viernes, 30 de mayo de 2014

CITA ILUSIONADA, EN UN ROMÁNTICO MOTEL DE LA SIERRA.


Héctor se sentía muy interesado y divertido con esa curiosa amistad que, a través de Internet, estaba manteniendo, desde hacía ya unas tres semanas. En general, solía recelar de estos contactos on-line que, en tantas ocasiones, finalizan en dolorosos fiascos. Pero los complicados avatares que había tenido que afrontar, durante los dos últimos años en su vida, le habían llevado a tener que superar determinados escrúpulos o maneras de pensar acerca de los riesgos que pueden conllevar estos vínculos amistosos.

Todo había comenzado en unos de esos portales o entradas que existen en la red para establecer contactos. Lo que en un principio era un simple ejercicio de divertimento, se fue convirtiendo, de manera natural y progresiva, en una interesante proximidad entre dos personas que necesitaban, básicamente, hablar y escuchar. Parecen dos verbos muy fáciles de aplicar en cualquier espacio o tiempo pero…. no, no es tan simple ese ejercicio de mantener una buena comunicación. Y, sobre todo, conseguir que ésta posea un básico nivel de credibilidad. Héctor y Mara fueron estableciendo parcelas de proximidad, a través de las palabras, durante esas horas que la noche permite, restándolas al tiempo para el descanso orgánico que, necesariamente, el cuerpo demanda. Pero, uno y otro, lo hacían con ilusión y constancia. Era como ir descubriendo y compartiendo dos mundos desconocidos, entre ambos, que compensaran o gratificaran la penosa soledad individual que habían de afrontar en las circunstancias de sus respectivas existencias.

Héctor ejerce como técnico informático en una agencia de publicidad que opera, fundamentalmente, en el marco territorial andaluz. Hace dos años que enviudó, a causa de un inesperado, y desgraciado, accidente en carretera, sufrido por la que era su compañera sentimental. Es padre de una cría de cuatro años que, desde ese brutal siniestro en sus vidas, es atendida fundamentalmente, con esmero y dedicación, por su única hermana, casada y madre también de un niño dos años mayor que la pequeña Estrella. En el marco de la intimidad, no es mucho lo que conoce de Mara. Al margen de comentarios sobre temas muy diversos, en lo personal sólo le ha confiado que es madre soltera de un niño que ha comenzado a cursar la Educación Secundaria. Han intercambiado una foto de sus respectivas personas y, a través de esa única imagen, ha calculado que su amiga internauta debe tener poco más de la treintena. Percibe que esta mujer es algo mayor que él, aunque ella ha sido cuidadosamente reservada en ampliar datos especialmente personales. Sólo que trabaja en unos grandes almacenes, ejerciendo como vendedora de ropa en la planta textil aunque, a veces, también lo hace en otros departamentos. 
  
Hoy, después de un recorrido puntualmente diario por el correo de cada noche (a veces, algunos más, aprovechando la posibilidad temporal del fin de semana) han decidido aprovechar ese puente laboral que articula este año el Día de Andalucía, para conocerse de una manera más directa. A este fin han acordado citarse en un punto, más o menos intermedio, entre las ciudades donde ambos residen. Ella viajará desde Sevilla, mientras que él lo hará desde Málaga. Héctor ha gestionado la reserva de un motel en una zona residencial de la serranía rondeña, cuyos atractivos a través de Internet han sido muy convincentes para pasar juntos ese par de días que faciliten el mejor conocimiento recíproco.

En este final del invierno, el tiempo meteorológico no ha sido cómplice generoso para lustrar los días de la cita. La temperatura se halla estancada en niveles bastante bajos, lo que provoca la percepción de un frío poco agradable. Además los chubascos, intermitentes en su desarrollo, humedecen un ambiente que se hace especialmente gélido cuando la tarde adormece. A pesar de esos escasos incentivos atmosféricos, en la mañana del viernes, Héctor ha emprendido el recorrido de esos kilómetros que le separan del punto de encuentro con su amiga internauta.  Piensa que, a pesar de la eficacia generada por la comunicación electrónica, el trato directo es el recurso más adecuado para ir conociendo, en lo posible, a una persona en la que ha centrado muchas expectativas. “Es toda una aventura por descubrir” se va repitiendo, mientras una música placentera le acompaña en la conducción. Hoy es día de fiesta, en la comunidad autónoma, por lo que el tráfico no está densificado a estas horas de la mañana. Una fina lluvia le acompaña en ese recorrido que su Toyota va “devorando” camino de la monumental y bella ciudad del Tajo. 
En un día tan desapacible pera el cuerpo, las instalaciones del motel están  poco ocupadas. En la oficina de recepción le informan que sólo hay tres casitas con visitantes. Se esperaba mucho más para este “puente” pero el tiempo no ha colaborado. Se le ha adjudicado aquella que ostenta el número 9, en el sector B, hecho que agradece pues tiene una excelente orientación a un valle todo teñido de verde por la vegetación exuberante que lo adorna. La húmeda neblina, que domina la atmósfera, impide gozar mejor de un paraje sin duda encantador para el disfrute de la naturaleza. Ordena rápidamente el contenido de su equipaje, disponiéndose a esperar le llegada de Mara. Todo ello le sume en un estado de grato nerviosismo.

La casita, construida básicamente en madera de roble, se articula en un acogedor salón presidido por una chimenea rellena de leños para la ignición. Hay un dormitorio espacioso, provisto de una calefacción eléctrica, y otro aposento de espacio más reducido con un par de camas en litera. La cocina está bien diseñada, aunque hay un servicio de restaurante en el núcleo de recepción. El cuarto de baño se halla provisto de todos los elementos necesarios y además hay un aseo, junto al pequeño hall de la entrada. Todo ello muy rural y con ese aire de albergue de montaña tan encantador o apetecible, para aquellos que huyen por unos días de tanto cemento y asfalto como predomina en lo urbano. Destacan los tonos color madera y en cuanto a la tapicería, dominan el rojo, el azul y el anaranjado.

Prácticamente son ya más de las dos en la tarde. Es la hora de echar algo de alimento al cuerpo. Héctor entiende que ha de esperar un poco más, pues Mara ha debido tener algún contratiempo en su desplazamiento a la cita. Ya, cerca de las tres, y ante la espera frustrada, decide pasarse por el restaurante, donde toma un guiso exquisito de lentejas, acompañado de una ensalada con un trocito de merluza a la plancha. Vuelve a su casita comprobando, una y otra vez, el reloj. Algo le ha debido ocurrir a esta mujer”. Pero no tiene su número telefónico. Desde un principio ella rehusó facilitarlo, con firmeza, sin darle más explicación. Sólo aceptó la comunicación mediante e-mail, decisión que él no quiso o evitó discutir.

Las horas en la tarde fueron pasando aburridamente, hasta la llegada de una noche extremadamente desangelada y con lluvia. Vio un poco de televisión y trabajó con su portátil. Aunque la señal del wifi era algo baja, soportando una lenta navegación, puso sendos e-mails a su amiga, preguntándole si había tenido alguna dificultad para el desplazamiento. Cerca de las nueve, se acercó bien abrigado hasta el restaurante donde cenó algo caliente, en un espacio bien acondicionado donde él era el único comensal. Con una taza de té, como único acompañante, estuvo sentado un buen rato junto a los leños ardientes del hogar que ofrecían un grato calor, olor y colorido a ese comedor tan vacío donde él meditaba una y otra vez. ¿Qué le habría podido pasar a su compañera de estancia? Las luces anaranjadas y somnolientas, que mostraban la ubicación del motel, con su ritmo intermitente y cansino, daban un aire triste y a la vez inquietante a este alejado paraje encastrado en la sierra. Muy aficionado al cine, no pudo por menos que recordar la trama argumental de la inolvidable Psicosis, ambientada en el inquietante Motel de Norman Bates. 

A la mañana siguiente, comprobó que seguían sin respuesta los correos enviados la noche anterior. Tras el desayuno, dedicó toda la mañana a trabajar algunos asunto pendientes, vinculados a su empresa. El tiempo seguía metido en agua y frío, por lo que no apetecía hacer el previsto senderismo por los vericuetos densificados de un arbolado, sin duda, precioso, pero recorridos con mejor temperatura. Antes del almuerzo, puso un nuevo correo a Mara, por si hubiera existido alguna dificultad para la recepción de los enviados la noche anterior. Viendo que la situación atmosférica no tenía visos de cambiar, tras descansar unos minutos después de comer, tomó la decisión de abonar su factura y de emprender el regreso a Málaga, antes de que la noche incomodara aún más la conducción, con el precario estado anímico que soportaba.

A eso de las 8 del sábado, Héctor llegó a su domicilio. Dejó su corto equipaje y se fue, rápidamente, a casa de su hermana Guada, a fin de estar un buen rato junto a su hija Estrella. Más tarde de las once, ya en su casa (relativamente cercana a la de su hermana) le seguía dando vueltas a este ilusionado y frustrado finde para la amistad. En días sucesivos envió no menos que unos cinco correos a Mara, sin obtener respuesta alguna. Se sentía intranquilo y a vez desanimado ante una situación difícil de comprender. Sobre todo le preocupaba que su amiga pudiera estar sufriendo algún problema de salud. Pero, aparte de la comunicación electrónica, vía e-mail, no hallaba otro recurso, debido a la recia voluntad que desde un principio estableció su amiga internauta.

Ya en la noche del miércoles, ideó una nueva vía para tratar de aclarar algo de ese silencio que le aturdía. Localizó un teléfono del portal de Internet para esos encuentros y, tras numerosos intentos, estableció comunicación con una persona que se identificó como miembro de la atención al cliente. Su nombre era Allan y se expresaba únicamente en inglés. Con mucha dificultad (el nivel de Héctor en este idioma no es muy bueno) pudo expresar su interés acerca de la persona con la que había contactado gracias a la página on-line de encuentros. Su interlocutor le solicitó unos datos y le comunicó que recibiría una explicación en castellano acerca de la consulta.

Exactamente 12 días después, Héctor recibió este texto. La transcripción que se ofrece de su contenido no es totalmente literal:

“Estimado Sr. Nos complace transmitirle esta comunicación acerca de la relación que ha mantenido con “Mara”. Debemos aclararle que este nombre realmente no corresponde a una persona física. Está programado por un sistema operativo que, en la actualidad se halla en proceso de estudio y desarrollo. Dentro del portal de Encuentros, se eligieron a diez participantes, mediante un riguroso sorteo, a fin de avanzar en esta innovadora y sofisticada experiencia. Para su total tranquilidad, le reiteramos que esta persona es una recreación de inteligencia artificial. Le rogamos disculpas por las molestias y preocupaciones que su vinculación a la misma le haya reportado. Le agradecemos profundamente la tipología de sus reacciones y seguimientos, datos que nos serán especialmente útiles, junto a los de otros participantes, a fin de seguir programando y mejorando esta vía de inteligencia y sentimiento artificial. Como compensación, le enviaremos a su domicilio un interesante archivo digital de programación para la salud. Atte. Allan”.

Héctor denunció ante la vía judicial todos estos hechos, pero el caso está estancado (no existe aún base legal suficiente). Permanece en aburrido letargo, desde hace meses, en la fase de diligencias previas.-


José L. Casado Toro (viernes, 30 mayo, 2014)
Profesor
jlcasadot@yahoo.es

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