viernes, 25 de septiembre de 2015

REFLEXIÓN GLOBAL SOBRE EL DÍA, CUANDO AL FIN LLEGA LA NOCHE.


El tiempo avanza inexorable, con la rapidez propia de su enigmática naturaleza. Para algunos, las veinticuatro horas en que dividimos el día han resultado demasiado cortas, con respecto a sus expectativas y previsiones de acción. En otras personas, ese espacio temporal es percibido como extremado e insoportablemente extenso. En uno y otro plano de la apreciación, esta valoración contrastada del día va a depender, obviamente, de cómo les haya ido a sus protagonistas en sus proyectos y realidades. Hay fechas del calendario en que la suma de las apreciaciones positivas superan amplia y alegremente, esas otras experiencias que han podido resultar ingratas en nuestra memoria. Sin embargo la aritmética puede también resultar desalentadora, en otros días más aciagos para los anales de nuestras alforjas.

Efectivamente, muchos psicólogos, psiquiatras, orientadores, confesores, profesores, analistas y demás expertos, valoran y aconsejan la conveniencia de practicar esa reflexión global acerca de cómo nos ha ido la jornada, antes de acometer el necesario y reparador descanso nocturno, tanto para el cuerpo como para la mente. Incluso hay personas que practican el saludable ejercicio de escribir unas líneas, en ese diario íntimo que ayuda a organizar y estructurar mejor el resumen de nuestras experiencias. Eso sí, hay que esforzarse por aportar, en el conjunto de palabras y párrafos para el análisis, una buena dosis de valentía, sinceridad y equilibrio, a fin de que el contenido de aquéllas puedan resultar útiles y terapéuticas. A partir de estas reflexiones pretendemos mejorar, para el nuevo día que nos espera, el saldo valorativo de estas veinticuatro horas que son ya historia en nuestros recuerdos.

Desde el plano básico de la racionalidad, nadie puede confiar o creer que todo lo que le sobrevendrá, durante el día próximo, va a ser favorable, enriquecedor o divertido. Habrá de todo, sea bueno, regular o ingrato, como en las estanterías de las tiendas, los supermercados o en los grandes almacenes para el consumo. Lo realmente desagradable es cuando se acumulan las desventuras y demás  situaciones incómodas. Es cierto que con nuestra inteligencia y esfuerzo, podemos influir o colaborar en que el azar, la suerte o la oportunidad, siembren de sonrisas la expresión de nuestros rostros. Veamos, a continuación una historia que articula y estructura, bastante bien,  todas estas ideas.

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Eladio suele iniciar el día bien temprano. Nada más levantarse de la cama, se enfunda su chándal deportivo y corre unos pocos kilómetros por distintos itinerarios urbanos. Sin embargo, no podía imaginar que, en este viernes de Junio, pudieran sobrevenirle tal cúmulo de sinsabores como aquellos que hubo de compartir, sufrir y protagonizar. En esos minutos de footing, antes de iniciar su trabajo como repartidor de mercancías en una empresa de mensajería, pisó donde no debía, con los resultados propios de ensuciar profundamente sus Nike, recién compradas. Y todo por el incivismo y descuido de un insolidario propietario de mascota que no controló ni limpió los excrementos que va dejando su animal, sobre el pavimento de la ciudad.

Ya enfundado con el uniforme de empresa, se encuentra a la salida del ascensor con su vecino del piso de abajo, el cual le pide vaya a su domicilio para que vea las goteras que desde el techo está soportando en su cuarto de baño. Sin duda, la casa de Eladio tiene alguna tubería o conexión rota, por lo que está mojando el piso de este enfadado vecino. Tras asegurarle que esa misma mañana llamará al seguro del hogar, coge su moto a fin de desplazarse rápidamente a la nave industrial donde se ubica la sede de su empresa, donde comenzará su jornada laboral a las diez en punto de la mañana.

Ya en pleno reparto, observa entre los paquetes de su furgoneta pendientes de entrega dos neumáticos de coche, comprados vía Internet, por un cliente que reside en el ático de un bloque antiguo de la ciudad. Ha de subir a pie cinco largos tramos de escaleras, pues el bloque carece de ascensor. Resoplando, llega hasta la puerta de la dirección anotada en el volante, con la escasa suerte de que el propietario no se encuentra en casa en ese momento. Aunque llama en los timbres de algunas puertas del edificio, parece que sus inquilinos están en el trabajo o a nadie le apetece abrirle la puerta. De nuevo ha de subir hasta el ático, en donde deja un aviso, a fin de que el destinatario del mismo vaya a recoger los neumáticos a la nave industrial.

Recuerda el asunto del desagüe, que está mojando el techo de su vecino. Llama por teléfono a la agencia de seguros, donde una secretaria toma nota del parte aclarándole que, siendo viernes, habrá de esperar hasta el lunes, para que vayan a ver a su piso. El perito encargado de la inspección se encuentra hoy en la zona de Marbella-Estepona. A pesar de las protestas y esfuerzos  de Eladio, poco hay que hacer. La chica le sugiere que cierre la llave de paso del agua, en el cuarto de baño. Eladio le aclara que su piso es pequeño y que sólo tienen ese espacio para la ducha, pues el cuartito de aseo carece de esa prestación. Sin embargo, no hay solución. Piensa en la cara que va a poner Maica, cuando le explique que durante ese finde habrán de lavarse por trocitos, pues no podrán echar agua por la bañera.

Ya por la tarde, sufre un inesperado accidente. Llevando unas cajas que contienen microondas, a un comercio de electrodomésticos, unas de las cintas que cierran el bloque de las cuatro cajas, le produce un corte en la mano izquierda. Viendo que comienza a fluirle la sangre, con un pañuelo se hace un fuerte vendaje y acude con presteza al servicio de urgencia que tiene más cercano al lugar del accidente. Allí, mientras espera ser atendido, observa que hay mucho trasiego de personas, cada una con diversos problemas en su salud. Queda impresionado ante la imagen de un chico joven, vestido deportivamente, que avanza esposado, vigilado por dos policías, camino del servicio. Se fija especialmente que el detenido no mantiene una expresión de preocupación, vergüenza o seriedad, sino que por el contrario cuando pasa junto él le sonríe, con un gesto de la mayor naturalidad. Antes de entrar en el servicio, uno de los policías le quita las esposas. Cuando sale, tras haber realizado su necesidad, extiende  otra vez sus manos para que de nuevo sean esposadas. Esa apariencia de serenidad y naturalidad que ofrece este chico joven, ante toda la gente que le mira más o menos abiertamente, es una imagen que recordará con intensidad, cuando esta noche repase mentalmente los eventos más significados de la jornada.

Aún con los cuatro puntos de sutura que le tuvieron que aplicar en la mano lesionada, conduce con dificultad su furgoneta hacia el almacén. Cae en la cuenta que tiene un último paquete por entregar (exactamente un iPhone, de una gama ya descatalogada) precisamente en un domicilio cercano al Polígono Industrial hacia donde se dirige. La destinataria del envío vive en una casita mata, junto a otros chalets diseminados por la zona. Aunque le molesta la herida, realiza la entrega a una señora mayor que no oculta sus muchas ganar de hablar. El regalo será para su nieta que, dos días más tarde cumplirá su mayoría de edad. Eladio le comenta que es un estupendo detalle y que su nieta lo va a agradecer. Haciendo de tripas corazón, se ve obligado a aceptar una taza de café que, con mucho esmero, la buena señora le sirve, acompañado con un platito lleno de galletas. Agradece todas las atenciones que recibe de esta buena mujer, explicándole que está deseoso de entregar la furgoneta para volver de inmediato a su domicilio y descansar  de la mano lesionada.

Llega a su piso a las 8:40 de la noche, yéndose directamente a la ducha. Pero recuerda que no puede abrir la llave de paso del agua, para evitar que siga mojándose el techo de su vecina. Pegada en la puerta del frigorífico, observa una nota a él dirigida. “He salido con Celia y Paloma. Queremos recordar nuestro años en el Colegio San José. Volveré un poco tarde, pues hoy es el cumple de Paloma y queremos cenar juntas. Tienes en el frigo media tortilla de patatas, queso del duro y lo que queda de la torta de manzana que me trajiste ayer. Maica”.  Entonces decide asearse por trocitos. Una vez cambiado de ropa , se sienta en el salón, a donde se lleva una bandeja con su cena, encendiendo en el televisor la página de Teledeporte. Se siente cansado por lo que, al terminal la frugalidad de su alimento, busca pronto el descanso reparador echándose en la cama.

A pesar de tener apagada la lámpara de su mesita de noche, hay suficiente luz indirecta dentro de la habitación. Esa luminosidad somnolienta procede de un faro municipal ubicado muy cerca de la ventana del dormitorio. No tiene sueño, pero siente su cuerpo intensamente cansado. Entonces tiene la feliz ocurrencia de repasar mentalmente los hechos más significativos que han presidido su jornada. Como si fueran los fotogramas de una película, van pasando ante la vista de su memoria la desafortunada pisada matinal de sus recién estrenadas Nike, que mañana temprano se propone  limpiar; las molestas goteras en el cuarto de baño, que sufre su vecino del 4º A, debido un desagüe obsoleto en las tuberías; la atención poco responsable que ha recibido por parte de su compañía aseguradora del hogar; el peculiar edificio sin ascensor, con esos altos escalones de madera noble, que se vio obligado a subir y volver a bajar (ante la ausencia del inquilino del piso) con los dos pesados neumáticos Michelín; la lesión que sufrió en su mano izquierda y la posterior asistencia en los servicios de urgencia; no se le ha olvidado, de manera especial la frágil figura de ese muchacho bien arreglado y que, con las manos esposadas, se dirigía al servicio del hospital ¿Cuál era el sentido de esa sonrisa que recibió por parte de un joven detenido por la policía  y que sin embargo no ofrecía el perfil de un delincuente profesional? Y también, en la tarde, la deferencia sobreactuada de la señora Engracia, con esa necesidad hiperactiva por comunicar……

En esos pensamientos se encontraba Eladio, cuando escuchó la llave de la puerta. Percibe las pisadas de Maica, aunque decide simular que permanece dormido. No se siente con fuerzas para entablar esa necesaria y complicada conversación, siempre pendiente, acerca de la situación relacional que ambos están protagonizando. Éste no es el momento apropiado, dada la hora de la noche y soportando un estado físico y mental profundamente cansados. Quizá este fin de semana, se atreverá a romper el hielo real de la incomunicación entre ambos. Hay un fuerte olor a tabaco, cuando su mujer entra en el dormitorio. Sigue repasando su día, que ha sido denso en acontecimientos y vivencias. Considera que hoy han prevalecido las sombras sobre las luces. Quizás mañana viernes, la situación se invierta y pueda, en el resumen nocturno que realizará, visionar otras imágenes y vivencias más animosas. Dentro de unas horas habrá de volver a madrugar, cuando apenas comience la siempre esperanza del amanecer. El tic tac del despertador se hace sentir en el silencio nocturno caminando, con su rítmica acústica, ante corazones monótonos que deambulan somnolientos por las páginas de nuestra memoria. Tomorrow can be better …… mañana puede ser mejor.-

José L. Casado Toro (viernes, 25 septiembre 2015)
Antiguo profesor I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

1 comentario:

  1. Estimado Jose Luis:
    Cada día es diferente y lleno de acontecimientos, algunos positivos y otros no tanto, y también depende de la actitud de la persona de cómo afrontarlos. Si, como en mi caso, tienes la mala suerte de tomarte todas las cosas demasiado a pecho, puedes sufrir una decepción tras otra, porque a veces parecieras marioneta manejada por un hilo invisible que te hace pasar por las más inverosímiles aventuras. Está en nuestro deber intentar gestionar esto de la mejor manera posible y sacar siempre conclusiones positivas.
    Ha sido un gusto y placer releerle de nuevo.
    Reciba un fuerte abrazo.

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