendo renacer muy sensibles e importantes vivencias?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Efectivamente, Cecilia Avilés había sido <span style="color: #0432ff;">una entrañable y querida compañera</span>, en la facultad de Filosofía y Letras, cuando ambos cursaban la licenciatura de GH. Ella lo hacía en un curso menor que el suyo. Si en la actualidad él sumaba los 66, Cecilia tendría ahora 65 o tal vez uno menos. Se conocieron o entablaron amistad una tarde, por cierto, bastante fría y lluviosa, en la biblioteca de la <span style="color: #c00000;">facultad de “Puentezuelas</span>”. Había olvidado los bolígrafos para tomar apuntes de un libro que consultaba, por lo que pidió a su compañera de asiento si podía prestarle algo para escribir. Era Cecilia. A partir de este simple y natural gesto, fueron intimando en sucesivos encuentros vespertinos para el estudio. Durante los pequeños descansos que hacían en el estudio (poco a poco, esos intervalos se hicieron más largos), compartían el café de la media tarde, con algo de merienda, en el bar de facultad que dirigía, Juan “el brujo”, apelativo en modo alguno ofensivo, sino cariñoso o divertido, local situado junto al salón de estudio o “ligoteca”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Esas gratas conversaciones entre los dos alumnos fueron casi habituales de lunes a viernes, ya que ambos tenían las clases en horario matinal. También aprovechaban los sábados por la tarde, para quedar citados en esa Plaza de la Trinidad que les venía muy bien para “quedar”. Comenzaron a salir como amigos, cada vez más próximos en la intimidad y en el afecto. Aficionados al cine, no se perdían la sesión de las siete para acudir al <span style="color: #c00000;">cine Príncipe</span>, en donde proyectaban densas y reflexivas películas de ”Arte y Ensayo”, generalmente cine alternativo y normalmente rodado en las maravillosas tonalidades del blanco y negro. Cuando la sesión finalizaba, disfrutaban, con buen apetito, de la muy “sociológica” <span style="color: #0432ff;">ruta de las tapas</span>. No pasaban de la “tercera”, porque la cerveza o el tinto ya se hacía notar y podía nublar la visión, a pesar de las suculentas tapas que acompañaban a los vasos. Les gustaban mucho las de carne con tomate, las de morcilla alpujarreña bien frita, las sabrosas ensaladillas y las papas a lo pobre o las papas bravas ¡Cómo picaban estas papas aliñadas, en el tugurio de Venancio el motrileño! Le gustaba ir cogidos de la mano subiendo las empedradas calles del <span style="color: #c00000;">Albaycin</span>, sentirse juntos en los atardeceres de San Nicolás o en el Campo de los Mártires, con el embriagador aroma nazarí que tan bien está repartido por todos esos rincones llenos de poesía, flores y romanticismo, de esta ciudad singular, mágica y soñadora. Hacían también divertidas excursiones, especialmente a la Sierra, gozando de ese romántico tranvía que a poco iba a dejar de funcionar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ella, como granadina, vivía en casa de sus padres. Claudio, malagueño, residía durante el curso en un Colegio Mayor Universitario. <span style="color: #0432ff;">Durante las vacaciones</span>, intercambiaban cartas manuscritas, recuerdos y alguna que otra llamada telefónica, gestos que mantenían la unión entre dos jóvenes que se necesitaban, comprendían e ilusionaban con esa cariñosa amistad que tan bien los unía. Desde luego, si lo de ellos era un lógico noviazgo entre dos personas que tan bien se llevaban, uno y otro evitaban el comportamiento “acaramelado” que ridiculizaban viéndolo en el quehacer de otras parejas. Lo importante era estar juntos, pensar y estudiar juntos y disfrutar la ilusión también juntos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero de manera harto extraña, en los últimos meses de carrera para Claudio, <span style="color: #0432ff;">algo difícil de explicar ocurrió</span>. Durante mayo/junio percibió en Cecilia un cambio en su carácter o trato, difícil de explicar o entender. Veía como si la relación se fuera “enfriando”, sin que hubiese motivo o razón justificada para ello. En todo caso, él lo achacó al estrés y a los nervios por la llegada de los exámenes de final de curso. Ante el final de su carrera, fue pensando para el futuro en preparar oposiciones a profesor de secundaria o entrar en esas listas para ejercer como profesorado interino. Por supuesto entendía que su situación como residente en el Colegio Mayor finalizaba, por lo que tendría que buscar acomodo en alguna casa compartida con otros estudiantes y opositores. Sin embargo, estando ya en Málaga, recibió en su domicilio familiar una carta, verdaderamente extraña en su contenido. Era de Cecilia (era granadina y vivía con sus padres y hermano). En esa críptica carta, ella le decía, que <span style="color: #0432ff;">consideraba mejor para los dos poner fin a su relación</span>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Le preguntó a su muy querida amiga y compañera, por “activa y pasiva”, el motivo de esta ruptura “unilateral”, pero Cecilia le respondió que lo mejor para ambos era el silencio y conservar el afecto de los buenos recuerdos, rogándole que no se volvieran a ver, a fin de evitar sufrimientos inútiles y dolorosos. Claudio pensó con racionalidad que quizá ella había puesto sus ojos afectivos y su corazón en alguna otra persona. Como buen deportista, tendría que admitir el resultado de una decisión humana que, con responsabilidad, debería respetar en su totalidad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Fue en su ciudad, la bella Málaga, en donde encontró acomodo laboral en la docencia privada. También consiguió “entrar” en esa lista, siempre complicada, de los aspirantes a interinidad en los institutos, esperando le llegara su oportunidad. Siguió preparando oposiciones que en una segunda oportunidad consiguió aprobarlas y obtener plaza en su ciudad, aunque antes tuvo que recorrer como itinerante algunos institutos de la geografía andaluza. Ya para entonces, Clamia se había cruzado en su vida y con ella formó una unida familia que en la actualidad aún mantiene.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">El recuerdo de Cecilia, su primer amor, se fue difuminando</span>, en su mente y corazón. Ninguno de los dos “movió ficha” para mantener al menos un correcto y cordial contacto. Incluso en las navidades no hubo comunicación alguna entre los dos grandes y afectivos compañeros de carrera. Aquel noviazgo, definitivamente había desaparecido. Y ya en plena jubilación de los años de docencia, a los 66 le llegaba este mensaje de Cecilia, verdaderamente difícil de explicar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Por educación y añoranza en aquel cariño juvenil, también hay que decirlo, <span style="color: #0432ff;">Claudio respondió aquella misma noche</span>, con esa cordialidad que siempre se agradece, aunque hubiera “miles” de preguntas que plantear y responder. Le narró, a grandes rasgos, lo que había sido su vida, profesional y también familiar. Ante de finalizar esa misiva (en la que hubo instantes un tanto emocionales, en los recuerdos de hacía cuarenta y tantos años) no pudo reprimir esa pregunta que tantas veces se había hecho, sin poder obtener respuesta para el sosiego o la esperanza: <span style="color: #011893;">“tendrás que perdonarme, pero nunca logré hallar respuesta o suficiente explicación, a tu “misteriosa despedida para nuestra muy íntima amistad y encariñada relación. Han pasado más de cuatro décadas. ¿Por qué no decirme ahora lo que realmente ocurrió en aquel mi final de carrera, para que hayamos estado en silencio tan largo período de tiempo?”</span>. Tras la despedida, pulsó la tecla de enviar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pasaron los días y la respuesta no llegaba. En realidad, <span style="color: #0432ff;">Cecilia se caracterizaba por ser persona llena de atractivos misterios y nebulosas respuestas. </span> “¿Cómo habría sido mi vida con Cecilia? Pregunta que en esos días se hacía una y otra vez. La verdad es que no le había ido mal con Clamia, pero esa ilusión de juventud universitaria, con aquella siempre misteriosa, pero agradable, cariñosa y a ratos divertida compañera, ahora no le era fácil de olvidad. Con su correo habían renacido recuerdos, gestos, palabras, ocurrencias, risas, travesuras y dulces palabras. ¿Qué ocurrió? Solo ella tenía la respuesta que con celo y silencio había guardado en tan largo periodo de tiempo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El destino quiso ser condescendiente. Una tarde de jueves, Claudio recibió una llamada. Al otro lado de la comunicación estaba Cecilia, con una voz algo más grave, de como él la recordaba. Le temblaba el pulso, cuando de inmediato, tras los saludos, ella le propuso una muy interesante posibilidad. <span style="color: #011893;">“¿Qué te parece si haces unos km y nos reunimos el sábado en Granada para compartir un almuerzo? También te invitaré a merendar en la calle de las teterías, antes de tu vuelta para Málaga. Total, el viaje lo haces en poco más de una hora”. </span>Claudio no lo dudó ni un instante. Quedaron citados en la mañana del sábado, a las 12, en la emblemática <span style="color: #c00000;">Plaza de Bib-rambla</span>, en pleno centro antiguo de la ciudad nazarí, a dos pasos de la catedral. Era junio, al igual que cuando hacía 43 años se despidieron y vieron por última vez.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Se excusó con Clamia, comentándole que iba a tener un encuentro con viejos amigos de estudio. “No te preocupes, pues tenía previsto pasar un día de playa con unas amigas, ya que el tiempo ha mejorado mucho, adelantando el inminente verano”. Dos días más tarde, muy de mañana, Claudio partió hacia su querida y añorada ciudad de Granada. Marchaba con tiempo suficiente para recorrer algunas calles llenas de recuerdos y vivencias, de sus años de estudio. Hacía unos seis años que no había vuelto a la ciudad nazarí. En una hora y quince minutos, tras hacer un breve descanso en el restaurante La Parada, en el término municipal de Huétor Vega, entró en Granada, por la carretera de la circunvalación.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Dejó el coche en los aparcamientos de <span style="color: #c00000;">San Antón</span>, junto al rio Genil y comenzó ese dulce y sentimental paseo por una hermosa ciudad, no muy diferente a la que recordaba de sus años juveniles. Recorrió un buen trozo del <span style="color: #c00000;">Paseo del Violón</span>, tras cruzar el Genil, con sus frías aguas procedentes del deshielo primaveral desde Sierra Nevada. En la <span style="color: #c00000;">Carrera del Genil</span>, se detuvo unos minutos en el templo de las Angustias, la patrona de la ciudad. Y de allí, a <span style="color: #c00000;">Puerta Real</span>, siempre muy transitada, alegre y romántica, con el antiguo teatro-cine, Isabel la Católica, hoy sólo teatro. Observó el muy buen estado de conservación del edificio, desde su construcción en 1950. ¡Cuántas obras de teatro compartió allí, desde las alturas del segundo piso, con su “amor de juventud”, Cecilia Avilés! Giró en su caminar hacia <span style="color: #c00000;">Reyes Católicos</span>, hasta la <span style="color: #c00000;">Plaza Isabel la Católica </span>y desde ese punto bajó hacia la <span style="color: #c00000;">Capilla Real </span>y desde allí a la <span style="color: #c00000;">plaza de Bib-rambla</span>. Le agradó mucho ver los puestos de flores, que daban buen aroma y color a la plaza. Podía divisar un trozo de la Catedral y en el lateral izquierdo, el restaurante El Áncora, punto de encuentro con su antigua amiga. Faltaban unos diez minutos para que sonaran las campanadas musicales del sacro monumento catedralicio. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ya sentado en la terraza exterior, <span style="color: #0432ff;">vio acercarse a dos señoras </span>(una parecía algo más joven) que lo miraban con insistente fijeza. De inmediato captó que una de ellas era Cecilia quien, al igual que él, mostraban un cuerpo “castigado” por el paso del tiempo. La pareja de señoras lo habían reconocido sin dificultad, pues él había indicado como iría vestido. Se levantó de inmediato e intercambiando sonrisas besó a su viejo amor.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Querido Claudio, te he reconocido sin tener que fijarme en tu vestimenta. Te conservas muy bien. Pareces un chaval … Quiero presentarte a mi pareja, amiga o esposa: <b>ANABELLA</b>. Ha compartido felizmente mi vida, durante los últimos cuarenta y dos años”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Claudio comprendió, sin mayores deducciones, la respuesta que le estaba dando Cecilia a su insistente pregunta. Los interrogantes de cuarenta y tantos años habían quedado desvelados. Por supuesto, saludo con un cariñoso respeto a esta señora, que efectivamente parecía algo más joven que su compañera. Se le notaba en sus expresiones, siempre llenas de alegría y desenfado, un castellano algo italianizado. A los pocos minutos se excusó amablemente, ya que tenía que acudir a un asunto de cierta urgencia. Era una forma educada de dejar solos a los dos “tortolitos” de Universidad. Anabella seguía ejerciendo de fotógrafa profesional, vinculada a diversas agencias de noticias.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhg7dOl704x6n2xTA1iCJ7d2qDC78YdFri0-a8pgxza9VFFKzb0Rj69hBbnocQBogub_zI-Rj3zhctqUOkvs3tLmuCipR1tadG2TEl8rWan3kpXHX9J1vEYe2peSgryohBAs71Dx64OcKwsaQlTuPlmws2iTXcolvgzttHjnX7ou2R2PKSsVsSg_AYFWLE/s797/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="797" data-original-width="574" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhg7dOl704x6n2xTA1iCJ7d2qDC78YdFri0-a8pgxza9VFFKzb0Rj69hBbnocQBogub_zI-Rj3zhctqUOkvs3tLmuCipR1tadG2TEl8rWan3kpXHX9J1vEYe2peSgryohBAs71Dx64OcKwsaQlTuPlmws2iTXcolvgzttHjnX7ou2R2PKSsVsSg_AYFWLE/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="230" /></a></div>La jornada transcurrió como ambos antiguos compañeros habían previsto. Hubo el lógico intercambio de regalos: un gran ramo de flores, con una elegante esclava de oro, para ella, mientras que él recibió una cajita de siete Cds, conteniendo una recopilación de las mejores piezas orquestales interpretados en los conciertos anuales celebrados en los veranos del Generalife. Abundante diálogo en el almuerzo y la sobremesa. El té lo tomaron en un bien decorado local en la calle de las teterías, en la subida al Albaycín. Ninguno de los dos tuvo la indelicadeza de referirse a los motivos de ruptura en aquel verano del 75. La habilidad de Cecilia, presentando a su compañera de vida era digna de aplauso. <span style="color: #011893;">“Me alegro de que hayas sido muy feliz. Me ha parecido una persona capaz de llenar de alegría y amor los minutos y las horas que sustentan vuestras vidas”.</span> Cecilia no respondió, sólo sonrió, asintiendo con la cabeza. El sol se iba despidiendo, con ese color anaranjado de los susurros y misterios, tras la colina de <span style="color: #c00000;">la Alhambra</span>. Como en los viejos tiempos, Claudio y Cecilia disfrutaban, en silencio y cogidos de la mano, contemplando ese dulce y romántico atardecer, desde el <span style="color: #c00000;">Mirador de san Nicolás</span>. –<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">REENCUENTRO<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">CON LA NOSTALGIA</span><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: #c00000; font-size: 10.5pt;">Viernes 01 marzo 2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdsYiCLv4N_-WyKSvaNlJDXl0vVHyE4GezzbV125b-N-ll2GXOtMxhx4_vOnQ6N4Y6G4HNxY3ypML5mTISuPVYDa3jEVjUecKy7inOoBIAabollpd0tkVrfmaiDPHgrNB9oh4QH-ZA5abH2RYbwO-AraYx9mnHC1hU-81Cqo_3tm1yq02yPhLxHhaRxlA/s546/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="414" data-original-width="546" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdsYiCLv4N_-WyKSvaNlJDXl0vVHyE4GezzbV125b-N-ll2GXOtMxhx4_vOnQ6N4Y6G4HNxY3ypML5mTISuPVYDa3jEVjUecKy7inOoBIAabollpd0tkVrfmaiDPHgrNB9oh4QH-ZA5abH2RYbwO-AraYx9mnHC1hU-81Cqo_3tm1yq02yPhLxHhaRxlA/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-45398886377165132272024-02-23T02:44:00.000-08:002024-02-23T02:44:21.822-08:00EL INSOLIDARIO RECHAZO SOCIAL<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZuN_R9nuc7ndmDBjlEh1d5e22O2tWh6NBjhrMZm-YyLSxQkjP2eTg11Lsvb9ZHCMJY0wwya_sO0OXeOxTel_LeVKPfjJA8uMSIgiOncUqWhk4fEcefSoDuf6BC52Bv1D7w7yEe4bMZGhgQQ99yvE8dt7asvoYABIfhyrv-Y9Hbjb680s8kCcRPkuVsF4/s781/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="781" data-original-width="571" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZuN_R9nuc7ndmDBjlEh1d5e22O2tWh6NBjhrMZm-YyLSxQkjP2eTg11Lsvb9ZHCMJY0wwya_sO0OXeOxTel_LeVKPfjJA8uMSIgiOncUqWhk4fEcefSoDuf6BC52Bv1D7w7yEe4bMZGhgQQ99yvE8dt7asvoYABIfhyrv-Y9Hbjb680s8kCcRPkuVsF4/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="234" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Es frecuente, e incluso normal, que haya personas que “nos caen bien”, mientras que otras nos producen el efecto contrario. Pero no siempre tenemos razones concluyentes o bien justificadas para esa aceptación o ese rechazo. En general, suelen ser “nimiedades” o “desencuentros” los que podrían “explicar” esa dúplice y opuesta percepción, positiva o negativa, hacia las personas que comparten nuestra existencia. Pero así somos, bastante complicados, en nuestra forma de ser y actuar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando te sientes “rechazado” por el entorno social buscamos motivos o cambios en nuestro comportamiento, a fin de borrar “esa posible mala imagen” que lógicamente a nadie le gusta sobrellevar. Pero las soluciones a ese rechazo por parte de algunos o de muchos no son fáciles de encontrar y aplicar. En este curioso contexto se inserta nuestra interesante historia de esta semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">El personaje nuclear de este relato tenía por nombre <b><span style="color: #0432ff;">HILARIO</span></b><span style="color: #0432ff;"> Cantalapiedra Capitán</span>. 43 “primaveras”. Trabajaba desde hacía unos tres lustros en una funeraria, denominada “La Popular”, compaginando dicha necesaria y social labor con la cobranza personal de los recibos mensuales de El Ocaso, labor ésta que realizaba preferentemente durante las mañanas. Estas dos funciones laborales eran conocidas, lógicamente, por sus convecinos del barrio malacitano de Lagunillas. Y este conocimiento provocaba un cierto “recelo” o incluso rechazo, hacía este honrado trabajador. Entre los chascarrillos populares, muchos le llamaban “el funerario” y las chanzas llegaban hasta la cruda expresión de “el <span style="position: relative; z-index: -1895818240;"><span style="height: 138px; left: 41px; position: absolute; top: -46px; width: 435px;"><img height="138" src="file:////Users/joseluiscasadotoro/Library/Group%20Containers/UBF8T346G9.Office/TemporaryItems/msohtmlclip/clip_image001.png" v:shapes="Rectángulo_x0020_8" width="435" /></span></span>cobrador del infierno”. Realmente, su propio aspecto físico no ayudaba a borrar esos desafortunados apelativos, que tantos convecinos aplicaban. Era un hombre bien delgado, de mirada “penetrante”, con un gran bigote “a lo Rasputín” y una perilla en la barbilla, a lo Trotsky. Además, cuando abría su amplia boca, mostraba dos grandes incisivos, por lo que también era llamado “el vampiro”. Para colmo era usual que vistiera de negro, lo que tensionaba la visual de su tétrica y patética figura. La nula bondad de algunos, lo señalaban como “el enterrador”, cruel apelativo que mucho le dolía, pues entendía dicho vocablo con un sentido notoriamente peyorativo. En estos barrios populares de los cincuenta y sesenta, en el XX, “todo” llegaba a oídos de todos.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Formaba matrimonio con <b><span style="color: #0432ff;">CASILDA</span></b><span style="color: #0432ff;"> Narcea Rollán</span>, una obesa esposa que trabajaba como dependienta en la panadería /pastelería La Española. Era mujer bastante golosa, por lo que su cuerpo iba progresivamente aumentando, sumando peligrosamente kilos. Cuando alcanzó los 85 kg. comenzaron a llegarle severos problemas de salud (azúcar, riñones, corazón, etc) por lo cual sus doctores le impusieron rígidos regímenes en la dieta, pero su gula incontenible le inducía al incumplimiento de esas normas en la ingesta, a pasar de los regaños de su marido Hilario. Incluso a nivel de barrio era llamada “la bomba”, “la bola”, “el tanque”. Pero la dulcera seguía comiendo incentivada por el apetitoso trabajo que desempeñaba. Así que un infortunado día, su estructura orgánica falló, dejando al pobre Hilario sumido en una triste y profunda soledad. El matrimonio no había gozado de la alegre y vital “visita de la cigüeña”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sobrellevando la muy dura desgracia, Hilario mantuvo sus hábitos laborales. Pero la ausencia de su Casilda potenciaba en el funerario esa percepción desalentadora del rechazo social, sin que hubiera realmente motivos para ello, como no fuera el necesario trabajo que desarrollaba. No tenía apenas amigos, por lo que, al terminar su jornada, también durante los fines de semana, la vida se le presentaba un tanto aburrida, desalentada, angustiosa. “Encendía” la radio, leía las páginas del diario Marca o acudía, de tarde en tarde y siempre en domingo, al cine, a fin de echar la tarde con algún programa doble en el Avenida o en el Capitol. Aunque también se desplazaba al Molinillo, a otro cine de barrio, como era del Duque. Carecía de otras aficiones y las “grandes” lecturas le cansaban la vista.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero la Providencia quiso cambiar en algo la vida de esta solitaria persona, que tampoco es que hiciera mucho por romper la injusta malla social que lo aislaba en su nublada y ocre privacidad. El origen de esta influencia transformadora iba a estar en una gran “revolución tecnológica” que llegaba a la sociedad española: el gran fenómeno audiovisual que suponía la televisión. En Málaga comenzaron a verse los primeros televisores, con sus emisiones correspondientes, a principios de 1961 (en la capital de España, unos cuatro o cinco años antes). Pero la gran mayoría de las familias humildes carecían de los medios económicos suficientes como para adquirir esos voluminosos aparatos, que emitían en blanco y negro, trayendo el “cine” a casa. Solo emitía una cadena, la nacional y “todopoderosa” Televisión Española, desde sus primeros estudios en el Paseo de la Habana madrileña.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El tener un televisor era “cosa” de ricos. Algunos bares y restaurantes invertían en la adquisición de uno de estos aparatos que generaban la admiración y el entusiasmo de niños, jóvenes y mayores, que contemplaban ¡extasiados” casi todo lo que “manaba” por la pequeña pantalla. Tanto en el barrio donde residía Hilario, como en la mayor parte de la superficie provincial, eran muy pocos, los que podían tener “el cine” en casa. Aquellas también voluminosas radios “de lámparas” (algunos tenían transistores de contrabando, por ejemplo, en calle Siete Revueltas …) seguían siendo las reinas de la distracciones y comunicaciones familiares. Toda la familia estaba atenta al “parte” de las 22 horas, los capítulos de la novela por las tardes (destacaba la lacrimógena Ama Rosa) los alegres y muy sociológicos programas de discos dedicados (que sustentaban buenos ingresos para las respectivas emisoras del “Movimiento” por la publicidad que acarreaban). Y no podemos olvidar el Carrusel deportivo de los domingos por las tardes, emitido desde radio Madrid de la cadena SER, emisora de titularidad privada. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El cura párroco del Santuario de Ntra. Sra. de la Victoria, <span style="color: #0432ff;">el padre <b>TEODORO </b></span>tenía la muy aconsejable cualidad pastoral de conocer bien a sus feligreses. Por consiguiente, era consciente de la cerrazón social que muchos convecinos deparaban a la persona de Hilario Cantalapiedra, básicamente por los dos oficios que desempeñaba. Precisamente, en estos duros momentos en los que el cobrador del Ocaso había enviudado, el sacerdote entendía que ese rechazo era poco cristiano y nada fraternal, aunque también consideraba que este convecino tampoco había hecho mucho por integrarse social y afectivamente en el seno de la barriada donde residía. Así que una tarde, este buen párroco, ya con muchos años a sus espaldas y con la jubilación cercana (alcanzaba los 74 años) se llegó a la funeraria La Popular, con la intención de mantener un franco diálogo con su insigne y solitario feligrés.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3; color: #011893;">“Hermano Hilario. Bien conoces que mi vocación y obligación, sustentada en la fe, me lleva a ser el “pastor” de toda la feligresía. No malinterpretes lo de “pastor”. Mi función es la de procurar que entre todos los convecinos reine la bondad, el amor y la mejor camaradería. Por supuesto que no se me oculta que somos personas, con defectos y debilidades. Conozco bien la realidad que te afecta. Sé que, desde hace años, los vecinos no te han abierto sus brazos en amistad como debían. Y todo, porque ejerces un digno y honrado trabajo, fundamental para el buen funcionamiento de la sociedad. Gracias a ti y a tus compañeros de trabajo, cuando llega el momento en que nuestras almas vayan a unirse con el creador, los cuerpos quedarán aquí en la tierra, Y es necesario hacer un buen uso de esos cuerpos que ya no tienen vida. Han de volver a la tierra, de donde partieron para la vida, mientras las almas comparten el reino celestial con el Salvador. Y ese necesario oficio no debe ser motivo, en ningún caso para establecer estúpidas, necias fronteras y recelos entre unos y otros.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3; color: #011893;">Ahora que has enviudado, entiendo y comprendo que te sientas muy solo, precisamente cuando más se necesita el calor y la amistad de los vecinos. Hilario, tendrías que hacer algo, poner algo de tu parte, para conseguir que la vecindad se acercara más a ti y a esa hospitalidad que es tan necesaria para sobrellevar las dificultades de esta vida terrenal. Se me ha ocurrido una idea, que te la vengo a proponer, para ver qué te parece.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3; color: #011893;">Ha llegado la televisión a Málaga. Pero vivimos en un barrio humilde, con mucha pobreza, lo que provoca que la mayoría de las familias no puedan adquirir un televisor para su sana distracción. Tú tienes una casa espaciosa, y sobre todo, con un gran patio, en su parte trasera. Allí, ahora que llega el buen tiempo, podrías poner un aparato de televisión e invitar a los convecinos para que te hicieran una grata compañía, disfrutando de algunos programas, durante las tardes o las noches, aprovechando fundamentalmente los fines de semana. Las obras de teatro que emiten, en el espacio de ESTUDIO 1 son muy distraídas y divertidas, Los programas infantiles, las películas que programa TVE, los concursos y los partidos de futbol que retransmiten, serían momentos muy apropiados para verlos en compañía de quien quisiera acudir a tu domicilio.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;"><span style="background-color: #cfe2f3;">Si tienes algunos ahorros (la iglesia te podría también ayudar con la Obra Social) podrías intentar comprar un televisor. En Holanda Radio Luz tengo buenos conocimientos y amistades. Te pondrían un precio asequible e incluso te permitirían pagarlo en cómodos plazos. Me pongo en contacto con el encargado de los aparatos electrónicos, J. Téllez, y todo serían facilidades. Piénsatelo. TE montan la antena en un par de días y ahora que llega el buen tiempo primaveral, sacas el televisor a ese gran patio que tienes en tu casa. Y cuando pongan un programa interesante, abre las puertas de tu vida, para que esos aburridos vecinos te acompañen en la distracción. Ese primer día, yo me acercaría a tu domicilio para acompañaros. Y me acompañarían algunos vecinos. Es una buena oportunidad, Hilario, te lo aseguro”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Don Teodoro tenía la bendita cualidad de hacer las cosas bien. Estaba convenciendo al cobrador del Ocaso de que aquel gesto podría reportarle muy buenos beneficios sociales. Efectivamente, en el comercio de la calle Granada, los encargados de Holanda Radio (tras la llamada del párroco) dieron las máximas facilidades para la venta de ese aparto Philips que Hilario compró muy ilusionado. Un martes se firmaron las letras y el jueves la antena y el televisor ya estaban debidamente instalados. Ese sábado de marzo retransmitían un Atlético de Madrid-Barcelona, desde el estadio Metropolitano, en la capital de España. El viernes por la mañana, Hilario puso un cartel en la puerta de su casa, cuyo texto decía:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #c00000;">MAÑANA SÁBADO, RETRANSMITEN POR TELEVISIÓN UN INTERESANTE PARTIDO DE LA LIGA DE FUTBOL: ATLÉTICO DE MADRID -BARCELONA. LOS VECINOS QUE LO DESEEN PUEDEN VERLO, VINIENDO AL PATIO DE MI CASA. NO HAY QUE PAGAR NADA.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Hizo lo mismo el domingo, para ofrecer ver la película que ponía TVE, en sesión de noche.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El primero que entró por la puerta de Hilario fue don Teodoro. Venía acompañado de seis feligreses del barrio, a los que se unieron durante el partido hasta nueve más. Y el domingo, para la película de la tarde, acudieron hasta treinta y un vecinos, que bien alegraron el gran patio del vecino que hasta ese momento habían rechazado, de una u otra forma. La alegría para poder disfrutar del televisor que Hilario les ofrecía, con tan divertidos e interesantes programas (como las obras de teatro, los resúmenes de los partidos del domingo, que emitían los lunes a las ocho de la tarde, los programas de variedades y concursos, etc.) se había generalizado por todo el populoso barrio victoriano.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Los “invitados” a la programación no acudían con las manos vacías. Traían bolsas de cacahuetes, pipas de girasol, algunos bizcochos, la muy apreciada tortilla de patatas. Tampoco faltaba la fuente de palomitas de maíz. Agua fresca, en aquellos búcaros de cerámica amarilla, que se agradecía en los días del terral. Lógicamente, no había en casa del generoso anfitrión los suficientes asientos para tantos visitantes. Así que los ilusionados invitados traían sus propias banquetas, sillas plegables y también cualquier taburete donde poder sentarse. Don Teodoro que asistía a estos eventos (a pesar de que no le gustaba acostarse tarde, pues tenía por costumbre madrugar, para hacer sus oraciones y preparar la misa de las 8:30 de la mañana) llegó a contar un fin de semana hasta 78 visitantes, a ese patio que Hilario ofrecía para ver las emisiones de televisión.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">De alguna forma, la actitud de la gente con el vecino “del televisor” fue gradualmente cambiando, aunque siempre había personas testarudas y recelosas, a causa del “oficio” que desempeñaba el vecino Cantalapiedra. Estos “rudos” feligreses no daban su brazo a torcer. Pero la habilidad del padre Teodoro iba dando sus buenos frutos para la mejor armonía social.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Al paso de los meses, el precio de los aparatos de televisión fue bajando y a modo de “hormiguitas” muchas familias iban ahorrando para llevar a su casa a ese gran adelanto “cinematográfico” de la década de los sesenta. Los tejados de las viviendas se fueron, poco a poco, poblando de esas grandes y destartaladas antenas que, a modo de “pararrayos”, traían las imágenes y la distracción a esos hogares que necesitaban un compañero audiovisual para la tradicional, y nunca olvidada, radiodifusión. También los bares, tabernas y restaurantes instalaban grandes monitores televisivos, a fin de atraer clientela, especialmente con la retransmisión de los partidos de fútbol.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El sustituto de don Teodoro, <span style="color: #0432ff;">el padre Benigno</span>, decidió instalar también un televisor en el muy amplio salón parroquia, a fin de atraer y controlar a la juventud del barrio de “desordenadas” diversiones para su salud espiritual y física. Todos estos factores fueron restando protagonismo a la opción del patio del vecino Hilario quien, aplicando una cierta inteligencia, <span style="color: #0432ff;">fue cambiando su “look </span>facial”, afeitándose el gran bigote que siempre había llevado y también la “intrigante” perilla en la parte inferior de su rostro. El color negro, tradicional de su vestimenta y que tanto imponía a sus convecinos, también fue cambiando por tonos más aclarados y alegres.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjH_dYeeIXGJ_mgOFsaa1YYkOpVBEXVwnNk8oOvOsmHIb1sZNEp_toN3Ibq3QdTqFZmb1Mz7zO0lnipFN1sAfOPNgrYHM2420nYrpqp-zDam_AnEPRzWf1eXD0Sm3bjpzKVz1U6B7Nh-kUMQruWCTHdYUOCJPb5ycI6Tc5jhrYO4WKzMAYYXr-LJ7xDUlc/s766/Sin%20ti%CC%81tuloB.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="766" data-original-width="565" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjH_dYeeIXGJ_mgOFsaa1YYkOpVBEXVwnNk8oOvOsmHIb1sZNEp_toN3Ibq3QdTqFZmb1Mz7zO0lnipFN1sAfOPNgrYHM2420nYrpqp-zDam_AnEPRzWf1eXD0Sm3bjpzKVz1U6B7Nh-kUMQruWCTHdYUOCJPb5ycI6Tc5jhrYO4WKzMAYYXr-LJ7xDUlc/s320/Sin%20ti%CC%81tuloB.jpg" width="236" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Hilario no supo o quiso rehacer su vida familiar o convivencial. Se sentía ya mayor para reiniciar aventuras amorosas, por lo que se prestó, con generoso sentido social, <span style="color: #0432ff;">a prestar ayuda al nuevo cura </span>de su parroquia, en el auxilio de las familias más necesitadas o con miembros enfermos. Hacía visitas a estas personas que afrontaban el dolor de la enfermedad, charlando con ellos, jugando algunas partidas de dominó e incluso compartiendo el café con algunos dulces que previamente había comprado en la confitería del Compás. Más adelante, los recibos mensuales familiares, como el del Ocaso, ya se pagaban directamente a través de la cartilla de ahorros bancaria, por lo que no tenía que ir de casa en casa, con esa frase de “el cobrador del Ocaso” que en modo alguno alegraba a quienes la escuchaban.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">Cuando le llegó la hora de la jubilación</span>, Hilario Cantalapiedra decidió vender el piso que había heredado de sus padres y en el que siempre había vivido. Con el dinero que consiguió con la transacción, se compró una pequeña y deteriorada casita en medio del campo, por la zona del Puerto de la Torre, alejada de la vorágine urbana. Allí se trasladó, una vez reformada la nueva vivienda, sintiéndose feliz por estar rodeado de pequeñas colinas y valles, denso arbolado y esos sonidos de las aves del campo que tanto sosiegan. Sólo abandona su nuevo habitáculo una vez a la semana, para ir a comprar al súper instalado en el centro de la barriada malacitana. También, de tarde en tarde, visitaba a don Benigno, pasando un buen rato de diálogo con este párroco que, al igual que el padre Teodoro, tanto bien aportaron a su vida. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Esta sencilla historia debe hacer <span style="color: #0432ff;">reflexionar</span> a todos aquellos que aplican actitudes escasamente cristianas, irracionales y en nada fraternales, hacia personas que han de ejercer oficios y funciones, tal vez poco agradables, pero necesarias, para el buen funcionamiento de la estructura social. –<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">EL INSOLIDARIO<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">RECHAZO SOCIAL<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: #c00000; font-size: 10.5pt;">Viernes 23 febrero 2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;">Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue; font-size: 12pt;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvU3pHuwCcK-OokgPMzgl7_3ZNHqgQ1AmR8feABtk_A3_-huj9tU4I6G0XAMg2T5JRlRWryTgF4YUrQWXQIEEaYXh4P36cumOmeKES8ZnsCC03N5AdIoIYzLK8zoKt-kNeOoBuHG68TjunAFXMQJYRrsMMfKFnlN7Ipan54A0s1DtCJnAYBkP_AGHCggw/s542/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="382" data-original-width="542" height="226" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvU3pHuwCcK-OokgPMzgl7_3ZNHqgQ1AmR8feABtk_A3_-huj9tU4I6G0XAMg2T5JRlRWryTgF4YUrQWXQIEEaYXh4P36cumOmeKES8ZnsCC03N5AdIoIYzLK8zoKt-kNeOoBuHG68TjunAFXMQJYRrsMMfKFnlN7Ipan54A0s1DtCJnAYBkP_AGHCggw/s320/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-29028296887734048452024-02-16T02:13:00.000-08:002024-02-16T02:13:05.897-08:00ARCO IRIS, CAMINO DE LA ESPERANZA<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgCkFcr_RgeJsRHH_dd56GKB81FW4E1ybu5u3miWk_Dh8TPIe_83B07gzxfzqmV3Xgl5aQ6Y-i_tctP1CnMX0vhzv6guDwdZ6_Mu8dKje5bNXCR268LsTphcas2yvkhp9TSkXHGmxv-kuM8O9IAPxblldfcXkYF9E0bCJ_e45TwDAuM8UWGplqVo0fqIA/s787/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="787" data-original-width="559" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgCkFcr_RgeJsRHH_dd56GKB81FW4E1ybu5u3miWk_Dh8TPIe_83B07gzxfzqmV3Xgl5aQ6Y-i_tctP1CnMX0vhzv6guDwdZ6_Mu8dKje5bNXCR268LsTphcas2yvkhp9TSkXHGmxv-kuM8O9IAPxblldfcXkYF9E0bCJ_e45TwDAuM8UWGplqVo0fqIA/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="227" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">La tarde se había cubierto por un cielo densamente plomizo, que hacía adelantarse la noche cuando las manecillas de los relojes apenas marcaban las 17 horas. A lo largo de la jornada fuertes aguaceros intermitentes habían dejado la pequeña carretera, además de amplias zonas de la comarca, fuertemente enfangada, con amplios y profundos charcos que dificultaban o hacían peligrar la muy escasa circulación de vehículos, por ese espacio regional de <span style="color: #c00000;">la Mancha </span>castellana.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Desde hacía bastantes años, un muy útil y vetusto ventorrillo, ubicado en la carretera que comunicaba con la capital conquense, en una amplia zona de páramos “abandonados” en medio de “la nada” (la localidad más próxima se encontraba a unos 50 km) atendía principalmente a los rudos camioneros que necesitaban reposar unos buenos ratos, en su trasiego continuo de mercancías, tiempo que aprovechaban para echar al cuerpo ese café caliente que confortaba, esa copa de aguardiente o ese sabroso plato de estofado que hacía recuperar las energías a los esforzados transportistas de la vida.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Ese no muy espacioso ventorrillo de comidas y bebidas para la restauración tenía el sugerente nombre de <span style="color: #c00000;">ARCO IRIS</span>, nombre que hacía alusión a la enseña o cartel indicativo colocado en la zona angular más elevada de una antigua construcción, distribuida en planta baja, donde se ubicaba el comedor y la barra del bar, con un trasero para la cocina y una gran chimenea de piedra, bastante ennegrecida en donde solían arder, casi de continuo, destartalados y viejos troncos de pino y alcornoque, para calentar el espacio en donde predominaba el adobe la piedra y la endurecida madera. Una oscura y empinada escalera permitía acceder a las habitaciones privadas, cubiertas con ese tejado de losetas de pizarra, enmohecida s por el paso del tiempo, la lluvia y por los excrementos de las aves que por ese territorio sobrevolaban (garzas, halcones peregrinos, búhos, cigüeñas, cernícalos, avutardas, azores y buitres leonados).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">En la zona dedicada a los comensales había colgado un televisor de los antiguos, cuya imagen aparecía frecuentemente distorsionada por la débil señal que llegaba a esa zona en medio de páramos encadenados. La puerta que había debajo del vetusto aparato daba paso al cuarto de aseo “unisex”, generalmente con escasa limpieza y maloliente, por el descuido incívico de los usuarios y el olvido casi permanente de usar las papeleras.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Aquella fría, húmeda y entristecida tarde, tras el mostrador se encontraba (como todos los días) una señora que aparentaba más edad de la que realmente tenía (43) llamada <b><span style="color: #0432ff;">MAZURKA</span></b><span style="color: #0432ff;"> Alerca</span>, persona de origen rumano, quien durante gran parte de su vida había estado trabajando para el modesto negocio, primero con su padre <span style="color: #0432ff;">DIMITROS</span>, el fundador del establecimiento, a finales de los 80. Tras el fallecimiento de este inmigrante, por una cruel pulmonía, su hija había continuado, prácticamente sola, con el servicio de restauración, esperando siempre a ese hombre que se fijara en ella, para la cálida compañía, el disfrute del sexo y tal vez para algo de amor.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sobre las 19 horas, que marcaba un anticuado reloj de pesas, ya había anochecido. Entonces las gruesas y plúmbeas nubes comenzaron con una estruendosa descarga de chorros impetuosos de agua, más una atronadora percusión de acústicos timbales y centelleantes relámpagos, con intenso aparato eléctrico, incluso de rayos, que cegaba y deslumbraba la visión. En realidad, durante toda la tarde ningún vehículo había pasado por esa carreterita, completamente enfangada, prácticamente delante del Arco Iris, cuyas luces se tornaban aún más mortecinas, por la acuosa neblina y las obsoletas lámparas utilizadas para la señalización luminosa del local. La soledad del ambiente hacía aún más tenebroso el paisaje, salvajemente natural.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Mazurka dormitaba, reposando su mal peinada cabeza entre sus brazos cruzados sobre la barra del mesón. La única acústica que llegaba procedía de la meteorología celeste, junto al pitido aleatorio de la máquina del café, que continuaba enchufada y presta para el servicio clientelar. A la propietaria y camarera del restaurante le despertó el sobresalto de un brusco y prolongado frenazo, que se escuchó al lado del local, pues la intensidad de la lluvia que caía sin cesar y el suelo enfangado haría bien difícil la maniobra del frenado. Miró a distancia los cristales del ventanal del salón, cubiertos de vaho y añeja suciedad. No se habían limpiado desde hacía tiempo. De inmediato se apagaron las luces de los faros del vehículo que había parado delante de la puerta. A continuación, el típico portazo originado por el cierre del vehículo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pensaba la adormilada propietaria del ventorrillo: ¡A qué loco se le ocurriría estar conduciendo en una noche tan desapacible, con esta tormenta de agua y aparato eléctrico, atravesando estos parajes perdidos de la mano de dios! En pocos minutos se abrió la puerta del local, que chirriaba debido al escaso engrase aplicado a los goznes del marco. Atravesó la puerta un hombre con sombrero clásico y enfundado en una gabardina gris, todo empapado de agua que a poco que se movía chorreaba y salpicaba muchas gotas por donde pasaba.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Buenas noches ¡es un decir! Señora. Por fortuna he podido divisar las luces de su establecimiento, por lo que he decidido parar, ya que es una temeridad seguir conduciendo con el “tormentazo” que tenemos encima, Dada la hora que es (pasan algunos minutos de las 20 h.) ¿podría servirme algo de cena. Mientras me prepara algo, intentaré calentarme un poco y secar algo la vestimenta, acercándome a los troncos incandescentes del fuego en el hogar, que todavía están en ignición”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">¿Y qué le apetecería tomar? Le respondió la ya más despierta e intrigada camarera.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Me agradaría algo caliente, como un cuenco de sopa. Si tiene, un filete a la plancha con verdura o “papas” fritas, pues ideal. De bebida prefiero agua y después un café bien cargado, por si se me ocurriera seguir el camino, siempre que descampe”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">“Pues lo que tiene más cerca para llegar es Cuenca, la capital, a unos 50 km. Ahora Vd. está en un municipio de poca población llamado <span style="color: #c00000;">Abia de la Obispalía</span>. No se preocupe. Enseguida le preparo el cuenco con sopa de cocido, las patatas fritas con el filete de cordero. Mientras tanto, acérquese al hogar, aunque espere, pues voy a “avivarle el fuego”<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"> Minutos después, el suculento servicio estaba encima de la mesa. <b><span style="color: #0432ff;">GENEROSO</span></b><span style="color: #0432ff;"> Boeta </span>agradeció en mucho que la “aburrida” camarera se sentara junto a él en la mesa que ocupaba, cubierta con mantel de papel, por cierto, con algunas manchas de grasa. La camarera, pensando en cubrir su aburrimiento de casi todo un día sin personal a quien servir y pensando que aquel único comensal deseaba hablar, pues se le veía taciturno (aparte de bien húmedo) se prestó a darle algo de conversación. Y sobre todo, le interesaba a escuchar aquello que le quisiera contar. Antes de comenzar a comer, el cliente se levantó y llevó la cartera de piel que portaba al entrar y que estaba bien mojada, para dejarla junto al fuego. ¿Qué llevaría en aquella voluminosa cartera de viajante, de color beige y bien “gastada por el uso”? Todo eran preguntas para la “aburrida” ventera.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Efectivamente Generoso necesitaba hablar, en unas circunstancias tan incómodas y difíciles que en su privacidad sufría, con el fin de compartir, expresarse y sobre todo <span style="color: #0432ff;">desahogarse.</span> El extraño viajero se veía inconfundiblemente <span style="color: #0432ff;">apesadumbrado.</span> Incluso tomaba los apetitosos alimentos como “por necesidad”, pues se alimentaba bien despacio, como por obligación. Sin embargo, elogió con educación el cuenco caliente con la sopa de cocido. En cuanto al filete de cordero y las patatas, apenas consumió medio plato. Trataba de calentarse las manos asiendo entre ella el gran tazón de café caliente, que humeaba cuando se lo trajo. Ambos se acercaron al fuego y entonces fue cuando la expresividad del viajante se hizo más explícita, para compartir algo de su azarosa vida.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3; font-family: Calibri, sans-serif;">“Señora Mazurka, mi nombre es Generoso. Me gano modestamente la vida llevando la representación de una fábrica de navajas y tijeras, con sede en Albacete, la ciudad en la que nací y resido. Con confianza tengo que confesarle que mi vida es un tanto infortunada. La suerte o el destino no ha estado muy de cara para mi persona. Esta representación comercial me da apenas para comer, pues el fijo que tengo es muy reducido. Sólo con los contratos puedo sostener un poco mis necesidades, pero he de viajar mucho, para tratar de firmar contratos de un producto que normalmente compran los restaurantes de carretera y algunas tiendas especializadas para este peculiar pero necesario utensilio.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3; font-family: Calibri, sans-serif;">El tener que pasar tantas horas fuera de casa creo que me está arruinando la vida. En concreto, mi postrero matrimonio. Se lo explico. Siempre he vivido con mi madre viuda, una santa mujer, hasta que el cielo se la llevó, hará unos siete años. Entonces comprendí el valor de una mujer vinculada a tu vida. Por supuesto una mujer que te depare un poco de cariño. Mi madre me lo daba a raudales. Tras la dura perdida que sufrí, mi amigo Fabio, también representante, me indujo a visitar peñas de amigos, algunos fines de semana, allí en Albacete. Se afanó en presentarme señoras de mediana edad (ahora sumo los 52). La cosa es que me “encariñé” con una guapa y morena ecuatoriana, muy simpática y zalamera, llamada <span style="color: #0432ff;">MARINMA.</span> Esta chica, mucho más joven que yo, parecía que se divertía bien conmigo. Como estaba en situación irregular aquí en España, hizo todo lo posible por estar siempre muy cerca de mi. Yo la consideraba un angelical alivio contra esa dura enfermedad que es la soledad. Se vino a vivir a casa (antes tenía alquilada una habitación, conviviendo con gente muy diversa y “dudosa”) y me ayudó bastante poniendo un poco de orden en un piso que desde la muerte de “mamá” se había convertido en un incómodo desbarajuste. Marinma también sacaba unos euros trabajando como limpiadora en casas de señores o familias acomodadas. Así que vamos tirando, con lo poco que necesitamos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #cfe2f3;">Al fin me convenció para que pasáramos por el Registro Civil, a fin de regularizar nuestra convivencia y su irregular situación en España. Pero desde este momento, su actitud hacia mi persona comenzó a cambiar y no de una manera favorable. El gran problema de Marinma y mi persona es la notable diferencia de edad. En este momento alcanzo los 52 mientras que ella solo tiene 33. Su enorme y natural vitalidad, con esas ganas permanentes de pasárselo bien, choca con la realidad de un esposo que para ganarse la vida tiene que estar muchas horas ausente del hogar. Tengo la firme convicción de que mi mujer me está engañando con otra persona. Esta percepción la sostengo a través de pequeños o significativos detalles que sustentan esta tan ingrata sospecha. Lo más grave del caso, Mazurka, es que no me atrevo a “descorrer las cortinas”. ¡Qué sería de mí si tuviera que volver al trago amargo de la soledad, que tanto daño me hace! Y aquí me tiene, harto de trabajar, jugándome la vida por esas carreteras de dios y con una mujer que necesito, pero ella aspira, necesita mucho más que mis modestas perspectivas”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">El ”sufrido” viajante se aferraba a la cálida taza de café, tras narrarle sus desventuras a la ahora muy atenta Mazurka, que lo miraba con una mezcla de “compasión” y “comprensión”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893; font-family: Calibri, sans-serif;">“Dada la hora que es y las duras condiciones del tiempo, es una locura que sigas conduciendo, jugándote peligrosamente la vida. Perdona que te tutee, pero con todo lo que me has contado me siento ya un tanto cercana a tu persona y a tus problemas. Te explico que el Arco Iris no alquila habitaciones, porque se trata de un restaurante de carretera y el piso de arriba lo utilizo como dormitorio, cuarto de baño y almacén de mercancías. Pero … teniendo en cuenta la hora (faltaban escasos minutos para las diez de la noche) y el tormentón que tenemos encima, te puedo acomodar unas mantas y convertimos ese buen sofá en un aceptable camastro. Lo acercamos al fuego y así puedes pasar aquí la noche. Pienso que eres un hombre de bien, castigado por un destino que no te es propicio. En la vida son muchas las ocasiones en las que necesitamos esas manos amigas, que nos ayuden para sobrellevar nuestros infortunios. Descansa, hombre de bien. Y mañana, tras el desayuno, si el tiempo lo permite, reinicia ese viaje profesional </span><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">a la capital provincial, </span><span style="color: #c00000; font-family: Calibri, sans-serif;">Cuenca</span><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">, para seguir vendiendo tus navajas y buenas tijeras”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">De esta fraternal manera, Generoso, pleno de agradecimiento hacia la hospitalaria “ventera” una mano amiga en tan críticos momentos, quedó dormido con presteza, descansando su cuerpo y su mente, al calor sereno de un hogar con unos leños incandescentes, que ofrecían una bella plástica térmica. Mazurka, tras cerrar bien la puerta del ventorrillo, dio las buenas noches y se “encerró” de igual forma en su dormitorio, bien templado por la chimenea que pasaba por el muro frontal de su cama. A pesar del acústico tronar de la atmósfera, esa noche dos personas que se acababan de conocer, pudieron descansar con la necesaria placidez física y de conciencia.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">A lo largo de la noche, la tempestuosa meteorología fue decayendo en su intensidad, Y al amanecer, aunque la temperatura ambiente marcaba apenas un grado, el cielo aparecía limpio de nubes. Generoso tenía concertada algunas entrevistas a lo largo de esa mañana, en la capital conquense. Se levantó temprano y procedió a realizar un básico aseo, afeitándose para estar bien presentable ante los futuros clientes de su representación. Observó, con satisfacción, que la dueña del Arco Iris le había dejado, encima de la mesa más próxima a su improvisado camastro, un termo con café y leche caliente. Junto al termo, un botellín de agua y un par de apetitosas magdalenas mantecadas, además de una rosácea y aromática manzana. El satisfecho y sorprendido representante dio buena cuenta del tan “cariñoso” desayuno. Lo que más le sorprendió y agradó es que junto al suculento tentempié, había una </span><span style="color: #0432ff; font-family: Calibri, sans-serif;">breve nota </span><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">que decía:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893; font-family: Calibri, sans-serif;">“Apreciado viajero Generoso. Ten especial cuidado al conducir por los caminos de estas tierras. Pueden estar embarrados, por lo que toda prudencia es poca. Siempre que pases por esta carretera, me agradaría que compartiéramos unos gratos minutos de conversación. Y un pequeño, pero sincero, consejo: no te aferres a esa relación que te hace infeliz. Tienes que pensar también en ti. Que tengas buen viaje y mucha suerte en los negocios y en tus sentimientos. En esta ocasión, invita la casa. Mazurka.”<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Esa fraternal, humana y cariñosa nota, fue guardada con esmero por el viajante en su cartera de documentos. Tenía el firme propósito de conservarla durante el resto de su vida. Sentía que debía responder, al afecto hospitalario que había recibido.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Querida Mazurka. Después de mi madre, te lo aseguro, no ha habido nadie en el mundo que me haya tratado con tanta bondad, como tu generosa persona. No dudes que nunca olvidaré esta vivencia en el Arco Iris y, de manera especial, a la buena persona que lo rige. Seguro que nos volveremos a encontrar. Gracias de corazón. Un beso. Generoso”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Estos hechos habían tenido lugar </span><span style="color: #0432ff; font-family: Calibri, sans-serif;">un 15 de noviembre</span><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">. Para sorpresa y alegría de Mazurka, exactamente un mes después, al igual que ocurrió el 15 de enero y de febrero, un mensajero de </span><span style="color: #c00000; font-family: Calibri, sans-serif;">SEUR </span><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">llegaba, a eso de las 9 de la mañana, al ventorrillo del Arco iris, con un bello ramo de flores y algún pequeño detalle (bombones, prenda de vestir o alguna bisutería). Y siempre, con la misma dedicatoria: “Con todo el cariño y afecto. Gene”. La receptora de tan elegantes detalles se sentía razonablemente halagada, manteniendo la esperanza de poder reanudad la amistad con el singular viajero de una noche de lluvia y tormenta.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">El </span><span style="color: #0432ff; font-family: Calibri, sans-serif;">15 de marzo</span><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">, para sorpresa de Mazurka, no llegó el mensajero de Seur con el precioso y tradicional presente floral, que su amigo solía enviar. Pero sobre las 11:30 de esa mañana, cuando en el interior del local había dos camioneros y un matrimonio mayor, todos ellos tomando sus tapas y cafés, se abrió la puerta del Arco Iris apareciendo la figura tan esperada y deseada de Generoso. Traía un sobre en la mano derecha y una amplia sonrisa en el rostro. A Mazurka le dio como un vuelco el corazón. Fue tal su nerviosismo que los dos cafés que llevaba en la bandeja se le cayeron al suelo. Era mucha la emoción que le embargaba. No sabía lo que decir, mientras lo miraba con una gran sonrisa, que mimetizaba la que ofrecía la cara de su interlocutor y amigo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Amiga y querida Mazurka. Hace apenas unas 24 horas que el juez de familia me ha concedido la separación de Marinma, petición que había solicitado hacia un par de meses. En esta especial situación, te declaro mi amor. Te necesito y creo que eres la mujer de mi vida., Te pido que unamos nuestras vidas para ser felices y descubrir lo mejor de esas experiencias que, por diversas circunstancias, nos han estados vedadas”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicNqHVKwNUavASConeV2hjb5LO61eSicGxt7-JaQRqGtDEGZy_jgaClAsU4VrOEMBJEkL1TMwKyNjdc5MO69Ie8jBxAPLQxcbSQk8VilZ3MljOSQtU612Q2Y216NuVGuBmwIyCl3FPkRD-VkT-FuKkWXYWuIUzl4Z-aoLkUroMdC7-LpVdt304SlFTwEQ/s774/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="774" data-original-width="564" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicNqHVKwNUavASConeV2hjb5LO61eSicGxt7-JaQRqGtDEGZy_jgaClAsU4VrOEMBJEkL1TMwKyNjdc5MO69Ie8jBxAPLQxcbSQk8VilZ3MljOSQtU612Q2Y216NuVGuBmwIyCl3FPkRD-VkT-FuKkWXYWuIUzl4Z-aoLkUroMdC7-LpVdt304SlFTwEQ/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="233" /></a><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Al escuchar tan hermosas palabras, Mazurka rompió a llorar “de alegría”. En ese momento, el representante de navajas albaceteño puso en las manos de esta buena mujer una bella sortija de oro, fundiéndose ambos en un cariñoso, fuerte y prolongado abrazo, con los sentimientos vibrantes por la emoción. Los escasos clientes del local, un tanto asombrados, comenzaron a percutir unos aplausos y vítores, dedicados a los dos enamorados.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Al paso de los meses, el ventorrillo de El Arco Iris ha sufrido y “gozado” de unas necesarias reformas. Se ha ampliado y renovado el dormitorio y el cuarto de baño, sacándose una habitación más, en el piso del edificio, para despacho de Generoso. Han contratado a un joven camarero muy servicial, </span><span style="color: #0432ff; font-family: Calibri, sans-serif;">TRINEO</span><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">, pues Mazurka gusta acompañar a su marido en muchos de los viajes que el representante ha de realizar para cumplir con su tarea de las navajas y las tijeras. Ambas veteranas personas forman un matrimonio modesto, que se siente feliz y realizado. Su origen estuvo en aquella noche tormentosa de otoño que, tal vez, los “dioses” provocaron para encauzar, inesperadamente, la vida de dos solitarias personas que necesitaban la compañía y el amor. Son los designios del destino. Pensemos si el viajante hubiera tomado otra carretera esa noche tormentosa y no hubiera conocido la existencia del ventorrillo de carretera. Por fortuna no ocurrió así y las luces adormiladas y mojadas del Arco Iris señalaron esa lúcida posibilidad, ese “tren” que, en nuestras vidas, siempre azarosa y caprichosa, nunca debemos dejar pasar. -<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc; font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 24pt;">ARCO IRIS,<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 24pt;">CAMINO DE LA ESPERANZA<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 24pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: #c00000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">Viernes 16 febrero 2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;"> </span></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKp1bl3_-cZafJuclB3-S_Og7cqdDvktfGI8yLLdJBxzLhsVjqcdAkdWtdYUa6-cgkKqet1tpoNRtKpgVM-dAkBk6gAedApgQ8qEOOSgRg1kKrtK8eOxY9nXNPqydbqVbQqx0NlQvKoIcIb8sE8_txsAfhMje2ka6n6qtSIUTH5yC5ZyK-JcJHEMhJgwA/s560/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="433" data-original-width="560" height="247" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKp1bl3_-cZafJuclB3-S_Og7cqdDvktfGI8yLLdJBxzLhsVjqcdAkdWtdYUa6-cgkKqet1tpoNRtKpgVM-dAkBk6gAedApgQ8qEOOSgRg1kKrtK8eOxY9nXNPqydbqVbQqx0NlQvKoIcIb8sE8_txsAfhMje2ka6n6qtSIUTH5yC5ZyK-JcJHEMhJgwA/s320/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-54713357597286658632024-02-09T03:02:00.000-08:002024-02-09T03:02:50.722-08:00ESAS OTRAS PERSONAS DE NUESTRO ENTORNO<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_qKe-aSWyiFdUqVHgbamSosCk2OQEFnQZebWwLgr5auHQ-LtE1RvfvcwBAwl76ArbwgBexjxAFW5iWM8iqN03L967cJM0gGMEw7KlHNmoBgxZcdDTYXvu1C3F-CSHO5jC_Hxkjrh2fr8r6XYZ_gg6XCYogi6Z2jexyZDyL4jrROSSVayEm_s_XKkLuog/s772/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="772" data-original-width="579" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_qKe-aSWyiFdUqVHgbamSosCk2OQEFnQZebWwLgr5auHQ-LtE1RvfvcwBAwl76ArbwgBexjxAFW5iWM8iqN03L967cJM0gGMEw7KlHNmoBgxZcdDTYXvu1C3F-CSHO5jC_Hxkjrh2fr8r6XYZ_gg6XCYogi6Z2jexyZDyL4jrROSSVayEm_s_XKkLuog/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="240" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">En nuestra diaria vida relacional, ¿qué sabemos de <span style="color: #0432ff;">esas otras personas que comparten nuestra convivencia </span>en el transcurso de los meses y los días? ¿Cuál es el trato que deparamos a esos otros conciudadanos, con los que nos cruzamos a diario, en ellos portales de nuestros edificios, en las calles, plazas, jardines, centros de trabajo y establecimientos varios? Es posible que desconozcamos sus nombres y apellidos, además de otros datos básicos de sus vidas (estado civil, descendencia, profesión, etc.) e incluso las dificultades y problemas, de mayor o menos gravedad, que pueden estar pasando en el ámbito de su privacidad.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Este desconocimiento “social” se suele dar más en la vorágine acelerada y densificada de la gran ciudad, mientras que, en los núcleos rurales, más pequeños en espacio y población, suele haber una mayor convivencia e interacción entre los convecinos que habitan la localidad. En este contexto sociológico se inserta el contenido de nuestro relato de esta semana.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #fff2cc;">Durante muchos años, la familia Arenas Infantes, integrada por <span style="color: #0432ff;">don <b>ANSELMO</b></span> y <span style="color: #0432ff;">doña <b>JACINTA</b></span>, con dos hijos ya emancipados y casados, solía referirse a la operaria que cada mañana, entre lunes a viernes, acudía al domicilio comunitario, a fin de proceder a la limpieza del portal, el ascensor, las escaleras y los descansillos entre plantas, como <span style="color: #0432ff;">“la señora de la limpieza” la limpiadora”, </span>aunque ya con el paso del tiempo, se le fue poniendo nombre a esa trabajadora perteneciente a una empresa de multiservicios comunitarios <span style="color: #c00000;">SERVILIMP</span>. Su nombre era <b><span style="color: #0432ff;">LEOCADIA</span></b></span><span style="color: #0432ff;"><span style="background-color: #fff2cc;">.</span><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Se trataba de una mujer de mediana edad, podría estar entre los 40 y los 50. Su labor era bastante eficaz, pues desde las 11 horas (en la solía llegar al edificio) hasta las 13, 13:30, en que finalizaba su trabajo, dejaba realmente limpio y reluciente el suelo del portal, con losetas del mismo material en las paredes, además de ese único ascensor que utilizaban los vecinos del bloque y los numerosos visitantes a determinadas dependencias del edificio. Dos veces en semana subía las escaleras del inmueble para limpiar la solería e incluso las puertas exteriores de las viviendas, los rellanos de esas escaleras, así como los distintos tramos de barandillas. Era palpable su buena y esforzada labor que realizaba durante esos cinco días de la semana, entre lunes y viernes, para satisfacción de los generalmente descuidados vecinos en la limpieza comunitaria. Bien es verdad que, en este bloque, situado en la zona del centro antiguo malacitano, estaban instalados diversos servicios externos: una consulta médica de dermatología; un gran bufete de abogados (ocupaba el espacio de dos pisos) y una gran oficina en la entreplanta, dedicada al asesoramiento fiscal y contable, así como a fondos de inversión). Por todo ello, el trasiego diario de personas no residentes en el edificio era constante, durante esos cinco días laborales de la semana.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">En este sentido, ese no muy espacioso y único ascensor del bloque, era un habitáculo que cada mañana, antes de la llegada de Leocadia, aparecía bastante carente de la necesaria limpieza (al igual que ocurría en el espacioso portal), por el descuido e incivismo de los residentes y visitantes al inmueble.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Al margen de los visitantes profesionales y pacientes para la clínica dermatológica, los vecinos residentes limitaban su relación con la señora Leocadia (llevaba 7 años trabajando en la limpieza del bloque) con ese frío y limitado “buenos días” “hola Leocadia”, como elementales saludos, aunque pronto llegaban las peticiones y las quejas formuladas, más o menos amables en el trato y en las palabras:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><i style="background-color: #fce5cd;">“Ayer alguno de los perros de los vecinos del bloque se hizo pi-pi y sus dueños como si nada. Déjelo limpio, Leo” “A las flores del parterre le falta bastante agua. Las hojas se ven bastante secas, así que no me las descuide, Leo” “Quiero comentarle que algunos vecinos se están quejando de que a los pasamanos de las barandillas no se les quita el polvo con la frecuencia necesaria. Tómelo como toque de atención”. “Parece que el cielo amenaza lluvia, Leo. Será necesario de que ponga la gran estera hasta los escalones de la escalera y el ascensor, porque después, con las pisadas mojadas y las gotas que escurren los paraguas se pone el portal hecho un verdadero asco” “Leo, algunos vecinos han debido bajar las bosas de basura no bien cerradas y además han estado goteando. El mal olor a pescado y comida rancia es insoportable. Y es que echan los líquidos dentro de las bolsas y éstas están agujereadas”. “Leo no se olvide de limpiar el parterre de las colillas de tabaco que muchos tiran entre las ramas” etc.</i><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Al margen de estas naturales y simples conversaciones, no había otros temas de conversación o intercambio con la señora de la limpieza, salvo alguna alusión al estado del tiempo, con respecto al frio, el calor o la lluvia. <span style="color: #0432ff;">¿Pero quién era Leocadia? </span>¿Cuál era su pequeña o gran historia? ¿Y su familia? ¿Cómo era su situación económica? ¿Cuáles serían sus ilusiones y problemas? ¿En qué empleaba su tiempo libre por las tardes? ¿Estaba casada o soltera? ¿Tenía hijos? ¿Dónde residía? ¿Cuáles eran sus aficiones? ¿Soportaba algún padecimiento en su salud? Lo único cierto es que era la trabajadora que hacía la limpieza para el bloque y nada más. La vecindad iba con cierta prisa cuando salían o llegaban al ascensor. Apenas tenían tiempo para detenerse, siquiera fuera unos segundos e intercambiar con esta persona unas palabras de fraternal humanidad. Y ¿para qué…? Leo era, simplemente, <span style="color: #0432ff;">la empleada que limpiaba lo que todos ensuciaban</span>. A veces no se escuchaban ni los buenos días, ni las buenas tardes, de aquellos “señores” y “señoras” que pasaban por delante de la afanosa operaria.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Esta misma situación se repetía, de una forma paralela, con <span style="color: #0432ff;">Tobías,</span> el barrendero de la calle, con <span style="color: #0432ff;">Mauricio</span>, el vigilante de los aparcamientos SARE, con <span style="color: #0432ff;">Fabián</span>, el servicial camarero de la <span style="color: #c00000;">cafetería</span> <span style="color: #c00000;">Zigurat,</span> que estaba en los bajos del bloque, e incluso con la cartera del Servicio de Correos <span style="color: #0432ff;">Ariana</span>, que cada día traía la correspondencia a los afortunados vecinos que recibían comunicación escrita (aunque fuesen materiales publicitarios).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Pero el destino quiso que un día aciago <span style="color: #0432ff;">D. Anselmo se quedara viudo</span>, de una forma triste y prematuramente inesperada. La vida del oficial administrativo de la delegación de Hacienda en Málaga, ya jubilado, vecino del 5º A, se veía enturbiada con esas nubes que traen la muy ingrata soledad, para las vidas de quienes la sufren. Aunque en un principio sus hijos <span style="color: #0432ff;">BERTA </span>y <span style="color: #0432ff;">JACOBO</span> se prestaron en la ayuda de su padre e incluso le ofrecieron pasara temporadas en sus respectivas viviendas, Anselmo prefirió, desde un principio y con gran firmeza, mantener su autonomía vivencial y privacidad, permaneciendo en su domicilio de siempre. Férrea decisión, aunque para ello tuviera que soportar esas tardes y esas noches, más los largos fines de semana, sin tener a nadie con quien compartir las palabras. Sólo la compañía de esa máquina unidireccional televisiva o la cálida compañía de la radio, siempre generosa para la necesidad acústica y afectiva de los radioyentes. Y así pasaron las semanas y los días.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Una mañana, en los albores de la primavera, Anselmo bajó las escaleras desde su 5ª planta pues, como era molestamente previsible, doña Encarna estaba de “cháchara” con alguna vecina, manteniendo incívicamente la puerta del ascensor abierta. Se disponía a dar su largo paseo matutino, actividad que le vitalizaba en su rutina anímica. Al llegar al portal del inmueble, <span style="color: #0432ff;">se topó por sorpresa con Leocadia</span>, que había comenzado su tarea diaria de limpieza. Tras darle los buenos días, tuvo el acierto de detenerse unos minutos, a fin de echar un ratito con la operaria. Le preguntó por su familia, siempre con la necesaria delicadeza y prudencia. Esos minutos de cortesía se ampliaron, pues la limpiadora ya prácticamente había terminado de arreglar el portal y ese martes no tenía que limpiar las escaleras. Como era un día de rasgos e impulsos que suelen ser afortunados, Anselmo se mostró caballeroso, preguntándole se le agradaría compartir un café o refresco, pues la hora (sobre las 11:45) era bastante propicia para echar un tentempié, pues la señora había llegado ese día pocos minutos después de la 9:30.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Leo, un tanto extrañada, pero sumamente contenta, se preguntaba cómo después de varios años, en los que apenas había intercambiado palabra alguna con el vecino del 5ºA, ahora se mostraba tan agradable y caballeroso para el trato. Por supuesto que la asombrada limpiadora aceptó el café, que tomaron en la muy próxima cafetería Zigurat En esos 50 minutos, más o menos, en que estuvieron sentados el uno frente al otro, Anselmo pudo conocer algo de la vida que había detrás de la señora de la limpieza. Esa humilde persona, gran desconocida, que llevaba más de un lustro limpiando la incuria y la dejadez de las personas que habitaban y visitaban el bloque. La gran sorpresa que Leocadia no podía imaginarse era que don Anselmo, ese señor “tan encopetado” del quinto A le sorprendiera con una sorprendente propuesta:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Leo, quiero plantearle una oferta de ayuda para mi domicilio. Ya conoce la situación reciente de viudedad que padezco. En este sentido le explico una interesante posibilidad de trabajo, a fin de que la estudie y me dé la correspondiente repuesta: ¿podría Vd. venir a mi casa, unos días a la semana, entiendo que por las tardes, para ordenar un poco el piso e incluso para dejarme preparado algunos platos calientes para la comida y la cena? En caso afirmativo, me indica los días y las horas en que podría prestarme este servicio y seguro que llegaríamos a un acuerdo con la compensación económica que yo le entregaría”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Leocadia Alcira, 42 (aparentaba físicamente más edad) llevaba aproximadamente una década separada de un marido maltratador y dependiente de los estupefacientes. Una asistente social había atendido la petición de ayuda de esta noble mujer, que se veía crudamente explotada, ya que ese brutal compañero sólo pretendía “sacarle” el dinero que honradamente y con mucho esfuerzo ganaba. Un abogado de oficio llevó ágilmente los trámites, con lo que el vínculo matrimonial (en el que no había habido descendencia) quedó roto judicialmente. La vida de Leocadia, ya “liberada, de tan ingrata carga, evolucionó con el desempeño de su honrado trabajo, vinculado a la empresa de multiservicios Servilimp, durante las mañanas. Algunas tardes, esta laboriosa persona, acudía a limpiar, lavar y planchar en algunas casas “bien”, que había ido consiguiendo mediante ese “boca a boca” tan eficaz como medio publicitario. Leo reside en un barrio muy populoso de la zona oeste de Málaga, en un modesto pero ordenado piso, zona de la Carretera de Cádiz, que heredó de sus padres quienes con gran esfuerzo lo adquierieron en los años del desarrollismo, década de los sesenta.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">El hogar de don Anselmo, muy desordenado tras el fallecimiento de Jacinta, ha recuperado hoy el orden y la limpieza. Su propietario tiene la comida bien preparada, la ropa limpia y bien planchada. Anselmo trata con respeto y cada vez con mayor afecto a esta mujer, a la que considera un ángel providencial que el destino ha puesto en su vida. Después de unos meses prestándole ayuda, como un gran servicio en casa, le ha sugerido que abandone su trabajo en Servilimp, con el siguiente razonamiento<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Leocadia, con mi buen sueldo de jubilado, nada te ha de faltar. Aquí tienes tu hogar. Deja ese alquiler, por el que cada año te cobran más y vente a esta casa, en donde te vas a sentir respetada y querida. Hay dormitorios de sobra. En realidad, lo que te quiero ofrecer es una muy sincera pregunta: ¿Te agradaría formar pareja conmigo? Te confieso que necesito tu compañía y me vitaliza tu buen corazón y tu admirable simpatía. Me siento muy bien contigo, pues eres muy buena persona, un verdadero ángel para mi vida. En modo alguno te estoy presionando. Piénsatelo bien y no tengas prisa por la respuesta. Me doy cuenta de que cada día que pasa te tengo más cariño y aprecio”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhy46LFniyBAqVocUHEmukLnnv9yW6qJmErVSRY0j517kdj-CREy2_SZ99AFNiy_tKhhAYpvAEF-LcEdiMEGoiV4QOejyp2r0TeHs0IxmUWoykKGrhM4DJ-1nl4E-_rIAVLQXYUEWYOZosnWW4FmcscKSHR9P0a37ktROC9IZcya3SAQT7lo8FXw1hJeo/s766/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="766" data-original-width="572" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhy46LFniyBAqVocUHEmukLnnv9yW6qJmErVSRY0j517kdj-CREy2_SZ99AFNiy_tKhhAYpvAEF-LcEdiMEGoiV4QOejyp2r0TeHs0IxmUWoykKGrhM4DJ-1nl4E-_rIAVLQXYUEWYOZosnWW4FmcscKSHR9P0a37ktROC9IZcya3SAQT7lo8FXw1hJeo/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="239" /></a></div>Al paso de las semanas, Leocadia ya vive de manera permanente en el piso de Anselmo. Y lo que resulta más importante: el afecto y la proximidad cariñosa ha seguido creciendo entre estas dos almas solitarias. Pasean juntos, dialogan con esa franqueza que da la buena amistad y, lo que resulta más importante, es que se prestan ese calor humano que resulta tan beneficioso para el cariño que vitaliza los sentimientos.<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc; color: #c00000; font-family: Calibri, sans-serif;">Anselmo</span><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #fff2cc;"> ha encontrado en la antigua limpiadora, en la que durante años apenas se había fijado, una buena mujer, sencilla, modesta, pero con ese buen ánimo que tanto le vitaliza. Afecto sincero, compañía permanente, cariño hasta en los pequeños detalles y una sincera y franca amistad. Todo ello supone un providencial equilibrio frente a la acritud tenebrosa de la soledad.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #fff2cc;">Por su parte, <span style="color: #c00000;">Leocadia</span> tiene en Anselmo esa seguridad económica, protección personal, respeto y cariño que todos los humanos apetecen disfrutar. Ella que siempre había sido la señora “o mujer” de la limpieza, a la que muchos ni miraban ni saludaban, ahora goza de un acomodado hogar, como compañera y amante de una persona que la quiere y necesita. <span style="color: #0432ff;">Así son los vientos cambiantes de la existencia</span>. A uno ni al otro le afectan los comentarios que la vecindad pueda tener ante la nueva situación. Anselmo le dice con una sosegada sonrisa <span style="color: #0432ff;">“ya se acostumbrarán”. </span>Al igual que con sus hijos quienes, paulatinamente, van comprendiendo la necesidad de cariño y amor entre dos personas, con importante diferencia de edad, pero que ahora se necesitan en franca y leal reciprocidad.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">El enigmático y travieso destino ha hecho posible que Anselmo haya encontrado, en una persona “desconocida y casi anónima”, esa ayuda y complemento fraternal para una etapa muy importante de su existencia. Unos años difíciles en que la compañía es la mejor terapéutica para transformar el pesimismo en franca alegría, el desánimo en un potente vitalismo y la rutina en una ilusión por compartir los atardeceres y amaneceres, con el descubrimiento inesperado y cromático de un día más en nuestras vidas. –<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">ESAS OTRAS PERSONAS<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">DE NUESTRO ENTORNO<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: #c00000; font-size: 10.5pt;">Viernes 09 febrero 2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRAwKdZpde_UcVw0fy86IyZgBWgFS5PM_WBbH2Q6nWLy9p4GFcYYbTIGcbHcikgpSygJ2XIEGvAafZ4EFwAU5XK9lPtMyxyrEoThNtmCQc_0xKfq89Gun8KAufpNMWsmA9oUS2o6M1tn-Z6DadOKTXsHQ6dZPzo4TDaiFLJ0xij_E68ljKXi2Bh6e5bIw/s564/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="392" data-original-width="564" height="222" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRAwKdZpde_UcVw0fy86IyZgBWgFS5PM_WBbH2Q6nWLy9p4GFcYYbTIGcbHcikgpSygJ2XIEGvAafZ4EFwAU5XK9lPtMyxyrEoThNtmCQc_0xKfq89Gun8KAufpNMWsmA9oUS2o6M1tn-Z6DadOKTXsHQ6dZPzo4TDaiFLJ0xij_E68ljKXi2Bh6e5bIw/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-62064721381805809572024-02-02T01:37:00.000-08:002024-02-02T01:37:52.235-08:00SOMBRAS ONÍRICAS<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGm1nMXmzWnXI5wYbRfrPrPTTnmLkHtKpr3r08_5v-_cpQIS5E385x5wvimvmZCcF5CEMCa7BJXFr2x2KVccavO7kp_OjUuVWumjzhUpWuCm60SvZfO_ZSX0ziuRH4ARCIZu-aY4m5sJIvXS_59CjcPJfnN2hREEBYm7ohaWw96TvEwGF2YZySLJzQN58/s815/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="815" data-original-width="570" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGm1nMXmzWnXI5wYbRfrPrPTTnmLkHtKpr3r08_5v-_cpQIS5E385x5wvimvmZCcF5CEMCa7BJXFr2x2KVccavO7kp_OjUuVWumjzhUpWuCm60SvZfO_ZSX0ziuRH4ARCIZu-aY4m5sJIvXS_59CjcPJfnN2hREEBYm7ohaWw96TvEwGF2YZySLJzQN58/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="224" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">No resulta fácil vivir de las letras, sino todo lo contrario. Sólo unos pocos privilegiados, a causa de su calidad expresiva e imaginativa, la oportunidad que concede la suerte y el “capricho” lector, pueden lograr, siempre aplicando mucho esfuerzo y tenacidad, ese anhelado objetivo de <span style="color: #0432ff;">ejercer la profesión de escritor</span>. La maquinaria editorial es bastante severa, con los nuevos y “prometedores escritores. A los pocos “artesanos de las palabras” a quienes abre sus puertas, les impone unas normas y condiciones verdaderamente “leoninas”, que muchos aceptan porque carecen de los medios necesarios para poder pagarse la edición de sus obras y porque tienen la vana esperanza de que su segundo o tercer trabajo será compensado con una mayor generosidad económica. Así es la “ambiciosa y escasamente altruista” <span style="color: #0432ff;">industria editorial</span>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La mayoría de estos ilusionados escritores “viven” de una segunda y a veces hasta tercera actividad, que es la que mantiene realmente su subsistencia económica, ubicando el oficio de escribir en un plano paralelo o esperando mejores tiempos. En todo caso, siempre existe el consuelo de poder ir desarrollando esa noble afición, que su capacidad y voluntad les posibilita en el día a día.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;"><b><span style="color: #0432ff;">HIGINIO</span></b><span style="color: #0432ff;"> Santos Cervilla</span>, 27 años, es un “prometedor” escritor, cuya actual destreza creativa ha ido desarrollando y consolidando desde los lejanos tiempos de su adolescencia y primera juventud, cuando estudiaba en un centro público de enseñanza secundaria, de la capital malacitana. Doña Elisa, su profesora de Historia de la Literatura valoró, desde los primeros ejercicios, la calidad expresiva de su joven alumno para la composición escrita y también oral. A la finalización de sus estudios secundarios, Higinio no tuvo duda alguna para matricularse en dos grados universitarios, tal era su justificada autoestima para el estudio: filología hispánica e inglesa, cuyas materias iba superando con brillantez, aplicando para ello un gran sacrificio en la renuncia a otras actividades propias de su edad.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Descartó en principio, a la finalización de sus licenciaturas, la opción de las oposiciones para la docencia, entregándose de lleno en el apasionado y difícil mundo u oficio de la creatividad literaria. Todo voluntarioso y con el apoyo generoso de sus padres, con los que convivía, comenzó a redactar la composición de su primera novela, a la que pensaba titular <b><span style="color: #c00000;">SENDAS ONÍRICAS</span></b>. Dedicó a este noble y culto empeño casi dos años de su vida, actividad que iba mezclando con algunas horas en las que acudía a la papelería y librería de barrio que poseía el tío Fulgencio, para ayudarle en las horas punta de clientela, ganándose así unos euros para sostener los gastos propios de su juventud. Así, trabajando y aprovechando esas horas nocturnas que tanto le inspiraban, la novela fue ganando en páginas y capítulos a lo largo de los meses y los días.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La novela al fin se completó, cuando Higinio ya alcanzaba los 26. Con el manuscrito fotocopiado bajo el brazo, fue contactando con diversas editoriales, tanto locales como nacionales. Los “portazos”, mezclados con las muy buenas palabras, era la habitual respuesta que iba recibiendo de las empresas dedicadas a la publicación de materiales creativos para la nueva literatura. <span style="color: #011893;">“Ya le avisaremos…”</span> pero después sólo le llegaba el silencio de sus “teatrales” gestores. Aun así, <span style="color: #0432ff;">siempre trataba de evitar el “erróneo” e ineficaz desánimo</span>. Sobre todo, porque tenía la convicción de que su primera obra, era de buena calidad y pensaba que algún día lograría tener un digno acomodo en el negocio de la venta editorial.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Había organizaciones editoriales cuya propuesta a los nuevos valores de la literatura era especialmente exagerada e injusta, ya que se comprometían en leer el manuscrito si el autor previamente renunciaba a todos los derechos, tanto de compensación económica como de las ventas realizadas durante la primera edición. Hasta ese punto llegaba la receptividad o acogida en el mundo de las publicaciones. Pero había que vivir, por lo que Higinio también buscó algunas colaboraciones puntuales en ámbitos tan especiales como una notaría o un bufete de abogados. Allí valoraban su perfecto conocimiento del inglés, por lo que le encargaban trabajos de traducción, tanto directa como indirecta. Esos euros eran siempre bienvenidos, aunque fuesen limitados o escasos. Su padre, <span style="color: #0432ff;">Leonardo</span>, trabajaba como auxiliar clínico en un establecimiento sanitario, de titularidad privada.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Continuaba escribiendo nuevas historias, vinculadas a lo que pensaba sería su segunda novela. La primera, a pesar de sus esfuerzos, seguía sin estar publicada. Cierto día, mientras “navegaba” por las autopistas de Internet, descubrió <span style="color: #0432ff;">una curiosa y atractiva oferta</span>. Básicamente el anuncio decía: <span style="color: #011893;">“Se necesita escritor, cuya edad no sobrepase los 50, para colaborar en una determinada publicación”. </span>Esa escueta nota añadía una dirección electrónica, en donde los interesados debían enviar su currículum, con los datos personales, añadiendo los méritos y el listado de las publicaciones realizadas. También se solicitaba una foto del solicitante.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La oferta era en sumo interesante. De inmediato, Higinio preparó su currículum, básicamente académico, añadiendo que tenía una novela escrita, pero no publicada. Adjuntaba el primer capítulo, como muestra ilustrativa del manuscrito. Tras el envío, a la dirección reseñada, esperó unos días, con la ilusión de que su opción tuviese respuesta. Semana y media después, recibió un correo electrónico en el que se le comunicaba su inclusión en un listado previo de candidatos para el puesto. También se le citaba para <span style="color: #0432ff;">una entrevista on-line</span>, en una determinada fecha y hora. Cinco días después tuvo lugar ese encuentro informático, por videoconferencia. con una persona llamada <b><span style="color: #0432ff;">Aniceto</span></b><span style="color: #0432ff;"> Laviarca</span>. Dialogaron acerca de temas muy diversos, en un clima de franca cordialidad. El entrevistador pidió que le mostrase el manuscrito de su primera novela, pues ese primer capítulo, que había enviado por Internet, les había agradado mucho, por su calidad gramatical y el interés de su contenido. El interlocutor /examinador se identificó como un abogado que representaba a una persona interesada, en conseguir la colaboración o ayuda de un escritor. <span style="color: #011893;">“¿Puede enviarme el manuscrito completo? Necesitamos conocer el contenido completo de la obra. Le garantizamos el cuidado y la privacidad de la misma. No tiene por qué preocuparse de un mal uso que vayamos a hacer del manuscrito”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Higino se mostraba muy ilusionado después de la entrevista, que consideraba había sido interesante y muy cordial, según la actitud del abogado que lo había atendido. Había aceptado enviarle el manuscrito completo de Sendas Oníricas, pues en su fuero interno pensaba que tal vez, la persona o institución con la que contactaba, estaría dispuesto a <span style="color: #0432ff;">financiar el coste de la publicación</span> que, en tantas puertas, le habían negado. Por mensajería urgente, envió una copia de la novela, que abarcaba 207 páginas, a una dirección de Madrid, en donde el abogado Aniceto tenía su despacho. Esperó unos días, hasta ver la evolución de los acontecimientos. Por fin, un viernes de ese mes de febrero, recibió una llamada telefónica del abogado, en el que le anunciaba que recibiría dos billetes del tren AVE (ida y vuelta), además de una estancia de una noche en un céntrico hotel de la capital, ubicado en el Paseo de la Castellana, en régimen de pensión completa. Quería mantener una nueva entrevista, pero ya de una forma personal y directa. La fecha del viaje a Madrid sería el próximo miércoles. Aniceto añadió que en esa entrevista se le explicaría el motivo y la función concreta del contrato, además de la retribución correspondiente. Añadía que les había gustado mucho la novela y que ya en Madrid se le devolvería el manuscrito.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ese miércoles, muy de mañana, el joven y prometedor escritor tomó el AVE de las 7:30 en la estación <span style="color: #c00000;">Málaga María Zambrano </span>con dirección a la estación de la <span style="color: #c00000;">Puerta de Atocha </span>en Madrid. Viajaba pleno expectación e ilusión, haciendo cábalas acerca del trabajo que podrían encomendarle, en función de su profesión de escritor. La entrevista, en esta ocasión con la modalidad presencial, estaba concertada para las 13 h. Puntualmente accedió al bufete o despacho de abogados, dirigidos por <span style="color: #0432ff;">ANICETO LAVIARCA</span>, también en el Paseo de la Castellana. Tras los saludos pertinentes, su interlocutor le aclaró que representaba a una persona socialmente muy conocida y de una notable capacidad económica.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Sr. Higinio Santos. Después de analizar a otros posibles candidatos, nos hemos decidido por su prometedora juventud y la contrastada calidad que sustenta su “moderna” literatura. Como le acabo de anunciar, hace unos minutos, represento a un importante profesional de las finanzas, persona muy conocida en el ámbito social, cuya imagen habrá visto repetidamente en lo que se denomina “la prensa del corazón”, además de en los restantes medios de comunicación, como la televisión y a través de las ondas radiofónicas. Su nombre, ya se lo concreto: es <b><span style="color: #0432ff;">PELAYO SALVATIERRA</span></b> (en ese momento a Higinio se le alteró la velocidad de su ritmo cardiaco. ¡Quien no conocía a este elegante y maduro personaje, figura señera del mundo financiero y casi siempre con alguna belleza femenina cerca de su persona! Se le consideraba, a nivel popular, como un play-boy del corazón). Una vez que ya conoce a la persona que represento, entenderá la importancia social que se ha ido labrando a lo largo de su vida. Hace años que cumplió el medio siglo de vida. A pesar de todo su poderío, en diversas ocasiones ha manifestado su frustración por no haber podido aún cumplir con una de sus ilusiones que mantiene desde su juventud. Dicha ilusión u objetivo es la de publicar una novela. Así que nuestra propuesta es la siguiente: Vd. se reunirá, en un par de ocasiones con don Pelayo. En cada una de esas citas (con una duración aproximada de una hora) hablarán de los temas que estimen oportunos y que especialmente Vd. propondrá, para estudiar mejor al personaje y las temáticas que él desearía incluir en lo que sería su primera novela.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">Con toda la información que haya recabado, será Vd. quien redacte esa novela, que le aseguro llegará a ser “Best seller”, ya que podemos controlar al mundo editorial. Pero su nombre … no aparecerá en parte alguna de la novela, <span style="color: #0432ff;">La obra estará firmada por Pelayo Salvatierra, como autor, aunque sea Vd. quien la haya escrito</span>. A cambio, recibirá una elevada compensación económica por su “abnegado“ servicio: 100. 000 euros, importante cantidad que este personaje se lo puede permitir, para conseguir esa ilusión o “capricho” literario en su biografía. Bajo firma notarial, Vd. se comprometerá a no reclamar autoría alguna del escrito en el futuro. La entrega de esa cantidad será realizada en mano, por personas para Vd. desconocidas y de manera secreta. Tiene 48 horas, sólo 48, para decidir si acepta o no este encargo. En caso negativo, nuestra oferta queda definitivamente anulada. Tenemos algunas opciones para “sustituirle”, decisión que nos entristecería. También le aclaro que los billetes de tren y la reserva en el hotel han sido negociados con su nombre, ya que poseemos todos los datos necesarios. Nosotros “no hemos intervenido”. Sólo Vd. ha sido el autor de estas compras. Si su respuesta es afirmativa, contactaremos para indicarle el lugar y el día en que tendrá la primera entrevista con don Pelayo. Obviamente recibirá los tickets de tren correspondientes para su cómodo desplazamiento a Madrid”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Profundamente abrumado y confuso, Higinio volvió a su ciudad de origen, dándole vueltas repetidamente a esa extraña propuesta de ejercer o actuar como un “negro escritor” al servicio de un potentado, adinerado y caprichoso profesional de las finanzas. Quería comprar la autoría de una novela, que no era capaz de escribir. Probablemente, para lucir ante sus “selectas” amistades. Esa noche apenas durmió. Asumía la necesidad de ese “suculento” dinero, que podría emplear en primer lugar para costear la publicación de su primera y posteriores novelas. Pero de inmediato venían a su mente una serie de conceptos de grueso calibre: dignidad, falsedad, corrupción, responsabilidad, vergüenza, honradez, necesidad … <span style="color: #0432ff;">¿Qué hacer? </span>En “menudo” lío se estaba metiendo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tras pasar 24 horas verdaderamente controvertidas, en las que se mezclaban en su cabeza, de manera intermitente, todo tipo de razonamientos y criterios, con los ropajes de los valores y los delitos, decidió hablar con su padre, el buen Leonardo, contándoselo todo, sin ocultar detalle alguno.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Hijo mío. Me he esforzado siempre en educarte, para que seas y te comportes como una persona honrada. Ese gran valor en la vida que nunca se debe perder. Aplica tu buena conciencia a esa decisión que habrás de tomar. Puedes perder el dinero, pero nunca pierdas la dignidad personal”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En la mañana del segundo día que le habían dado para su decisión, Higinio llamó a un número de teléfono que le habían dado. Al otro lado de la línea reconoció la voz, algo atiplada, de Aniceto.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Buenos días, Sr. Laviarca. Tras reflexionar serenamente la propuesta que antes de ayer me formuló y aunque me es muy necesaria esa compensación económica que me entregarían por mi colaboración, básicamente para sustentar mi vocación de escritor, con la publicación de mi primer trabajo literario, considero que no debo traicionar o manchar mi conciencia, escribiendo una novela para que otra persona, por muy importante que sea, la firme con su nombre. En consecuencia, declino mi participación en ese triste juego del “negro escritor”. Por supuesto que le aseguro, soy un hombre de palabra, que de mi boca no va a salir palabra alguna, sobre este complicado y difícil asunto. Esta es mi firme postura.”<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tras unos segundos de “crispado” silencio, desde la otra parte de la línea telefónica, Aniceto Laviarca planteó una contraoferta (el plan B que tenía preparado).<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Sr. Santos, vamos a plantear el asunto de otra forma, ya que lógicamente contábamos con la respuesta que acaba de hacernos. Por esa misma cantidad, le “compramos” la autoría de Sendas Oníricas, que de inmediato sería publicada, con la autoría de Pelayo Salvatierra. Incluso, si su respuesta es afirmativa en este preciso momento (no podemos dilatar más tiempo nuestra oferta) estaríamos dispuesto a incrementar la cantidad inicialmente acordada en 50.000 euros más. ¿Qué tiene que respondernos?”</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuD3vIOzGaHnqwGBya5OkPvCd8-mROCffDJCcr2owc-Xo17F660HF63k3efX89UGgt5eLWp4hQ6AW7jmQfvH-fImGKQ9GpVc_BfKYoaLAyO9MRY7sT0gtzrBQqp8paHGTinxKdZwMpLlV8cUIJAIxqF96fuV-DSjVcNXMXursiIveRkL9crB3rmBkUq4Y/s787/Sin%20ti%CC%81tuloB.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="787" data-original-width="567" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuD3vIOzGaHnqwGBya5OkPvCd8-mROCffDJCcr2owc-Xo17F660HF63k3efX89UGgt5eLWp4hQ6AW7jmQfvH-fImGKQ9GpVc_BfKYoaLAyO9MRY7sT0gtzrBQqp8paHGTinxKdZwMpLlV8cUIJAIxqF96fuV-DSjVcNXMXursiIveRkL9crB3rmBkUq4Y/s320/Sin%20ti%CC%81tuloB.jpg" width="231" /></a></div><span style="color: #011893;">“Esta vez, Sr, Laviarca, no me es necesario meditar muchas horas para atender a su pregunta que me hace. Con firmeza, no exenta de elegancia, le sugiero busque a otra persona que se adapte a sus “maquinaciones” que considero personalmente humillantes y plenas de indignidad. Es obvio que necesitaría ese dinero, o parte del mismo, a fin de poder publicar ese libro cuya autoría Vds. pretenden suplantar. Pero me sentiría muy mal si aceptara vender todo mi esfuerzo y creatividad por “un plato de lentejas”. No me sentiría feliz, ni mi conciencia me dejaría descansar durante la noche o el día. Sentiría en cambio vergüenza y no podría mirarme al espejo, con esos ojos manchados de indignidad. Entiendo que la figura del Sr. Pelayo Salvatierra, con sus finanzas, sus acomodadas amistades y su proyección pública, necesite ese capricho de lucir un valor que no le pertenece y quiere comprar con su “rebosante” cartera. Continúe haciendo el Sr. Salvatierra eso para lo que es un maestro: parasitar en ese especial contexto social en el que se siente tan a gusto. Esa capacidad literaria, de la que carece, se tiene o no se tiene, pero en mundo alguno de puede o debe comprar. Adiós Sr. Pelayo. Adiós Sr. Aniceto. Deben llamar a otra puerta”.<o:p></o:p></span><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ocho meses más tarde, Higinio caminaba una mañana hacia la parada del bus municipal. Esa línea 11 que lo iba a trasladar a un prestigioso colegio de titularidad privada, en donde dos días a la semana impartía un cursillo de técnicas para la composición literaria, a los alumnos de 2º de bachillerato. Antes de llegar a la parada correspondiente, en la Alameda principal malacitana, pasó por delante de un puesto de prensa. En los expositores lucían las revistas semanales de la popularmente denominada “prensa del corazón”. En todas ellas se mostraba en portada la foto de Pelayo Salvatierra, con un libro en sus manos. Esa su primera novela llevaba el sorprendente título de <span style="color: #c00000;">CAMINO DE LA VERDAD. </span>El rostro del afamado financiero rebosaba felicidad, no exenta de esas “gotas” de picardía, que traslucían sus, ya algo envejecidos, ojos. Higinio sonrió y a pocos pasos esperó la llegada del bus que le llevaría al colegio de los jesuitas de El Palo. Cuando viaja en ese trayecto hacia el Este de la ciudad malacitana, pensaba en ese modesto y necesitado “negro” que habría escrito el libro al afamado financiero e irresistible playboy.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">El Sr. Salvatierra ya había podido conseguir el capricho anhelado de su “acomodada” vida, tesoro comprado con su abundante capital. Pero Higinio Santos, con su dignidad impoluta, también ha podido, al fin, publicar Sombras Oniricas, con la ayuda del Instituto Municipal de la Cultura. También el virtuoso joven escritor ha logrado volver al mundo universitario. Imparte, en la actualidad, la materia de Historia de la Literatura y técnicas Literarias, en la Facultad de Filosofía y letras, en donde ejerce como profesor ayudante, mientras elabora su tesis doctoral, sobre la vuelta al neorrealismo social en la literatura del siglo XXI.- </span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">SOMBRAS ONÍRICAS<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: #c00000; font-size: 10.5pt;">Viernes 02 febrero 2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 177.2pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Aptos, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhIwmdEmV-t_jlh6mYHq-165RYG0PQYOl96Vi5fjLDD99TENcQl04fEnsezUbUy2bTilcenp96NZF5NIYVMlsGrqtV-DrAGwwRGmzXo__49V47jCSIRSOcKlgG4mUdC2y3v2pJEX9MX4yqytGICf5r05qwDpCxgxqsdsOONuO_P_pxtlaHPaMiCXPzL0w/s555/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="414" data-original-width="555" height="239" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhIwmdEmV-t_jlh6mYHq-165RYG0PQYOl96Vi5fjLDD99TENcQl04fEnsezUbUy2bTilcenp96NZF5NIYVMlsGrqtV-DrAGwwRGmzXo__49V47jCSIRSOcKlgG4mUdC2y3v2pJEX9MX4yqytGICf5r05qwDpCxgxqsdsOONuO_P_pxtlaHPaMiCXPzL0w/s320/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-41896859005759918122024-01-26T04:14:00.000-08:002024-01-26T04:14:11.687-08:00EL RUISEÑOR DEL AMANECER<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSP6-u5cdkumUCkPjoV7Q151p6MCqFfkM5d86KazY7S_hHSTxgzd61fky_PXFmQAeILtTw87uLUh0IFhI39YBVJPS_BjUCnLjC2av94l2zFL9azae_O0k-2rCx58svsukFVi_kXVJBP_qXCsZ_tNmOng8_K5aSZ3PD2hIIR8VbX9hHCLRR2R-Lt034txs/s803/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="803" data-original-width="581" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSP6-u5cdkumUCkPjoV7Q151p6MCqFfkM5d86KazY7S_hHSTxgzd61fky_PXFmQAeILtTw87uLUh0IFhI39YBVJPS_BjUCnLjC2av94l2zFL9azae_O0k-2rCx58svsukFVi_kXVJBP_qXCsZ_tNmOng8_K5aSZ3PD2hIIR8VbX9hHCLRR2R-Lt034txs/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="232" /></a><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;"> </span></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Todos los comportamientos humanos tienen, lógicamente, un origen o motivación, más o menos nítido o complejo, con el natural añadido del carácter, la educación y la forma de ser de quien los protagoniza. Para la masa social circundante, esos comportamientos, en muchas ocasiones, no son fáciles de interpretar, comprender y aceptar. Pero una vez que se conocen las raíces del hecho presenciado, leído o escuchado, esas mismas personas, que antes lo criticaban o rechazaban, se vuelven más comprensivas, complacientes y tolerantes. En este cotidiano contexto, de acciones más o menos insólitas, se inserta nuestra sencilla y hermosa historia de esta semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">La acción se desarrolla en un popular espacio urbano de Málaga, denominado <span style="color: #c00000;">barrio de Huelin</span>, durante la década de los 60, en el siglo precedente. Esta zona de la ciudad, muy próxima a las aguas templadas y azuladas del Mediterráneo, se encontraba muy densamente poblada por personas de humilde condición, con una modesta economía, que residían en grandes y elevados bloques de viviendas, a modo de “panales” de fraternales latidos vitales. Entre esas familias, con amplia descendencia genética, se encontraba un “personaje” que, por varios determinantes personales, se hizo popularmente famoso entre sus convecinos. Se llamaba <b><span style="color: #0432ff;">ELADIO</span></b><span style="color: #0432ff;"> Picardo</span>, casado con <b><span style="color: #0432ff;">JIMENA</span></b><span style="color: #0432ff;"> Nevada</span>, de cuyo matrimonio vino al mundo una niña, a la que pusieron por nombre <b><span style="color: #0432ff;">DIANA</span></b>.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Desde muy joven, tras la vuelta del servicio militar en 1962, con 22 años entró a formar parte de la <span style="color: #0432ff;">plantilla municipal de los equipos de limpieza y conservación</span>, para calles y jardines públicos. Ese mismo año, contrajo matrimonio su querida Jimena. En su trabajo y vida social, era muy conocido y apreciado en el gran barrio donde residía y en donde básicamente efectuaba su trabajo de limpieza y jardinería. Provisto siempre de su carrito de madera, gran escoba cuya barredora estaba formada con largas ramas de brezo, además de ese recogedor metálico, recorría unas y otras calles, según los días de la semana. Los vecinos, con franca familiaridad, lo saludaban, mezclando alguna que otra broma.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">¡Eladio, que hace dos días que no te veo! ¡A ver si te acuerdas de mi calle! Muchas gracias por regarme las macetas, cuando pasas con la manguera. Eladio, te invito a un chato de vino o a una cervecita fresca. Eladio, ¡dale bien con la rasqueta y la manguera, que la gente es muy puerca o descuidada y hay que ver cómo han dejado las aceras!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Era sin duda una persona muy querida y apreciada por su llaneza, laboriosidad y, algo muy importante en los seres humanos, se le veía siempre feliz o satisfecho, con aquello que le correspondía hacer en su trabajo, como barrendero y jardinero, siempre con responsabilidad y eficacia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Un día Diana, que ha había crecido en edad y madurez, se hizo novia de un canario que había venido de vacaciones a Málaga. Este chico era panadero de oficio. Con él se fue a las islas afortunadas, tras celebrar unos <span style="color: #0432ff;">alegres y sencillos esponsales </span>a la que asistieron muchos convecinos del barrio. Ahora vive con su marido y su niña, Yeray, en el Puerto de la Cruz, de la isla de Tenerife.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Con 35 años de trabajo y 57 de edad, Eladio <span style="color: #0432ff;">alcanzó la jubilación anticipada</span>, debido a un problema articular en las rodillas, ya que sufría un proceso degenerativo en ambas piernas. Era el año 1997. Ya jubilado, se sentía aún joven y con fuerzas, por lo que siempre estaba dispuesto a <span style="color: #0432ff;">prestar ayuda a quien lo necesitara</span>. Como la Sra. Encarna, ya muy mayor, que agradecía la ayuda que prestaba para cuidar sus muchas macetas. Al tío Jacinto, que tenía una tienda de verduras y frutas, le vigilaba los expositores con frutas colocados en la acera, cuando la tienda estaba llena de clientela. También echaba una mano al párroco don Daniel, el padre de todos, con muchos kilos en su obesa humanidad y no tanta movilidad. Eladio limpiaba y cuidaba de que todas las hornacinas de santos estuviesen bien limpias, llenando estos santos espacios de muchas flores, que él previamente había recogido del campo, dado su buen conocimiento en la materia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Eran muchas las tardes, en que solía compartir el tiempo jugando algunas <span style="color: #0432ff;">partidas de dominó </span>con el vecino que se terciara. Con esos cafés, bien cargados sobre la mesa, y esas fichas de dominó que “percutían” con sus gratos sonidos, sustentando la amistad y la camaradería, relación que potenciaban su ánimo en esta época de descanso laboral. Eladio tenía una cualidad, que la mayoría de la vecindad desconocía: era su admirable arte para <span style="color: #0432ff;">entonar y cantar canciones populares</span>. Esa práctica la había continuamente mejorado, porque a Jimena le encantaba que su marido le cantara esas estrofas que habían hecho populares artistas famosos: desde Antonio Molina, Rafael Farina, Marifé de Triana o Lola Flores, hasta julio Iglesias y el propio Raphael. Sólo los vecinos de puerta o de planta escuchaban los canticos de Eladio “el barrendero” y hacían algún comentario jocoso sin más.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Un día de lluvia otoñal, con todo el suelo lleno de hojarasca, Eladio tuvo un resbalón, que dio con su cuerpo en el suelo. Diversas contusiones menores y un tobillo “aparatosamente” vendado, con el consejo del médico de que permaneciera en su domicilio unos días, hasta que fuera recuperando la fuerza en la articulación del tobillo, tras la bajada de la inflamación. Los nervios del barrendero se desataron en su estado de ánimo, pues eso de no salir un ratito a la calle, para intercambiar alguno chascarrillo con la vecindad no iba con él. Sin embargo, pronto pudo comprobar el aprecio popular hacia su persona. El propio concejal del distrito, el cura párroco don Daniel, Emilio el tendero/carnicero y otros muchos vecinos fueron a verle a su casa. Algunos le llevaban algún detalle, como tortas de aceite, bizcochos, chocolates, muestra de que conocían su goloso carácter. Pero lo que más agradecía era la presencia de sus amigos de siempre con las partidas de dominó, en el bar de Lisardo, que acudían con frecuencia a su casa, con la cajita de las fichas, para iniciar esas divertidas “competiciones” con el seis doble o los cuatro patitos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Esta historia “toma cuerpo” cuando <span style="color: #0432ff;">el bueno de Eladio se quedó “solo”</span>. Jimena, dos años mayor que él, emprendió un “infinito” viaje en una noche, “la más larga de todas” al reino de las estrellas y los astros de cielo. Su máquina cardiaca se averió sin posible reparación. Cosas del corazón, a pesar de que ella y su marido lo tenían bien grandes, para el cariño y la amistad hacia todos los demás. Esa soledad sobrevenida resultaba, con patente tristeza, muy difícil de sobrellevar, a pesar del generoso calor humano que de inmediato Eladio recibió de la vecindad. Su hija Diana insistía en que se fuera con ella y su familia a Tenerife. Pero Eladio se sentía muy encariñado en “bahía malacitana”. En modo alguno quería abandonar su casa de siempre, su barrio y la amistad de sus gentes. Muchos de los vecinos le recomendaban, viendo la fuerza de su naturaleza y carácter, que no renunciara a rehacer su vida. Sólo tenía 61 años, una edad muy favorable para seguir caminando por la vida, pero con una “dulce” compañera, a fin de disfrutar de los minutos y los días.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Unos y otros le fueron presentando algunas señoras de su generación, pero el antiguo operario de la limpieza aprovechaba el mejor momento para “escabullirse” de esas buenas intenciones, con las que él no “comulgaba”. A su buen amigo Remigio, también jubilado (había trabajado toda su vida como cobrador de El Ocaso) le confesaba, con la intimidad propia del caso: “Y qué hago con este “bacalao” arrugado, lleno de pinturas, perfumes y abalorios, que me han querido “encasquetar” esta tarde. Remi, no sabía cómo escaparme de esa encerrona. Y se llamaba Clotilde. Menudo regalito, menos mal que al fin pude escapar. Aunque con honda tristeza, yo me siento feliz recordando a mi Jimena. Ella sí que era guapa. Toda una señora. Desde luego no sabía que en nuestro barrio abundaban tantos alcahuetes y alcahuetas, para “enchiquerarme” en estos años postreros de mi existencia”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Una nublada mañana de octubre, los vecinos de la <span style="color: #c00000;">plazoleta del Ancla </span>escucharon como, a eso de las 8 en punto, tan temprano, alguien cantaba desde el balcón de su vivienda. No le dieron importancia al hecho, pues tras finalizar la canción de Julio Iglesias, ya no vino una segunda. Pero hubo algunos que se asomaron a sus ventanas y terracitas, pudiendo identificar sin dificultad al autor de los canticos matinales. “¡Pero si es el Eladio! ¡Te lo aseguro, era el Eladio, que cantaba a viva voz desde su terraza! Este pobre hombre está perdiendo la cabeza” “Es que se sentirá muy solo y yo sé que desde siempre le ha gustado cantar. En realidad, no lo hace nada mal. Tiene arte el antiguo barrendero”. Y así una retahíla de comentarios, en los que se mezclaban las bromas con la fraternal comprensión afectiva hacia las dificultades anímicas de una persona que ha de afrontar la acre soledad vivencial.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Lo extraordinario de caso es que al día siguiente y a esa misma hora del amanecer, Eladio ya estaba entonando otra canción, ya fuera de Raphael, Camilo VI o Marifé. Unos y otros convecinos movían la cabeza, con la esperanza cierta de que tras esa pieza que el vecino cantaba, guardaría silencio u no seguiría haciendo más el ridículo. Y así cada día, cuando el cielo abandonaba su manto oscuro por otro terno cada vez más celeste, que anunciaba la hora oportuna para comenzar a construir las aventuras de una nueva jornada. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cierto es que hubo algún vecino, más impetuoso y desabrido, que se asomó a la ventana y a vivo grito: ¡Artista, a ver si te callas de una puñetera vez y me dejas dormir, que me acabo de acostar y no me dejas coger el suelo, tras pasarme toda la noche trabajando (era Rodolfo, el enfadado vigilante de seguridad que trabajaba haciendo los horarios nocturnos que a sus compañeros no les apetecían)!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Entre el asombro, las risas, la piedad, los comentarios jocosos, las indirectas posteriores, los ¡ole, Ole!, todo ese batiburrillo de respuestas iba generando y provocando, al paso de los días, que la gente se fuera acostumbrando al “ruiseñor” del barrio, que entonaba su melódica canción, siempre a esa hora mágica de las 8 en el amanecer.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Geminiano, el “ventero” del “quitapenas” <span style="color: #c00000;">LA BOTA</span>, un día en que Eladio pasaba por la puerta del establecimiento, tuvo el “acierto” de preguntarle acerca del motivo por el que cantaba desde el balcón de su casa, como si fuera un trovador en el amanecer. Con un vasito de moscatel en su mano, le explicó con toda claridad (y algo emocionado) el origen de este extraño comportamiento que a diario protagonizaba.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“<span style="background-color: #cfe2f3;">Amigo Gemi, te aseguro que es muy dura la soledad que estoy sufriendo sin mi querida y añorada Jimena. ¡La echo tanto de menos! Ahora sólo la puedo tener en mis recuerdos. La explicación de las canciones es bien sencilla. A mi mujer le gustaba que yo le cantara algo cada día. Por este motivo, cuando me levanto cada mañana de la cama, siempre como un reloj, abro el balcón de mi terraza y mirando al cielo, en donde ella estará, no lo dudo, le dedico alguna de las canciones que a ella le gustaba escuchar. Le canto para que la goce escuchándola, dondequiera que ella esté. Por supuesto que procuro no elevar en demasía el volumen de voz, a fin de no molestar a los vecinos, pero si no potencio la voz puede que ella no me pueda escuchar. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">¿Y por qué lo hago a las 8, en punto, cuando apenas está amaneciendo? Esa era más o menos la hora en la que yo cantaba en la ducha, y ella disfrutaba escuchándome. Cuando lleguen a sus oídos estas canciones matinales, se podrá contenta, pues comprobará que me estoy acordando de ella, un día tras otro. Echándola mucho de menos, amigo Gemi. No te lo puedes imaginar”. </span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Esta explicación, amorosamente convincente, llegó al oído de muchos convecinos, que fueron cambiando sus primeras opiniones acerca de ese cantor de la mañana, que a muchos despertaba de sus profundos sueños. Eladio era como un despertador para la vecindad. ¡Niño, que ya son las ocho y vas a llegar tarde al Cole! Que ya estoy escuchando “al Eladio” cantándole a su Jimena”. Incluso el cura párroco, el Padre Daniel, se acercó un día bien temprano para escuchar a su peculiar feligrés. Se sintió tan deleitado, que subió a su casa y le propuso que se integrara en el coro parroquial, que dirigía Sor Lucía, una hermana de las Adoratrices de Málaga.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn4nAIabRwibkTFdrSSUDIrJAIEeY7hgB2T5ejStVwDxcsBGa_zmodO8JyWjGftJepYAtJHtcEvteHczt4gEkOo8LVsfP0qzWzMLrhTBmXI1wEC1pHjo0x-fN5VbTWfkUyShLof_sADN53h0bNnZSsiZM9B4yg-OSN0AuDfapeMxTzL4EjrIO0DeAHwCE/s803/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="803" data-original-width="594" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn4nAIabRwibkTFdrSSUDIrJAIEeY7hgB2T5ejStVwDxcsBGa_zmodO8JyWjGftJepYAtJHtcEvteHczt4gEkOo8LVsfP0qzWzMLrhTBmXI1wEC1pHjo0x-fN5VbTWfkUyShLof_sADN53h0bNnZSsiZM9B4yg-OSN0AuDfapeMxTzL4EjrIO0DeAHwCE/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="237" /></a><span style="background-color: #fce5cd;">Pero ese día, pleno de misterio e incertidumbre, al paso unos meses, tenía que llegar. Una mañana, los vecinos de la plaza del Ancla, no escucharon a las 8 de la mañana el cariñoso cántico del amigo Eladio. No sólo fue ese día. Tampoco en los siguientes. El responsable y antiguo operario de la limpieza municipal, fiel y amante esposo de Jimena Nevada, había “decidido” cantarle a su amada y a los ángeles directamente, en los oníricos o imaginados espacios celestiales. Precisamente allí, donde ella pudiera estar esperándole. Este barrio malacitano, muy cercano a las serenas y azules aguas mediterráneas, echa hoy de menos la presencia de un querido vecino, que atesoraba calidad humana, sencillez vital, laboriosidad asumida y ese “amor” que a todos nos agradaría ver reencarnado, algún día, en las personas con las que convivimos. También, por supuesto, recuerdan sus populares canciones, entonadas y cantadas con la mirada puesta en ese ignoto espacio angelical, que todos ansiamos para nuestro consuelo. –</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">EL RUISEÑOR<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">DEL AMANECER</span><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: #c00000; font-size: 10.5pt;">Viernes 26 enero 2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: right;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;"> </span></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAV4N-ZB2Dlg5G12A3Oc6K4zXrKI2ZdzcHnOxI_8XAbHus9xZR09kZQPTlVTdKbKunM-a1kl43xgPWTyJwy10-YpuSQqaaBhWfdI0orx53gixiy_VNG4Mfvx0RoFlDOPaELt7ZFUMad7TLr-8q1mczpJx48LMzNC6kLjGrGfaFCeF1p4O_tKg-K7cmmDQ/s562/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="423" data-original-width="562" height="241" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAV4N-ZB2Dlg5G12A3Oc6K4zXrKI2ZdzcHnOxI_8XAbHus9xZR09kZQPTlVTdKbKunM-a1kl43xgPWTyJwy10-YpuSQqaaBhWfdI0orx53gixiy_VNG4Mfvx0RoFlDOPaELt7ZFUMad7TLr-8q1mczpJx48LMzNC6kLjGrGfaFCeF1p4O_tKg-K7cmmDQ/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-91215195357330975822024-01-19T10:37:00.000-08:002024-01-19T10:37:24.712-08:00SUCEDIÓ EN UNA EMPRESA DE PAQUETERÍA<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyQVQ3JIMFpd8xXO67_9WPLMLYgjcjSQf-XnuorRjjjNqOJr6z91zbgsLMGs6atdDl_9CkgF1rr_BTWT65NhcBNUpeZuSv8RYVPB1-nFW670B9UyF3nYjp3kPDC_LWXArGVNGpk7gOTTRXwmbapHCyDp7OZz-0xK2HE8Kg-iOa41dXIHHvDlzUIMqmzpk/s780/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="780" data-original-width="575" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyQVQ3JIMFpd8xXO67_9WPLMLYgjcjSQf-XnuorRjjjNqOJr6z91zbgsLMGs6atdDl_9CkgF1rr_BTWT65NhcBNUpeZuSv8RYVPB1-nFW670B9UyF3nYjp3kPDC_LWXArGVNGpk7gOTTRXwmbapHCyDp7OZz-0xK2HE8Kg-iOa41dXIHHvDlzUIMqmzpk/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="236" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Algunas de las decisiones que vamos adoptando, a lo largo de las horas y los días, por nimias o fáciles que parezcan, pueden provocar, para nuestra sorpresa y asombro, consecuencias de incalculable o imprevisible gravedad. Resultados de tan enorme trascendencia que, cuando llegan sus efectos, no cesamos de preguntarnos el por qué hemos optado por un camino y no por otro diferente. En estos casos podemos “arrepentimos” de esa opción elegida e intentamos rectificar o reparar el error. Pero también, en ocasiones, esas rectificaciones no son fáciles ni gratuitas. Su coste puede ser bastante lesivo, por la imprevisión o falta de estudio acerca de los efectos que conllevaría actuar así y no de otra forma. Y es que el ser humano, por su especial naturaleza, de manera constante e insólita nos asombra y hace que nos preguntemos ¿hasta dónde somos capaces de llegar en nuestros actos?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;"><b><span style="color: #0432ff;">SILVESTRE </span></b><span style="color: #0432ff;">Varana</span> es un joven malagueño que, desde la etapa vital de la adolescencia, ha destacado de manera muy cualificada en el ámbito de la difícil o fácil (según para quién) práctica informática, su gran “afición”. Al finalizar sus estudios de la ESO, en el malacitano y tradicional IES Ntra. Sra. de la Victoria, declinó continuar los estudios de bachillerato, por lo que trasladó su matrícula a otro centro público, muy cercano a donde había estudiado la etapa de la Secundaria obligatoria, en el barrio de Martiricos, junto al cauce del rio Guadalmedina. El centro al que acudió, IES Rosaleda (antigua escuela de formación profesional Francisco Franco) estaba puntualmente especializado en los estudios de la formación profesional, tanto en sus niveles de grado medio como superior. </span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Con 17 años se matriculó en un módulo profesional de grado medio, Informática avanzada, a cuya finalización cursó otro ciclo de grado superior, especializado en programación cibernética. Silves, como era conocido y llamado entre los familiares y amigos, fortalecía de esta forma sus conocimientos prácticos, con esa base teórica o escolarmente reglada, tan necesaria para dominar el entorno on line en nuestras vidas. Sus padres, una familia modesta en sus medios económicos, aun así, le fueron comprando con admirables sacrificios equipos informáticos actualizados, para que su hijo se mantuviera al día con esta ciencia y destreza que tanto le gustaba y le vitalizaba, desde que apenas tenía los diez años. <span style="color: #0432ff;">Remigio</span>, su padre, se ganaba la vida trabajando como fontanero, mientras que su madre, <span style="color: #0432ff;">Engracia</span>, se ocupaba de las labores de la casa, domicilio que tenían ubicado precisamente muy cercano a los centros de estudio donde su hijo estaba matriculado. Residían en el antiguo barrio del Molinillo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Con 22 años se puso a buscar trabajo “en lo que saliera”, pues era consciente de que necesitaba “ganar pasta” para sus gastos de ocio y ropa. Así que fue probando y ejerciendo en muy diversas actividades. Comercial de seguros, reponedor en distintos establecimientos comerciales, operador en una multinacional telefónica para la atención al cliente, algo también en la albañilería … Pero eran contratos nada estables, de meses e incluso semanas, sin el menor viso de estabilidad. Y, sobre todo, no estaba trabajando en lo que verdaderamente le gustaba y para lo que se había formado: el ámbito del mundo informático, en la destreza operativa y la compleja programación. Buscaba esa empresa, grande o pequeña, que necesitara un buen técnico informático, en su desarrollo y mantenimiento logístico.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Quiso la suerte, el azar o tal vez la oportunidad que, en una página web de empleo, viera una oferta de empleo, cuyas características colmaban plenamente sus aspiraciones laborales. Se trataba de una filial provincial de paquetería urgente (parece que tenía vínculos internacionales) para cubrir un puesto de controlador y programador informático que, en el caso de Málaga, llevaría el funcionamiento de las seis sedes provinciales: Málaga capital, Vélez, Marbella, Fuengirola. Antequera y Ronda. A ese apetecible puesto laboral se presentaron hasta nueve solicitudes que, de manera paulatina, fueron “decreciendo, tras el estudio de los méritos aportados y el recorrido experiencial. También tuvo que someterse a unas pruebas prácticas, en las que Silves superó a todos los presentados, tal era su habilidad y destreza en la navegación por el ciberespacio. Al final quedaron dos candidatos, pero la empresa valoró la capacidad práctica y los fundamentos teóricos del más joven, Silvestre Varana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La obtención de este puesto, con 26 años, hizo dar “saltos de alegría” al esforzado candidato, que veía recompensado al fin todo su esfuerzo, dedicación y actualización, en sus ilusiones para trabajar en aquello para lo que, sin duda alguna, era un superdotado. La empresa, <span style="color: #c00000;">SENDIG FAST </span>tenía mucho que mejorar en su estructura organizativa y expansión logística. A ese fin se entregó Silves, en cuerpo y alma, durante el día y las noches. Fueron muchas las horas nocturnas que decidió pasar en las dependencias centrales de la empresa, trabajando y programando, como un gran joven director de logística, acompañándole en esas horas de las estrellas un modesto bocadillo y varias latas de Coca Cola, bebida a la que era muy aficionado. Horas y horas, dedicadas para que, al día siguiente, los problemas de errores y de necesaria eficacia en los envíos quedaran completamente subsanados y asegurados.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El sueldo que recibía no era especialmente elevado, para la responsabilidad que asumía en mantener a flote y al mejor nivel la organización informática en la estructura de reparto y la difusión provincial. Sin embargo, Silver se encontraba muy feliz de trabajar en lo que verdaderamente le agradaba y destacaba, en un contexto de elevada responsabilidad. Ese proceso de clasificar bien un producto y de que llegara a su destino en el menor tiempo posible, exigía una intensa dinámica organizativa, para la cual los medios digitales eran de una eficaz e insustituible ayuda. Los padres de Silves también se sentían felices de que su hijo estuviera obteniendo un buen rendimiento a todo el esfuerzo y sacrificios que la familia había realizado en orden a la mejor formación del único hijo que tenían.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero después de que todo pareciera funcionar bien y de que la dedicación de Silves facilitara el “saneamiento” y la rapidez operativa necesaria a fin de mantener el liderazgo de Sending Now en el mercado del reparto, los avatares o caprichos del destino fueron resquebrajando y rompiendo una situación muy “saneada” que a todos beneficiaba. Pero <span style="color: #0432ff;">¿qué ocurrió?</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Todo obedecía a que un hijo del director de la empresa en Málaga, <span style="color: #0432ff;">AMALIO</span> (así se llamaba el joven) había finalizado la carrera o grado de Telecomunicaciones, por lo que su padre quería buscarle un buen puesto en el organigrama de la empresa que dirigía. Así que un 20 de diciembre, 2023, Silver Varana fue convocado por el director de la empresa, <span style="color: #0432ff;">FLORENTINO</span> Cerralla, para comunicarle una muy dura e “injusta” noticia:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“Te he convocado, Silvestre, para plantearte una incómoda realidad. Te hemos ido renovando tu contrato por semestres completos. Así llevas dos años con nosotros, pero desde la dirección central consideran que el importante puesto que ocupas lo va a desempeñar otra persona. Te aseguro que no tenemos nada contra la labor que has desarrollado. Muy responsable y eficaz. Se trata, entonces, de reorganizaciones técnicas, que “vienen de arriba”., Por tanto, desde este 1 de enero, tu contrato no va a ser renovado. No dudes que seguiremos contando contigo en el futuro, para nuevos proyectos. De todas formas, si te ves muy apurado en lo económico, con arreglo a tus méritos contraídos podría hacerte un hueco en el staff de reparto. Sé que tienes carnet de conducir, incluso para ponerte al volante de una furgoneta”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Fue un duro mazazo para la nobleza y dignidad de Silves. Pero ¿qué había pasado realmente, para que después de todos los esfuerzos y sacrificios aportados, se le pagara con tan falsa y desleal moneda? El frustrado jefe informático no tuvo la menor dificultad para averiguar el verdadero origen de la decisión adoptada por el director general Florentino Cerralla. La causa no era otra que tenía que “colocar” a su propio hijo, quien, a pesar de su titulación, como graduado en Telecomunicaciones, carecía en absoluto de la experiencia necesaria para la dificultad del puesto que se le entregaba por ser el “hijo de papá”. Todo era una jugada “muy fea” y henchida de injusticia, en la opinión del “defenestrado” miembro de la empresa de mensajería. El plena Navidad, Silves no estaba dispuesto a aceptar, sin más, semejante humillación de pasar a simple repartidor de paquetería, después de haberse dejado la salud para elevar la logística informática, en el campo de la mensajería malacitana. Declinó con elegancia la oferta degradada en el puesto y la retribución mensual. Pero durante esa misma noche y las siguientes que pasó en la empresa estuvo sopesando el mejor modo de despedirse de un jefe totalmente desleal y sumido en los egoístas condicionamientos familiares.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El <span style="color: #0432ff;">martes 2 de enero </span>La empresa Sending Fast reanudó su actividad, ya sin la presencia de Silvestre Varana en el departamento de control informático. A lo largo de la mañana y, de manera especial durante la tarde, fueron llegando a la centralita telefónica numerosas y “enfadadas” llamadas, a través de las cuales diferentes clientes mostraban su sorpresa, enfado y disconformidad con el contenido del paquete que habían recibido. Algunos incluso amenazaban con denunciar a la empresa de reparto, si no les era cambiado de inmediato el paquete que les habían entregado por el artículo que ellos habían encargado. Y es que los ejemplos de estos <span style="color: #0432ff;">graves errores en las entregas </span>fueron tan numerosos e incluso tan insólitos, que la empresa se vio desbordaba en su funcionamiento, ese “trágico” e incomprensible martes de enero. Los repartidores argumentaban, con razón, que ellos entregaban aquello que se les había entregado desde el almacén de reparto. Las etiquetas que llevaban puestas los distintos paquetes, emitida desde el departamento informático, no ofrecía dudas en cuando al destino del envío. <span style="color: #0432ff;">¿Había “enloquecido” la base de datos de la empresa de paquetería urgente?</span> Algunas de las entregas resultaban verdaderamente insólitas, en relación con el contenido de aquello que recibían los destinatarios. Veamos algunas de estas “singulares” entregas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">Un <span style="color: #c00000;">convento de monjas carmelitas</span>, que habían encargado una colección de CDs de música gregoriana, interpretada o cantada por los monjes benedictinos de Silos, recibió en su lugar un par conjuntos de “atrevida” ropa interior, de intenso color rojo, con encajes blancos, paquete que contenía también unos complementos de juegos eróticos para la noche.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">La <span style="color: #c00000;">clínica odontológica CREMES</span>, que esperaban recibir diverso material farmacéutico, comprobaron que en su lugar el voluminoso envío contenía una caja de 20 tabletas de turrón de Alicante, de la prestigiosa marca la Jijoneica.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">La gran <span style="color: #c00000;">Mezquita musulmana </span>de Málaga, que habían comprado una colección de ejemplares de El Corán, recibió, para su sorpresa, una gran caja de cartón, que contenía tres grasientos jamones ibéricos, de sabrosa pata negra. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">La canastilla de bebé que había encargado la <span style="color: #c00000;">Sra. Elvira, Marquesa de Dorronsoro</span>, para una nieta embarazada, a punto de dar a luz, se había “convertido” de manera inexplicable en tres gruesos volúmenes, con las obras completas de los políticos marxistas soviéticos Trotsky, Lenin y Stalin.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">En el centro “contracultural” de la <span style="color: #c00000;">Casa Invisible</span>, el envío recibido contenía, para sorpresa de sus receptores, de una colección de CDs con grabaciones de los mojes silenses, y sus cantos gregorianos. La colección de juegos eróticos que habían encargado, para regalar a Irina, la jefa grupal durante esa anualidad tendría que esperar, previa reclamación a la empresa mensajera.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">La cara de sorpresa del equipo dirigente que regía la <span style="color: #c00000;">clínica dietética Claro de Luna </span>fue para “enmarcarla” en un ilustrativo mural. Cuando abrieron el paquete, se encontraron con una gran caja de tortas mantecadas, con torreznos de cerdo, elaboradas por una prestigiosa marca antequerana.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">Causó insólita sensación, en un establecimiento de <span style="color: #c00000;">Pompas fúnebres</span>, denominado La Esperanza, la llegada de una canastilla con ropa de dos colores, azul celeste y rosa, para recién nacidos, cuando esperaban unos crucifijos plateados, para encastrarlos en el frontal de las cajas que facilitaban a los usuarios del servicio, para ese incierto y postrero viaje a la inmensidad.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">A <span style="color: #c00000;">Doña Úrsula Clavijo</span>, una señora nonagenaria, sus hijos, nietos y biznietos le habían enviado, con motivo de su santo, un acogedora y valiosa chaqueta de pieles. Pero la buena señora se encontró, al abrir con toda ilusión el bien empaquetado envío, con un traje precioso traje blanco de seda, para una niña que fuera a realizar su primera comunión. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">En la concesionaria oficial de los automóviles <span style="color: #c00000;">Peugeot</span>, que esperaban un envío urgente de 10 filtros de aire y otros tantos de aceite, para el departamento de talleres, recibieron en su lugar dos pares de patines de competición para ejercitar sobre el hielo. Y así, un largo, divertido y controvertido etc.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Florentino Cerralla difícilmente daba crédito a lo que estaba pasando, con tal “desaguisado” en el reparto de mensajería. Eran gravísimos los errores integrales derivados desde el servicio central informático. Se sentía desesperado y superado por los acontecimientos. No pudo por menos que acordarse del empleado recientemente despedido Silvestre Varana. No se vio con la fuerza moral necesaria para denunciarlo (era más que evidente que la acción del anterior jefe informático estaba detrás de todo este gravísimo desbarajuste). Además, todo este proceso de cambios, en las direcciones de entrega había sido realizado y programado con la habilidad y pericia técnica necesaria para que todo pareciese como si el sistema operativo se “hubiese caído” y alterado de esa forma tan insólitamente absurda. Había que recuperar, con la mayor urgencia posible el sistema, para que la filial malacitana del grupo nacional de mensajería recupera la salud de gestión que había perdido de forma tan cómica y ridícula.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero el nuevo director del servicio informático, Amalio Cerralla, hijo de Florentino, por más esfuerzo que aplicó al intento, no pudo recomponer el error multi general que estaba, desde luego, diestra y magistralmente programado. Después de cinco días, sin poder solucionar de manera satisfactoria el grave conflicto empresarial, ya que no se encontraba la “pócima” necesaria para controlar y eliminar el “virus” distorsionador, movió al director general, tras mucho pensárselo y sufriendo los graves retrasos en los servicios de entrega, que ya sumaban varios días, con las reclamaciones y denuncias correspondientes y con los apremios de la central en Barcelona, a dar un fuerte golpe de timón a la anómala situación. Se tomó un relajante cardiaco y delante de su propio hijo, también descontrolado en sus nervios, <span style="color: #0432ff;">marcó un número de teléfono</span>. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOE0e0K9fYvCHe2AUqDoyyx6Eyc7kZiEL08E8DoKNi0eBkSmlg-QB_DR2dEo5-PRNMCjQhGqdWorz5VaY2yXImcdvCM8GSw3bX0UUvx1mpGUtv2BQc9Nv18XS1Yhk6PtNfwHsSPc5PCR0anJxqFoCIYMtNF_IFAAoG63wduVAbLzlwH00BgYqUHCMvsp4/s785/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="785" data-original-width="572" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOE0e0K9fYvCHe2AUqDoyyx6Eyc7kZiEL08E8DoKNi0eBkSmlg-QB_DR2dEo5-PRNMCjQhGqdWorz5VaY2yXImcdvCM8GSw3bX0UUvx1mpGUtv2BQc9Nv18XS1Yhk6PtNfwHsSPc5PCR0anJxqFoCIYMtNF_IFAAoG63wduVAbLzlwH00BgYqUHCMvsp4/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="233" /></a>El propietario de ese número era Silvestre Varana, quien recibió esa criptica llamada del jefe de Sending Fast en Málaga, rogándole que, por favor, pasara de inmediato por la empresa y arreglara o recompusiera el grave desaguisado. No hubo reproche alguno entre el jefe y el anterior operario. Tácitamente olvidaban el pasado, siempre con la premisa de que Silvestre recuperaba su anterior puesto, en el organigrama empresarial.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Ese fin de semana, trabajando una media de 16 horas diarias, Silves pudo recomponer finalmente el sistema. El lunes todo estaba arreglado. En la actualidad ocupa puesto fijo en la jefatura informática de la empresa. Tiene bajo su mando a Amalio Cerralla. Curiosamente, la amistad entre los dos jóvenes es franca, leal y colaboradora. A paso de los meses, ni Florentino ni Silvestre han hecho alusión alguna al “desastre informático” provocado por un comportamiento verdaderamente desafortunado en la jefatura empresarial. Las decisiones y reacciones humanas fueron, para asombro de los implicados en esta curiosa historia, verdaderamente inesperadas y sorprendentes. –<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt -7.1pt; text-align: justify;"><o:p style="background-color: #fff2cc;"> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm -7.1pt; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">SUCEDIÓ EN<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm -7.1pt; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">UNA EMPRESA DE PAQUETERÍA<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm -7.1pt; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm -7.1pt; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm -7.1pt; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm -7.1pt; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm -7.1pt; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0.0001pt -7.1pt; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0.0001pt -7.1pt; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0.0001pt -7.1pt; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 19 enero 2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0.0001pt -7.1pt;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0.0001pt -7.1pt; text-align: left;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt; text-align: justify;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue; font-size: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/ </span></a></p><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6PedeeMkNCnESVz4seD86dlCPY9LGn99mMEJC6YHXOMeeNWY7Ne32RN4JltyzwhAzIWHjBcDuZ4cZg1XQX1wx4s8P4GPClKm3SMk-ds7HVAvY2CbhTJkIqg85vAQqTYt2sBxVwzOiJyyU6P36McaM2FEsuB8cDEhIM3R2KEJ80S_XnMtfXxc7AN5vwPg/s521/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="405" data-original-width="521" height="249" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6PedeeMkNCnESVz4seD86dlCPY9LGn99mMEJC6YHXOMeeNWY7Ne32RN4JltyzwhAzIWHjBcDuZ4cZg1XQX1wx4s8P4GPClKm3SMk-ds7HVAvY2CbhTJkIqg85vAQqTYt2sBxVwzOiJyyU6P36McaM2FEsuB8cDEhIM3R2KEJ80S_XnMtfXxc7AN5vwPg/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-6140396404176703362024-01-12T09:54:00.000-08:002024-01-12T09:54:17.234-08:00EL VETERANO DEPENDIENTE DE LAS TELAS AL CORTE.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgP229O3jzZFz0DizbI3Ya2JtYZp6DK93TO1HE_7WqDxDve3Z9A8EE_kcwqdXtvPjzTaQHkfLZinQCWt0-ZkJQJQpzd0YFfOu9IuX6RtwdvLJ_pgQFBBQVrJ_XkFeKxiyxpAT8nkAH97MxNVli0BuwAq8ttnU6UzH5rOr6V6AJdRwwpASzpjrcEi7xjRPw/s812/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="812" data-original-width="547" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgP229O3jzZFz0DizbI3Ya2JtYZp6DK93TO1HE_7WqDxDve3Z9A8EE_kcwqdXtvPjzTaQHkfLZinQCWt0-ZkJQJQpzd0YFfOu9IuX6RtwdvLJ_pgQFBBQVrJ_XkFeKxiyxpAT8nkAH97MxNVli0BuwAq8ttnU6UzH5rOr6V6AJdRwwpASzpjrcEi7xjRPw/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="216" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">No todas las personas se encuentran realmente preparadas para afrontar, con racional y sentimental éxito, esa crucial y postrera etapa en nuestras vidas, como es <span style="color: #0432ff;">la jubilación</span>. Desde luego no es fácil efectuar ese trascendental paso desde la vida laboral, en la que el organigrama vital está condicionado o determinado por el trabajo diario que profesionalmente realizamos, a esa otra etapa “jubilosa”, en la que nos vemos obligados a ser protagonistas y autores del diseño personal que imprimimos a la evolución de cada uno de los días. Ese paso o cambio supone para muchos un verdadero esfuerzo, inasumible, “titánico” o al menos muy complicado, de tal forma que algunos difícilmente pueden soportarlo, teniendo que recurrir a la ayuda médica y farmacológica, a fin de mantener un mínimo de acción vital, que haga posible soportar ese nuevo recorrido caracterizado por ser muy diferente al desarrollado durante décadas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sería aconsejable y muy conveniente para la salud social que, desde el organigrama empresarial, o desde la propia administración política, se adecuaran o arbitraran los medios necesarios para preparar, instruir y acomodar a los futuros ciudadanos jubilados. Esta “inmersión” para la “nueva vida” habría de programarse durante el último año profesional de los trabajadores, para ese gran cambio que supone levantarse cada mañana, sin la obligación perentoria de acudir a la empresa o puesto de trabajo, con las obligaciones horarias normatizadas según cada tipo de actividad. En este contexto se inserta nuestra interesante historia, por lo “humana”, de esta semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Ciudad de <b><span style="color: #c00000;">Málaga</span></b>, en la década de los <span style="color: #0432ff;">años 60 </span>de la anterior centuria. Una bella y alegre ciudad mediterránea, generosamente soleada, que se iba abriendo al turismo, nacional e internacional y en la que todavía partían trenes, autobuses y barcos, camino de la emigración, buscando esas posibilidades laborales que aquí, desde luego, no abundaban. <b><span style="color: #0432ff;">HERMINIO</span></b><span style="color: #0432ff;"> Fonseca Balañá</span> había estado desarrollando toda su vida laboral, trabajando como dependiente en una tienda de tejidos, establecimiento denominado, con la coherencia de su función, <span style="color: #c00000;">TELAS AL CORTE MATÍAS</span>, ubicado en la muy transitada y comercial calle Compañía, en pleno centro histórico. Era persona de una notable humanidad corporal, con alopecia media desde su juventud y que usaba lentes, aunque no siempre se las ponía delante de sus grandes e incisivos ojos.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Este afable y servicial dependiente era bien conocido por la numerosas y diaria clientela, en su mayoría femenina, que destacaba en este empleado su proverbial simpatía y camaradería, además de ese poder de convicción sobre las señoras que deseaban comprar un corte de tela, para llevarlo a la modista, con el fin de hacerse un abrigo, falda, camisa o todo un traje para salir. Tal era esa humana y fluida relación, que Herminio conocía a la mayoría de las clientas que acudían a la tienda, dirigiéndose a ellas por su propio nombre de “pila bautismal”. En esas amables y divertidas conversaciones, se mezclaba todo tipo de temas, generalmente costumbristas, como las comidas, los toros, la familia, el tiempo atmosférico, el coste de la vida, las modas, la calidad de los tejidos, los remedios caseros, las celebraciones sociales (nacimientos, cumpleaños, bodas, e incluso sepelios).<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La hiperactividad de Herminio, siempre enfundado en su larga bata de franela beige, con dos grandes bolsillos, en los que guardaba las tijeras y el jaboncillo para marcar, era manifiesta y admirable. Siempre tenía a mano el metro de madera, que le permitía medir (añadiendo unos centímetros de más, por cortesía de la casa) las peticiones de las mujeres, generalmente muy parlanchinas también. Cuando no tenía a nadie para atender, se ocupaba de enrollar las piezas de tejidos, colocándolos en el estante adecuado, Incluso era frecuente verle con la escoba y el recogedor, barriendo la tienda, pues opinaba que el suelo y las mesas de venta tenían que estar bien limpias, por aquello del decoro.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Este veterano dependiente no se había casado. Durante muchos años convivió con su madre, <b><span style="color: #0432ff;">doña AMPARO</span></b>, viuda de guerra, que cuidaba a su “niño” con el esmero de una madre cuyo único y gran tesoro en la vida era ese buen hijo que traía cada mes el sueldo a casa, para vivir y subsistir de forma modesta, aunque honrada. La privacidad vital de Herminio era sosegada y bastante “gris”, especialmente durante los fines de semana cuando no tenía que estar en la tienda. Durante el día y medio de descanso, perdía ese incentivo normativo de la venta diaria de telas, tarea en la que se sentía útil, valorado y con ese algo por hacer, tan necesario para la vida. La distracción casera, tanto para él. como para su madre, era la radio, con su cálida y amistosa compañía. Sus gastos eran más bien austeros. Adquiría, de vez en cuando, el diario deportivo Marca. También tomaba algún cafetito, en el breve descanso de la media tarde, en la cafetería LUNA, a “dos pasos” de la tienda. La lectura le cansaba y aburría, pues desde joven había tenido algunos problemas de visión.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Realmente lo que más le motivaba era dar esos largos paseos hasta el morro de levante o hacia la zona industrial de la Térmica, en la zona playera de la Misericordia. En esas agradables y sosegadas caminatas contaba con la cálida compañía de un “amigo de siempre”, <b><span style="color: #0432ff;">ESTEBAN</span></b><span style="color: #0432ff;"> Cimarro</span>, dos años más joven que él, quien trabajaba como carpintero en los talleres de la Renfe, ubicados en el camino de los Prados. Éste fiel compañero, su único amigo, estaba divorciado o tal vez separado, desde que su mujer lo dejó por un “mejor partido” que encontró e intimó en una peña recreativa. La amistad con el obrero ferroviario fue más intensa, desde el momento en que doña Amparo, en un infausto día, partió hacia ese todo infinito, sin dirección específica y sin billete de vuelta. El apoyo fraternal y afectivo de su buen amigo le ayudó, en mucho, para sobrellevar tan sensible e insustituible pérdida.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Y llegó el día, común para todos los mortales, de <b><span style="color: #c00000;">la JUBILACIÓN</span></b>. Herminio Fonseca sumaba esos 65 años, de los que más de cuarenta los había dedicado a la actividad comercial del sector textil, en el establecimiento de Telas al Corte. Fue una tarde de viernes en enero, un tanto “dramática” para este buen hombre, quien a las 20:30 finalizaba su vida laboral. Don Matías, se personó en su tienda, con una botella de vino dulce moscatel de Málaga, a fin de compartir unas copas con el ejemplar dependiente que tan responsablemente había servido, tanto a él como a su padre, de igual nombre. A ese brindis de despedida se unió, lógicamente, Damián, el otro dependiente del negocio, unos quince años más joven que Herminio. El emocionado trabajador, con los ojos “vidriosos”, al final acabó hecho un “mar de lágrimas, llorando compungidamente como un niño pequeño. El emocionado dependiente había pasado ese mediodía, por la Confitería Aparicio, sita en calle Comedias, muy cercano a su domicilio, en calle Andrés Pérez, a fin de comprar un paquetito de dulces, como detalle por su parte para la despedida. Después de los brindis, un largo abrazo tembloroso y el adiós. Por supuesto respeto a la persona, pero nada de discursos o gratificación económica. Don Matías ya tenía en cartera la contratación a prueba de un sobrino, escasamente brillante en los estudios, para sustituir al proverbial Herminio. La vida seguía y el negocio era “lo verdaderamente importante” para el empresario. Para colmo cuando el nuevo jubilado salió a la calle, había comenzado a chispear. No importaban esas cuatro gotas. El profundo cambio, en su humilde existencia, había comenzado.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando pasó el fin de semana y amaneció un nuevo lunes, este trabajador jubilado ya no tenía horario imperativo para madrugar. Sin embargo, su reloj mental le despertó como en todas las mañanas, a las 7 en punto (y sin poner el despertador). Ahora sería él y sólo él quien tendría que planificar su jornada. <span style="color: #0432ff;">¿Qué hacer? ¿Qué no hacer?</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Su amigo Esteban aún permanecía en activo. Por este motivo, esos gratos amistosos paseos que Herminio daba con el carpintero de la Renfe sólo podría darlos los fines de semana, siempre que el estado del tiempo fuera bueno. Para el resto de las horas y los días., tenía que aprender a organizar y administrar bien las extensas horas sin obligaciones. ¡Como iba a echar de menos el alegre “jolgorio clientelar” de las señoras preguntando, pidiendo, protestando, comentando y por supuesto criticando!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tomó de inmediato la muy acertada decisión de pasear en soledad “acompañada” por esa ciudad que le había visto nacer y que por “benditas” razones laborales no había podido “patear” con más frecuencia. Ahora sí que podía. Por tanto, comenzó a recorrer calles, plazas, jardines, barrios, rincones con encanto y misterio, monumentos, algún museo, el parque, el muelle, la estación de ferrocarriles… etc. Para el alimento diario, ya tenía la destreza de abastecerse en la tienda de ese buen tendero, Manolo, cercana a su domicilio, que tenía para vender casi todo lo que él necesitaba. Pero algunos días de la semana hacía el almuerzo en el bar Quintana, en la esquina de la plaza de los Mártires y Andrés Pérez, también a dos pasos de su piso de alquiler, un 3º B, sin ascensor. Acudía a este concurrido bar, para consumir ese plato caliente, necesario para el cuerpo, ya fuese un guiso de patatas con carne, un cocido, un “en blanco” de pescado o ese potaje de legumbres que tanto reconforta.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero, tras unas semanas de jubilación, esos paseos solitarios se iban haciendo cada vez más cansinos, un tato reiterativos y aburridos. Probó en acudir a los templos, aunque no era precisamente un católico practicante. Sin embargo, la paz que encontraba en las iglesias le hacía bien, aunque encontrarlas frías y vacías, sólo con algunas “beatas” en oración, tampoco es que fuera una experiencia muy placentera. Cierto día, cansado ya de tan monótona rutina, tuvo <span style="color: #0432ff;">una lúcida decisión</span>. Se fue directamente a la sacristía de la iglesia de los Santos Mártires, Ciriaco y Paula, en donde había sido bautizado y confirmado, recibiendo también la primera comunión, pidiendo hablar con <span style="color: #2b00fe;">don Rafael, el cura párroco.</span> El veterano sacerdote lo atendió con afecto y natural cordialidad. Escuchó pacientemente el planteamiento de este casi desconocido feligrés.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“No te preocupes, amigo Herminio, que para casi todo hay soluciones posibles. Esa soledad que tanto te abruma y que se ha incrementado cuando has dejado tu vida laboral, ya que vives solo, la vamos a tratar, como hacen los buenos doctores. Tenemos en la parroquia un grupo de “buena gente”, que se reúne en las tardes de los lunes y algunos jueves, para hablar de sus cosas. Hacen oración, pero no tendrías por qué sentirte obligado. Cuando terminan las reuniones, salen a dar alguna vuelta, incluso toman alguna cosa e incluso van a cenar aquéllos que así lo desean, siempre en fraternal hermandad. También hacen sus excursiones, de vez en cuando. En ese activo y generoso grupo (desarrollan actividades benéficas, en favor de los más necesitados) hay muchas personas como tú, a los que el destino os ha conducido a vivir en soledad. Vente este próximo jueves y yo mismo te los presento. Son como unos veintitantos… así que tienes en donde elegir aquellos que más te agrade su compañía. En realidad, la amistad es general entre todos ellos. Personas cariñosas, activas y generosas. Y, desde luego, aquí siempre me tienes.”</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El trato que recibió del Padre Rafael fue desde luego estimulante para el ánimo de este antiguo dependiente de telas. El cura párroco, a pesar de esa fama que tenía de persona enérgica y algo “severa”, supo estar a la altura de este feligrés condicionado por una acre soledad. Y, efectivamente, ese jueves, Herminio hizo su entrada en la reunión del grupo “Ruega por nosotros”. Ese día acudieron al salón parroquial hasta 26 amigos, entre los que predominaban las mujeres sobre los hombres. El nuevo amigo fue acogido con toda cordialidad. El ambiente del grupo reflejaba un conjunto de gente sencilla, alegre y generosa. Lógicamente unos y otros le preguntaban acerca de su vida profesional que, con mucho detalle, Herminio fue comentando. Explicó algunas de las vivencias y anécdotas de las que fue protagonista, tras el mostrador de los rollos de telas para vender al corte. Los nuevos amigos le iban diciendo sus nombres, que él difícilmente podía retener, en una tarde repleta de emociones y nervios. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Herminio captó de inmediato que dentro del grupo había una señora mayor (se le presentó como <b><span style="color: #0432ff;">ASUNTA</span></b><span style="color: #0432ff;"> Parral</span>) que parecía estar especialmente interesada por entablar conversación “particular” con él. A esta espontánea y nueva amiga no le importó comentarle su edad: 60, aunque probablemente se había “quitado” algunos años de su partida de nacimiento. Gozaba de una notable estatura, por oposición a Herminio, que era más bien bajo. Su abundante cabello era negro (probablemente teñido), ojos marrones, cuya fijeza “se clavaban” en el interlocutor con el que dialogaba. En cuanto al carácter y expresiones, parecía un tanto impulsiva “por naturaleza”. Las curvas de su cuerpo mostraban esos kilos de más que difícilmente logran eliminarse, a no ser que se apliquen rígidos y disciplinarios sacrificios. Le expresó que había estado trabajando en algunas “casas bien”, como señorita de compañía. Permanecía soltera, aunque algunos de los presentes conocían determinadas aventuras amorosas que la buena señora había tenido a lo largo de su vida y que ella misma no se recataba en comentar con todo lujo de detalles. Algo que desde un principio impresionó al abrumado Herminio era el intenso olor a elegante y embriagador perfume, que emanaba de esta mujer que parecía estar muy interesada por la persona del nuevo miembro del grupo parroquial. Como la mujer no paraba de hablar, pudo también conocer que además de ese oficio de compañía, que había desempeñado durante largos años, también había trabajado como dependienta en una mercería de calle santa Lucía, curiosamente muy cercana al domicilio de Herminio. “Me ha quedado una pensión muy modesta, ya que me tuve que jubilar antes de tiempo por algunos problemas de arritmia”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Realmente el nivel de gasto que la señora desarrollaba (ropa, perfumes, joyas) era demasiado elevado para afrontarlo con sus modestos ingresos. A causa de ello aplicaba, con manifiesta habilidad, el mecanismo de “pegarse” al primer incauto que se le cruzaba, para irle extrayendo ese capital (en dinero o en especie) que necesitaba para sus ambiciosos y aparentes gastos. Así que, a lo largo de las semanas, Herminio fue cayendo, con la mayor “inocencia” y necesidad personal, en las redes aviesas de Asunta.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Aplicando lisonjas, sonrisas, bromas, chascarrillos, estudiadas teatralizaciones, la hábil señora fue consiguiendo su objetivo: los dos amigos parroquiales iban conformando un peculiar noviazgo, en la tercera edad, experiencia totalmente nueva para Herminio, que padecía un “desconocimiento” que le iba a “costar” bastante caro. Pero solo como estaba, sin ese horario diario de la tienda que lo había mantenido durante décadas, afrontando una vejez en donde los problemas se agudizan y magnifican, esta nueva situación en su vida era como un rayo de luz en el frío océano de las tinieblas. En Asunta encontraba ese ángel guardián que tanto necesitaba, para esa postrera etapa de su vida. Por supuesto, no de manera gratuita, sino con esa “obligación” de respuesta explícita en los regalos, en ocasiones de elevado coste, a fin de mantener contenta a esa “divinal” compañera, con la que salía cada tarde, ya fuera al cine, a la cafetería, al centro comercial, a las tiendas de joyas, a los establecimientos de buena ropa y a los restaurantes. Siempre era ¡cómo no! el antiguo dependiente quien echaba mano a su cartera, para mantener contenta a la muy astuta y zalamera amiga.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La distracción y armoniosa compañía de su “novia” alegraban al incauto jubilado que incluso dejó de salir con su buen amigo Esteban, enfadado cuando éste le advirtió de las especiales u hábiles artes de esa compañera que se había echado, sin sopesar bien las consecuencias del embrollo en que se estaba metiendo. Paulatinamente el nivel de su cartera y de la cartilla de ahorros iba alarmantemente decreciendo. La práctica del sexo era nueva para un sesentón como él. A estas alturas se sentía feliz de usar esta potencialidad corporal y mental. Incluso la señora Asunta llegó a insinuarle la posibilidad de ¡un embarazo! Para ser madre primeriza a los 62 años. El pusilánime Herminio la escuchaba como quien recibe la divina palabra de Dios. Sin duda era su “madre” sentimental, toda vez que la madre genética se le había marchado al reino celestial. El padre Rafael, persona madura, pero gozando de clarividente inteligencia, también detectó las formas y esas “manipulaciones” en las que estaba atrapado, pero aparentemente “feliz”, el incauto Herminio Fonseca. El sacerdote tenía previsto intervenir, aunque esperaba el momento y la forma más apropiada para hacerlo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Llegó un crítico día, cuando al hacer un reintegro en la Caja de Ahorros de Ronda, el cajero le indicó que su cuenta estaba en “números rojos”. Miró en el “fondo de su cartera” y en la misma sólo quedaban 30 pesetas. Aquello era la ruina. Se sentía con esa desesperación que provocaba la íntima necesidad afectiva y la realidad del engaño o el descontrol. Observándose delante del espejo, al fin se veía penosamente envejecido, arruinado y manipulado. Profundamente abrumado fue aquella tarde a casa de su amigo Esteban, al que había dejado abandonado durante meses. El carpintero lo recibió con respeto, cariño y paciencia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Amigo, debes de cortar de inmediato con esa señora que penosamente te ha estado utilizando. Es una triste historia, que se repite por doquier. Así te sentirás más liberado y más persona. Irás paulatinamente saliendo (yo te puedo ayudar) de esa ruina económica en la que te hayas inmerso. Me ofrezco a acompañarte en el momento que desees hablar claramente con esa persona que, en mi opinión, es evidente, está siendo desleal contigo”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En realidad, no hizo falta tal intervención. Don Rafael, el cura párroco, tomó cartas en el asunto y mantuvo una larga y contundente (así era su carácter) con Asunta Parral. Esta mujer dejó de ir por Ruega por Nosotros y al tiempo abandonó la vida del pobre Herminio. La ayuda de Esteban, en estas críticas circunstancias, fue puntualmente generosa y eficaz. Pero Herminio Fonseca difícilmente pudo salir adelante de esta ilusionante y cruda experiencia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUMX_dRcBg0FXL7pyanfO1L3Dmb4h6i6nqPLKWdvcV27VclUEnApD2zmixY_B2FEqGFNJt-psLClw9fyyIU0dX7TfWHPbztXATK8oyFdOjrQM15oy5X_c1WE7JOY0wCA1o5Ddm9Ewo1jRZLVSs6CRc8MVTNbYss-F4mdmmlUtBnFpQ1bt8qTImNhZYjoA/s823/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="823" data-original-width="544" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUMX_dRcBg0FXL7pyanfO1L3Dmb4h6i6nqPLKWdvcV27VclUEnApD2zmixY_B2FEqGFNJt-psLClw9fyyIU0dX7TfWHPbztXATK8oyFdOjrQM15oy5X_c1WE7JOY0wCA1o5Ddm9Ewo1jRZLVSs6CRc8MVTNbYss-F4mdmmlUtBnFpQ1bt8qTImNhZYjoA/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="212" /></a><span style="background-color: #fff2cc;">Era un día otoñal cuando llegó, para todos los miembros del grupo y para el propio Esteban, una infausta noticia. Los vecinos habían detectado que el vecino Herminio no salía de su domicilio. La Policía Armada junto a la policía Municipal entraron en el domicilio de la calle Andrés Pérez. Herminio, que ya alcanzaba los 67, se había acostado una noche y ya no se despertó. Carecía de familiares directos. Aun así, sus compañeros del grupo parroquial le hicieron un digno y cariñoso funeral en la iglesia de los santos Mártires, Ciriaco y Paula</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Cada semana, Esteban acude a “su última morada” para llevar unas flores a su buen amigo de siempre. Cuando llega al santo lugar, entre las flores marchitas siempre encuentra una rosa fresca de color rojo. Preguntando a uno de los cuidadores del lugar, averiguó que esa flor roja la coloca una señora mayor, muy bien arreglada en su vestimenta y que tal vez por sus remordimientos de conciencia se ve impulsada a realizar este bello gesto. - <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p style="background-color: #fff2cc;"> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">EL VETERANO DEPENDIENTE<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">DE TELAS AL CORTE<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: #c00000; font-size: 10.5pt;">Viernes 12 ENERO 202<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;">Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt; text-align: justify;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue; font-size: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/ </span></a></p><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFh7nw90716W1TfqMIkPud4J2LFrC8iDC-Z6y8m_Gr9bjn_B3TVQrKU0bFj8pLj5I_klAZBs1zkB2qIq71_IddQMYvZLMr7IcMfZ-ud29vEafjYYYkk7LYawouuop3z1yZF_fnOcs2h8n0LxGs4NP4mZrxtYS9ukJ1lDE7L8tCWpyz-692Q3Cv2IbssdY/s533/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="384" data-original-width="533" height="231" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFh7nw90716W1TfqMIkPud4J2LFrC8iDC-Z6y8m_Gr9bjn_B3TVQrKU0bFj8pLj5I_klAZBs1zkB2qIq71_IddQMYvZLMr7IcMfZ-ud29vEafjYYYkk7LYawouuop3z1yZF_fnOcs2h8n0LxGs4NP4mZrxtYS9ukJ1lDE7L8tCWpyz-692Q3Cv2IbssdY/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-70939145691925634982024-01-05T03:18:00.000-08:002024-01-05T11:12:09.656-08:00AQUEL GRAN CINE DE LA MEDIA PANTALLA. <p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmtFE7MKOLkho2gzgv9ToK0jUC1tljQ9ETgLpVGu2gDx0g5mID3Mh6qUndZgx8Hqus_sInLn6Dz02Oiw2IDRtcTuHnUWTXqSeyPvgL-7WpohSreVg5U_QZxWjj84gu8KZ8HLaK1vJXpg2wVB6y8IXrd7cK1g0bCj0mgmph8XCFiGZixM8lj9XZmoxQ_jQ/s816/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="816" data-original-width="571" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmtFE7MKOLkho2gzgv9ToK0jUC1tljQ9ETgLpVGu2gDx0g5mID3Mh6qUndZgx8Hqus_sInLn6Dz02Oiw2IDRtcTuHnUWTXqSeyPvgL-7WpohSreVg5U_QZxWjj84gu8KZ8HLaK1vJXpg2wVB6y8IXrd7cK1g0bCj0mgmph8XCFiGZixM8lj9XZmoxQ_jQ/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="224" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Viajamos, en el mágico y apasionante tren de los recuerdos, a los años 50-60 del siglo precedente. La mayor parte de la infancia, de manera especial en aquellos meses más templados de la anualidad, <span style="color: #0432ff;">jugaba y se distraía fundamentalmente en la calle</span>. Juegos inolvidables como “el pilla, pilla”, “policías y ladrones”, “el piso”, “las canicas”, “la pelota o el fútbol”, “el salto de la cuerda”, “el escondite”, “el tú la llevas”, “la patineta o la bici”, “las tablas con ruedas de cojinetes”, “la rueda de la patata” etc. tenían como principal escenario las aceras, las plazas o las calles menos transitadas por los coches y las motos de la época.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En cada domicilio era usual de que hubiera una <span style="color: #0432ff;">radio</span> (las familias que podían adquirirla) aparato radiofónico que era escuchado, en determinadas horas del día o la noche, por el papá, la mamá o la abuela, con ese sentimental capítulo de la novela (podía ser Ama Rosa…), el “parte” de las 10 de la noche o el Carrusel deportivo emitido los domingos por la tarde. <span style="color: #0432ff;">La televisión </span>tardaría en llegar a la mayoría de los hogares españoles. En Málaga hubo que esperar a 1961 o 1962, para que esos “deslumbrantes” aparatos en blanco y negro se difundieran para la distracción y la información de amplias capas de la población. Sólo en los domicilios más pudientes y en algunos bares y cafeterías se instalaba ese aparatoso, por su volumen, aparato de televisión, que emitía con sólo una cadena. La única que existía en nuestro país, Televisión Española.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En estos años de dura posguerra, con múltiples carencias, la principal distracción por la que mayores y niños suspiraban era <span style="color: #0432ff;">el cine</span>. Pero no todos se podían permitir la asistencia a las salas de exhibición cinematográfica, pues para hacerlo había que pagar la correspondiente entrada en la taquilla. Fueran tres, cinco o más pesetas, de la época. Además, había localidades y municipios en los que no se habían establecido cinematógrafos, que pudieran ofrecer las películas de la cartelera nacional y mundial. Sin embargo, había municipios en donde hubiese o no cines, durante el verano, por influencia del calor, se “montaban “terrazas” para proyectar cine, instalaciones que tenían una amplia aceptación popular. El precio de las entradas, con películas de profundo “reestreno”, era siempre más asequible, que el coste de una entrada para un cine con instalación cubierta. En este lúdico contexto, se inserta nuestra historia de esta semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La narración “viaja” a una modesta y bella localidad costera de la provincia malagueña, ubicada en la Axarquía, en la zona oriental provincial. Carecía de municipio propio, pues era la barriada marítima de un importante municipio agrario, situado a unos cinco kilómetros de distancia. En <span style="color: #c00000;">Torre del Mar</span>, la economía se sustentaba fundamentalmente, durante aquellos lejanos años, en <span style="color: #0432ff;">la práctica agraria </span>(destacaba el cultivo de la caña de azúcar y la uva moscatel) y en <span style="color: #0432ff;">la actividad pesquera</span>, con esas barcas o traíñas que salían al mar en las horas nocturnas, provistas de grandes farolas, alimentadas por las correspondientes baterías. Luces que atraían a los bancos de peces, aunque también la ayuda luminosa de las noches claras de luna era importante, para el artesanal oficio de la pesca. Muchas familias de humilde condición aprovechaban, también, el buen clima veraniego de la zona para alquilar parte de sus domicilios a ese turismo, básicamente nacional (el de masas e internacional aún no había llegado a nuestra península. Habría que esperar a esa década mítica para desarrollismo económico, de mediados de los 60) cuyos visitantes dejaban algún dinero. Capital siempre muy necesitado para la reducida economía de estas humildes familias, durante los meses cálidos de julio y agosto.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Esta localidad de nuestra historia carecía de sala de cine durante el invierno. Pero cuando llegaba la ansiada primavera, y de manera especial durante la estación veraniega, se habilitaba, en un gran solar, en otro tiempo dedicado al cultivo de la caña de azúcar, un bien esperado <span style="color: #0432ff;">cine de verano</span>. Era el <span style="color: #c00000;">CINE IMPERIAL</span>. El suelo de esta instalación era absolutamente terrizo y sobre el mismo se situaban esas decenas de filas de asientos, sillas un tanto incómodas, pero que posibilitaban disfrutar de esas películas que eran cambiadas a diario. Los lunes no había proyección, para el descanso del personal. El amplio recinto rectangular se cerraba con elevados muros, a fin de evitar que el gran “pantallón” se viera desde la calle. Pero la altura de esos muros no impedía que desde los edificios cercanos se podía divisar parte o casi toda la pantalla, durante la sesión de proyección. En realidad, no eran bloques que superasen las seis plantas en altura, pues esta localidad marítima no estaba densificada en exceso durante estos años de posguerra y siguientes. Pero aquellos bloques que tenían aterrazada la cubierta o desde las plantas más elevadas podía divisarse parte de esa pantalla, visión que tanto ilusionaba, especialmente a los niños.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Obviamente, según la distancia de los balcones y ventanas a los altavoces del cine, el sonido llegaba con menor o mayor claridad. La concejalía municipal de la zona limitaba o controlaba que el sonido fuera muy elevado a esas horas de la noche, cuando tenía lugar la proyección de la película, ya que precisamente esos vecinos cercanos al cine tenían que descansar para trabajar durante el siguiente día.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Había un bloque ¡de cinco plantas! denominado <span style="color: #c00000;">Los Jazmines</span>, en cuyo piso 5º B residía la familia Alpaca – Cerdán, integrada por <b><span style="color: #0432ff;">LEANDRO</span></b>, de oficio panadero y <b><span style="color: #0432ff;">ASUNTA</span></b>, que se ocupaba de las tareas del hogar. El matrimonio tenía dos hijos, <b><span style="color: #0432ff;">MARUCHI</span></b>, 10 años y <b><span style="color: #0432ff;">SALVI</span></b><span style="color: #0432ff;"> </span>de 8, niños aplicados, traviesos e imaginativos que, durante los meses veraniegos, disfrutaban con esa “maravillosa” posibilidad de ver el cine gratis. Lo hacían desde la terracita de su casa, que daba al oeste. Por supuesto de que tenían que aplicar una serie de habilidades, con las que superar las dificultades que encontraban en este tan apasionante, divertido y cultural empeño. </span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Desde esa terracita del 5ºB <span style="color: #0432ff;">se divisaba poco más de media pantalla </span>del cine Imperial, aproximadamente un 60 %. Pero ello no era obstáculo para que la poderosa imaginación infantil compensara y reconstruyera esa parte de la imagen proyectada, cuya visión no era posible. En cuanto al sonido, éste llegaba con una difusa y complicada claridad. Sin embargo los dos hermanos se distraían y “entendían “ aquello que no bien escuchaban. Así que cuando no había “castigo” de por medio, por mal comportamiento, Leandro y Asunta permitían que sus hijos “asistieran” a esa única sesión que comenzaba pocos minutos después de las 22 horas, desde la terraza de su domicilio. Asunta preparaba la cena para toda la familia, pero los niños preferían ese gran trozo de telera de Viena como suculento bocadillo, en cuyo interior iban unas cuantas rodajas de mortadela Mina. Ese menú de noche se acompañaba de un vaso de leche, pues los críos estaban en época de crecer. De postre la fruta de temporada. Ahora en verano, una tajada de melón o sandía fresquita, pues había estado guardada en la nevera que Leandro había adquirido meses antes con los ahorros de su sueldo y con algunas horas extras de trabajo echadas para la labor.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero “para toda la sesión” los pequeños ya se habían aprovisionado también de algunas suculentas chuches: ellos las llamaban “las provisiones”: avellanas, pipas de girasol, altramuces y esos chupachups de tan grata y larga duración para el dulzor y el placer.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Para las películas “aptas” no había problemas con la autorización de sus padres. pero cuando la película proyectada era de “mayores”, ya la cosa cambiaba, Las del oeste no ofrecían dificultad para que los niños las disfrutaran, al igual que con las policíacas. Pero en las de “amores”, Leando, el buen panadero y mejor padre, tenía preparada una gran cartulina blanca para usar cuando aparecía alguna escena “escabrosa”, elevándola y poniéndola delante de la cara de sus hijos, quienes reían y aprovechaban el momento para abrir un nuevo paquete de pipas o cacahuetes. Los “cortes” de las películas eran muy divertidos, con los silbidos que se escuchaban realizados por los espectadores de la sala. Se aprovechaba ese momento para ir a la nevera a traer la jarra del agua fresca o para “visitar” a los lavabos a refrescar la necesidad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En muchas ocasiones, alguna escena o detalle interesante “ocurría” en el trozo de pantalla que no se podía ver, desde la posición que ocupaban los inquilinos del 5º B en el balcón de su casa. Entonces Leandro explicaba a sus peques lo que podría estar ocurriendo en esa parte oculta de la pantalla. Pero sus niños, que eran muy imaginativos, siempre tenían una salida graciosa para completar los trozos de fotogramas que no veían. Otras veces, era el camión de la recogida de los residuos domiciliarios o el propio ambiente callejero, en esas noches templadas del verano, lo que no facilitaba la buena audición de las palabras que pronunciaban los actores. Pero Salvi y Maruchi decían, con el inocente desenfado por la edad, ”con las imágenes que vemos, ya tenemos bastante para distraernos.” Y así iba transcurriendo aquel tórrido verano, de finales de los 50.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero un día, el panadero Leandro (siempre volvía de su trabajo con una o dos teleras de Viena bajo el brazo y algún pastel para los niños) llegó a casa muy sonriente, pues <span style="color: #0432ff;">traía una sorpresa </span>que, a buen seguro, iba a hacer felices a sus dos hijos, quienes a pesar de su corta edad eran dos grandes aficionados a ver películas. Asunta, al ver tan satisfecho a su marido, dejó el gazpacho que estaba preparando para el almuerzo y se sentó a escuchar la buena nueva.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“No os podéis imaginar a quién me he encontrado esta mañana en la tienda. Se trata de un antiguo amigo, llamado <b><span style="color: #0432ff;">TEODORO</span></b>. Fuimos juntos a la escuela, pues es prácticamente de mi misma edad. Ya en su juventud, emigró a Cataluña, para buscarse la vida en una región donde había trabajo. Además, tenía en Sabadell a unos primos, que le dejaron un hueco en su casa. Allí ha estado bastantes años, pero ahora ha vuelto a la localidad donde nació y se crio, porque sus padres ya son muy mayores y quiere estar cerca de ellos. Aunque es un “manitas” que le mete mano a casi todo, le han dado trabajo de portero en el Cine Imperial a donde tiene que acudir por las noches. Durante el día hace distintos trabajos, electricidad, albañilería, fontanería, etc. Como nos unía una gran amistad, al ir a comprar unas barras de viena a la panadería, me ha prometido que me va a traer unas invitaciones, para que podamos entrar en el cine gratis. Bueno, sólo tendremos que pagar el coste de los impuestos por invitación. ¡Al fin podremos ver la pantalla completa y escuchar bien la película!”. (Maruchi y Salvi daban saltitos de alegría, al escuchar esa tan gran noticia que le traía su padre).</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Y así, a los pocos días, un sábado noche de mediados de julio, los cuatro miembros de la familia Alpaca-Cerdán pudieron entrar, todos muy contentos, en la gran sala terriza del Imperial, para ver una distraída película del oeste: <span style="color: #c00000;">CENTAUROS DEL DESIERTO</span>, dirigida por el maestro John Ford en 1956 e interpretada por el gran John Wayne. Disfrutaron de lo lindo, pudiendo ver ahora la pantalla completa (que les pareció grandiosa en su “enormidad” y por supuesto con un buen sonido, que hacía posible entender perfectamente los diálogos y el ritmo musical de la trama. Estos regalos de invitaciones se repitieron con frecuencia, porque la amistas entre Leandro y Teodoro era intensa. De hecho, siempre que Teo iba a comprar la telera del día, su amigo le envolvía un par de dulces de regalo para sus padres, gesto que el portero de El Imperial mucho agradecía.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En ocasiones, cuando ponían una película apta, para todos los públicos, los dos pequeños grandes aficionados el “séptimo arte” acudían a la puerta del cine (con su bocadillo de mortadela Mina y las chuches correspondientes) y esperaban una señal de Teo (que miraba hacia otro lado) para pasar a la sala, muy deprisa y sonrientes, en una simpática complicidad. Una mañana de sábado Teo vino a por Javi y con él <span style="color: #0432ff;">subió a la cabina de proyección</span>, en donde el maquinista estaba preparando la película que se iba a proyectar esa noche. El asombro en el rostro de Salvi era manifiesto. Contemplaba con los ojos bien abiertos las dos grandes máquinas de proyección, los enormes rollos de celuloide, que le parecían gigantescos. También observó la forma como el proyeccionista empalmaba, con una asombrosa destreza y rapidez, las tiras de fotogramas partidas. También le hicieron una pequeña demostración, para que viera cómo se producía la luz que proyectaba las imágenes en la enorme pantalla. Ese arco voltaico generado por las dos barras de carbones conectadas a tomas eléctricas pareció a Salvi como una inexplicable magia llena de embrujo. Aquel día este niño, buen observador, volvió a casa con una gran bolsa de plástico, en cuyo interior llevaba como regalo centenares de fotogramas eliminados en los empalmes de las películas. En esos fotogramas aparecían los grandes héroes de las películas, lo que permitía al niño jugar con la ilusión de poder ver a los grandes actores de la pantalla, a través de la bombilla de la lámpara que tenía colocada en su mesita de noche. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff; font-size: 14pt;">Y PASARON LOS AÑOS, POR ESTAS VIDAS DE CINE.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzHQ4QBxEhiYOPYpJZF8xMYbezrnfvCE8ETRIUUD90WfEbJrTD3U_K88LTTk_aamPTaDx2amDrspvwJ4SC3OjJvAD1nFmAt-qO2NzlULCAlrDwTJ2l4NLL-kJrefqHiZCuJmzySLvueF1p9fuScDTdzpZm3wkNHQTc20mM88A7TesPwsiP_QJx21oSMak/s815/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="815" data-original-width="564" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzHQ4QBxEhiYOPYpJZF8xMYbezrnfvCE8ETRIUUD90WfEbJrTD3U_K88LTTk_aamPTaDx2amDrspvwJ4SC3OjJvAD1nFmAt-qO2NzlULCAlrDwTJ2l4NLL-kJrefqHiZCuJmzySLvueF1p9fuScDTdzpZm3wkNHQTc20mM88A7TesPwsiP_QJx21oSMak/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="221" /></a>Salvador Alpaca es actualmente jefe de cabina, en unos grandes multicines de la capital malacitana, en donde controla diariamente hasta 15 videoproyectores. El tradicional y añorado sistema del celuloide, como soporte para las imágenes de las películas, prácticamente ha desaparecido de las salas de cine. Hoy en día las películas se graban digitalmente, en unos grandes discos duros, que gozan de una gran capacidad. La videoproyección digital es universalmente utilizada para el cine, por la pureza de la imagen, el abaratamiento de costes y el perfecto sonido. De manera curiosa, su hermana Maruchi también trabaja en esta cadena de multicines, encargándose en la taquilla de la venta de las localidades, aunque también echa una mano cuando puede en el ambigú o el bar, vendiendo esas chucherías que ella y su hermano consumían desde el balcón de su casa, mirando con pasión una media pantalla.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">El cine, con su magia y misterio, siempre ilusionado y permanente, ha sustentado la vida de estas dos personas, que allá por el final de los años 50 y comienzos de los 60 se preparaban, en las noches de verano, para ver, disfrutar y soñar. Lo hacían mirando las asombrosas historias de vaqueros, policías, magos, hadas y princesas, siendo plenamente felices con esa su infantil vocación. Y todo ello, aunque fuese un cine artesanalmente “imaginativo”: aquellos trozos de películas que podían verse, desde la ubicación de un modesto balcón del piso 5 B, en un bloque torreño, Los Jazmines, en donde dos niños de “los cincuenta” construían todo un mundo onírico con toda una gran media pantalla.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">AQUEL GRAN CINE<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">DE LA MEDIA PANTALLA<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 05 enero 2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span face="Calibri, sans-serif" style="font-size: 12pt; text-align: justify;"> </span></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsuJC1L3CpATSM_d7rm3j9R0eQNWa4bvuSMprDwPkiWoS1x5PPktWWB9UHM7s_tmT60z3aQ3b-lhW4xbKcVHht8vdRtw-LXtxRv17KWwl74TXfnUTWRBL_T0S7PkrGjMXX1iWFvlX34t5wg8FPCv8ax5w0LEtJMWapLuLnvGhixONnOYXXj7Vy1pU_osk/s543/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="416" data-original-width="543" height="245" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsuJC1L3CpATSM_d7rm3j9R0eQNWa4bvuSMprDwPkiWoS1x5PPktWWB9UHM7s_tmT60z3aQ3b-lhW4xbKcVHht8vdRtw-LXtxRv17KWwl74TXfnUTWRBL_T0S7PkrGjMXX1iWFvlX34t5wg8FPCv8ax5w0LEtJMWapLuLnvGhixONnOYXXj7Vy1pU_osk/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-37299403346120593142023-12-29T02:42:00.000-08:002023-12-29T02:42:27.205-08:00EL ÚLTIMO BILLETE DE TREN<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgxlcG_KGF_zH8wFE3mqBGW3TgZl7GRyh77EOYloIcnBM0_NYcz8IrCuxPg2GmojcA3NFOGQhkicvUxOVVVNC7DYbBCsMMtZafZZWe3D4PmFmyr2PMw23bdxqAnJj44IktyukZX_QR3pa6op6WEEg_KdsBgT0Vv72NEVMB45vdBsArSABAL3dBkqBxyXE/s770/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="770" data-original-width="558" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgxlcG_KGF_zH8wFE3mqBGW3TgZl7GRyh77EOYloIcnBM0_NYcz8IrCuxPg2GmojcA3NFOGQhkicvUxOVVVNC7DYbBCsMMtZafZZWe3D4PmFmyr2PMw23bdxqAnJj44IktyukZX_QR3pa6op6WEEg_KdsBgT0Vv72NEVMB45vdBsArSABAL3dBkqBxyXE/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="232" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En la vida que, con diversa suerte, vamos recorriendo, somos protagonistas de hechos insólitos, sorprendentes, incluso reñidos con la lógica, que acaecen en momentos o situaciones verdaderamente inesperadas y en modo alguno determinadas por nuestra intencionalidad. Ese tiempo o momento sorpresivo y nuestras propias respuestas en modo alguno se reviste con los atuendos normativos de la racionalidad. Realmente son los caprichos “divertidos” del destino, además del propio azar, quien dirige la evolución de esos acontecimientos que se desarrollan y escenifican en el teatro más o menos gratuito de nuestra existencia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Aquella tarde del <span style="color: #c00000;">31 de diciembre</span>, día de San Silvestre, en el “acomodado” domicilio de los Tierrafranca-Castañeda predominaba esa divertida y alegre tensión nerviosa, necesaria para que “todo saliera bien”. Se estaban dando los últimos retoques a la cena de Nochevieja. <span style="color: #0432ff;">Don <b>SABINO</b></span> y su mujer <span style="color: #0432ff;">doña <b>ÁGUEDA</b> </span>se multiplicaban en el quehacer, atendiendo a todos los numerosos detalles que permiten ofrecer una buena imagen, sustentadora del reconocimiento social. El veterano matrimonio preparaba una fraternal cena, a la que iban a asistir no sólo las parejas de sus dos hijos, <b><span style="color: #0432ff;">ELADIO</span></b> y <b><span style="color: #0432ff;">NATIVIDAD</span></b>, sino también los padres respectivos.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Efectivamente, estaban invitados y habían confirmado su asistencia los padres de <b><span style="color: #0432ff;">GUADALUPE</span></b>, <span style="color: #0432ff;">don <b>BERNARDO</b> </span>(un agente de aduanas que tenía su puesto de trabajo en el puerto de Málaga) con <b><span style="color: #0432ff;">CÁNDIDA</span></b>, su mujer. A esta familia, ya fraternal, se iban unir también el novio de Natividad, llamado <b><span style="color: #0432ff;">TRINO</span></b>, con sus padres <span style="color: #0432ff;">don <b>SIMEÓN</b> </span>(propietario de un pequeño establecimiento de joyería y relojería, en la popular y densificada zona de la Carretera de Cádiz) y su mujer <b><span style="color: #0432ff;">PITITA</span></b> (Esperanza). En total serían diez los comensales, para esa entrañable <span style="color: #c00000;">cena de Fin de Año</span>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El asado de pavo, relleno de trufas y hierbas aromáticas mediterráneas, doraba en el horno su muy generoso volumen, bien regado con vino dulce de Cómpeta. Las bandejas de surtidos entremeses ibéricos reposaban bien cubiertas y ordenadas, en los estantes de la cocina. En cuanto al variado y selecto marisco, encargado directamente a una tienda especializadas en productos gallegos, “atestaba” don grandes bandejas de plata, en el gran frigorífico de esta bien conocida familia, residente en el universitario barrio de Teatinos. El gran tronco para el postre, elaborado de nata, frutas, mazapanes y mezclas de chocolates de la Trapa, lo había traído Águeda de la tradicional confitería Aparicio, primoroso encargo realizado con bastante antelación, dada la abundante demanda que este popular establecimiento tiene en fechas tan señaladas. El servicio de bebidas lo controlada, con mano especializada, Sabino, tras encargo realizado en la bodega gourmet del supermercado El Corte Inglés.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Era tal la alteración nerviosa de esta familia, que Águeda ya se había cambiado el vestuario en dos ocasiones, pues al fin prefería los tonos oscuros, pensando que estos fríos cromatismos ayudarían a disimular mejor los kilos y grasas de sobrepeso que soportaba en su cada vez más fusiforme anatomía.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Aun no habían llegado las parejas de Eladio y Nati, con sus respectivos padres, cuando Águeda echó en falta algo que iba a ser muy útil en esa gran cena familiar para las Campanadas, especialmente pensando en el marisco: <span style="color: #0432ff;">las servilletas de papel</span>. Cuando fue a buscarlas, el lugar que ocupaban en la alacena estaba vacío, pues parece que su hijo había utilizado las pocas que quedaban, para una de sus frecuentes salidas senderistas de fin de semana y no las había sustituido. Por algo tan nimio, pero necesario, doña Águeda puso el grito en el cielo. Entonces su marido, con tal de no “escucharla” se colocó de inmediato la gabardina (la noche se había presentado bien fría) y con presteza se dispuso a salir del piso. Pensaba dirigirse a uno de los escasos comercios chinos que había en la barriada y que por experiencia conocía no cerraba hasta las 11 de la noche.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En ese preciso instante sonó el timbre de la puerta. Era Guadalupe, que venía acompañada por sus padres Bernardo y Cándida. Tras los “muy teatrales” saludos, con besos, apretón de manos y abrazos por doquier, ambiente embargado por un fuerte aroma a perfume de las señoras, Sabino se excusó indicando que bajaba por un pequeño detalle de última hora, pero que en no más de 10 minutos estaría de vuelta.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sabino Tierrafranca, 52 años, ejerce como jefe de planta de confección de señoras, en unos grandes almacenes, de gran prestigio, no sólo en el ámbito comercial malagueño, sino también en el marco territorial nacional. Lleva casado con Águeda veintiséis años. La relación entre estos esposos es cordial, aunque hace mucho tiempo que dejó de ser “efusiva” en las muestras afectivas por ambas partes, dado el “cansancio” del vínculo conyugal. Cumplidor en su trabajo y fiel en su matrimonio, centra sus aficiones en el coleccionismo de sellos, la lectura de artículos económicos (es titulado en Ciencias Empresariales) y es un apasionado del juego de billar, actividad que practica algunos fines de semana con algunos compañeros de tienda.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tras abandonar el ascensor y bien abrigado por la humedad de la noche, se dirigió al <span style="color: #c00000;">SOL NACIENTE</span>, un espacioso comercio regido por una muy numerosa familia de orientales y en la que se podía encontrar casi de todo, con precios verdaderamente atrayentes, en las numerosas horas del día (también domingos y festivos) en que el establecimiento permanecía abierto al público. Le llamó la atención la cantidad de clientes que había a esas horas, en una noche tan señalada, en las estrechas naves atestadas de artículos para la venta. Probablemente toda esa gente deseaba comprar (como él) algunos artículos y alimentos de “última hora” que habían echado en falta en sus domicilios, para tener una mesa bien dispuesta. Una vez que ya tenía en sus manos los dos paquetes de servilletas de papel, se dispuso a guardar cola ante la caja de pago, en la que el “amigo” Ling cobraba con gran destreza y rapidez, aplicando esa su siempre sonrisa en el rostro, con la inclinación amable, mecánica y servicial de su cabeza ante el cliente que pagaba.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La persona que le antecedía era una mujer de mediana edad, que iba sola y que había comprado (según las dos bolsas que llevaba en el cesto) algunas verduras y frutas. Algo le decía a Sabino que la figura de aquella mujer le recordaba algo en su memoria. Ya al verla de espaldas tuvo esa sensación de conocerla por algún motivo. Esperó unos segundos y cuando la señora puso su cabeza de perfil los recuerdos se le “amontonaron” con ímpetu no sólo en su mente, sino también su corazón. Sin duda ¡era <b><span style="color: #0432ff;">ALEXIA</span></b>! Una mujer que nunca había podido borrar de su memoria.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En este momento, <span style="color: #0432ff;">tenemos que hacer “un flash back” </span>para retrotraernos unas tres décadas atrás en el tiempo, cuando Sabino cursaba el grado de Empresariales, en la facultad de Ciencias Económicas de El Ejido, en Málaga. Los dos jóvenes, Sabino y Alexia eran compañeros de promoción. Desde el primer instante en que se conocieron, intimaron y se atrajeron, en sus afectos. Pronto “ennoviaron”. Fueron tres años de intenso y desenfadado amor. Días y …muchas noches. Dos seres que se amaban, querían y necesitaban con inhibida ansiedad. Eran como “uña y carne” y no desaprovechaban las horas de los días para estar juntos. Cada una de las mañanas Sabino iba a recogerla a la casa en donde ella vivía con su madre, viuda. Era hija única.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El nombre de Alexia provenía de la decisión de su padre, un marino mercante de origen ruso y bastante aventurero. Le pusieron ese bello nombre al nacer, pues a su progenitor le recordaba el antiguo mundo de los zares. Un infausto día, el navío en que navegaba el padre de Alexia tuvo un desgraciado accidente en una noche de impetuosa tempestad, en las frías aguas del Báltico. En ese terrible naufragio, perdió la vida <span style="color: #0432ff;">Yaroslav</span> y otros doce miembros, compañeros de la tripulación. Esta durísima circunstancia unió aún más a la joven Alexia con su madre.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero el motivo por el que ese muy intenso amor entre los dos universitarios se “fue a pique” se generó en una “noche de juerga”, cuando Sabino y otros compañeros celebraban el final del tercer curso de carrera. Organizaron una “salida alocada” que, después de abundante bebida finalizó en un cutre “salón de señoras” trabajadoras del sexo. Esa desafortunada noche precisamente coincidió con un agravamiento del asma que sufría, desde hacía tiempo, la madre de Alexia, <span style="color: #0432ff;">Amara</span>. Aunque pidió ayuda a su pareja, llamándolo en repetidas ocasiones, su teléfono no fue atendido, pues Sabino estaba de alegre “juerga” con sus amigos y las señoras de “compañía”. La señora estuvo a punto de perder la vida y Alexia no tuvo a su lado a la persona que necesitaba como ayuda en esos críticos momentos. La situación se agravó cuando la chica, tras una noche de dolor y tensión, volvía a su domicilio. Quiso la “mala suerte” que se encontrara a Sabino con su pandilla, que estaba en un estado lamentable de “borrachera” de alto nivel. Ese fue el punto de inflexión de un intenso y recíproco amor que, en una noche infortunada quedó roto. Ni ella ni él pudieron recuperar esa complicidad que los había unido durante los tres años de carrera.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sabino desapareció paulatinamente de la vida de Alexia y ésta de la vida de su compañero y pareja afectiva. Sin embargo, al paso de los meses y los años, al caminar por sus respectivas existencias, ni Sabino ni Alexia pudieron borrar de su mente y corazón el intenso amor que recíprocamente habían protagonizado.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">Unos treinta años después</span>, ambos personajes se encontraron en una noche de fin de año, en un establecimiento regentado por chinos, a escasas horas de que dieran las 12 campanadas. A pesar de los cambios físicos, por el paso del tiempo, se reconocieron sin la menor dificultad. Se miraron una y otra vez. Y la sorpresa inicial se fue tornando para el intercambio de cálidas sonrisas, mientras por sus mentes iba rodando una película de alta velocidad que sintetizaba lo que habían perdido en sus vidas, en las tres décadas pasadas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sabino, con un patente y alegre trastorno, no cesaba de repetir una frase que sonaba “a gloria” en los oídos de una mujer que no había sabido o querido rehacer su vida con ningún otro hombre:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“No te puedo perder, mi querida Alexia, en esta segunda y tal vez la última oportunidad que el destino ha querido regalarme” “No te puedo perder, no te puedo volver a perder, mi bien querido y sublime amor. No lo dudes, sigues siendo la razón de mi vida”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Los cinco/10 minutos revistos para la compra de las servilletas de papel se fueron convirtiendo en 15, 20, 30… Mientras tanto ya habían llegado al Domicio de los Tierrafranca-Castañeda Trino, con sus padres don Simeón y Pitita. Nueve miembros para la cena de Fin de Año, pero faltaba el “señor” de la casa, don Sabino, que se sentía inmensamente feliz, por una vez, al haber encontrado y recuperado, en una tienda de chinos, a la razón de su vida. Águeda estaba profundamente inquieta ante la tardanza de su marido, aunque trataba de disimular, ayudada por la habilidad social de sus hijos Eladio y Natividad, quienes pusieron unos villancicos mientras los padres de sus parejas aportaban temas intrascendentes para evitar esos silencios que además de incómodos crispan aún más un ambiente virado y tensionado “por el qué está pasando”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pasaban diez minutos sobre las 22 horas, cuando Águeda recibió en su móvil <span style="color: #0432ff;">un mensaje de voz</span>. Lo remitía Sergio y presurosa e incluso temblorosa se fue al dormitorio para escucharlo. Su contenido la dejó inmóvil y profundamente trastornada, sentada en el borde del lecho conyugal.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Lo siento, Águeda. El destino ha querido que recupere al que fue y es el gran amor de mi vida. Intenta disculparme ante todos los presentes. Mi corazón manda más, que mi racionalidad. Te resultará muy difícil entenderlo y comprenderlo, pero es así. Os deseo tengáis una feliz salida y entrada de año”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">De ese ambiente crispado y nervioso, todos, absolutamente todos, intentaron pasar a la serena escenificación del disimulo. Se consideraban “gente bien” y querían evitar, a toda costa, romper una noche de tan emblemáticos significados. Eladio y Nati, trajeron sus guitarras y acompañaron el canto de villancicos que seguían sonando “sin que nadie los escuchara”. En un momento de gran entereza y madurez interpretativa, Águeda, la mujer, y esposa abandonada, pronunció una elegante, imperativa y responsable frase, que todos escucharon, mudos de admiración y respeto: <span style="color: #011893;">“Bueno, ya es hora de que todos vayamos a la mesa. Una buena cena nos espera”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En ese trasiego hacia el ágape fraternal, Bernardo y Simeón se acercaron con discreción a Águeda, para preguntarle, con la mayor delicadeza qué es lo que ocurría. La señora de la casa, con un gran autocontrol personal y forzando una difícil sonrisa, en medio del dolor que le albergaba, respondió:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Queridos amigos, ese chiquillo inmaduro, llamado Sabino, piensa que ha recuperado al que fue el gran amor de su vida. Dejémosle hacer esa “locura de cincuentón” que tanto le afecta”. </span>Y la noche de las 12 campanadas continuó su “mecánico y escénico” recorrido.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZl1oy1hSHUrgRec-gC9ZOSlC6jXTVfFBzJttf0f8RoqpyqcR3GPbwQtaABENbW5Yc6HhqeBWyQIgPWzvkJnqeCfPQoe8HH9ijAEAsBvHplc9x3ZtXGFv3GG8sojub_DrtUQcZph_dRsZyBacI8aJzlfuvl54g0Wz5ItghJy3wp9Ae8WoGvYqi-UqkQGg/s780/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="780" data-original-width="568" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZl1oy1hSHUrgRec-gC9ZOSlC6jXTVfFBzJttf0f8RoqpyqcR3GPbwQtaABENbW5Yc6HhqeBWyQIgPWzvkJnqeCfPQoe8HH9ijAEAsBvHplc9x3ZtXGFv3GG8sojub_DrtUQcZph_dRsZyBacI8aJzlfuvl54g0Wz5ItghJy3wp9Ae8WoGvYqi-UqkQGg/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="233" /></a></div>Sabino y Alexia (que vivía sola, en un lindo piso ubicado en la barriada del Puerto de la Torre) celebraron una cena íntima que ella supo organizar con sencilles y camaradería en muy escasos minutos, mirándose repetidamente uno al otro con cálido y ferviente amor. Ya no eran aquellos dos jóvenes vitales en su veintena añorada, sino dos personas “maduras” con los deterioros físicos producidos por el paso inexorable del tiempo. Pero ellos se veían como en aquellos años universitarios en lo que todo era posible, pues la juventud “casi todo lo puede”. Fue una noche de amor, sexo y recuerdos, en la que valoraban y agradecían al destino que al fin los hubiera vuelto a unir, para ser más felices. Eso era lo único y más importante. Los latidos del alma y la unión corporal vitalizaban una existencia lastrada por tres décadas de insoportables y absurdas ausencias. Tomaron las doce uvas de la suerte, mientras encima de la mesa del salón permanecían los dos paquetes de servilletas, que Sabino Tierrafranca había ido presuroso a comprar.<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">Un nuevo año</span>, con sus semanas, meses y días. La vida de Sabino y Águeda marcha por senderos diferentes. Abogados especializados en rupturas matrimoniales realizan un ágil y eficaz gestión, a fin de resolver “satisfactoriamente” todos los detalles. Alexia, por su parte, es propietaria de una pequeña gestoría, en la que se gestionan multitud de asuntos administrativos. Junto a Sabino, se muestra muy ilusionada, ya que ella sí que ha sabido esperar. Piensan pasar por el Registro Civil a comienzos del verano, pues ambos curiosamente nacieron en ese mes que inicia el estío térmico. Él con 52 y ella con dos años menos. En esa altura de sus respectivas existencias, el amor ha vuelto a sus vidas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Los hechos aquí narrados sólo pueden acaecer en esa noche alocada, divertida y trascendente, con la despedida y la bienvenida a una nueva anualidad. La sabia magia, en la noche de campanadas, hizo posible una gran “travesura” inesperada, insólita, inexplicable, pero grandiosa para el triunfo del amor. Ese sentimiento reciproco entre dos personas “mayores” que, como en el caso de la energía, nunca se pierde, sino que al fin se hace posible, aunque para ello haya tenido que recorrer la rutina opaca de tres largas décadas en el calendario. –</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">EL ÚLTIMO BILLETE DE TREN<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 29 diciembre 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXX7e4Y8-P9Ke9qZ56Denc_L2jeFenkGxYYaCoIoupymX9RjhvDneQFSLeHXaWcYtCTftLFO0LCLMX98s5SNM3xTM6hPgudiOsQiQG5JDzvxcekfIQhGrHd57-z2VTkEMExlENw-j3bDaV666YxmrS1CZ-1UIsiMehdAbobQR_CYrT0DA9L941jpebm30/s544/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="411" data-original-width="544" height="242" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXX7e4Y8-P9Ke9qZ56Denc_L2jeFenkGxYYaCoIoupymX9RjhvDneQFSLeHXaWcYtCTftLFO0LCLMX98s5SNM3xTM6hPgudiOsQiQG5JDzvxcekfIQhGrHd57-z2VTkEMExlENw-j3bDaV666YxmrS1CZ-1UIsiMehdAbobQR_CYrT0DA9L941jpebm30/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-87552503429663448842023-12-22T02:21:00.000-08:002023-12-22T02:21:17.371-08:00EL MERCADILLO DE LA ILUSIÓN.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioKATnD_GA0v1RjRbI1kLfbEXX5ZbTJ6af1Ut4ANquA6YguCESicto2qxawo-ieUAm_B_8o8YcxFHyCIZGZeCOgUCRsQLTn-Ztv4-io16Oh8lJeFIcMAgZEnsD53SbhetxyDxiTeIavBMJpo4FYb0vzm0MECjzcneHJ7uQGJA37P3Q3KtJT5Pa98NKSmY/s759/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="759" data-original-width="564" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioKATnD_GA0v1RjRbI1kLfbEXX5ZbTJ6af1Ut4ANquA6YguCESicto2qxawo-ieUAm_B_8o8YcxFHyCIZGZeCOgUCRsQLTn-Ztv4-io16Oh8lJeFIcMAgZEnsD53SbhetxyDxiTeIavBMJpo4FYb0vzm0MECjzcneHJ7uQGJA37P3Q3KtJT5Pa98NKSmY/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="238" /></a><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt; text-align: justify;"> </span></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Un año más, fiel a su cita en el calendario, llegan las fiestas más emblemáticas y universales de nuestra fraternidad. La <b><span style="color: #0432ff;">NAVIDAD</span></b> o el <b><span style="color: #0432ff;">CHRISTMAS TIME</span></b>, con la significación para todos del cambio de anualidad. Esta gran “luminosa” tradición es respetada y seguida por una gran parte de la humanidad. Efectivamente, las calles de nuestras ciudades son iluminadas con asombrosos juegos de luces. En el mundo cristiano occidental se repiten los cantos navideños, con esos villancicos que hablan de paz, amor y fraternidad, En muchos hogares y en espacios privados y públicos se montan los nacimientos o belenes, además de los árboles adornados para la Navidad. Los comercios se abastecen de objetos de todas las categorías para regalar, Ese comercio para la ilusión, más que para la necesidad, también sale a la calle, con esas decenas de puestos ambulantes, en el que múltiples artesanías son ofertadas para tener “ese detalle” para el regalo en Reyes o Navidad. Son fechas también “simpáticamente peligrosas” para todos aquellos que pretenden adelgazar. Las suculentas y copiosas comidas de hermandad organizadas en los centros de trabajo se unen a las tradicionales comidas y cenas de Nochebuena, Navidad, Fin de Año y el 1er. Día del Nuevo Año. Se ingiere y bebe demasiado pero, como algunos justifican, una vez al año los regímenes alimenticios pueden esperar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">No todo es luz, comida e intercambio comercial. Se programa una muestra cultural grandiosa, específicamente musical, con bellos conciertos dedicados a la magia de la Navidad. En ocasiones, hasta la crueldad de las guerras saben esperar, respetándose algunos días fraternos, impropios para la violencia en el matar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Nuestro relato de esta semana está dedicado, como no podría ser de otra forma, a la magia de la Navidad. La historia, presta para narrar, se va a centrar en ese lúdico y alegre espacio, universalmente dedicado a esa esperada imagen ilusionada y amable de los <b><span style="color: #0432ff;">MERCADILLOS</span></b> o <b><span style="color: #0432ff;">PUESTOS NAVIDEÑOS</span></b>, en los que se generan escenas e imágenes llenas de cromatismo y curiosidad, en todo aquello que se ofrece y que los numerosos paseantes desean, con imaginación y generosidad, comprar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Érase un mercadillo navideño, como el de Málaga, instalado en el marco incomparable del gran Parque, en un terreno ganado, hace casi siglo y medio, a las aguas del mar. Alegran el ambiente decenas de puestos bellamente adornados con mil y un objetos para comprar y regalar. Una de estas pequeñas tiendas, la número 47, estaba regida por <b><span style="color: #0432ff;">NATALIO</span></b><span style="color: #0432ff;"> Recarte</span>, natural de una provincia norteña, quien a sus 58 años lleva en este negocio del comercio ambulante más de tres décadas. Gran parte de ese extenso tiempo comercial lo ha desarrollado unido a su preciada, anhelada y añorada esposa <b><span style="color: #0432ff;">CARMELA.</span> </b>El destino, la suerte o los caprichos de la genética les impidió esa gozosa descendencia, que tanto deseaban para enriquecer y sustentar su sencilla vida familiar.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tal vez sea por ese razonable motivo o también por esos corazones tan “grandes” que contemplaban a los dos cariñosos cónyuges, por lo que decidieron que en sus pequeños pero densos estantes, además de en esa gran furgoneta en donde transportaban el material, además de las chucherías de siempre (los dulces de carbón, los variados chocolates de la tradición regional, o esas frutas caramelizadas, etc.) priorizaran entre la oferta comercial, una modesta pero ingeniosa juguetería, que hacía felices , con sus sonrisas llenas de asombro y anhelos desbordados, a los cientos de pequeños de aquellos lugares en donde instalaban su itinerante tenderete, en las fiestas y mercadillos festivos del calendario anual. Eran juguetes a ser posible tradicionales, con los que han jugado los niños de muchas generaciones y que estaban hechos optimizando el uso de la madera, el algodón, el cartón y la goma, productos esencialmente naturales, aunque la fuerza industrial forzara el uso del plástico y las aleaciones metálicas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Lustrando su mostrados y estanterías, aparecían los denominados “juguetes de siempre”: la armónica, el trompo, el tirachinas, el visor o caleidoscopio, la bolsita de canicas, los juegos reunidos, el Parchís, la Oca, la muñeca de trapo, la cajita de acuarela, el Puzzle y rompecabezas de madera, la cuerda de saltar, las caretas de cartón, el juego de don Patata, los recortables de vestiditos o de soldados, el tambor, la zambomba, la pandereta, la trompeta , la flauta, la carraca, los vestiditos de pastores y pastoras etc.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Un mal día y de improviso, cosas del corazón, Carmela emprendió ese último viaje, sin destino explícito y que los humanos imaginamos hacia el cielo de las estrellas, los luceros o a ese misterioso “Paraíso” donde “dicen” todo es felicidad y armonía. Natalio tuvo que “sacar fuerzas de flaqueza” para superar la intensa tristeza que lo embargaba y continuar haciendo lo que su amada siempre había deseado: seguir con su comercio ambulante por las ciudades, pueblos y pequeñas localidades repartidas por el mosaico multicolor de nuestra geografía. La vida seguía y este buen comerciante comprendió que el destino, sin mayor explicación, así lo había querido. </p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;">A partir de estos duros momentos, con más afán e ilusión incluso, se esforzó en buscar ese calor humano en todos esos niños que acudían con sus padres, para mirar y remirar sus lindos y pequeños juguetes de siempre. Después de unos divertidos minutos, entre las dudas por la elección, ese pequeño, aquel niño y aquel otro ¡también! se decidían por un determinado juguete, sin duda el que más alegría, ilusión e interés le proporcionaban.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Y aquí aparece el tercer gran protagonista de esta bella historia. Fue en unas Navidades malacitanas, que quedaron fijadas para el buen recuerdo en los corazones de dos personas, separadas por muchos años generacionales.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Este buen comerciante se fijó en un niño, que no superaría los siete años. Este chiquillo se acercaba por las tardes a su puesto instalado en el Parque, junto al restos de los otros 70 autorizados por el ayuntamiento de la ciudad. Todos ellos, ofertando una lúdica mercancía con sabor navideño. El niño, que repetía casi todas las tardes, se paraba en el 47, sin duda motivado porque era el que más juguetes de “estilo tradicional” ofertaba en el mostrador y en las estanterías laterales y traseras. A preguntas de Natalio, el chico respondió que se llamaba <b><span style="color: #0432ff;">ABEL, </span></b>quien se quedaba largos e interesados minutos observando detenidamente los pequeños juguetes. Lo hacía de una forma sorprendentemente educada para un niño de tan corta edad. En absoluto molestaba al propietario. Con toda su inocencia, se iba deteniendo en unos más que en otros, con esa expresión “golosa” parecida a cuando pasamos por delante de un escaparate o mostrados de confitería y nos relamemos de gusto al ver los apetitosos pasteles que tenemos por delante, tras el cristal correspondiente para proteger la limpieza del dulce producto. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Como la escena se repetía un día tras otro, Natalio disfrutaba intercambiando sencillas, ingenuas y simpáticas palabras con el pequeño (también con otros niños que se acercaban al stand). DE esta forma fue conociendo datos acerca de la vida del muy joven cliente, que miraba las lúdicas mercancías, pero que no compraba, sin duda por carencia de ese dinero que su familia no podía darle.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Efectivamente Abel sumaba ya los siete años. Por los datos que le daba y la presencia de su modesta vestimenta, debía de pertenecer a una familia sin grandes recursos. Explicó al feriante que vivía en una barriada no muy lejos del lugar en donde se encontraban, llamada El Perchel norte, en la vertiente derecha del cauce del río Guadalmedina. Esto dato resaltaba que el niño se tenía que dar un buen paseo, hasta llegar al lateral norte del Parque, en donde estaba instalado el mercadillo de los juguetes, las figuritas de los belenes, los puestos de los artilugios para las bromas y, por supuesto, los tenderetes para la venta de los interesantes productos de artesanía.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">El pequeño Abel había sido criado, prácticamente desde sus primeros años, por su abuela <b><span style="color: #0432ff;">ANDREA</span></b>, con la que siempre había vivido. Esta buena señora se ganaba honradamente la vida limpiando portales y escaleras, de los bloques que iban poblando la Avda. de Andalucía. La madre de Abel, <b><span style="color: #0432ff;">LORETO</span></b>, se caracterizaba por ser u a persona muy desenfadada, amante de la “vida libre” no importándole tener relaciones con aquella persona que se le acercaba y que motivara su atracción y divertimento. El papá de Abel podría haber sido cualquier hombre que le gustara la variedad relacional. Cuando Abel había cumplido su segundo año de vida, Loreto se fue con un representante artístico de poca monta, pero de muy hábil y zalamera palabrería, un “fulano” que había prometido buscar escenarios a la joven, que gozaba de cualidades como cantante de música popular española.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Esa mamá “inconsciente” o poco formada, de tarde en tarde llamaba a su madre, la señora Andrea, preguntando por su hijo, quien ilusionado y espontáneo se ponía al teléfono, diciéndole a su mamá cuándo iba a volver. Le pedía que le trajera algún juguete de esos que tanto divierten a los niños para jugar con su inocente imaginación. Loreto, en fechas señaladas enviaba algún giro postal a su madre. La joven bien sabía que Andrea nunca pararía en conseguir esos euros con los que siempre alimentaria y criaría a su nieto, al que tanto quería y cuidaba.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Toda esta información que Natalio iba recabando, lógicamente, no procedía únicamente de un niño de siete años que se acercaba cada tarde a mirar y a comentar sobre los juguetes. En una de estas ocasiones, Abel vino acompañado de su abuela Andrea. La señora quería conocer a dónde acudía su nieto cada tarde y con quien se relacionaba. De esta forma pudo conocer al este amable y servicial comerciante, con el que pudo intercambiar muchos minutos de amable conversación, oportunidades que se repitieron algunas tardes más.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En esos paseos hasta el Parque, Abel disfrutaba compartiendo la alegría que producían. Los centenares y miles de bombillas de colores que, a partir de las siete de la tarde inundaba ese populoso centro de la ciudad. Se asombraba, de manera especial, con ese gran salón de palacio, convertido en elevada catedral, en el que la calle Larios se transforma, cuando llega la Navidad. Y sobre todo, cuando se daba el primer pase del espectáculo de juegos de luces, mezclados y sincronizados con esas canciones y villancicos, con sabor a Navidad. Y así cada tarde, en el que Natalio le preguntaba cómo había llevado el día, si se había portado bien, obedeciendo a su abuela y dejando ordenado su cuarto. Cuando Abel se despedía diciendo “hasta la tarde siguiente, Natalio” este “paternal” comerciante siempre ponía en la mano del pequeño alguna chuchería, fuera unas peladillas, caramelos o ese Chupachups con su palito para la seguridad, que tanto gustaba a un niño bien educado, motivado por esa gran amistad que había logrado crear.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">¿Y cuáles eran los juguetes, en el “inmenso” reino de los juegos en el que se transformaba el mostrador 47, que más motivaban la curiosidad y la ilusión observadora del niño Abel? A preguntas de Natalio, el pequeño explicaba el porqué de esas sencillas elecciones.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“Me gusta mucho esa <b><span style="color: #c00000;">armónica</span></b>. Un día, era domingo por la mañana, mi tata me llevó al circo y había un payaso que la sabía tocar muy bien. Era muy divertido. Yo nunca la he tocado, pero me gustan mucho sus bonitos sonidos. Los Reyes Magos nunca me han traído esa armónica, pero algún año sí se acordarán. Debe ser muy cara ¿verdad?”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“También me atrae mucho la forma de ese extraño <b>trompo de madera</b>, pintado con círculos verdes y dorados. Tiene un “aparato” encima que no sé para lo que sirve. Yo he jugado con algunos. Alrededor del trompo ataba el cordel, entonces Tiraba fuerte y lo arrojaba al suelo, en donde “bailaba” y giraba, durante mucho tiempo, siempre que las losetas estuvieran bien puestas porque si no se atascaba y se caía, dejando de bailar. Pero éste, con ese mango tan raro, no sé cómo funcionará”.</span> Entonces Natalio, divertido, como “buen padre” se salía del puesto con el “moderno” trompo, trababa la cuerda con el “cabestrante”, tiraba con fuerza del cordón, el trompo se desprendía y giraba durante unos emocionantes minutos, manteniendo su inercia, hasta que, por alguna inflexión del suelo, se caía de su verticalidad. En ese momento, el niño y el hombre “niño” reían a plena carcajada. Esa admirable e infantil escena se interrumpía, porque de momento llegaba un nuevo cliente a preguntar y/a comprar y había que atenderlo, como siempre hacía, con amable y servicial cordialidad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Finalmente, Abel se había fijado en dos tipos de <b><span style="color: #c00000;">caleidoscopios de juguete</span></b>, que Natalio tenía en el expositor. El paciente comerciante dejaba al pequeño que mirase por ambos visores, el cual se quedaba maravillado acerca de cómo los cristalitos de colores formaban preciosas figuras geométricas, que se iban modificando cuando iba girando el sorprendente instrumento para la visión. Todo ello en medio de un oohhhh emocionante y divertido al tiempo. L otro caleidoscopio carecía de cristalitos de colores en la pantalla. Ésta era un grueso cristal cuya conformación multiplicaba 18 voces aquellos dibujos o formas geométricas que se le acercaban o ponían por delante. Las constantes exclamaciones de Abel divertían mucho al buen comerciante que, en aquellos ratos por la tarde en que el niño aparecía, se sentía ejerciendo de ese padre que no pudo llegar a ser. Y todo por el destino caprichoso que determina la vida de los seres humanos. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Y llegó la <b><span style="color: #0432ff;">NOCHE MÁGICA DE REYES</span></b>. Con la cabalgata en las calles, aún ese alegre día apareció el niño Abel por el puesto 47, para alegría de Natalio que se había habituado a compartir esos minutos gratos con un niño que bien podía ser su nieto por la edad, aunque el comerciante veía más en él a ese niño que el destino o la suerte no le quiso dar. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">¿Le has escrito ya la carta a los RR MM. de Oriente? Aunque no lo hayas hecho, es suficiente con que antes de dormir se lo pidas con esa ilusión que te caracteriza y ya veremos si mañana te han dejado algo en casa, de aquello que te gustaría tener para jugar y disfrutar. No olvides que los Reyes son unos “sabios” y pueden conocer incluso aquello que no le hayas pedido. Lo importante es desearlo, ofreciendo a cambio tu buen comportamiento con tu tata Andrea y con este amigo, muy mayor quien, te aseguro, nunca te va a olvidar”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">Cuando en la mañana del 6 de enero</span>, Abel se levantó de su cama, fue caminando, con pasos sigilosos (era muy temprano y la Tata aún dormía, hacia un pequeño árbol que a comienzos de las fiestas navideñas habían decorado, con bolitas de colores y unos racimos de luces que pestañeaban una y otra vez. Junto a sus dos gastadas zapatillas quechua, que su abuela le había regalado en día de su cumpleaños, había ¡un precioso balón de badana! de color blanco, como los que utilizan los futbolistas en los campos verdes de césped. Ya Andrea también se había levantado y sonreía satisfecha al ver la cara de alegría que mostraba su querido nieto. Pero a pocos cm del árbol reposaba sobre la alfombra una pequeña caja de cartón que estaba envuelta en vistosos y brillantes colores de un plástico especial para regalos. Con infantil intriga Abel la fue abriendo, con esa emoción propia de no saber qué puede contener.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Al abrirla definitivamente, ese oohhh ya característico en un niño de siete abriles ¡una armónica, un trompo y un caleidoscopio! ¡Qué sabios son SS MM! Los saltos de felicidad de Abel eran de lo más divertido.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Y como en la pantalla de los cines, un flash back que nos lleva a unos días atrás. Una mañana Andrea se llegó hasta el puesto 47 con la intención de saludar a Natalio y agradecerle esos ratitos que tan bien hacía pasar a su nieto. Como regalo, le llevaba en su bolsa una fiambrera, llena de apetitosos rosquitos fritos de miel y unos borrachuelos rellenos de cabello de ángel. Ese presente llenó de emoción a Natalio, que explicó su “paternal comportamiento con Abel.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Me hace pasar muy gratos momentos, en mi soledad existencial, a pesar de que siempre esté atendiendo al público que se acerca a mi stand. Es un niño muy bueno y que razona de una manera asombrosa con las conversaciones que mantenemos. Me alegra muchas de las tardes en que no hay demasiada venta. Lo considero como ese hijo que nunca tuve y al que me gusta enseñarle comportamientos buenos para que sea feliz en la vida que tiene por delante para recorrer”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXd2DNHgcyFrSu7Gykc1N3rZFGLFUoft12PuzsCrQ11nHGLMmbkj93O8miSe4X0QQi0i7cqK_COJpHpja0bPyj6e50cvbbmAxZZXkl4rhkjbXHtpkTOZceIWd1V2gxDTFhW-j96_0vfb7MSFa9jDWFQmt3o6eRc0fXhPnb5ZW5h5NeO7aPDCbYocCjwRU/s766/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="766" data-original-width="572" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXd2DNHgcyFrSu7Gykc1N3rZFGLFUoft12PuzsCrQ11nHGLMmbkj93O8miSe4X0QQi0i7cqK_COJpHpja0bPyj6e50cvbbmAxZZXkl4rhkjbXHtpkTOZceIWd1V2gxDTFhW-j96_0vfb7MSFa9jDWFQmt3o6eRc0fXhPnb5ZW5h5NeO7aPDCbYocCjwRU/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="239" /></a></div>El atento comerciante preparó en una cajita de cartón esos tres regalos que tanto emocionaban al nieto de Andrea y se los entregó como regalo para que tuviera unos buenos RR MM en honor de su amigo, el del “puestecillo” 47 del Paseo del parque. El agradecimiento de la abuela fue efusivo y emocionante.<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ante la insistencia de Andrea, Natalio estuvo almorzando en casa de esta pequeña pero cariñosa familia durante los dos últimos días de estancia en Málaga. En la hora de la despedida, los dos grandes amigos se prometieron que al menos una vez al mes intercambiarían esa carta postal, en la que se contarían “cosas bonitas de sus vidas”. Y así sucedió. Cada mes, sin faltar, dos cartas viajaban entre Burgos y Málaga, misivas que contenían cálidas palabras de afecto y cariño, con la promesa de que de nuevo se verían y jugarían, cuando el comerciante castellano viniera de nuevo a la provincia malacitana, por feria o festividad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">¿Y qué ocurrió, al paso de los años, en esta bella historia de Navidad?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Abel Lozano, a sus 22 años, es un joven e imaginativo comerciante propietario de una bien montada tienda de juguetes, en una emblemática y comercial calle de la capital malagueña, Nueva. En este popular comercio, <span style="color: #c00000;">EL PARAÍSO DE LOS JUGUETES</span>, además de vender tan lúdica y alegre mercancía, ha habilitado una zona para juegos y talleres de cuentos, dedicado a los clientes infantiles que la quieran visitar. Natalio, antes de despedirse con humildad de esta vida, legó ante notario todas sus pertenencias a este amigo, ahijado, ese hijo no de sangre sino de corazón, que conoció en una lejana Navidad, en el Paseo del Parque malacitano. Allí tuvo la suerte de sembrar y creer en la verdadera amistad. En un marco precioso de madera y cristal, que preside la tienda, se muestran tres valiosos y pequeños juguetes: una armónica, un caleidoscopio de cristalitos de colores y un curioso trompo, con un mango en la parte superior, que una y otra vez Abel tiene que explicar cómo funciona a todos esos niños, mayores y pequeños, con ganas de saber y aprender. -<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"> <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">EL MERCADILLO<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">DE LA ILUSIÓN</span><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 22 diciembre 202<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;">Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0hNhzMdRnx56zQvv5DHedPQi63kq07n2Fl5OOv5gpRb9L9zI98kcAXPbRWENkFUa_9LQ5M4Mm_E6OF31taFYJ_l8k6T2u6G1ylT946AapbkFmnDqkWmFeZnEhiCLAzESPk8M9FVdVPC9NO3O7qDcGeL8SPuVvxQ8BBrXtKqJed-l08WHRXvige2AUiko/s542/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="428" data-original-width="542" height="253" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0hNhzMdRnx56zQvv5DHedPQi63kq07n2Fl5OOv5gpRb9L9zI98kcAXPbRWENkFUa_9LQ5M4Mm_E6OF31taFYJ_l8k6T2u6G1ylT946AapbkFmnDqkWmFeZnEhiCLAzESPk8M9FVdVPC9NO3O7qDcGeL8SPuVvxQ8BBrXtKqJed-l08WHRXvige2AUiko/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-47104472464880805742023-12-15T06:38:00.000-08:002023-12-15T06:38:50.820-08:00UN EXTRAÑO CORREO, PARA LA INCERTIDUMBRE<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiT0tqAfy7BROvkxm8IOAWN7L_n4s3t1ghMlYdBoZ6-bDWZunU3km9pQCXRnZmAG1g8_9MTs0vyTfKrwU-L-HUbOleloh-tOlQTdYsMUGqziMSrc4h8mCQ0r6q1YzjyXvaNsp-mIzClSmGwvdRtDMZ5yOXqyLjATPcsRlCP_74jGYbyEUVbdLsY5Bg98rI/s769/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="769" data-original-width="565" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiT0tqAfy7BROvkxm8IOAWN7L_n4s3t1ghMlYdBoZ6-bDWZunU3km9pQCXRnZmAG1g8_9MTs0vyTfKrwU-L-HUbOleloh-tOlQTdYsMUGqziMSrc4h8mCQ0r6q1YzjyXvaNsp-mIzClSmGwvdRtDMZ5yOXqyLjATPcsRlCP_74jGYbyEUVbdLsY5Bg98rI/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="235" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">A muchos nos suele ocurrir con frecuencia, de manera especial si somos personas algo distraídas o soportamos un cierto despiste en nuestra memoria. Vamos caminando a través de la ciudad y de manera inesperada alguien se nos queda mirando y de forma educada nos saluda. Además de mostrar expresivamente su sonrisa, en ocasiones incluso detiene su marcha, se nos acerca y nos pregunta cómo “van las cosas”. Incluso añade algún dato personal. Entonces te ves obligado a “disimular”, ante tus dudas, respondiéndole de manera amable y cordial. Tras la despedida y al reiniciar la marcha, sigues manteniendo en tu pensamiento esa repetida frase de <span style="color: #011893;">“Pero ¿quién es este señor –o señora- a quien he saludado? No lo logro localizar en mi memoria”.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La misma o similar experiencia se repite en el correo electrónico del ordenador o incluso a través del Blog personal. En ese también inesperado mensaje, aparece un remitente que con frecuencia se suele presentar de la misma forma: “Estimado … Te/Lo he localizado a través de Internet. He sido alumno/compañero suyo y lo recuerdo con gran afecto”. A continuación, añade algunos datos no especialmente concretos de la supuesta relación que hemos mantenido. “Lo he venido siguiendo por los contenidos de su blog y hoy finalmente me he animado a escribirle”. Como son escasos los datos que te ofrece, no resulta fácil realizar su localización en la memoria. A fin de evitar un desaire, tu respuesta se viste con formas “mecanicistas”, por supuesto cordiales, sin que sepas exactamente a quién estás escribiendo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Lo sorprendente del caso es que, después de una semana y media del primer correo, ese “desconocido” que manifestaba llamarse <b><span style="color: blue;">URBANO</span></b>, reaparece en mi vida. Sigue mezclando las frases amables, con algunos datos aislados referentes al destinatario. Pero lo fundamental de este segundo mensaje estaba en la petición que realizaba para que acudiera a una cita y pudiéramos mantener una conversación personal. Lo hacía de una forma explícitamente “suplicante”, pues daba a entender que se encontraba soportando un grave problema de naturaleza económica.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="background-color: #fff2cc; font-family: Calibri, sans-serif;">Desde luego, la primera respuesta que normalmente fluía ante la extraña petición es no hacer demasiado caso de un asunto que carecía de claridad por los cuatro costados. Pero en el misterioso correo adjuntaba una copia fotográfica, en la que se mostraba a un grupo de jóvenes, chicos y chicas, disfrutando de una mañana en la playa. Entre esos jóvenes, más o menos adolescentes, estaba mi propia imagen. Efectivamente, hace muchos años éramos miembros de un grupo juvenil parroquial, que participábamos en diversas actividades recreativas. En aquel grupo existían “altas y bajas” continuas de jóvenes, pues el colectivo tenía su sede en un lugar bastante céntrico y emblemático de la ciudad y además, para poder integrarse y entretenerse con las numerosas actividades que se llevaban a cabo no había que pagar cuotas ni mayores requisitos. La amistad era el aval imprescindible para echar unas horas durante las tardes y en los fines de semana, en el gran local que la parroquia gratuitamente nos cedía. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Volviendo a la entrañable fotografía (en blanco y negro o escala de grises, como ahora se acostumbra a decir) la rebusqué afanosamente entre mis recuerdos de muchos años atrás y al final apareció, por cierto, con un buen estado de conservación. Recordaba algunos nombres de los amigos que allí aparecían y a los que no había vuelto a ver desde muchísimo tiempo. Y es que habían pasado ya más de cuatro décadas y media, desde la toma fotográfica de una entrañable y alegre mañana en la playa de la Misericordia malacitana. Era lógico pensar que la persona que firmaba el correo sería uno de los muchos jóvenes que aparecían en la escena grupal sobre la arena. Pero ese nombre carecía absolutamente de relevancia en mi memoria.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sin embargo, a pesar de esa mi primera intención, decidí en uno de esos momentos en que miraba la foto rebuscando en la memoria, acceder a la petición del extraño personaje, que me “hablaba” desde la red informática. Quedamos en vernos en una cafetería, no lejos del monumento catedralicio, un viernes de otoño, a esa oportuna hora de las seis de la tarde.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Acudí a la cita con puntualidad. Tras estar un buen rato esperando en la puerta del establecimiento, sin que hiciera acto de presencia mi extraño interlocutor, me senté en una de las mesas que aún no estaban ocupadas por esa voraz clientela, que prolonga el tiempo de la merienda hasta las horas en que muchos extranjeros ya descansan en su cómodo lecho. El esperado personaje, por alguna razón que tuviera, <span style="color: #0432ff;">no se presentó al encuentro concertado.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #fff2cc;">Sin embargo, aquella misma noche, para mi sorpresa, recibo una comunicación electrónica de Urbano. En dicho correo se justifica por su incomparecencia. Parece evidente que estuvo allí, pues aportaba algunos datos acerca de la ropa que yo llevaba puesta. En pocas palabras indicaba que su estado físico estaba actualmente muy deteriorado, a consecuencia de una mala vida de consumos y vivencias. En definitiva, que no tuvo fuerzas o ánimos suficientes para mostrarse ante mi persona. Pero a continuación de esa somera explicación, planteaba de manera abierta la necesidad que tenía de ayuda económica, además de buenos consejos para salir del marasmo y, por supuesto, esa confianza afectiva de la que se sentía huérfano.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El problema nuclear que le estaba provocando su principal motivo de desazón derivaba de un <span style="color: #0432ff;">conflicto económico</span>, con muchos flecos, en el que estaba preocupantemente inmerso. Lo explicaba a su manera. Había perpetrado diversos hurtos o robos monetarios, en la empresa de comercio textil donde trabajaba, filial de una importante cadena de ropa a nivel nacional. Ya no era sólo el despido lo que temía, sino las implicaciones penales que podían sobrevenirle, a consecuencia de su ilícito y delictivo comportamiento. Parece ser que ejercía funciones contables, en su desempeño profesional. Finalmente añadía que había acudido o llamado a muchas puertas, encontrando desigual respuesta en personas más o menos allegadas o amigas, Y a partir de ahí, concretaba su extraña petición.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">El “amigo Urbano” (del que yo seguía sin recordar nada al respecto, tenía que ser uno de aquellos adolescentes y jóvenes que grupalmente nos habíamos fotografiados en una mañana de playa, hacía más de cuarenta años) <span style="color: #0432ff;">me explicaba que había una asociación</span> que le podía resolver el problema más grave, que no era otro que el fraude contable y la falsificación de los datos, para sostener los hurtos y robos subsiguientes. Dicha asociación podía recibir entregas económicas de personas que quisieran ayudarle, préstamos de 300 a 500 euros, que en el plazo de un año podrían ser devueltos con un interés notablemente más elevado que el que ofrecen en la actualidad las entidades bancarias. En definitiva, era una sociedad que manejaba o invertía un dinero negro inversor, de espaldas a la Administración tributaria. Según fuese los inversionistas que quisieran ayudarle, la ilícita asociación podría “sanear“ de alguna forma sus problemas contables, aunque él tendría que dedicar parte de su tiempo libre para trabajar a favor de los turbios negocios que ese grupo ilegal emprendía, un día tras otro. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Desde luego todo parecía muy “turbio” y con muy precarios niveles de credibilidad. Me facilitaba una página web y una dirección electrónica, para que a través de la misma entrase en contacto con tan extraña sociedad financiera/inversionista, denominada <span style="color: #c00000;">PROFIT FACTORY</span>. Al final de su largo correo me daba repetidas veces las gracias por la ayuda que pudiera prestarle, rogándome encarecidamente que fuese absolutamente discreto con toda la información que me había facilitado, pues estábamos tratando con un mundo muy peculiar, con el que no deberías “irte de la boca” pues en caso contrario las consecuencias podrían ser en extremo peligrosas. Apelaba, sentimentalmente, a ese vínculo de amistad grupal que nos había unido, en tiempos lejanos de nuestra lejana adolescencia y dinámica juventud.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">La sede de dicha sociedad inversionista tenía que ser un “secreto de alto nivel” pues cuando entrabas en la página de la sociedad, toda ella escrita en inglés, ese dato era totalmente inexistente. Había que operar a través de Internet y esa supuesta localización parecía ser como una nube informática, sin una geografía espacial definida. Todo conducía a una realidad virtual. A consecuencia de esta dudosa percepción, consideré oportuno e inexcusable <span style="color: #0432ff;">priorizar la prudencia</span> antes de tomar decisiones de las que posteriormente me pudiera arrepentir.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sin embargo, los acontecimientos se fueron sucediendo a una velocidad insospechada. En la noche del día siguiente recibí una llamada telefónica, de una voz un tanto angustiada. Era el tal Urbano que había localizado mi número móvil posiblemente a través de Internet. Me volvía a pedir, con reiteración que le ayudara. Me aclaraba que estaba realizando diversas llamadas a viejos amigos, a fin de que no dudaran de la bondad de dicha sociedad inversionista, con la que se podían obtener interesantes beneficios, a demás de ayudarle a superar una situación en extremo problemática para con su persona.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #011893; font-family: Calibri, sans-serif;">“Te estoy pidiendo sólo esa primera inversión de 300 euros, que tu puedes pagar sin un esfuerzo excesivo. Verás como dentro de un mes, la página de Profit Factory ya te ha sumado a esa cantidad un 15 %. Por supuesto que es un negocio en el mercado negro, pero mientras más personas inviertan, más seguridad voy a tener de que mis problemas se pueden resolver. Yo ya estoy colaborando en la dinamización de dicha sociedad. No tengo, para mi pesar, otra salida para estos problemas que me abruman. Te reitero y suplico que veas el funcionamiento de esta sociedad con una inversión mínima. Verás como en el futuro te sientes atraído a incrementar ese pequeño esfuerzo inversor, ante los óptimos resultados para tu economía que puedes obtener”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Contra toda lógica, unos días después decidí evitar “dejar tirado en el lodazal” a un joven con el que, en los años de juventud, podría haber compartido el tiempo grupal, en los aledaños de una famosa y céntrica parroquia malacitana. No tenía conciencia de haberlo vista ya de mayor y en la foto aparecían muchos jóvenes y adolescentes. Aunque no sabía quién era el tal Urbano, <span style="color: #0432ff;">decidí realizar una primera inversión</span>. Y con la lógica intriga, cautela e incredulidad, adopté la decisión de esperar a ver la evolución propia de los acontecimientos. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKU-dB8n3hblGT448WJJk0SAvj-e_JUY24-Iwc1qXmr6BM_zQfA-CAXXAh1y8XaV-WmyTc9ySdLvSYYyFAWjMkc13ratq8z0TCTOMysn_Up2QVKu8TIVd14r9-NW_Po6v0ESOQe9mhu3-e3SEtj_UvPIsK4I5j2FmsNO769yqyWr5hlVrdIXKNCbpR6AY/s821/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="821" data-original-width="575" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKU-dB8n3hblGT448WJJk0SAvj-e_JUY24-Iwc1qXmr6BM_zQfA-CAXXAh1y8XaV-WmyTc9ySdLvSYYyFAWjMkc13ratq8z0TCTOMysn_Up2QVKu8TIVd14r9-NW_Po6v0ESOQe9mhu3-e3SEtj_UvPIsK4I5j2FmsNO769yqyWr5hlVrdIXKNCbpR6AY/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="224" /></a><span lang="ES-TRAD" style="color: #0432ff; font-family: Calibri, sans-serif;">Pasaron las semanas. También algunos meses.</span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> No volví a tener contacto con el “antiguo amigo o compañero de grupo juvenil” pues, aunque al par de meses le escribí breves correos electrónicos, el servidor correspondiente me los devolvía de inmediato, pues no había encontrado un destino adecuado para la dirección que yo tenía, en donde depositar el susodicho e-mail. Di el asunto por zanjado, pues llegó el verano, con todos sus incentivos y aquella aventura nostálgica primaveral “sólo” me había supuesto trescientos euros. Y de la inversión y de ese interés del “mercado negro financiero” nada más se supo. Mal negocio, desde luego. Tal vez en aquel momento pudo más en mi el iluso sentimiento. sobre la prudencia y sensatez de la lógica.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Cuando en aquella mañana de septiembre sonó el timbre de mi puerta, no podía imaginar que en pocos minutos se iban a desvelar muchas preguntas y no escasas incertidumbres. Tras observar por la mirilla, veo a un hombre de mediana edad, vistiendo una chaqueta vaquera celeste, pantalones de la misma marca y calzando unas deportivas, posiblemente de las que se compran en Decathlon. Se presentó, enseñándome la placa correspondiente, como el subinspector del cuerpo nacional de policía <b><span style="color: blue;">Fermín Trascapilla</span></b>. Persona de cuerpo delgado, complexión atlética, expresión algo cansada (comentó que había estado de guardia toda la noche) y portaba una mochila en su hombro izquierda. De cabello moreno, al igual que sus ojos, mostraba una incipiente barbilla que recorría toda su fina mandíbula, completándola con un bigote muy reducido en su desarrollo. Le ofrecí asiento de inmediato y lo primero que hizo, sin esbozar la menor expresión en su rostro fue la de extraer de su chaqueta un sobre blanco, un tanto “ajado” por su manoseo que me ofreció sin articular palabra. Probablemente quería observar la expresión que yo mostraba al comprobar su contenido.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Dentro del sobre había seis billetes de cincuenta euros. Los trescientos euros que el subinspector ponía en mis manos sumaban exactamente la cantidad que por transferencia yo había enviado a la sociedad financiera Profict Factory, hacía, aproximadamente, unos cinco meses, con el fin de ayudar a mi supuesto “amigo” de la adolescencia Urbano. De inmediato y con las palabras muy bien aprendidas, para decirme exactamente sólo lo que yo tenía que saber, se expresó más o menos de la siguiente forma:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #011893; font-family: Calibri, sans-serif;">“Sr … Le entrego en mano este dinero que es suyo. Sabrá, sin duda, a qué me estoy refiriendo. Como ha comprobado, es el dinero exacto. Tal vez eche en falta ese señuelo que le han dicho acerca de que su “esfuerzo inversor” tendría la compensación de un quince por ciento. Pero debe dar gracias por haber recuperado su capital, que tenía irremediablemente perdido. Y ahora debo indicarle lo siguiente, rogándole que no me haga preguntas al respecto, sobre todo porque todo lo que podría ampliarle tiene la consideración de materia reservada. Le encarezco, simple y sencillamente, que olvide, para su bien, todo el contenido o raíz de este complejo asunto. Sólo le añadiré que en el mismo hay implicada gente muy importante y hay que “taparlo” como sea. Como si nada hubiera pasado. Si sigue estas indicaciones, le aseguro que no tendrá problema alguno en el futuro”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;">A partir de este momento, el subinspector Trascapilla se incorporó de su asiento, esbozó una extraña y ritual sonrisa y se dispuso a abandonar mi apartamento. Me dejó un tanto más extrañado cuando, antes de estrecharme la mano como despedida, añadió una más enigmática y breve frase <span style="color: #011893;">“Incluso pienso que sería mejor que Vd. asumiera que mi presencia aquí en su domicilio no ha tenido lugar. Muchas gracias y le deseo lo mejor”.</span> En muy pocos segundos, el sonido y mecanismo del ascensor trasladaba a este enigmático funcionario lejos de mi vida cotidiana.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="background-color: #fff2cc;">He de reconocer que, durante los días y semanas siguientes, fueron numerosos los momentos en que me sentí vigilado, controlado, “perseguido” en mis movimientos cuando paseaba por el tránsito urbano o me desplazaba para hacer los quehaceres. Por fortuna he de añadir que nadie se me acercó para recordarme o comentarme nada acerca de esta misteriosa historia de la que, obviamente, había sido uno de los protagonistas. Por cierto, no tuve futuras noticias o comunicaciones de aquel chico inconcreto de la fotografía, en la que formábamos grupo en un día playero de verano. Pensé que era mejor no dirigirme de nuevo a Urbano, a través de la dirección electrónica que mi comunicante había utilizado para ponerse en contacto conmigo.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #0432ff; font-family: Calibri, sans-serif;">¿Que había de verdad en las tribulaciones humanas y económicas de esta persona?</span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> La página web de Profict Company había desaparecido de la web. El tiempo ayuda a conllevar mejor los olvidos y las inquietudes. Ahora, cuando un desconocido me saluda por la calle, siempre que ello sea posible, le pregunto con la mayor cordialidad y firmeza que tenga a bien aclararme exactamente quién es. –<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 22pt;">UN EXTRAÑO CORREO,<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 22pt;">PARA LA INCERTIDUMBRE<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #d60000; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">Viernes 15 diciembre 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span lang="ES-TRAD" style="color: blue; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><span lang="ES-TRAD"><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a></span><span lang="ES-TRAD" style="color: blue; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="color: blue; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><span lang="ES-TRAD"><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a></span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><o:p></o:p></span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 5pt; text-align: justify;"> </span></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7kdbrY5FNEGZEQu6TCzTLWlriVFMNlc_iGwVmNtmxfMul4encYFMzA_hyzMlgBEWZ1QSKIUJcSf8yPRhmfnJb37lMYxC-NrzG0FECOyuMHEgZhkic9oeEmH8e3KGfbQgpx51IyyMToF_aeeEaEFvxRWagltx9ekTL_Am6XgAYBiYOCbRlMcdUfhyppjc/s538/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="430" data-original-width="538" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7kdbrY5FNEGZEQu6TCzTLWlriVFMNlc_iGwVmNtmxfMul4encYFMzA_hyzMlgBEWZ1QSKIUJcSf8yPRhmfnJb37lMYxC-NrzG0FECOyuMHEgZhkic9oeEmH8e3KGfbQgpx51IyyMToF_aeeEaEFvxRWagltx9ekTL_Am6XgAYBiYOCbRlMcdUfhyppjc/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-55514063273813423722023-12-08T00:04:00.000-08:002023-12-08T00:04:10.836-08:00UNA LLAVE MISTERIOSA<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZVFqFvgwjNSLas9tQyp-0_yQL4qwMPXGi3mYn-xpgIt5UhaJRnD2Af8zmiP7-SyvdZYDmXqe2oEEdfW4pVGy-mIR4zx_cTBXpOn4UUixcCHnOhgPgWAytjUglgGUgn72zQ2b5UHPltnZIZ16Q8Dn1vjQKl9k_ZO-KVyzYsFLvStl5tUm5OKGZpuk5naQ/s713/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="713" data-original-width="550" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZVFqFvgwjNSLas9tQyp-0_yQL4qwMPXGi3mYn-xpgIt5UhaJRnD2Af8zmiP7-SyvdZYDmXqe2oEEdfW4pVGy-mIR4zx_cTBXpOn4UUixcCHnOhgPgWAytjUglgGUgn72zQ2b5UHPltnZIZ16Q8Dn1vjQKl9k_ZO-KVyzYsFLvStl5tUm5OKGZpuk5naQ/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="247" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt 2cm; text-align: justify;"><b><span style="color: #0432ff; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;"><b><span style="color: #0432ff;">ELÍAS</span></b><span style="color: #0432ff;"> Auras Balán</span> había llegado bien temprano a su despacho, en la corporación <span style="color: #c00000;">CONVINCET COMPANY,</span> una importante empresa de publicidad, en donde ejercía como técnico de grandes proyectos desde hacía ya tres lustros. Esa mañana tenía que estudiar y preparar un Power Point que su equipo había elaborado para la campaña inminente de un innovador y espectacular producto farmacéutico, que ayudaba a eliminar grasas corpóreas superfluas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Aquel miércoles de abril se había despertado con el estómago un tanto pesado, por lo que decidió dejar el desayuno para más adelante, tomando algo apetecible a media mañana, De todas formas, siempre tenía a mano la máquina dosificadora de café y otras infusiones, situada en la sala de estar del espacioso y muy moderno en su decoración centro de trabajo. <b><span style="color: #0432ff;">CLAUDIA</span></b>, su mujer, aún dormía, al igual que <span style="color: #0432ff;">DORI</span> y <span style="color: #0432ff;">AXIEL</span>, sus hijos, quienes habían llegado bien tarde a casa, ya en la madrugada, pues estaban en época de exámenes y se habían pasado la tarde en los domicilios de unos “compas” dedicando horas al estudio.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tras un rato de trabajo, abandonó por unos minutos su despacho para ponerse una taza de café solo bien cargado, ya que su “adicción” a la cafeína se le había hecho presente. Saludó a su compañero de trabajo y muy buen amigo <b><span style="color: #0432ff;">ADRIÁN</span></b> con un ¿Qué tal la mañana!? encargado del área de publicidad en los medios de comunicación. Mientras tomaban su taza de infusión caliente, llegaron a la máquina expendedora Auri y Sol, auxiliares administrativas, especialistas en diseño gráfico por ordenador.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La primavera se había presentado bastante fresca. Madrid soportaba mañanas un tanto gélidas y una vez más esa falta de templanza térmica se le había cogido a su garganta, por lo que estaba un poco constipado. La faringitis era una molesta dolencia bien arraigada en su salud. Al tercer estornudo fue a sacar su pañuelo del bolsillo. En un gesto involuntario, se le cayó el llavero al suelo enmoquetado. Se agachó para recogerlo y guardarlo en el bolsillo. <span style="color: #0432ff;">Pero una vez que tenía el llavero en sus manos, se fijó en una de las llaves</span>, la cual tenía un formato original y diferente a las demás. La parte de su cabecera estaba cubierta por una pátina anacarada o esmaltada de color verde. La observó con fijeza, no encontrándole parecido con ninguna de las que usualmente utilizaba. No recordaba haber sacado copia alguna, ni que amigos o familiares le hubieran entregado esa específica llave.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Continuó con su trabajo, revisando algunas carpetas de folios impreso, pero en determinados momentos volvía a remirar la extraña llave, de la que nada sabía o recordaba. De lo que estaba seguro es que era la primera vez que la veía. Su particular y original formato la hacía bien diferente a todas las demás. Se preguntaba <span style="color: #0432ff;">“¿De quién será esta llave?</span> Puedo tener algún despiste, pero desde luego que yo no la he puesto ahí. Y (en broma) si fuera yo el autor de ese hecho, tendría que consultar al psicólogo…”<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La mañana transcurrió con normalidad. Dio algunos retoques a la presentación informática. Revisión obligada de unos dosieres con variada documentación. Y ya sobre las 12, le dio un toque a su amigo Adrián para tomar juntos algún aperitivo. Su compañero tenía mucho trabajo ese día, pues por la tarde tenía reunión en el diario El País, por un asunto del cambio climático. Aun así los dos compañeros y grandes amigos tomaron juntos ese aperitivo del mediodía.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“El viernes de la semana próxima, Adri, celebramos Claudia y yo el 15 aniversario de nuestra boda. Claudia me repitió varias veces que no me olvidara de invitaros, pues sois nuestros mejores amigos. Así que se lo comentas a <b><span style="color: #0432ff;">LALIA. </span></b>Nos haría felices que nos acompañarais. He contactado con un restaurante que me recomendaron, <span style="color: #c00000;">EL CEBIAL</span>, que preparan una carne a la brasa, con unas hierbas aromáticas marroquíes, que la hacen exquisita. Este establecimiento se encuentra en la carretera de Navacerrada, a no muchos km de la capital”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Los dos amigos se despidieron con las normales palabras de afecto, “encerrándose” cada uno en sus respectivos puestos de trabajo. Elías echó de nuevo una mirada al llavero, moviendo la cabeza y preguntándose de dónde habría salido aquella “elegante” llave. “Preguntaré a Claudia cuando llegue a casa, a ver si ella me saca de la duda”. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ese mismo día, el matrimonio almorzó solos, pues sus hijos, como ya era habitual, ambos estudiantes de bachillerato, iban a estudiar con los amigos y ese estudio habitualmente comenzaba en los populosos comedores de Mac Donald.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Te quería preguntar, Claudia, si tú me has puesto esta llave en el llavero. Para mí es una llave desconocida y no me explico cómo ha podido llegar hasta mi bolsillo. Tiene un diseño muy curioso y elegante, pero te aseguro que yo no la he visto hasta esta mañana. Soy algo despistadillo, pero puedo asegurarte que no sé de dónde procede”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Claudia, un tanto nerviosa y sobresaltada, en cuanto la vio, trató de inmediato de mantener la calma. Negaba que ella la hubiera visto antes. <span style="color: #011893;">“Igual te la han dado en el trabajo y estarías distraído o hablando con alguna persona y ahora no lo recuerdas. Si lo deseas, yo te la puedo guardar y cuando recuerdes su origen me la pides, sé que eres despistadillo y eres capaz de perderla. Llevas muchos asuntos en la cabeza. Te vendría bien tener unos días de descanso, a fin de relajar esa tensión que de manera casi continua mantienes”</span>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Entonces Elías le respondió que en absoluto le molestaba llevarla encina. “Es una llave muy bonita, con ese mango anacarado de color de color verde. Además, debe ser muy manejable, debido a su reducido tamaño. “Tiene que haber una explicación y yo la tengo que encontrar. Tú me conoces bien y ya sabes lo testarudo que soy para estas cosas”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando Elías salió de casa, para volver a la empresa, tomó la línea 1 del metro, que lo dejaba en Sol, para recorrer unos metros hasta llegar a la calle Arenal, sede de Convincet Company. Su mujer, como una “posesa” se lanzó a buscar en su bolso la preciada llave, que tanto valoraba y necesitaba. Repasó “una y mil veces” su bolso y llavero y para su desaliento allí no se encontraba. Precisamente la llevaba su esposo, en el llavero habitual o familiar de bolsillo. “Pero ¿cómo ha viajado esa llave de mi bolso a su llavero?” Por más vueltas que le daba, no hallaba explicación lógica. Hecha “un manojo” de nervios, se preparó una tila, para controlar su alterado estado emocional. Aún presa de los nervios, tomó su móvil, en el que marcó un número repetidamente utilizado.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“<span style="color: #011893;">Hola, cariño. Te cuento algo absurdo que ha sucedido, pero que me tiene descontrolada. Nuestra llave del apartamento de Fuencarral, que yo siempre la tenía en el bolso, a buen recaudo, “ha viajado” al llavero de Elías. Cuando hoy ha venido para almorzar, me la ha enseñado, preguntándome si yo la había colgado de su llavero. Me iba a dar un “soponcio” cuando la vi. Yo le he negado esta acción e incluso le he sugerido que me la diera para guardársela … hasta que se acordara de donde procedía. Él ha preferido conservarla, “hasta hacer memoria”. Todo, como ves, mi “amorcito” verdaderamente surrealista”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“No pierdas la calma, mi vida. Lo importante es que Elias no sospecha. Por naturaleza es bastante despistado. Llegará un momento en que olvidará completamente el asunto. Esta tarde te haré una copia y te la entrego el sábado, cuando “tú tienes que ir a la peluquería”. Nos vemos en el portal de siempre, nuestro portal, a las 18 horas en punto. Desde luego que esa llave no ha volado por sí sola. Investiga en tu entorno. No tendrás sonambulismo, ¿verdad? Muchos besitos llenos de amor, mi afrodita preciosa. My darling, my love”. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Aquella noche, los cuatro miembros de la familia compartían la cena. Dori y Axiel iban a lo suyo, con sus móviles siempre cerca de sus platos. Los mayores procuraban aparentar normalidad, pero tanto Elías como Claudia tenían en su mente pensamientos y preguntas, con un común denominador: <span style="color: #0432ff;">la “misteriosa llave con el mango anacarado de color verde</span>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pasaron unos días y ninguno de los dos cónyuges hicieron alusión alguna a este hecho “curioso” de una llave viajera, aunque uno y otro le daban vueltas al asunto, obviamente con diferente significación para cada uno de ellos. En el caso de Claudia, se preguntaba con lógica que, si ella no había puesto la llave en el llavero de su marido, tenía que haber sido alguno de sus hijos. Pero lo más complicado era razonar el porqué de tal acción, si su relación afectiva extramatrimonial ella la mantenía en absoluto secreto. Una noche después de la cena, su hijo Axiel (1º de bachillerato) se fue pronto a su cuarto, porque en dos días tenía unos exámenes. Claudía decidió entrar en su cuarto y hacerle una pregunta: “Axi, ¿has necesitado coger mi llavero del bolso para algo?”. El chico, con gran extrañeza, le respondió que no, pues él tenía sus llaves. “¿Es que te han perdido, mamá?”<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Después de este breve diálogo, tenía ahora que buscar la oportunidad para hablar con Dori del asunto. Fue en la propia cocina, pues su hija se iba a preparar un sándwich pues se iba a quedar estudiando en casa de una amiga. “Yo no cojo tus llaves, mamá, porque después soy yo la culpable de que no las encuentres”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El sábado, Claudia fue a la “peluquería” por lo que Adrián, su amigo íntimo y amante pudo darle o facilitarle una copia de la llave anacarada, ahora en manos de Elías. Tranquilizó a su amor. Cambiaron el lavado, tintado y peinado, por dos sensuales horas de intimidad sexual, siempre ardiente y fervorosa. Tras el ejercicio, ese diálogo relajante que agrada a los protagonistas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Me he enterado de que Elías tiene previsto un viaje a Valencia, durante la quincena próxima. Se trata de un proyecto de publicidad subliminal y directa, para una cadena de hoteles importantes repartidos por toda la geografía nacional y portuguesa. Serán tres días de ausencia, tiempo que tú y yo podremos “rentabilizar” sin condicionantes. Seguiremos usando este nuestro “nidito” de Fuencarral, gracias a la generosidad de Abolafio, ese compañero amigo que presta su uso a buen precio, 700 euros al mes, mientras que no le llegue un alquiler de larga temporada. Y deja de pensar en la llave que mantiene Elías consigo. No quiero que nada ni nadie enturbie la llama ardorosa de nuestro amor”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tal vez sea el destino, el azar, la suerte, quiso hacer una nueva “travesura” en este contexto de infidelidad conyugal. Porque los errores o los actos fallidos suelen aparecer en nuestros movimientos, en los momentos y situaciones más insospechadas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Se había convocado una reunión en Convincet Company para las siete de la tarde. Tendría lugar en la sala de juntas, a fin de estudiar la oferta que había realizado una muy famosa y popular marca de chocolates, cafés, cacao, además de otros productos, como el agua embotellada y un nuevo tipo de soja con multifruta. Estaban los convocados en plena reunión, cuando J. Morgan, el vicepresidente de la sociedad centraba sus explicaciones sobre la video proyección de un Power Point en pantalla. Para su incomodidad, comprobó que le fallaban las pilas a su puntero láser. Entonces Adrián, siempre servicial, rebuscó en el bolsillo de su pantalón, comentando:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2CCk9ToWcTTF8yuELk_xNLorWDc0R6_8d-azHZ5PzPwpaTFBBCtWrAdvLAIS_k9PBT-b9q_iay4QFBpeEf_IS3kNlWTxcvrZ7rVFYXW3M3HdX5sZonZ_lbgDK81jIE2Zx1uq8B-dP3kj6TuiY6CcMTmMqjiuZ0jk7WSPjJjHZEcXqQQGNi6t6ZeQ3E8g/s788/Sin%20ti%CC%81tulo%202.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="788" data-original-width="578" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2CCk9ToWcTTF8yuELk_xNLorWDc0R6_8d-azHZ5PzPwpaTFBBCtWrAdvLAIS_k9PBT-b9q_iay4QFBpeEf_IS3kNlWTxcvrZ7rVFYXW3M3HdX5sZonZ_lbgDK81jIE2Zx1uq8B-dP3kj6TuiY6CcMTmMqjiuZ0jk7WSPjJjHZEcXqQQGNi6t6ZeQ3E8g/s320/Sin%20ti%CC%81tulo%202.jpg" width="235" /></a>“Siempre me guata llevar el láser en mi bolsillo. Te lo presto. Y así ganamos tiempo”. Con gestos rápidos, mezclados de un cierto nerviosismo servicial, extrajo del bolsillo su puntero láser, sacando al tiempo su llavero, que cayó al suelo enmoquetado, con ese error de no haber sacado del mismo la llave del mango anacarado correspondiente al apartamento de Fuencarral, calle de la Ballesta. El citado llavero, ensartado en una figura de gamo o corzo (Adrián era muy aficionado a la caza) <span style="color: #0432ff;">cayó a un metro de la silla que ocupaba Elías</span>, al que se le cambió el color facial de su cara, al observar con nitidez que su gran amigo Adri llevaba una llave con el mango anacarado verde, igual que la que él mantenía en su llavero. Aguantó como pudo el impacto inesperado que el destino le había deparado. Cuando llegó esa noche a casa, apenas quiso probar su plato. No tenía apetito y se mostraba profundamente serio.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Claudia notó que algo pasaba. Cuando la cena (a la que había faltado Dori, que estaba en casa de su amiga Auxi) finalizó, Axiel, percibiendo que sus padres necesitaban hablar de algo serio, se quitó discretamente de en medio, aduciendo que tenía una videoconferencia pendiente con una compañera de instituto. <span style="color: #0432ff;">El diálogo que mantuvieron los dos cónyuges </span>fue <span style="color: #0432ff;">tenso</span>, pero educado, <span style="color: #0432ff;">clarificador</span> y al tiempo <span style="color: #0432ff;">desalentador</span>. Claudia no negó las suposiciones que defendía su marido. Tampoco hubo lágrimas, disculpas o propuestas de reconciliación y rectificación. Obviamente, la llave anacarada estuvo en el centro del debate, pero ninguno pudo concretar cómo había podido llegar al llavero de Elías.</p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">El tiempo no se detiene</span>. Del almanaque han caído varias hojas, desde esa infausta noche. La vida de todos estos protagonistas ha sufrido cambios de desigual notoriedad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;"><span style="color: #c00000;">ADRIAN </span>y <span style="color: #c00000;">CLAUDIA </span>comparten abiertamente sus vidas, aunque el fulgor de atracción inicial en la nueva situación va progresivamente decreciendo ¿Por qué? La rutina constante en el trato diario y la ausencia motivadora de esos encuentros “fugaces” y secretos, sumidos en la infidelidad de la acción que ambos mantenían previa a su unión, justifica la actual y moderada racionalidad relacional.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;"><span style="color: #c00000;">ELÍAS</span> y <span style="color: #c00000;">ADRIÁN</span> continúan trabajando en Convincet Company. Pero, desde la dirección, se ha procedido “oportunamente” a ubicarlos en ámbitos departamentales separados, ubicados en las dos secciones que la empresa tiene en la capital de España: una en el centro de Madrid (Gran Vía) y la segunda en el municipio de Móstoles. La relación entre ambos es mínima y estrictamente profesional.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">La amistad entre <span style="color: #c00000;">LALIA</span> y <span style="color: #c00000;">ELÍAS</span>, ambos “golpeados” por el infortunio de la infidelidad, se mantiene. Incluso suelen verse y compartir alguna cena. En ocasiones van juntos al teatro o a proyecciones cinematográficas. Pasan gratos momentos que ayudan a confortar sus frecuentes desánimos, en una recíproca ayuda que les resulta muy benefactora.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fce5cd;">En cuanto a los hijos de Elías y Claudia (Adrián y Lalia aún no tenían descendencia) ambos en las puertas de la mayoría de edad, decidieron permanecer junto a su padre, aunque durante algunos fines de semana comparten con su madre agradables encuentros relacionales. <span style="color: #c00000;">DORI </span>y <span style="color: #c00000;">AXIEL</span> son dos jóvenes desenfadados, imaginativos, inteligentes, gozando de ese valor maravilloso de una juventud que se abre a la vida.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Una tarde AXIEL, haciendo un hueco en sus estudios de Historia de España, para el examen final de la materia, tocó en la puerta de la habitación de su hermana Dori. Quería hacerle una pregunta, que tenía en mente desde hacía tiempo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Vamos a ver, flacucha. Yo no fui el autor de la travesura. Creo que todas las papeletas llevan tu nombre, como la autora del cambio de llave, desde el bolso de mamá al llavero de papá”:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Dori sonrió. Autocontrolada, sosegada y plena de serenidad le respondió: “Hermanito, yo no podía permitir que se siguieran riendo de nuestro padre”. -<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 16pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">UNA LLAVE </span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">MISTERIOSA<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 08 diciembre 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><br /></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPZUkiQLNm5INMtY3RRYDMlDtFe2wBDlLNaw79N3fYybE2qJrRBwq47jlwlv0BG8W5UZJEWVbY5Bj85_Jua0VVckJQGWahuNjxyGgJSYpKj6YXjXB9lQNvEAKOd23DdL9OKFiX5ER1Z2GxyoEpNWxbCV83hRxo_3NjQqDjH2xhpIZkEzZ640i069G0v44/s531/Sin%20ti%CC%81tulo%203.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="396" data-original-width="531" height="239" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPZUkiQLNm5INMtY3RRYDMlDtFe2wBDlLNaw79N3fYybE2qJrRBwq47jlwlv0BG8W5UZJEWVbY5Bj85_Jua0VVckJQGWahuNjxyGgJSYpKj6YXjXB9lQNvEAKOd23DdL9OKFiX5ER1Z2GxyoEpNWxbCV83hRxo_3NjQqDjH2xhpIZkEzZ640i069G0v44/s320/Sin%20ti%CC%81tulo%203.jpg" width="320" /></a></div></div><br /><p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-79701923204196087532023-12-01T02:36:00.000-08:002023-12-01T02:36:34.031-08:00EN UNA TARDE DE ERRORES Y REALIDADES.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDPN-QO7BfFjc8GOs19efNuVDrfwVuqH-8U0RtpuRPPZmD1FHJClbwrMyAPlpAhcvuw3ATy3RNPqoQAdtfbBwxxOpjh9N7ceni_bmJRZ_090dB69Wgo4ahI8FmnTZFIpqvd4Oa3xuq46iP1VXQ4-sivVbtzls4hZChWs2FRjNRHmq3no3eDIpg8yFo22Q/s804/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="804" data-original-width="557" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDPN-QO7BfFjc8GOs19efNuVDrfwVuqH-8U0RtpuRPPZmD1FHJClbwrMyAPlpAhcvuw3ATy3RNPqoQAdtfbBwxxOpjh9N7ceni_bmJRZ_090dB69Wgo4ahI8FmnTZFIpqvd4Oa3xuq46iP1VXQ4-sivVbtzls4hZChWs2FRjNRHmq3no3eDIpg8yFo22Q/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="222" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Abrió la puerta de la habitación, habitáculo que con bastante esfuerzo al fin había conseguido alquilar. No había sido fácil convencer a un veterano y algo desaliñado recepcionista quien, tras un deteriorado y no muy aseado mostrador, mantenía que la única habitación que tenía libre la había reservado para alguien que había llamado minutos antes. Una buena propina hizo cambiar de criterio al “interesado” encargado de la modesta pensión. Era una vieja estratagema, aplicada por el hábil recepcionista, a fin de obtener unos “bien recibidos y necesitados” euros de interesante compensación, para su sueldo algo “escuálido”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La <span style="color: #c00000;">PENSIÓN IMPERIAL </span>estaba ubicada en uno de los barrios obreros de la localidad. El “cincuentenario” edificio constaba de tres plantas, más bajo. Era conocido por los precios baratos que aplicaba a los clientes que decidían allí hospedarse. Su fachada daba a una estrecha y no bien iluminada calle, con patentes muestras de suciedad e indisimulable abandono. Los servicios municipales no tenían entre sus prioridades limpiar aquel callejón, que desembocaba en una zona más diáfana para el paso y la actividad comercial. Incluso la llave del 206, que había utilizado para la apertura y cierre de la puerta este nuevo cliente, no era la típica tarjeta magnética que aplican la mayoría de los establecimientos hoteleros en sus instalaciones. Se trataba de una “antigua” llave con signos de oxidación, por el “rudo” metal con que estaba construida y “mil” veces usada por los huéspedes que la habían utilizado. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La habitación que tenía ante sus ojos era pequeña, con una cama doble de matrimonio que ocupaba gran parte del espacio disponible. Tenía en uno de sus lados un cuarto de aseo, con lavabo e inodoro. En esa segunda planta, había dos habitaciones sin cuarto de baño, cuyos usuarios tenían que acudir al baño común, situado al final del pasillo, cuando deseaban ducharse. El mobiliario lo completaba una muy pequeña mesa y una silla con el asiento de recia madera. Al otro lado de la cama y en la esquina de la ventana había un silloncito, tapizado con tela de pana marrón, sin reposabrazos. En unos apliques de la pared frontal a la cama, estaba colgado un antiguo televisor, que funcionaba a través de un mando “engrasado” por el mucho uso de manos no bien limpiadas y cuyo compartimento de las pilas estaba cerrado por una cinta aislante de electricista, ya que la tapadera había “desaparecido”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #0432ff;">TORCUATO</span></b><span style="color: #0432ff;"> Biempica Aleñá</span> dejó la maleta que llevaba encima de la colcha que cubría el colchón de la cama, a fin de que se fuera secando del agua de lluvia que había recibido, desde su domicilio familiar hasta llegar a la pensión. También él se encontraba mojado, debido a que el viento racheado hacía prácticamente inútil el uso del paraguas. Se estuvo secando con una toalla la cabeza y la gabardina que llevaba y a continuación se sentó unos minutos en el borde del colchón para recuperar fuerzas y también para tratar de equilibrar su bajo estado de ánimo, bien bajo en toda la tarde y que lo tenía intensamente apesadumbrado.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Comprobó en la esfera de su reloj que habían pasado diez minutos sobre las 20 horas y no se sentía con ganas o fuerzas para salir a tomar algo de cena. Sólo había comprado un botellín de agua mineral al recepcionista <span style="color: #0432ff;">Amaro,</span> profesional que también se ganaba la vida vendiendo esos botellines, refrescos, frutos secos y chocolates, en un pequeño expositor adosado a la mesa de atención a los clientes.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La tarde había sido inesperadamente durísima para la vida de este hombre que estaba muy cercano de cumplir los 50. Todo había “estallado” cuando su mujer <b><span style="color: #0432ff;">ELOISA, </span></b>45<b><span style="color: #0432ff;">,</span></b> se ocupaba en ir ordenando las prendas colgadas en el armario del dormitorio, colgándolas bien en las perchas o guardando en la cajonera otra ropa y complementos de uso personal. Se dio el caso que desde la chaqueta de su marido habían caído al suelo dos terribles muestras difíciles de explicar para la sorprendida ama de clasa. Los dos significativos elementos eran unas pequeñas bragas rojas, estampadas con blancos corazoncitos, además de una fervorosa y apasionada carta de amor, que había escrito su marido Torcuato a una persona que ella no conocía, llamada <b><span style="color: #0432ff;">ESTRELLITA</span></b>. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">El trasfondo del asunto era fácil de suponer, dadas las evidencias. La relación de Torcuato, 49, auxiliar administrativo en el museo de la localidad, con esta muy joven limpiadora, 19, que prestaba servicio en el mismo organismo público cultural, había comenzado hacía ya unos dos meses. Primero fueron las miradas afectivas que se cruzaron a diario. Después vinieron las meriendas o desayunos, compartiendo las palabras e intimidades. Las ocurrencias y vitalismo de la joven se complementaban con el carácter más sosegado y reflexivo del auxiliar del Museo (que también funcionaba como Casa de la Cultura). Así se vincularon esa “locura” por lo nuevo, en un intento de recuperar la juventud perdida, por parte de Torcuato, con la inexperiencia y el deslumbramiento por la madurez de su compañero de trabajo, en el caso de Estrella.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Esta peculiar relación intergeneracional suponía para Torcuato unos buenos gastos, sustanciados en regalos, meriendas y sobre todo esas promesas para el futuro, que se manifiestan de una forma inconsciente, infantil e irreal, construyendo ese castillo de naipes que en cualquier momento puede caer, por su básica inestabilidad. En cuanto a la vinculación matrimonial de Torcuato con Elo, desde hacía tiempo era bien gris. La cónyuge, 45, centraba su vida en los vínculos afectivos que desarrolla con sus amigas “de toda la vida” (salidas de compras, cafeterías, cine, paseos, etc.). Los dos hijos que habían gestado, en su cada vez más aburrido y desvitalizado matrimonio, <span style="color: #0432ff;">Marian </span>y <span style="color: #0432ff;">José Antonio</span>, estaban ya completamente emancipados, integrados en sus respectivas familias. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La lectura de la misiva que Torcuato pensaba entregar a Estrellita hizo montar en cólera a su mujer quien, con la carta en una mano y las bragas rojas en la otra (el auxiliar había pedido a su compañera de trabajo que le entregara alguna de sus prendas, para recordarla y tenerla felizmente presente, cuando no la tenía su lado) organizó una gran trifulca, tras la cual bajó una vieja maleta de un altillo, introduciendo un par de mudas y ropa básica de su marido, en su interior y colocándola delante de la puerta del domicilio que habitaban y con un fuerte grito de <i><span style="color: #c00000;">¡A LA CALLE!</span></i><span style="color: #c00000;"> </span>echó literalmente de casa a su todavía esposo, añadiendo algunas lindezas, como “viejo putero”, sinvergüenza, ¡viejo verde…! con una fuerte excitación de rabia, ira y desconsuelo anímico.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La carta reveladora de la continua infidelidad, escrita por Torcuato, para entregársela a su joven amante, expresaba su deseo o insistencia en mantener la “infiel” relación, a pesar de que la joven ya se sentía cansada de tener que soportar la libido casi permanente y obsesiva de un “viejales”, a pesar de la gratitud en regalos que este veterano amante le entregaba, para merecer sus “favores”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ya más seco de la lluvia que su cuerpo había recibido, se sentó en el borde de la cama, cubriéndose en rostro con ambas manos. Se sentía cansado, abrumado, aturdido y para colmo fuera de su hogar, de donde había sido “expulsado”. Dentro de su comprensible confusión, intentó pensar acerca de cómo había llegado a ser protagonista de la desastrosa situación que padecía. Era consciente de que su relación con Elo, se manera especial cuando sus dos hijos dejaron el hogar familiar, había caído de una manera progresiva en una continua y aburrida rutina. Desde hacía tiempo, los objetivos de uno y otro se habían centrado en sus afanes personales. Ella, con sus amigas de siempre. Él, con su también antiguo compañero de escuela <span style="color: #0432ff;">TADEO</span>, operario de un taller protésico dental. Este amigo íntimo, había enviudado hacia más de un lustro, con lo que la amistad entre ambos fue creciendo de una forma muy gratificante. Compartían muchos ratos de café por las tardes, se distraían jugando al dominó y también con la baraja de cartas y cuando el tiempo era bueno, se echaban unas buenas caminatas por los campos cercanos durante los fines de semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero un infortunado día se cruzó en el camino de su vida la juventud, la belleza, la simpatía, los caprichos, las miradas insinuosas y sensuales de esta muy joven compañera en el trabajo, llamada ESTRELLA. A la chica, por su inmadurez, le gustaba el trato con las personas mayores, de quienes decía aprendía mucho, por “la cultura” que le aportaban. Torcuato, además de ese cuerpo y alegría “adolescente” le agradaba y complacía mucho, para equilibrar su autoestima, que la chica le escuchase de manera continua y receptiva.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Lo que había comenzado como un simple juego infantil, se le había ido de las manos, con esa necesidad imperiosa de sexualidad, para una persona en los albores de su medio siglo de existencia. También había perdido el control en el gasto, pues para mantenerla contenta había echado mano de la tarjeta bancaria de crédito. Era cierto que ella pronto de hartó de aguantarlo, pero él insistía, regalo tras regalo. Llegó un momento en que la joven fue poniendo trabas a las necesidades imperiosas de sexo que él le demandaba. En este contexto, Torcuato había redactado esa carta de amor y necesidad que pensaba entregarle, en donde explicitaba que se sentía “esclavo” de su amor. Misiva que el azar, el destino o la suerte quisieron que cayera precisamente en manos de quien menos debía conocer su contenido, con las drásticas y dramáticas consecuencias que ya conocemos. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En un momento de intenso desconsuelo, sumido en aquel cuartucho de una modesta pensión de hospedajes dudosos y parejas “anónimas”, sólo tenía cerca, como medio relacional, el móvil telefónico. Hizo una primera y segunda llamada a Estrella, pero una y otra no fueron atendidas. La joven estaba, a pesar de sus regalos e insistencias, bastante harta de este compañero “pegajoso”, del que incluso podía ser nieta por la edad. En un momento determinado, Torcuato se sintió superado emocionalmente y lágrimas “amargas” brotaron de sus ojos. Esa creciente excitación que le embargaba despertó sin embargo en algo su apetito. Comprobó por la ventana de su habitación que había dejado de llover, tras la “tromba” y ventisca de toda la tarde. Bajó al hall de la pensión y saludó al recepcionista Amaro, quien apenas despegó los ojos del periódico <span style="color: #c00000;">MARCA</span> que leía tras el mostrador.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Caminó hacia una tienda cercana, que estaba a dos calles de distancia y que mantenía su apertura hasta las 21:30. Allí le prepararon un bocadillo de queso y jamón cocido, con el que subió a su habitación 206 de la pensión. Le dio un par de bocados, pero el supuesto apetito pronto le abandonó. Todo ello generado por el estadio nervioso depresivo que le afectaba, cada vez con mayor intensidad. Se sentaba en el borde de la cama y se levantaba, dando repetidos pasos, por ese reducido espacio de la habitación. Todo ello en silencio, pues no tenía a nadie con quien hablar. Recordaba algunos gratos momentos de su vida matrimonial, momentos inmersos en la ilusión, el cariño, la atracción y el diálogo fraternal: su noviazgo, el enlace matrimonial, el nacimiento de su hija Marian, los veraneos en las localidades costeras … En un instante de patente excitación, decidió marcar el número de su mujer. El reloj marcaba las 22:05. Eloisa atendió la llamada, pero permaneció totalmente en silencio durante los minutos en que su denostado marido hablaba. Torcuato reconoció que había sido un irresponsable, que se avergonzaba profundamente de su alocado comportamiento y que le pedía “de rodillas” perdón, una y otra vez. Que le rogaba, por los 23 años de su matrimonio, que le diera una oportunidad para reparar todo el daño que le había hecho. Que estaba dispuesto rectificar y le pedía, con humildad, una oportunidad para demostrárselo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero tras esos seis u ocho minutos de continuo monólogo, entre sollozos como un niño pequeño, y sin que su mujer pronunciara palabra alguna, escuchó como la comunicación se cortaba. Su “muda interlocutora había “colgado” el teléfono. Entendió que Eloisa no aceptaba sus disculpas y ruegos. Esta mujer, engañada por la infidelidad de su marido, no estaba dispuesta a darle otra oportunidad. Al menos, en la noche de una tarde muy amarga y terrible para ella. También para él. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sintiéndose profundamente cansado y sumido en una profunda soledad, no pudo por menos que echarse en la cama, tratando de conciliar el sueño durante esa inolvidable noche. Sólo pudo dormir a breves trozos de tiempo, durante una madrugada tormentosa, en lo meteorológico y anímico.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Al despertar de un nuevo día, el abrumado auxiliar del museo se aseó en el cuarto de baño común. Se preguntaba en qué estado se iba a presentar esa mañana en el trabajo. El aturdimiento y el dolor de cabeza se mezclaban en un organismo que apenas había podido “pegar ojo” durante la madrugada. Una vez vestido, salió de la pensión para buscar un bar en donde poder tomar algo como desayuno. Eran las 7:30 y su entrada al trabajo comenzaba media hora más tarde (tenía horario continuo, hasta las tres de la tarde). Con suerte pudo encontrar una cafetería abierta, cerca de la estación de autobuses, en donde pidió un café con leche bien caliente (hacía bastante frío) pues con el disgusto que soportaba había perdido el apetito. Tenía el cuerpo como “cortado”. La verdad es que no iba bien abrigado, pues Elo había metido en la maleta básicamente ropa de muda y calcetines, junto a un par de camisas y un jersey.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Durante la mañana, mientras cumplía con sus obligaciones administrativas, vio pasar a Estrella, que estaba con sus tareas de limpieza. La chica evitó mirarlo a los ojos y él tuvo la prudencia de sólo decirle el saludo de buenos días, que no fue contestado por su temporal amante. En la media hora de descanso, para el “desayuno”, mientras tomaba un sándwich y otro café, en una cafetería situada enfrente del museo, se acordó de su amigo Tadeo. Pensó que debía haberlo llamado en la noche anterior, para pedirle consejo acerca de la grave desventura que estaba atravesando. De inmediato, le envió un mensaje hablado por WhatsApp.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Amigo Tadeo, necesito poder hablar contigo, si es posible esta misma tarde. He cometido una grave falta de infidelidad, de la que nadie sabía dato alguno, sólo yo y otra persona. No me atreví a contarte lo que estaba haciendo de espaldas a mi mujer. Pero Elo se ha enterado y me ha echado de casa. A ver si podemos vernos esta tarde y me aconsejas, en esta terrible situación que yo me he buscado. Espero ansioso tu respuesta”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En unos minutos sonó el pitido típico en su móvil, indicando la entrada de un mensaje, como respuesta.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Amigo Torcuato, procura mantenerte entero de ánimo. No pierdas la calma. Me tenías que haber llamado ayer tarde o noche. Déjame pensar, sobre lo que mejor podemos hacer, a fin de superar esa grave situación en la que te hayas inmerso. Hay soluciones para casi todo. No dudes que estaré a tu lado, para apoyarte como siempre. Cuenta con mi ayuda”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5v9AiryKu1PLo_CBgdOmJ_4JWYG7h5aB4ia6NxM2YkzRMsaaUDguKrej8iGYYoBljkjElhu6eJqIF45g1LP0_SbgPb6oiBYI-e5n09VcIWwmAjONXywhbwAnWb4lflrmTYcnC8bakNTIMJO6YOl8IgSTiPxc60r0TxLYHH8MjUVxQMl0aZw-thvzHJp8/s789/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="789" data-original-width="577" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5v9AiryKu1PLo_CBgdOmJ_4JWYG7h5aB4ia6NxM2YkzRMsaaUDguKrej8iGYYoBljkjElhu6eJqIF45g1LP0_SbgPb6oiBYI-e5n09VcIWwmAjONXywhbwAnWb4lflrmTYcnC8bakNTIMJO6YOl8IgSTiPxc60r0TxLYHH8MjUVxQMl0aZw-thvzHJp8/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="234" /></a></div>Cuando a las 15:00 horas el museo cerraba sus puertas y Torcuato abandonaba la institución cultural, junto a otros compañeros, vio en la sala de entrada, sentado en uno de sus bancos, a su buen amigo Tadeo. Se abrazaron sumidos en la emoción.<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Lo primero que vamos a hacer es llegarnos a ese hotel o pensión, en donde tienes la maleta. Recoge tus enseres, pagas la factura y te vienes a mi casa. Desde que Fátima se me fue, al ignoto reino de las estrellas, está muy vacía. Terriblemente vacía. Allí vas a encontrar no sólo habitación y alimento, sino también ese calor de amistad que necesitas en estos tan amargos momentos. Juntos hablamos y pensamos cuáles son las mejores decisiones que te vendrán bien adoptar. Si has cometido un error, buscamos cómo mejor repararlo. Rectificar es de sabios. Tengo preparado un buen potaje de garbanzos con verduras, que nos vendrá bien para este día en el que el frío arrecia”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">De nuevo comenzó a llover. Las finas gotas de agua se iban mezclando, un tanto “juguetonas y traviesas” con las lágrimas que brotaban de los ojos de una persona aturdida, emocionada y agradecida. El valor de la amistad era la mejor medicina que Torcuato necesitaba, para buscar luces entre las tinieblas de nuestra débil humanidad. –<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">EN UNA TARDE<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">DE ERRORES Y REALIDADES</span><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 01 DICIEMBRE 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4V1fMYGi-hePN-MFtY9tlYI79iZ7gDsRM8gQJpE5gHZLbLquvx8JTnnWqvpD98RrLGcStQYcQc658sGC-r8uU4OBhJ2OuEu34Zi8sszNrl_i9DQEA6kSkQuyODMRpCw4N40OpcIJQ-z5W0APAKbvbddQHLKVta2VSIDRsXB1Z0exd3PUar8OAR5AY09Q/s540/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="417" data-original-width="540" height="247" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4V1fMYGi-hePN-MFtY9tlYI79iZ7gDsRM8gQJpE5gHZLbLquvx8JTnnWqvpD98RrLGcStQYcQc658sGC-r8uU4OBhJ2OuEu34Zi8sszNrl_i9DQEA6kSkQuyODMRpCw4N40OpcIJQ-z5W0APAKbvbddQHLKVta2VSIDRsXB1Z0exd3PUar8OAR5AY09Q/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-11369985503773158642023-11-24T07:51:00.000-08:002023-11-24T07:51:23.365-08:00GRATOS ENCUENTROS EN EL AMANECER.<p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyr2txVZ7pz2gZgkMsLXn6nD-4DUdLRFtcfRqWPntiZ6js9xiTSyGgv37_m91oL8ExXsbLYfWPLp4cC5PKikxz8bXoJRgkeKc8sWt91wq6PC-X_6v-qOfrFUELHGSI5q4beib2zjzpAeTha5KcvyS20d1sleaXJGdhUb-RkirZY4Uih0FlCUKcR2GoIto/s801/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="801" data-original-width="577" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyr2txVZ7pz2gZgkMsLXn6nD-4DUdLRFtcfRqWPntiZ6js9xiTSyGgv37_m91oL8ExXsbLYfWPLp4cC5PKikxz8bXoJRgkeKc8sWt91wq6PC-X_6v-qOfrFUELHGSI5q4beib2zjzpAeTha5KcvyS20d1sleaXJGdhUb-RkirZY4Uih0FlCUKcR2GoIto/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="231" /></a></div><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">No siempre se valora en su justa medida el importante y positivo <span style="color: #0432ff;">valor de la vecindad</span>. La proximidad física y afectiva de esas personas que comparten nuestra vivencia es un recurso imprescindible para nuestro equilibrio emocional. No sólo por el calor humano que podemos encontrar en esas personas durante la acción cotidiana, sino sobre todo por la ayuda que también podemos prestarles en esos momentos carenciales de cualquier signo, que a todos nos llegan casi sin avisar. Ese amplio colectivo de familias que conforman <span style="color: #0432ff;">la barriada </span>supone un microcosmos relacional que, de alguna forma, ayuda a paliar, aplicando equilibrio y generosidad, esa ingrata realidad humana como es la soledad, referente innegociable de los seres humanos que no favorece, en absoluto, la alegría existencial. En este fraternal contexto se inserta nuestro relato de esta semana.<o:p></o:p></p><o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Desde hace unos meses, <b><span style="color: #0432ff;">NATALIA</span></b><span style="color: #0432ff;"> Coral</span>, una joven viuda de 31 años, es la encargada de sacar, en su primer paseo diario, a la mascota Lili, una perrita que le regalaron hace tres años cuando apenas tenía unos días de vida. Este recorrido por las calles del barrio al amanecer, hasta llegar a la zona arenosa de la playa, lo realiza muy de mañana, pues pronto ha de volver a casa para preparar a su hija <span style="color: #0432ff;">LUCIA</span>, seis años, el desayuno y acompañarla al Colegio público <span style="color: #c00000;">MALAKA,</span> en donde la pequeña estudia el primer curso de la Enseñanza Primaria.</span><o:p></o:p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La vida de estas dos mujeres se vio trastornada, cruelmente, con esos acontecimientos para los que no se encuentras respuestas racionales. Tato (<b><span style="color: #0432ff;">RENATO</span></b>), su difunto marido trabajaba como repartidor de mensajería urgente. Tuvo un infortunado y drático accidente con la moto que conducía, en un cruce no bien señalizado, a consecuencia del cual dejó viuda y huérfana a las dos personas con las que formaba una modesta pero bien unida familia. Su hijita alcanzaba entonces los tres años de vida. Lucía almuerza en el colegio, cuyo horario diario finaliza a las 17 horas, recogiéndola a la salida del centro escolar su abuelo <span style="color: #0432ff;">CARMELO</span> o su abuela <span style="color: #0432ff;">MARIANA</span> para acompañarla a su domicilio. Esa ayuda familiar tiene una lógica explicación.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Natalia ha conseguido un “vital” puesto de trabajo, en la misma empresa en donde trabajaba su difunto esposo. Está al frente de uno de los dos teléfonos que atienden las llamadas, para la recogida, consulta y entrega de los diferentes productos de envío. Su horario laboral transcurre desde las 13 hasta las 19 horas, entre lunes y viernes. Ese puesto de trabajo le resulta imprescindible para el mantenimiento de su “corta” familia. Fue una muy humana deferencia de la empresa <span style="color: #c00000;">CARAVAN</span>, en donde prestaba servicio Renato, antes de su fallecimiento.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El recorrido que realiza cada día al amanecer, por el laberinto o puzzle urbano de las casas y calles del barrio, con el simpático “pretexto” de la perrita, le ayuda a tonificar el ánimo, después del durísimo golpe que sufrió al perder al que era su compañero de vida. Y en ese largo paseo siempre encuentra el imprescindible valor de la socialización, intercambiando con los convecinos de la proximidad la necesaria fuerza anímica para justificar los pasos, las miradas y las palabras.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Aunque el almanaque marca ya la estación meteorológica primaveral, con esa atmósfera más templada y lustrada con el dulce aroma de los azahares, sublime regalo de los arboles cítricos, el frescor mañanero le aconseja todavía ponerse algo de abrigo a fin de no castigar su garganta por las molestas faringitis a la que es muy receptiva. Durante esas primeras horas de la mañana, como dice el popular dicho de que “las calles parecen no estar aún puestas” se encuentra con un barrio algo vacío (para lo que es inhabitual en la mayoría de las horas diurnas) de viandantes, aunque esta zona de Málaga (<span style="color: #c00000;">la carretera de Cádiz o avenida de Velázquez</span>) comienza a “despertarse” con esos peatones que van sustentando la vida relacional. Son esos trabajadores que han de desplazarse a su puesto laboral, cuyo horario comienza bien temprano, cuando la mayoría de los convecinos aún duermen. Cruza con algunos de ellos los “buenos días” y algún “chascarrillo”. A muchos de esos viandantes ya los conoce, por ser tradicionales residentes en la zona.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Unos de los habituales operarios con los que Natalia se cruza es <b><span style="color: #0432ff;">IVAN</span></b><span style="color: #0432ff;">, </span>un joven estudiante universitario de telecomunicaciones que, al quedar su novia Martina embarazada, tuvo que buscar de inmediato un trabajo, escogiendo el primero que se le presentó. Fue contratado en el departamento municipal de la concejalía de Parques y Jardines. Ejerce como jardinero en el <span style="color: #c00000;">Parque del Lago</span>, perteneciente al distrito de Huelin, realizando labores de limpieza, tanto en el suelo como vaciando las papeleras, eliminación de “malas hierbas” y por supuesto ese regadío tan necesario para la vida vegetal. Iván es un joven de proverbial simpatía y muy comunicativo. Residente en el barrio, Natalia suele preguntarle, con un interés de buena vecindad, cómo se encuentra su bebé recién nacido, que él y su pareja están criando con la mayor ilusión.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Más adelante pasa por la panadería de un lógico nombre: <span style="color: #c00000;">LA TAHONA</span>, cuyo propietario <b><span style="color: #0432ff;">ARMANDO</span></b><span style="color: #0432ff;"> </span>(que reside en el primer piso del inmueble) ya tiene encendidas las luces del establecimiento, cuyas puertas están abiertas desde las 7:30 del día. Este “campechano” panadero ha pasado toda la noche trabajando, con su compañero Fermín, amasando la harina de los distintos tipos de panes (blanco, integral, con muesli, cateto, con fruta, con centeno, etc). A esa hora de la apertura, ya tiene las primeras hornadas cocidas, prestas para la venta. Esta premura para la oferta de estos suculentos productos obedece también a la preparación de los sabrosos bocadillos y que son comprados para el desayuno del día por muchos obreros que marchan a su trabajo y que valoran su razonable precio y buena calidad de su sabroso contenido. Mas tarde llegan los clientes “escolares”, a los que sus madres les compran el bocadillo para el recreo de la media mañana en el colegio. Natalia también será una de sus primeras clientas, pues se lleva para su casa la barra de Viena y los piquitos, cuando vuelve de su primer paseo matinal con la pequeña mascota. También con Armando echará un ratito, intercambiando esas palabras que tan bien sientan para iniciar el día. Sobre las nueve, este servicial panadero contará con la ayuda de Ademi, una joven dependienta, que ya se encargará, con gran diligencia, de controlar tras el mostrador las peticiones de la numerosa y habitual clientela. Es el momento en que Fermín y Armando comienzan a elaborar esos pasteles y tortas de “algarrobo” que tienen tan fácil salida por su sabor y gran calidad en sus ingredientes.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando vuelve de la zona playera, paralela al parque Huelin, sigue abierta o “disponible a través de la ventana de seguridad la “botica” o farmacia de <b><span style="color: #0432ff;">Don ELISEO</span></b>, que precisamente esta noche le ha correspondido permanecer de guardia. Este veterano farmacéutico es persona entrañable y cariñosa (aunque también, a veces, un poco “cascarrabias). Tiene habilitada, en una habitación trasera, dos pequeñas camas, con sus colchones, sabanas y colchas correspondientes, para que tanto él, como el mancebo Daniel puedan descansar “a trozos”, en función de la llegada intermitente de clientes, que llaman a través de un timbre con iluminación, para adquirir esos fármacos urgentes necesarios para la enfermedad. Como don Eliseo está ya algo mayor, normalmente es Daniel quien está al tanto de las llamadas a través de la ventanilla de seguridad, sunque cuando mira hacia atrás ya está la oronda figura del farmacéutico presto a colaborar en el trabajo. Durante el día, dada la gran demanda de clientes, viene una manceba, llamada Irina, una joven madre soltera, que realizó un grado profesional de auxiliar de farmacia y que deja a su pequeña hija en la guardería, mientras ella atiende al trabajo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Natalia se sorprende al ver a don Eliseo en la puerta, a esa hora matinal y tras una noche “en vela”. <span style="color: #011893;">“Sí hija, es que el insomnio, desde que se me fue Marieva, no me deja dormir. La echo mucho de menos, pero Dios así lo ha decidido. No puedo, por mis achaques, tomar somníferos fuertes, ya que me está contraindicados. Me ayuda mucho un pequeño transistor que me traigo para distraerme y ayudo a Daniel que es un trabajador muy servicial. Y ti ¿cómo te va? Eres persona fuerte y seguro que con el tiempo sobrellevarás mejor esos recuerdos que nunca se olvidan. A pesar de lo que te digan los médicos, te pasas por aquí y me lo cuentas, que yo sabré darte la medicina idónea. Son muchos años de experiencia los que tengo a mis espaldas. Sobra decirte lo mucho que yo apreciaba al bueno de Tato”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Habitualmente, la mamá de Lucia se encuentra a <b><span style="color: #0432ff;">MARIO</span></b>, un repartidos de mercancías para muchas tiendas, el cual está preparando su furgoneta para trasladarse a Mercamálaga o la Pescadería, para comenzar a realizar los portes y encargos de los distintos establecimientos. Tato y Mario eran muy amigos pues ambos, de la misma edad, se habían conocido en la escuela. Ya en su adolescencia, los dos compañeros estuvieron “compitiendo” por ese “amor joven” hacia Natalia con gran fulgor. La elección de la joven por uno de ellos dejó al otro compañero un tanto afectado. Pero son realidades juveniles que se viven con “deportividad. En realidad, Mario nunca la ha olvidado y aunque en la actualidad forma familia con Nerea, sigue “amando” a esa joven que él no pudo “conseguir”. En alguna ocasión Tato le había comentado a su mujer acerca de la amargura que tenía que soportar su amigo con la compañera que “le había tocado en suerte”. Recordaba las palabras de su marido sobre ese amigo desafortunado “Es que son dos caracteres muy diferentes. El pobre no es feliz, pero “aguanta” con responsabilidad, pues no quiere que su hijo Santi pase por el trance de ser hijo de padres separados”. En esta ocasión, tras saludar a Natalia le comentó que durante la mañana le iba a traer un poco de pescado fresco y algo de fruta. “Ya sabes, cuando hago los portes, los comerciantes me dejan coger un poco de la mercancía, pues le cobro poco por el servicio”. Natalia siempre ha considerado a Mario como una persona muy cercana y sabe que, en caso de dificultad, acudiría a él para solicitarle ayuda. Ambos amigos echan un ratito de conversación, con el calor afectivo que proporcionan las palabras y las miradas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tras dar una breve vuelta por el Parque del lago “Huelin” y ya de vuelta para su hogar, también suele encontrarse con la maestra <span style="color: #0432ff;">ANGELINES</span>. Es una joven de 29 años, que tiene a su cargo la clase y tutoría de 1º A, en el centro escolar <span style="color: #c00000;">LITORAL, </span>precisamente el grupo al que asiste la pequeña Lucía. Se da el caso de que esta profesional de la enseñanza, que está casada con otro docente, profesor de secundaria, perdió recientemente a la hija que esperaba, después de siete meses de embarazo, por complicaciones orgánicas. Ya reincorporada a sus tareas escolares, tras una intensa fase depresiva, hizo gran amistad con Natalia y de manera especial con su hija Lucia, a la que trata con el cariño de una madre y con la que trata de superar su frustración por no haber podido todavía alcanzar la maternidad. Todo ello con el agravante de que los médicos no le aseguran un futuro y positivo embarazo, por malformaciones congénitas. Por todo ello Natalia entiende, con generosidad, el amor y la alegría que la docente siente por Lucia, con las “ocurrencias” y salidas expresivas de la pequeña. También esta mañana Natalia le desea a la maestra y amiga que tenga un buen día, agradeciéndole el esfuerzo que realiza por educar a los hijos de tan numerosas familias. En su caminar observa como hoy, un operario municipal, está baldeando las aceras con una manguera a presión. En este, como en otros barrios, el incivismo de algunos perjudica a los muchos que desean una ciudad limpia. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiDT-ct9Nv56C1LUqZF9ETMi9-aVqF-1U3Y46wT8UUOUGXV27SKdlCTa9ikTqwASkyzp0pkDRM19_ZKQ-0PrcQcUT6keAxHOxjieS7wD3ZrYlnnoVISCYeTOr3xWjXEJ0tm_abmmChDARaFj1TXdh2Np9BrXwiUrQnXSosYU-ll6HKUjt_AbA0_D2kCM0/s771/Sin%20ti%CC%81tulo2.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="771" data-original-width="586" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiDT-ct9Nv56C1LUqZF9ETMi9-aVqF-1U3Y46wT8UUOUGXV27SKdlCTa9ikTqwASkyzp0pkDRM19_ZKQ-0PrcQcUT6keAxHOxjieS7wD3ZrYlnnoVISCYeTOr3xWjXEJ0tm_abmmChDARaFj1TXdh2Np9BrXwiUrQnXSosYU-ll6HKUjt_AbA0_D2kCM0/s320/Sin%20ti%CC%81tulo2.jpg" width="243" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ya en casa, Natalia prepara con dedicación de madre a su hija Lucia para llevarla al colegio. No se le olvida darle el bocadillo de pan blandito de Viena, con mortadela boloñesa, que tanto le gusta a la pequeña, para que se lo tome en el recreo. El almuerzo en el centro público comienzan a servirlo alrededor de las 14 horas. Como a las 17:30, hora en que finalizan las clases, ella está trabajando, atendiendo las llamadas telefónicas en la empresa Caravan, son los abuelos quienes recogen a Lucía y así disfrutan también de un buen rato con su nieta.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">De esta forma transcurre la vida diaria en esta sencilla mujer, a la que el destino ha sometido a una dura prueba. Pero con la fuerza de su relativa juventud, gozando del fundamento vital de una preciosa y dinámica hija y el incondicional cariño de unos padres siempre prestos a la ayuda, sabe ganar ese impulso responsable para seguir luchando, cuidando con especial cuidado de que su hijita no se sienta dañada por la ausencia de ese padre que perdió, cuando apenas alcanzaba los tres años.</p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El entorno social en el que se desenvuelve esta corta familia es un populoso barrio de personas humildes, modestas, trabajadoras, solidarias y generalmente afectivas. En esta densa vecindad, Natalia y los demás residentes encuentran muchas de las respuestas e incentivos para ir resolviendo sus dudas, los comprensibles desánimos y las naturales carencias. Y siempre, esas pequeñas y grandes ilusiones que nos ayudan a mirar el horizonte con la mejor confianza y decisión. La dureza del destino, con esa dura prueba de perder a un padre y esposo, se va paulatinamente compensando con ese “calor y amor social” que encuentra en muchos de los vecinos y profesionales con los que se relaciona en el quehacer de cada jornada. Esta buena mujer entiende, con una plausible sensatez, que ha de rehacer su existencia, en los meses y los días. La vida genera suertes y desgracias, como esas rachas de viento que acaricia un paisaje que sustenta y gratifica la presencia de las personas que acuden a visitarlo, sin establecer diferencias o distinciones. Los proyectos de vida de cualquier vecino del barrio, como es el caso de Natalia, se van desarrollando en un sencillo ambiente en donde nunca faltan valiosos y ejemplares elementos solidarios. Mañana puede ser igual que ayer, pero tal vez se generen esas diferencias o novedades que ayuden a germinar esa ilusión inalienable que siempre justifica y alimenta nuestro recorrido existencial.</p><o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Cuando el buen amigo Mario, excelente persona, le trae a casa una bolsa con fruta y algo de pescado, ella con simpático agradecimiento le prepara una infusión de té frio, añadiéndole una bolsita de Roibós, pues el día se ha metido en calor. Intercambian esas palabras amigas y algunos chascarrillos y anécdotas que el repartidor ha vivido durante la mañana. Este joven trabajador aún no cree llegado el momento de decirle que Lucía y Santi se llevarían muy bien como “hermanos”. Sabe perfectamente que su coexistencia con Nerea no tiene futuro y que su vida y la de Natalia están llamadas a emparejarse. El tiempo y la buena voluntad hará justicia a dos amores que se necesitan. –<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p style="background-color: #fff2cc;"> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">GRATOS ENCUENTROS<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">EN EL AMANECER<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 24 NOVIEMBRE 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAJS5nrJ4kNG-Jrc9XpBe-CtDDm2iUz0UNdfHeJEb8WEFDjqX1BV52jY59cF3ogCNsz9d8vcU0MWEJQ5dqpgSp_pGzBpif75GAxuCYWM_anjMlJDZvcqYzXci0f52VBpXZH3QIDJmVmEEnh66EdayAJt9N2ZcVdfjPAm3ShtL9lS1MxMSI7AW5gnGW8cQ/s551/Sin%20ti%CC%81tulo3.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="423" data-original-width="551" height="246" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAJS5nrJ4kNG-Jrc9XpBe-CtDDm2iUz0UNdfHeJEb8WEFDjqX1BV52jY59cF3ogCNsz9d8vcU0MWEJQ5dqpgSp_pGzBpif75GAxuCYWM_anjMlJDZvcqYzXci0f52VBpXZH3QIDJmVmEEnh66EdayAJt9N2ZcVdfjPAm3ShtL9lS1MxMSI7AW5gnGW8cQ/s320/Sin%20ti%CC%81tulo3.jpg" width="320" /></a></div><br /><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-75918144700376359272023-11-16T05:52:00.000-08:002023-11-16T05:52:43.205-08:00CUENTOS PARA ANTES DE DORMIR.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXkAsi1sRKlsJJPOOcICvLgw54W1TFpy8HHvDH_s1t9kr3W1nWLseBAJXO3yE1qcyyi7dyEmruwMhc6V6LJBY8KHuNRPXtwd284njyZqQVwQrAukJih18wMY-ROn5hWVgEEeBSbQUcqTS1HFxkfNz-gaaIeiFQBEjLG3PmuFpdIl4WV05yY-2tk8mAPSM/s782/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="782" data-original-width="575" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXkAsi1sRKlsJJPOOcICvLgw54W1TFpy8HHvDH_s1t9kr3W1nWLseBAJXO3yE1qcyyi7dyEmruwMhc6V6LJBY8KHuNRPXtwd284njyZqQVwQrAukJih18wMY-ROn5hWVgEEeBSbQUcqTS1HFxkfNz-gaaIeiFQBEjLG3PmuFpdIl4WV05yY-2tk8mAPSM/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="235" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La mayoría de las personas, al margen de su titulación o desarrollo personal, poseen determinadas habilidades o capacidades para ser “creativos” en actividades bien diversas. Muchas de estas destrezas las han ido aprendiendo de sus mayores, en el régimen familiar, aunque también es cierto que muchas otras proceden de los misterios de su estructura genética. El porqué de esa admirable capacidad para la composición musical, para la expresión pictórica o para el manejo de los mecanismos electrónicos, resulta también en ocasiones difícil de comprender, cuando en sus familias no ha habido ejemplos o influencias para el desarrollo o mimetismo que germinen esos positivos valores. Es estos casos se trata de personas “providencialmente” dotadas para desarrollar diferentes creatividades, sin que ellas mismas puedan fijar unos claros referentes para esa “genética” y gozosa habilidad. En este contexto insertamos nuestra historia de esta semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #0432ff;">I<span style="background-color: #fff2cc;">RANIO </span></span></b><span style="background-color: #fff2cc;"><span style="color: #0432ff;">Puntilla Tierrallana</span>, natural de la localidad malagueña de Casabermeja, era hijo único de unos modestos vecinos del pueblo, <span style="color: #0432ff;">Heliodoro</span> y <span style="color: #0432ff;">Gonzala</span>, artesanos de los dulces (estaban especializados en la elaboración familiar de unas suculentas tortas de aceite, que semanalmente llevaban a la tradicional confitería del pueblo, <span style="color: #c00000;">La Dulzura</span>, para su venta) aunque también se ayudaban con el trabajo que el cabeza de familia realizaba como peón agrícola contratado cuando había trabajo. Este joven, cuando cumplió la veintena, reflexionó con sensatez que por su formación (estudios primarios, sin llegar a completar el bachillerato) y el lugar donde residía, las principales salidas laborales eran la de continuar la labor que sus padres realizaban con los dulces caseros o ponerse a trabajar en la dureza de la tierra. Otra actividad que los jóvenes de la localidad ponían en práctica era la albañilería, tarea que no le agradaba por su débil contextura física. Así que una noche, al finalizar la cena, les dijo con juvenil firmeza a sus “desconsolados pa</span>dres” <span style="background-color: #fff2cc;">que había decidido emigrar a la capital, en busca de un mejor porvenir para sus deseos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Se fue informando acerca de una pensión barata donde podría residir (la ayuda de don Andrés, el cura párroco del pueblo, fue importante por su recomendación) fijando el día de la partida para un lunes de septiembre, año 1970, con la ilusión de abrirse un porvenir entre los incentivos que siempre suele ofrecer la economía de una gran ciudad. En la fría mañana para su partida, antes de subirse al autobús de la empresa Casado que lo iba a trasladar a Málaga, abrazó a sus padres, quiénes con las lágrimas en sus ojos no cesaban de darla lo mejores y repetitivos consejos. En un determinado momento don Heliodoro entregó a su hijo un sobre que contenía 1500 pesetas. <span style="color: #011893;">“Esto es lo poco que te puedo dar, mi querido hijo. Son unos sufridos ahorros que he podido ir reuniendo, ganados con el esfuerzo y el sacrificio de muchas horas de trabajo. Este dinero te será útil para esas primeras semanas de aventura en la capital. Si tus proyectos no se cumplen, no dudes que aquí tienes a tus padres, con el cariño que te profesan y una casa donde nada te va a faltar”.</span> El vetusto autobús de línea partió a las nueve de la mañana, para realizar un trayecto de poco más de veinte kilómetros, hasta la parada final situada en la zona de Hoyo Espartero, muy cercana al Mercado municipal de Atarazanas. Mientras viajaba, sentado al lado de un poco comunicativo seminarista, Iranio repasaba en una pequeña libreta varias direcciones de personas amigas que podrían ayudarle, datos que le había facilitado el cura don Andrés.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Al llegar a su destino, sobre las 9:45 de la mañana, preguntó a una pareja de guardias de la Policía Armada por dónde podría llegar más fácilmente a la <span style="color: #c00000;">PENSIÓN OLIMPIA</span>, quienes le indicaron que la tenía muy cerca, a no demasiados metros de donde se encontraban. Concretamente ese barato alojamiento estaba ubicado en una esquina de la calle Camas, zona muy conocida por sus vínculos con la prostitución. Cuando localizó este establecimiento, situado en una primera planta de un “gastado” y poco limpio en su apariencia edificio sin ascensor, saludó a su propietaria, <span style="color: #0432ff;">doña Fuensanta</span>, una repintada señora, según ella antigua intérprete de “variedades” que estaba recorriendo su cincuentena. Le ofreció poder alquilarle un cuarto compartido, con derecho a usar el cuarto de aseo con una ducha, por 450 pesetas mensuales. Si pagaba 250 pesetas más, podía darle el almuerzo y la cena del día (generalmente un plato de potaje por la mañana y unos huevos o pescado frito con ensalada o patatas fritas por la noche. Agua y postre, con una fruta de temporada o flan). La electricidad no se la iba a cobrar (solo había en la habitación una lámpara en el techo con dos bombillas de 15 watios que ofrecían por la tarde/noche una luz “mortecina” y entristecida) siempre y cuando el recibo del contador no tuviera saltos muy importantes en cuanto al gasto. (en realidad, la bien dispuesta casera tenía conectada su casa a una “trampa” eléctrica, que de vez en cuando activaba, de manera que los gastos eléctricos eran mínimos). <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Quiso la suerte que su compañero de cuarto fuera <span style="color: #0432ff;">D. Séptimo de la Aldaba</span>, un hombre mayor, soltero y sufriente por no poder “salir del armario”, que trabajaba como oficial escribiente en el Registro Civil de la Audiencia Provincial (entonces ubicada en el edificio de Muelle de Heredia). Un verdadero bonachón y paternal compañero, que acogió con cariño al joven de 22 años, natural de Casabermeja. Aquella tarde /noche la pasaron hablando, de manera especial Iranio, quien se mostró expresivo y amistoso con el buen compañero que le había correspondido, a quien veía como a un padre para su edad. Cuando le explicó los motivos de su venida a la capital, Séptimo no dudó un instante en tratar de ayudarle.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Me dices que se te dan muy bien las letras y los números, y que disfrutas con la lectura y la escritura. En mi negociado faltan auxiliares porque tenemos mucho trabajo, ya que estamos en una época de muchos nacimientos. Mañana te presentas en el Registro, me buscas y vamos a hablar con <span style="color: #0432ff;">don Servando, </span>persona muy recta y autoritaria (fue antiguo miembro del ejército. Le concedieron medalla de guerra. Es mutilado en batalla, por lo que sufre una cojera de por vida, que el antiguo soldado trata con dificultad de disimular, por eso siempre lleva un recio bastón). Te aseguro que es persona de buen corazón. Me debe algunos favores, por lo que es fácil que te puede colocar como auxiliar eventual. Pero lo importante es meter “la pezuña”, porque una vez dentro ya puedes hacer carrera. Yo seré tu maestro tutor, para enseñarte en cuanto a tus obligaciones en el Registro. Aprenderás lo básico que nunca debes olvidar de hacer. Cuando hables con don Servando te aconsejo repitas esas palabras que a estas personas gustan mucho, como “servidor”, “siempre a sus órdenes”, “lo que Vd. mande, don Servando”. Y si puedes ponerte en posición de firme cuando te hable, ya te lo has ganado. Como anécdota te diré que nuestro jefe tiene tres hijos: uno es jesuita, otro fraile dominico y la tercera profesa como monja de la Presentación. Es familia harto religiosa y practicante”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Muchas gracias don Séptimo, por tratarme como a un hijo. Ahora me acuerdo de una bella persona, una gran maestra, </span><span style="color: #0432ff;">doña Petra</span><span style="color: #011893;">, quien supo encauzarme muy bien por el terreno de las letras. Me enseñó a leer y a escribir. Y supo motivarme para que escribiera todo aquello que sintiera y necesitara comunicar. Tengo muchos cuentos escritos. Ya le daré alguno para que me dé su opinión. Mañana no faltaré en el Registro. Iré con la ilusión de que, gracias a sus buenas amistades, puedan abrirme un hueco para empezar a ganarme la vida”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Como doña Fuensanta le aseguraba el almuerzo y la cena, para desayunar Iranio se compró, en un colmado próximo, una botella de leche, que mezclaba con Nescafé. El desayuno lo acompañaba con alguna de las <span style="color: #c00000;">tortas BERMEJAS</span>, que su madre le había metido en la maleta, Aquellas suculentas tortas que el joven había visto elaborar desde su infancia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Fue admitido, gracias a las buenas artes de Séptimo, como <span style="color: #0432ff;">auxiliar eventual, </span>en periodo de prueba. Desde ese primer día de trabajo demostró muy buena disposición para todo lo que le ordenaban. El compañero de cuarto y Registro estaba siempre atento para aconsejar y orientar a su “ahijado” profesional todo aquello que estuviera entre las obligaciones del ilusionado Iranio, que en modo alguno pasaba por su cabeza que pudiera encontrar colocación al día siguiente de llegar a la capital. Con su buen hacer, a los dos meses de trabajo, lo ascendieron a <span style="color: #0432ff;">auxiliar de plantilla</span>, con un sueldo fijo de 1.100 pts. al mes. Iranio no dudó ni un instante en mantenerse en la Pensión Olimpia, por lo céntrica que se encontraba y lo barata que le resultaba con el sueldo que percibía para poder pagarla. Ciertamente eran muchas las noches en que lo despertaban las voces, risas, gritos y enfados de los “disfrutones de la noche” llenos de alcohol en el cuerpo, y sus negociaciones con las “señoras de compañía”, que vendían sus favores sexuales por unos pocos billetes. El fulgor ambiental de calle Camas se multiplicaba en esas horas del cielo pintado de estrellas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando Iranio volvía del trabajo, tras el almuerzo echaba un buen rato de descanso y algunas tardes paseaba por la ciudad, recorriendo sus rincones más pintorescos y populares. Tenía un pequeño transistor que lo encendía por las noches, después de cenar, pero siempre a un volumen bastante bajo de sonido, a fin de no molestar a su compañero de habitación, quien tenía un sueño un tanto difícil e inestable, debido posiblemente a su avanzada edad (estaba a punto de cumplir los sesenta) a lo que se unía sus frustraciones y ansiedades sexuales, en aquellos años del tardofranquismo, en el que había que aparentar lo que no se sentía. En ese pequeño transistor <span style="color: #c00000;">National</span> le gustaba escuchar las noticias del día y los relatos radiados que algunas emisoras emitían.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero fundamentalmente Iranio <span style="color: #0432ff;">dedicaba su tiempo libre a escribir</span>. Esa práctica era la distracción que más le agradaba. De niño, como en Casabermeja sólo ponían cine algunos fines de semana, se distraía dibujando historietas y algunos cuentos que doña Petra, su apreciada maestra sabía estimular, ayudándole y corrigiéndole. También, solía acudir a la biblioteca pública, parta buscar en las estanterías libros de cuentos e historias, con las que distraía y enriquecía la imaginación. Ahora en estos inicios de los 70, su horario de trabajo (de ocho de la mañana a las tres de la tarde) le permitía desarrollar esta creativa afición dedicando horas de las tardes. El joven Iranio era un tanto tímido con las chicas y todavía no había podido hacer muchos amigos, salvo ese gran “padre” que tanto lo cuidaba y lo apreciaba.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Su tarea creativa la realizaba a mano, rellenando gruesas libretas con muchas hojas. Pero con los ahorros que iba acumulando, a lo largo de los meses, pudo al fin comprarse una máquina de escribir. La máquina era de “segunda mano”, pero estaba a un buen uso para poder teclear (con los dos dedos) muchas páginas “rellenas” de cuentos. Esa providencial máquina era de la prestigiosa marca <span style="color: #c00000;">Olivetti</span>, una <span style="color: #c00000;">léttera 36</span>. De esta forma, iba pasando a los folios algunos de los mejores cuentos (en su opinión) que escribía o “componía”. Muchas de esas historias eran básicamente infantiles, pero las mezclaba con narraciones de la vida real, contenidos que elaboraba en su mente “soñadora” a partir de la observación e imaginación del entorno en el que estaba viviendo. Era frecuente que se inspirase, para la construcción de las historias o cuentos en algunas de las personas que acudían al Registro Civil, a fin de hacer las gestiones propias de ese importante lugar de la Administración que existe en todas las ciudades: anotar los nacimientos, los enlaces matrimoniales y, por supuesto, las defunciones. Siempre que podía, solía echar un ratito, con algunas de las personas que acudían a hacer las gestiones propias del centro administrativo. Estos diálogos le daban pie para conocer problemas, circunstancias, anécdotas, objetivo y proyectos, avatares en suma de personas vinculadas a toda la estructura social de la ciudad, algunas acomodadas y muchas pobres y en sumo necesitadas. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Don Séptimo, su afable y servicial compañero, cuando se levantaba por las tardes después de echar una corta siesta, era frecuente que saliera a la calle, a partir de las 17 h. Nunca decía a dónde iba. Iranio pensaba que tal vez tendría algún “plan”, algún amigo con el que compartir los ratos que regalaba la tarde. Cuando el bonachón de don Séptimo volvía por la noche, su rostro mostraba alegría o tristeza, según le hubieran ido sus andanzas por los arrabales oscuros y ocultos de la ciudad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="position: relative; z-index: -1895817216;"><span style="height: 78px; left: 68px; position: absolute; top: -428px; width: 410px;"><img height="78" src="file:////Users/joseluiscasadotoro/Library/Group%20Containers/UBF8T346G9.Office/TemporaryItems/msohtmlclip/clip_image001.png" v:shapes="Rectángulo_x0020_1" width="410" /></span></span>Este buen compañero, que era como un padre para Iranio, en absoluto se molestaba con el repetitivo acústico tecleo de la Olivetti, cuando el joven escritor iba pasando algunos de sus cuentos a esos folios que iba guardando con especial esmero, en una gran carpeta de cartón, color marrón. En diversas ocasiones, Iranio daba a leer a su compañero de cuarto algunas de esas bien pensadas y elaboradas historias, a fin de conocer su opinión acerca de sus pequeñas creaciones literarias.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“Creo, amigo, que son en general, interesantes. Muy humanas y bien escritas. Tienes madera y condiciones para poder llegar a ser un buen escritor. Pienso que deberías seleccionar algunas de estas historias, que casi siempre tienen un positivo o buen final, para tratar de que fueran publicadas por algún editor local o alguna asociación amante y practicante de las letras”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero Iranio era una persona bastante modesta. Respondía a los buenos deseos de Séptimo que él las escribía, fundamentalmente para entretenerse. No ocultaba, sin embargo, que le agradaría que fueran conocidas por otras muchas personas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“El escritor, en realidad, amigo Séptimo, no compone narrativas sólo para él, sino para comunicar y compartir la creatividad de su imaginación con otras personas. Esa es la verdad. Cualquiera que diga lo contrario, no expresa lo que siente. En mi caso es como si fuera al cine y no me gustara la película que nos estuvieran proyectando. Entonces trato de construir historias que sean más agradables. Ya te he contado que cuando era pequeño y no tenía dinero para ir al cine, tenía que inventarme “mis propias películas”. Volviendo a lo anterior, la función de escritor carece de sentido, si no tiene la suerte de tener lectores que lean sus historias y escritos”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Así transcurría la vida de estos dos inquilinos de la Pensión Olimpia, a quienes el destino había unido en aquella España del tardo franquismo, a mediados de los 70.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Una “aburrida” tarde, don Séptimo, que cada noche después de cenar pedía a su compañero Iranio algunos de sus cuentos para mejor conciliar el sueño, viendo que su compañero de cuarto había salido con la intención de ir a comprar alguna ropa para mandar a sus padres (pensaba regalarles algún abrigo o gabán) que eran personas modestas en su necesidad, tuvo la oportunidad de rebuscar en la gran carpeta marrón de las creatividades literarias, algunos cuentos que en su opinión estaban mejor escritos y eran más interesantes. <span style="color: #0432ff;">Seleccionó tres de ellos</span>, que sumaban unas 7 cuartillas por ambas caras. Se dirigió a la calle con ese material y las fotocopió en una copistería de la calle Especerías. Ya en casa, devolvió los originales a la carpeta de los cuentos e introdujo las fotocopias en un gran sobre beige, que había franqueado para enviarlo al diario SUR: Añadió una nota explicativa, con los datos de Iranio, planteando si ese material tenía la calidad necesaria para ser utilizado en el suplemento dominical del periódico, o en las páginas de los pasatiempos. Echó de inmediato el gran sobre, con su contenido narrativo, en un buzón que había a final de la popular y comercial calle San Juan.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">No dijo nada a Iranio acerca de lo que había hecho. Todo consistía en esperar la respuesta del representante del diario malagueño. Pasaban los días y la respuesta no llegaba. Séptimo pensaba que la tardanza en responder pudiera ser debida a la falta de interés del periódico, en su departamento de redacción, con respecto a los materiales facilitados para su consulta. Sin embargo, una tarde después del almuerzo, doña Fuensanta vino con un sobre timbrado en la mano, cuyo destinatario era Iranio Puntilla Tierrallana, comensal que aún estaba tomando la manzana que se le había puesto de postre. Don Séptimo ya se había marchado del comedor, a echar unos minutos de siesta. Como el joven estaba algo resfriado, en ese noviembre lluvioso que humedecía toda la ciudad, la dueña de la pensión traía junto al sobre una taza de café con leche para su inquilino. El corazón de Fuensanta era generoso, con las buenas personas que tenía realquiladas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El gran sobre, con el logotipo de <span style="color: #c00000;">DIARIO SUR</span>, venía dirigido a D. Iranio Puntiella Tierrallana. Un tanto extrañado por este correo, el sorprendido joven abrió el sobre y comenzó a leer su contenido:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“Sr. D. Iranio Puntilla, hemos analizado la calidad literaria y argumental de los tres materiales, cuentos o narraciones, que a tenido a bien enviarnos. Tras su lectura, hemos apreciado una valiosa narrativa, sustentada en unos argumentos muy próximos a nuestro entorno existencial. En base a todo ello, tenemos el placer de comunicarle nuestro interés para publicar estas historias. Le citamos en la sede de nuestro diario, en Alameda de Colón, el miércoles próximo, para mantener una entrevista personal y sentar las bases de contenidos, periodicidad y compensación económicas de su futura colaboración. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Salúdole Dimas Gallego Revillán. Redactor jefe, y encargado del suplemento dominical <span style="color: #c00000;">PERSONAS</span>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnKUdtfNwM5f2_SuHMF1gIXdHuJ0xLZQNUlBejFWSTjGyWeHGgglqO15Cvl9tEnJw8DPtbqVdHJfKtrG8nBIU0fcbs-0uniUsoWHo_ZnbK81NjBIALWLAYYULNURvWrfMDaJJrjNm7VMHhYuCvIIudasqd-CCXbg3mr4CW9tZFKfWVEek6TRLULVdGGUw/s785/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="785" data-original-width="555" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnKUdtfNwM5f2_SuHMF1gIXdHuJ0xLZQNUlBejFWSTjGyWeHGgglqO15Cvl9tEnJw8DPtbqVdHJfKtrG8nBIU0fcbs-0uniUsoWHo_ZnbK81NjBIALWLAYYULNURvWrfMDaJJrjNm7VMHhYuCvIIudasqd-CCXbg3mr4CW9tZFKfWVEek6TRLULVdGGUw/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="226" /></a></div>Iranio fue a su habitación “más contento que unas pascuas”. Sonriente y mirándolo a los ojos, entrego la misiva del diario SUR a don Séptimo, quien al leerla “estalló de sincera alegría. Ambos compañeros de cuarto se fundieron en un afectuoso abrazo.<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Muchas gracias, don Séptimo. Para mí es Vd. como un padre. Me ha ayudado a hacer lo que yo dudaba si sería conveniente o no y si podría tener alguna esperanza de que en el periódico acogieran mis materiales para su posible publicación. Pues esta gratísima noticia hay que celebrarla. Esta noche nos vamos a ir a cenar e invitaremos a doña Fuensanta, que bien sabe cuidarnos. Elegiremos un lugar agradable, a ser posible cerca del mar, en donde podamos tomar unas buenas tapas y una gran paella, Nos haremos una foto para el recuerdo”<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Dado que la noche se había presentado bien húmeda y hacía algo de frío, decidieron acudir a un restaurante gallego: el <span style="color: #c00000;">Mesón Candamil</span>, que en aquellos momentos estaba ubicado en calle Vendeja, precisamente muy cerca de la rotativa del diario que pretendía contratar a Iranio Puntilla. En aquel buen ambiente, los tres comensales (Doña Fuensanta estaba encantadísima) tomaron una taza de exquisito caldo gallego; compartieron una tabla de pulpo muy bien aliñado y como tenían buen apetito pidieron también para compartir un gran plato de lacón con grelos. De postre degustaron sendas manzanas al horno, con esa barrita de canela y miel tan peculiar de los mejores restaurantes. Aunque Iranio pidió la cuenta, una vez más don Séptimo se mostró generoso y se hizo cargo del coste de la cena, explicando con mucha simpatía que había sido él quien había enviado la carta con los tres cuentos de prueba, revelación de la qye era consciente el joven escritor. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Pasaron dos semanas y el domingo siguiente apareció el primer cuento breve firmado por Iranio, en las páginas de <b><span style="color: #c00000;">PERSONAS</span></b>, el suplemento dominical del diario malacitano. La sección la titularon <span style="color: #c00000;">CUENTOS PARA ANTES DE DORMIR</span>. Durante las siguientes semanas, la aceptación popular para estas sencillas y distraídas historias, cuya autoría correspondía a un desconocido escritor novel, fue bien positiva. El auxiliar del Registro se siente en la actualidad muy contento de poder comunicar con los lectores, a través de esa lettera 36 que ya nunca ha dejado de acompañarle en su trabajo. Cada lunes envía por correo un ejemplar de la Revista Personas, al domicilio de sus padres, que se sienten legítimamente orgullosos de ver estampado el nombre de su querido hijo al final de cada cuento o relato. Además de esas pesetas que le vienen muy bien para los gastos, se siente feliz porque está realizando aquello que verdaderamente le gusta y vitaliza. –</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">CUENTOS<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">PARA ANTES DE DORMIR<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 17 NOVIEMBRE 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><span style="font-size: 12pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQcT4DZy4auWvnzL3f-PlK4UDJz4cfGGzAtDUo2VjKFpx_3BvA1x7Q3ZWBMKVzJhglcF-4keRy0stfSLm69ZaEQ7fyqk-HqujQnaJnTQgKW_Oloy_Sl_OuM0yaHTj_99k9y7_5WjWjmp520Nf0YG7qD37VinvURa-SAiZ0PHW_8SNaxLbfmeQ1VQZopyg/s518/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="518" height="247" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQcT4DZy4auWvnzL3f-PlK4UDJz4cfGGzAtDUo2VjKFpx_3BvA1x7Q3ZWBMKVzJhglcF-4keRy0stfSLm69ZaEQ7fyqk-HqujQnaJnTQgKW_Oloy_Sl_OuM0yaHTj_99k9y7_5WjWjmp520Nf0YG7qD37VinvURa-SAiZ0PHW_8SNaxLbfmeQ1VQZopyg/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-51893707627256758122023-11-10T05:09:00.003-08:002023-11-10T05:09:39.826-08:00DOS AMIGOS<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaBQvK6monZyp_2glVb6trm6ZZptDCO5mGGK9HB_yKAw6vZjGOn9w84zdgehZUzjh5p6GD9i8qx3cIVgf_AE-zSYIUwMqp8EFCzvnZIDRwzNi98lhVK-zK54BOE1jgrAv4KbNI8SrLcouJOYzp75WmzJp9AlSgUYZgghx1mjtASYch1MMrvHbEaT_RmzQ/s771/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="771" data-original-width="556" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaBQvK6monZyp_2glVb6trm6ZZptDCO5mGGK9HB_yKAw6vZjGOn9w84zdgehZUzjh5p6GD9i8qx3cIVgf_AE-zSYIUwMqp8EFCzvnZIDRwzNi98lhVK-zK54BOE1jgrAv4KbNI8SrLcouJOYzp75WmzJp9AlSgUYZgghx1mjtASYch1MMrvHbEaT_RmzQ/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="231" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En nuestro discurrir existencial suelen darse situaciones de difícil comprensión, derivadas de la peculiar naturaleza que afecta a los seres humanos. La vinculación entre dos amigos puede llegar a ser tan fraternalmente intensa, que su relación se asemeja a la que mantienen dos hermanos de sangre e incluso la supera en determinados casos y momentos. Con ese amigo íntimo se comparten todas las complicidades, se le pide cualquier tipo de consejo, antes de hacerlo incluso con los progenitores o familiares de diferente nivel o proximidad. Sin embargo, también suele ocurrir que esa profunda amistad “de toda la vida” se resquebraje, se rompa por causas muy diversas o incluso difíciles de entender. En este caso resulta extremadamente difícil arreglar o reparar esa muy dolorosa fractura, entre dos seres que hasta ese momento era como “uña y carne”. En este contexto se inserta el argumento de nuestra historia semanal.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">La entrañable amistad entre <b><span style="color: #0432ff;">SERGIO</span></b> Celaya y <b><span style="color: #0432ff;">MARCO</span></b> Román se generó en los años de estudios universitarios. Generacionalmente ambos jóvenes eran coetáneos. Habían nacido en el año 1980, por lo que iniciaron el primer curso del grado de derecho en 1998, centenario de importantes hechos históricos y literarios para la nación española. En los primeros días de las clases, se sentaron juntos en las aulas que les correspondían, intercambiaron diversos comentarios propios de jóvenes que llegan a la universidad y fueron cimentando y sellando una hermosa amistad que los dos estudiantes pronto iban a considerar “indestructible”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sergio era hijo de un honrado dependiente de panadería y confitería, que con admirable esfuerzo (y la ayuda de una beca de la administración educativa) había logrado dar “buenos estudios” a sus dos hijos (varón y hembra). Don Simón, el panadero, se sentía el hombre más orgulloso del mundo al ver a su primogénito matriculado en la facultad de derecho, en el campus de Teatinos malacitano. Por su parte Marco era hijo del cuerpo de la Guardia Civil. Su padre estaba destinado a los servicios de vigilancia del puerto de Málaga. Este joven siempre había sentido “atracción” o vocación por el mundo jurídico, tal vez influido por su abuelo materno, que había llegado a ser notario en la importante localidad malagueña de Antequera. No tenía hermanos en su unidad familiar. En resumen, uno y otro amigo pertenecían, sociológicamente a dos familias de clase media, que residían en barrios señeros de la capital malagueña: Sergio vivía en la barriada de Ciudad Jardín, en la salida norte de la ciudad, mientras que Marco lo hacía en una barriada muy próxima a la de su amigo, el también popular barrio de Martiricos, los dos muy cerca del cauce del Guadalmedina, el “rio de la ciudad”. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Los dos íntimos compañeros de clase estudiaban y preparaban sus ejercicios en los domicilios de uno u otro. Intercambiaban cordialmente los apuntes y era frecuente que merendasen y cenasen en el domicilio del respectivo amigo. También compartían el tiempo de ocio, realizando atractivos recorridos senderistas y asistiendo a sesiones de cine o a conciertos de música clásica, a la que ambos eran aficionados. Precisamente el destino quiso que se vincularan a dos jóvenes universitarias: <span style="color: #0432ff;">MAYA</span>, estudiaba magisterio, en la rama de educación especial, mientras que <span style="color: #0432ff;">EUSEBIA</span>, cursaba el grado de turismo. Ambos noviazgos se iniciaron durante la celebración de una fiesta de fin de curso, en junio del 2000 a la que asistieron los cuatro jóvenes. A partir de estas dos vinculaciones afectivas, las dos parejas compartían igualmente tanto el estudio como las actividades de ocio para la distracción. Salían al campo con cierta frecuencia durante los fines de semana. En la época del buen tiempo también disfrutaban desplazándose a las playas malacitana, Su gran afición a la gran pantalla les hacía pasar gozosas tardes de merienda y cine, mientras sus respectivas familias veían con natural comprensión la buena relación que unía a las dos parejas. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Algunos compañeros de clase, con ganas de guasa y el propio “cachondeo” de los cuerpos juveniles, les habían adjudicado el “mote cariñoso” del “<span style="color: #0432ff;">cuarteto de la música feliz</span>”. A pesar de todo ello, las dos parejas trataban de evitar la separación con los demás compañeros de sus clase o vecindad, pues consideraban negativo encerrarse entre ellos cuatro, lo que perjudicaría la imprescindible y saludable socialización.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sergio y Marco finalizaron sus estudios de grado en el año 2002. Uno y otro tenían un “estupendo” expediente académico, con calificaciones brillantes, para satisfacción de ellos mismos y sus respectivas familias. Podían presentar un buen “currículo” escolar a cualquier empresa que necesitaran licenciados o graduados en derecho. Ambos necesitaban y apetecían ponerse a trabajar lo antes posible. Hicieron varios intentos para este fin, siempre de manera “mancomunada” y los dos amigos fueron pronto captados por una importante empresa de seguros multirriesgo, que detectaron con buen ojo esa fuerza y entusiasmo de una joven generación que podía ser muy útil a la entidad, <span style="color: #c00000;">SEGUROS UNIVERSAL</span>, que operaba no sólo en Andalucía sino en las provincias más importantes del territorio español. La sede central se encontraba en la capital de Cataluña. Sergio y Marco fueron destinados a la nueva filial inaugurada en <span style="color: #c00000;">Estepona</span>, localidad de la costa occidental provincial, que en aquel momento permitía controlar toda la “milla de oro”, trabajando con gran entusiasmo y colaboración, obteniendo muy buenos resultados de importante clientela.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Con una diferencia de medio año, los dos amigos se unieron matrimonialmente con sus novias de “siempre”, Maya y Eusebia. Tomaron residencia, en régimen de alquiler, en dos urbanizaciones cercanas de la localidad esteponera. En realidad, las dos parejas semejaban como ser familiares. Cada sábado noche, preparaban una bien organizada cena, alternando en los domicilios respectivos. Tras los suculentos platos preparados, disfrutaban de alguna película bien seleccionada descargada de las plataformas cinematográficas a las que se habían asociado. También se entretenían practicando tradicionales juegos de mesa (parchís, la Oca, monopoly etc.). Cuando llegaban las vacaciones de Navidad, Semana Santa o veraniegas, los proyectos de viajes eran “negociados” de manera hermanada, para compartir las experiencias, ya fuese en espacio nevados, o emblemáticos por su belleza, como Galicia, San Sebastián o Cantabria, aunque también elegían ciudades tan significadas por su romanticismo, riqueza monumental e historia, como París, Roma, Atenas o Estambul. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En el aspecto laboral, tanto Sergio como Marco eran diestros y aguerridos profesionales, para la captación de “carteras” suculentas que beneficiaban lógicamente a la entidad aseguradora. Cuando firmaban contratos muy “sustanciosos, eran compensados con interesantes incentivos, comisiones que iban sustentando esos ahorros que les permitían disfrutar gozosamente de la vida. Al ser matrimonios jóvenes, tanto Maya como Eusebia consideraron oportuno, acordando con sus respectivos maridos, postergar la llegada de los embarazos. Entendían que no era perentoria la maternidad en esa época tan sugerente y vitalista para el disfrute de sus prometedoras existencias.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La competitividad de los dos íntimos amigos era manifiesta y saludable, aunque ambos consideraban prioritario que la empresa estuviese satisfecha de los resultados al final de cada mensualidad. Precisamente la entidad estaba a punto de abrir una nueva sede en el corazón de la “milla aúrea”, la bella ciudad marbellí. Tanto Marco como Sergio percibían que, entre otros candidatos, los dos estaban en la lista de “propuestos” para optar al apetitoso y reconocido puesto de director de la oficina central de Marbella.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">Sus caracteres personales no eran idénticos</span>. Quizá por eso la complementación entre ambos había acrisolado tan intensa amistad. Sergio era de temperamento más sosegado y sereno para las respuestas en el día a día, mientras que Marco, por el contrario, era más nervioso e incluso “impetuoso”. En ocasiones tenía que dejarse aconsejar y “frenar” ante las convicciones y racionamientos de ese “hermano” amigo que el destino le había deparado. Por primera vez, en su admirable vinculación, el asunto de la dirección en Marbella puso a prueba su extraordinaria “complicidad”. Los superiores decidieron, tras analizarlo muy detenidamente, que Marco fuera el elegido para dirigir la nueva y muy importante sede marbellí.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tras el lógico “impacto inicial, Sergio supo reaccionar con admirable entereza. Aceptó sin problema y grandeza personal la decisión de los jefes, que habían decidido en favor de su amigo. Incluso se prestó, a nivel laboral, a organizar la cena homenaje para su siempre amigo “del alma”, a la que asistieron prácticamente el resto de los compañeros de la zona. La grata velada tuvo lugar en una “elitista” y afamada sala de fiestas” en el entorno de Puerto Banús. Sin embargo, también tenía momentos reflexivos y de auto análisis, para ver en que había “fallado” para no ganar el codiciado puesto. Tenía la percepción de que su “gran hermano” se había sabido mover mejor entre las bambalinas del tejido empresarial. Por primera vez, sospechaba que la coordinación que ambos siempre habían mantenido no había funcionado en este episodio de competitividad laboral. Sospechaba, en las brumas de su intimidad, que tal vez no conocía bastante bien a esa persona tan vinculada a su vida.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Estas dudas y lógicas tribulaciones se incrementaron cuando una tarde fue a tomar el café de la merienda con un veterano compañero, <span style="color: #0432ff;">Salomón</span>, persona íntegra, valorada y apreciada por todos los trabajadores de la empresa. Entre sorbo y sorbo, este apacible compañero, curtido en mil y una batallas y ya cercano a su muy merecida jubilación, se le quedó mirando a sus ojos y le confió de forma escénicamente plena de sinceridad, algo sorprendente que en modo alguno podía imaginar:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Compañero Sergio, siempre he admirado tu juventud y tu buen hacer. No he olvidado, nunca lo haré, tu generoso y admirable comportamiento en el duro mes, cuando operaron a mi mujer. Te prestaste a hacer horas extraordinarias, para compensar mis ausencias del trabajo ya que tenía que estar en el hospital. Y nunca me pediste nada cambio por esa generosa ayuda. En realidad, fuiste el único que sin pedírtelo me echaste esa mano que lo recordaré mientras viva. Te debo decir algo que sólo por mi veteranía (ya voy por los 63) y por el trato subsiguiente con toda clase de personas, puedo trasmitirte. Y no creo que me esté equivocando. Ten cuidado, mucho cuidado, con tu amigo íntimo Marco. Quizá tenga méritos suficientes para ese puesto de director en Marbella. Pero, con toda honradez, afirmo que no te supera en currículum y capacidad. Sólo pretendo que este consejo te sea útil y que no te hagan sufrir la “ruindades de la vida”. No lo mereces. Seguro que estarás pensando en qué datos me baso. En los datos de una larga vida de luchas, zancadillas y malas artes por esos egos que nos degradan y envilecen”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Las serenas palabras del compañero Salomón, una buena persona, en todos los órdenes, lastimosamente “baqueteado” por la enfermedad de su mujer, le dejaron muy pensativo. Sólo acertó a responder con una cariñosa frase: “Gracias amigo. Sé que me aprecias”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Con el nuevo y espectacular puesto de Marco, los dos amigos/hermanos, como ellos proclamaban, se esforzaron en que no perjudicara su tradicional relación, con 15 años ya de ejemplar “antigüedad” Pero su relación se fue “enfriando” y su comunicación fue entrando en fase de declive. Desde luego que las cenas de fines de semana continuaron, aunque bastante más espaciadas. Por primera vez, las vacaciones no fueron ya planificadas entre los cuatro, aduciendo uno y otro amigo nimias justificaciones. Desde luego que, de cara a la galería, aclaraban acerca de ese supuesto distanciamiento: “es todo consecuencia de la tensión del trabajo”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #0432ff;">Y así fueron pasando los meses y los días.<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">Una tarde otoñal</span>, Sergio llamó a su mujer Maya, para comentarle que esa noche llegaría tarde a casa. “No me esperes para la cena”. Se le habían presentado unos clientes suecos que deseaban asegurar unas propiedades en el litoral de Manilva, zona de Las Gaviotas. También deseaban consejo acerca de unas inversiones a realizar en los Altos de Cabo Pino/Elviria. Por lo tanto, se vería obligado ir a cenar con esos acaudalados inversores. La noche prometía ser “larga”. Pero sobre las 20 h, los suecos se excusaron, por imprevistos que afectaban a los dos más importantes capitalistas. Aplazaron, de común acuerdo, cuatro días la reunión/cena que deseaban mantener. Era un frio viernes, en noviembre. Tras una semana muy ajetreada, Sergio se sintió feliz de poder cenar tranquilamente con su mujer, como gustaba hacer cada noche. Pero no le comunicó el cambio de planes. Prefería darle una simpática sorpresa. Cuando dejó las oficinas, pasó por la Confitería/panadería La Canasta, comprando unos hojaldres rellenos de cabello de ángel, pasteles que gustaban mucho a Maya.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Al llegar a su urbanización, aparcó el coche. Le extrañó un tanto ver el vehículo de Marco, también aparcado en las inmediaciones. Subió a casa y al entrar encontró a su mujer y a su amigo que ya estaban cenando. La súbita presencia de Sergio provocó en los dos comensales una situación harto nerviosa, por lo inesperado de la “aparición”. Maya trató de controlar la incómoda situación indicando que Eusebia había ido a visitar a su madre, que residía en Fuengirola, por lo que había decidido invitar al “amigo” Marco a cenar, para que no estuviera solo en casa, al igual que ella por el asunto de los suecos. Sergio los miraba, un tanto aturdido y presa de un patente desconcierto, aunque trataba de no “perder” los papeles. En su aturdimiento, apenas escuchaba las palabras de Marco que no cesaba de repetir <span style="color: #011893;">“Amigo Sergio, no es lo que puedes estar pensando. No ha pasado nada. Únete a nosotros y compartamos la cena con fraternal hermandad”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Viendo como la tensión ambiental se incrementaba, el director de la sucursal marbellí decidió abandonar la vivienda. <span style="color: #011893;">“Es lo mejor. Mañana estarás más tranquilo y podremos hablar como siempre lo hemos hecho”. </span>Aquella noche, serían las doce, más o menos, Sergio, inusualmente presa de los nervios, marcó el número de su amigo y compañero: “Desde hoy no quiero saber nada de ti. Nuestra relación se limitará a campos estrictamente profesionales”. La respuesta de Marco tampoco arregló en mucho la patente ruptura entre ambos. <span style="color: #011893;">“Me estás ofendiendo y equivocando gravemente. Pero acepto tu drástica decisión. Consideraba que eras mucho más reflexivo que yo. Pensaba que nos conocíamos mejor”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Desde aquel infausto día de noviembre, la ruptura entre los dos inseparables amigos, desde hacía casi dos décadas, fue definitiva. Y las hojas del almanaque fueron avanzando, a ritmo matemático. Marco pidió destino en Madrid, tras su separación con Eusebia. Sergio y Maya supieron, con inteligencia y buena voluntad, reconducir su relación, tratando de olvidar aquel “confuso” episodio. Desde luego la preciosa historia, de los dos amigos unidos en la intimidad, había finalizado de una forma brusca, absurda y con falta absoluta de intercambio de razones y palabras.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #011893;">CASI TRES AÑOS DESPUÉS</span></b>, también en esos meses violáceos del otoño estacional, Sergio recibió un mensaje, precisamente de la persona que menos esperaba. El remitente era Marco.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Buenas noches, Sergio. Entiendo que este correo pueda provocar tu extrañeza e incluso tu incomodidad. Han transcurrido muchos meses, desde que nuestra vital amistad quedó rota, situación que al menos yo no he superado. Quiero, necesito, hablar contigo. Debo explicarte, aportante datos que no conoces y que te harían cambiar con respecto a la intransigencia que sigues manteniendo. Estaré en Málaga este viernes próximo. Te estaré esperando, en el hall del hotel Málaga Palacio, sobre las 21 h. Si decides asistir serás participe de una información que quizá te haga replantear nuestra desafortunada relación actual. No faltes”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjx7mUceTAIvuHwjOhBrV7qBsoOE3lYO8D437mHSRbrV1GDxUkZqhrZ7X8q3jF43ETFNK7_ODs6NoDuQPe_zOm6qrQO1dA8FYvRP7WG6EnM5Ld9OTQWsUKcDjTvJPoNNrPnWTJYwXomj6qMqZGHU2SG9vJtsNHToXH3PELA3csR6bJvBnFFlAKFpKoh-8Q/s816/Sin%20ti%CC%81tuloB.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="816" data-original-width="546" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjx7mUceTAIvuHwjOhBrV7qBsoOE3lYO8D437mHSRbrV1GDxUkZqhrZ7X8q3jF43ETFNK7_ODs6NoDuQPe_zOm6qrQO1dA8FYvRP7WG6EnM5Ld9OTQWsUKcDjTvJPoNNrPnWTJYwXomj6qMqZGHU2SG9vJtsNHToXH3PELA3csR6bJvBnFFlAKFpKoh-8Q/s320/Sin%20ti%CC%81tuloB.jpg" width="214" /></a>Sergio no pudo apenas conciliar el sueño aquella noche de lunes. Pensaba que Marco había desaparecido de su vida y ahora de nuevo aparecía. Precisamente en un grato momento en que su relación con Maya iba “viento en popa”, sobre todo después que ella le confirmara de que estaba embarazada. Sin embargo y tras mucho pensarlo, decidió acudir a esa extraña propuesta de cita que Marco le había hecho. Sin embargo, para su sorpresa, su antiguo amigo no apareció. Tampoco dio señales durante el fin de semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El lunes, cuando acudió a su oficina, se encontró con un cierto “alboroto”. Los compañeros hablaban entre sí, con un patente estado de excitación. “¿Qué ocurre, Salomón?”. Entonces el veterano compañero le puso la mano sobre el hombro, manteniendo un gesto muy serio. “Un terrible accidente de coche. Marco conducía desde Madrid y a la altura de Puertollano un tráiler perdió los frenos, invadió la calzada contraria y se llevó por delante el coche y la vida del compañero”. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sergio Celaya ya no podría conocer aquello tan importante que su antiguo amigo quería transmitirle. Cuando le dio la triste noticia a su mujer, Maya bajó la mirada diciendo <span style="color: #011893;">“lo mejor, cariño, es olvidar ese tiempo pasado. Vivamos felices a la espera de esa hija que viene a nuestras vidas”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #ead1dc;">En la privacidad de su pensamiento, Maya era consciente de su principal y desleal protagonismo, en la “infiel” relación que había mantenido, durante unos meses, con Marco. Todo había ocurrido en una mala época, de inseguridad en sus propias necesitades. Fue su propio ego y descontrol sexual quien la condujo a esas acciones que acabaron rompiendo con brusquedad una amistad entre dos amigos, vinculación acrisolada en años. Pero ese su secreto lo iba a mantener en lo más privado de su conciencia. Sergio nunca llegaría a conocer el verdadero iceberg de aquella desagradable noche, en la que los suecos cambiaron la fecha de la reunión que con él pensaban mantener. –<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p style="background-color: #ead1dc;"> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">DOS AMIGOS<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 10 NOVIEMBRE 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;"> </span></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1SSsY6Ikwj8BK3UF9ohTjnZXfwmSMUTifEllp00jnDgO0xa-2YwbH3y3kFq5uU2BY2FsPbAFvPiHazJ_NXj3YZtgsZ4lpYphKilDi9jpS62y1llLRG2SRpQcQOJ4LbysKRGMUK9sFupKpSu_drsdZ8XebUdKCMYs3dArK2hIbjPGbAbK0ECethlgSztk/s527/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="423" data-original-width="527" height="257" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1SSsY6Ikwj8BK3UF9ohTjnZXfwmSMUTifEllp00jnDgO0xa-2YwbH3y3kFq5uU2BY2FsPbAFvPiHazJ_NXj3YZtgsZ4lpYphKilDi9jpS62y1llLRG2SRpQcQOJ4LbysKRGMUK9sFupKpSu_drsdZ8XebUdKCMYs3dArK2hIbjPGbAbK0ECethlgSztk/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-37558464617241055522023-11-03T00:51:00.000-07:002023-11-03T00:51:01.269-07:00UNA ATRACTIVA MECEDORA EN EL DESVÁN.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi26Ef1_rTHw7Vz9J4g3S4DgESgxPpIhFVicLqwUcFvV-HqgzmYo1hSSmE0xOksMLVRhxeeJYjSqhFNktd2eeBCokaFWqmFoJqPw2UGO0nr56aeuhALhPR6BNwkmY4wafax5mcUR0tPKMDQ39Q42qC9UEmdTF8pNR4DmYSEhoFAE1wa-ObCUVFKSogqb4k/s771/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="771" data-original-width="576" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi26Ef1_rTHw7Vz9J4g3S4DgESgxPpIhFVicLqwUcFvV-HqgzmYo1hSSmE0xOksMLVRhxeeJYjSqhFNktd2eeBCokaFWqmFoJqPw2UGO0nr56aeuhALhPR6BNwkmY4wafax5mcUR0tPKMDQ39Q42qC9UEmdTF8pNR4DmYSEhoFAE1wa-ObCUVFKSogqb4k/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="239" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En los momentos más duros y complicados, que afectan a las vidas de las personas, siempre hay “luces”, más o menos insospechadas, que iluminan ese camino que el destino y nuestra voluntad nos hace recorrer, añadiendo datos y semblanzas a los datos de nuestra memoria. En ocasiones, lo más insignificante puede resultar decisivo, mientras que los lustrosos “oropeles” pueden derrumbarse ante los fundamentos inestables de la realidad. Acerquémonos con interés a la historia de una persona humilde, en el contexto de una modesta y honrada familia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #0432ff;">ROSENDO</span></b><span style="color: #0432ff;"> Baltanás Galicia</span> había trabajado durante una parte importante de su vida, como un responsable dependiente en la consolidada tienda <span style="color: #c00000;">ULTRAMARINOS ARÁEZ</span>, comercio de productos alimenticios, ubicada en pleno centro de la capital malagueña, en el entorno urbano de la Plaza de Félix Sáenz y el Mercado Central de Atarazanas. Nacido en 1955, entró en el popular establecimiento como aprendiz, cuando estaba a punto de cumplir los dieciséis años. Con la fuerza de su juventud, se hizo pronto con el oficio, de manera que echó “raíces” en el negocio, durante la friolera de treinta y cuatro años. En 1977 contrajo matrimonio con <b><span style="color: #0432ff;">CASILDA</span></b><span style="color: #0432ff;"> Revuelta Martos</span>, esa novia, tres años menor, a la que en mucho apreciaba y a la que había conocido en un “guateque” de juventud dominguera. La chica trabajaba como camarera de mesa en un restaurante de comidas caseras y modestas, precisamente en el entorno del principal mercado municipal de la ciudad. Tres años después del enlace matrimonial, tuvieron una niña a la que pusieron el nombre de <b><span style="color: #0432ff;">BENIGNA</span></b><span style="color: #0432ff;"> </span>en la pila bautismal. Siempre han vivido alquilados en un piso antiguo, de no abundantes comodidades, en la zona de la <span style="color: #c00000;">Plaza de Montaño</span>, con esa ventaja visual que supone contemplar desde su balcón familiar la torre de la Iglesia de san Felipe Neri, todo ello muy cerca del tradicional Instituto femenino Vicente Espinel. Básicamente, una sencilla y ejemplar familia, sustentada en el trabajo responsable y continuo de ambos progenitores y el cariño sincero desarrollado entre susd tres miembros integrantes.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Como tantas veces ocurre, en las grandes y pequeñas empresas, la crisis económica siempre está “a la vuelta de la esquina”. En este caso concreto, la evolución de las prácticas comerciales se “comen” a las antiguas o tradicionales tiendas de propietarios individuales, que no saben o pueden evolucionar. Las grandes cadenas comerciales, multinacionales o de ámbito estatal, gozan de un gran poder financiero y aplican una densa red de logística, contra la que es muy complicado competir, como no sea desarrollando una muy cualificada especialización. Y precisamente la tienda en la que durante más de tres décadas había trabajado Rosendo intentó centrar su fuerza mercantil en la calidad de los productos que ofertaba a su clientela. Pero siempre con esa diversificación, que mejor dominaban las grandes cadenas mercantiles de la alimentación. Y el publico comprador, acaba desplazándose al centro comercial para realizar sus grandes compras, con ese régimen de autoservicio que tanto agrada al comprador y viene tan bien al propietario del Hipermercado a fin de disminuir costes laborales. Y esta pequeña tienda vio como de manera paulatina iba perdiendo clientela. Y detrás del mostrador estaban hasta tres mancebos o dependientes e incluso alguno de los dos hermanos propietarios, Serafín y Abelardo. Rentabilizar cinco sueldos mensuales se hacía cada vez más inviable. La contabilidad no llegaba para afrontar los gastos de salarios, impuestos, electricidad, agua, seguros etc. Los números “rojos” se iban haciendo cada vez más pesados, para la viabilidad empresarial. Y comenzaron los desagradables e inevitables despidos. En pocos meses ya solo quedaba Rosendo, que también veía peligrar su puesto de trabajo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">A todo ello se unían los “cantos de sirena” de poderosas instituciones bancarias o cadenas de comida rápida, que centraron sus ojos en la buena o “inmejorable” ubicación que tenía esta “tienda antigua” de ultramarinos, local propiedad de la familia Aráez, que sumaba 205 metros cuadrados de superficie útil, con el cómodo espacio para la atención al público y un amplio almacén en la trastienda en donde guardar las mercancías. Las tentadoras ofertas para el traspaso, venta o alquiler no les cesaban de llegar a estos dos hermanos, actuales propietarios, herederos del fundador del negocio don Marcelo Aráez.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ya en la <span style="color: #0432ff;">Navidad del 2005</span>, Rosendo tuvo que afrontar la muy amarga experiencia del despido, que con paciencia e intranquilidad veía venir, pues la empresa en la que había trabajado durante 34 años “echaba el cierre” definitivo. Ultramarinos Aráez ya no abrió para el Año Nuevo. En la actualidad es un Burger de “fast food”: comida rápida, para una clientela juvenil aficionada a este peculiar tipo de alimentación. Pero lo más grave es que la sencilla y humilde familia Baltanás Revuelta se encontraba en <span style="color: #0432ff;">paro laboral</span>. El marido, con 50 años y su mujer, con 46, tenían que organizar de nuevo su existencia. Casilda, además de atender a las tareas del hogar, ayudaba en lo que podía, aunque ya por su edad sólo era llamada en momentos muy puntuales para hacer sustituciones en la cocina del restaurante de comidas baratas en donde siempre había colaborado con su esfuerzo. Pera el servicio de mesa, los propietarios preferían a personas más jóvenes (a los que se les pagaba un menor sueldo y ampliaban las horas de trabajo no retribuidas).<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Rosendo pensaba que, durante el año del seguro de desempleo que le correspondía por su antigüedad en la cotización, podría encontrar fácilmente otro puesto de dependiente o similar, dada su amplia experiencia en el comercio de alimentación que acumulaba. Pero, aunque lo intentó con la mayor constancia, desde el primer el momento en que “se encontró en la calle”, <span style="color: #0432ff;">la edad</span>, ese medio siglo de vida, era un pesado o duro condicionante, absurdo, por supuesto, para muchos empresarios que siempre deseaban u optaban por personas mucho más jóvenes, para entregarles esa anhelada plaza laboral que demandaban. Pagaban menos salario y disponían de personas con más fuerza para ser “explotadas” en sus obligaciones a cumplir.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En realidad, Rosendo y Casilda no tenían excesivos gastos para sus modestas necesidades. Su única hija, Benigna, ya se había independizado, pues había matrimoniado con un panadero que trabaja en una tahona de Casabermeja, de donde era natural. Pero los ahorros se iban reduciendo. Y los “noes” que recibía en las visitas a las tiendas y almacenes, era la tónica habitual de un competitivo mercado, siempre “más abierto” para las personas con menos edad. Los meses del desempleo iban corriendo, como las hojas del almanaque. Cada vez tenían que “apretarse más el cinturón”. Pero, aparte la liquidez económica, para Rosendo era incluso más lesivo ese “inmenso” tiempo libre, que le resultaba tantas veces difícil de llenar. El aburrimiento y la desilusión por la situación novedosa en que se encontraba minaba bastante el ánimo de este infeliz ciudadano, inmerso en los aciagos momentos de las “vacas flacas”. Y así iban pasando los meses y los días, que se tornaban repetitivos y rutinarios. Cada una de las fechas del almanaque se parecía a la de “ayer” y preveía que iba a ser igual que la de “mañana”. Era desalentador recibir tantos “nones”, con palabras más o menos agradables o ásperas, en los centros de trabajo a los acudía.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Y entonces, en un afortunado día, <span style="color: #0432ff;">ocurrió ese milagro </span>que sólo los dioses pueden promover, para la providencia de unos creyentes a los que cada día les costaba más caminar por la dura senda existencial. El tendero Rosendo Baltanás, desde su ya lejana juventud, había tenido notable afición y admirable destreza para reparar objetos “estropeados” o aquellos otros que necesitaban embellecer su exterior y contenido. En definitiva, aquellos utensilios o piezas de uso y decoración que, con el tiempo, habían perdido el lustre de la belleza. La principal consecuencia de esta afición por “meterle mano” a las cosas estropeadas derivaba en ser ese “manitas” tan necesario para arreglar los enchufes, para reparar los electrodomésticos con pequeñas averías, arreglar esa persiana que no baja o sube correctamente o para poner en servicio esa puerta o cerradura que no cumple eficazmente con su misión. <span style="color: #0432ff;">Estas habilidades </span>las había siempre considerado como una muy útil afición y entretenimiento, que solo podía llevar a cabo durante los fines de semana, porque durante el resto de los días llegaba a casa muy cansado de su trabajo detrás del mostrador atendiendo a los clientes, algunos bien “quisquillosos”. ¡Quién le iba a decir que esa habilidad para el pequeño bricolaje le iba a resultar trascendental en esta etapa de nublados amargos, tras su doloroso despido en su tienda de toda la vida!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Como cada mañana tenía por costumbre, se “echó” a la calle, para ver cómo podía ir llenando el día de distracciones. Aburrido de tantos “nones”, ya casi ni intentaba preguntar en los comercios al uso si tenían algún hueco como dependiente. Sólo entraba a preguntar cuando veía algún anuncio u oferta del <span style="color: #c00000;">SE NECESITA</span> en el escaparate.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Caminaba desde su domicilio en Plaza de Montaño hacia la plaza de la Merced, cuando al pasar por calle Dos Aceras observó, junto a los contenedores de residuos, algunos objetos allí dejados en el suelo, elementos que no se podían introducir, debido a su gran volumen, por la reducida oquedad de los contenedores. Entre los diversos objetos, allí abandonados (parecía que habían vaciado algún piso, para reformar, alquilar o vender) fijó su visión en un artístico mueble que le traía muy buenos y entrañables recuerdos. Se trataba de una vieja y deteriorada <b><span style="color: #0432ff;">MECEDORA</span></b>, mueble que era utilizado de manera preferente para el balanceo de personas mayores, como los abuelos</span> <span style="background-color: #fff2cc;">o incluso los bisabuelos, en las familias que gozasen con su cariñosa existencia.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El tradicional y deteriorado mueble era de madera barnizada beige, aunque por su estado actual daba “verdadera pena”, pues estaba rayado en muchas de sus partes. Tenía uno de sus posas brazos partido y astillado, el color casi perdido por la suciedad y el abandono. El asiento había sido de anea entrelazada, aunque en la actualidad solo mantenía unas tiras desordenadas. El atento paseante se quedó unos minutos observando la mecedora y tras pensarlo adoptó una valiente decisión: la tomó en sus brazos y con el mayor esfuerzo se encaminó con ella de vuelta a su domicilio del que no lo separaba gran distancia, apenas unos 200 m. Ya en su casa, se dispuso a limpiarla del polvo y del barro que tenía pegado. Y así cada día, con su caja de herramientas y un bote de barniz beige que había comprado en una tienda de pinturas comenzó a repararla, lijándola y dejándola prácticamente como nueva. Lo más laborioso fue arreglar el brazo roto y astillado. Con laboriosidad lo fue encastrando, pegando con cola de carpintero y las astillas perdidas las fue disimulando con una buena pasta de madera. En cuanto al asiento, compró un fardo de anea y con gran habilidad fue tejiendo y entrelazando las diferentes tiras, tal como veía laborar a los silleros en las aceras y puertas de las casas, en su lejana infancia. Desde luego, nadie podría negar que la mecedora había quedado hecha una preciosidad. El artesano y minucioso trabajo le había ocupado al diestro tendero casi un par de semanas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Su piso era pequeño para conservarla. Entonces se le ocurrió una inteligente idea. En sus paseos urbanos matinales y vespertinos había visto algunas tiendas de antigüedades, especialmente una en calle Andrés Pérez, que comunicaba la Plaza de los Mártires con calle Carretería. La tienda ofertada desde su escaparate una serie de elegantes y vistosos objetos artísticos, con un diseño en la mayoría de los mismos que hablaban de otras épocas pretéritas. La “señorial” tienda de antigüedades tenía por nombre <span style="color: #c00000;">EL DESVÁN. </span>Se desplazó hacia ese comercio y habló con su propietario, <span style="color: #0432ff;">don LADISLAO ALARA </span>persona de gran porte y cuidadosos modales expresivos. Le explicó que tenía una mecedora antigua en casa, prácticamente como nueva ¡Le puede interesar? La respuesta del comerciante fue inmediata. <span style="color: #011893;">“Deme su dirección que esta misma tarde paso por su domicilio para verla. Precisamente he tenido clientes que me han preguntado por esas cómodas y antiguas mecedoras que en los tiempos actuales es infrecuente encontrarlas en las tiendas de muebles. ¿Le parece bien a las cuatro y media? ya sabe que mi comercio lo abro a las 17 horas”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando esa misma tarde don Ladislao vio la mecedora, sus ojos se tornaron con un especial brillo, dado el interés que mostraba por el bien restaurado mueble. La veía tan clásica, tan nueva, tan grata para el cierpo, que de inmediato pronunció esa deseada frase de <span style="color: #0432ff;">“me la quedo. </span>¿Cuánto pide por ella? Ya apenas se fabrican, por lo que va a tener una fácil salida, con una estupenda venta en su precio. Por cierto, ¿me puede resumir la historia de este muy útil mueble? ¿Perteneció a algún familiar?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Entonces Rosendo se prestó a narrarle a don Ladislao la historia de su inesperado encuentro con la mecedora, abandonada en un montón de residuos. El anticuario quedó manifiestamente asombrado y maravillado de la voluntad y capacidad artesanal de su interlocutor.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Le propongo lo siguiente, amigo Rosendo. La sitúo en un lugar preferente de la tienda, por lo que me la va a dejar en depósito. En cuanto haya alguna persona interesada, voy a intentar sacarle un estupendo precio, del que yo sólo me quedaré con el 25v%. El resto de la cantidad que pague el cliente será para su propietario, Vd. don Rosendo”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">No habían pasado 72 horas, cuando la bella mecedora fue comprada por unos “muy acomodados” jubilados ingleses, naturales de Birmingham, que eran propietarios de un lujoso chalet en la Urbanización Floridamar, situada a un par de km de Puerto Banús, en Marbella. La experiencia comercial del anticuario Alara dio sus frutos: los británicos pagaron por la bien restaurada mecedora 1200 euros, de los que 9oo fueron a parar al bolsillo del ex tendero Rosendo. En realidad, Ladislao aumentó la cantidad inicial acordada en 100 euros más, tras sentar un acuerdo laboral con Rosendo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieAgTqSxvQV-K6S0Ii7R-XrPwv9vh0Xx83ROXjspW34-SH2n_OEBbEqtf4srEy9vFUUmWr8HcuMYESb7rYfbUfM25wvcRBHVVXAKUoomL6ES73zI2_gbBJKtfs13dlurvwD7SIDjlfoa-HiBOoGp4UbRcLDGL6XxJVmYWO6Cybm6bX4jW-7X3WhmySr78/s814/Sin%20ti%CC%81tuloB.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="background-color: #cfe2f3;"><img border="0" data-original-height="814" data-original-width="571" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieAgTqSxvQV-K6S0Ii7R-XrPwv9vh0Xx83ROXjspW34-SH2n_OEBbEqtf4srEy9vFUUmWr8HcuMYESb7rYfbUfM25wvcRBHVVXAKUoomL6ES73zI2_gbBJKtfs13dlurvwD7SIDjlfoa-HiBOoGp4UbRcLDGL6XxJVmYWO6Cybm6bX4jW-7X3WhmySr78/s320/Sin%20ti%CC%81tuloB.jpg" width="224" /></span></a><span style="background-color: #cfe2f3;">“No vamos a firmar contrato alguno, pero Vd. Rosendo va a colaborar con mi negocio, desde la semana próxima. Se va a encargar de reparar y restaurar una serie de objetos artísticos, de cierto valor, que tengo almacenados en un gran trastero de mi propiedad, ubicado en el Polígono de Guadalhorce. Son materiales de notable importancia y que pueden tener una fácil e interesante salida al mercado, de manera especial para compradores con un elevado poder adquisitivo, siempre que sus hábiles y pacientes manos sepan limpiarlos, repararlos y completar algunos elementos que lamentablemente se han perdido, por lo que ahora no pueden sacarse al mercado para su venta. La gran mayoría son objetos y “muebles de época”: <span style="color: #011893;">sillas y mesas de diferentes estilos y países; esculturas de madera tallada y policromada, laicas y religiosas; relojes antiguos de diferentes formatos y mecanismo; preciosas lámparas de cristalería fina, con fallos en los engarces de muchas de sus piezas; butacas, paragüeros, puertas nobles, joyeros antiguos, verdaderas piezas suntuarias, escritorios, juegos de té, marcos espléndidos para realzar las pinturas que se les aplicasen…<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">Para esta labor le facilito una habitación taller que tengo en la trastienda de este gran local, además de un amplio instrumental de herramientas, que podemos ir aumentando cuando lo estime necesario.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">En cuanto al sueldo mensual, le puedo pagar 800 euros mensuales, por un trabajo de cinco horas diarias, de nueve a las catorce horas, entre lunes y viernes. Creo que es Vd una persona honrada y muy cualificada para esta función que le ruego asuma. Con respecto a las piezas que restaure y yo pueda negociarlas en el mercado, recibirá el 25 % del precio en el que sean vendidas. Estará de acuerdo conmigo en que la oferta que le hago es difícil de rechazar”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">De esta forma, tan curiosa e inesperada, Rosendo ya tiene un empleo, verdaderamente creativo y con los incentivos materiales y anímicos de trabajar en lo que le gusta. El dinero era necesario para afrontar el necesario sustento, pero lo importante era el volver a sentirse útil, cumpliendo diariamente un horario para reconstruir y reparar esas piezas antiguas que son muy valoradas por las personas de alto poder adquisitivo. También gozaba con la inteligente forma de ser del propietario del establecimiento, pues don Ladislao le dejaba el necesario “oxígeno” a fin de que no se sintiera continuamente condicionado u observado. Rosendo el “restaurador”, persona autodidacta, tenía que hacer su labor con el necesario sosiego. ¿Quién le iba a decir a este tradicional tendero de ultramarinos que, por los avatares caprichosos de la vida, iba a reencontrar la senda laboral por el camino de la restauración artística?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La gran y hermosa enseñanza de esta historia es que en la vida <span style="color: #0432ff;">hay que saber aprovechar</span>, también, <span style="color: #0432ff;">esas habilidades ocultas </span>que, de una u otra forma, todos atesoramos. En el momento más insospechado, pueden ser extremadamente eficaces para encender las luces brillantes y alegres de la esperanza. -<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">UNA ATRACTIVA MECEDORA<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">EN EL DESVÁN<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 03 NOVIEMBRE 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: justify;"><o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: blue; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 10.5pt; text-align: justify;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue; font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/ </span></a></div><div><br /></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt4OkXK7plcswRIFBUHQVA28XZbdJZkcf9i3fujAn3uAvz-r1WfnxiqQbGodf-jMoklBjpSeUiV7Cotc8XCBNkDv121AyH5Q2UjhdScRHcRxxJltA-i4RsFQQwPw3qd4UKIp6vKRDD9EKVLmWGEr8rQQPr9pmpR6u1MAmtWlZzC64ifprazqA1228dXos/s552/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="465" data-original-width="552" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt4OkXK7plcswRIFBUHQVA28XZbdJZkcf9i3fujAn3uAvz-r1WfnxiqQbGodf-jMoklBjpSeUiV7Cotc8XCBNkDv121AyH5Q2UjhdScRHcRxxJltA-i4RsFQQwPw3qd4UKIp6vKRDD9EKVLmWGEr8rQQPr9pmpR6u1MAmtWlZzC64ifprazqA1228dXos/s320/Sin%20ti%CC%81tuloC.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-16975465341724203132023-10-27T01:09:00.001-07:002023-10-27T01:09:21.368-07:00EVA Y SU AÑORADA PERMANENCIA<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8pPDv_on4-SX7kpkF8E54yW69foNdOKz03SyG8nufku9a9kyOIISjx436JYsLsUyqmxjBMkx3LCO-2XhtC-ItsNjsUtacmJgUYsSp2Jy_MnIP8oG2QI7wO6BJ7u1LAzEA33xkUVPAQaxOULPdAp4vMl4_PitJXou0OK0lzK2UieKEENyhAMHSwYzsg00/s760/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="760" data-original-width="559" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8pPDv_on4-SX7kpkF8E54yW69foNdOKz03SyG8nufku9a9kyOIISjx436JYsLsUyqmxjBMkx3LCO-2XhtC-ItsNjsUtacmJgUYsSp2Jy_MnIP8oG2QI7wO6BJ7u1LAzEA33xkUVPAQaxOULPdAp4vMl4_PitJXou0OK0lzK2UieKEENyhAMHSwYzsg00/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="235" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Resulta frecuente y humanamente comprensible el esfuerzo que muchos progenitores realizan para que sus hijos continúen su misma trayectoria u oficio laboral. Justifican este interés porque le ilusiona que alguno de sus descendientes mantenga la consulta, el despacho, la empresa o la tienda que ellos han fundado o incluso han heredado de sus antepasados. Pero no siempre los hijos quieren continuar con el ejercicio profesional que su padre o madre han desempeñado o continúan desarrollando. Se muestran disconformes con la tenacidad de ese padre que trata de convencerlos, aunque no siempre justifican su discrepancia con este empeño paterno. Se limitan a expresar una simple obviedad: “porque no me gusta. Deseo cambiar”. Por el contrario, hay otros jóvenes que, al margen de que les agrade más o menos el oficio de su padre, comprenden que hay interesantes ventajas en esta continuidad profesional. Antes se ha hablado de esas consultas o despachos que ellos pueden mantener sin el mayor costo, pero es que, además, muchas empresas públicas y privadas, priorizan, a la hora de la contratación, a los herederos directos de sus antiguos empleados. En este contexto argumental insertamos nuestra historia de esta semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;"><b><span style="color: #0432ff;">ALEJANDRO </span></b><span style="color: #0432ff;">Calella </span>ha estado vinculado al maravilloso mundo de la fotografía desde los lejanos años de su infancia. Su padre, <span style="color: #0432ff;">BERNAL</span> se “ganaba la vida” poniendo en práctica su gran amor y afición a las tomas fotográficas. Era propietario de un pequeño muy conocida y popular estudio, en calle <span style="color: #c00000;">Armengual de la Mota</span>, una vía urbana malacitana, en el Perchel sur, que, al remodelarse la zona en la 2º mitad del siglo XX, fue abierta al tráfico a esa gran arteria que en la actualidad es la Avenida de Andalucía (llamada en principio Prolongación de la Alameda) en los años 70. Precisamente al final de esa década, en 1979, fue inaugurado el primer gran edificio de los grandes almacenes de El Corte Inglés, en la capital de la Costa del Sol.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Bernal, un excelente y autodidacta profesional de las cámaras fotográficas, trabajaba con ilusionada dedicación en lo que era “el amor” de su vida. Con esta honesta y artística afición pudo sacar a su familia adelante. Lo llamaban o era contratado, de manera preferente los findes de semana, para realizar esmerados reportajes de bodas. También había empresas que le encargaban reportajes de sus instalaciones. También acudían a su estudio numerosos “parroquianos”, tanto del barrio como de otras zonas más alejadas en el plano urbano de la ciudad, para las fotos del DNI o el pasaporte y composiciones de estudio, con niños que realizaban su primera comunión o celebraban sus cumpleaños u onomásticas. Los precios que aplicaba a su trabajo eran bastante ajustados, para la mayoría de las modestas economías que acudían en busca de su consolidada destreza. Muchas “familias bien” le encargaban fotos para el recuerdo del grupo genealógico, con los abuelos, bisabuelos si los hubiere, tíos, primos, sobrinos, hermanos e hijos. A este vocacional fotógrafo había personas que le llevaban antiguas fotografías, ya muy deterioradas por el paso del tiempo, de familiares fallecidos para que con su diestra mano las “arreglase” o retocase. También, para que realizara las correspondientes ampliaciones desde instantánea pequeñas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">En este artístico contexto “ambiental” no resultó extraño que su único hijo, Alejandro, fuera aprendiendo y amando ese mundo inmenso y documental de <span style="color: #0432ff;">la fotografía</span>. Su padre le regaló su primera cámara cuando el pequeño cumplió los nueve años, “valiosa” máquina que el niño usaba con enorme ilusión y prudencia, pues los carretes de celuloide eran costosos, aunque su padre le iba entregando periódicamente algunos, siempre que traía buenas notas o calificaciones del colegio. Las 12 tomas de esos “valiosos” carretes, había que bien elegirlas, a fin de apretar el pulsador cuando la composición estuviera bien centrada y equilibrada para con los elementos a retratar. Bernal siempre le hablaba de las luces y las sombras, que pueden salvar o “inutilizar” el esfuerzo de un buen profesional de la fotografía.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En la infancia de Alejandro aún no se había difundido la televisión en Málaga. Lógicamente, no se conocían los ordenadores personales, ni la gran red de redes que sería la magia de Internet. El cine continuaba siendo la gran posibilidad recreativa, para la mayoría poblacional. La bella imagen de los <span style="color: #0432ff;">FOTÓGRAFOS CALLEJEROS”,</span> con su bella bata gris inconfundible, ponía una amable nota de color en el ambiente ciudadano. Estos profesionales se desplazaban al Parque con sus voluminosas cámaras oscuras y el caballete sustentador, preferentemente los <span style="color: #c00000;">sábados</span> y los domingos, además de los días festivos, para ofrecer sus servicios a las parejas de enamorados, padres de familia o a personas interesadas por sus artísticos servicios. Eran tomas muy baratas, que se “revelaban” a los pocos minutos, dada la destreza de los buenos profesionales que las hacían. Bernal, siempre “pluriempleado” también iba con su correspondiente equipo, para ganar unas pesetas que siempre eran bien recibidas, en esos años de serena carestía, para la que había que aplicar trabajo y entrega sin cesar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #0432ff;">Pasaron los años</span></b><span style="color: #0432ff;"> </span>y Alex, buen estudiante, quiso centrarse sin embargo en continuar la senda artística que su padre le había enseñado, el cual se había jubilado relativamente joven, con sólo 56 años, debido a severos problemas visuales. Su hijo decidió, sin dudarlo un sólo instante, continuar con la reconocida semblanza y trayectoria fotográfica que su progenitor había cultivado durante su vida laboral. Invirtió algunos ahorros en la compra de nuevas cámaras. Se matriculó en un curso de Formación Profesional, dedicado al mundo de la fotografía, e incluso comenzó a colaborar, dadas sus buenas amistades, con los periódicos locales, <span style="color: #c00000;">SUR, LA TARDE, LA HOJA DEL LUNES</span>, para el soporte gráfico de las noticias que publicaban estos diarios, mejorando su técnica y labrándose ese provenir que tan honestamente Bernal le había enseñado. Alejandro, siendo muy joven, se estaba convirtiendo en un excelente profesional, para la alegría inmensa de un padre muy satisfecho. También fue llamado por el delegado en Málaga de la Agencia Pública <span style="color: #c00000;">EFE</span>, encargándole trabajos cada vez más numerosos, lo que le posibilitó ir recorriendo esos 100 municipios que conformaban en aquel entonces el perímetro provincial.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">A los 29 contrajo matrimonio con su novia “de toda la vida”, <b><span style="color: #0432ff;">MALENA </span></b><span style="color: #0432ff;">Sandoval</span>, una joven vecina del barrio victoriano. Instalaron su nuevo hogar en el 3º piso de la calle Armengual de la Mota, en el edificio en dónde él había nacido y desarrollado las etapas de su infancia y juventud y en donde su padre había instalado el muy conocido taller de fotografía, ahora ya cerrado al público y sustituido por una filial de electrodomésticos. Sus padres seguían viviendo en el 1º, el antiguo piso familiar, en donde Alex había organizado en su antiguo dormitorio un buen laboratorio fotográfico. Año y medio después, en el 82, nació su primera hija, una preciosa niña de ojos azules, como su madre y el corte “más afilado” de cara, correspondiente a su padre. Desde el momento en que la alegría de <b><span style="color: #0432ff;">EVA</span></b> llegó a sus vidas, su padre se autoimpuso <span style="color: #0432ff;">una rígida, simpática e ilusionada obligación</span>. Además de hacerle decenas de fotos a su hija, el objetivo era realizar, cada seis meses exactos, una gran foto de estudio, manteniendo su pequeña la misma pose. Eran las fotos exactas del aniversario y del medio aniversario. El mantenimiento de esa pose obedecía a que pretendía conseguir <span style="color: #0432ff;">una imagen historiada</span> de una niña que crecía llena de salud, cariño y alegría.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ya en la década de los 80, el mundo de la resolución informática fue irrumpiendo con fuerza en la geografía mundial. No sólo con la sorprendente estructura y recursos on-line de técnica digital, sino también con esa gran revolución universal que iba a suponer el fenómeno de Internet. Las propias cámaras iban cambiando en sus amplias prestaciones. También los soportes fotográficos Y además el trabajo de ordenador modificaban, en la privacidad del estudio, los numerosos errores y deficiencias en las tomas fotográficas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En alguna ocasión Malena le preguntaba a su marido el porqué de ese hábito de repetir las fotos de sus hijos, cada medio año, respetando y repitiendo la composición inicial desde prácticamente el nacimiento. Alex no se lo puso explicar con certeza. Simplemente buscaba una serie historiada de la evolución física de su única descendiente (también de su hijo) a lo largo de los años. Tenía la premonición de que lo que estaba haciendo era importante y necesario. Pero no sabía explicar el porqué de ese capricho, como no fuera el amor de un padre por su hija. Aunque intentaba enseñarle a la niña la práctica de la fotografía, Eva tenía otros intereses: sus TBO, los programas infantiles de la televisión, las películas del género infantil, la colección de cromos, los recortables, el juego con los peluches y las muñecas, y esa pequeña cocinita que tenía, en la que simulaba la elaboración de "comiditas" para sus numerosos juguetes.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando iban pasando los años, Eva tomó el hábito de acompañar a su padre, durante los fines de semana, a fin de tomar fotos para la elaboración de reportajes, familiarizándose con la tecnología de las cámaras. Al igual que su padre, Eva había recibido su primera cámara compacta, marca Lumix, al realizar su primera comunión. Lo importante es que esta primera cámara ya no necesitaba los rollos de celuloide, sino que usaba una “sorprendente” memoria para grabar las repetidas tomas. En el año 2000, al cumplir la mayoría de edad, Eva recibió una muy completa y versátil cámara compacta Olimpus, que usaba con ilusionada profusión en sus viajes de estudio y para fotografiar a sus amigas de estudio. Por supuesto que su padre seguía historiando la imagen de sus hijos, que mantenían esa pose o composición que Alex había ideado desde hacía largos años. La belleza de Eva esa manifiesta, ya en su etapa universitaria, teniendo muchos admiradores entre los compañeros de claustro. Se había matriculado en un curso superior de diseño gráfico, aunque también disfrutaba mucho con la lectura, por lo que tomo el esfuerzo de llevar paralelamente hasta dos carreras, sumando al diseño la materia o el grado de filología hispánica. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #d9ead3;">Pero el destino adopta en muchas ocasiones decisiones crueles, inexplicables. Caprichosas, dolorosas, insólitas y relevantes para cualquier vida. Una infausta o infeliz tarde, su <span style="color: #0432ff;">amiga Merche </span>se ofreció a llevarla al gimnasio, ya que le cogía de paso en el trayecto que tenía que recorrer. En un cruce semafórico, un insensato (iba con etílico en el cuerpo) no aplicó la elemental regla de la luz roja en una intersección viaria, siguiendo, de manera impetuosa su recorrido con el coche tomado sin permiso a su padre, arrollando con un fuerte impacto al vespino que conducía Merche. Las dos jóvenes caen al suelo. La conductora, aun con severas heridas, salva la vida. El duelo en la familia Calella Sandoval es dramáticamente inenarrable. Alex y Malena pierden a su querida hija. Su hermano <span style="color: #0432ff;">Borja</span> también queda absolutamente desolado. El abuelo Bernal, ya muy mayor, apenas entiende la dolorosa noticia que la familia dosifica en su transmisión. Pregunta por su nieta, de manera constante, pero la ausencia de Eva es una durísima realidad para lo que era toda una familia feliz.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="position: relative; z-index: -1895818240;"><span style="height: 213px; left: 41px; position: absolute; top: -380px; width: 438px;"><img height="213" src="file:////Users/joseluiscasadotoro/Library/Group%20Containers/UBF8T346G9.Office/TemporaryItems/msohtmlclip/clip_image001.png" v:shapes="Rectángulo_x0020_7" width="438" /></span></span>La vida ha de continuar, para los que aquí quedan en la orfandad de los bellos recuerdos. Alex se entrega con denuedo a su vocación fotográfica, tratando de superar ese inasumible dolor que le embarga. Junto a Malena, se esfuerza también en la ayuda a Merche, en plena fase de su recuperación médica, esa amiga íntima, hija de madre soltera, que compartía tantas vivencias con Eva. De alguna forma, consideraban a Merche como a esa hija que había tenido la desgracia de perder.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiErEVrsfSriH1flCM43Y4HXCN8lg-1z_y-qujXBfl85UtpJmVVl6e1e2qUauyoJ_gsi7tHLnw_KuQjQancJTLLu6r_6ZqR4xxgsllzEIamu4ZV3Gassn_3_zqjoIOAQcqU30Q14-7Wbler9CNyX70TUxb73IBs5R2q5QHH0bY_7wjp-sf84pJ6v7QR5kA/s795/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="795" data-original-width="565" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiErEVrsfSriH1flCM43Y4HXCN8lg-1z_y-qujXBfl85UtpJmVVl6e1e2qUauyoJ_gsi7tHLnw_KuQjQancJTLLu6r_6ZqR4xxgsllzEIamu4ZV3Gassn_3_zqjoIOAQcqU30Q14-7Wbler9CNyX70TUxb73IBs5R2q5QHH0bY_7wjp-sf84pJ6v7QR5kA/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="227" /></a></div>Y en estos críticos momentos vivenciales, vino <span style="color: #0432ff;">el “milagro” de la tecnología digital</span>. Este proverbial fotógrafo había estado realizando, durante dos décadas, cuidadas fotografías de estudio (a sus dos hijos) con periodicidad semestral. Poseía todo un historial fotográfico, hasta que un desgraciado accidente se la arrebató. Así que, utilizando un programa de patente americana, titulado <span style="color: #c00000;">IMAGE COMPLEX </span>(2004), bastante innovador para la época (app recomendada por un compañero de redacción) aplicó las imágenes que tenía de su hija, además de otros datos complementarios. De esta forma fue componiendo la imagen física de Eva, cuando “cumpliría “los veinticuatro y años siguientes. La técnica era verdaderamente sofisticada y espectacular. Podía recrear la imagen de su querida y añorada Eva, en relación con los años que iría cumpliendo como si estuviera con vida. Así que cada cumpleaños, la imagen de Eva Calella estaba presente, ante el asombro y la admiración emocional de toda la familia y de la propia amiga Merche que acudía, con una generosa insistencia a visitar a su otra querida familia, que mucho la apreciaba y que en verdad la necesitaba.<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Entre Alejandro y su amigo, el periodista Carlos Sliria escribieron un gran artículo sobre la corta vida de Eva, reportaje que posteriormente ampliaron en un libro dedicado a su memoria. Esta publicación fue presentada a un prestigioso concurso de novela anual, en las letras hispanas, mereciendo un bien merecido accésit en el apartado de Valores y Palabras.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La avanzada tecnología permitió que esa querida hija, nieta y hermana no desapareciera para siempre de la vida de los Calella Sandoval. Al igual que sus padres, abuelo y hermano, iba creciendo anualmente, para que su imagen y significación vital nunca se perdiera, y siguiera latiendo en los recuerdos y en el tesoro de la memoria. Y al paso de los años, la imagen recreada de Eva también iba madurando, como las flores del campo, las aves en la naturaleza y el brillo de las estrellas en el firmamento. Allá arriba, en el manto azulado e inmaculados de los luceros, tal vez Eva contemple las imágenes que recrea su padre, en su fecha de cada cumpleaños. En cada grata oportunidad, ella ríe y sonríe, diciendo con filial respeto <span style="color: #011893;">“Son cosas de papá, pero tengo que reconocer que consigue un cierto parecido a cómo voy creciendo en el infinito mundo astral, ese inmenso espacio del amor, los deseos y los misterios”. –</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">EVA Y<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;"> SU AÑORADA PERMANENCIA<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 27 OCTUBRE 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQmsAnf8yLqHpIooU2KF-ItE1C-sdrYdMc70VXYwD4mg-cLlHtnO7jzW3aiPeYkxyZhiiQuRrVlSXvDf2qTziWPmDekyfYuD2bmsPyY68-F2KkgKt6bPzAJrQmrpk8YNn8CAxNv9zgLK-bQU83nw-Tk64Py8CIBY6P6SsPyfWgmtLWTBfyJu7JMchtat8/s508/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="398" data-original-width="508" height="251" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQmsAnf8yLqHpIooU2KF-ItE1C-sdrYdMc70VXYwD4mg-cLlHtnO7jzW3aiPeYkxyZhiiQuRrVlSXvDf2qTziWPmDekyfYuD2bmsPyY68-F2KkgKt6bPzAJrQmrpk8YNn8CAxNv9zgLK-bQU83nw-Tk64Py8CIBY6P6SsPyfWgmtLWTBfyJu7JMchtat8/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-23327515539254543412023-10-20T01:26:00.003-07:002023-10-20T01:26:51.321-07:00INCREIBLES Y EXTRAÑOS PODERES.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk52rSSOsDIy7SjXge6yNy8Lm1INGbENIw5UwGLSDapL50xtDHaz9XHuAswW7GrrmP-u80UDDDt0wHKPpdH75tJMyHNWIT-mT1ssFQa-c9B9ZxMtm6QPhcOPXOQC5h5nBSRV3I_vDiUcuuLT5bxG0KdRBYVF1v5lk1OeOYK2ZrtzR9C5Dhr7pGESe2HsQ/s802/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="802" data-original-width="573" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk52rSSOsDIy7SjXge6yNy8Lm1INGbENIw5UwGLSDapL50xtDHaz9XHuAswW7GrrmP-u80UDDDt0wHKPpdH75tJMyHNWIT-mT1ssFQa-c9B9ZxMtm6QPhcOPXOQC5h5nBSRV3I_vDiUcuuLT5bxG0KdRBYVF1v5lk1OeOYK2ZrtzR9C5Dhr7pGESe2HsQ/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="229" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Nos genera asombro conocer la existencia de personas que poseen capacidades o recursos de naturaleza extrasensorial o extra natural. A pesar de que esos poderes pueden ser más o menos evidentes, aunque resulte difíciles de entender, permanece casi siempre en nosotros una sensación de duda o esa patente incredulidad acerca de si se nos estará engañando o confundiendo, como si fuese un simple juego de magia. Incluso llega a motivar nuestro asombro escuchar, en boca de estos seres “diferentes”, “privilegiados” o extraños, con el común de los mortales, que dichas capacidades o habilidades extrañas les suponen una molestia, un cierto pesar e incluso elevan estos determinantes en sus cuerpos a considerarlos como una más o menos llevadera “desgracia”. Sin embargo, en la percepción popular, estos seres extra dotados son considerados personas especiales, fantásticas, lo que provoca la admiración, la aureola e incluso la envidia ¡Cuánto daría yo por tener o poseer algo de esos poderes, en la rutina de mi vida modesta o vulgar! En este, sin duda misterioso contexto, se inserta nuestra “extraña” historia de esta semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #0432ff;">ADRIÁN</span></b><span style="color: #0432ff;"> Palanca</span>, 43 años, es un profesional titulado con el grado de Ciencias de la Información por la Universidad de Málaga, ciudad en la que nació y reside. Ejerce, entre otras actividades (es también un cualificado fotógrafo y escritor) como corresponsal de una importante agencia de noticias de ámbito mundial. Desde hace ocho años vive unido en pareja con <b><span style="color: #0432ff;">BLANCA</span></b><span style="color: #0432ff;"> Areces </span>(39) titulada en solfeo y composición musical, por el conservatorio superior de la capital malagueña. Esta dinámica mujer forma parte, como violinista titular, de la O.F.M, plaza conseguida hace unos años por rigurosa y competitiva oposición. La pareja, por mutua convicción, no tiene aún descendencia. Aunque ambos son algo mayores para iniciar la paternidad, tanto en broma como en serio suelen comentar que siempre tendrían la posibilidad de una adopción “pero ahora vamos bien y no queremos otras preocupaciones”. En realidad, Adri, entre sus muy numerosas premoniciones, tiene la certeza de que nunca llegará a ser padre.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Desde su ya lejana adolescencia, este sagaz periodista fue considerado por sus familiares y amigos como <span style="color: #0432ff;">una persona un tanto “rara”. </span>Pero unos y otros lo aceptaban tal y como era, pues a sus comportamientos extraños unía destacadas y positivas cualidades: en su carácter destacaba la simpatía, las ocurrencias, resultando ser persona muy observadora, divertida y responsable en sus obligaciones. Pero esas rarezas hacían de él “un tipo” un tanto diferente a la generalidad social. Entre sus abundantes “manías” trataba de evitaba pasar por determinadas calles, dando los rodeos subsiguientes. Y cuando no tenía más remedio, aplicaba con cierto disgusto esa fuerza de voluntad que su profesión le obligaba. También había comidas que sistemáticamente se negaba a probarlas, aunque reconocía que no sabía bien el porqué de ese rechazo. Decía que era algo que le salía de dentro, pero sin poder concretar el origen de ese rechazo. Cuando tenía que viajar a lugares más o menos distantes, generalmente por motivos de su profesión, daba muestra de conocer detalles y lugares de esas localidades por las que, afirmaba, nunca había pasado, con algunos datos insólitos y de no fácil explicación. <span style="color: #011893;">“</span><span style="color: #0432ff;">Yo he estado aquí antes y no sé cuándo ha sido ni por qué</span><span style="color: #011893;">. Reconozco estos lugares, como si los hubiera vivido en sueños”.</span> Había momentos en los que de improviso dejaba a sus acompañantes bien pensativos (aunque bien lo conocían) cuando afirmaba con firmeza, sin que nadie le preguntara: <span style="color: #011893;">“aquí, en este bar de copas, había hace muchos años una funeraria”. </span>Los nativos de lugar confirmaban ese dato, pero sin explicarse como podía saberlo este viajero que procedía del sur peninsular, sin tener vínculo alguno con la localidad, para hacer alguna gestión informativa de corresponsalía. Y ello ocurría tanto en ciudades hispanas como extranjeras. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En esas salidas o respuestas difíciles de explicar y no exentas de misterio, también ofrecía otras modalidades cualitativas que mucho valoraban y reconocían las personas con las que se relacionaba: no era capaz de explicarlo, pero sabía y <span style="color: #0432ff;">podía concretar la hora más o menos exacta del día o la noche, sin mirar su reloj </span>de pulsera. No es que siempre puntualizara o acertara con los minutos exactos, pero su proximidad a la hora real era asombrosa en su concreción. Parecía tener un reloj en el cerebro. Algunos lo veían como un “reloj andante”, que ayudaba y sorprendía en los momentos más inesperados. Esa, para algunos, divertida cualidad, a otros les “extrañaba”. Pero como se trataba de Adri, en él casi todo era posible. Esos familiares y amigos repetían una vez más “en Adri todo es complicado o insólito. No le busquemos más explicación”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En la intimidad de su privacidad, el propio Adri reflexionaba, mezclando la confusión, los interrogantes y un poco de amargura. <span style="color: #011893;">“A mis amigos estas capacidades, en las más de las ocasiones les divierten. Pero supongo que también pueden llegar a preocuparles. </span><span style="color: #0432ff;">¿Por qué soy así?</span><span style="color: #011893;"> La verdad es que no lo sé. Estos comportamientos y “cualidades” ¿quién me las ha dado? ¿de dónde provienen”</span> En esos momentos de reflexión llegaba incluso a sentir algo de miedo, ante lo desconocido.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Otra de las cualidades extrasensoriales que le afectaba de una manera aleatoria e inesperada era la siguiente: <span style="color: #0432ff;">percibía</span> por un “sexto sentido” <span style="color: #0432ff;">cuando alguien fijaba la mirada en su persona, estando de espaldas </span>a esa persona. Se daba cuenta, sin verlo, que era objeto de fijación por parte de alguien. Entonces se volvía y efectivamente encontraba a ese alguien que por alguna razón lo estaba mirando con puntual fijeza. Por supuesto que en modo alguno lo conocía. Razonaba esta situación pensando que tal vez algún detalle de su vestimenta o comportamiento había provocado esta fijación. Pero él era capaz de captarla, sin ver al autor de esta firme mirada. En este contexto, no eran infrecuentes las ocasiones en que algún desconocido se le acercaba para saludarle. Pronto ese viandante rectificaba, disculpándose por haberse equivocado. Adri bromeada diciendo: sin duda, debo de tener muchos “dobles” o “hermanos” por esos mundos de dios”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Destacaba también su agudeza para <span style="color: #0432ff;">prever los cambios en el estado del tiempo</span>. De una forma espontánea e inesperada, exponía su certera previsión meteorológica: “De aquí a dos horas, nos va a caer un fuerte aguacero”, presentimiento que comentaba con Blanca o con los compañeros de redacción. Lo hacía precisamente cuando el sol lucía con toda su fuerza y nada hacía presagiar ese cambio drástico en el estado atmosférico. Muchos lo entendían paralelamente a como hacen algunos campesinos que suelen emitir su opinión por simple percepción de la temperatura, el viento o ese dolor o molestia en la articulación, que antecede a una potente tormenta. Normalmente Adrián acertaba, para regocijo y curiosidad de quien lo escuchaba. Las nubes dejaban caer una buena tromba de agua.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">A nivel profesional, estas cualidades extrasensoriales le han venido siendo útiles en su tarea de corresponsalía, para la agencia de noticias que lo tiene contratado. Como él suele comentar, no es que sepa exactamente la noticia informativa que va a ocurrir, sino que <span style="color: #0432ff;">presiente</span> que en determinada parte o núcleo de la geografía mundial <span style="color: #0432ff;">va a surgir un hecho informativo de especial trascendencia</span>. Este “presentimiento” o disposición le hace estar preparado para rentabilizar y preparar esa información que posteriormente va a transmitir a los lectores de los periódicos vinculados a la agencia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Todos estos “poderes” que Adrián tiene asumidos, en general trata de asimilarlos de una manera positiva. La mayoría de la ciudadanía carece de estas facultades curiosas o extrañas, Siente que ha nacido así y ha de asumirlo, con el mejor talante. Pero en el fondo de su conciencia, entiende que no todo es tan agradable o cómodo para irlo sobrellevando en su recorrido existencial. Porque, efectivamente, esas premoniciones no son en absoluto agradables o gratuitas. Todo lo contrario. Le dejaban profundamente preocupado y afectado, llegando incluso a maldecir su propia naturaleza. Esta situación la ha vivido con familiares, amigos, vecinos y compañeros, sobre algo desgraciado, accidente, enfermedad, que presentía antes de que ocurriera. Pero ¿Cómo le iba a decir a estas cercanas personas, <span style="color: #0432ff;">“te va a ocurrir un hecho grave o desagradable en fecha próxima”</span>? Careciendo de datos concretos, sólo con vagas o difusas percepciones, tenía que “guardarlas” en su privacidad, siendo terrible ser depositario de esa información difusa, lesiva para estas personas. “La verdad es que no se lo deseo a nadie” le comentaba a su mujer en esos momentos de sinceridad y proximidad afectiva.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Estas percepciones no las tiene de continuo, obviamente. Son momentos puntuales, o etapas vivenciales, en que las mismas se agudizan. Surgen de improviso, sin saber exactamente el por qué. Pero que cuando llegan, en la mayoría de los casos u ocasiones, resultan inquietantes, desagradables e incluso “patéticas”. Blanca, en alguno de esas experiencias de crisis, le aconsejó consultar a médicos especialistas en la materia. Siguiendo su consejo, Adrián se animaba a <span style="color: #0432ff;">visitar a psiquiatras, psicólogos, neurólogos, “videntes”</span> afamados e incluso a <span style="color: #0432ff;">“echadoras” de cartas</span>. En general, aparte de los calmantes de rigor, estos profesionales, de manera especial los últimos citados, lo han estado entreteniendo para “sacarle los cuartos”. Le han aplicado sesiones de psicoanálisis, pero sin especiales resultados, porque como le explican algunos especialistas, esas cualidades extrasensoriales no tienen un claro o definido origen.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Adrián tiene una sospecha, que él entiende pudiera haber influido, de alguna forma inconcreta, en la estructura “misteriosa” de su persona. Su madre le ha referido que cuando llegó el momento de su nacimiento ocurrió un hecho especial que estuvo a punto de dar al traste con las vidas de cuatro personas. Años 80, noche tormentosa en el mes de noviembre, con un intenso aguacero y abundante aparato eléctrico. A eso de las dos de la madrugada, su madre <span style="color: #0432ff;">Mariana</span> se puso de parto. Cuando era trasladada al Hospital Materno, <span style="color: #0432ff;">una chispa eléctrica hizo impacto en el vehículo </span>que conducía el <span style="color: #0432ff;">tío Simón</span>, llevando como acompañantes a su hermana, en estado de parto y a su cuñado <span style="color: #0432ff;">Tomás</span>. La descarga fue harto violenta, pero por fortuna pudieron llegar a la institución sanitaria, en donde Adrián nació a las 4:35 del nuevo día. ¿Esa chispa eléctrica pudo influir de alguna forma en las capacidades extraordinarias del recién nacido? Adrián no lo sabe, pero es un interesante dato que ha sopesado en numerosas ocasiones.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbaS4rtIsgAS0OyVLzaT_Q99X-z7U7xk0rPbECYYFjlll4mJLDi866EoEGOCYaRJIvsazewFtkBIQ5_7L1r1JYDHunau_aDTuBbjdElvZVN_HierNu9_x9E1HhyphenhyphenRAz15E-Jprtdp34-KOlcjxgL35UZgrG7PtXWC6UqsTYwVbdYOUQciB9Rp1YpNLIMYE/s792/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="background-color: #fff2cc;"><img border="0" data-original-height="792" data-original-width="548" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbaS4rtIsgAS0OyVLzaT_Q99X-z7U7xk0rPbECYYFjlll4mJLDi866EoEGOCYaRJIvsazewFtkBIQ5_7L1r1JYDHunau_aDTuBbjdElvZVN_HierNu9_x9E1HhyphenhyphenRAz15E-Jprtdp34-KOlcjxgL35UZgrG7PtXWC6UqsTYwVbdYOUQciB9Rp1YpNLIMYE/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="221" /></span></a>De todas estas manifestaciones que su mente y cuerpo detectan y manifiestan, la que más le intriga es esa inconcreta sensación de reconocer y sentir detalles, en sitios donde nunca cree haber estado. Cierto día caminaba por el actualmente muy degradado <span style="color: #c00000;">barrio de Lagunillas </span>malacitano. Se dirigía hacia el Ejido, a fin de hacer un reportaje fotográfico y literario sobre el cincuentenario de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, allí ubicada. Caminaba despacio, observando las viviendas, y solares abandonados, algunos tapiados, que en la zona destacaban, muchos de ellos grafitados por expertas manos dibujantes. Al pasar por delante de una de estas casas, abandonadas, semidestruidas y ruinosas, sintió esa incontenible sensación de que allí algo inconcreto reclamaba su atención. Suponía que aquellas viviendas fueron construidas en los años iniciales del siglo XX (dato que posteriormente corroboró). Se detuvo delante de esa vivienda, mientras esa sensación extraña que ya conocía lo embargaba. Obviamente, allí no había nadie. Empujó la puerta de esa casa unifamiliar comprobando que los pestillos y cerraduras están rotos y nada se oponía a su entrada. Penetró en aquel espacio ruinoso, con numerosos desconchones en las paredes y comenzó a buscar, entre cascotes de obra caídos del techo y de las paredes, cartones ennegrecidos, suciedad y residuos mobiliarios, algo que no sabía lo que era, pero que sentía allí se encontraba. Descubrió entre tanta ruindad residual, un viejo arcón, de tamaño medio, con las cerraduras destruidas por el óxido. Abrió la pesada tapa de madera y allí estaba un muy gastado balón de badana, prácticamente desinflado, que a pesar de ese desgaste podía haber sido de color anaranjado. Lo tomó en sus manos y le resultaba familiar. Tenía la sensación de haber jugado con él. Lo estuvo observando y en un punto de su superficie creyó distinguir una C grabada manualmente. Pudo ser la inicial de un nombre. ¿Carlos, Clemente, Claudio, Cecilio, Carmelo, Cosme, Casimiro, Cristian …? Y le vino a su mente esa idea recurrente, que periódicamente le aturdía, de haber tenido otro nombre en una vida anterior: el espinoso y complicado tema de <span style="color: #0432ff;">la reencarnación existencial</span>. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #011893;"><o:p> </o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #011893; font-size: 16pt;">UNOS AÑOS DESPUÉS</span></b><span style="font-size: 16pt;">.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Adrián organiza su vida en soledad, pues Blanca ha unido su vida con un joven y muy prometedor director de orquesta, con el que hacía un racimo de meses mantenía un ardiente idilio. Su compañero sabía, percibía, que era engañado, pero carecía de pruebas fehacientes, además de que, a pesar de esa sensación indefinible, se resistía a aceptarlo. Una noche después de la cena, Blanca se levantó de su asiento y apagó el monitor de televisión. Habló con valentía y franqueza del nuevo giro que deseaba dar a su vida. “Seguro que con tus dotes sensoriales ya lo sabias …” <span style="background-color: #d9ead3;">“No te equivocar, amor. Pero no voy a dificultar tu camino. Ya has tenido una enorme paciencia con mi peculiar y extraña forma de ser. Soy la consecuencia de un proceso que no puedo definir, pero que me hace ser diferente a la mayoría de las personas. He de aceptar mi destino. Igual el tiempo me da una nueva oportunidad para ponerle nombre y apellidos a una nueva figura que, confío, no esté tan condicionada como la que ahora me ha correspondido protagonizar”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando la ruptura se sustanció, bajo unos moldes exquisitamente civilizados, el diestro periodista, esa persona tan controvertida y sorprendente en su comportamiento, solicitó en la central de noticias el traslado a Madrid, desde donde ejerce como reportero volante en los núcleos bélicos que pululan por este mundo “manchado” y oscurecido de guerras, ambiciones y violencias que, difícilmente podrán cercenar las esperanzas de aquellas personas de bien. Sabe que no llegará a octogenario. Ni a sexagenario. Pero considera ciertamente “glorioso” poner fin al camino, en el seno de sociedades enfrentadas bélicamente, con la generosa ilusión de que, hasta que no llegue su hora, poder llevar una información fidedigna con imágenes y datos de primera mano, a un mundo embriagado de materialidad, violencia y olvido. <span style="color: #011893;">“Seré uno de los caídos en batalla, en el recio y castrense ejército de la información. Ésta, mi actual reencarnación, tiene una fecha límite. Sé que no estará lejana. Confío en que la próxima oportunidad que el destino me depare, sea más sosegada y fraternal, para la esperanza siempre inalienable de la Humanidad”. –<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">INCREIBLES Y EXTRAÑOS<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">PODERES<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 20 OCTUBRE 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;"> </span></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-HLJMkPIRguAkgMXHmf0EtoGgU-_sQCc81NHoIaAz8m8_fiWqDVjQ2P-deN0o0fM0p2douAQDhsSAMtAymwXLCOHGZnjsfCEDcgHUnKxMURwgldpJIwpeFdWSRZs3b7EMv0kESHo8CYF2i7aIWIcQObr-y-0CvHs5N20GIBZ0O3bjHM5Czw1OoPq2X88/s540/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="389" data-original-width="540" height="231" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-HLJMkPIRguAkgMXHmf0EtoGgU-_sQCc81NHoIaAz8m8_fiWqDVjQ2P-deN0o0fM0p2douAQDhsSAMtAymwXLCOHGZnjsfCEDcgHUnKxMURwgldpJIwpeFdWSRZs3b7EMv0kESHo8CYF2i7aIWIcQObr-y-0CvHs5N20GIBZ0O3bjHM5Czw1OoPq2X88/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-71275763964347133932023-10-13T04:52:00.002-07:002023-10-13T04:52:35.306-07:00EL REGALO SECRETO DE LAS 100 NOCHES<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgekly_gmAankdithKa84bA3n2lWqVLoZ8b5RMIiXsYAejFcfzT0eQP6zDIR9iw7HJuDoGCESs_Sf0Q8EVltW0Hki_ANRfuDGsj37VOrjBS5N2OwIZ1hxFNXkbGnRfyDOXXI3-mXeehiSGTyTLeYRl6-hIbB1_PJmmQ4mTtqvB_i2x8sqVYYnt0nQfVDqI/s805/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="805" data-original-width="562" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgekly_gmAankdithKa84bA3n2lWqVLoZ8b5RMIiXsYAejFcfzT0eQP6zDIR9iw7HJuDoGCESs_Sf0Q8EVltW0Hki_ANRfuDGsj37VOrjBS5N2OwIZ1hxFNXkbGnRfyDOXXI3-mXeehiSGTyTLeYRl6-hIbB1_PJmmQ4mTtqvB_i2x8sqVYYnt0nQfVDqI/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="223" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">Los recursos publicitarios </span>cada vez resultan más imaginativos insólitos, insospechados, espectaculares, pero son siempre necesarios. Los anuncios condicionan que, en los establecimientos de una misma gama, haya una mayor o menor presencian de clientes, con el desigual rendimiento en las ventas. Clientes presenciales y también on-line. Por supuesto que también incluye, y mucho, la calidad del producto ofertado y también la naturaleza del servicio prestado y pagado. Pero a estos factores, hay que sumar ese decisivo “comodín”, tantas veces “mágico” de la “machaconería repetitiva, bajo las más sofisticadas técnicas publicitarias. En este comercial y natural contexto se inserta nuestra historia de esta semana de octubre. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">El perito industrial <b><span style="color: #0432ff;">HERNANDO LASIEGA</span></b>, 44 años, casado con <span style="color: #0432ff;">AMÉRICA Marsala</span>, con dos hijos adolescentes en su matrimonio, desempeña un importante puesto laboral de inspector, para la zona sur peninsular, de una importante marca de automóviles, cuya matriz fundacional se halla en el país galo. La misión de este importante operario, en el organigrama personal de la empresa, consiste en controlar, valorar y sugerir modificaciones en las instalaciones provinciales de la prestigiada marca, tanto en los departamentos de ventas como en los talleres de recepción y reparación de los vehículos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Esta destacada función le obliga a tener que <span style="color: #0432ff;">viajar con repetida frecuencia </span>por esta amplia zona geográfica peninsular, además de Canarias y norte de África, aunque en ocasiones también ha de desplazarse a países europeos e incluso asiáticos, en donde su empresa también tiene instaladas importantes y muy productivas filiales.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Una poderosa cadena hotelera, <b><span style="color: #c00000;">MERCURIO HOTELES</span></b>, con capital inversor mayoritario de origen asiático y bien arraigada en el territorio hispano, con numerosos establecimientos repartidos por las más importantes provincias, era la entidad hotelera a la que con más frecuencia recurría Hernando, cuando tenía que pasar las noches alejado de su hogar, dado su muy denso trajinar o periplo laboral. Esta empresa de hospedaje, a través de su departamento de promoción, había establecido unos incentivos, en concreto <span style="color: #0432ff;">unas cartillas de fidelización</span> que, al cumplimentarlas con los días de reserva que se iban sumando, el poseedor de la cartilla <span style="color: #0432ff;">recibiría un regalo secreto</span>, que nunca sería el mismo para los distintos afortunados. Era un sistema similar al de las antiguas cartillas de nuestros padres y abuelos. que se iban rellenando con los sellos entregados tras las sucesivas compras en determinados comercios. La diferencia con respecto a aquellas épocas pretéritas consistía en que el poseedor de la cartilla conocía desde un principio el regalo que podía conseguir, ya fuera una sartén, una cacerola, una caja de frutas, una cesta de Navidad, o un transistor. Todo en función de ir pegando los sellos que recibía por la cuantía de las compras. En el caso de Hernando y demás clientes de esa poderosa cadena de hoteles. la empresa mantenía en secreto el presente a entregar por su fidelización en hacer muchas noches de hotel en la entidad. El premio se conseguía cuando se alcanzaba <span style="color: #0432ff;">las 100 noches</span> <span style="color: #0432ff;">de estancias</span>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Hernando, que desde sus años de infancia y juventud había destacado por su actividad coleccionista (canicas, estampas, envoltorios de chocolates, sellos de correos, prospectos de cine, libros raros, relojes y cámaras fotográficas antiguas…) se hizo de inmediato con una de esas cartillas del regalo secreto por las cien noches. Dado su frecuente necesidad de viajar a causa de su actividad profesional, comenzó a ir sumando noches o estancias durante los meses siguientes. Al paso del tiempo, cuando ya había sumado seis decenas, comenzó a ilusionarse ante el inminente regalo que podría alcanzar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Una noche, bromeando con Meri su mujer, reían con desenfado haciendo hipótesis acerca del regalo que estaba cerca de conseguir procedente del departamento de marketing de la cadena Mercurio.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“Desde luego tiene que ser un presente de muy buena calidad, porque esta gente maneja con gran alegría el dinero que ganan por su control hotelero en medio mundo”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“A lo mejor te regalan un patinete eléctrico, de eso que nos amenazan cuando vamos caminando por las aceras de nuestras calles. O tal vez unos bonos para hacer noches gratuitas en sus establecimientos. O igual te entregan una batería de cocina, a fin de que puedas regalársela a tu mujer. Me vendría muy bien. si llega ese utilitario regalo”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El inspector de los coches sonreía al escuchar las divertidas hipótesis que realizaba su mujer (que era miembro de un taller/gabinete de psicología, especializado en el tratamiento de los comportamientos ludópatas o en general compulsivos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Era buen hábito en Hernando el saber esperar la consecución de los objetivos. De esta manera, los puntos por noches de estancia se iban acumulando en esa pequeña pero divertida contabilidad, que conduciría al fin deseado y “secreto”. La empresa sólo indicaba que <span style="color: #0432ff;">dicho presente se caracterizaría por su originalidad</span>. En realidad, más que el valor material del obsequio, el técnico en automóviles lo que más valoraba o aplaudía era esa modesta pero vital vuelta a sus orígenes, cuando siendo niño se afanaba por completar las colecciones que en mucho le motivaban, para lo que tenía que esforzarse, paralelamente a la emoción que de continuo le embargaba, cuando se iba acercando a la culminación de la colección.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Las tareas laborales le ocupaban una gran parte de su tiempo, tanto por la función inspectora que era necesario llevar a efecto, como por las sucesivas reuniones, elaboración de informes y por supuesto todos esos desplazamientos por la geografía hispana y foránea. Todos esos destinos determinaban, en la inmensa mayoría de los casos, tener que pasar las noches en hoteles y tomar el alimento fuera de casa. Por este motivo, cuando reservaba estancias por Internet o a través de las agencias de viajes, mantenía <span style="color: #0432ff;">el requisito o condición </span>de que fueran hoteles de la cadena El Mercurio. La ilusión o incentivo por el premio, a modo de río Guadiana, brotaba o se ocultaba en la sucesión de los meses y los días.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">De una forma inesperada, sorpresiva y no menos estimulante, una noche de Mayo, mientras revisaba el correo electrónico en su domicilio y Meri redactaba un informe médico en su ordenador, relativo a un trabajado caso que le había ocupado amplio tiempo, Hernando observó que tenía un correo en su escritorio, cuyo remitente era <span style="color: #c00000;">MERCURIO INTERNACIONAL </span>Con “infantil” alegría se decía o preguntaba ¿habré llegado ya a los 100 días de estancias?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Para su alegría, se le comunicaba que su cuenta Mercurio Night había alcanzado los 100 puntos de pernoctaciones. Además de expresarle la feliz noticia, con la enhorabuena subsiguiente, se le comunicaba que en la siguiente pernoctación recibiría en su habitación el premio al que se había hecho acreedor. A través de esa grata comunicación tuvo también noticia de que hasta el momento sólo otros siete clientes, durante los cuatro años del desarrollo del programa, habían conseguido tan “apetitoso” y alegre objetivo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Dio a leer el contenido del mensaje a su mujer quien, tras unos segundos de silencio, respondió un tanto “secamente”:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Pareces un niño al que le han prometido que estrenará el domingo de Ramos un par de zapatos nuevos. Veremos a ver lo que te van a entregar o regalar. Presiento que será una chuchería, cuando ya han obtenido y multiplicado con creces el valor de la bagatela que te van a conceder. Te han vendido 100 veces sus habitaciones en los distintos hoteles de la geografía mundial. Esperemos que al menos sea una bicicleta, un juego de ajedrez, algún bono para viajar o a lo mejor es una simple plaquita, enmarcada con ornato, para que la cuelgues en tu despacho o te la pongas al cuello y la vayas enseñando a todos los amigos compañeros y familiares”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">A pesar de estas no muy afectivas palabras, rebosantes de incredulidad, el ilusionado técnico no cabía en sí de gozo. Incluso esa noche se despertó en varias ocasiones y tras beber un poco de agua, volvía al lecho del descanso, sin dejar de pensar en el reconocimiento que iba a recibir por su fidelidad viajera con la cadena hotelera. Iba a ser, nada menos, que el 8º ganador del tan prestigioso concurso.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tuvo que pasar más de una semana hasta que, por razones o necesidad laboral, Hernando hubo de encargar un desplazamiento a la ciudad castellana de <span style="color: red;">Toledo</span>, la patria artística del gran pintor Doménico Theotocopoulos El Greco (1541-1614). En esta ocasión utilizó el tren AVE para el desplazamiento y ya en el <span style="color: #c00000;">Hotel Beatriz</span>, tras dejar las maletas, estuvo gran parte del día realizando gestiones relativas a su función inspectora. Almorzó con los directivos provinciales de la marca en un artístico mesón, a pocos pasos de la Plaza del Zocodover. Por la tarde, encontrándose bastante cansado, pues el día había sido muy intenso en reuniones y análisis de nuevos proyectos de un gran centro a construir para la futura gama de motores eléctricos, volvió al hotel para gozar de una placentera y reconfortante ducha. Eran casi las 9:30 de la noche y como no tenía especiales ganas de salir a cenar fuera del establecimiento hotelero, en un día de intenso y ardiente calor, llamó por teléfono al servicio de habitaciones, a fin de que le subieran algo de comer: un bocadillo de jamón y queso, una cerveza Guinnes negra y una macedonia de fruta. Encendió el monitor de televisión para distraerse un poco antes de irse a la cama cuando, en un momento concreto y de manera inesperada sonó el teléfono de su habitación. La llamada procedía del recepcionista del hotel, <span style="color: #0432ff;">Evaristo Albarda.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“Disculpe, Sr. Lasiega. Hay dos personas que preguntan por Vd. Me indican (están debidamente identificados) que se han desplazado a fin de entregarle un importante regalo, procedente de la central de marketing de la sociedad El Mercurio, al que este hotel pertenece. Puede Vd. bajar, si así lo desea, para recibir en mano el correspondiente presente”<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Hernando, que ya imaginaba casi todo el trasfondo de la entrega, respondió afirmativamente, indicando que bajaría en no menos de 10 minutos. Deseaba estar bien presentable, pues igual estos mensajeros o representantes deseaban realizar unas tomas fotográficas, que inmortalizaran el feliz y divertido evento. ¡Al fin iba a conocer el premio que se le concedía, al haber cubierto 100 noches de estancias, en la poderosa cadena residencial!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4Ce9GxxalDVEk4_CeV3UeFQJqVh348rdpPX-KYvn5RFonuJPUAY6e1kPVyx98kjkBu46g9jbHw4AKJN0dPMlvn49-2AMNEw3tmYts7eQkEJC0Pk-6_JY1Lv_UnGDvqCzQY7JrZqq44PeZrqfL6Y9tFGLJ0cHfhqvHdUpp3-vVP4_m12RoFlHu-noQNmo/s790/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="790" data-original-width="552" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4Ce9GxxalDVEk4_CeV3UeFQJqVh348rdpPX-KYvn5RFonuJPUAY6e1kPVyx98kjkBu46g9jbHw4AKJN0dPMlvn49-2AMNEw3tmYts7eQkEJC0Pk-6_JY1Lv_UnGDvqCzQY7JrZqq44PeZrqfL6Y9tFGLJ0cHfhqvHdUpp3-vVP4_m12RoFlHu-noQNmo/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="224" /></a></div>Bajó desde la planta 11 ¡Excelentes vistas al entorno del Tajo! con su chaqueta azul, corbata roja y zapatos acharolados, un tanto emocionado como un niño que celebraba una preciosa fiesta. Recordaba las palabras de Meri y lamentaba que ella no pudiera estar presente en tan emblemático evento. Le esperaban un hombre y una mujer, quienes se presentaron como <span style="color: #0432ff;">Severino Doña</span>, subdirector del departamento de marketing y <span style="color: #0432ff;">Azahara Dilma</span>, bella y atractiva mujer, que no llegaría a los cuarenta, a quienes estrechó su mano con las sonrisas correspondientes<span style="color: #0432ff;">. </span>Tras este intercambio cordial de saludos, Severino recibió una “oportuna” llamada en su móvil (obviamente todo estaba preparado). Respondió a la comunicación con monosílabos, teatralizando bien su contrariedad: tenía que marcharse por un imprevisto asunto urgente. Sin embargo, aclaró que Azahara (era de nacionalidad polaca) se encargaría de completar el acto o ritual de la entrega del premio. Ya solos los dos, frente a frente, el gestor de automóviles comenzó a inquietarse, pues la joven divagaba y no concretaba el ritual de la entrega del preciado objeto a recibir. El premio se estaba haciendo esperar. Hernando, sin perder la compostura, pronunció esas palabras que exigen una respuesta convincente:<o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">“Bueno Srta. Azahara, aquí me tiene todo emocionado para recibir esa sorpresa que, sin duda, su empresa me tiene reservada”. En ese momento, la chica centroeuropea dejó de sonreír y en un aceptable castellano, con acento polaco expresó y desveló ese secreto tan bien guardado:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Estupendo. Mr. Hernando Lasiega. Le voy a entregar el preciado presente, al que legítimamente se ha hecho acreedor, por su constante fidelidad a los hoteles de la cadena Mercurio. Vd. va a estar dos noches hospedado en este cómodo y monumental establecimiento, con ese ventanal natural al cauce del río Tajo. Pues bien, el original regalo que ha ganado… <span style="color: #0432ff;">SOY YO</span>. Estoy a su completa y “total” disposición, <span style="color: #0432ff;">para “todo</span>” lo que guste mandar y desde este preciso momento”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El rostro del inspector de automóviles era todo un poema, dibujado entre la sorpresa, la confusión, el pudor y el lógico desconcierto<span style="color: #0432ff;">. ¿Qué ocurrió durante el resto de la noche?</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Hernando no ha vuelto a participar en sorteos o méritos premiados de ninguna naturaleza. Por supuesto, tampoco ha vuelto a alojarse en los hoteles de la cadena El Mercurio. Esta experiencia lo condiciona. Cuando volvió a Málaga, llevaba una historia bien “articulada” en su ficción para contársela a Meri, su mujer. Lo que ocurrió aquellas dos noches, en la monumental e histórica ciudad de Toledo, está secreta y herméticamente guardado en los anaqueles privativos de su memoria. - <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"> <span style="font-size: 5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt;"><span style="font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">EL REGALO SECRETO DE<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">LAS 100 NOCHES</span><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 13 OCTUBRE 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 0cm 184.3pt; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p></p><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ025ArWYTFFxhCqAS0I8x3R4ClXJzCAUrVGLfHxr5P5tt5IOwmXJ79AQpsRpkLrquJbWH1qneiFPvR5uUG9XHqtZFWYxbafSLIctxAxjopXDPCz7BBtDh2PTafMSd0pb-XtD2dMKmJ_bd_OcvzxWMy4IPLAvEtgAuSows-KAbUZxwm0K-9fDaMyaIHS8/s535/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="425" data-original-width="535" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJ025ArWYTFFxhCqAS0I8x3R4ClXJzCAUrVGLfHxr5P5tt5IOwmXJ79AQpsRpkLrquJbWH1qneiFPvR5uUG9XHqtZFWYxbafSLIctxAxjopXDPCz7BBtDh2PTafMSd0pb-XtD2dMKmJ_bd_OcvzxWMy4IPLAvEtgAuSows-KAbUZxwm0K-9fDaMyaIHS8/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-85794717158359271562023-10-06T02:18:00.003-07:002023-10-06T02:18:49.233-07:00UNA ATRACTIVA Y MISTERIOSA COMPAÑERA DE CLASE.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0bQ663gK7j6-B8-5Zj2lMhIisNCNzTByXbtQqzBkItmWi_xMP09M1N5UjSxeYrB4epxJyQ-R6903ZhkOHHxQ2HZMuJgawS9FOWUvU2a0MZrPv2XVHZJnp0pi_XGeB8CoREaxZfTarfot7tj3lzAKdS551q4ddbLsJbP2nMAch4MwHVQStSxPvHWb00g0/s783/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="783" data-original-width="565" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0bQ663gK7j6-B8-5Zj2lMhIisNCNzTByXbtQqzBkItmWi_xMP09M1N5UjSxeYrB4epxJyQ-R6903ZhkOHHxQ2HZMuJgawS9FOWUvU2a0MZrPv2XVHZJnp0pi_XGeB8CoREaxZfTarfot7tj3lzAKdS551q4ddbLsJbP2nMAch4MwHVQStSxPvHWb00g0/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="231" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Existe una lúdica lotería a la que todos, de una u otra forma, nos vemos obligados a participar. En unas ocasiones con más suerte que en otras oportunidades. Nos estamos refiriendo a ese tema tan sugerente como es <span style="color: #0432ff;">nuestro compañero de asiento</span>. Surge de inmediato la bien conocida pregunta: ¿Y quién nos va a tocar? Esa curiosa sorpresa sobrevuela sobre nuestra mente, con el deseo de que sea una persona agradable, educada, limpia e incluso divertida, en principio, según la circunstancia o el hecho que estemos protagonizando en un determinado momento.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">¿Cuáles suelen ser las vivencias </span>en que compartimos la proximidad de esa persona, a la que es muy probable no conozcamos? Entre las más frecuentes posibilidades, esta situación suele darse cuando viajamos en un autobús municipal, en el tren, en un autobús turístico, en una sala de cine o teatro o cuando asistimos a un concierto u otro espectáculo. Esta experiencia también ocurre, con el vecino de arriba o debajo de nuestro piso, con los vecinos de planta, en una cola para comprar una localidad, esperando para entrar en un museo, exposición importante u otra actividad cultural. Son muy diferentes y variadas estas experiencias con el “compañero de al lado”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En ocasiones esa convivencia se hace extremadamente extensa (lógicamente, en el caso de la vecindad) o sólo dura unos pocos minutos (por ejm. cuando esperamos en una fila para entrar en una sala cinematográfica). A veces intercambiamos numerosas palabras y frases o simplemente el saludo cordial educacional.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En la relación que antes se ha aportado, hemos dejado un hueco especialmente significativo para otra interesante y sociológica temática. Corresponde a esa vivencia o experiencia tan común, que suele darse en el ámbito escolar y más en concreto, en el <span style="color: #0432ff;">Aula Universitaria para alumnos mayores</span>. En el espacio de la docencia, nos puede corresponder un compañero u otro. En este contexto del aprendizaje se inserta la aventura narrativa de este relato.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><b><span style="color: #0432ff;">MAURICIO BUENAFUERTE</span></b> es un disciplinado alumno del Aula de Mayores, en la Universidad de Málaga. Durante su vida laboral había ejercido como transportista de mercancías diversas, conduciendo voluminosas camionetas por el territorio peninsular e insular español y por otros muchos países europeos. Casado y enviudado con <span style="color: #0432ff;">LOURDES Cañadas</span>, su matrimonio generó cuatro descendientes: tres niñas y un varón, en la actualidad todos ellos emancipados con sus respectivas familias. Mauro se prejubiló con 62 años, debido a un problema articular de espalda, con lo que es pensionista de clases pasivas como trabajador autónomo durante casi cuatro décadas. Unos meses después de acceder a la jubilación, le hablaron del servicio cultural generado en la UMA, para alumnos mayores de 55 años, fuera cual fuese su titulación académica o incluso sin titulación. En este curso se apuntó o inscribió sin dudarlo. Eligió un atrayente módulo titulado <span style="color: #c00000; font-size: 11pt;">HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE MÁLAGA. CULTURA, DESARROLLO Y TRANSFORMACIÓN URBANÍSTICA</span>, impartido los martes y los jueves, de 17 a 18:30 de cada semana, octubre-mayo, en las instalaciones del Ejido.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">El primer día de la asistencia a clase, comprobó que el aula estaba repleta de animosos y veteranos escolares, como él mismo. El profesor <b><span style="color: #0432ff;">Don Críspulo</span></b><span style="color: #0432ff;"> Salvatierra, </span>vinculado al departamento de Hª Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras,<span style="color: #0432ff;"> </span>director del módulo, tenía acrisolada y justa fama por su larga experiencia y amenidad en los contenidos explicados. Antes del inicio de la clase, el profesor recomendó que, en lo posible, cada alumno utilizara el mismo asiento durante el primer trimestre. Los alumnos participantes fueron entrando en el aula y cada uno fue ocupando sitios diferentes, en función de sus gustos y necesidades de visión. Mauro, que estaba en la cuarta fila, observó a una señora, que tendría más o menos su edad, 63, la cual había accedido al aula con un cierto retraso. Don Crispín (como el propio Críspulo había pedido que se le llamase) ya se encontraba sentado detrás de su mesa y ordenaba algunos folios del flamante archivador que portaba, poniendo en marcha, al mismo tiempo, el ordenador y el aparato de video proyección. En ese momento la señora, que había llegado retrasada al aula, hizo a Mauro una señal a fin de que le confirmara si podía ocupar el asiento que estaba vacío a su lado, pegado a la pared izquierda. Al responderle afirmativamente con otra señal manual, esta alumna se sentó a su lado. Dio las gracias y no sacó cuaderno o bolígrafo alguno de su bolso, como sí hacían la mayoría de los a</span>lumnos, a fin de poder tomar apuntes o notas interesantes de la exposición del profesor. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Mauro percibió de inmediato <span style="color: #0432ff;">dos detalles en su compañera</span>. En primer lugar, el agradable e intenso olor a perfume que irradiaba su cuerpo, También, el “excesivo” número de joyas que lucía, que hacía destacar su aún “teatral” imagen. A lo largo de los noventa minutos en que duró la sesión, la señora no tomó apuntes. Tampoco intercambió palabras con su compañero, como no fuesen algunas sonrisas, siempre relacionadas con la exposición que estaba disertando D. Crispín. Cuando la clase finalizó, la señora del perfume y las joyas intercambió un educado saludo. “Hasta el jueves. Que tenga una feliz tarde”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">En la segunda clase, quien llegó algo tarde fue el propio Mauro. Ella le había guardado el sitio, gesto que él agradeció efusivamente. Como Don Crispín estaba “enfrascado” con el ordenador y el pendrive que traía en su maletín, con las fotos y el Power Point correspondiente, los dos veteranos compañeros pudieron intercambiar algunas frases. <b><span style="color: #0432ff;">ALICIA</span></b>, éste era su nombre, escuchaba muy atenta los certeros comentarios de Mauro, positiva actitud que también ella adoptaba con las explicaciones del docente. El antiguo transportista, tras su viudez, agradecía vivamente la atención que recibía por sus palabras, en estos tiempos de soledad que le había “tocado” o correspondido vivir. Aprovechaba cualquier oportunidad para intercambiar conversación con la compañera, quien a pesar de sus años mostraba unas raíces estéticas no perdidas, teniendo el cuenta el “castigo” que el avance del almanaque impone en todas las epidermis corporales. En esos intervalos de clase y, de manera especial, a la finalización de la exposición, Mauro aportaba comentarios sobre el estado del tiempo, sobre alguno de los temas explicados e incluso acerca de la película o programa que vio en la televisión la noche anterior. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando volvía a su casa, ubicada en la zona de Cristo de la Epidemia, este transportista jubilado se encontraba con el hogar “vacío” que había compartido durante tantos años con Lourdes, su mujer. Esa carencia de compañía le iba afectado cada día más. Desde luego nunca pasó por su cabeza la posibilidad de irse a vivir con alguno de sus hijos, a pesar de que éstos se lo habían insinuado. Pero Mauro entendía que entrar en cualquiera de esas familias, todas con hijos pequeños, era algo que más pronto que tarde iba a resultar molesto, incómodo y perjudicial para la necesaria intimidad y privacidad de familias jóvenes que emprendían su venturoso y complicado camino por la vida. Su viudez, que ya alcanzaba casi los tres años, le provocaba también ese complicado y sufrido síndrome de la<span style="color: #0432ff;"> soledad</span>. Cada día estaba más convencido de que necesitaba una compañera con la que convivir en esta fase postrera de su existencia. No sólo por el aspecto sexual, ya que él se sentía todavía una persona con el comprensible vigor, a pesar de ser sexagenario, sino también por esa compañía que ayuda a compartir los avatares en las horas, las distracciones y, por supuesto, las dificultades del hecho de vivir. Pensaba una y otra vez en Alicia y su figura “no se la podía quitar de la cabeza”. Sus continuas sonrisas, sus silencios misteriosos, el buen aroma que emanaba su cuerpo y ese bien arreglarse, cubriéndose de bellas alhajas que realzaban aún más su figura, lo tenían animosamente obsesionado. Verdaderamente estaba creando un “mito” que le hacía vibrar el corazón cada martes y jueves, días de las clases sobre la Málaga Contemporánea. Esa elegante mujer que podía también ser sexagenaria, a pesar de su edad, traslucía la evidencia de haber sido una persona de gran belleza.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Alicia cuidaba bastante su cabello negro azabache, probablemente teñido, con una sencilla permanente. Sus ojos eran de color castaño claro. Su epidermis descubría el paso de los años, aunque no soportaba excesivas arrugas. Sin duda se había sabido cuidar y proteger con las cremas necesarias. Sabía elegir con elegancia la hechura y la tonalidad de su ropa, optando por colores suaves y agradables, más bien “fríos” que incrementaba y excitaba la imaginación del esforzado transportista. Cuidaba su limpieza al máximo, añadiendo esos perfumes “oníricos” que hacían muy grata su proximidad. Solía usar gafas con cristales “fumé” lentes que en realidad no necesitaba, pero que potenciaba la magia y la ilusión imaginativa de un aturdido Mauro, aquejado de una cada vez más insoportable soledad. Pero la realidad es que apenas sabía datos concretos de la misteriosa compañera de clase.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">¿Cómo reaccionaría Alicia, si algún día la invitara al cine o a compartir una merienda, en ese ambiente lúdico y cosmopolita de una ciudad con tan numerosos atractivos e incentivos como era la bella y hospitalaria Málaga?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cierto día Mauro quería aclarar un dato que don Crispín había expuesto en la clase del día anterior. Mientras aguardaba turno, pues el profesor atendía a otro compañero, pudo comprobar en el listado de alumnos que estaba encima de la mesa el nombre completo de su compañera de asiento: <span style="color: #0432ff;">Alicia Rosas Pardial. </span>En esa divertida tarea detectivesca, fue añadiendo datos sobre una persona que lo tenía “trastornado” positivamente, en el mejor sentido del término. Incluso un día la siguió a distancia, después de clase y vio que tomaba el bus municipal nº 1 en Capuchinos. Alicia tenía su domicilio, según después averiguó, en calle Héroe de Sostoa, en la zona urbana de la Carretera de Cádiz. A la señora se le escapaban datos, en el contexto de las conversaciones que Mauro provocaba. Con ello pudo saber que la compañera vivía sola. No llevaba alianza y nunca mencionó a marido, hijos u otros familiares. Por supuesto y como contraste el camionero siempre se había “abierto informativamente” hacia ella, aportándole muy numerosos detalles sobre la privacidad de su vida y su larga actividad con las manos al volante.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Alicia era aficionada al cine, información que Mauro obtuvo gracias al comentario que don Crispín ofreció acerca de películas, más o menos famosas, que habían sido rodadas en la capital de la Costa del Sol, oportunidad que incluso facilitó la intervención espontánea, de la alumna Rosas. En un momento de afortunado impulso, su “obsesionado” compañero le hizo al final de la clase el siguiente ofrecimiento:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Si tanto te agrada el cine, te invito a que vayamos este fin de semana a ver la película que tú buenamente elijas. Te dejo la elección porque desde el COVID no he vuelto a pisar una sala cinematográfica, por eso de la prevención y los contagios en los lugares cerrados. A mí me gustan las pelis de acción, pero seguro que tú sabes hacer la mejor elección. Me he dado cuenta de que entiendes mucho de este tema. Solo te pido que sea una buena película para distraernos.”</span> Para su asombro, Alicia se le quedó mirando, con su sonrisa habitual.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“De acuerdo, compi. Te lo has ganado por su generosa insistencia. Eres un buen amigo y una mejor persona”. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La alegría para el camionero fue de gran calibre. Realmente lo que él pretendía es aprovechar esta gozosa oportunidad, que tanto tiempo llevaba buscando, para poder después invitarla a tomar algo, haciendo una cena ligera en algún restaurante italiano, chino o aquéllos especializados en el típico tapeo, en esa zona alegre y cosmopolita de Alcazabilla y la Plaza de la Merced. Habría entonces muchas oportunidades para facilitar la apertura de Alicia o al menos conseguir que hablara un poco más sobre ella, a fin de conocerla mejor. El animoso camionero pensaba que tenía todo el derecho para este noble objetivo, porque él había sido bien explícito sobre sí mismo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #0432ff;">La cita </span>quedó concretada para ese mismo viernes. A las 18 horas el fervoroso compañero la estaba esperando en la parada del bus número 3 en la Alameda Principal. Los dos amigos se presentaron bien “arreglados”, dada la especial ocasión que iban a disfrutar. Él se puso chaqueta y corbata, por supuesto ropa limpia que bien se había preocupado de planchar. Ya estaban metidos en el otoño y la humedad de Málaga, por su proximidad al mar, se nota bastante cuando el sol se despide en el avanzar de las tardes. Ella, como siempre, manteniendo una admirable elegancia, con un bello traje de chaqueta y falda plisada del mismo tono que sus ojos, marrón oscuro. Ese “embriagador” perfume con olor a rosas, como su apellido, destacaba más que nunca, luciendo un notable aporte de joyas sobre su cuerpo, gesto que acrecentaba su proverbial y cuidada elegancia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Visionaron en la gran pantalla del municipal <span style="color: #c00000;">Cine Albéniz </span>la comedia romántica francesa titulada <span style="color: #c00000;">Crónica de un amor efímero</span>, interpretada por Sandrine Kiberlaind y Vicent Macaigne, película que mucho les agradó. A la salida de la proyección, con una elegancia hábilmente calculada, ofreció a su compañera ir a tomar algo para la cena, caminando bien despacio por un entorno muy populoso y alegre, repleto de turistas. Era viernes noche y las terrazas de los establecimientos restauradores estaban con las mesas prácticamente ocupadas de comensales, a esa tardía hora en que las estrellas brillan sobre el manto azul oscuro del cielo. El apetito apretaba para reponer fuerzas. La veterana pareja tuvo suerte, pues en el <span style="color: #c00000;">Restaurante Cañadú</span>, un clásico malacitano de platos vegetarianos, había quedado una mesa libre en una de las esquinas, al lado de un gran farol de luz suave y “cremosa”. Mauro miró a su compañera y le dijo: ¿Lo intentamos? Nunca he comido en este tipo de restaurante. Lo podemos probar pues dicen que es comida bastante sana”. Pidieron bebida de naranja con azahar y de plato principal un cuscús marroquí con verduritas asadas para compartir (por sabio consejo del camarero). <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Los dos románticos comensales se miraban, sonreían e intercambiaban temas banales de conversación. Compartían también unos entremeses de ensalada con crema de avena, cuando ella, de manera inesperada, tomó el mando de la conversación. Lo hizo con decisión y sin perder un gramo de su habitual simpatía.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Bueno, compañero y buen amigo Mauricio. Nos conocemos desde hace dos semanas y media. Durante las cinco clases que hemos compartido, has sido muy amable y generoso conmigo. Te has “abierto” a la amistad, dándome una imagen transparente de tu buena persona. Sé que has trabajado toda la vida como transportista y que apenas hace tres años perdiste dolorosamente a tu querida y añorada mujer Lourdes, que pienso estaría bien orgullosa de ti. Tienes una familia bien situada, con los hijos casados e incluso la alegría de los nietos. Tus aficiones son muy sanas y agradables: pasear, hacer excursiones, el cine, prepararte las comidas. Ya me comentaste que te cansaba la lectura, por la vista. El mismo hecho de matricularte en la UMA demuestra tu interés por mantener la mente despierta. Eres muy noble de carácter y llevas muy bien la edad. Sin duda, un buen, el mejor compañero que podía tener, para esta fase de nuestras vidas, pues ya somos mayores o veteranos de la existencia.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">Soy consciente de que por activa y por pasiva te has esforzado por conocer lo que fuera posible de mi persona. Pero te habrás dado cuenta de que soy muy celosa de guardar mi privacidad. He de confesarte, en este sentido, de que hay páginas en mi vida que no te agradarían. De ahí mis silencios y ese aire misterioso que probablemente habrás detectado en mi persona. Me has preguntado en alguna ocasión el por qué nunca tomo apuntes de las interesantes clases que don Crispin nos da. En realidad, mi nivel cultural es bastante limitado. Procedo de una familia muy pobre, cuyo padre abandonó a sus cinco hijos. Mi madre, que en gloria esté, nos supo sacar adelante como humilde y esforzadamente pudo: lavando, limpiando, planchando en casas ajenas y durante muchas horas. Yo que era la mayor de los cinco hermanos tuve que ejercer “de madre” con mis hermanos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">Pero el dinero faltaba en nuestra familia, para atender a lo más básico. Como era llenar la boca de cinco niños hambrientos. Cuando apenas había cumplido los catorce años, comencé a buscar dinero … de la manera más fácil e ingrata, tarea para la que tuve un buen aprendizaje de una vecina que se llamaba Dorotea. No la he olvidado. Esa vecina de media edad me enseñó todo lo que era necesario, saber y hacer, para satisfacer al cliente de turno. A lo largo de mi vida, he tenido momentos en los que quería abandonar esta venta de mi cuerpo, para satisfacer el deseo de gente viciosa. Pero cuando te gusta el dinero y cada vez pones el precio mal alto, es complicado abandonar. Por mi cama han pasado muchos hombres. Algunos, personas importantes Y “respetables” por su cargo, de esos que salen en las revistas y periódicos, como personas honestas y formales, pero que si los vieras en sus partes íntimas, pidiendo y haciendo lo que quieren, te asombrarías de la hipocresía y falsedad en que se sustenta el mundo en que vivimos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">A medida que pasaban los años, yo iba gastando y “tirando” el dinero que bien me iban pagando, aunque en este terreno supe rectificar con sensatez. Pero ese paso del tiempo fue perjudicando a mi cuerpo y comencé a tener menos solicitantes. El prestigio en las redes de ALIX, LA DIOSA DEL PLACER, se fue debilitando a pasos agigantados. Lo malo corre más rápido que lo bueno. En gran medida, casi todo en este terreno es pura vanagloria y falsedad. Me fui retirando, cumplidos ya los cincuenta. Por fortuna, al menos supe invertir en la compra de algunos locales y garajes y estas rentas me dan para vivir con modestia en la actualidad. Entenderás que no coticé, pero ahora recibo una paga muy baja, de “subsistencia”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">Después de todo lo que he visto, vivido y padecido, ahora sólo pretendo ser una mujer anónima, que lleva una vida apacible. De mis cuatro hermanos, únicamente sé de uno de ellos, que trabaja de vigilante de seguridad. Con respecto a los otros tres, hace décadas que perdí su pista. Parece que se los ha tragado la tierra”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">Profundamente asombrado, acerca de lo que Alicia le estaba confiando, con esta admirable y valiente sinceridad que mostraba, se había quedado prácticamente “mudo”, sin saber qué decir o añadir. Habían traído el gran plato de cuscús con verduras para dos, pero ninguno hizo ademán de tomar la cuchara a fin de repartir su contenido. Tras unos segundos de confusión, sólo acertó a dirigirle una pregunta. Mauro tuvo la delicadeza de no ahondar en la realidad histórica de Alicia “¿Y por qué te has matriculado en este curso de la universidad? La respuesta fue inmediata:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6n0KMTT5lIocRVeLARqfHsrFXxN0_NxzO0-tQrrZRud3dFOw2LaGSGfmchueyG_bbYYSPpFtfgxrk_ZMJJQf2FW37mKszWLMET7jqgjf8IPYnpAvwNzpuq-HDYuGIu8QigTIB-p01pCY9QvUXgmqbJO9g4CWYe0LgIyXO6M79yEjwrISb0PWYBVpY6K4/s779/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="background-color: #cfe2f3;"><img border="0" data-original-height="779" data-original-width="551" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6n0KMTT5lIocRVeLARqfHsrFXxN0_NxzO0-tQrrZRud3dFOw2LaGSGfmchueyG_bbYYSPpFtfgxrk_ZMJJQf2FW37mKszWLMET7jqgjf8IPYnpAvwNzpuq-HDYuGIu8QigTIB-p01pCY9QvUXgmqbJO9g4CWYe0LgIyXO6M79yEjwrISb0PWYBVpY6K4/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="226" /></span></a></div><span style="background-color: #cfe2f3;">“Creo haberte comentado que apenas cursé estudios primarios. Mi cultura es muy limitada. Pero una señora, que suelo encontrarme en la peluquería, Bonifacia, persona verdaderamente entrañable, me habló de estos módulos para el aprendizaje, para los que no se exige titulación alguna. Sólo superar los 55 años y tener ganas de aprender. Pensé que, con esta clase, podría conocer un poquito más acerca de la bonita ciudad que me vio nacer y en que he desarrollado toda mi vida. La verdad es me gusta casi todo lo que nos cuenta don Crispín. Son informaciones muy amenas e interesantes”.<o:p></o:p></span><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Ahora, amigo Mauro, que ya conoces la verdad de mi vida, sé que serás prudente con todo lo que te he contado. Me tranquiliza que así te explicarás mi extraño comportamiento. En realidad, pretendo pasar lo más desapercibida posible. Las personas somos diferentes a cómo los demás nos ven. Con tu generosidad, bondad y esfuerzo has sabido ganarte esta explicación que sin duda necesitabas. Debo también pedirte perdón … por haber derribado todas tus esperanzas y buenas intenciones. Tu respuesta, de hoy en adelante, la aceptaré sin el menor reproche. Tienes todo el derecho del mundo a pensar y a actuar como mejor desees. Claro que valoro tu amistad. Pero sabré entenderte y respetarte”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">El buen plato de cuscús se fue enfriando sobre la mesa, al paso de los minutos, sin que ninguno de ambos comensales tomara una sola cuchara del apetitoso preparado.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #ead1dc;">Han pasado casi dos meses desde esa noche a finales de octubre, que tan relevante resultó para estos dos alumnos del Aula de Mayores. La Navidad se acerca y ambos preparan la celebración de unas fiestas entrañables en el domicilio de Alicia. Ella y Mauro mantienen sus propios domicilios, pero comparten juntos muchas de las horas del día. <span style="color: #0432ff;">Se quieren. Se necesitan</span>. </span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Aquella mágica noche de viernes otoñal, en Cañadú, Alicia fue extremadamente valiente y generosa en su sinceridad. Pero hubo un “divertido” aspecto que ella supo guardar para su conciencia, en cuanto a otro motivo añadido, para elegir ese determinado módulo en el Aula de Mayores UMA. ¡El veterano profesor que lo impartía había sido cliente de esta alumna, hacía más de tres décadas! experiencia que repitió una vez más, a los pocos días. En la actualidad, el profesor no la reconoció, lógicamente, ni por su nombre ni por su aspecto. Pero Alicia sí se había quedado con ese curioso o peculiar nombre, en su memoria, valor en su persona que mantiene muy desarrollado. En aquel lejano tiempo, <span style="color: #0432ff;">Críspulo</span> era un joven bien parecido y con una vitalidad física encomiable, que ahora lógicamente no puede desarrollar. -<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">UNA MISTERIOSA Y ATRACTIVA<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 22pt;">COMPAÑERA DE CLASE<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 06 OCTUBRE 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span><span style="font-size: 10.5pt;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/</span></a><o:p></o:p></p><p></p><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwwPcPMxsi8t0CAkR8OkNwe_kgsOLQvX60q6XgF8jcu-pfVgGyAGA6PDkAfy3HHgmOoep7s_uDe2ffS_KBQCOAkx5AlMIHKgrqEa6rwBro_Qv9jOxqUVuvH3KOIOogUlECRJPVdwwuTtVclihZDfaNsrka75mr7OSjzBYL_BMGSOdoD0RL2_mhio1cvk0/s568/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="384" data-original-width="568" height="216" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwwPcPMxsi8t0CAkR8OkNwe_kgsOLQvX60q6XgF8jcu-pfVgGyAGA6PDkAfy3HHgmOoep7s_uDe2ffS_KBQCOAkx5AlMIHKgrqEa6rwBro_Qv9jOxqUVuvH3KOIOogUlECRJPVdwwuTtVclihZDfaNsrka75mr7OSjzBYL_BMGSOdoD0RL2_mhio1cvk0/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7066663725222326913.post-36737148399785401392023-09-29T05:09:00.004-07:002023-09-29T05:09:45.000-07:00ENTRE LA MEMORIA Y LA REALIDAD. <p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAX8zA8u-2wyLW0pkUJFGnU1nka60Jom3rq4E4erbnZtN8osh8zEUetxRhTU6OWzucdUcun5X8iExlElLRhmqinmgELu_pkaNDXaVfoVx_KpIHwwgq1do1ZIuK9KosqswQF7YOuR9pIXrcSgaTEMrXZFOPONlAT5ggJMK9mortfO4lzRIEteOjcVvc9Ac/s827/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="827" data-original-width="579" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAX8zA8u-2wyLW0pkUJFGnU1nka60Jom3rq4E4erbnZtN8osh8zEUetxRhTU6OWzucdUcun5X8iExlElLRhmqinmgELu_pkaNDXaVfoVx_KpIHwwgq1do1ZIuK9KosqswQF7YOuR9pIXrcSgaTEMrXZFOPONlAT5ggJMK9mortfO4lzRIEteOjcVvc9Ac/s320/Sin%20ti%CC%81tulo.jpg" width="224" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Solemos mantener, a lo largo de nuestras vidas, determinados y relevantes recuerdos que se hallan anclados en el pasado. Son lúcidas y positivas vivencias que, aun con el paso de los años, resultan imborrables en el acervo de nuestra memoria. En esas imágenes que hemos protagonizado en el tiempo pretérito, siempre hay alguna que adquiere un significado especial, por muy diversas circunstancias. Con el paso del tiempo esa imagen o vivencia la vamos mitificando e incluso exagerando. Cuando al fin tratamos de recuperarla o revivirla, nos encontramos de bruces con la cruda realidad de su imposibilidad. Y es que “el almanaque” impone su imperturbable y fría modulación, para nuestros ilusionados y probablemente desvirtuados deseos. En este contexto nace la narrativa o relato de esta semana.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La tarde para <b><span style="color: #0006ff;">VIDAL</span></b><span style="color: #0006ff;"> ALBERCA</span> había resultado sorprendentemente instructiva y distraída. Había asistido a una conferencia, sobre un barrio ya casi desaparecido de Málaga, por la nueva urbanística de la zona en los terrenos del antiguo Perchel, nombre que aún se mantiene para ese espacio urbano. La amena exposición del investigador había estado sustentada con la proyección de numerosas fotografías históricas, tomadas en distintos momentos de lo que fue ese barrio señero para la identidad de la ciudad. La instructiva y atrayente actividad, desarrollada en el salón de actos del Rectorado de la UMA, sito en el paseo del Parque, había congregado a un numeroso público, especialmente a una masa social ya jubilada, como Vidal, personas mayores interesadas por conocer detalles acerca de las raíces históricas de la actual ciudad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sobre las nueva y treinta, tras subir al bus municipal número 11, llegó a su domicilio, ubicado en el barrio universitario de Teatinos. Esta acomodada vivienda de dos dormitorios, la heredó al fallecer su tía Herminia sin otros herederos directos. Vidal ha trabajado durante muchas décadas, casi cuatro, en la institución bancaria Unicaja, a pesar de que su titulación universitaria era licenciado en Filosofía y Letras, en la rama de Historia, cursada en la Universidad de Granada, con la oposición permanente de don Servando, su padre, letrado de la Audiencia malacitana. Cuando finalizó sus estudios y estar su hijo más un año “perdiendo el tiempo, este prestigioso abogado contactó con algunas amistades, a fin de que hicieran “un hueco” laboral a Vidal, en la muy consolidada y tradicional entidad financiera, para que tuviera un sueldo mensual con el que ganarse la vida. Trabajó en diversas oficinas, teniendo que esperar hasta una década posterior a su ingreso en la plantilla, para conseguir el puesto de interventor. No llego a conseguir el puesto de director de sucursal. Con la reestructuración bancaria en la que se embarcó la entidad para la que trabajaba, obtuvo una interesante “pre” jubilación, a la cómoda edad de 58 años.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ya para entonces, su esposa <b><span style="color: #0006ff;">RAFAELA</span></b>, comercial de una importante agencia inmobiliaria, había buscado “otros horizontes” afectivos. Cuando se le preguntaba a esta activa mujer por la causa de su desvinculación afectiva, después de muchos años de matrimonio, ésta solía responder a sus amistades íntimas, con una cómica ironía: <span style="color: #011893;">“de aburrimiento. Llegó un día en el que tomamos conciencia de que ya no nos quedaba nada por decirnos y lo mejor era que cada uno tomara su propia senda por los “venturosos o inciertos” caminos de la vida”</span>. El matrimonio tuvo una doble descendencia: Amina, casada, con dos hijos y Hernando, que ya va por su tercera pareja, dado su voluble carácter.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Esa noche de viernes, Vidal se subió para la cena, desde un popular restaurante cercano, una ración de habitas con jamón y una ensalada de frutas, preparándose en la cocina para el postre una taza de chocolate caliente, dulce alimento del que se siente adicto. Pasaban unos minutos de las 22:30 cuando, de manera imprevista, sonó su muy apreciado móvil IPhone. Al otro lado de la línea, una voz que le resultaba desconocida se presentó como <b><span style="color: #0432ff;">DAMIÁN</span></b><span style="color: #0432ff;"> Luarca</span>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“Buenas noches, querido compañero Vidal. ¿Qué es de tu vida? Tengo tu teléfono, gracias a un directivo de Unicaja, Alfredo Llerena, vecino del bloque donde resido. Vi tu nombre en un listado del banco donde has trabajado y tu localización no ha sido difícil. Igual no te acuerdas de mí. En nuestros tiempos granadinos de facultad me llamaban cariñosamente Dami <i>el “borrachuelo</i>”, ya sabes, por mi afición al “mollate”, felizmente superada hace tiempo. El motivo de mi llamada es que este año, a finales de junio, celebramos las bodas de oro de nuestra promoción, <span style="color: #0432ff;">1968-73</span>. Parece que fue ayer … ¿verdad? Yo estoy en la comisión organizadora de una agradable cena de hermandad que pretendemos celebrar en nuestra querida y nostálgica Granada, el sábado 24 de ese mes, en el prestigioso (lo hemos constatado) <span style="color: #c00000;">Mesón Los VERGELES</span>, en la salida para la carretera de la sierra, perteneciente al municipio de <span style="color: #c00000;">Cenes de la Vega</span>. Como esta llamada te habrá cogido por sorpresa, te lo piensas. Nos gustaría que asistiera la mayoría de la promoción, todos aquellos que todavía “podemos contarlo”, ya que el calendario, infortunadamente, se ha llevado a algunos de nosotros”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">Hemos echado manos al cuadro de los admirados profesores, pero, después de cinco décadas desde que finalizamos la carrera, todos menos dos (Arqueología y lengua árabe) ya no están entre nosotros. Hemos hablado estos dos muy veteranos profesores, pero justifican su inasistencia porque tienen diversos achaques, debido a su avanzada edad. Pero lo importante es que nos reencontremos los compañeros de clase y disfrutemos emocionalmente este momento tan excepcional y venturoso en nuestras vidas. ¡Anímate! Querido Vidal”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Vidal, con muy buena memoria, agradeció a su compañero Dami, catedrático de Instituto jubilado, todo su esfuerzo y amabilidad para contactar con él. Como ya tenían los números telefónicos, quedaron en llamarse, aunque le aseguró que, en principio, le parecía una idea muy afortunada el fraternal y emocionante reencuentro. Haría todo lo posible por estar presente en la inolvidable ciudad nazarí.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando la inesperada comunicación finalizó, Vidal abrió una maleta con muchos años de uso, utensilio que tenía guardado en el cuarto trastero. En su interior, guardaba recuerdos entrañables e importantes de su vida, que no quería tenerlos de por medio. Efectivamente, allí buscó y encontró <span style="color: #0432ff;">la orla académica</span>, con las fotografías de los profesores y compañeros de la promoción 1968-73. Las imágenes aparecían en blanco y negro, aunque ya con tonalidad algo amarillenta, debido al paso del tiempo. Repasaba, con indisimulable emoción, las fotos de los compañeros y profes, de la promoción de Historia, todos con 22-23 años y algunos esbozando una “pícara sonrisa”. La nostalgia que le embargaba era manifiesta. Algunos de estos jóvenes ilusionados, con toga y corbata, ya no estarían en este mundo. La vida de unos y otros daría para llenar las páginas de gruesos libros. Y miró a don Antonio, a don Miguel, a doña Lourdes, a don José, a don Alberto, a don Domingo, a don Juan, a don Joaquín, a doña Josefina … ¡Cuántos recuerdos se agolpaban en su mente! ¡qué rápido pasa ese medio siglo de nuestras vidas! Y allí, en una esquina de la gran cartulina estaba <b><span style="color: #0432ff;">MARIA DE LOS ANGELES</span></b>, compañera con la que estuvo saliendo durante los tres últimos años de licenciatura. Miró esa foto, ese rostro nunca olvidado y muy querido, una y otra vez. Los recuerdos se le agolparon, gozosa y dolorosamente en esos minutos silenciosos de la madrugada, protegida de estrellas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #fff2cc;">Marian era una chica de carácter muy vital y emprendedora, perteneciente a una humilde familia jienense (su padre era de oficio zapatero remendón, muy trabajador pues supo sacar “a flote” a sus cuatro hijos, dándoles carrera para el día de mañana). Pensaba ¿cómo sería en la actualidad aquella esbelta y delgada figura, de mirada “angelical y bondadosa, semblante que mostraba, aún en los momentos más complicados que siempre acaecen para todas las personas. Recordaba con inolvidable sentimiento aquellos tan gratos paseos que juntos disfrutaban por las tardes, en los que alternaban tres bellas zonas del “paraíso” granadino: el <span style="color: #c00000;">Paseo del Violón</span>, la subida al barrio empedrado del <span style="color: #c00000;">Albaycín</span> o también, esa otra subida de la Cuesta de Gomérez, para pasear por al verde arbolado, misterioso y sublime, circundante a los <span style="color: #c00000;">Palacios de la Alhambra </span>y los <span style="color: #c00000;">Jardines del Generalife.</span> Solían cenar juntos, los viernes y sábados, durante esas noches “interminables” y divertidas, con esa primera, segunda e incluso tercera suculentas tapas, bien regadas con cerveza o ese tinto embriagador para las risas, las ocurrencias y, siempre, las más sensibles confidencias. Cuando ya en horas de “brujas” y luceros adormilados volvían a sus respectivos colegios mayores (Montaigne y Santiago) sus piernas flaqueaban, debido a la intensa ingesta que habían tomado, deliciosa pero insana, en esos tiempos valientes de juventud, en el que casi todo se hace “posible”. <span style="color: #0432ff;">¿Qué habría sido de la muy querida y añorada Marian?</span></span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Ambos compañeros de clase, en la antigua facultad de Letras de la calle Puentezuelas, pasaban también juntos las horas para el estudio en la académica y señorial biblioteca, con aquella pobre iluminación propiciatoria para dioptrías y miopías. Recordaba también aquel pequeño montacargas que transportaba los libros solicitados o devueltos, que subían y bajaban desde los “infiernos”, cómica expresión para referirse a los sótanos del palacio de las Columnas, en donde estaban organizados los importantes fondos bibliográficos. También compartían sus visitas al bar de la facultad, para esa merienda reparadora, servida por el “brujo” o “mago” del café, mágicas infusiones que costaban escasas pesetas y que sabían a gloria dinamizadora para la mente, por el contenido misterioso de la achicoria que contenían. Algunos compas, con ganas de choteo, las comparaban a la mítica “centramina”. El brujo Fernando, siempre abierto a la sonrisa, con su pequeño bigotito y su delantal de servicio, sabían comprender a esos jóvenes estudiantes que en tiempos de carencias difícilmente podían pagar el café de la tarde. Cuando no había “compas” que invitaran el brujo traía la pócima o mágica infusión, con esa frase consolatoria de “mañana me lo pagas”, un mañana que se eternizaba por virtud de la santa paciencia del servicial camarero.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Esa “nerviosa” noche Vidal durmió poco. Los recuerdos se le entremezclaban, destacando su permanente fijeza en la alegría, ternura, delicadeza que Marian le transmitía, con la que se sentía vitalizado cuando estaba junto a ella. Sus ojos celestes, su fina melena color castaño y esa su convincente sonrisa angelical que tanto apreciaba, por sus efectos terapéuticos para los momentos nublados del día.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Pero a mediados del último año de estudios, la situación entre ellos comenzó a “enfriarse”. Tal vez el estrés de un curso y carrera que finalizaba, con esos exámenes finales que tensionaban los esfuerzos de cada día, fue intensificando los siempre mal aconsejables egos y comportamientos infantiles, a pesar de la etapa juvenil que desarrollaban en sus respectivas existencias. Parece ser que la chica había entablado “vínculos afectivos”, durante el verano vacacional anterior, con un apuesto y joven concejal socialista, en la localidad natal y familiar de Marian, la bella localidad jienense de Baeza. Incluso en la espectacular fiesta final de curso y carrera, celebrada en los salones y jardines del Hotel Alhambra, junio de 1973, estuvo presente <span style="color: #9437ff;">Feliciano</span>, el concejal baezano que, evidentemente, ya estaba en “amores” con la ilusionada Marian. Para entonces, también Vidal pasaba largas horas con <span style="color: #9437ff;">Rafi, </span>también malagueña como él, que estudiaba Empresariales y Comercio, y a la que había conocido en un cumpleaños de un amigo y compañero del Colegio Mayor Santiago y con la que, cuatro años más tarde acabaría matrimoniando. Las ilusiones más intensas acaban modificándose, en ocasiones, de la forma más extraña o sorprendente.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">La vida con Rafi dio de sí todo lo que el destino y sus voluntades pusieron en valor. En realidad, nunca olvidó la tierna mirada, la humanidad vital de Mª Ángeles, de la que nunca más había tenido noticias, desde aquel año en que uno y otro volvieron a sus respectivos lugares de residencia familiar. Esa noche de “dulce” insomnio, se preguntaba repetitivamente: ¿cómo sería la “angelical” Marian, cincuenta años más tarde? ¿por qué no tratar de localizarla, antes de acudir a la fiesta de aniversario en los Vergeles de Cenes de la Vega? Mirándose al espejo era obviamente consciente de que el tiempo había pasado por su cuerpo. Ahora ya no lucia su denso pelo castaño oscuro, que presumía en su época juvenil, sino una gran alopecia, con las zonas o “islas parietales” completamente blanqueadas por la edad. Su epidermis desde hacía años se había vuelto agrietada y rugosa. Su ágil delgadez había desaparecido, teniendo que usar ahora la talla 52/54 para los pantalones en su fusiforme u oronda figura, debido a su tendencia a las copiosas ingestas. Los arreglos en la dentadura habían mejorado y disimulado esas piezas perdidas, que afeaban la sonrisa. Dejó finalmente de mirarse en su realidad y se fue presto a Internet para intentar localizar al mito afectivo de su juventud: la nunca olvidada Marian.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Estuvo “navegando” por las redes hasta las cuatro de la madrugada, pero sin suerte. La localización de Mª Angeles Arania Percal se tornaba harto dificultosa. Cuando se despertó a la mañana siguiente, cayó en la cuenta de que el camino más fácil para llegar a su antiguo amor era preguntarle a su amigo “el borrachuelo”.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Perdona Dami, que te llame a estas tempranas de la mañana. Ya sabes que sobrellevo el insomnio y tú eres una persona comprensiva. ¿Necesito preguntarte si has contactado con aquella compañera de ojos azules, muy buena estudiante, que se llamaba Marian Arania? Me gustaría hablar o saber algo de ella, Ya sabes que estuvimos saliendo durante tres años”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="background-color: #cfe2f3;">“No importa la hora, Vidal. Efectivamente hablé con ella. Reside en tu misma provincia, concretamente en el pueblo de <span style="color: #c00000;">Mijas</span>. Me comentó que, una vez separada y con los cuatro hijos criados, se trasladó a vivir a una zona tranquila, entre el mar y la montaña, en un acogedor apartamento, que sus padres le dejaron en herencia. Creo que ahora se dedica y entretiene con tareas artesanales, tejiendo muy bonitos paños de hilo, después de años de docencia en la secundaria. Te facilito su dirección exacta y el número de móvil. Pero tengo la impresión de que puedes equivocarte. Vidal, han pasado 50 años por nuestras vidas. Aunque los dos estéis separados, ten cuidado con lo que haces”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tras haber conseguido esos datos que tanto anhelaba, se sentía profundamente emocionado. Volver a contactar con el amor de su vida e incluso poder estar físicamente con ella, le hacía recuperar esa vitalidad y juventud perdida hacía ya muchas décadas en el almanaque de su existencia. Estaba convencido de que con Marian su vida habría sido más feliz que con Rafaela, cuya relación había acabado por aburrimiento recíproco. Recordaba repetidamente su mirada y tierna sonrisa. Su extremada y bella delgadez, que facilitaba su motivadora agilidad en los movimientos. El dulce timbre de su voz, en el que más que hablar susurraba, siempre procurando no herir incluso en las discrepancias. La fijación e idealización en su memoria era “obsesiva”, desde la afortunada llamada telefónica de Dami. ¡Cómo sería la naturaleza o calidad humana de aquel concejal, para haber conseguido que su añorada Marian, todo bondad, lo dejara!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Tras el frugal desayuno (la emoción le había reducido el apetito) marcó ese número que le había facilitado el “borrachuelo”. Al otro lado de la línea, respondió una voz ronca u austera, que él no recordaba, identificándose como Marian.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #011893;">“Buenos días, Marian. Te extrañará esta llamada. Nos conocimos hace “medio siglo” ya que fuimos compañeros en la facultad de Filosofía y Letras de Granada, en la calle Puentezuelas, Acabamos nuestros estudios en 1973. Soy Vidal, Vidal Alberca. Estuvimos muy unidos en la amistad, durante años. Desde ese año emblemático en nuestras vidas, no hemos vuelto a tener contacto. ¿Vas recordando? Nos sentábamos juntos en las clases, en esa primera fila a la derecha, pues siempre tuve alguna dificultad de visión. Para mi fuiste más que una amiga, el gran amor de mi vida. Nunca te he olvidado. Ha sido Damián, el compañero al que llamábamos el”borrachuelo” quien me ha facilitado tu número, a consecuencia de la fiesta del cincuentenario en los Vergeles de Cenes”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Le extrañaba el silencio que mostraba su interlocutora quien, después de la larga perorata explicativa que le había hecho, al fin habló, haciéndole una pregunta con un tono algo brusco y cortante:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">“Pero ¿Vd. quién es?” “Pues tu compañero y antiguo novio Vidal…” “Yo a Vd. no le conozco. Me perdonará, pero es que ahora tengo la memoria algo frágil” “Seguro que cuando me veas, me reconocerás. Eso sí, con más años”</span><span style="color: #011893;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Le aportó otros detalles, para facilitarle el reconocimiento, indicándole incluso su posición en la orla académica. Hasta que finalmente la Sra. pronunció una expresión que le llegó al alma. “¡Ya caigo, tú eres Vidalito! ¡Claro que sí!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Quedaron en encontrarse, unos días días más tarde, en la localidad de Mijas donde ella residía, a donde Vidal se desplazaría, con la mayor ilusión, sin el menor problema. En la tarde del siguiente viernes, a las 18 horas, habían quedado citados en la plaza del Ayuntamiento. Ese día el pueblo de Mijas estaba muy densificado de visitantes turistas. Vidal dejó su vehículo en el parking municipal y salió a la gran plaza de la Virgen de la Peña, en donde veía a muchas personas con atuendo turístico. Miraba de aquí para allá y no reconocía a la actual Marian. Habían acordado que ella iba a ir vestida de color azul, mientras que él llevaría una gorra beige deportiva, también de color azul (con la que quería disimular su profunda alopecia. Sintió una mano sobre su hombro, se volvió y quedó impresionado: una señora, mayor como él, le sonreía. <span style="color: #2b00fe;">“Yo soy Marian. Tu eres Vidalito ¿verdad?”.</span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Desde luego, los kilos acumulados habían traicionado la muy lejana esbeltez de dos cuerpos, que no se veían desde hacía medio siglo. Marian lucía el color celeste de sus ojos. La permanente que llevaba y el teñido violeta que se había puesto, disimulaba, sin duda, el cabello cano de su cabeza. En realidad, se había colocado un aplique o peluca, para compensar lo ralo o difuso del cabello propio. También ella “sufría” ese agrietado de la piel, que traicionaba la finura rosácea de aquella joven de 20-22 años. Marian se apoyaba en un elegante bastón, justificándose por unos problemas de lumbalgia que le aquejaban con frecuencia. Vidal se fijó en la actual robustez e hinchazón de sus piernas. De su voz celestial y dulce nada quedaba pues, aunque lo había dejado hacía unos diez años, el tabaco había hecho mella en su garganta.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Sentados en una cafetería de la gran plaza, se observaban una y otra vez, intercambiando sonrisas y palabras de cortesía.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><span style="color: #2b00fe;">“A mi marido Feliciano lo pasaporté, porque el muy fulano me la pegaba con una funcionaria de la delegación de Hacienda, que lo traía loco, como a un perrito faldero. Ahora empleo mi abundante tiempo libre con los cuatro hijos que tuve, entreteniéndome muchos días visitando a mis nietos. Hago labores de artesanía con hilos, tejiendo paños y otros elementos para la decoración del hogar. También estoy algo enganchada al bingo, como distracción, por supuesto,”</span><span style="color: #011893;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkNA-VnAC7MiCLW57v1QPeaU2WAoNDHSckeezjZHLojs4eY7AP7VHhMM0RSrUKDEM7Vncgrtoj_PRCYeezpsmX5b9FrHonztsFnq-f78G7_DXmZ7enpiOo_6eBEadXbxeY9_pyxH9JSr8HnziDkxFAH_CPW06y7AOHQ5tCR8f0UQpoLIE10GkmwEJFSKM/s810/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="567" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkNA-VnAC7MiCLW57v1QPeaU2WAoNDHSckeezjZHLojs4eY7AP7VHhMM0RSrUKDEM7Vncgrtoj_PRCYeezpsmX5b9FrHonztsFnq-f78G7_DXmZ7enpiOo_6eBEadXbxeY9_pyxH9JSr8HnziDkxFAH_CPW06y7AOHQ5tCR8f0UQpoLIE10GkmwEJFSKM/s320/Sin%20ti%CC%81tulob.jpg" width="224" /></a>Vidal también le contó cómo había sido su vida, en esas cinco décadas de tiempo transcurrido. El antiguo trabajador de Unicaja sentía, por momentos, una gran decepción. Se decía a sí mismo <span style="color: #0432ff;">¡Qué duro es el paso del tiempo! </span>Permanecieron juntos casi dos horas, recordando anécdotas de aquellos felices y juveniles años de universidad. Pidieron al camarero que les hicieran unas fotos, para recordar el feliz reencuentro. En un momento concreto, Marian le confesó que no pensaba asistir a la cena del cincuentenario. Pondría alguna excusa amable, para no quedar mal. Le deprimían estas fiestas o encuentros sociales, en los que sólo veía decrepitud física y anímica. Quedaron en mantener periódicos contactos, para mantener el vínculo de la amistad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;">Cuando Vidal volvía para Málaga, había tomado ya misma decisión. Se decía en el pensamiento <span style="color: #011893;">“mejor dejar los recuerdos en su tiempo y lugar. Es un error intentar revivir el pasado. El tiempo pretérito permanece mejor en la memoria, con más dignidad y vitalidad”.</span> –<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 0cm 6pt; text-align: justify;"><o:p><br /></o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">ENTRE LA MEMORIA<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 24pt;">Y LA REALIDAD<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p><br /></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p><br /></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p><br /></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="color: #d60000; font-size: 5pt;"><o:p> </o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">José L. Casado Toro<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm; text-align: right;"><span style="font-size: 10.5pt;">Viernes 29 septiembre 2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> Dirección electrónica: </span><a href="mailto:jlcasadot@yahoo.es" style="color: blue;"><span style="font-size: 10.5pt;">jlcasadot@yahoo.es</span></a><span style="color: blue; font-size: 10.5pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt; margin: 0cm 35.15pt 0cm 0cm;"><span style="color: blue; font-size: 10.5pt; text-align: justify;"> Blog personal: </span><a href="http://www.jlcasadot.blogspot.com/" style="color: blue; font-size: 12pt; text-align: justify;"><span style="font-size: 10.5pt;">http://www.jlcasadot.blogspot.com/ </span></a></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSIT__rhGuEfLQXibSaD-uJdYFXPhgnEuvwzwNqRB9nr309c-wqVcR3BfhhtNEmEbSCXmZt6ZlabsbdFZJr-qSJHQN5n18KZdo_qzkwhmymh93u9Gy7TJKN8AIDToB7i0agWXvIyxhvSyMhAz76f4eGWJ66N_ks4kz1tjgZNV3qf8KA9Yh4_elLl972sE/s556/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="442" data-original-width="556" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSIT__rhGuEfLQXibSaD-uJdYFXPhgnEuvwzwNqRB9nr309c-wqVcR3BfhhtNEmEbSCXmZt6ZlabsbdFZJr-qSJHQN5n18KZdo_qzkwhmymh93u9Gy7TJKN8AIDToB7i0agWXvIyxhvSyMhAz76f4eGWJ66N_ks4kz1tjgZNV3qf8KA9Yh4_elLl972sE/s320/Sin%20ti%CC%81tuloc.jpg" width="320" /></a></div><br /> <p></p>jlcasadothttp://www.blogger.com/profile/12217066640102997677noreply@blogger.com0