viernes, 11 de septiembre de 2015

INSÓLITA DONACIÓN, EN UNA BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL.


En esta media mañana de junio, la mayoría de sus mesas de estudio se encuentran ocupadas. Vemos libros de todos los colores y especialidades, apuntes para la inmediatez o ayuda del concepto, bolígrafos, carpetas, nervios y ese móvil, a modo de hermano clónico, con el sonido silenciado que no cesa de manar mensajes de whatsapp para la comunicación. El calendario marca la época de celebración de los exámenes finales, en las diferentes facultades universitarias y, a pocos días, también llegará esa prueba a modo de reválida en la avanzada adolescencia, que permitirá a muchos alumnos el anhelado acceso a los estudios universitarios.

Regina y Paula, encargadas de esta biblioteca pública, están laboralmente vinculadas a la Concejalía de Cultura municipal. Ambas multiplican su esfuerzo, de la mejor manera posible, a fin de atender las numerosas peticiones, incidencias y consultas de los usuarios que pueblan las diferentes mesas, ubicadas en cinco amplias salas que conforman el recinto. Entre ellas, hay dos dedicadas para la lectura y el estudio. Una tercera está presidida por la existencia de quince ordenadores, conectados a Internet. Hay otro espacio dedicado para la oferta de los principales periódicos y revistas, completando esta distribución una alegre (por su decoración y personal que la habita) y lúdica sala, dotada con material específico para la infancia: desde tebeos, cuentos, libros infantiles y juveniles, hasta incluso algunos juegos que fomentan y dinamizan el ejercicio mental y la distracción.

El reloj marca quince minutos sobre el medio día, cuando un hombre de edad avanzada camina con diligencia hacia el mostrador de atención al público, en aquel momento ocupado por Paula. Se trata de una persona de cuerpo delgado, cabello encanecido y aún abundante, que usa gafas adecuadas para sus no escasas dioptrías, sobre unos ojos, sin duda cansados, de color gris azulado. Viste una camisa blanca de manga corta, pantalón vaquero con pulcra limpieza y calza unos tenis blancos que muestran, de forma inequívoca, el placer de su veterano propietario por practicar ese buen ejercicio de recorrer los espacios y senderos de la ciudad. Se dirige a la chica que atiende a los usuarios con estas amables palabras:

“Buenos días, Señorita. Suelo venir a la biblioteca, con cierta frecuencia, ya que resido en un piso situado a no muchos metros de este edificio. He observado que, en determinados momentos, algunas personas traen libros con el plausible objetivo de donarlos a los fondos ya existentes en la misma. Yo también desearía hacer uso de esta generosa opción pues, con toda modestia, pienso que poseo un importante stock documental que beneficiaría a todas aquellos lectores y estudiosos de la cultura, las artes y las ciencias. Bueno mi nombre, discúlpeme por no haberme presentado al principio, es Efrén Nicolás”.

“Por supuesto, Sr. Nicolás. Los fondos municipales disponibles, en esta dura época de recortes económicos, no nos permiten adquirir todos los ejemplares que desearíamos para nuestros lectores. Hasta hace unos meses sólo admitíamos libros, en buen estado, y cuya antigüedad no superaran los diez años. Pero en este momento, recibimos cualquier tipo de material bibliográfico, pues son muchos los distritos cuyos centros culturales municipales están reclamando el aporte de nuevos ejemplares para ofertar en sus deficitarias estanterías. ¿Va a realizar Vd. alguna entrega?”
  
En ese momento, el interlocutor de Paula esboza una amplia sonrisa. Parece que está pensando en cómo mejor transmitirle a la encargada de la biblioteca su peculiar ofrecimiento. Tras unos segundos de pausa, se limpia con el pañuelo el sudor de su frente (el viento aterralado que la ciudad soporta ha elevado en demasía la temperatura para estas fechas cercanas al verano) y expresa en voz baja su oferta, a fin de no molestar a los lectores que estudian en mesas cercanas.

“Verá…. señorita, tal vez no me he expresado bien. Efectivamente deseo realizar una sustancial donación a la biblioteca, pero no en la forma usual de entrega de libros. Mi ofrecimiento va mucho más allá y entiendo que le va a resultar, posiblemente, un tanto sorprendente mi decisión. Si me permite unos minutos, se le explico, con un poco de historia personal.

Como resulta evidente, si se fija en mi aspecto, soy persona que acumula ya muchos años en su vida. En todo este tiempo, que mi cronología revela, he sido muy receptivo a todo lo que signifique cultura y conocimiento. Soy doctor en ciencias físicas y también en Historia y Filosofía. Durante mi etapa laboral activa, he sido profesor en dos universidades americanas. Desde hace ya tres años, resido aquí en Málaga, ya que mi cuarto matrimonio me trajo a esta maravillosa ciudad del Mediterráneo. En la actualidad no tengo pareja estable, dedicando la mayor parte del tiempo a la lectura y al cine. También escribo sobre temas científicos, pues aunque mi edad es avanzada, aún me publican en revistas especializadas.

Resumiendo, mi oferta es la siguiente. Creo que ha llegado la fecha apropiada de donarme a su biblioteca. Podría prestar un gran servicios a todos aquellos que buscan, en los libros, información o aclaración para sus dudas. Soy un experto en ciencias físicas e históricas. El campo de la literatura también lo domino. Las matemáticas no tienen el mayor secreto para mi persona. Puedo hablar hasta en seis idiomas y. últimamente, he avanzado mucho en el estudio de la Filosofía y en el campo de la interpretación plástica del arte”.

El rostro de Paula era todo un poema para la contemplación. Trataba de asimilar lo que este buen hombre le estaba transmitiendo, pero su cerebro no aceptaba la lógica del mensaje que recibía. Miraba asombrada a su interlocutor, cada vez más preocupada por lo que pudiera ocurrir en el proceder de este hombre, sin duda, presa del desequilibrio. No pudo reprimir una risa nerviosa, al responder al extraño personaje que tenía ante sí.

“Pero Vd  ¿qué es lo que quiere? ¿Pretende que lo ubiquemos en uno de los estantes, a modo de ejemplar viviente, para que los lectores puedan llevarle en brazos hacia sus meses, a fin de consultarle como un diccionario o enciclopedia al uso? Disculpe, pero estoy muy ocupada. No me gusta perder el tiempo y más cuando siento que se me está tomando el pelo”.

“En modo alguno, señorita. Ya le decía que le iba a resultar extraña mi propuesta. Por insólita o inverosímil que parezca creo, que si se me concede una oportunidad, puedo prestar buenos servicios en la ayuda cultural y científica que otras personas puedan demandar. En todo caso, considero que debe trasladar mi petición u oferta al departamento correspondiente, para que sus jefes adopten la decisión que estimen procedente. Al igual que las personas entran en Internet y consultan las cuestiones más diversas, tanto en Google como en el Wikipedia, lo podrían hacer conmigo de una forma directa y, a buen seguro, más humana. Como sabía de la extrañeza que mi planteamiento iba a provocar, he traído conmigo unos folios explicativos acerca de lo que pretendo, a fin de que sean trasladados al Sr. Concejal de Cultura del Ayuntamiento. A esos folios explicativos, adjunto un detallado currículum vitae. En él mismo va documentada toda mi historia formativa y profesional”.

Dicho lo cual, entregó a la funcionaria un cuidado y denso dossier que ésta recogió, presa aún del asombro. Regina, que  se había incorporado a la última parte del diálogo, aseguró, al veterano y peculiar profesor, que elevaría la documentación recibida al servicio municipal correspondiente, para que los responsables del mismo decidieran al efecto. Desde este departamento municipal se pondrían en contacto con el peticionario, con la respuesta más procedente, información que recibiría con el necesario registro de salida, como marca la normativa administrativa. 

Desde la llegada del otoño, cuando tantas oportunidades se reinicializan, funciona un nuevo servicio en esta biblioteca municipal. Lo hace como experiencia piloto provisional para que, tras su funcionamiento durante el ultimo trimestre del año, se estudien y evalúen los resultados de la misma a fin de establecer su permanencia o supresión.

Antes de la apertura al público (fijada para las 9.30 minutos) ya se encuentra ante las puertas del edificio Efrén Nicolás. Le ha sido habilitado un pequeño espacio, en el hall de la entrada, donde dispone de una mesa de trabajo con su ordenador correspondiente, impresora y línea telefónica, con un material de papelería básico para la función que tiene encomendada. Encima de la mesa que ocupa tiene una placa con su nombre, en la cual se puede leer la función de “Monitor Cultural”.

A lo largo del día, son numerosas las personas, jóvenes y mayores, que acuden al cualificado personaje a fin de hacerle las más variopintas consultas. Desde cómo resolver ese problema de matemáticas, cuyo planteamiento resultaba muy complicado, hasta compartir una información básica o de primera mano sobre algunos personajes de la evolución histórica, poco conocidos. Desde cómo redactar bien un argumentario científico, hasta cómo estructurar adecuadamente un análisis filosófico. Desde cómo rellenar un impreso administrativo, hasta la concreción de esos primeros pasos para abordar demandas jurídicas, tanto en lo penal como en lo administrativo. Y un largo etc, que por la satisfacción del público ha merecido la atención de varios reportajes en la prensa local y nacional.

El horario que cumple, este admirable monitor cultural municipal, es el propio que corresponde a los servicios de la biblioteca. De 9.30 hasta las 13.45, por la mañana, mientras que por la tarde descansa, dedicándose a otras actividades deportivas o sociales. Como voluntario social, no recibe contraprestación económica alguna (en realidad, no la necesita, pues vive de manera desahogada con su pensión de jubilación), aunque esta placa identificativa sobre su pecho le hace sentirse orgulloso y realizado, por la función solidaria que presta en el día a día.

Efrén Nicolás se siente útil y feliz con la aportación social que desarrolla, de manera especial con esas miradas y palabras de agradecimiento que percibe de tantos ciudadanos anónimos que hallan en su persona los valores de experiencia, cultura y destrezas que ellos tanto necesitan. Como hecho curioso, en la narración de esta historia, una de estas personas, mujer con graves problemas en el campo de la violencia psicológica conyugal, acabará formando parte de la vida relacional de este veterano profesor que mantiene, para asombro de muchos, una asombrosa vitalidad y dinamismo para con casi toda suerte de empresas.

Esta mañana, a eso de las diez menos cuarto,  se ha acercado  a su mesa de atención al público un hombre joven que camina torpemente, ayudándose con un bastón que porta en su mano derecha. Resulta evidente que su nivel de visión es en sumo limitada. “Buenos días. No sé si me podrá ayudar, para este duro problema que me ha sobrevenido en la vida……..-

José L. Casado Toro (viernes, 11 septiembre 2015)
Antiguo profesor I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

1 comentario:

  1. Me ha encantado su relato, aunque no sé si pertenece a la ficción o a la realidad.
    Un saludo.

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