jueves, 27 de enero de 2011

PALABRAS DE YERMOS, VACÍOS E INCRÉDULOS CONTENIDOS




Son numerosos esos momentos del día en los que, al repasar los artículos, sueltos y entrevistas de prensa, junto a los informativos de televisión, me he de acordar de una ejemplar persona que tanto supo alegrarnos con su exquisita comicidad. Era valenciano, concretamente de Burjassot, donde había nacido en el año previo de la otra gran crisis del sistema capitalista como la que, actualmente, soportamos y tratamos con denuedo por superar. Entre agosto de 1928 y mayo de 2010, fueron 81 largos y fecundos años de una vida entregada a ese humor torneado con inteligencia para la sonrisa. Participó en unas 160 películas y más de doscientas obras de teatro. Comentaba, ya visiblemente enfermo, en una reciente entrevista, antes de iniciar esa definitiva gira por los cielos de almas angelicales y buenas que, en alguna ocasión, llegó a rodar hasta tres películas a la vez. Se veía obligado, tras el agotamiento subsiguiente, a preguntar, somnoliento tras el descanso nocturno, en qué estaban las cámaras ocupadas durante ese momento. ¿Qué papel le correspondía interpretar ese día. Su hermano Mariano, prolífico director de pantallas para el humor, le sacaba rápidamente de duda. Y puedo asegurar que allá arriba, en las noches iluminadas por las estrellas y el brillo romántico de tantos ojos que reflejan el amor y la amistad, continúa haciendo sonreír y pensar a todos aquellos que saben apreciar la nobleza en las gestos y la sencillez cordial en la actitud. ANTONIO OZORES Puchol, ¿por qué me he acordado de tu buen saber e interpretar, al desarrollar la temática de este artículo?

Entre tus magníficos y personales gags para el humor, de aquellos que aprecian el pensar con la sonrisa, repetías una escenificación en la que una persona, posiblemente dedicado al oficio de la política, hablaba, hablaba y hablaba, sin entendérsele absolutamente nada de su vocalización y contenido. Finalizaba su críptico discurso con el lento recitado de una frase, corta e imperativa, en la que se ensalzaba al país: algo así como ¡Viva España! Por supuesto, todo bien adobado con una pose firme en el liderazgo y la convicción, jugando plásticamente con el movimiento de cabeza, brazos y manos, manteniendo la mirada focalizada entre lo divino y lo humano. Esa simpática representación me trae a la presencia de lo cotidiano, cuando tantos dirigentes de lo público y lo privado “hablan y hablan” con esas largas frases y plásticos gestos, ante el micrófono de los media informativos o en las páginas diestras de los periódicos del día. Cuando terminas de leerles, o de escucharles, la sensación que te queda es como la de aquellos dulces empalagosos que, tras su consumo, lo más probable es que se te indigesten, habiendo llenado todo un estómago para la nada. Pues eso es lo que te han transmitido. Nada, más nada. Y si dicen algo, la incredulidad en la que te sumes es de aquellas calificadas de patológicas y profundas. En lo psicológico y en lo testimonial. ¡Cómo se puede hablar tanto… diciendo tan poco! Es de gran utilidad en estos casos, tanto para el lector o el oyente, hacer un análisis de los ojos en aquel que se expresa para la comunicación. Te das perfectamente cuenta de cómo actúa, lo que realmente piensa y lo feliz que se siente ante lo bien que lo hace, según su cualificada autoestima. Pues no he de dudar que él cree, con fe evangélica, en la eficacia del convencimiento que provoca. Es como un delirio catártico que le sublima en la plenitud ante la más que patente vaciedad.

Y no sólo son los políticos. Muchos otros personajes de la vida pública utilizan esa banal parafernalia de palabras, desvitalizadas y gastadas por el uso, de cara a la galería social. Deportistas, cantautores, actores y actrices de cine y teatro, vendedores varios, banqueros, presidentes de asociaciones, profesos del micro, el blog o la grabadora etc, etc. Hay una empresa que llama a mi domicilio, prácticamente todos los días. Cambiando los interlocutores, éstos se identifican, ante mi pregunta, por su vinculación con una siglas de telefonía móvil. Trato de evitarles la molestia de manifestarme ese guión que tan bien aprendido atesoran indicándoles, a las primeras de cambio, mi firme intención de no cambiar de operadora, por ahora. Algunos (los menos) lo entienden de una forma inteligente, pero otros comienzan a recitar esas preguntas bien aprendidas de ¿cuánto paga Vd, mensualmente, por los servicios de telefonía? ¿qué velocidad de Internet es la que le sirve su actual operadora? ¿cuánto…… cuanto….? Hasta que llegan su maravillosas ofertas que, tras recitarlas (a pesar de que le has dicho que no te interesa modificar tu vinculación telefónica) siempre acaban con esa directa y puntual pregunta. ¿Hacemos el contrato? Algo parecido ocurre cuando te diriges a una entidad bancaria a fin de resolver una gestión con tu cuenta o cartilla de ahorros. De una forma u otra, la persona que está tras la mesa de atención al cliente, y de una forma exagerada si es el director o vice de la sucursal financiera, siempre acaba, tras una verborrea de palabras de las que ya conoces su contenido y forma, proponiéndote el plan de pensiones o los “maravillosos” fondos de inversión. Has intentado, inútilmente, explicarle tu nula predisposición para entrar en esa dinámica de la ingeniería financiera. Pero tu interlocutor, normalmente con corbata (aunque sea un tórrido agosto) o con traje cuidado de chaqueta y peinado vespertino de peluquería, pasa de ti y tiene que soltar toda esa retahíla que te produce un profundo hastío y dolor de cabeza. Lo más penoso del caso es cuando entra en la dinámica de las preguntas personales, ante cuya impertinencia tienes que hacer verdaderos equilibrios de habilidades sociales para no espetarle un exabrupto indicándole que está entrando en un terreno inadecuado y profundamente molesto. Unos y otros personajes, de entre los hasta aquí elegidos en el comentario, los ves como programados, con un cierto molde de automatismo en sus expresiones y respuestas, adivinando en sus difusas miradas (cuando los tienes delante) o en el tono de su voz (cuando se comunican por el medio telefónico) una opacidad de contenido en el que la lluvia de palabras solo trasluce una aridez y sequía para la fructífera humedad de los sentidos.

Y como algunos de los lectores de estos escritos deben estar haciéndose esa pregunta hacia tu persona, vamos a ello. El lenguaje del Profesor ante sus alumnos. ¿Entienden, en general, los alumnos el contenido y la forma en la explicación de sus profesores? La respuesta es sumamente fácil. Observas el rostro y la mímica de los escolares y ya puedes tomar conciencia de si se están enterando y del nivel de motivación que has generado en sus personas. Personalmente he de reconocer que, en no pocas ocasiones, tuve que detener el proceso de mi explicación, esbozar una sonrisa y decirles con la mayor naturalidad y franqueza: “Me temo que no me estáis siguiendo, el lenguaje que estoy utilizando no os llega, obviamente el nivel de motivación está bajo mínimos y por tanto… es mejor parar. Damos marcha atrás y tratamos de ir por otro camino. No pretendo aburrir ni provocar vuestra desesperación. Comencemos de nuevo, porque este camino no nos sirve”. El recurso al ejemplo y a una cierta teatralidad solía dar un buen resultado, en esos momentos en los que terminología y fundamentos semánticos no ayudaban. Y es también más que evidente que los recursos expresivos que te van de maravilla con el grupo C no encuentran apoyos para la receptividad en el grupo A. Cada grupo es un mundo, un mundo diferente al que te tendrás que adaptar. Y ahí van algunas aportaciones, fruto simplista de mi experiencia. Naturalidad y familiaridad. A determinados profes les cuesta más que otros, pero es un requisito muy positivo para acercarte al auditorio. Sinónimos, con generosidad. En el proceso de explicar, puedes ir enriqueciendo el léxico de aquellos más jóvenes que te escuchan. Cuando me topaba con alguna palabrita o frase interesante, la repetía las veces que fuese necesario, eso sí, cambiando los términos por sinónimos fáciles de entender y cómodos para asimilar. Si eres de Córdoba, Málaga, Tordesillas o Lugo, tienes que hablar como te enseñaron tus padres, maestros y profesores. El habla local. Nada de disimular o expresarte en castellano de Valladolid…. cuando eres andaluz. Esa pantomima de aculturación lingüística te va a restar credibilidad y, probablemente, terminarás haciendo el ridículo. Y si quieres que te escuchen, abre también tus oídos para conocer y respetar lo que otros piensan. Es una mínima regla de equidad y consideración, a fin de ganarte el respeto de los demás. No debe importarte tampoco, cuando lleguen esos momentos para el declive, decirles, con la mejor de tus sonrisas, “bueno, mejor que olvidéis todo esto. Vamos a comenzar de nuevo, porque no estoy dispuesto a venderos tonterías sin sentido”. A mi no me gustaría que lo hicieran conmigo. Por lo tanto he de ser coherente y humilde. Y cuando les digas, procura decirles algo. Para la palabrería fútil y sin sentido, ya están los profesionales y trileros del lenguaje. Se les conoce a lo lejos. Hay que blindarse ante su cinismo e hipocresía conceptual. La capacidad intuitiva del ejemplo (a ser posible próximo y asequible) resulta saludable para una saludable didáctica. No aceleres, tampoco duermas, la virtud necesaria de un ritmo acomodado al contexto y a la necesidad. Recita la canción con el ritmo y el “tempo” justo.

En plena redacción de este trocito de comunicación, me llega un pdf enviado por un buen amigo Profesor, aún en ejercicio. Contiene una no extensa entrevista realizada a un Catedrático de Sociología, R.F. promotor en nuestro país de las comunidades de aprendizaje. Defiende su planteamiento afirmando que el fracaso de la enseñanza en España se debe a una serie de ocurrencias, expresión que llega a repetir hasta en cinco ocasiones. En ninguna de esas cinco alusiones llega a concretizar a qué ocurrencias se refiere. Se carga de un plumazo el aprendizaje tradicional y también el de naturaleza significativa, abogando ahora por un aprendizaje “dialógico”. He dicho o leído bien; dialógico. Habla de potenciar unas interacciones, entre alumnos, profesores, antiguos alumnos, familias y resto de la sociedad. Hay que promover la formación científica de las familias, tanto las preparadas como las analfabetas, manifiesta. Loable pretensión, pero es que hace ya tiempo que se descubrió la pólvora. He estado un buen rato observando el rostro o imagen (en fotografía) de ese profesional de la sociología. Destaco su autosuficiente mirada, que desciende en picado desde una atalaya sacral, por encima de las gafas y una media sonrisa más que inquietante. En mi opinión, ya esta fotografía revela o irradia una falta de credibilidad, por no utilizar un término más fuerte. Opinión que corroboras tras la lectura de su “encíclica” educativa. Otro dios, fugado desde el Olimpo helénico. Sr. sociólogo, mañana, a las 8:15, entre Vd. en un aula de tercero o primero de Secundaria. Dé clase hasta las 14:45. Y así, un mes tras otro. A buen seguro que, con lo del aprendizaje dialógico y las interacciones multivalentes, esas pruebas de diagnóstico, que tanto valora, alcanzarán unos resultados más que apreciables para el éxito. Dicho ésto con toda la ironía que su “filípica” me ha proporcionado. Muy enriquecedora su aportación acerca del estrangulamiento de la mujer de Althusser. Otro ejemplo más de esas palabras lastradas de yermos, áridos e incrédulos contenidos.-

José L. Casado Toro (viernes, 28 enero 2011).

Profesor.

http://www.jlcasadot.blogspot.com/


viernes, 21 de enero de 2011

ANTE UNA NUEVA DECADA. ENTRE LA ESPERANZA Y LA INCERTIDUMBRE.

Hace ya unas semanas, recibí tu grato mensaje electrónico de felicitación en el que, con esa bondad que te caracteriza, me transmitías un sentimiento de preocupación acerca de la nueva década que apenas hemos iniciado, dentro de la cronología que estructura la división secular. Bueno, habría que aclarar que no todos coinciden en la organización de las décadas y los siglos. Hay criterios que defienden el comienzo de la segunda década precisamente en el año que acaba de finalizar. Otros, por el contrario, conceden esa oportunidad al 2011. Al igual que sucedió con la finalización del siglo XX y el inicio del siglo en curso. Véanse numerosas páginas de Internet que sustentan esta oposición de pareceres para la agrupación temporal. Sea un año u otro, lo cierto es que nos hallamos en una cota existencial, en mi opinión, plena de contrastes e incertidumbres. Quiero compartir contigo algunas “pinceladas de un lienzo que se torna complicado en su elaboración, interpretación y prospección para el mañana. Aunque ese cuadro tiene una focalización global, el sentido básico del mismo atiende, de manera preferente, a la geografía social de nuestro país.

Primero, la economía. Y después…. la economía. Esta primacía de lo material no nos agrada- Pero la evidencia es más que manifiesta y a ella tenemos, con pesar, que doblegarnos. Personalmente, nunca he llegado a entender a esos “esotéricos” o “extraterrenales” del capital aunque, la verdad, tampoco es que me haya esforzado demasiado en el intento. Esto es como una de tantas y tantas cosas que, inevitablemente, se soportan. A toque de corneta, de incapacidad o más bien de avaricia, llegan las fases expansivas o depresivas en el movimiento y reparto de capitales. A o B, para alegría o desesperación de muchos seres, que se ven dirigidos o manipulados por intereses ocultos que siempre, siempre, benefician a los mismos. Para ellos, para los poseedores y dueños de las finanzas, nunca hay pérdidas. Siempre ganan, aunque reduzcan en algo sus más que saneados beneficios. Y mientras, soportamos dramas personales y familiares, explícitos o soterrados en el disimulo, cuando no hay ladrillo, crédito o inversión empresarial. Tiempos de crisis, tiempos de déficits presupuestarios, tiempos de restricciones para el denominado Estado de bienestar. Después, cuando ellos decidan, sonarán de nuevo las bocinas de la expansión y el desarrollo, habiéndose quedado el campo de la batalla diaria repleto de dramas humanos, con la más variada tipología de desclasamientos, currículums paralelos y autoestimas por los suelos. Y los títulos y certificados al uso, adornando y colgados escénicamente en los paramentos inmisericordes de la inutilidad. Mientras, las organizaciones financieras y bancarias ahí, tan panchas, ofreciendo cada anualidad unos resultados opíparos en su contabilidad, con ese autismo insolidario ante la adversidad general. Pero son intocables. Sagradas, para todos los gobiernos de la más contrastadas ideologías, siglas o escarapelas multicolores para el encuadramiento.

La viciada atmósfera política. En el ámbito del partidismo gubernamental, el panorama es más que evidente. Desolador. Vemos el avance y dominio electoral de las siglas conservadoras, que marcan a la derecha política. Frente a una izquierda desvitalizada, sonámbula, y afectada de una profunda crisis de identidad y eficacia en la gestión, tanto de la cosa pública como en el impulso al sector privado, incrementa sus ya importantes parcelas de poder una derecha en la que su mayor mérito ha sido el hundimiento de sus contrarios ideológicos. Intenta vender un escaparate de centrismo político que ni ellos mismos llegan a creerse. Son los mismos de siempre, los guardianes del interés sectorial capitalista y de las mentalidades ultras del clericalismo, revestidos de un lenguaje y una teatralización en las formas escenificado a fin de conseguir todavía más poder del enorme que ya poseen. Y no han de esforzarse demasiado. La arrogancia, la ineficacia y la falta de ilusión de las siglas más progresistas, van facilitando la totalización paulatina de los sectores más rancios y conservadores, en la sociedad que nos vincula. Indudablemente, hay un partido que, sin estar inscrito en las oficinas electorales, se llevaría de calle cualquier cómputo aritmético en unos comicios para unas Cortes de la sinceridad. El de los escépticos en la clase política. ¡Cuántos ciudadanos iremos a votar, en la primavera inmediata o en el año próximo, con unas simbólicas pinzas en las narices, para no embriagarnos del olor a tufo que desprenden tantas papeletas para el descrédito! Siempre nos quedará la esperanza de que, algún día, surja un grupo o partido en el que el centrismo progresista y solidario sea verdadero y en el que las decisiones que se adopten estén presididas por el servicio irrenunciable a la sociedad, más que por el interés obsesivo hacia ellos mismos. Credibilidad y credibilidad. Y ese valor no se gana con campañas de marketing, millones de capital o con la manipulación obscena del lenguaje.

La educación, desorientada. Uno de los servicios más importantes que toda sociedad ha de priorizar en sus objetivos es el educativo. Miremos hacia la “historia” reciente. La formación reglada en nuestro país se ha visto afectada y lastrada, desde las últimas tres décadas, por los vaivenes normativos decididos por diferentes gobiernos, afectos a esa ideología bipolar en el espectro político. Avances incuestionables, como la escolarización universal, hasta los 16 años, la integración de los alumnos con discapacidad, la aportación de importantes recursos en la construcción de centros escolares, la política democrática expresa en la generación de los Consejos de gobierno, en cada una las distintas comunidades educativas, se ha complicado y empañado por otras decisiones que poco bien han hecho para la calidad educativa de los alumnos españoles. La desacertada promoción de cursos por imperativo legal; el retroceso patético en la profundidad de los contenidos, objeto de estudio; la falta de exigencia en el trabajo diario de los alumnos; el abandono en la seguridad para las personas que trabajan en los centros escolares; el retroceso y degradación en la autoridad que deben ejercer los maestros, profesores y personal de administración y servicios; la carencia o pobreza de ideario en los centros públicos; una errónea política de traslados, comisiones de servicio y sustituciones por baja, que perjudican la calidad en el trabajo diario que deben ofrecer los profesionales de la enseñanza; una falta real de promoción docente, para los Profesores y Maestros; un fracaso patente en la organización y dinamización de las Asociaciones de Padres y Madres de alumnos; la desmotivación progresiva de alumnos y Profesores, lacerante para el nivel de calidad en la formación de los más jóvenes; un servicio de inspección educativa que, ni controla, ni estimula, ni colabora, realmente, en la buena atmósfera que debe reinar en las comunidades educativas; una abandono manifiesto en la formación y apoyo de las importantísimas, por necesarias, “escuelas de padres” que repercute, de forma negativa, en la ineludible coordinación escuela /familia; una organización horaria desacertada, para los profesionales que superan los cincuenta años de edad; la pérdida lamentable de experiencia, colaboración y asesoramiento, de los Profesores que alcanzan una situación administrativa de “pre” o jubilados; la absurda y demencial política de mantener, hasta los dieciséis años en el sistema general, a ese grupo de alumnos, cada vez más importante, que rechazan, de forma visceral, el aprendizaje reglado; el autismo complaciente de los dirigentes políticos, en mantener un sistema educativo que cada año avanza más para el fracaso relativo, con respecto a los países de la Unión Europea. Y en esa estamos. Véanse y analícense las estadísticas de resultados que ofrecen las encuestas internacionales, los estudios de calidad y diagnóstico, junto a las “notas” y calificaciones de los estudiantes, en las diferentes evaluaciones trimestrales.

Existen otras parcelas de actividad, en sumo trascendentes, para la vida de una colectividad. La tecnología sanitaria avanza en la investigación y aplicación de terapias para luchar contra todo tipo de enfermedades, prolongando la esperanza de vida de una forma admirable. Pero el noble esfuerzo de los profesionales de la medicina se ve lastrado con una masificación imposible en la sanidad pública que perjudica, de una forma notoria, la calidad y la rapidez en el diagnóstico y tratamiento del ciudadano enfermo. Es lo mismo que ocurre con un poder judicial colapsado, con retrasos de años para que al ciudadano le hagan justicia. Puede ser ésta una gran década revitalizadora para el uso y disfrute del ferrocarril de alta velocidad. Que el AVE sea hoy un cualificado rival para la circulación aérea, dentro del perímetro nacional, pone de manifiesto la racionalidad, rapidez, ahorro energético y de eficacia global que posibilita el desplazamiento humano a través del raíl. El uso del transporte público es una necesidad cada vez más asumida por una ciudadanía que entiende el coste, los riesgos y las incomodidades que generan unas arterias viarias, en tantos y tantos nódulos, patéticamente colapsadas. ¿Década para el cuidado y protección del medio ambiente y la práctica del reciclaje? Es un deseo difícilmente contestable u oponible, a menos que brindemos, de la manera más insensata, por la destrucción de aquello que hemos de legar a las futuras generaciones. Se ha avanzado mucho en este terreno. Hay una clara toma de conciencia por parte de todos de que ese es el camino inteligente, a fin de conservar y mejorar en medio físico que nos soporta y alimenta. Otra cosa, bien distinta y desalentadora, es que muchos comportamientos cotidianos estén alejados del imprescindible civismo y educación medioambiental. Las consecuencias del cambio climático, por el calentamiento global de nuestro planeta, es de tal gravedad en nuestras vidas que nadie, en este momento y en el futuro, puede mantenerse al margen ante tal dramatismo para el equilibrio del ecosistema.

Desde luego, una asignatura pendiente es la suciedad que aturde a las ciudades y pueblos por una relajación e insensatez en la práctica de la limpieza, en lo privado y, sobre todo, en el entorno público. No ha de olvidarse que, quien ensucia, en primera y última instancia, es el ciudadano.

¿Y a quien no le preocupa la dura evidencia de la crisis progresiva y dramática de la sociedad familiar? Violencias, infidelidades, separaciones y divorcios, la crueldad del desamor, son realidades cada vez más “naturales” o “normales” en el seno de muchos hogares. Crisis, sobre todo, por las gravísimas consecuencias que acarrea para la formación, estabilidad y equilibrio psicológico de aquellos que representan el mayor tesoro o patrimonio que un matrimonio puede poseer: sus hijos. Tantos egoísmos e irresponsabilidades, nublan voluntades y corazones, haciendo necesaria una redefinición y reeducación de la institución familiar.

¿Cuáles son los valores que hoy prevalecen en nuestro entorno personal? La materialidad, el egocentrismo, la superficialidad, la chapucería, la hipocresía y el diálogo carente de acústica solidaria y generosidad responsable. Frente a un patente laicismo que avanza a velocidad de galope, gracias al desprestigio que se han ganado muchos de aquellos que debían sembrar semillas de religiosidad en las almas, habría que buscar a Dios en nuestra propia conciencia y en el corazón de los demás. Y, por supuesto, también en esa verde naturaleza que nos ayuda a entender el limpio mensaje de la divinidad.

Creo que con estas pinceladas, el impresionismo o puntillismo cromático que se ha trazado nos va a permitir conformar en nuestra retina una imagen, con tonalidades subjetivas, de lo que tenemos ahí delante. Una década en la que todos seremos, cada vez más, un poco mayores. Habrá que buscar un digno e inteligente acomodo a ese ejército de veteranos que, tras la dura batalla en las alforjas de su memoria, tiene aún mucho que decir y ejemplarizar en los flancos de la retaguardia. La edad media de la sociedad crece día tras día, año tras año. No se debe dilapidar, de forma tan insensata y necia, la experiencia y la madurez de tantos seres por el hecho de descalificar y degradar unos dígitos insertos en el documento de identidad.

Y para quien piense que este artículo rezuma un pesimismo escéptico integral, quiero reafirmar mi profunda fe en la voluntad del ser humano por adornar esta nueva década de perspectivas que sustenten la esperanza. Hay que creer en los hombres y en la mujeres. En el inmenso valor que atesoran todas las personas. Debemos inocular semillas de fe en nuestra propia capacidad. Creamos en nosotros y pensemos más, mucho más, en los otros, en los demás. Amiga, compañera, mañana ……. mañana continuaremos nuestro diálogo.-

José L. Casado Toro (viernes 21 enero 2011)

Profesor

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viernes, 14 de enero de 2011

DIAS DE ENERO, PARA LAS REBAJAS. ENTRE LA OPORTUNIDAD Y EL CONSUELO.

Era un viernes, posterior a la festividad de Reyes. Fue innecesaria la ayuda acústica, pero incómoda, del “amigo” despertador. Incluso, a poco del clarear en la mañana, ya me encontraba despierta, envuelta en sábanas acogedoras para el sueño y haciendo leves ejercicios, en los que tensaba y relajaba la musculatura para lo que presumía iba a ser un día de intensa movilidad. Yo soy una de las asiduas a ese atractivo campo bélico de las rebajas, en el que la necesidad se alía de compensaciones varias y distracción para el ocio. Tenía bien anotadas, en la agenda de mi memoria, una serie de objetivos que harían posible enriquecer, aún más, el armario y cajoneras de mis deseos. Aquel abrigo azul oscuro, con botones forrados haciendo juego. También, esas dos camisas con bordados en el cuello que, al ser de marca internacional, llevaban disparados sus precios. Me gustaba la de color blanco y esa otra de un tono rosa apagado. No me preocupaba por los vaqueros de lycra. Precisamente, el mismo miércoles había comprobado que aún quedaban unos nueve en el expositor. Dado el coste en la etiqueta, no menos que un veinte por ciento tendría que ser la ventaja en su rebaja. Y en cuanto a los zapatos, esas botas de caña alta, con la piel teñida de un marrón plomizo pero que quedaba muy bien. Sus ciento treinta euros me habían aconsejado esperar a la “convocatoria, de este viernes, con el riesgo subsiguiente de no encontrar mi número o, en la ropa, las tallas adecuadas.

El nerviosismo atractivo, ante la posibilidad de encontrar esas prendas bien anotadas en mi agenda, y otras muchas por la suerte de la oportunidad, me había reducido el apetito ante cualquier tipo de desayuno. Pero como la mañana presumía ser larga, forcé algo mi voluntad y me preparé un Nescafé, sólo con azúcar. Un par de bocados a una magdalena integral, de esas que en la bolsa nunca terminan de consumirse (parece que, en milagro, se multiplican) y ya me vestí con el traje de faena para afrontar la dulce empresa que allá esperaba. Jersey, vaqueros y tenis blancos, porque las horas ausentes de asiento iban a ser largas. Mi actual pareja seguía con su reparto de mercancías, precisamente anoche me llamó desde un pueblecito cercano a Badajoz. El pobre estaba pasando bastante frío, pero el trabajo obliga a esos sacrificios y estos tiempos no están para hacerle ascos a los horarios laborales. Yo sigo con mi seguro de paro, al que todavía le quedan unos mesecillos de vigencia. Sigo buscando trabajo, pero hoy día las oficinas funcionan con un par de ordenadores y el más que imprescindible personal. Y mi hija Mónica, de once años, ha pasado la noche con su amiga Nuria, seguro que se levantan no más pronto de las dos de la tarde pues se quedarían charlando, jugando con las maquinitas o viendo pelis a diestro y siniestro. Total, que tengo la mañana para mí sola, en libertad, a fin de darme el gustazo de renovar mi ropero. Para eso, estas Navidades me he controlado en el gasto. Sin embargo, esta mañana…. me voy a desquitar. ¡Allá voy, con toda mi fuerza y experiencia! Ahora explicaré sobre lo necesario de tener experiencia en esta batalla entre la necesidad, las gangas y ese regusto del consumismo que algunos llaman “compulsivo”.

Aquí, en Málaga, es visita obligada al emblemático Centro Comercial de todos los Centros. Ya saben, el de las tres letras. He querido decir “palabras”. Hay que ser puntual, por eso de las tallas, que luego se acaban y te dejan ese regusto amargo de tener que ponerte una prenda algo pequeña o grande, dada la oferta disponible. Es importante el itinerario a seguir, con el esquema correspondiente de necesidades y prioridad en las mismas. La rapidez y agilidad en el desplazamiento por las plantas y los expositores, en la primera media hora, o entera, es muy necesaria y rentable. Ahí se hallan y encuentran las verdaderas joyas del cincuenta o setenta por ciento. Tienes que buscarte a una cajera o dependiente eficaz, por aquello de la fluidez en el pago, a fin de superar esas inevitables colas en caja, que te hacen perder un tiempo precioso. Ante algunos expositores de prendas atractivas, habrás de “ganar la posición” como en las canchas de baloncesto. En estos casos, la dosificación elegante en el abrirte paso con los codos, junto al hábil juego de cintura y pies, será muy útil pues, la densificación de manos, cuerpos y demás trozos de humanidad ante el repleto cuadrilátero, hace inviable la participación para espíritus comedidos y pusilánimes. No te afanes con las etiquetas que sólo tienen el 10 o el 15 % sobre el precio anotado. Van a tener una más lenta salida y, sin son productos caros, es más que probable que suban la escala del descuento en las segundas rebajas que llegarán a finales de enero o a comienzos del próximo mes con apellidos de bisiesto. Sigue pendiente, en la estrategia de ataque al expositor, de esa lista que llevas anotada en tu memoria, aunque mejor en una pequeña libretilla, vaya a que se te olvide lo fundamental entre esa atmósfera desbocada de nervios, deseos, necesidades o simple placer y desafío ante la dificultad. ¡Ah, y procura que a las primeras de cambio te faciliten una bolsa grande o lleva una apropiada desde tu casa! Los pequeños paquetes o bolsitas son las que más “lata” suelen ofrecer, a la hora del transporte por las distintas galerías del hipercomercio. Tus manos y brazos se pueden resentir por el peso que acumulan, pues las asas de las bolsas se convierten en dagas cortantes por la presión que ejercen a medida que incrementan su contenido. En principio, introduce cada uno de los tickets de compra en cada una de sus bolsas. Posteriormente, dedica en casa una carpeta para guardar esas facturas que resultan imprescindibles a la hora de efectuar cambios y devoluciones, en los días sucesivos al de la gran batalla. ¡Que visión, placentera para el gusto y la posesión de materialidad, la que ofrece la cama de tu dormitorio, toda repleta de bolsas, prendas de vestir y zapatos, gangas necesarias algunas de ellas, mientras que otras acumulan dígitos ordinales verdaderamente espectaculares, cual es el caso del undécimo pantalón, el décimo cuarto zapato de invierno o el vigésimo par de calcetines! En cuanto al duodécimo jersey, el problema es más que patente, diría físico, pues ya no existe espacio hábil donde puedas colocarlo, tanto en el armario empotrado de la alcoba, en la cajonera junto a la cama, como en el taquillón de ese hueco que rellena el pasillo.

Pero en esta ciudad, como en tantas otras, compiten por la atención del consumidor otras grandes áreas comerciales. Muy cercana al Centro de las Tres Palabras, hay otro complejo que, días antes de la bocina inicial de las Rebajas invernales, hacía sus propias ofertas, encubiertas o menos, sin utilizar la mítica palabra de las oportunidades. “Todo a mitad de precio”, con imponentes cartelones rojos en una diáfana cristalera para la seducción y el deseo. Y era verdad esa mitad de precio, según la etiqueta de venta. Allí mismo, pero en otra multiprovincial de gran poderío, el “dos por uno” en prendas de vestir y zapatería (excepto piel y complementos) con la ventaja añadida que muchos de esa ropa ya estaba con rebajas añadidas en la etiqueta original. Y era también verdad. Una cazadora de marca, con precio de 24,90 €, lucía una nueva pegatina que ahora marcaba 7€. Llevas dos de estas cazadoras a una de las cajas y te cobran 7 €. Te ha salido cada una por 3,5 €. Es difícil de creer, pero está perfectamente comprobado. Si pueden vender esa cazadora por un precio 8 veces inferior ¿cuánto les ha costado realmente a ellos? Sí, ya lo sé, es más costoso guardar en almacén prendas para la temporada que viene, con el riesgo evidente de que ha podido “pasar de moda” Y esa frase o determinante social tiene también su lectura. ¿Es que puede pasar de moda un pantalón vaquero? Como decía un señor que acompañaba a su mujer en estas experiencias para el delirio de las ofertas, viendo una fila de 32 personas ante una de las cajas y una lucha sin cuartel ante un expositor de camisas a siete euros “¿estamos todos locos o nuestros admirables valores se han ido de la mano al garete, realizando ese viaje en el que no se dejan señas para identificar el destino que los acoge?”

A nuestra amiga compradora compulsiva (Paula, para más señas) le fue bien el primer día de las Rebajas. Ya es diestra en esa labor de encontrar ropa y otros artículos a un precio tentador, entre el treinta, cincuenta o más por ciento en el descuento invernal. Hay que decir en su favor que se acordó de su pareja (una trenka muy atractiva y juvenil, al cincuenta por ciento) y de su hija (un par de jerseys). Pero el botín más espectacular fue el que ella acumuló durante unas cuatro horas de “combate”, en un perímetro triangular cuyos ángulos no están muy alejados en el espacio y tienen gran renombre en la ciudad. Después de comer fue probándose ante el espejo, a modo de maniquí ilusionada por la novedad y la rentabilidad en los precios. La reubicación posible en armarios y cajoneras le va a obligar a eliminar alguna ropa y zapatería que, en buen uso, ya está muy pasada de moda o aburrida para su visión y coquetería. Le hablaron de Cáritas o de esas organizaciones que, de forma periódica, recogen ropa, según reza en el cartel que colocan en la puerta o en el tabón de anuncios de los diferentes edificios. Últimamente ha llevado grandes bolsas, repletas con la renovación de los armarios, a las Hermanitas de los Pobres que, en su ciudad portuaria se halla ubicada a unos diez metros de ese tercer vértice en el triángulo central de los macrocentros comerciales malagueños.

Bueno, Paula, se me ocurre alguna pregunta para finalizar este artículo en el que tanto y tanto nos has enseñado. Por acción y omisión. ¿Te has comprado, en estas superrebajas de invierno, algún libro para gozar de su diálogo? No, por favor, no te rías, yo lo decía sólo por compensar el sentido de una cierta superficialidad que caracteriza a tu imagen. Otra, también muy facilita. En esta noche del 7 de enero ¿te sientes feliz por como te ha ido el día? Ya… en cierto sentido te ves satisfecha pues has encontrado ropa a un precio inigualable, pero también tu imagen refleja, aparte el cansancio, una patente frustración ante tal acopio de materialidad, mucha de ella más que superflua. Mañana, si no llueve, me has confesado que te vas a ir un ratito al campo, acompañada de tu amiga Lourdes. ¡No pierdas el valor de esa imagen! Fíjate en la ropa tan maravillosa que visten las flores. Sin tener que esperar a las rebajas, la naturaleza las ha vestido con un atuendo pleno de colorido, sencillez, belleza y luminosidad. También, de fragancia, en el olor y en talle. ¿Por qué no aprendes un poquito de ese mundo vegetal que hace lucir de profunda belleza los campos, montañas, valles y praderas? Y ya que estamos en plena faena de sinceridad ante la vorágine del consumismo en las rebajas ¿no habría alguna forma de subir, por el contrario, el precio de los egoísmos, las intolerancias, las envidias, las maldades, las violencias, los desamores, las insolidaridades, los rencores, las hipocresías, las mentiras, los enfrentamientos, el odio y la enemistad? Para este cruel terreno de la desarmonía, deberían ser unas alzas en los precios permanentes y prohibitivas. Sin fecha de caducidad. En ese deseable o soñado Reino, situado en la Isla de la Utopía.-

José L. Casado Toro (viernes, 14 enero 2011).

Profesor.

http://www.jlcasadot.blogspot.com/

miércoles, 5 de enero de 2011

EN UNA ILUSIONADA NOCHE DE REINAS Y REYES.


Oye ¿Tienes frío? ¡Vaya, veo que sabes hablar! Tantos y tantos días juntos, y apenas me has prestado atención. Tu única preocupación parece que ha sido mirar hacia los demás. ¡Venga hombre, no te enfades! claro que me he fijado en ti. En realidad, siempre has estado muy cerquita de mi atención. Pero mi principal preocupación, y me he esforzado en ella todo lo que he sabido, era encontrar esa mirada y esos ojos para el deseo que todos, tú también, añoramos en nuestro destino. Ahora ya es un poquito tarde. No creo que nadie entre ya a preguntar por mí. Tampoco tu has tenido suerte ¿verdad?. Ya ves… tampoco yo he sido elegido. Por cierto, no acabo de aprenderme tu nombre. Sólo veo que luces en tu traje de paseo una M grandota, teñida de color rosa, donde brillan sonrisas que asemejan a esas lucecitas que alegran la noche. Y además…… tienes una carita y un cuerpo precioso. ¡Mira que eres despistado! si te fijas en el cartel que descansa ahí arriba, lo dice con claridad. ¿Te gusta el nombre de Mónica? Porque a mi, sí que me agrada el tuyo, Javi. ¡Mónica! Me gusta… es muy lindo, pero ahora estoy un poquito triste. Es sábado y hasta el lunes no podré volver a la esperanza de que me lleven a ese hogar que tanto añoro y deseo. Todos nuestros amigos ya se han marchado, felices y contentos, con sus nuevas familias. ¿Es que a nosotros nadie nos quiere? No te pongas así, Javi, porque me vas a hacer llorar. Pero, es verdad. Me he reído tanto con mis compañeras que, al recordarlo, me siento triste y alegre a la vez. Ahora, ellas no están. ¡Iban tan sonrientes y guapas, con los papis y mamis para su ilusión! Mónica, fíjate, aún pasan personas y se nos quedan mirando. Pero al ver el escaparate tan vacío, en el que sólo quedamos tú y yo, no se atreven a entrar. Dirán aquello de “algún defecto o problemilla tendrán! Bueno Javi, cuando se apaguen ya las luces, y sólo queden las que iluminan las calles, tu y yo jugaremos. Y nos contaremos historias y leyendas divertidas. Seremos amigos y esperaremos a ese lunes en el que volverá a nacer mi ilusión por esa mami niña que todos queremos tener. Esa mami, a la que espero, verá que soy alegre y obediente. Me dejo vestir y acariciar y llevo un traje muy bonito. Además, nunca me canso de jugar. ¡Monica, no sabía que eras tan parlachina! ¿Te atreves a jugar al escondite conmigo? Hay muchos huecos en los estantes vacíos. También podemos salirnos del escaparate y nos escondemos por toda la tienda. Es como la gran ciudad ¡de los juguetes! Tenemos esta noche y mañana para poder correr, saltar y escondernos….. sin que nos regañen. Y cuando llegue el lunes, volvemos a nuestro sitio. Nadie se habrá dado cuenta de nuestras travesuras. Tendremos nuevos amigos. Y, todos juntos, volveremos a mirar a esos ojitos que se detienen en nosotros, alegran su cara e incluso nos hacen fotos. Entre ellos puede estar nuestra nueva mami o papi. Seguro que ahora vamos a tener más suerte. ¡Javi, me has convencido! ¡Una carrera hacia dentro de la tienda! ¡Lo vamos a pasar chupi….

Desde siempre he sentido un algo especial, mezcla de tristeza, cariño y consuelo, por esos juguetes que, en la noche con la mayor magia de todas las noches, quedan sin destino concreto, en los estantes, expositores o escaparates de esas pequeñas ciudades para la ilusión y los juegos de aquellos más jóvenes en su alma infantil. En edad, inocencia y credibilidad. Esa muñeca que te observa con sus lindos ojos azules, luciendo un bonito peinado y un trajecito regado de colores que te hace suspirar sonrisas y afectos por su ternura y sencillez; aquel gigantón articulado con cara de malo, pero que es bueno, que te hace reír y temblar, soñar y jugar, con aquellos que siempre tienen tiempo disponible para gozar los momentos. O aquel balón de piel de badana, compuesto de pentágonos blancos y rojos, que ansía rodar sin descanso por el césped, las calles y paramentos…. emulando con ágil vitalismo a los ídolos futboleros. Son esos juguetes despistados que no han sabido, o podido, captar la atención, la oportunidad o el deseo de esos mayores, que en realidad son niños, o de esos pequeños que ansían crecer a mayores pero que nunca ocultarán su alma infantil, a pesar de éste y venideros calendarios. Sea cual sea ese último juguete que se ha quedado rezagado para su entrega, en la Noche mágica de todas las noches, 5 de enero, merece nuestra atención, ternura y estima, porque él, sin haber sido elegido, siempre ha estado dispuesto a generar ilusiones y sonrisas en la imaginación y creatividad de todos los corazones. En todos los corazones que laten juegos, sueños y dibujos, naturalezas e ilusiones, para tu vida, para la vida.

Mucho se ha escrito, y se hablará, sobre una polémica cuestión. Juguetes de ayer. Juguetes para hoy. El que ha conocido y practicado, por razones de cronología, ambas experiencias, lo tiene meridianamente claro. Ni mejores, ni peores, simplemente diferentes. Al igual que ocurre con los alumnos de Primaria o Secundaria. Aquellos de los años ochenta o noventa. Y éstos que ya inician la segunda década del siglo XXI. Diferentes en sus familias, en las normativas oficiales y en los valores que sustentan hoy los comportamientos y hábitos sociales. Sin embargo, es difícil ignorar que en otras épocas, ya pretéritas, en las que los medios económicos para las familias eran más que precarios, había juguetes que potenciaban más la creatividad. Más que modestos, en su conformación y prestaciones, pero que forzaban, en lo positivo, la imaginación, la sociabilidad y el disfrute, de aquellos niños de los cincuenta a los setenta. De acuerdo que los juguetes de hoy, con el microprocesador de compañero ineludible, son verdaderas maravillas lúdicas, por su diseño, prestaciones y espectacularidad. Pero ¿enriquecen, estimulan, fomentan y desarrollan, la misma creatividad, ilusión, colaboración grupal y fidelidad temporal en su uso, con respecto a los juguetes que manejaban los niños que hoy son padres o abuelos? Es muy difícil opinar con la certeza de la seguridad. Habría que analizar cada persona, familia, momento concreto de la tecnología, sociología imperante, etc. Hoy vemos como regalos estrella, sean para niños, jóvenes o mayores, esa telefonía móvil de cuarta o quinta generación, con prestaciones informáticas espectaculares. Coches o motos eléctricas, que desplazan por las aceras a muchos niños mientras sus papis van caminando junto a ellos. Muñecas y peluches de diseño que, a modo de pequeños autómatas, hacen de todo, como si fueran niños y niñas teledirigidos y programados. Cajas enormes, en su volumen y presentación, con actividades profesionales vinculadas a casi todos los sectores y servicios demandados por el conjunto social. Tecnología de la más variada naturaleza, que demanda una contraprestación económica elevada para su adquisición. Instrumental deportivo universal, para exigentes en calidad, marca, precio y diseño. Y así, un largo etc, con la exigencia de una billetera o tarjeta bancaria que haga posible su mercado navideño, cumpleaños o santoral.

¿Quién se acuerda hoy de aquellas cajas, repletas de piezas y tornillos, con los que se podía construir maquinarias, utensilios y objetos versátiles, que recibían el nombre de MECANO? Y los FUERTES de empalizadas castrenses, repletos de figuritas de goma que se vestían de soldados, indios, carretas y caballos, para las batallas incruentas de la imaginación. Allí también estaban las MUÑECAS DE CARTÓN PIEDRA pintado y las PATINETAS o patines, que desplazaban con rapidez y habilidad. Y aquellas cajas de los JUEGOS REUNIDOS GEYPER, para distraer las tardes y fines de semana, antes de que llegaran las siempre esperadas y alegres vacaciones. Y un largo etc, que no puede soslayar una simple PELOTA DE GOMA, un SALTADOR o una COCINITA para imaginar el guisar. Y los AVIONES volaban desde nuestras manos y habilidad, cuando hoy lo hacen por control remoto teledirigido. Un LIBRO DE CUENTOS y una ARMÓNICA para distraer con música las tardes sentado en el balcón del hogar. Los microprocesadores y las tabletas digitales estaban ocultas en tu imaginación, ilusión y solidaridad compartida en los juegos, tanto en el hogar como, principalmente, en la calle, donde se compartía con tantos amigos y vecinos el placer de jugar. Eran otros tiempos, en las posibilidades y necesidades. También, en los valores y hábitos lúdicos. No había teclados ni pantallas digitales, pero sí LÁPICES DE COLORES ALPINO y libretas…. para dibujar.

Y esta noche, la del 5 de enero, con los ojos cerrados… o entreabiertos, cuando a través de la ventana o en el viaje de los sueños, llegará ¡seguro! ese misterio adornado de ilusión y silencios. Y cuando el alba ilumine la mañana gozosa del seis, un fenómeno de alegría colectiva va a estallar en mil y un hogares, donde la magia de anónimas siluetas se ha acordado de ti, y tú también de los demás. Sería de agradecer la racionalidad en los gestos y en las formas. No se juega más cuanto más paquetes y cintas de colores llueven en el árbol, el belén o los zapatos. No se debe abrumar y agobiar a los pequeños con ese tornado de materialidad. No pensemos tanto en nosotros mismos, al regalar. Pensemos más, sobre todo cuando son pequeños, en los demás. La prudencia de lo inteligente no debe estar reñida con el equilibrio en la generosidad.

Y en esa mañana luminosa y sonora de voces que miran y cantan a la mar, me voy a dar un lúdico paseo por muchas calles y plazuelas buscando un escaparate donde me han dicho que Mónica y Javi siguen esperando, alegres y sonrientes, que alguien se acuerde de ellos. Quieren jugar con un niño o niña amigos pues necesitan, al igual que tú y que yo, de esa compañía y el afecto humano que bien sabe propiciar la verdadera amistad.-

José L. Casado Toro (miércoles 5 enero 2011)

Profesor