viernes, 28 de septiembre de 2012

ARCHIVOS INESPERADOS QUE RECLAMAN NUESTRA REFLEXIÓN.


El buen aficionado al cine disfruta visionando, siempre que encuentra una buena oportunidad, películas pertenecientes al denominado género clásico. Se trata de aquellos films que hoy acumulan muchas, muchas décadas en su cronología, desde aquella fecha lejana en que fueron primorosamente rodados. Hay ciudades que tienen la suerte de poseer una filmoteca, a fin de que los amantes del “7º Arte” pueda acceder a determinados títulos, hoy difíciles de encontrar en los muy  escasos videoclubs que aún permanecen abiertos. Estos centros culturales para el fomento y estudio del cine organizan, de manera periódica, ciclos específicos, tanto temáticos como de actores, con aquellos films más emblemáticos y representativos, películas que son proyectadas por un módico precio para el espectador. Poseen bibliotecas especializadas para el estudio y la investigación, salones para conferencias y debates,  organizan exposiciones, y tienen a disposición de los interesados archivos de cintas en celuloide y en soporte digitalizado, etc. Aquí, en Málaga, no existe, lo que es de lamentar, una filmoteca como tal. Sin embargo podemos acceder a ciclos de un cine clásico, cualitativamente muy interesante, mediante algunas películas de éste género que oferta el Cine Albéniz, con una proyección a la semana y a precio reducido. También el Ámbito Cultural del Corte Inglés organiza ciclos dedicados a determinadas estrellas del séptimo arte, con un coste totalmente gratuito para el espectador. El Centro del Arte Contemporáneo oferta, de manera periódica, ciclos de cinematografías extranjeras, todas ellas en versión original subtitulada y, también, de forma gratuita. El Ateneo de Málaga tiene una sección de cine fórum que lleva a cabo en determinados momentos, proyectándose films seleccionados por su calidad plástica y conceptual, en la valoración crítica de los expertos. El Centro Cultural Provincial de calle Ollerías ha organizado, igualmente, ciclos de cine, en una pequeña sala acondicionada al efecto. También el departamento de cultura de Cajamar está apostando por el cine. Pero, a pesar de estas oportunidades para ver, estudiar y gozar determinadas obras fílmicas, en Málaga no existe una filmoteca al uso, a pesar de haber sido anunciada en diversas oportunidades desde los órganos culturales de la Administración andaluza. 

Por todo ello, dada la carencia de videoclubs comerciales y el coste que supone acceder a la compra de algunas películas antiguas (en situación disponible de catalogación) no pocos aficionados a este género cinematográfico han de acudir al maná solidario de las descargas de Internet. Este procedimiento, cada vez más restrictivo en la red, permite traer a tu ordenador, sin ánimo de lucro mercantil, películas que, de otra forma, sería prácticamente imposible acceder a su visionado. Estas downloads (descargas, en inglés) suelen tener algunos condicionantes para un visionado técnicamente cualitativo. Especialmente su sonido, que suele venir como “enlatado” o con unos ecos que dificultan su escucha. También, la imagen. No sólo cuando se trata de películas grabadas directamente desde la pantalla donde son proyectadas, sino también cuando la densidad de píxels en estos archivos digitales no es lo suficientemente amplia como para posibilitar su necesaria riqueza cromática, junto a la claridad o nitidez  visual de la imagen.

Aunque, hoy día, el uso de la video-proyección permite disfrutar de amplias pantallas en los domicilios o salones preparados al efecto (existen ya en el mercado televisores, con 80 pulgadas de dimensión en sus pantallas LCD –una pulgada equivale a 2,54 centímetros, por lo que serán monitores con 203,2 cms, poco más de dos metros en su diagonal-) nunca llegarán a igualar las superficies donde se proyecta en los cines comerciales, con dimensiones que pueden alcanzar los 22 metros de largo o los 260 metros cuadrados. A pesar de este condicionante, el acceso a determinadas películas induce a los buenos aficionados a “navegar” por la red, a fin de encontrar ese determinado titulo que nos interesa visionar y disfrutar. Siempre, por supuesto, que esté disponible en ese mercado gratuito del intercambio solidario, a pesar de las prohibiciones administrativas al efecto.

En no pocas ocasiones, muchos de los se han “bajado” o “descargado” una película, comprueban que el título que preside la misma no tiene relación alguna con el contenido del archivo que aparece en el monitor de su ordenador.  Así que no es difícil que, cuando te dispones a gozar de las cualidades interpretativas de John Wayne o Grace Kelly, compruebas con asombro que el material que tienes realmente a tu disposición está vinculado a la erótica más profunda e impactante. Imágenes que pueden ser muy incitantes y atrayentes, según las circunstancias personales del receptor, pero que no es la interesante película clásica que tú ansiabas contemplar y disfrutar. Y, así, otros muchos materiales que, con distintas motivaciones, van sobrevolando en la red, aprovechan el marketing apetecible de títulos emblemáticos para la historia del cine.  Pero….. ¿pero qué fue lo que pudo suceder en aquella ocasión? Narrativa, ficción o espejo de la realidad……

Hablo de aquel amigo que quiso bajar un films mítico para la historia del cine. Citizen Kane (Ciudadano Kane), 1941. Dirigida por Orson Welles (Wisconsin 1915-Los Ángeles 1985) e interpretada magistralmente por él mismo, junto a Joseph Cotten, Aland Ladd y otros buenos actores. La había visionado hacía ya años en televisión pero, en esta ocasión, deseaba analizar detenidamente los comportamientos y reacciones de los dos principales personajes, en función de un estudio que estaba realizando, dada su profesión de psicólogo. Este drama, vinculado al mundo de la prensa y las finanzas, tuvo, en el año de su producción, nueve nominaciones a los premios Óscar, siéndole concedido el correspondiente al mejor guión original. Este amigo utilizó, para la download, uno de los servidores más afamados que posibilita Internet.

Una vez efectuada la descarga, hecho que realizó en unos cuarenta minutos, procedió a comprobar su contenido. Abrió el archivo y a los pocos segundos fue consciente de que no estaba ante esa mítica película para la gloria del “séptimo arte”. Por el contrario observa que las primeras escenas, en lo que parece ser un documental “casero” grabado con una cámara de aficionado al vídeo, le ofrecen imágenes de una localidad rural, sin duda situada en algún estado de la Unión norteamericana. Pronto la cámara, sin estabilizador óptico o en unas manos algo temblorosas, se centra en un hombre, que vive su cincuentena cronológica. Debe tener un importante cargo en la política de esa ciudad USA. Hay unas primeras escenas en las que se le ve haciendo vida familiar, con su esposa y sus tres hijos, dos jóvenes varones y una niña preciosa, en la edad de los estudios de secundaria. También, aparece este importante personaje en su oficina local,  despachando con el que debe ser su secretario y dando un discurso, rodeado de banderas estadounidenses y entre los vítores del público que asiste al evento. El sonido de este archivo dejaba algo que desear. Sonaba algo enlatado, pero la imagen era lo suficientemente nítida, aunque con algunos vibraciones por ser una grabación no profesional. El lenguaje utilizado es inequívocamente inglés americano.

La parte más turbia de esta grabación, que dura en total unos doce minutos, venía a continuación de lo ya visionado. Tras aparecer de nuevo con la que debía ser su esposa  y sus tres hijos, se ve al prestigioso y vitoreado político local aparcando delante de una casa unifamiliar y penetrando en la misma. De inmediato, sale de esta vivienda, junto a una linda joven, a la que besa y abraza, antes de que ambos entren en su coche. La chica lleva de la mano una niña de pocos años de edad. Aquí se acaba esta grabación, cuyo contenido se repite hasta en seis ocasiones, dentro del archivo objeto de descarga.

Probablemente,  una esposa engañada grabó (o encargó a otra persona) esta última parte de la cinta. O, en las luchas políticas internas, alguien utilizó estas imágenes para desvelar y contrastar la benefactora y honesta imagen pública del político, con aspectos oscuros de su vida privada que desautorizaban socialmente su imagen. Se montaron esas escenas que después fueron colgadas en la red, bajo la carátula de una prestigiosa película en la historia del cine. Ciudadano Kane. Para muchos, una de los diez mejores films de todos los tiempos. Obviamente, el contenido de este archivo estuvo a disposición de todo el que quisiera “bajarlo” a su ordenador, no sólo en esa localidad norteamericana, sino perfectamente  abierto a la difusión mundial.

Historias como la que acaba de resumirse deben ser más que frecuentes en una sociedad mundial caracterizada, tecnológica y mediáticamente, por los efectos de la globalización. No sabemos cómo acabó este episodio que contrasta la imagen hipócrita del político público y el ciudadano privado. Pero desde luego nos hace reflexionar acerca de los riesgos y peligros que tiene esa maravillosa y versátil telaraña infinita de las interconexiones mediáticas. Especialmente, cuando acceden a esas autopistas o carreteras vecinales personas que, por su edad, formación o carácter, pueden hacer un uso inadecuado de los contenidos que por ellas circulan. De ahí la responsabilidad que contrae la autoridad familiar para los más jóvenes y, por supuesto, la eficacia de la Administración educativa sobre estos seres, en las edades básicas de su formación.

Pero, por encima de padres y educadores, está la propia sociedad, que cada vez más potencia la importancia banal de la materialidad sobre los valores, éticos y morales, del espíritu y la conciencia.-

José L. Casado Toro (viernes 28 septiembre, 2012)
Profesor
jlcasadot@yahoo.es


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