viernes, 10 de septiembre de 2010

Primer día de clase.

INQUIETA Y ATRACTIVA ILUSIÓN GENERADA
DURANTE ESE PRIMER DIA DE CLASE.





Sí, este texto va expresamente dirigido a ti. Llevas, en este dulce quehacer de la docencia, muchos años ya. O, tal vez, hace poco tiempo que te concedieron esa primera oportunidad para focalizar numerosas y juveniles miradas en el espacio, rutinario e imaginativo a la vez, de un aula de clase. En uno u otro caso, restan ya muy escasos días para se produzca ese primer contacto con aquéllos que van a conformar tu grupo de responsabilidad tutorial. Muy probablemente, hoy viernes 10, aún no conozcas las siglas concretas de ese colectivo. Tampoco a sus integrantes. Pero no dudes que ellos, con sus bromas, recelos y curiosidad para la transparencia, te están esperando. Mejor debería expresarlo con otro término, más adecuado para la ocasión. Necesitan de ti. Tu saber, tu habilidad, tu madurez, tu simpatía, tu valiosa capacidad, son valores que, para ellos, serán elementos fundamentales para implementar y mimetizar, a la vez, una evolución equilibrada y sugerente en su complicado proceso formativo. Aunque en su educación influya cada día más la dinámica de la cultura no reglada, subyacente, mediática y sociológica, tu labor va a suponer el mejor pilar que articule la estructura de una enseñanza que comienza a poco de nacer y que va a permanecer, generando avances y simas de letargo, durante largo espacio en el tiempo. Durante toda la vida.

Es muy posible que el mismo miércoles quince sea el día en que tengas conocimiento de sus nombres y de algún dato más, todavía limitado, que caracterice al colectivo de tu quehacer administrativo. De tu poderosa influencia en lo humano. En ese listado que se facilitará, muy escueto en el contenido de su información, habrá algunos nombres que ya conozcas. La mayoría se te presentarán con el atalaje del anonimato, lo cual puede ser un buen inicio para evitar predisposiciones que condicionen un punto de partida que debe ser igual en justicia para todos. Los antecedentes, buenos o regulares, y la valoración documental de su expediente, ya te irá llegando en el día a día de un trabajo que va a durar tres de las cuatro estaciones del año. Otoño, invierno y primavera. Pronto accederás a comentarios diversos de otros compañeros que conocen muy bien a no pocos de los que van a ser tus nuevos alumnos. Y ahí va a comenzar una carrera contra el reloj, por tu parte, a fin de que en muy pocos días el conocimiento que necesitas recopilar acerca de aquéllos que tanto reclaman de ti sea lo más completo o básico posible. El éxito de tu labor tutorial puede estar cimentada en el esfuerzo, habilidad, energía, cariño e imaginación que imprimas en esas dos o tres primeras semanas de clase.

SALÓN DE ACTOS DE TU INSTITUTO. O de cualquier otro colegio de la ciudad, provincia o Comunidad. Todos, aparentemente alegres aunque con un trasfondo de preocupación henchida de realismo. Aún permanece el calor veraniego. La mayoría, lucen atuendos veraniegos en ropa y calzado y ostentan un intenso bronceado producto de muchas horas de visita a las playas. En medio de un murmullo de intensos decibelios, el dire, bien peinado, cuidada camisa beige y mocasines elegantes, trata de hacerse oír. La acústica de esa antigua nave sacral es muy deficiente para aquellos que pretender escuchar las palabras rituales de todo un Presidente de la Comunidad Escolar. Le acompaña la Sra. Jefa de Estudios que dosifica normas y reitera advertencias básicas. Ejerce, está en su papel controlador de la disciplina. Pocos son los que intentan atender a sus observaciones. Y ya comienza el baile de nombres y apellidos, para los distintos grupos y cursos. ¡Qué bien, he tocado contigo! ¡Oh, estamos en distintos grupos! ¿Qué te parece este tutor? Ya te contaré algo de esta profe que nos ha tocado…. ¿Quedamos esta tarde? Algún tutor ha subido al estrado, en otro tiempo mesa de altar religioso. Una forma cualquiera de desamortización a fin de reubicar el culto en las iglesias. Otros esperan, pacientemente, junto a la puerta de salida. Los veintitantos (rozando la cifra de la treintena) jóvenes para el mañana acompañan a quien va a ser su tutora. Cruzan entre ellos miradas sonrientes, analíticas, traviesamente cómplices de conocer algunos datos de éste o aquél Profesor.

Ya en la entrada a la que va a ser el AULA COMUNAL, vas a ir pronunciado de nuevo esos apellidos y nombres que se te harán profundamente familiares al paso de los meses. Llevarás a cabo una primera colocación de efectivos por riguroso orden alfabético. Comentarás, para el sosiego, que se podrá rotar de fila o nivel, cada una o dos semanas, a fin de que todos tengan la oportunidad de tener distintos ángulos de visión, para el encerado y hacia cada Profe del equipo educativo. Recitarás, y pondrás en la pizarra, el horario de ese grupo, con las materias y Profesores respectivos. Podrías grabar los comentarios, silencios y muestras de alegría exultantes, emanadas del nombramiento de ese u otro profesional. Y una que otra mirada, en la que se van estudiando tus movimientos, expresiones y, por supuesto, la forma como vas vestido de pies a cabeza. Algunos de esos compañeros, a los que identificas con un área o materia, merecen los aplausos del respetable colectivo, dibujo inevitable de imagen, confianza y alegría manifiesta por el futuro vínculo docente. En algún otro caso, la decepción mímica o acústica de un preocupante recelo. Ese ¡ohhh! afortunadamente no es escuchado por el protagonista de la decepción. ¿Has llevado tiza al aula? ¿Has anotado bien las ausencias? ¿Has sugerido una primeras normas para la mejor atmósfera grupal. Me ha parecido necesario presentarme. Junto a mi nombre, escrito en esa tierra verdosa del encerado con trazos de blancura comunicativa, he creído también conveniente facilitar a estos jóvenes, de responsabilidad vinculada, los datos de mi dirección electrónica. Las vuestras, me las vais a escribir (aquellos que así lo deseen) en la ficha correspondiente que os entregaré el segundo día efectivo de clase. Y llega un momento especial. Más importante de lo que a primera vista pueda parecer. ¿A quién señalo como primer DELEGADO O REPRESENTANTE DE GRUPO provisional?

Reconozco que siempre he gozado de una gran suerte con la opción elegida. Al no conocer a la mayoría de mis nuevos alumnos, pregunto si alguno quiere encargarse provisionalmente de colaborar como delegado de grupo. Por un cierto pudor, en algunos, y por un manifiesto desinterés, en la mayoría, nadie levanta su mano ofreciéndose para tal dedicación solidaria. No saben que desde que los fui acomodando en sus mesas respectivas estuve seleccionando algunos alumnos como posibles candidatos a ejercer ese cargo. Por simple intuición, me acerco a una de las mesas ocupada por una jovencita que baja los ojos cuando me sitúo frente a ella. ¿Quieres ayudarme, durante unas semanas, como delegada provisional? Se me queda mirando y con un cierto nerviosismo me dice “bueno, si Vd quiere”. Le pregunto su nombre y de vuelta a la mesa del Profesor presento en voz alta a la compañera delegada, agradeciéndole cariñosamente su colaboración. Aclaro, puntualmente, que ella tiene mi confianza y que me representará responsablemente cuando yo no esté presente en el aula. Antes de que finalice esa primera hora de clase, cruzaré con ella diversos comentarios animosos tratando de aportarle confianza y proximidad. He de manifestar que a lo largo de toda mi trayectoria profesional, me han ayudado delegados de grupo que atesoraban una gran calidad humana. En general, correspondieron, con largueza, a la confianza y apoyo que siempre encontraron en mí. Cuando, a las pocas semanas, dedicamos una hora de tutoría colectiva a la elección democrática del equipo de clase, en un porcentaje muy elevado, sus propio compañeros han revalidado la gestión de este compañero o compañera que, de forma espontánea e intuitiva, he señalado el primer día de clase para la función representativa de todo el colectivo grupal. Un delegado de clase no es aquel compañero que se encarga de traer todas las mañanas la tiza y el parte de asistencia, asumiendo la apertura del aula correspondiente. Es una persona que debe ofrecer muestra continua de responsabilidad ante sus compañeros de aula, tratando de recoger la opinión de los mismos ante cuestiones que les competen. Defenderá los intereses grupales, dialogando con los distintos Profesores y el propio tutor. Debe ser un excelente cauce de comunicación entre aquéllos de enseñamos y aquéllos más jóvenes que aprenden y cultivan contenidos y valores en el discurrir de los días.

En esa primera jornada de clase tratarás de dosificar, y no aturdir, con normas, reglamentos y prohibiciones. Habrá una mejor forma de hacerlo. Siempre de manera paulatina y aprovechando oportunidades que la coyuntura generosamente se presta a facilitar. Un “bombardeo” del “no se puede….” en ese día en que mayoritariamente comenzamos a conocernos no es una decisión inteligente. Si “vacíanos” el tarro de las penalizaciones y prohibiciones ¿qué recurso nos va a quedar para los siguientes nueve meses largos de convivencia? Yo me limitaría a dos comentarios que pueden llegar fácilmente a esos casi treinta escolares es un día, previsiblemente, de intenso calor. “Mirad, si algo se rompe en el aula, o fuera de ella, de manera intencionada o no casual, habrá que responder económicamente de su coste. Entendedlo. El autor o autores tendrán que afrontar de su bolsillo el precio de la reparación. Serán vuestros padres quiénes lo hagan y esta obligación poco les va a gustar”. Este comentario se realiza con serenidad y sin perder una comprensiva sonrisa. Otra “sugerencia” educativa. “Quiero también deciros que uno de los valores más importantes en esta vida es el respeto hacia los demás. Me refiero a los compañeros que comparten tantas horas de unión con vosotros a lo largo del Curso. Y, muy importante, a los Profesores. Ellos son quienes, en definitiva, os van a calificar y puntuar en las distintas evaluaciones. Si atacáis y mancháis el respeto que merecen, por su edad y profesión que desempeñan, no vais a poder esperar de ellos ese afecto que sin duda todos necesitáis” En ese momento, me vuelvo lenta pero diligentemente hacia la pizarra y, escenificando una acción importante, escribo una frase con letras mayúsculas: RESPETANDO A LOS DEMÁS ME ESTOY RESPETANDO A MI MISMO. Me vuelvo hacia ellos y, sin añadir palabra alguna, comienzo otra vez a sonreír. Rentabiliza el valor de la sonrisa. Si te brota o fluye del alma…. será más verdadera.

“Bueno, pues que tengáis un buen día. Os dejo en la pizarra mi correo electrónico. Suelo responder con rapidez a todos los que recibo. Si tenéis algún problema o necesidad, tecleáis en el ordenador. Todos los días consulto el correo. Mañana os pediré el vuestro para aquellos que me lo quieran facilitar. “Carmen, si ocurre algún problema en el resto de las horas, me podrás localizar fácilmente en el Instituto. Hoy miércoles tengo horario hasta las 13,45. Le pides, por favor, a tu Profesora que, como delegada, necesitas contactar conmigo”. “Yo, hoy, ya me he traído libretas y bolígrafos en mi cartera. Confío que alguno, que ya me he dado cuenta, mañana haga lo mismo”. “¿Me dejáis que os tome una FOTO GRUPAL? Yo también voy a salir en ella. Pediremos a alguien que nos la haga”.

¿Profe, vamos a hacer alguna excursión? Bueno, no podía faltar esta lúdica y necesaria pregunta. Con respuesta adobada de una ilusionada seguridad en el compromiso a cumplir ¡Seguro! De aquí a Junio haremos más de una visita. Si por mi fuera…. todas las semanas. ¡Es broma!

De vuelta a casa, irás reflexionando acerca de la responsabilidad que asumes para los próximos nueve o diez meses de tu vida con ese colectivo que, poco a poco, se te irá haciendo más que familiar. Tanto para tu persona como para los veinticinco o treinta jóvenes que, en una de las etapas más gozosa y difícil de su existencia, te van a reconocer, aceptar y valorar como su tutor. Para ellos vas a ser su otro padre o madre. Su Profe especial. Su consejero. Su amigo. Si consigues su confianza y su afecto, habrá tenido sentido esa vocación docente y educadora que, en un día lejano de otoño, decidiste fuera la insignia de tu carácter. De tu profesionalidad. ¡Suerte. TUTOR o TUTORA!



José L. Casado Toro (Viernes 10, septiembre 2010)
Profesor

No hay comentarios:

Publicar un comentario