jueves, 28 de octubre de 2010

OPINOMETROS DE ESCAPARATE, PARA TIEMPOS AUSTEROS

Tras esa claridad que nos transmite la transparencia de la ventana, algo nublada o con un pequeño anticipo de jornada soleada, nos llega un nuevo día propuesto para la ilusión, el desconsuelo, la rutina o la aventura, Como el de ayer o mañana, marcado por un número entre las hojas, no vegetales, del calendario. Aquellos que practicamos el hábito de madrugar, por obligación laboral o por la exigencia psico-somática de nuestro organismo, solemos echar una primera ojeada, en función del tiempo disponible, a las portadas de los principales diarios que se nos ofrecen con puntualidad meridiana desde las páginas digitales de Internet. ¿Cuáles son las noticias más destacadas que nos traen las voces mediáticas, locales o nacionales? Y te asomas a ese mirador que contempla el valle sembrado de la sociología ciudadana, con una mezcla de interés, curiosidad y valentía no exenta de prudencia, ante lo relevante de la realidad. Centras tu lectura para con aquellas secciones periodísticas que más se vinculan a tus aficiones, necesidades, deseos y costumbres. Todo ello, tras un primer visionado de la primera página del órgano correspondiente de prensa que, a modo de índice sugerente, propone lo más destacado de su repertorio para la comunicación a los lectores.

Hoy nos hemos encontrado con un “dulce” término lingüístico para enriquecer el argot de nuestro vocabulario. ¡Llegan los OPINÓMETROS! Hay que reconocer que la palabrita, con esa dosis de sensualidad aterciopelada para un buen impacto en la colectividad, nos trae a la conciencia la realidad de otro aparatito, digital como es debido, que va a poblar la amplísima tecnología que sustenta nuestras relaciones interpersonales en la sociedad. Resumo los datos, aportados por los medios de comunicación malagueños. Los gestores que rigen el Ayuntamiento de Málaga han adquirido veinticinco de esos artilugios medidores y procesadores, a fin de instalarlos en otras tantas sedes municipales. En las diez Juntas de Distrito, edificio de la Casona del Parque, Teatro Cervantes, Palacio de Congresos, Palacio de Deportes Martín Carpena, Centro de Arte Contemporáneo, Centros de Mayores… podremos ver y utilizar estos medidores de la opinión pública, con pantalla táctil y 150 centímetros de formato, en su altura. Han costado unos 200.000 euros de nuestros impuestos y tributos. Gasto especialmente significativo en esta época de indigencia económica. En realidad, ese dinero se ha cargado en la partida del FEELS que, para no hacer más complicada la explicación, es la partida que han recibido los Ayuntamientos desde la Administración Central con el objetivo de crear empleo, en estos tiempos de cruel recesión económica. Pregúntenles a los bancos y entidades financieras. Ellos saben mejor que nadie, en su irresponsable conciencia, el por qué estamos en una fase B del sistema capitalista, con las dramáticas secuelas sociales que tal situación depresiva conlleva. Volvamos a la noticia. Parece que nuestra Excma Corporación Municipal piensa que gastándose 200.000 euros del “Plan Zapatero” puede generar muchos puestos de trabajo. Tal vez sea ello cierto, pero me temo que sólo para los que tengan la oportunidad de trabajar en la empresa que haya construido los susodichos “opinómetros”.

¿Y cómo van a funcionar esos procesadores de la opinión popular? Te acercas a su irresistible diseño y entablas un literario diálogo con su teclado que, entiendo, se genera digitalmente en su pantalla LCD para su utilización táctil. Te requiere la edad, el sexo, la situación laboral y la zona de residencia. Se respeta el anonimato, pues no revelas la privacidad de tu nombre y, supongo, se te pregunta con alguna escala numérica tu valoración cualitativa o cuantitativa de los servicios turísticos, culturales, deportivos, medio ambientales, sin descartar la política de seguridad, juventud o urbanismo en tu barriada de residencia correspondiente. Cada mes, los regidores del organismo municipal recibirán, debidamente estructurada y procesada, esa información tan necesaria para mejor diseñar los destinos de su política gestora ante la ciudadanía. Y es que se acercan tiempos electorales, por lo que esos medidores pueden ser sumamente útiles para reconducir de manera partidista la tendencia de la papeleta electoral. Conociendo las “nobles artes” que se utilizan en la navegación de la política, caben pocas dudas que el copo playero de los votos motiva muchas de estas decisiones para la manipulación sociológica de las urnas electorales.

Cualquier medio o procedimiento que permita recoger el sentir de la ciudadanía entiendo que es positivo. Aun siendo discutible que estas partidas económicas se inviertan en una época de dificultad financiera, en la que se contraen sueldos y pensiones, incrementándose duramente los tributos, quedando muchas necesidades sociales, temporal o indefinidamente, pospuestas para mejor ocasión u oportunidad. Es patente que gastos de 200.000 euros en estos artilugios denominados…. “opinómetros” bello esfuerzo imaginativo para la creatividad terminológica, cuando se aproximan fechas electorales, no es precisamente una buena imagen para la sensatez inversora. Decía, líneas atrás, que los gestores políticos deben estar, obviamente, bien informados de lo que piensan aquellos a quienes gobiernan. Otra cosa es la eficacia de estos muestreos e incluso la operatividad de las mismos para rediseñar los cauces administrativos y políticos en la acción pública. Nadie se ha de engañar. Envías cartas de protesta y reclamación a los departamentos correspondientes, sin el menor eco de aquéllos que están al frente de los mismos y, después, ves como reaccionan con la celeridad del sonrojo cuando esa misma carta o misiva aparece publicada en un medio de comunicación. Así funcionan, así actúan. ¿Cuál será la real utilidad de estos veinticinco receptores de la valoración popular? Sólo el tiempo será fiel juez de la rentabilidad social de esta decisión del consistorio municipal malacitano.

A nivel ESCOLAR, siempre me he preocupado de CONOCER la opinión de aquellos jóvenes a quienes impartía docencia y educaba en valores. Y había muchas formas y procedimientos para conseguir ese fin que sustenta la información.

Uno de los más económicos, y de compensación manifiesta, era observar las miradas de mis afectos alumnos. Cuando estabas explicando, cuando planteabas una opción o posibilidad en el ámbito escolar, cuando elogiabas o hacías tomar conciencia del error, era más que suficiente analizar esa respuesta mímica y expresiva que no tardaba en aparecer en sus ojos y semblantes. Te ayudaban a formar una primera composición de lugar acerca de cómo estaban recibiendo el mensaje, aún antes de cualquier otro recurso analítico.

De igual forma, esas entrevistas individuales, de ámbito tutorial, en los escasos minutos del recreo diario, me ayudaban, en el contexto de la conversación, a conocer interesantes elementos de la ciudadanía escolar con la que a diario trabajaba. Ya no sólo era la opinión de mi interlocutor, más o menos expresivo según carácter, sino que él mismo servía de puente, de manera consciente o subliminal, como portavoz valorativo de no pocos de sus compañeros de aula o Centro.

Por supuesto, el diálogo con los responsables familiares. Los críos hablan en casa. Suelen comentar con sus padres y madres aspectos de aquel u otro Profesor, compañero o circunstancia acaecida en el contexto colegial. Los tutores familiares trasladan estas muestras y datos informativos, en el transcurso de la sesión de entrevistas programadas u ocasionales.

Pero, sobre todo, el momento más decisivo en esta recepción de lo que piensan los educandos es cuando planteaba unas ENCUESTAS ESCRITAS, aprovechando la hora utilísima de la tutoría colectiva semanal. Esa hora tan importante para tu quehacer formativo, siempre y cuando tengas la voluntad de aprovecharla a fin de conocer mejor a quienes mejor debes conocer en el desarrollo de tu profesión. Los alumnos.

¿CUÁNDO SE DEBEN PLANTEAR ESTAS ENCUESTAS?

La respuesta es concluyente. En el momento en que cada Profesor-tutor lo considere oportuno. Sin embargo, hay unas circunstancias especiales que aconsejan llevar a efecto los aludidos muestreos. En las primeras semanas del Curso; tras las vacaciones de Navidad y Semana Santa, posteriores a la celebración de la 1ª y 2ª de las evaluaciones; cuando se detecte un bajón importante en el rendimiento o en la relación intergrupal; también, cuando fluyan problemas graves de comportamiento disciplinario.

¿CÓMO DEBEN SER REDACTADOS LOS INTERROGANTES CORRESPONDIENTES?

Desde luego habría que evitar preguntas de elaboración complicada. No han de ser numerosas, para evitar el cansancio. Su planteamiento ha de ser muy claro y concreto. Puede haber preguntas que posibiliten elegir una opción sugerida en las respuestas. Pero, al tiempo, los alumnos deben tener la libertad de expresar sus propios criterios, por lo que muchas de las mismas han de ser del tipo de respuesta abierta. Y, por supuesto, debe de haber un interrogante no expresado para que nuestros alumnos aporten todo lo que quieran expresar. ¿Quieres añadir algo más que no se te haya preguntado?

¿ANÓNIMAS O CON IDENTIFICACIÓN PERSONAL?

En principio me inclino a que los alumnos mantengan el anonimato. Ello les ayudará y animará, subsiguientemente, a ser más sinceros y valientes en lo que expresen. Tendrán menos cortapisas en desarrollar o decir lo que piensan. De todas formas, todos los impresos elaborados al efecto tendrán unas líneas superiores donde cada uno indicará la fecha en que se responde y la posibilidad de anotar sus nombres si así lo consideran oportuno. Mi experiencia me hace afirmar que no son pocos los que acaban firmando, con su nombre y apellidos, la muestra que se les ha facilitado.

¿LOS ALUMNOS HAN DE SER INFORMADOS DEL RESUMEN ESTADÍSTICO DE LOS RESULTADOS, CON EL ANÁLISIS VALORATIVO QUE HAYAN POSIBILITADO?

Parece obvio. Y habrá que hacerlo sin dilatar en exceso la comunicación de los datos. Aunque el tutor realice su propia valoración de la encuesta, los asistentes al debate pueden y deben aportar también sus propias conclusiones, una vez conocidos los números porcentuales exactos de lo que globalmente se ha manifestado. Dichas conclusiones deben servir de punto de partida para rectificar, mejorar, cambiar, potenciar, o delimitar modificaciones que afecten a la vida académica, tanto en el estudio, la disciplina, y la generación y práctica de valores. Se deben buscar soluciones y llevarlas a la práctica.

Retomando la información que da fundamento a este escrito, debo concluir que siendo la decisión adoptada asépticamente positiva no es éste el momento más presentable de hacer un gasto de esta naturaleza. Deben existir otras prioridades, sociales o de infraestructuras. La inminencia electoral que se cierne sobre el pueblo español en este momento, hace sospechar una clara intencionalidad política por parte de los dirigentes del principal municipio malagueño. Sobre todo porque la ciudadanía es claramente escéptica de la influencia que se ejerce en la jerarquía administrativa cuando llegan a ésta las reclamaciones u objeciones del ciudadano. Existe una percepción generalizada de que sólo se mueven a golpe de imagen, cuando los problemas se airean en la prensa. Los de uno y el otro signo de banderola partidista. Habrá que conocer, igualmente, la empresa que ha vendido los mecanismos informáticos de opinión al consistorio malagueño. Para eso debe estar el esfuerzo de control por parte de la oposición política municipal, con el seguimiento subsiguiente de claridad en las cuentas.

Contemplamos, con encomiable paciencia:

los teóricos vaivenes urbanísticos en la histórica Plaza de la Merced;

la indefinible e interminable solución al Puerto marítimo malacitano;

los amplios terrenos en erial del antiguo Campamento Benítez;

la arqueológica y eternamente inacaba calle Alcazabilla;

los degradados e inutilizados Baños del Carmen;

la “diligencia” que se lleva a efecto en las obras del metropolitano;

el cauce o “rambla” desaprovechada del río Guadalmedina;

el espejismo de un tren costero que llegue hasta Marbella… Algeciras;

los edificios ruinosos de los cines Astoria y Andalucía, entre otros;

el inexistente gran Parque de Atracciones, emblemático para la industria del ocio de la Costa del Sol;

los domingos y festivos depresivos para el turismo de cruceros o de otro signo, en la capital malagueña;

un Auditorio mil veces anunciado y nunca comenzado;

una Banda Municipal de Música que ha de suspender sus actuaciones, cuando el cielo amenaza lluvia o se hacen efectivas las precipitaciones;

unas playas, con banderas azules y aguas inquietantemente marrones, para delirio del absurdo y la incompetencia, con el peligro subsiguiente;

unos datos del desempleo que debían generar el color que preside este párrafo, en algunos o muchos de lo rostros empresariales y políticos;

una asistencia sanitaria masificada y dramáticamente lenta, con ese macrohospital que no se decide para su construcción……….

Por cierto, ¿cuánto tiempo llevan gobernando, los UNOS?

¿Y cuánto tiempo llevan gobernando, los OTROS?

Sobre los OPINÓMETROS…. total, es sólo una pequeña partida de 200.000 euros, según informa la prensa. Un “modesto” gasto para el mejor servicio a la ciudad.-

José L. Casado Toro (viernes, 29 octubre 2010)

Profesor

domingo, 24 de octubre de 2010

EN EL FELIZ DIA DE TU SANTO


Creo que resulta muy agradable recibir unas palabras de felicitación, en el día que celebras tu santo u onomástica. Nadie lo ha de negar. Ya sea a través del correo electrónico, utilizando la vía telefónica o (cada vez menos) mediante unas letras cariñosamente escritas en una carta o postal enviada mediante el correo ordinario. Por estas vías, además de la comunicación directa, llega a tu sentimiento y necesidad un mensaje de afecto y buenos deseos que te hacen un poquito más feliz. Principalmente, porque percibes cómo ese remitente o interlocutor amigo se ha acordado de ti en una fecha importante para tu calendario. Familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y conocidos, son los que han tenido la atención y la delicadeza de transmitirte su recuerdo y ese afecto que tanto reconforta. Incluso las cálidas ¡felicidades! que se te dicen en el ámbito de la empresa, o en ese espacio más que reducido del ascensor domiciliario, lo integras como una muestra necesaria de buena convivencia y mejor educación.

El problema se presenta porque no todos hemos recibido en la pila bautismal el nombre de José, Juan, Antonio, Pilar, Carmen, Santiago o Inmaculada…… Podríamos citar más ejemplos, pero los anotados son suficientemente expresivos para lo que deseo transmitir. En una gran mayoría de ciudadanos es fácil recordar las fechas del 19 de marzo, el 24 de junio, el 13 del mismo mes, el 12 de octubre, el 16 o el 25 de julio o el 8 de diciembre, siguiendo el orden correspondiente al santoral que hemos citado. Y es que hay muchos más “santos” en la Iglesia Católica. He navegado en las aguas siempre informativas del “dios” Google” y en algún momento concreto de la travesía he creído perder las cartas de ruta. Tenía la sensación de estar un tanto a la deriva o a merced de esas corrientes marítimas que resultan tan incómodas para navegantes inexpertos. ¿Cuántos santos y santas hay en la agenda de la sociedad vaticana? O en el cielo… para que nadie se incomode. La aritmética es complicada de resolver, pues hay páginas que te ofrecen el listado por las letras del alfabeto. Incluso aportando una, más o menos amplia, biografía del agraciado personaje. Pero de números exactos no se ofrece una información específica para la cuantificación. Me he permitido elegir una letra al azar. En el listado de la J, he llegado a contar hasta 240 santos y 77 santas. Y eso sin reparar en otras categorías de la jerarquización divina para la eternidad (beatos, siervos…). En definitiva, que la guía santísima para los católicos o los cristianos es amplia, muy extensa, en su contenido. Abarcable sólo para expertos o doctos en la materia. Conozco una página WEB, vinculada a la diócesis madrileña, en la que se informa del santoral, en cada uno de los días del año. Invito a que se escriba un día cualquiera del calendario y observaremos el amplio listado de nombres que se nos ofrece, todos ellos de vidas admirables y ejemplares , dada su señalada trayectoria en el tránsito de lo humano.

Volviendo al sentido de este artículo sobre la felicitación “en el feliz día de tu santo” , he de manifestar que tenemos admirables compañeros, amigos y familiares sobre los que no resulta fácil atender a ese gesto amable y cariñoso. Simplemente, porque no conocemos la fecha en que celebran su santoral. Son nombres menos conocidos o celebrados socialmente. Por eso se escapan del archivo ordenado de nuestra memoria. En ocasiones el objetivo se complica en el afán de cumplir amablemente con los demás. Hay más de una celebración vinculada a los Franciscos. En el caso de las Marías, otro tanto. Con los nombres compuestos tampoco tenemos una fácil solución. ¿Cuándo celebras tu santo, el 19 de marzo o el 13 de junio, José Antonio? Otros nombres parecen que sólo resultan explícitos en el santoral regional: Ainhoa ¿cuándo es tu santo?

En alguna ocasión he preguntado a diferentes compañeras de Claustro cuándo celebraban su onomástica. Especialmente con aquellos nombres menos usuales, de los que se suelen anotar en el Registro Civil. Me confesaban que ellas no celebraban su santo, sino su cumpleaños, costumbre frecuentemente utilizada en las regiones del norte latitudinal español. Es una opción legítima, por supuesto, y con un sentido lógico en el desarrollo de la conmemoración. Aunque nunca se me ocurriría preguntar por el número o dígito concreto del “cumple”, tanto para la mujer como, cada día más, para el hombre, entiendo que cada año más que se anota en la biografía de tu vida es una parcela vivencial que has podido recorrer, en su sentimiento, enriquecimiento personal y disfrute. Resulta un año más el que has tenido la suerte de vivir. Y es que por celebrar, nos esforzamos por ampliar los motivos y circunstancias para la conmemoración. Bautizos, comuniones, mayorías de edad, graduaciones, noviazgos, despedidas de solteros, bodas, separaciones y divorcios, aprobados y traslados, sorteos y premios de azar, viajes y reencuentros…... Incluso en algunas culturas, contamos con las merendolas sociales que se organizan, tras el duelo funerario correspondiente. Esas comidas, en el contexto de lo fúnebre, me ha hecho dudar, con una más que razonable inquietud, acerca de la verdadera causa de organizar y “engullir” tan suculento y copioso ágape, una vez que el personaje central de la conmemoración ya viaja presuroso hacia la profundidad de sus insondables, respetables y privativas creencias del alma. Bueno, pensemos con generosidad. Siempre resulta positivo el gesto amable de la celebración. Especialmente, adornando cualquiera de estos eventos, con el estómago bien restaurado y mejor regado.

¿No te acuerdas qué fecha es hoy? Ante esa “simple” y punzante pregunta” plena de “inocencia” conceptual, te ves un tanto desarmado por la previsible dialéctica subsiguiente que va a generar. Vienes un tanto cansado de los varapalos sociolaborales que has tenido que encajar, con la mejor de las actitudes de amabilidad, dadas las obligaciones de imagen que tu rol profesional conlleva, y lo primero que te encuentras es esa frase teatralizada con una sonrisa que provoca el temblor anímico subsiguiente. Da igual. Poco importa que sea la fecha de su natalicio, el de la celebración nupcial o el de aquella preciada Virgen o Santo patronal de la Villa, que da nombre a mi interlocutora…. o interlocutor conyugal. La batalla, marcada con un heterogéneo carácter incruento, en lo físico, pero hiriente, en lo psicológico, ha comenzado. Tratas de ganar ese tiempo imposible para la reacción, pero la posición, como en el baloncesto, la tienes más que perdida. Pronto aparecen en la argumentación los aires “proustianos” en busca de aquel tiempo perdido que no ha de volver. “Pues antes no eras así. Te acordabas de estos detalles que tanto significan en la convivencia entre dos personas” Con la mayor de las paciencias intentas salvar la situación, justificando lo complicado del día que has tenido que sufrir. ¡Y cómo has cambiado! Dardo un tanto envenenado pues esa frase va acompañada de un gesto teñido con una expresión de víctimismo doliente, en el que la sonrisa forzada ya está ausente de su expresión. El climax se acelera cuando te coloca en la mano un paquetito, cuidadosamente revestido de ese conocido color verde mercantilizado, bajo la insignia del Corte Inglés. ¡Yo, no me he olvidado!

Creo que esta escenificación sería innecesario prolongarla con el metraje de crueldad y realismo que encierra en sus alforjas de vivencias varias, para lo matrimonial o familiar.

Para evitar estos traumas, desagradables e inelegantes en su desarrollo, existen las agendas. Electrónicas o en soporte papel. Con un pequeño esfuerzo de planificación, podemos ir anotando aquellos eventos y celebraciones que afectan a las personas que nos son más afines. Y esta práctica, por lo demás compensadora por su utilidad, habrá de llevarse a la práctica con la suficiente antelación, a fin de evitar errores que después se potencian en su incomodidad. Resulta obvio comentar que las agendas están diseñadas para ser anotadas con regularidad y, por supuesto, para ser consultadas con la exigible periodicidad. Si llegara el caso de que hemos cometido una carencia en la atención a los demás, bueno sería pedir disculpas, con palabras elegantes en su sinceridad y/o con un significativo detalle o gesto material que compensara nuestra falta de atención o memoria, con esa u otras personas.

Recordemos cuando éramos pequeños. Reflexionemos, ahora que somos mucho, mucho más mayores. Siempre alegra, a todos nos satisface, recibir una felicitación. Principalmente porque, tras la misma, existe el buen detalle de que otras personas se han acordado de nosotros. Sentimos, en definitiva, que significamos algo en la esfera de influencia de aquellos que comparten, con la proximidad de la distancia, nuestro caminar por los senderos de la vida. Esas personas que forman parte, con una heterogénea intensidad, de nuestra modesta pero sentida biografía.

Me quedé unos segundos pensativo, observando la cajita del regalo, aún envuelta con sus cintas de colores, que acababa de recibir. La miré a sus ojos algo entornados, en cuyo limpio gris azulado había una mirada plena de enfado. La mímica de su rostro daba muestras inequívocas de una profunda decepción. Pero a poco…. sonreí. Abrí la cartera del trabajo, que aquel día estaba vacía de folios, dossieres y ficheros. Extraje una primorosa rosa roja, envuelta en un celofán regado de colores y corazones. “Yo tampoco, tampoco me he olvidado de esa fecha tan importante en nuestras vidas. Confío sepas interpretar y valorar el significado de esta flor”. Esa rosa, rebosante en sentimientos que hablan y comunican sin el soporte de las palabras, pronto se vio acompañada de otro detalle o regalo, cuyo contenido pertenece a la privacidad de la historia. “Gracias, gracias por ti. Feliz, feliz día, en nuestro aniversario”.

José L. Casado Toro (viernes 22 octubre 2010)

Profesor.

http://www.jlcasadot.blogspot.com/.

viernes, 15 de octubre de 2010

UNA PUBLICIDAD POCO AFORTUNADA. MOTES A LOS PROFESORES.

UNA PUBLICIDAD POCO INTELIGENTE.
MOTES A LOS PROFESORES.


La tarde malacitana se había ataviado con una primavera en fechas otoñales que resultaba muy grata para el cuerpo y, lo que es más interesante, para enaltecer ese ánimo desorientado que nos permite sonreír en el sosiego. El Centro del Arte Contemporáneo nos había regalado el disfrute de una interesante película de cine europeo, en versión original subtitulada. Con pesar, hay que manifestar que la “filmoteca” de esta ciudad se halla repartida a trozos heterogéneos por el escenario cultural de instituciones y organismos, frente a la desidia administrativa de quien la debe crear…. pero no lo hace. Aún, por el oeste urbano, el azul del cielo se resistía a dejar paso al manto oscuro de la noche, mientras el Parque Comercial de mi zona veía el tránsito y fluir de personas con sus bolsas, miradas, voces y silencios. Camino de casa, me crucé con un amplio cartel publicitario, en soporte luminoso, que llamaba poderosamente la atención. Curiosamente, estaba ubicado junto a la verja de la Delegación Provincial de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Como homenaje al Día del Maestro, 30 de septiembre, una organización humanitaria de ayuda social, como después comprobé, había conformado un “collage” de esos nombres y apodos con que los alumnos obsequian, cada uno de los días, a sus Maestros y Profesores. Aunque al final de este artículo se adjunta la fotografía original publicitaria, resumo aquellos epítetos más “generosos” recogidos en ese cartelón público para la información viaria.

El ogro. El amperio. El tortuga. La bioloca. El orejas. Petete. El morta. El megáfono. Al Tapone. El Popeye. El chapas. El salmonete. El barrilete. La Rottenmeyer. El Gadafi. El fósil. El mediometro. El manograsa. La yeti. La rana……. Y algún otro calificativo, cuyas letras quedan semiocultas por una nota en amarillo, con un “perdón y gracias” que no nos llega.

Como no sabía identificar en su momento quién estaba detrás de las siglas autoras del cartel, consulté en ese manual digital universal que ha hecho olvidar al Espasa (el de los cientos y pico de volúmenes) y a la clásica Enciclopedia Británica. Me refiero al “dios informador” Google, como resignadamente solía calificar, ante mis alumnos, a ese maravilloso buscador que actúa con los nanosegundos de rigor, en su mágica e inexplicable rapidez. De inmediato, me sacó de dudas. www.fad.es.

¿Y QUÉ ES LA FAD?
La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción es una institución privada, sin ánimo de lucro, no confesional e independiente de toda filiación política, de carácter benéfico-asistencial, y dotada de status consultivo con categoría II ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. La FAD, cuya Presidencia de Honor ostenta Su Majestad La Reina, tiene como misión fundamental la prevención de los consumos de drogas y sus consecuencias.
La FAD fue creada en 1986 con el respaldo de empresas, instituciones y profesionales, y desarrolla sus actividades en colaboración con otras organizaciones de la sociedad civil que entienden que los problemas de drogas requieren una respuesta solidaria, que debe articularse principalmente desde el ámbito de la prevención.
A lo largo de su historia, la FAD ha pretendido integrar la contribución de expertos de diferente perfil, para mantener una línea innovadora en sus estrategias y programas, y poder constituirse como un referente orientador y estimulador de otras propuestas.
Una de las características diferenciales de la FAD es su apuesta por prevenir los riesgos de las drogas a través de estrategias educativas, para lo que actúa de forma muy destacada en el ámbito de la educación formal e informal.
La FAD promueve la educación preventiva en todos los niveles -escuela, familia y comunidad-, buscando objetivos específicos relacionados con los consumos de drogas, y atendiendo, secundariamente, a otras conductas de riesgo psicosocial. Asimismo, mantiene líneas de investigación sobre las causas y consecuencias de los consumos de drogas, propuestas para la formación de profesionales y mediadores, sobre todo utilizando nuevas tecnologías, y campañas de sensibilización y movilización sociales.
En estos momentos la FAD ocupa un espacio destacado como una organización líder y referente de las intervenciones en el sector, tanto en España como en América Latina, donde ha compartido su experiencia y su modelo de intervención con catorce países.

Se trata de una institución privada que persigue nobles y loables objetivos. Admirables, por supuesto. Pero considero que, en este caso, no es una publicidad afortunada la elegida al efecto, a fin de homenajear a los Maestros. Sin duda posee atractivos y reclamos, para motivar la atención popular. Pero… es un tanto inadecuada o desafortunada, en su trasfondo. Vayamos por partes. Los españoles siempre hemos sido muy aficionados a utilizar el apodo para referirnos a otras personas, costumbre aplicada incluso con la más alta magistratura o Jefatura del Estado. Recordemos algunas de estas históricas expresiones: el Sabio; la Loca; el Hechizado; el Magnánimo; el Piadoso; Pepe Botella; el Pasmado; el Conquistador; el Prudente; el Honesto; el Emperador; el Animoso; Reyes Católicos; el Grande; el Hermoso; el Jorobado; el Político; el Bien Amado; el Franco; el Deseado; el Rey Felón; el Justo; el Cruel; el Casto; el Malo; el Impotente; el Batallador; el Humano; el Emplazado; el Monje; el Bravo; el Ceremonioso; el de las Mercedes; el Consentidor; el Gotoso; el Craso; el Doliente; el Santo……

También hoy, a nivel laboral o social, el uso de los apodos y motes es más que frecuente. Bien es verdad que su utilización se realiza de una forma comedida y en círculos privados de amistades o en el ámbito familiar. Sin embargo, es en el entorno escolar, dada la edad de sus integrantes, donde siempre ha prevalecido esta peculiar forma de referirnos a los que estaban al frente de las aulas como Profesores. Personalmente aún recuerdo algunas referencias de mis ya lejanos años de escolaridad juvenil, pero no me parece elegante utilizarlas en este lugar. En general, hacían alusión a “defectos” físicos o de carácter que presidían, de manera más o menos explícita, su actuación como enseñantes y educadores. No hay que negar que algunos de los mismos tenían un cierto humor o gracia en la habilidad de quien los había creado. Pero la inmensa mayoría contenían un elevado nivel de esa “crueldad” infantil o juvenil que resulta un tanto inevitable por la corta edad de sus autores. Tal vez el uso de la palabra crueldad sea un tanto exagerada, sin embargo había motes que estaban muy lejos de la sonrisa o el humor. Entraban de lleno en el área de la más evidente agresión expresiva, desconsideración y, añadiría, de falta absoluta de respeto y de caridad hacia estas personas dignas de respeto. Incluso provocando el jolgorio general, algunos compañeros más despistados se acercaron el Profesor correspondiente, saludándole con el Don o Señor seguido del mote que esta persona tenía, en la creencia que era su verdadero nombre. Podemos imaginarnos la cara que ponía el aludido tan despectivamente ante ese epíteto que, evidentemente, ellos ya conocían. Y es que, incluso con dieciocho o más años, se cometen errores infantiles e indelicados, provocando respuestas más que “cortantes”. ¿Por casualidad es Vd el Catedrático de Historia Medieval? ¡No, señorita, no lo soy por casualidad sino por rigurosa oposición ante un tribunal! Pero era más grave decirle a todo un catedrático, en su cara, Sr. Mogambo o Sr. Bombilla, conociendo la historia que sustentaban esos vocablos. Toda una temeridad, además que una falta patente de educación, aunque en este caso se hiciera por error propio o inducido.

Ya, en mi larga andadura como Profesor, he conocido numerosísimos motes, referidos a compañeros de Claustro. Por supuesto que mi propia persona no ha quedado exenta de estas peculiares creaciones expresivas. En la medida de lo posible, he tratado de corregir, a nivel tutorial o coyuntural, a los utilizadores de tales vocablos o palabras. Y no “corriendo” al parte de incidencia de los colores disciplinarios, sino hablando y razonando serenamente con el alumno o alumna en cuestión, a fin de hacerle comprender que esa persona, merecedora de respeto, tiene un nombre. Cambiándolo, de esa manera despectiva, ineducada y cruel, estaban provocando un profundo daño no sólo a la persona aludida, lo que es muy grave. También, sus autores, se estaban ellos mismos degradando como personas, al hacer uso de esos lamentables apodos. “A ti mismo te desagradaría que te llamaran de tal forma. No te haría gracia alguna. Sin duda, te dolería”.

Soy de la opinión de que todo mote o apodo encierra un sentido, subliminal o concreto, de indelicadeza, falta de respeto, desconsideración y desvaloración y, en no pocas ocasiones, buscando herir a la persona sobre que se utiliza. Como decía líneas atrás. No se “agrede” solo al destinatario. También el remitente resulta contusionado en su propia categoría como persona. Y eso de que son inocentes o simpáticos es pura literatura. Hay una cierta incapacidad, dialéctica y humana, o maldad personal en su origen. Habría que desterrar de nuestros hábitos cotidianos esa práctica tan poco elegante de cutrez lingüística. En los pequeños. En los jóvenes. Y en los mayores…. Incluso, cuando ese buen profesional de fútbol llamado José Guardiola es denominado por uno de sus jugadores (doce millones de euros libres al año, en su ficha) “el filósofo” se está tratando de agredir lingüísticamente al personaje. Y mira que la palabra es, en sí misma, muy hermosa. Pero el sentido y el contexto en el que era utilizada buscaba todo lo contrario a la hermosura intelectiva que con evidencia posee. El objetivo, puro y simple, era la descalificación personal.
Y exhibiendo esos cartelones, que pueblan las vías urbanas y las páginas de los media comunicativos, no se consigue desterrar esta lamentable práctica en nuestros usos expresivos. En este caso, referida a los profesionales de la enseñanza. Aquéllos que tienen como objetivo, entre sus múltiples funciones en el servicio a la sociedad, la de habituar a expresarnos de la manera más correcta y educada que sea posible. Se está fomentando, por un mimetismo inevitable y aún sin pretenderlo, la falta de respeto hacia quien más debe detentarlo, en las aulas y fuera de ellas. Y no me valen las líneas aclaratorias encerradas en un cuadrante amarillo. Hay una gran superficie comunicativa, donde se lee, con pretendida grafía infantil, esas expresiones de “el orejas” “el manograsa” “la yeti” “el salmonete” o “la búho”. Una técnica muy peculiar de homenajear al Maestro. ¿No creen que hay formas más inteligentes y afortunadas para ensalzar ese noble oficio de formar y educar personas para su mejor integración en la sociedad?.


José L. Casado Toro (viernes 15 octubre 2010)
Profesor

jueves, 7 de octubre de 2010

UNA DÉCIMA INFLEXIBLE PARA LA DESILUSIÓN.

UNA DÉCIMA INFLEXIBLE,
PARA LA DESILUSIÓN


En junio, no pudo ser. Y eso no eres una persona de suspensos. Todo lo contrario. De hecho, durante mis clases, siempre te destaqué como una de las alumnas que con más atención seguía y aprovechaba la explicación. Tú, con esa amiga que comparte el mismo nombre, solías ubicarte en el flanco izquierdo del aula, muy cerca de la pequeña puerta grupal. Silenciosa, respetuosa, sabiendo sonreír en los tiempos necesarios, agradable y con la tensión apropiada para el estudio, obtenías cómodas calificaciones (no sólo en mi materia) tras ese periplo viajero en busca de experiencias académicas. De esas…. que sosiegan, y tensan a la vez, el último curso de la secundaria. Pero hubo alguna traviesa, entre las asignaturas del currículum, que te convenció de la necesidad para trabajar en verano y aprobarla ya en las puertas del otoño. Sin embargo, el estío malagueño es duro para concentrar el esfuerzo y el ánimo de todas y cada una de las jornadas, hasta esa postrera oportunidad para los rezagados, oportunistas, y voluntariosos aprendices de una secundaria que se acaba. Me escribiste, días antes de esas Pruebas de Acceso, Me hablaste de nervios, estrategias y de un verano “loco” y tórrido para aprender los últimos rudimentos que te abrieran esa puerta claustral universitaria, dibujada, decorada y más que anhelada en tus deseos. ¿Recuerdas que uno de los temas propuestos, en la materia que nos vincula, fue aquel que os envié resuelto en junio, a fin de sembrar y potenciar vuestra mejor confianza?

Y ahora, comprendo tu tristeza. También, es la mía. Cuando azota el fracaso, de todos me duele. Pero, en tu caso, es más hiriente. Porque esas cualidades que adornan tu vida hacen que merezcas un mejor trato. Las puertas de la Universidad permanecerán abiertas… para otros. Habrá que esperar ¿Verdad? Tu sensatez ha generado que preveas un camino alternativo. Coyuntural, por ahora. O, tal vez, definitivo. Aunque tengas que viajar a esa localidad en el oeste nuestra provincia. Y residir en ella, hasta que las hojas del calendario nos avisen del otro solsticio que nos regale la alegría estival. He de confesarte que esa ciudad, presidida y agraciada entre la naturaleza, el halo romántico, el arte y la historia, me atrae. Me ilusiona por esas ensoñaciones que alargan el día, disfrutando un atardecer soleado y pleno de color para espíritus que cantan en silencio y vibran serenos ante el fulgor vegetal. Te acompañan esos jardines y plazas, con aquellos torreones que saben vigilar sentimientos de enamorados que susurran afectos y comparten el amor y ternura en sus miradas. Iglesias y conventos. Urbanismo y biología. Habrás de abrigarte bien durante el crudo invierno. Igual, algún día, te levantas con un manto de terciopelo nevado que sabe adornar flores, risas y tu jersey de cuello alto. Calzando esas térmicas botas que te ayudarán a caminar con alegría por aceras y plazas blanqueadas de armiño inmaculado.


Cumpliste el bachillerato de manera ejemplar. Una nota media de 7,20 refleja, con meridiana claridad, que supiste aprovechar el tiempo y no dilapidar las oportunidades. Muchos somos los Profesores que avalamos tu capacidad, entrega y ejemplar voluntad. Pero la dinámica de la aritmética y las normas administrativas no han favorecido la rentabilidad de esa calificación medial. Un 2,80 en los exámenes de Selectividad podrían haberte bastado para alcanzar el cinco “purificador”. Pero te has quedado en un 3,90. Y la norma ¡otra vez la rígida norma! especifica que, para hacerte la media aritmética con el bachillerato, necesitas al menos cuatro puntos. Y te ha faltado una décima. Nos ha faltado esa medida cuantitativa que te posibilite el salvaconducto para ingresar en el Campus de la investigación y la enseñanza superior. Las vivencias que nos enseña la vida también pueden considerarse…. de categoría superior. ¿No es cierto? Solicitaste doble corrección, con la esperanza que de alguna forma se te hiciera justicia. Pero esa décima imprescindible, a fin de poder hacerte la media con el bachillerato, sobrevoló a otro recóndito y alejado lugar. Me dolió tu dolor, lamenté la inquina administrativa, entre el autismo de la inflexibilidad. Te ofrecí mi ayuda. Ahora mismo en realidad te escribo, pues necesitas paciencia, comprensión y afecto de todos nosotros, en cualquier momento y lugar. Una inflexible décima fronteriza nos ha condicionado a sentir, a pensar y a cavilar. No te preocupes más de lo necesario. En el alba matinal de un nuevo día, verás como, en otra oportunidad, habrá más suerte. Naturaleza, en la montaña. Naturaleza, en el mar. ¡Que más da! Has de saber esperar. Que esa rigidez intolerante torne en luz su lúgubre oscuridad. Sonreirás. Yo también lo haré, cuando haya flores en tu semblante y confianza en la posibilidad.


Ahora, que llevamos muy escasas semanas, desde el comienzo del Curso escolar 2010-2011, es el momento propicio para que los Profesores, todos, pero de manera especial aquellos que trabajan con alumnos de bachillerato, comenten con sus alumnos la importancia que poseen en estos tiempos, marcados para la competitividad y la rigidez normativa, las décimas y las centésimas, dentro de los expedientes y currículas personales. Hay que entender las respuestas juveniles. Con diecisiete, quince o menos años no se valoran, con la intensidad que es de menester, esos dígitos aritméticos que te dejan fuera de poder estudiar lo que deseas, que te sitúan en un lugar sin futuro para un concurso oposición o es una posición inaccesible para tus legítimos objetivos, profesionales y humanos. Cuando llevas un bagaje calificatorio del bachillerato, suficientemente cómodo (a nivel de “notable”) y fallas, por mil y una circunstancias, en las Pruebas de Acceso, sufres el lamento de no poder cursar ese trayecto universitariao legítimo para tus deseos, vocación y preparación subsiguiente. Pero, cuando este bloqueo hacia los hangares culturales e investigativos de la “tercera enseñanza” se produce por una traviesa y egoísta décima, sí la del 0,10, el sentimiento subsiguiente es más que patético. Desolador.

En más de una ocasión he comentado a mis atentos (no siempre, por respeto a la verdad) y afectos escolares el valor de una milésima en el último concurso oposición en el que fui participante. Oposición, de infausta memoria por una burlona escenografía puesta en cartelera de la mano irresponsable de nuestra Administración. Pero de positivos resultados personales para el noble esfuerzo que aporté en el “combate” titulatorio, perpetrado allá por las colinas jienenses de los olivos y la Subbética. Una milésima, en aquella oportunidad, valía unos quince puestos en el escalafón docente expuesto, para general información, no en un rígido tablón de anuncios sino desde las páginas digitales de Internet. También, por unos segundos, llegas tarde a ese tren que ya discurre por el cauce metálico y alegre de unas vías aventureras o un solo céntimo te impide poder validar el ticket que posibilita abrir la barrera del aparcamiento, a fin de que tu vehículo pueda continuar su viaje al tránsito urbano. Y es un solo céntimo. Y es un solo segundo. Y es una sola décima o milésima. Precisamente comentaba, hace unos pocos meses, a inicios del verano, como otra alumna con nota media en Selectividad de casi sobresaliente (creo recordar, un 8,8) se había quedado a cuatro puntos de la nota de corte en la facultad de Medicina malagueña, en la primera adjudicación de plazas disponibles. Así de “fluido” marcha esto.

Y no resulta fácil (como recita la canción del buen cantautor José L. Perales) aceptar impasible esas cuadraturas aritméticas de rigideces y reglamentos blindados. Sobre todo cuando, en el discurrir sociológico de cada uno de los días, tenemos que soportar como manada obediente las componendas, “enchufes”, compadreos, tarjetas personales y llamadas de móvil, comisiones de servicio para el sonrojo, carnés y amistades con un sobrino del tío hermano providencial. Sí, hablamos de esa chapucería decadente, pero utilísima, para la que sirve más el aval de conocer a un Javi o a un Juan que los méritos honestos y esforzados a fin de conseguir esa ansiada oportunidad. De verdad que no resulta cómodo aceptar esta doble e injusta vara de medir.

Retomando el sentido práctico de este artículo, habrá que incidir, sobre nuestros alumnos, incluso sobre nosotros mismos, acerca de la “trascendencia” que hoy poseen estos valores numéricos. Nos gusten más o menos, ahí están. Planteando esa peculiar convivencia que sólo cuando se hace explícita o real consideramos y sufrimos las consecuencias de su incomodidad. Hay que controlar mejor el minutero de nuestro reloj. Repasemos con mejor atención los céntimos del monedero o el tarjetero purificador. Exprimamos con mayor rentabilidad nuestro esfuerzo diario, en lo laboral y en el estudio. Algún día, a no tardar, se nos puede reclamar esa moneda, esa tarjeta, esos segundos para un tiempo hiperprogramado o esa décima o centésima para acceder a nuestro legítimo objetivo académico o laboral. En caso contrario, fluirán por nuestro ánimo aires de tristeza, desánimo, irritación o pasividad. Y, llegados a este extremo, resultará más conveniente superar el enfado, actuando con una mejor y pragmática habilidad. Muestra de inteligencia, mal que nos guste, en estos tiempos programados para el absurdo, la “fontanería” y las mentes cuadriculadas de autómatas con uniforme o de máquinas inflexibles a las que no se les ha enseñado a….. “razonar”.-


José L. Casado Toro (viernes 8 octubre 2010)
Profesor.