jueves, 8 de octubre de 2015

EL INMENSO VALOR DE LA AMISTAD.


Resulta importante, mucho más de lo que a primera vista parece, el valor de esas simples o pequeñas cosas y acciones, que tanto nos ayudan a poner una ilusionada sonrisa en el seco erial de la confusión o el desánimo.

Una palabra oportuna, un gesto amable, un estar cerca de quien lo necesita, son nobles actitudes que ejercen una dinámica y positiva acción transformadora, mucho más efectiva que otras terapéuticas farmacéuticas con las que tensamos, muchas veces generando efectos imprevisibles, nuestra estructura orgánica.

En general, estas simples y modestas ayudas parecen venir desde el entorno próximo. Pero no es menos cierto que también, en no pocas ocasiones, suelen estar dentro de nosotros mismos, en el propio corazón o en la mente, eso sí como aletargadas, dormidas, esperando una mejor época para ejercer su preciado efecto renovador. En otras palabras, esperamos que muchas de esos apoyos provengan desde nuestro alrededor, sin reparar en que pueden hallarse ya en la propia intimidad personal. Ciertamente, este exterior solidario puede despertar o ayudar a dinamizar esos valores que atesoramos en el letargo temporal de nuestra personalidad.

Inés. Trabaja, durante el horario de mañana, en una frecuentada cafetería-restaurante, ubicada muy próxima a un importante centro organizador para el trasiego y la movilidad ciudadana. Ahí confluyen miles de viajeros, cada uno de los días, procedentes del transporte ferroviario, de las diversas línea de autobuses, municipales y privadas, núcleo intercambiador que ahora se enriquece con el renovador servicio ciudadano que ejerce el nuevo Metro bajo el suelo malacitano. Desde las siete, en el amanecer, hasta las tres de la tarde, esta activa y joven mujer se afana en prestar un servicio de calidad a las decenas de clientes que toman su desayuno, aperitivo o almuerzo, normalmente provistos de sus equipajes con destinos muy diversificados. Es un horario agotador por la continuidad temporal pero que a ella le beneficia, pues le permite dedicar el resto de las tardes para desplazarse a la Facultad universitaria, en donde se encuentra matriculada. Estudia un grado de maestra en educación especial, ya que desde siempre se ha sentido motivada por la formación infantil, actitud vocacional posiblemente influida por la profesión que todavía ejerce su padre, maestro con muchos años de servicio en las aulas.

En ese horario matinal, hasta la entrada de la tarde, tiene como compañeros de trabajo a un camarero y a una chica, Mayte, además de otras dos personas que trabajan preparando los menús y desayunos en la cocina. Durante las horas de máxima afluencia al local apenas pueden intercambiar entre ellos algunas palabras o comentarios, por la necesidad de atender con presteza las peticiones de la diversa clientela que puebla esa excelente ubicación del restaurante. Sin embargo, cuando la hora del desayuno deja paso a la cerveza o a la tapa del mediodía, el ambiente se torna más relajado y pueden comunicarse mejor entre ellos.

Inés es persona observadora y generosa en la atención a los demás. No se le oculta un cambio reciente en la actitud de Mayte. Sabe que vive con su pareja Marcel, que es de nacionalidad francesa, y que no tienen hijos. Las dos chicas han sabido intimar desde hace meses cuando ambas fueron contratadas por la empresa de restauración, generándose una amistosa connivencia entre ellas ya que comparten, aparte de su dedicación laboral, una cronológica proximidad generacional. Una y otra se encuentran en la tercera década de sus respectivas existencias: Mayte con veinticinco es apenas tres años mayor que Inés.

“Compa, aunque siempre vamos con el motor a toda pastilla, me he dado cuenta de que quizás algo te ocurre. No lo tomes a mal, pero ya sabes que siempre suelo fijarme en detalles o en el comportamiento de las personas que están próximas a mí. Sobre todo me preocupa que no te encuentres bien. Si me necesitas … ya sabes que mi mano está siempre abierta para ti”.

Mayte respondió a su buena amiga con una leve sonrisa, mientras ordenaba vasos y tazas en un lavavajillas industrial para restauración. Tras unos minutos en silencio, respondió a su compañera Inés que estaba colocando unas medias noches sobre una bandeja expositora.

“Ya sé que eres una gran amiga y que no te iba a pasar desapercibido algunos detalles de mi comportamiento o expresión. Pensaba comentarte algunas cosas pero, la verdad, es que tampoco quería liarte mucho con cuestiones que son un tanto complicadas ¿Tienes algún  huequecito esta tarde o en los próximos días? Ya sabes que esta semana termino de trabajar a las seis de la tarde….”

Inés, siempre interesada en prestar ayuda a las personas cercanas, con ese afán solidario que le caracteriza, acordó con su amiga y compañera que se verían hoy mismo, a partir de las 8, pues la clase que tenía a partir de esa hora estaría dedicada a consultas pendientes para los alumnos que no pueden asistir con regularidad a la facultad. Eligieron para su cita una tranquila cafetería, ubicada en los bajos de un macro centro comercial. Querían dialogar y ese lugar, conocido por Mayte, era adecuado para intercambiar palabras en un ambiente relajado para la mejor comunicación. Ambas fueron puntuales en el encuentro.

“… Tu conoces mi convivencia con Marcel. Ya va para tres años y pico. Nuestra relación es normal, aunque en realidad cada uno de nosotros hacemos nuestra vida sin preguntarnos en demasía por esos detalles que intiman más a las personas. Tal y como están hoy día las parejas, es un sistema que tácitamente hemos elegido y, hasta el momento, nos marcha bastante bien, si nos comparamos con otras parejas que pasan por la vicaría y a los pocos meses ya andan en papeleos para la separación. El hecho de que hayamos decidido postergar la descendencia, hace que nos sintamos más libres de ataduras, vínculos que siempre condicionan y determinan la relación.

¿Qué ha ocurrido? Bueno, hice una tontería. Hace como una semana, Marcel dejó olvidado en casa su iPhone. Ya sabes que él trabaja en un gimnasio como fisioterapeuta, desarrollando programas de fitness y cosas así. Ese día yo entraba a las dos en el trabajo, por lo que almorcé bastante pronto, como en un horario extranjero y haciendo tiempo hasta ir la estación del metro, me puse a jugar con su móvil. Como conozco sus claves, fui navegando por las aplicaciones y llegué al whatsapp. Pues nada, que entré en él y comprobé una acumulación de mensajes de una tal Selena. No te quiero decir lo que sentí cuando fui recorriendo y conociendo el contenido de las conversación de mi pareja con esa mujer…… Lo que se decían el uno al otro era de lo más ardiente, con un alto grado de sensualidad. Con toda evidencia, mi compañero de cama estaba practicando una doble vida con alguna pelagarza de turno”.

Aparentemente, Mayte ofrecía un semblante extrañamente tranquilo, para una persona que esta confiando a una amiga el sentimiento terrible de sentirse engañada por su pareja. Terminó de apurar el té con canela que había pedido y, en ese momento, su actitud se transformó con un rictus de intensa seriedad, en función de algo más importante que se disponía a revelar como gran confidencia.

“Si, la situación era grave para mis sentimientos. Marcel tiene una forma de ser muy  ….. no sé como decirte. Muy liberal para las relaciones y los contactos. Igual se había encariñado con alguna jovencita de las que acuden a estos centros para el cuidado corporal. He de confesarte que también yo he tenido alguna que otra aventurilla, por lo que tampoco iba a hacer un drama de lo que la evidencia me revelaba en mi pareja. Pero lo más grave vino a continuación.

Lo de Selena se quedaba en peccata minuta cuando compruebo que en los whasapp aparecía muy repetido el nombre de un tal Delio, con chateos continuos desde hacía meses. Traté de conocer quien era este individuo y ahí ya la cosa pasó a mayores. Al margen de las confidencias escritas que había entre ellos, extrañamente afectivas, no me explicaba quien era ese joven con figura angelical, sin duda era la foto del tal Delio, en muchas fotos en las que ambos parecían sentirse felizmente unidos en lugares de copas e incluso mirándose con ternura al borde de una piscina. Todo esto es muy complicado. Así llevo casi una semana y no me atrevo a sacar mi descubrimiento a la luz. Su reacción puede ser imprevisible. Creo que nuestra relación se iría a pique”.

Mayte bajo los ojos y guardó silencio. Se la veía profundamente confusa y presta a estallar en su desequilibrio anímico. Inés, viendo con más objetividad o frialdad la situación que estaba atravesando su compañera de trabajo, trató de ofrecerle una salida al estado de bloqueo en que chica se veía sumida.

“No has tenido fuerza para hablar claramente con Marcel, pues temes que sacando toda la verdad a la luz puede llegar el final de vuestra relación. Se nota claramente el afecto y la necesidad que tienes con respecto a su persona. Pero, en función de lo que me has contado, yo veo y analizo la situación desde otra perspectiva menos emocional. Repito, tal y como me lo has confiado, este hombre está manteniendo una triple relación. Por extraño que nos parezca, la naturaleza de los seres humanos es complicada. Y pueden darse casos de esta ambivalencia que los protagonistas asumen sin la mayor dificultad. Tal vez la aventura con esa chica sea una aventura, esas experiencias a las que todos estamos expuestos. Pero compartir a tres personas, de diferente sexo, es claramente un caso que necesitaría un tratamiento u opinión  especializada.

En cualquier caso, tu salida es única y has de ser valiente. Tienes que poner las cartas encima de la mesa. Puedes perder, será lo más probable, a una persona a la que quieres y veo que necesitas. Pero si no lo haces, tu papel en esta triple historia será, creo que ya lo es, verdaderamente terrible, patética. A ti Marcel solo te puede acusar de haber violado su privacidad. Pero tu a él le puedes plantear su falta de confianza y de verdad en ti. No es un engaño, es un doble engaño, que exigiría ponerse en manos de un psicólogo o psiquiatra. Tienes que dar ese paso. Tienes que pensar en tu vida. Así no puedes continuar.”

Cuando Mayte volvió al trabajo, tras unos días de permiso que había solicitado, a cuenta de sus vacaciones anuales, se acercó a Inés y le comentó en voz bajo que necesitaba comentarle una serie de datos. Quedaron en verse esa noche para cenar juntas.

“Ya me encuentro un poco mejor, aunque tengo que tomarme unos fármacos para ir recuperando la normalidad, tras la tormenta por la que he pasado. Cuando afronté la situación con Marcel, su reacción fue en extremo violenta. De palabra, pero también en lo físico. Casi tuve que salir con lo puesto a toda prisa, a buscar cobijo en casa de mis padres. Allí sigo con ellos. Mi padre, acompañado de un amigo abogado, fue a la casa que Marcel y yo teníamos alquilada a por mis cosas. Como no había papel alguno entre nosotros para nuestra unión, tampoco había problema judicial que resolver. Eso sí, consultamos previamente lo que íbamos a hacer en la comisaria. En caso de que él actuara de alguna forma contra mi persona, la policía intervendría al efecto. Sé que puedo contar contigo para esta nueva fase de mi vida. Necesito tu amistad. En el aspecto material y afectivo, tengo la garantía de mis padres. Pero el apoyo de una buena amiga, es fundamental para éste y otros momentos”.

Inés supo estar al lado de su compañera y amiga Mayte, a fin de ayudarla a salir del duro trance emocional que ésta había tenido que protagonizar. Hoy, al paso de los meses, y de manera inesperadamente afortunada, ambas comparten en feliz pareja el discurrir de los días. La proximidad afectiva entre estas dos mujeres continúa firme y solidaria. Es un hermoso ejemplo acerca de cómo debemos apreciar y dinamizar el inmenso valor de la amistad.-

José L. Casado Toro (viernes, 9 Octubre 2015)
Antiguo profesor I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

No hay comentarios:

Publicar un comentario