viernes, 20 de marzo de 2020

AMANECER PRIMAVERAL, CON TODO UN DÍA POR CONSTRUIR.

No todas las personas tienen el mismo despertar, en cada una de las mañanas. Esta afirmación refleja una patente obviedad: cada individuo representa un carácter específico, el cual se ve condicionado por un conjunto de variadas circunstancias, externas e internas. Somos profundamente diferentes y ello provoca que cuando suena el despertador o cuando espontáneamente abres los ojos, tras una noche más o menos plácida para el sueño, percibas al largo día que tienes por delante con una predisposición desigual. Puede ser ésta animosa y diligente, confusa y desorientada o incluso algo depresiva, lo que no te estimula mucho a tener prisa por abandona el lecho en el que has descansado esas horas necesarias para la recuperación física y mental. Las terapias contra esos despertares apáticos son también muy diversas. Siempre ha resultado de una saludable eficacia la programación previa, con la subsiguiente acción sin dilaciones.

Marilen es una chica malagueña que recientemente ha terminado sus estudios de bachillerato, con un expediente académico más bien “normalito” bajo. Se ha presentado a las pruebas de acceso a la universidad, habiéndolas superado con un aprobado “raspado” por lo cual su nota media no le va a facilitar el camino para ingresar en determinadas facultades universitarias, cuyo corte de entrada en las listas están en una puntuación notablemente más alta que la suya. La realidad es que a sus 18 años se encuentra sumida en esa situación de profundo desconcierto que afecta a muchos adolescentes, motivado por no saber muy bien lo que quieren hacer para con su futuro.

La joven Marilen (alude al diminutivo de Maria Elena) es la hija menor de una familia estable, perteneciente a la clase media /media, en lo sociológico. Su padre Leandro, gran aficionado al fútbol, trabaja desde hace muchos años en unos céntricos grandes almacenes como agente de ventas, actualmente destinado en la sección de electrodomésticos de la gama blanca (lavadoras, frigoríficos, lavavajillas, etc). Su madre, Virginia, también dedica las mañanas para ejercer de auxiliar recepcionista en una consulta privada de medicina ginecológica, que dirige el Dr. Periñán. Ambos progenitores, ya desde hace años, tienen un comportamiento bastante crítico con respecto a su hija, en la que critican su arraigada indolencia y pasividad, tanto en las obligaciones de estudio como en su escasa colaboración y ayuda que presta para las tareas del hogar. Contrastan su forma de ser con la de su hermano mayor, Lucas, quien se prepara en una academia especializada para concurrir a unas futuras oposiciones que le permitan el deseado ingreso en el Cuerpo Nacional de Policía. El primogénito de la familia sabe compartir el tiempo de estudio con unas horas de trabajo durante las noches en una cadena de comida italiana, con el sufrido encargo de ir entregando pizzas por múltiples domicilios.

Preocupados los padres por la profunda apatía de su “niña”, deciden acompañarla a un equipo de medicina y psicología juvenil, consulta que le recomendó a Leandro su jefe de departamento en el centro comercial donde desarrolla a diario su trabajo. En la primera visita que realizan al gabinete médico, el especialista Franio del Prado Carvajal, tras escuchar los planteamientos de unos padres bastante preocupados y unas primeras respuestas de Marilen, acuerda con la chica mantener una próxima entrevista tras días más tarde, a la que deberá acudir ya sin el acompañamiento de sus progenitores. En principio le receta unas vitaminas y otros comprimidos que ayuden a vitalizar su estado de pasividad y evidente depresión anímica.

La joven vuelve a la consulta en el día y la hora fijada, respondiendo a las primeras preguntas planteadas por el Dr. Franio que son de una naturaleza básicamente informativa (aficiones, empleo y organización de su tiempo, amistades, relación con los miembros de la unidad familiar, etc.) Le plantea a continuación unos pequeños ejercicios o test, para avanzar en el conocimiento de su joven paciente. De esta segunda entrevista, con una duración aproximada alrededor de los sesenta minutos, el facultativo obtiene una interesante base de datos, con una primera aproximación casuística sobre la situación de profundo desconcierto que muestra el carácter de la chica. El diálogo entre ambos es abierto y cordial, pero desde un principio Franio tiene esa mezcla de suposición y convicción de que su interlocutora no está siendo absolutamente sincera en la transmisión de algo que le ocurre y que se muestra reacia a confesarle. Tendrá que seguir avanzando en esa línea investigativa, si quiere llegar a conocer los motivos o circunstancias que pueden estar definiendo esa difusa apatía y desgana vital que embarga a la joven. Le propone iniciar cada noche, antes de irse a la cama, la redacción de un pequeño diario en el que debería resumir los aspectos más destacados que le hayan ocurrido durante el día que finaliza y, de manera especial, su resolución de hacer algo nuevo o diferente durante la próxima jornada. Le aclara que esa recomendación la debe considerar como muy importante e insoslayable. En el plazo de una semana acuerdan mantener una nueva entrevista, en la que comentarán las reflexiones más significativas que haya anotado Marilén en su nuevo diario personal.

Así lo hace efectivamente, durante cada una de las noches. Después de la cena y tras sentarse un rato ante el monitor de televisión que preside el salón de su casa, se retira a su cuarto para ponerse unos minutos ante su mesa de trabajo, sobre la que escribe unas líneas en las que recuerda determinadas vivencias protagonizadas en su día. Resulta significativo la diferenciación expresiva entre lo que escribía Marilén en las primeras páginas de su diario (apenas un par de frases) y la ampliación que experimentaron esas primeras líneas, a medida que avanzan los días. Ello reflejaba una evidente muestra del avance que estaba consiguiendo en la autorreflexión de lo que se proponía y más o menos realizaba. También iba añadiendo algunos porqués a su comportamiento. Todo este material iba a ser de importante utilidad para los comentarios intercambiados entre la paciente y su doctor.

Así fueron algunas de las muestras (resumidas) escritas por Marilén durante esos primeros diez días.

“Hoy, al despertar, me preguntaba una vez más ¿Y qué voy a hacer a lo largo de esta jornada? No tengo una especial preferencia por nada ¿Tal vez pasear, sin rumbo fijo? Al final me quedé toda la mañana en casa. Mi madre en su trabajo. Y mi padre, con sus electrodomésticos en los grandes almacenes. Por la tarde, las “tabarras” de la mama con eso de “te podías poner a limpiar la casa o a ordenar tu cuarto, que parece una leonera y hasta huele mal” Y el teléfono sonando, preguntando una y otra vez por Virginia ¡Menudas “arpías” estas amiguitas de la mama. Como “propo” para mañana quiero llamar a la única verdadera amiga que aún creo tener: Elvira. Lo que temo es que esté muy liada con su Gonzalo”.

“Como me temía, el Gonza tiene bien controladita a la Elvira. Ya le dije que ese compa era muy absorbente. Que podemos quedar el jueves a las seis, pues esa tarde su pareja va de gimnasio a sacar sus musculitos. No creo que duren mucho juntos. Ella es muy dulce, incluso algo tontilla de buena. Y él es un “malabestia”. He organizado un poco la ropa del armario. Cuando se lo he dicho a la mama, ni me contestó. Creo que ni se enteró. Todo lo más que dijo fue que estaba muy trastornada buscando el número teléfono de Dorita, pues quería ir a su partida de cartas el sábado. Siempre con sus cosas, que son las únicas importantes para ella. Así que no me extraña “lo del papa”. Tengo aún una semana para matricularme en algo. Pero ¿en qué?”

“Hoy he hablado con mi hermano Lucas. Con la preparación de sus oposiciones y el reparto de las pizzas, vive en las biblios y en los domicilios de sus amigos, A veces viene a dormir a casa y hace alguna comida. Esta es, sin duda, la casa de las grandes ausencias. Yo soy la más permanente y la que tiene peor prensa. Mi señor padre lleva dos noches volviendo de madrugada: que si cenas de trabajo, que si reunión con antiguos compañeros, que si imprevistos … sí, sí. Mi madre disimula. Para ella lo importante es su panda de señoras bien. Tiene poco que hacer ante  cualquier chiquilla que encandila a los cincuentones, como el papá. A él no le apetecían las colonias y ahora tiene dos tarros en el baño. Buenos cuartos que le estarán sacando por ahí. Me dice Elvira que van a abrir un nuevo Mercadona por la parte alta del Cónsul. Pero ¿sirvo yo para cajera con uniforme?”

“Me ha encantado la película que han puesto esta noche por la sexta, a pesar de las listas de anuncios que te meten con amplio calzador. Envidiaba a la protagonista, una azafata encantadora. A mi eso de viajar, de un país a otro y de un continente a otro, me haría mucho bien. Me pregunto ¿dónde habría que ir para poder ser azafata? Esa profesión me gustaría y yo creo que tengo un buen tipo para ese trabajo. Pero mis conocimientos de inglés son bastante flojitos. Los tíos de Elvira viven en Newcastle y ella ha viajado en algunas vacaciones a su casa. Sí que tiene suerte la amiga, pues chapurrea muy bien el idioma guiri. El pá nos insistía desde pequeños con los idiomas. Lucas si se esforzaba, pero yo siempre he sido una negada para estas cosas. El Gonza de Elvira me decía que me pusiera a ver series en inglés. Aunque “el figura” no me cae especialmente bien, igual tiene razón. Mañana voy a buscar alguna serie de éstas, por Internet”.

Facultativo y paciente se hallan sentados frente a frente. Se observan con recíproca curiosidad, en una cálida tarde a inicios de septiembre. El Dr. Franio repasa, con avidez y rapidez lectora, los textos manuscritos que le entrega Marilén. Felicita y agradece a la joven su voluntad y diligencia en sintetizar sus vivencias diarias. Aparte de indicarle que continúe tomando el complejo vitamínico que le prescribió en la primera consulta, comienza a sugerirle una serie de fáciles líneas de acción, a fin de dinamizar un organismo y un estado ánimo en situación de pasividad y bloqueo.

“Al iniciar cada mañana, tienes que comenzar a realizar las acciones que hayas programado el día anterior. Tras el aseo y desayuno, inicia esas pequeñas actividades (limpiar, ordenar, hacer los encargos de tus padres, de una manera mecánica y automática,  ayudándote con un poco de música. No te plantees el “lo hago o no lo hago”. ¡Hazlo, sin más! Cuando ya hayas realizado las primeras acciones, verás que no era tan difícil comenzar. Ese es uno de los primeros problemas que te vas a encontrar: romper con la pasividad o inercia matinal, que tanto te inhibe, para que puedas ilusionarte con la actividad. No dudes que tras un rato de trabajo, después te vas a sentir mucho mejor. Estás en la edad de la formación y el estudio. Tienes que elegir una línea de escolarización. Universitaria o de ciclo formativo. Te voy a dar dos direcciones de orientadores escolares, en sendos centros especializados para la formación profesional. Debes de acudir a consultarles, pues te pueden dar buenas ideas y consejos para animarte a seguirles, en actividades que no sean especialmente complejas y que de algún modo te puedan motivar e interesar. Por cierto, sé que existen ciclos formativos de auxiliares de vuelo. Consulta cuáles son las condiciones para poder seguir esa línea pre-profesional,”

En un centro escolar de F.P. recién inaugurado, Marilén encontró acomodo (con el curso ya empezado) para seguir un ciclo formativo de azafata turística, posibilidad a la que la hija menor  de Leandro y Virginia se entregó con inusual ilusión. Su padre hizo las gestiones oportunas para buscarle acomodo en la Escuela Oficial de Idiomas, clases del A1 de inglés, a las que acudía por las tardes dos veces durante la semana. Se la veía mucho más animada y motivada, tanto por los conocimientos y prácticas que recibía en el ciclo formativo, como por los incentivos que le provocaba ese idioma que tanto se le había resistido durante sus antecedentes escolares. Las visitas a la consulta del Dr. Franio se fueron espaciando, síntoma que reflejaba la mejoría anímica de una joven que iba viendo algo de más luz en el diseño de un proyecto de vida.

Cierta tarde, a mediados de febrero, Marilén preparaba en casa unos ejercicios de inglés, trabajos escolares propuestos por su profesora el día anterior. Se había aficionado últimamente a la música instrumental, que sonaba a buen volumen aunque no molestaba a nadie en la vivienda pues, una vez más, ella era el único miembro de la familianica﷽﷽﷽﷽﷽﷽ente en el inmueblen la vivienda pues, una vez mra el d ese idioma que tanto se le hablas que acudúnica presente en el inmueble. Sonó su teléfono móvil y al otro lado de la línea escuchó una voz conocida: era el Dr. Franio, quien le rogaba se pasase por la consulta esa misma tarde o en el primer día que tuviera disponible en sus estudios. Ante la insistencia del facultativo, Marilén quedó en desplazarse al centro médico a eso de las 20 h, cuando las consultas programadas normalmente finalizaban.

“Te quiero hacer una propuesta para un interesante trabajo particular. Te pido que la estudies con tranquilidad y adoptes la decisión que mejor prefieras. He pensado en ti porque creo que das un buen perfil, en función de los conocimientos que tengo acerca de tu persona. Se trata de mi madre, una señora con 73 años, llamada Davinia. Debo confesarte de que es persona con un cierto carácter, en ocasiones algo exigente, pero que con habilidad se la puede tratar sin mayor problema. Hace unos seis meses pasó por una dura experiencia orgánica, lo que ha contribuido a que se vuelva más paciente y tolerante. Sufrió un ictus cerebral del que, con fortuna y buenos cuidados médicos, se ha recuperado en un elevado porcentaje. Durante el día tiene una asistenta personal en casa. Pero esta señora, por inesperadas razones familiares, tiene que volver a su casa a partir de las seis de la tarde, para no volver al domicilio de mi madre hasta las 9 horas de la mañana siguiente. 

Así que mi hermano y yo necesitamos una persona de compañía, que ayude para evitar su soledad durante las noches. Se incorporaría a su noble dedicación no más avanzada las siete de la tarde y permanecería en el domicilio hasta la hora del desayuno. Esa persona de compañía solo ejercería la labor de atención y vigilancia, pues la cena ya estaría preparada y, con respecto al aseo, la encargada durante el día ya se ocupa de esos menesteres (limpieza, plancha, cocina, etc). Si aceptaras esta labor, podrías estar con tus libros, cenarías en casa, si te apetece verías la televisión y descansarías en un dormitorio adjunto al cuarto de mi madre. Tendrías que ir ganándote un poco su carácter y hacerle un relativo caso cuando comience con sus manías y rarezas. En caso de que aceptaras, te haríamos un contrato laboral visado por una gestoría, a fin de que estés completamente legalizada con respecto a tu futuro. Sólo añadirte que nos prestarías un inestimable servicio (confío plenamente en tu persona) pero al tiempo conseguirías interesantes y buenos beneficios, no sólo económicos, sino también humanos”. 

Al paso de los meses, el carácter de Marilén se ha estabilizado y enriquecido en valores, con esa útil labor social que presta a la señora Carvajal, acompañándola en las horas de tarde y noche. Davinia, muy interesada por los estudios de la chica y sintiéndose como una “madre” de esa hija que nunca pudo tener, la trata con deferencia y cariño. En su 19 “cumple”, pidió a la chica que le acompañara a un centro informático. El motivo de este desplazamiento no era otro sino regalarle un ordenador portátil de última generación, pues el que Marilén manejaba tenía “achaques” técnicos por todos los lados. Bien cogida del brazo de la joven, por sus dificultades de movilidad, conformaban la entrañable imagen de una abuela con su nieta preferida.

En cuanto a Leandro y Virginia, continúan “teatralizando” esa unión que es puramente formal. Aburridos de los muchos años de convivencia juntos, buscan compensaciones e incentivos por esos mundos de dios. Un hermano del Dr. Periñán, Salvio, que dedica dos tardes a la semana para pasar consulta en la clínica familiar, cada vez tiene una mayor proximidad con la Sra. Virginia, con la que busca compartir esos minutos que iluminan nuestra ilusión y deseos. Por cierto, Lucas ha superado los ejercicios psicotécnicos en las oposiciones. Frecuenta un gimnasio que tiene cerca de su domicilio, porque asume la dificultad que va a encontrar con las pruebas de aptitud física en la todavía concurrida convocatoria. Finalmente Elvira, la íntima de Marilén, ha decidido mandar a paseo al “figura” ególatra de Gonzalo. Viendo los resultados positivos que está teniendo su amiga, tanto en lo escolar como en la novedad laboral, ha decidido matricularse en un ciclo formativo para asistente social.

Estas y otras muchas personas, cuando el alba matinal descorre sus cortinas para el necesario e insoslayable protagonismo, aún con las sábanas acariciando sus diferentes epidermis, comienzan a desarrollar la construcción de un nuevo e imprevisible día. Lo hacen “negociando” con sus ilusiones y temores, con sus afanes y tibiezas, con sus dudas y convicciones, pues no son máquinas o seres autómatas. Son hombres y mujeres que anhelan vivir y experimentar un día algo diferente al de ayer y al de mañana, aunque al final acaben apreciando ese valor de la rutina y de la actividad repetitiva, como positiva terapia para no perder el innegociable sosiego.-


AMANECER PRIMAVERAL,
CON TODO UN DÍA POR CONSTRUIR



José Luis Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga
20 Marzo 2020

Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es           



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