viernes, 15 de marzo de 2024

TIEMPOS DE PUNTUALIDAD

En determinadas ocasiones, el espacio temporal de un par de minutos puede ser verdaderamente importante o decisivo para la consecución de algún objetivo, de desigual importancia, que nos hayamos impuesto. Esa muy breve parcela del tiempo puede ser insustancial en la mayoría de los casos, dado el escaso cumplimiento del valor de la puntualidad en nuestros hábitos sociales. Pero hay situaciones, de especial singularidad, en las que ese minuto o dos podría tener resultados trascendentes en el pequeño mundo de nuestras privacidades. En este temporal contexto se inserta nuestra historia de esta semana.

Una joven malagueña llamada CLARA Iris Templanza, en la actualidad 42, había estado trabajando durante doce años como diseñadora gráfica por ordenador, en una empresa editorial y de producción cinematográfica con sede en la capital de España. Gran amante del cine, a lo largo de los años solía matricularse en cursos relacionados con la realización y técnica cinematográfica, que programaba la Escuela Oficial del cine, con las titulaciones correspondientes. Durante su estancia en Madrid estuvo conviviendo con un actor de teatro, cine y televisión de “mediano rango”, ocupando en los castings interpretaciones o “papeles” secundarios. Pero Fabio Lumbreras, después de unos cinco años de relación con Clara, se encariñó con una compañera de reparto de 20 años, cuando él avanzaba por los 38. Las siguientes parejas afectivas no se caracterizaron por la estabilidad relacional, pero ello no fue óbice para que Clara desarrollara una vivencia laboral y relacional muy positiva, en el centro neurálgico del organigrama administrativo, económico y cultural español.

Pero en un infausto momento, la empresa para la que Clara trabajaba, RED AND BLUE, se vio inmersa en un proceso de suspensión de pagos que conllevó una inmediata quiebra económica. El origen de este grave problema había sido la paulatina descapitalización provocada por sus dos máximos propietarios, que no supieron deslindar su economía personal de la propiamente empresarial. Un tanto abrumada ante esta difícil situación, decidió volver a Málaga, a casa de sus padres, para recuperar el ánimo y seguir buscando un acomodo laboral de acuerdo con su titulación y experiencia. Dada su formación y preparación, pensaba que podría encontrar pronto acomodo en el ámbito audiovisual. Para ello comenzó a enviar currículos, básicamente dirigidos a la centralidad madrileña, que bien conocía tras haber residido allí largo tiempo. Como las respuestas no llegaban o cuando lo hacían declinaban amablemente la petición, diversificó el destino de sus envíos hacia otros puntos interesantes de la geografía española, especialmente la zona de Cataluña y en ella la provincia de Barcelona.

Fueron momentos en su vida un tanto difíciles, aunque tenía la convicción de que la solución profesional pronto o tarde tendría que llegar, porque sus méritos estaban bien fundamentados. Y ese día llegó, de la manera más casual o imprevista. Vio un anuncio, navegando por Internet, en la que una gran empresa de construcción de muebles y decoración de espacios profesionales, SPACE AND SHAPE de ámbito internacional, con sede administrativa española en Madrid, necesitaba un diseñador gráfico por ordenador, añadiendo unos datos en donde habría que enviar los correspondientes currículos. La oferta era verdaderamente atractiva, pues se ofrecía un contrato de seis meses, renovables, con posibilidad de hacerse definitivos en la permanencia, según los méritos desarrollados. Como marcaba un límite de edad, entre los 25 y los 45, ella entraba todavía dentro de los límites cronológicos establecidos en la convocatoria. El factor idiomas podría también influir, pues Clara, buena estudiante desde su adolescencia, dominaba además del castellano, el inglés perfectamente y con un nivel aceptable el alemán.

En el plazo de dos semanas, un martes de primavera, recibió con manifiesta satisfacción en la dirección de su correo electrónico la positiva y esperanzadora respuesta, de haber sido una de las tres solicitudes seleccionadas. Se la convocaba a una entrevista personal en unas oficinas de la compañía, ubicadas en la Gran Vía, el lunes siguiente al recibo de la citación, a la 9:00, exigiéndose estricta puntualidad a las tres personas seleccionadas, ya que la entrevista sería en principio conjunta y posteriormente de manera individual. Clara tenía mucha fe en sus posibilidades de alcanzar el puesto, tanto por su experiencia relacional, como por su destreza en el manejo técnico del diseño informático. Cierto es que tendría que competir con otros dos candidatos, a los que, obviamente, no conocía, ni en su historial profesional ni en sus características personales.

Consultó en las páginas de Renfe/Adif los horarios de los trenes AVE con destino a Madrid. Ese lunes, para el que estaba citada, el primer tren partía a las 7:30, con una duración en el trayecto hasta la Estación de Atocha de dos horas con cincuenta minutos. Entonces tenía que viajar en domingo, haciendo noche en Madrid. Sacó por Internet el correspondiente billete, eligiendo el último tren del día, que partía de la estación Málaga María Zambrano a las 20:00. Hubiera elegido el viaje con el horario de las 17:30, pero, al ser domingo, ya tenía todas las plazas cubiertas en clase turista y las de clase VIP se “disparaban” en el precio. Concertó una noche en un hotel de la Gran Vía, no muy distanciado en metros de la agencia empresarial a la que debería acudir. Cuando llegara a la estación de Atocha (el billete marcaba las 22:50, tomaría el metro, línea 1, para bajarse en Gran Vía, a dos pasos del hotel.

Todo estaba preparado para mantener esa entrevista, para la que había sido seleccionada. Tendría que competir con otros optantes para eses interesante puesto laboral. Cuando llegó el domingo, Clara, que era una persona muy “dejada” para ultimar los preparativos, se puso a hacer la maleta después del almuerzo. Recibió por WhatsApp un mensaje, en la que le comentaban que una amiga muy próxima había sido madre. Como vio que tenía tiempo, se acercó al sanatorio, en el bus municipal 11, para entregarle un regalo que ya lo tenía comprado y tras felicitar a la nueva madre volvió a su domicilio. El tiempo se le estaba haciendo ya bastante corto. Sobre las siete, comenzó a llamar a un taxi, para que la dejara en las puertas de la estación. Le costó trabajo encontrar uno, ya que era domingo de Ramos y los servicios estarían muy demandados. Cuando el taxi llegó a la barriada de El Palo, residencia de sus padres, eran las 7:25, pero ella no se inmutaba, pues pensaba que no habría problemas para estar en la estación antes de la salida del tren. Pero el destino juega malas pasadas. Dos bloqueos de tráfico en la Avda. Juan Sebastián Elcano, con motivo de la Semana Santa y los desfiles procesionales en la zona centro de la ciudad, provocaron que los minutos fueran pasando para, ahora sí, sembrar inquietud en la normalmente tranquila Clara Iris.

El taxi al fin pudo llegar a la puerta de la Estación ferroviaria Málaga María Zambrano a las 8:01.  Prácticamente corriendo, tirando del trolley, pasó el control de maletas y para su “desesperación” vio como el último vagón del AVE desaparecía en la lejanía. El tren había sido puntual, pero ella, lamentablemente, no. Es obvio que este servicio trata de mantener una estricta puntualidad para los desplazamientos. Y ahora ¿qué podía hacer?

En las oficinas de expedición de billetes le informaron que podían cambiarle el viaje para el día siguiente lunes, en el tren que partía a las 7:30 de la mañana. Clara, resignada, aceptó el cambio, pero el problema era la entrevista de las 9:00, a la que debería asistir con “puntualidad”. Aun así, tuvo que aceptar perder el pago de la noche de hotel y viajar el día siguiente, sin poder contactar con unas oficinas que estaban cerradas, pues era domingo. El tren AVE llegó a la estación madrileña de Atocha a las 10:25 del lunes. Mientras viajaba, llamó las oficinas de la empresa a las 9:00, explicando su caso, por haber “perdido” el tren el día anterior. La secretaria que le atendió solo le aseguró que informaría al jefe de personal. Se presentó en las oficinas de la Gran Vía cuando el reloj marcaba las 11 h. No la recibieron hasta una hora más tarde, indicándole que, al no haber estado presente en la entrevista, a la hora fijada, su opción quedaba archivada para otra ocasión. La plaza de trabajo ya estaba decidida. Le reiteraron que, para la empresa, la puntualidad en las citas era algo muy importante, fundamental, para las personas que desearan trabajar con ellos. 

Clara Iris volvió a Málaga ese mismo día, profundamente defraudada por la excesiva rigidez que esa empresa había mostrado con el problema que ella había tenido y detalladamente explicado. Aunque también comprendía que no se debían dejar las obligaciones “para última hora”, pues cualquier imprevisto podía provocar su incumplimiento, con las consecuencias negativas subsiguientes. El haber perdido ese AVE que la iba a trasladar a Madrid, por haber llegado unos minutos tarde, había influido, decisiva y negativamente, en su opción para conseguir el anhelado puesto de trabajo.

Fueron momentos duros y desalentadores, que minaron el tradicional optimismo de Clara. Era consciente de que conseguir un puesto de trabajo, a pesar de todos sus méritos y el buen currículo que lo sustentaba, no era nada fácil, en una sociedad tan competitiva e insensible a los comportamientos personales y sus causas. Gracias a la ayuda de sus padres, pudo a duras penas mantener el ánimo, una vez que la opción de SPACE AND SHAPE se había esfumado, en una estación ferroviaria. Continuó con su envío de currículos, esta vez diversificando un poco más su mayor aval como era el diseño gráfico por ordenador.

Ya a comienzos de junio, una tarde observa en su móvil una llamada entrante que, para su inmensa sorpresa, procedía de una persona que, a pesar de su infantil infidelidad afectiva, ella no había olvidado. Al otro lado de la línea, Fabio Lumbreras, su pareja, durante un lustro de sus vidas.

“Infinitas gracias, Clara, por atender mi llamada. Probablemente, sería la última persona que esperarías que te llamase, pero debía hacerlo, por dos importantes motivos. El primero, para reconocer mi estupidez e infantilismo, “cegándome” en el amor con una chica muy joven e inmadura, incluso más que yo. Aquello, te lo aseguro, duró solo un par de meses. En la soledad comprendí el grave error que cometí y por el que te pido, con humildad, ese perdón que confío algún día me puedas conceder. En la soledad se echa de menos aquello tan valioso que has dejado perder.

Por la prensa, conocí la grave crisis económica que sufrió la empresa Red and Blue, en la que trabajabas. Su quiebra era inevitable, cuando los dirigentes anteponen sus ambiciones a la buena salud administrativa del negocio. Perder un puesto de trabajo, en el que llevabas más de una década, fue un duro golpe, no fácil de sobrellevar. También me he enterado, por amigos comunes, de que estás en la actualidad viviendo con tus padres, en esa bella Málaga, donde felizmente naciste y sin suerte en el ámbito laboral

Quiero comentarte que vamos a iniciar un rodaje (hemos formado una productora, EL CATALEJO) ahora a comienzos de julio. Cuando todo el complejo organigrama de filmar la película estaba bien preparado y estructurado, a última hora una de las más importantes funciones técnicas se nos ha quedado bloqueada. La compañera que iba a realizar el script o la continuidad, se le han cruzado los cables y se ha marchado con su nuevo amor a tierras del Caribe. El puesto de continuidad o el raccord ha quedado libre. Y he pensado en ti. Además del diseño gráfico, recuerdo que muchos veranos te animabas, con asombrosa voluntad, a realizar tu cursillo de cine, para el que desde luego siempre has estado muy bien dotada. Precisamente, recuerdo que en uno de nuestros veranos le dedicaste un par de semanas para centrarte en el raccord de las películas, como una buena script. Si te animas, ese puesto de script para el inminente rodaje es tuyo. Piénsalo de inmediato. No tenemos mucho tiempo para la espera. Te puedo enviar por correo urgente un resumen detallado del guion, para que te vayas haciendo a la idea. Y si lo prefieres, el guion completo de la película. Tienes conocimiento y capacidad suficiente para evitar que no haya fallos o incoherencias entre los sucesivos planos de cada escena. Yo actúo en el reparto y al mismo tiempo ejerzo de ayudante del director. Anímate. Te necesitamos. Te necesito”.

Después de tantos nublados y tormentas, Clara Iris volvía a ver la luz. Siempre amanece. Las buenas voluntades reciben el premio de “los dioses”. De inmediato, aceptó el generoso ofrecimiento de Fabio. Tenía que ser valiente. Pasar del diseño gráfico a la magia cinematográfica es un lúcido y emocionante reto que la ilusión aconseja afrontar. Contactó con su amiga Marga, que estudiaba en la Complutense, quien le indicó que podía quedarse con ella todo el tiempo que necesitara e incluso para compartir ese buen apartamento que tenía alquilado en el barrio de Fuencarral, a dos pasos de la Gran Vía. Las luces continuaban llegando a ese nublado agobiante en que el caprichoso destino la había sumido durante meses.

Al paso de las hojas del almanaque, Clara, que ahora extrema la puntualidad en sus obligaciones y proyectos, está plenamente integrada en la productora El Catalejo. El puesto de script lo maneja con eficacia y seguridad. En cuanto al actor y ayudante de dirección, Fabio, hace todo lo posible para que su antiguo amor recupere la confianza en su persona. Él la necesita, la quiere y se entrega a ella en todo lo que puede e imagina, porque considera, con sensatez y cariño, que es el verdadero amor de su vida. Clara aún duda, pero … -

 

 

TIEMPOS DE

PUNTUALIDAD

 

 

 

 

 

José L. Casado Toro

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

Viernes 15 marzo 2024

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