viernes, 27 de julio de 2018

ILUSION O REALISMO. LA PRIMERA GRAN LECCIÓN DE UN VETERANO PROFESIONAL DE LA PRENSA.


Parece perfectamente natural que las personas tengan preferencia por la línea editorial de un determinado periódico, una emisora de radio, una cadena de televisión, el estilo literario de un escritor, la forma de actuar de un actor de cine y teatro o priorice una determinada ciudad, sobre todas las demás que ha visitado (por citar algunas modalidades preferenciales en nuestro hábitos y voluntades). Pero, aún admitiendo lo razonable de estas firmes opciones en la voluntad de nuestros gustos, no es menos cierto de que la prudencia y el sentido común aconsejan diversificar o al menos “conocer” otras posibilidades paralelas, a ésa que ubicamos en el liderato de nuestros deseos. De esta forma practicaremos también el “saludable” ejercicio de poder comparar, contrastar o enriquecer el acerbo conceptual de nuestra inteligencia. 


En el caso de la prensa (uno de los principales medios de comunicación, generador y modulador de la opinión pública) esa diversificación es más que conveniente e inexcusablemente necesaria, si pretendemos conservar el siempre valioso equilibrio de la estructura mental con que nos presentamos ante los demás y ante nuestra propia conciencia. Son muchas las personas que en ese sano ejercicio del equilibrio informativo, mantienen por ejemplo, en el escritorio de su ordenador, las “entradas” a muchas páginas webs de empresas de la comunicación con ideologías y perfiles interpretativos de lo más contrastados. Citemos, entre las empresas periodísticas, un ejemplo al que en ocasiones acudimos para explicitar esta diversificación: los diarios “El País” y “El Mundo”, muestras representativas de dos líneas editoriales notablemente contrapuestas. Obviamente, a estas dos formas de entender y ofrecer la información, habría que añadir, en ese escritorio informático al que nos asomamos cada día, los periódicos que se editan en nuestras respectivas ciudades y que, profundizan en la información más cercana. Por supuesto que esos diarios locales también tienen su determinada línea ideológica e incluso suelen formar parte de grupos editoriales de influencia estatal e incluso internacional.

Si actuamos con esta responsable e inteligente actitud, además de contrastar la interpretación ideológica de un determinado acontecimiento, podremos también enriquecer el conjunto documental de los datos que lo fundamentan, los cuáles no suelen ser completos o idénticos si “preguntamos” en uno u otro lugar de los diversos órganos informativos.

Pero esta práctica “comparativa”, que es inteligente y saludablemente necesaria, de forma lamentable no se encuentra generalizada entre nuestros hábitos lectores. Son demasiadas las ocasiones en las que el fanatismo sectario nos domina y puede más que el contraste interpretativo de los hechos, lo que nos impide aplicar la lógica y elemental racionalidad a cualquier información emanada desde esos órganos de difusión. No nos cabe la menor duda: siempre nos vamos a encontrar con esos familiares, amigos, vecinos o compañeros que sólo “beben” en un partido político, en una radio, en un periódico o en una institución religiosa, entre otras modalidades ideológicas. Tal vez así se sientan más felices, más sosegados, más “aborregados” aunque esta palabra, que se aplica de manera metafórica, pueda molestar a muchos. Hay que repetirlo: tal vez así se viva con más comodidad, a modo de un mar en calma, pero desde luego no es la fórmula ni la postura más lógica para sustentar o enriquecer las  posibilidades de nuestra inteligencia.

Vayamos pues al desarrollo narrativo de una historia concreta, enmarcada en este contexto o entorno de los medios de comunicación escritos o de difusión radiofónica.

En todas las épocas del año, aunque de manera especial durante el período estival vacacional, es frecuente encontrarse, en las redacciones de las empresas de comunicación escrita (también  en las emisoras de radio) con la figura juvenil, meritoria y “extremadamente servicial” del becario universitario en prácticas. Esta persona que se encuentra en los inicios de su tercera década vital, está finalizando o ha completado ya los estudios normativos de su licenciatura o grado en Ciencias de la Comunicación. Con más o menos esfuerzo, este futuro profesional del periodismo, ha conseguido una plaza de temporalidad variable (el tiempo de prácticas suele oscilar entre los tres y seis meses de duración) para aplicar en un entorno real los conocimientos teóricos y prácticos recibidos desde las aulas universitarias. Lo hace allí donde cada día nace ese diario que muchas personas leerán, en soporte papel o en la modalidad on-line del propio ordenador. Dicho “práctico” puede haber conseguido plaza en un medio o institución de indiscutible prestigio, con difusión nacional, o por el contrario aprender el manejo diario de la tarea comunicativa en un entorno más modesto, de ámbito local o regional. Esa diversa suerte dependerá de la suerte, la amistad, los méritos o incluso de la capacidad económica de la familia del becario para sufragar el máster o el periodo práctico de la especialización.

En el caso de Eliseo (Campravila Sanz) a decir verdad hubo un poco de todo, pero el factor decisivo para el plácet práctico, a partir de junio, por tres meses prorrogables (a criterio del departamento de becarios, dirigido por un viejo o veterano “lobo” del periodismo, Zenón Malvilla Jerez, situado a “dos manzanas” de su jubilación profesional) fueron las llamadas telefónicas de compensación por antiguos favores, realizada a un importante miembro del consejo editorial por parte del padre de este joven. Jeremías le había dicho a su hijo, semanas atrás, “no te preocupes, que yo te consigo plaza en EL CRITERIO, por difícil que parezca”. Este técnico que ejerce desde hace muchos años en un laboratorio para la elaboración de cremas exfoliantes, había profesado de joven como fraile dominico, pero tras un lustro de experiencia clerical, adoptó la decisión de una valiente y sincera secularización, especialmente tras conocer a la que sería su futura cónyuge Dania (mujer emprendedora que en la actualidad regenta una tienda de colgantes, pedrería y abalorios para la decoración y ornato corporal). Allí, en las estancias austeras del convento fue donde trabó intensa amistad con el actual miembro del consejo editorial del importante órgano de prensa, quien obviamente tampoco persistió en su inicial llamada religiosa para la vocación sacerdotal.

En justicia hay que hacer mención acerca del expediente académico de este “vocacional” aprendiz de periodista, documento que atesoraba bastantes y objetivos méritos para el aval personal del solicitante. Desde pequeño siempre le había gustado jugar al mundo de los periódicos, “construyendo” sus tebeos y escribiendo elogiosas redacciones que sus familiares y maestros elogiaban. En tiempos de su formación primaria y secundaria, disfrutaba sobremanera cuando los profesores organizaban esa ilustrativa visita al único periódico que se editaba, por aquel entonces, en su ciudad. Cuando pasaba por los talleres y por las oficinas de redacción, se deleitaba observando y preguntando por esa máquina gigantesca que denominaban “rotativa”. Quedaba boquiabierto cuando un “ejército” de ordenadores “navegaban” con la mejor eficacia por el mar de las salas donde se componían los textos y se maquetaban las fotos y los rótulos o encabezamientos correspondientes. Aquellas románticas y acústicas máquinas de escribir, con la pautada percusión emitida desde sus teclados, habían sido sustituidas por los sofisticados Mac o Pc, que hacían verdaderas magias, con las letras, colores, gráficos y dibujos. Algo de lo que más le sobrecogía era sentirse tan “minúsculo” frente a esas “infinitas” bobinas de papel, soporte en el que cada madrugada quedarían impresas las noticias, los editoriales, los anuncios, las entrevistas, las fotos, los reportajes y, de manera especial, esa primera página, revestida con todos los galones, gráficos y literarios, para sorprender, motivar, reclamar la atención y, por supuesto … vender el ejemplar.

Durante esas visitas, Eliseo siempre era el primero entre sus compañeros en plantear las más variadas preguntas al operario encargado de dirigir el recorrido del grupo escolar, por las sorprendentes instalaciones del diario. Preguntaba y preguntaba, para gozo e infinita paciencia del muy amable y sorprendido monitor que siempre tenía a mano la oportuna y explicativa respuesta, a fin de sosegar a este interesado e inquieto escolar.

En este verano del 18, Eliseo ha cumplido una de sus grandes ilusiones, vitales y profesionales: poder realizar sus prácticas en el principal periódico de entre los editados en su ciudad. Allí pasa las horas haciendo “casi de todo.” Lo que le encargan y también ofreciéndose a todas esas necesidades que incluso él descubre antes incluso de que le sean planteadas. “Estira” los horarios, ampliando el tiempo que contractualmente ha de cubrir, todo ello bajo la atenta y paternal mirada del compañero y jefe, el muy veterano “plumilla” D Zenón, tan gruñón y quisquilloso, pero al tiempo incapaz de ocultar un bondadoso corazón. Además de esta profunda y vocacional dedicación a su aprendizaje, Eliseo aún sabe sacar tiempo, para asombro de unos y otros, a fin de estudiar por su cuenta 1º de Derecho, habiéndose matriculado al efecto  en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia. Para este noble fin, aplicando una voluntad de hierro, le “roba” horas al sueño y a ese ocio del fin de semana. Tiene la suerte de contar con la mirada compresiva y generosa de la dulce y atractiva Lara, su compañera afectiva, también como él licenciada o graduada en Ciencias de la Comunicación, en la modalidad de radio y televisión.

Una mañana, no había avanzado el reloj muchos minutos desde las nueve, cuando el redactor de becarios Zenón convocó urgentemente en su despacho para las 9:30 a Eliseo y a Nazario, otro becario que había estudiado en la Autónoma madrileña y que comenzó sus prácticas “veraniegas” al mismo tiempo que el compañero malacitano.

“Bueno, vamos a lo que nos interesa. Ya sé que anoche estuvisteis dando “el callo” hasta más de las tres, cuando la rotativa terminó de “tirar” el último ejemplar del diario. Pero ya sabéis como funciona esta profesión. El periodista no tiene horario, pues ha de estar dispuesto a recoger la información necesaria, dónde  y cuándo ésta se produzca. Sois gente joven y con esas cuatro o cinco horas de cama, ya habéis tenido tiempo suficiente para recuperaros. El caso es que con las vacaciones y los achaques médicos (la gente parece que es de “plastilina”) me he quedado en cuadro para cubrir varios acontecimientos reseñables en la mañana de hoy. Y hay dos informaciones importantes que son necesarias recoger, porque el periódico ha de ofrecerlas mañana, en la edición escrita y desde esta tarde en la edición digital. Os tomáis un café, os quitáis las legañas y os ponéis a mover el trasero, pues quiero que me traigáis lo mejor de lo que vais a ver y a escuchar. Tú Naza, te vas a ir a la Casa Mágica, pues parece que los municipales van a desalojar a los ocupas que están allí desde hace casi medio año. Prepárate, pues probablemente habrá gresca, así que llévate un bote de mercromina y esparadrapo, por si te coge algún mamporro. No te puedo dejar ningún fotógrafo, así que te llevas la Nikon y me haces un buen reportaje. Supongo que en “los coles de Teatinos o la Autónoma” os habrán enseñando a hacer fotos.  En cuanto a ti, Eliseo, te ha tocado un lugar apasionante, verdaderamente “paradisiaco”. La Casona Municipal (estentórea risotada). Allí se van a despellejar vivos, el grupo de gobierno y los artistas de la oposición, pues toca debatir el Estado de la Ciudad. Quiero una buena crónica, nada de tonterías y bobadas, que no desmerezca aquélla que haría el insigne periodista Evaristo Cabrillán, el “compa” encargado de la información municipal. ¡Venga. A mover el culo y a trabajar, que no más tarde de las cuatro quiero sobre mi mesa el material. Espero que sea bueno, que si no van a rodar cabezas! Y no precisamente la mía”.

Tras una acústica carcajada, el viejo lobo de la linotipia sacó del cajón derecho de su desordenada mesa la tradicional petaca de licor que nunca le abandonaba. Era de apariencia plateada y con un indudable sentido fálico en su diseño, la cual llevó a su boca y se tomó un buen "lingotazo" de ese brebaje o licor que su dueño llamaba “la medicina”, recomendada por un galeno que (aclaraba) recetaba desde los infiernos. El olor a whisky que destilaba la manoseada petaca era difícil de disimular. “Esta “pócima” me da vida, para soportar a unos pipiolos de biberón como vosotros. Pero ya sabéis lo mucho que os aprecio”. Nueva risotada, con la mano y el dedo índice extendido enseñándoles el camino de la puerta “Estáis tardando mucho en quitaros de mi vista!”  Todo un personaje, este viejo “partisano” de la linotipia, el muy peculiar don Zenón.

El debate sobre el Estado de la Ciudad finalizó a la 1:45 de la tarde. En ese momento, Eliseo con su libreta llena de notas y su grabadora digital (regalo de Lara por su reciente cumple, comprada en Amazon) bajó al trote las escalinatas de la Casa Consistorial y, en el aparcadero de las motos, se montó en su bicicleta y partió todo lo rápido que pudo hacia la redacción del diario, en donde se sentó ante uno de los ordenadores, dispuesto a elaborar la crónica demandada por su exigente jefe. Minutos antes había pasado por un súper de barrio, situado a escasos metros de la rotativa, donde pidió le prepararan un bocadillo de jamón y queso, manjar que, junto a una lata de cerveza 00, iba a ser su suculento almuerzo para esa media tarde de trabajo. Era la 1ª crónica o reportaje que le encargaban, por lo que estaba dispuesto a quedar bien y a no escatimar sacrificio alguno a fin de elaborar un excelente trabajo. 

Pasaban unos minutos de la 15:30 cuando este “novicio” becario finalizó su redacción. Había efectuado múltiples correcciones, pero aún tenía algo de tiempo para efectuar otra lectura, por si algún gazapo se le había quedado atrapado por entre la “arboleda” ortográfica. Imprimió las tres hojas y media del texto y se levantó presto para dejar el material encima de la mesa de su jefe. Ese día su horario finalizaba a las 13:30, pero eran ya más de las cuatro de la tarde. De manera afortunada, don Zenón aún no había aparecido por el periódico. El satisfecho joven se fue a casa a echar un sueño, pues el día estaba metido en calor: un “terralazo” de los que suelen azotar bien las epidermis malagueñas durante estos meses del estío. Llamó a Lara y quedaron citados para las seis, con el propósito de irse un rato a la playa pues el día pedía contactar con el agua fresca del mar. Esa tarde del miércoles era la única que tenía libre durante la semana. Había que aprovecharla, pues a las 8 de la mañana del día siguiente tenía que estar de nuevo puntual en la redacción.

Al día siguiente. cuando llegó en su bicicleta Orbea a la entrada del Criterio, don Julián el Conserje repartía a todo el personal que pasaba un ejemplar del diario, recién editado en las entrañas de la madrugada. Eliseo se sentó delante de la mesa que compartía con Naza y rebuscó de inmediato la crónica que había redactado sobre el debate del Estado de la Ciudad. Su primera gran desagradable sorpresa fue que dicho reportaje aparecía firmado por E. Cabrillán, a quien había sustituido en la mañana anterior. Por supuesto, este acreditado periodista no había pisado los salones municipales y ahora firmaba una crónica que, por supuesto, no había escrito. Pero el impacto fue de época cuando leyó el texto de lo que había salido publicado. Esa redacción no respondía al sentido del equilibrio informativo que él le había dado a su trabajo. Todo lo contrario. Se ensalzaba (sólo faltaba ya el incienso y el besamanos) al equipo de gobierno municipal, representantes de la derecha más retrógrada, y se “despotricaba” con dureza, con esa burla cínica que trataba de herir y ridiculizar en todo lo posible, las intervenciones de los portavoces de los grupos de la oposición, pertenecientes o vinculados a la izquierda ideológica.  Era indignante el texto de lo que tenía ante sí. Todo manipulado, cambiado y alejado de lo que él, con la mejor voluntad y esfuerzo, había redactado.

Se encontraba turbado, decepcionado, a ratos indignado … con franqueza, no sabía cuál era la mejor decisión que debía adoptar.  En esa situación confusa y humillada se debatía, cuando vio aparecer por la redacción a don Zenón, quien con paso majestuoso se dirigió hacia su cubículo profesional. No lo pensó dos veces. Llamó con delicadeza en la puerta de cristal esmerilado del despacho, pidiendo permiso para franquear la entrada. Cuando el jefe lo vio aparecer, le hizo una señal imperativa para que tomara asiento. Se diría que estaba esperando la visita del tan nervioso y abrumado becario, que ya habría ojeado el periódico del día. Con suma delicadeza, tratando de evitar cualquier gesto que pudiera molestar al altanero y curtido profesional de la pluma, el becario le planteó abiertamente su opinión acerca de lo que había leído, material que no tenía coherencia y justicia con respecto a su esfuerzo como cronista y redactor. Y encima, firmado por otro profesional… Malvilla miró a su joven interlocutor de la cabeza a los pies y sintiéndose “misericordioso” se dispuso a dar una lección de realidad al “idealista” aprendiz de periodista. Antes de hacerlo, sacó de nuevo su “fálica” petaca y tras sorber un buen trago de esa medicina infernal que decía contener, comenzó, con aire de complacencia y resignación,  a sentar la cátedra de la experiencia frente al aprendizaje novato del “inmaculado” universitario.

“Amigo Eliseo. Reconozco que hiciste un buen trabajo, para el objetivo que te marqué. Pero tú aún vives en el Cielo y esta empresa funciona sobre la Tierra. ¿Has parado en preguntarte, los ejemplares que vendemos diariamente de nuestro diario? Cada día menos. Nosotros no estamos solos y aislados, aquí en provincias. Si quisiéramos autofinanciarnos, hace mucho tiempo que habríamos tenido que echar el cierre, dado lo que la gente se gasta hoy día cuando pasa por delante de los kioskos de prensa. Tuvimos que vincularnos a un gran grupo editorial, que controla la prensa por medio país. Esto lo hicimos para poder sobrevivir. Este grupo tiene que “servir” a una ideología profundamente “conservadora”. Detrás de esa ideología, como bien puedes suponer, está los créditos, el dinero, los anunciantes, la influencia legislativa, los votos en las elecciones… Con más o menos disimulo, con más o menos habilidad, tenemos que apoyar al grupo de presión económica y política que nos sostiene y desprestigiar, en la medida de lo posible y lo imposible, la fuerza opositora que se enfrenta a esa ideología conservadora, que con el mayor eufemismo y falsedad denominamos “liberal de centro derecha”. A los lectores que tenemos, a los anunciantes que tenemos, a los grupos financieros que tenemos, le tenemos que dar , le tenemos que ofrecer aquello que les gusta leer”, que les agrada ostentar, si queremos “salvar el pellejo” de esta empresa que nos da de comer, a los que aquí trabajamos y también a ti que estás realizando las prácticas como becario. Me podrás argumentar que “mentimos” o manipulamos de la forma más artera, con la crónica que hoy publicamos acerca del “Estado de la ciudad” que tu seguiste ayer. Posiblemente. Pero procuramos hacerlo de manera sutil, que no se nos note mucho, pero que no enfade a quien nos lee, a quien nos financia, y a quien nos sostiene con la fuerza de sus votos, peso electoral que nosotros tenemos que favorecer, tratando al tiempo de limitar las opciones opuestas. No nos queda otra. Somos servidores de una ideología y a ella nos debemos. Con la mayor impudicia, pero con el realismo de la necesidad. Si hay que cambiar el color, se cambia. Si hay que mirar hacia otro lado, pues se hace. Si hay que justificar lo injustificable, pues a hacer puñetas la dignidad. Tú vienes con el idealismo ilusionado de la aulas, pero aquí se “come” de la realidad diaria, en la que hemos querido insertarnos. No tenemos otra, para “sobrevivir”.

Aquella noche, cuando Eliseo fue a tomar una cerveza con Lara, apenas podía disimular su decepción. La lección de intenso y “pestilente” realismo, que le había dado el veterano  Malvilla, había sido un  jarro de agua fría sobre muchos de los principios y valores en los que siempre había creído, cuando optó por ser un honrado y valiente profesional de la comunicación. Tendría que bajar del Cielo y pisar sobre la Tierra o por el contrario “echarse al monte” para defender los valores de veracidad, honestidad, responsabilidad, ante la profesión que libremente había elegido para su recorrido en la vida. En la profundidad de la madrugada fue muy duro para él poder subirse al tren onírico que lleva al paraíso de la honradez.-



José L. Casado Toro (viernes, 27 Julio 2018)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga



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