jueves, 22 de diciembre de 2016

UNA SINGULAR Y SOLIDARIA FIESTA DE NOCHEBUENA, PARA AQUÉLLOS QUE MÁS LA NECESITAN.

El alcalde de un municipio de la alta Andalucía había concertado una urgente reunión, a celebrar en la mañana del 28 de Noviembre, con dos concejales de su equipo de gobierno. A las 9.30, hora fijada para el encuentro, ya se encontraban reunidos en el despacho de la máxima autoridad local los tres políticos: el responsable de  Acción Social, junto al de Cultura y Fiestas, además de Feliciano, el propio Alcalde Presidente de la Corporación Municipal.

“Os he convocado, con bastante antelación a la fecha, a fin de comentaros una idea que tengo en proyecto con vistas a la próxima Navidad. Lógicamente, me gustaría conocer vuestra primera impresión o criterio acerca de la misma. Se trata, básicamente que, desde el Ayuntamiento se organice una gran Cena de Nochebuena, a la que serían invitadas un conjunto de personas que, por razones de muy diversa naturaleza, podrían o van a estar solas en una noche tan especial. Bueno, quiero decir, sin la proximidad de familiares, más o menos directos, con los que compartir la mesa y el afecto, en ese muy especial 24 de diciembre, víspera del Día de Navidad.

No me estoy refiriendo a contratar con un restaurante, por razones de espacio y también del coste que todo ello supondría. Podríamos habilitar y adecuar decorativamente el polideportivo cubierto municipal. En cuanto a la cena en sí, sería preparada por el equipo que lleva los cursos de la Escuela de Cocina. Sería interesante contactar con la Coral municipal o algún grupo solidario, para que pusiesen esas gratas notas musicales que alegrara la sobremesa… en fin, es cuestión de ir estudiando todas estas primeras ideas, a fin de darles forma y, por supuesto, enriquecerlas”.  

Los dos compañeros de corporación acogieron de manera muy positiva el proyecto del Alcalde. Se comprometieron a tener elaborado un desarrollo más concretizado del organigrama, en un plazo máximo de setenta y dos horas. En realidad tenían por delante un margen temporal de hasta más de tres semanas, ante de que tuviera lugar esa benefactora celebración. Ciertamente, el Ayuntamiento siempre había organizado eventos específicos para esos días tan entrañables y festivos de la Navidad y el Año Nuevo, pero la decisión de realizar esta gran cena, de la que se beneficiaria un importante número de personas, necesitadas de compañía en la gran Noche, suponía una gran novedad. El propio alcalde garantizaba su presencia, asegurando que compartiría mesa y mantel con este amplio grupo de ciudadanos, previsiblemente integrado en su mayoría por personas mayores, que gozarían del muy plausible calor afectivo que el municipio deseaba brindarles.


Para entender algo mejor el origen de esta acertada y solidaria idea, hay que retrotraerse a unos días antes de esa reunión, en un escenario que no era otro que el del propio domicilio particular del Sr. Alcalde. Aquella noche, tras la cena, el matrimonio integrado por Feliciano y Marcela se sentaron ante la pantalla del televisor como, de manera usual, solían hacer cuando podían compartir la mesa, dadas las obligaciones representativas del Alcalde. Eduar y Paula, sus dos hijos adolescentes, ya se habían retirado a sus dormitorios, pues ambos tenían que preparar algunos exámenes para el primer trimestre del curso. Esa era la excusa “oficial” aunque la real estaba en sus deseos de conectarse a Internet, a fin de “navegar un poquito” antes de irse a la cama.

“Marcela, tengo que hablarte de un tema que me viene dando vueltas por la cabeza desde hace unos cuantos días. Estamos ya a casi un mes de las fiestas de Navidad. Como siempre hacemos, para la Nochebuena y el Fin de Año, nos reunimos familiarmente, rotando cada año en las casas de nuestros hermanos. Por supuesto de que, en esa rotación, también entra nuestro domicilio, como nos correspondió hace dos Navidades. Y así llevamos haciéndolo desde hace mucho tiempo.

Pero hoy lo que me preocupa, no es sólo esa repetitiva rutina. Sabes que, en más de una ocasión, hemos acabado casi en el enfado, por esas discusiones que, a lo largo de las veladas, se van originando y que resultan un tanto desagradables. Los chicos pronto “toman la calle”, a continuar la fiesta con sus amigos y pandillas, mientras que los mayores le “damos” a la botella. Ms de lo que debemossco, nos enfrascamos en discusiones banales, que se van "gos y pandillas, mientras los mayores le "amo un tanás de lo que debemos. Entre el alcohol y los posicionamientos políticos bastante “sectarios”, de unos y otros, nos enfrascamos en discusiones banales, que se van “calentando” poco a poco y que acaban siendo verdaderamente incómodas. Y no es sólo por el tema político. Recuerda como en la Nochebuena pasada, con el asunto de la herencia, casi llegamos a las manos. El ejemplo que dimos unos y otros resultó verdaderamente infantil, impropio e, incluso desagradable.  Así que este año me he propuesto modificar esa cansina y poco edificante dinámica. Además, este cambio tiene otro gran e importante motivo. Estoy pensando en un fin solidario, con todos aquellos que más sufren la soledad en sus vidas y circunstancias.

Aquí en el pueblo, como en todas partes, hay muchas de estas personas que necesitan nuestra ayuda. Tengo la obligación, como alcalde, pero también como ciudadano preocupado con aquéllos que más  sufren la soledad en estos días tan sentimentales, de hacer algo bueno y especial  por ellos. De esta forma, las fiestas del mes que viene, Nochebuena y las uvas del 31, las debo y quiero pasarlas con ellos. Voy a proponer que, desde las concejalías correspondientes, en realidad desde toda la Corporación Municipal, se organicen dos macrofiestas, dirigidas de forma específica a todos aquéllos que más necesitan  de nuestra compañía y “hermanamiento”. 

Sinceramente pienso que, tú y los chicos, debéis acompañarme es estas dos importantes fiestas. Yo lo tengo muy claro, pero tú decides lo que veas mejor. No creo que la familia deba molestarse. En esos dos días, voy a tener que pensar en muchas más familias. Y toda la ayuda que unos y otros aportemos, vendrá como el “agua de mayo” para un fin que pondrá sonrisas y unas horas de alegría en aquéllos que más sienten su orfandad”.

La mujer del edil escuchaba “boquiabierta” la larga perorata que le había “regalado” su esposo. De la forma y manera más inesperada. Marcela, no sabía cómo reaccionar. Sólo se atrevió a responder con un “déjame pensarlo”. La firme convicción de su marido y el hábil momento elegido para transmitírselo, le había impedido prepararse mentalmente para argumentar una respuesta convincente, en uno u otro sentido. Aunque ella no ejercía la política, entendía que Feliciano  tenía una obligación superior con esa ciudadanía que le había elegido para el alto puesto que ocupaba. Y en el otro lado de su conciencia estaba la dependencia familiar ¡En menuda diatriba la había colocado aquél que era su pareja, desde hacía ya más de diecinueve primaveras! 

La máquina organizativa municipal se puso en marcha, “engrasando” bien todos sus flecos y resortes. Para ese día 24 de diciembre, el polideportivo fue remodelado, habilitándose hasta 150 mesas, para acoger a unos 600 comensales (la misma tarde del evento tuvieron que sumarse otras cuarenta más). Las personas propuestas, para tan generoso hermanamiento, atendían a un perfil social variado: ciudadanos que vivían en soledad, aquéllos que carecían de familias que les atendiesen, emigrantes de otras nacionalidades, aquéllos otros que sufrían la falta absoluta de recursos, muchos viudos y viudas, residentes en los centros de acogida y en las agrupaciones de la tercera edad, además de algunas personas que por la naturaleza de sus dolencias podrían ser desplazadas desde el hospital de la localidad. En un municipio, con 22.300 habitantes censados, era lógico encontrar tal variedad de aspirantes a participar en una gran cena y espectáculo, todo ello a coste del presupuesto gubernamental.

Un animoso equipo, integrado por veinticinco voluntarios, se encargó de ir comprando la mercancía necesaria para elaborar esos casi 800 menús. Hablaron con los responsables de algunas cadenas de supermercados y centros comerciales, donde encontraron la comprensión generosa para facilitarles a buen precio, incluso donarles, alimentos y utensilios con los que sustentar el populoso ágape. La coral municipal se prestó a participar, una vez acabada la cena, a fin ofrecer a todos los comensales una selección de los mejores villancicos navideños. Ese voluntarioso equipo, con la plástica entrañable de la vestimenta y gorro de Papá Noel, se dispuso preparar la cena, en una gran cocina de campaña facilitada por el ejército, así como de servir, posteriormente, los diferentes platos elaborados para tan afectivos y heterogéneos asistentes.

¿Y cuál era el suculento menú que iba a disfrutarse, en esa tan emblemática y colectiva Noche? Se comenzaría con unos entrantes a compartir: platos de quesos y embutidos, tapitas de pescado frito y patatas finas. No faltaría una tacita de caldo caliente, muy adecuada para la hora y el frío de Diciembre. Como plato central,  podría elegirse entre un gran jurel asado o chuletas de cerdo, también asadas, ambas opciones con la guarnición idónea. Como postres, tarta de chocolate (donada por la principal cadena de confiterías en la provincia) o manzanas, dulces navideños, café u otras infusiones. Agua, cerveza y vino tinto, fueron las bebidas elegidas para acompañar a tan completo ágape. Obviamente también se dispuso, para los niños y personas que así lo demandasen, bebidas carbónicas, como naranjadas y colas. Los pequeño también tendrían a su disposición un plato de pasta con tomate, hamburguesa y verduritas asadas.

Unos minutos más tarde de las nueve, comenzó la anhelada y concurrida cena de Nochebuena (cerca de 800 comensales) servida por un dinámico grupo de voluntarios, ataviados con alegre ropa navideña. Música ambiental de villancicos, tanto hispanos como extranjeros, y una mesa presidencial integrada por el Sr. Alcalde y los concejales que, en su mayoría, decidieron asistir, acompañados por sus parejas de hecho o derecho, todo ello en un muy grato ambiente de camaradería, alegría y buen humor. Marcela se fue, con sus dos hijos, a casa de su cuñado Tobías, en cuyo domicilio se celebraba este año la efemérides navideña. Cuando Paula y Eduard marcharon (a eso de la 22.30) a continuar la fiesta con sus respectivos grupos de amigos, su madre tomó el coche y condujo hasta el polideportivo, uniéndose a Feliciano. En aquel momento se estaba ya en la fase de los postres, habiendo iniciado su preciosa y entrañable actuación la muy bien preparada coral municipal

La sorpresa de la Noche la tenía reservada Fernando Loth, concejal responsable de Cultura y fiestas. Una vez que la coral hubo interpretado sus 7 piezas de villancicos, el joven político tomó el micrófono para anunciar a la concurrencia que un importante profesional de la música había querido sumarse a la fraternal celebración. Se trataba de un afamado cantante británico, que poseía una residencia para sus vacaciones ubicada en un paraje espectacular del término municipal. La finca estaba encastrada en la cadena montañosa que guarnecía el norte municipal, con vistas al inmenso y fértil valle meridional. La breve actuación que tenía previsto desarrollar el aclamado artista de la canción, acompañado sólo con su guitarra, tuvo que ampliarla, dado el entusiasmo mostrado por la amplia concurrencia que le aclamaba entre aplausos y vítores.

Cerca ya de la una, en la madrugada, Feliciano y Marcela volvieron a su domicilio. Al llegar vieron que los críos aún no habían vuelto. Sin duda, estaban disfrutando y prolongando la “magia de la Navidad” entre amigos, los bailes y esas traviesas copas que viajan en los secretos de una Noche diferente para la ilusión.

“Me comentas que en la familia no ha sentado nada bien mi ausencia. Confío que cuando pase el ánimo estresado de estos festivos días, todos ellos analicen con más sensatez y generosidad la naturaleza de mi gesto. Pienso en esos ancianos necesitados de la atención, en los que se encuentran lejos de su país, en esas familias que carecen de los más elementales recursos, en tantas personas que soportan, día tras día, la ingrata soledad en sus vidas … Al menos hoy han tenido, durante esta Noche de diciembre, un buen motivo para sonreír, disfrutar y apreciar el calor humano de la solidaridad.

Algo parecido vamos a repetir en la despedida del Año, con las doce campanadas y las uvas de la esperanza. Nuestra familia debe entender que ahora soy regidor de otra gran familia, precisamente la más necesitada de ese imprescindible afecto que todo ser humano debe gozar, de manera especial, en tiempos nublados y huérfanos de proximidad. Y son muchas las personas y compañeros que también han sabido sacrificar sus dependencias, por un fin más elevado e importante, sobre nuestros “pobres” egos e intereses. Esta Noche me he sentido más feliz, inmerso en la grandeza y limitación de lo humano. Mañana, cuando amanezca, dibujaremos un nuevo día, con esa magia y el atractivo misterio de la verdadera  Navidad.-

José L. Casado Toro (viernes, 23 de Diciembre 2016)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

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