jueves, 23 de septiembre de 2010

Dafne. Una infancia sin madre



ERES MI PAPA,
PERO TAMBIÉN QUIERO QUE SEAS MAMÁ.


Un domingo cualquiera, en ese mes tan agradable y sosegado para la vida como es septiembre. Y además situado entre dos estaciones de la meteorología, con mezcla de luces y atardeceres, recuerdos y realidades, percibiendo la acústica urbana y el silencio de la naturaleza. Organizas la tarde y, ante diversos incentivos para el recreo, decides que la mejor opción es visitar una sala de cine a fin de sobrevolar por la magia de los ensueños. Convivimos con la rutina de lo inevitable. Aparece una cierta desesperanza ante lo clónico y repetitivo de la cartelera. Sin embargo, reparas en una foto. Un título enigmático. Y el interés de que es cine español te motiva, con un drama de la proximidad más inmediata. Consideras acertada la decisión de reservar más de noventa minutos, de una tarde entre azul y anaranjada, para convivir en la imaginación y empatía de la gran pantalla. He de manifestar que me ayudan, en la elección, determinadas fotos publicitarias (una pequeña niña, preciosa en sus rasgos, con rostro angelical) sobre un título que ofrece una breve pista acerca de lo que íbamos a presenciar. La tercera película, de este director y actor madrileño Juan Antonio “Achero” Mañas Amyach (1966), tras El Bola y Noviembre, con una dedicación importante al mundo de la creatividad en la imagen. TODO LO QUE TU QUIERAS (2010), es el título de esta cinta proyectada en Málaga (Yelmo Vialia y Mare Nostrum) bajo el sistema tradicional de “celuloide”.

Y siempre llegamos al mismo punto de discusión. ¿Qué nivel de contenido es el aconsejable para revelar cuando se realiza una crítica cinematográfica? Unas personas prefieren que se cuente lo menos posible del argumento, a fin de ir descubriéndolo poco a poco durante la proyección. Otros preferimos un conocimiento bastante detallado de la trama escenificada. Sin que se nos cuente el final de la película, nos gusta acudir a la sala de los ensueños reales con amplia documentación al respecto. Entre la misma, la mayor cantidad de detalles y elementos de la comedia o el drama. En esta tesitura, me decido por ofrecer una posición intermedia con lo que atiendo a unas y otras legítimas opciones.


ALGO SOBRE LA TRAMA ARGUMENTAL.

Leo y Alicia forman una joven familia junto a su linda hijita Dafne. Él es un activo y brillante profesional de la abogacía, superando en poco la treintena de edad. Alicia, su mujer, se ocupa (además de trabajar fuera de casa) de atender y cuidar a Dafne, una niña muy imaginativa que alcanza los cuatro años de vida. Una tarde, mientras su hija juega en un parque infantil, un cruel ataque de epilepsia pone fin a su vida, ante la mirada desconcertada y llorosa de Dafne. Leo, con entereza, trata de sobrellevar la terrible desgracia, atendiendo las necesidades del bufete de abogados donde ejerce y sin descuidar las necesidades de una niña que se resiste a aceptar la pérdida de su mami querida. Aparece la figura de una antigua aventura amorosa, Marta, que le ofrece su ayuda, humana, maternal y sexual, que Leo no sabe o no quiere aprovechar. Paralelamente está Alex, un veterano actor transformista homosexual, amigo de Marta, al que Leo atiende en un asunto judicial. El rechazo que siente ante la imagen algo deprimente de Alex se va a ir modificando cuando Dafne le exige que haga de mamá. No sólo en sus funciones básicas de afecto, sino cambiando su atuendo en un profundo transformismo que le va a afectar en su imagen social y profesional. Alex le ayuda en esta “aculturación y modificación, tanto física como psicológica. Ya no es sólo en casa, sino que pasea por la ciudad con su hija, vestido y ataviado con la ropa que solía utilizar su mujer. Lo hace por el amor y el cariño hacia una niña que ve en estos cambios a una madre que permanece en su papá. Tras un ataque nocturno de jóvenes homófobos, que le dejan malherido, los padres de su difunta mujer (de gran solvencia económica e ideología muy conservadora) le arrebatan a Dafne a la que ingresan en un centro escolar de religiosas. Leo luchará por recuperar a su hija al margen de cualquier condicionamiento moral y social.



LA INTERPRETACION DE ACTORES.

Bajo mi punto de vista, hay dos actores que se llevan el mayor protagonismo interpretativo durante esos 101 m de metraje. En primer lugar la pequeña LUCÍA FERNÁNDEZ (Dafne) que, con sus cuatro años de edad, nos regala una actuación plena de excepcional naturalidad. Sin tener la tentación de mirar ni una sola vez al objetivo de la cámara, nos emociona con su dolor y rebeldía ante la dura realidad de tener que vivir y desarrollarse sin el cariño de su ausente mamá. Logra convencer a su padre para que éste asuma el rol de madre, no sólo en los cuidados normales de una niña de esta edad, sino también en lo físico (peinado, pintura en los ojos y labios, sin descuidar el cambio en la vestimenta, usando la ropa y los zapatos de su difunta mujer Alicia). Sabe que quien así se transforma es su padre, pero ella necesita y exige “ver y sentir” a su madre. Es admirable que, con tan pocos años, nos ofrezca un recital tan completo en las vivencias de una niña a la que un cruel destino le ha privado de aquello que más quiere y sustenta su aún corta existencia. Analícese la escena en la que se enfrenta ante el cuerpo sin vida de su madre, que yace en un banco del parque. Verdaderamente impresionante por la convicción de realismo que transmite esta jovencísima artista.

El otro gran personaje, por la fiel interpretación que protagoniza, es JOSÉ LUIS GÓMEZ, veterano actor y director teatral que, en el papel de Alex, ofrece otro recital de lo que es sufrir la dureza y respuesta social sobre la homosexualidad y el transformismo. Se siente despreciado por Leo. Pero, cuando éste acude con humildad a disculparse por haberle llamado maricón de m…. en público y le suplica que le enseñe a transformarse para atender la necesidad visual y psicológica de Dafne, accede a echarle una mano. Comprende y admira lo que es capaz de hacer un padre para aliviar el drama de una niña que ha de asumir la crueldad que el destino regala a los humanos. La mirada y el rictus facial de Gómez, en todas las escenas en que interviene, es la de un maestro en la interpretación y en la dirección de aquellos que crean historias y vidas en el escenario de la imaginación. Lucía y José Luis “bordan” sus papeles con pinceladas continuas de sencillez y credibilidad.

No se puede discutir el inmenso esfuerzo que realiza (permanece muchos minutos en escena) y la dificultad que conlleva el personaje. Ha de luchar contra su propio conservadurismo ético y moral por el amor de una hija. Pero JUAN DIEGO BOTTO (Leo), a medida que avanza el desarrollo de la historia, no hace creíble el personaje que interpreta. No nos convence de que aquello que implica su personaje (un padre que se ve superado en sus principios éticos y morales por la necesidad de su hijita) sea verdad. Lo vemos artificial y sin creerse, él mismo, que su papel tiene una base de realismo, natural y convincente. No consigue que la fe del espectador se haga explícita para la necesaria empatía con el personaje. Resumiría su actuación atreviéndome a manifestar que Botto nunca llegó a convencerse qué había verdad en el rol de un hombre que ha perdido cruelmente a su mujer y lucha con abnegación por no perder también el amor de su hijita. Igual otros espectadores lo ven de otra forma. Ni en el momento cuando llora en brazos de su padre, ni al dialogar con Dafne en distintas escenas, logra comunicar o transmitir una atmósfera fiel de credibilidad.

El resto de los actores tienen una participación notablemente menor. NAJWA NIMRI (Marta) colabora en algunas escenas en las que ofrece una imagen de persona buena y generosa, a pesar de una cierta fama de ligereza de comportamiento que se le da en la trama. Actuación correcta, sin mayores alardes. Al igual que ANA RISUEÑO (Alicia), que se la ve como una madre entregada hacia su hija Dafne en los escasos minutos que permanece en pantalla. Sigue presente en toda la película a través del esfuerzo al que se ve obligado Leo para sustituir su imagen y significación ante la tozudez infantil de su hijita. En cuanto a PEDRO ALONSO (Pedro), el socio de Leo en el bufete de abogados, cumple perfectamente en ese papel de amigo treintañero que navega en el mundo empresarial con la ambición de progreso. Siempre muestra una gran comprensión y amistad ante el padre de Dafne.


LA COMPLEJIDAD DE UNA HISTORIA.

El tema argumental que se plantea en esta película encierra la heterogeneidad solidaria de la responsabilidad paternal, la dureza de la orfandad maternal, la entrega personal y abnegada a una hija, el transformismo como necesidad, la ética ante el comportamiento social y la comprensión y aceptación del entorno hacia aquellos que sienten y viven la homosexualidad. ¿Hasta qué punto de respuesta se puede decir sí o acceder a la petición de una hija de cuatro años que sufre la tragedia de perder a su madre? Sobre todo cuando esa niña exige a su padre que haga de mamá, no sólo en la intimidad del hogar sino en el comportamiento social de la calle, transformándose físicamente ante las miradas recelosas de los amigos y conocidos de Leo. El brutal ataque que sufre éste a manos de unos muchachos intolerantes y de mentalidad ultraconservadora nos muestra a esos otros jóvenes que sienten asco y rechazo, utilizando la irracionalidad de la violencia ante lo que ven diferente. Una cosa puede ser el juego puntual en la casa, con la generosidad que exige una niña que se rebela a no ver a su mamá y otra el mantener en el quehacer social esas pautas de interpretación transformista que escandalizan la normalidad artificial de muchas personas. La historia resulta poco creíble, pues la actuación de Botto y el propio argumento en sí no favorece la aceptación de la trama.

Nos encontramos ante una película, un tanto oculta en la cartelera semanal, que ofrece numerosas posibilidades para su tratamiento analítico en una sesión de cine fórum. Le habla a no pocos padres que aceptan todo lo aceptable en las exigencias planteadas por sus hijos. Los límites que ha de tener la generosidad y concesión en las responsabilidades paternales. No siempre se puede decir sí a todo. Ya en alguna otra ocasión hemos aludido, desde estas mismas páginas al riesgo, potencial y real, del “chantaje de la sonrisa” en el que los mayores se ven prisioneros por debilidad, comodidad, desequilibrio y egoísmo, ante las miradas y exigencias de unos niños o adolescentes que han de ir modelando sus valores y respuestas en el proceso formativo que desarrollan. ¿Nos debemos pintar los labios, poner una peluca, vestirnos como mujer, para que una niña, en pleno infortunio vital, tome sus alimentos o haga sus deberes escolares? Y no sólo en la privacidad del hogar, sino también en los parques, jardines, cumpleaños o en el propio centro colegial donde estudia y se forma. Drama humano que exigiría un tratamiento psicológico e incluso psiquiátrico. La propia sociedad tiene unos parámetros legales que no entiende de bondades, renuncias y sacrificios con el argumento del amor a una hija absorbente y caprichosa ante la desgracia. Esas luces parpadeantes, rojas y azules, que iluminan las oscuridades de un día lluvioso, en un desangelado motel de carretera, nos aclaran la respuesta protectora e interventora que el colectivo social impone a sus integrantes.

Pasaban algunos minutos de las diez en la noche. Los escaparates de las franquicias y comercios afines iban enmudeciendo en luz y sonido, mientras las puertas y cierres iban despidiéndonos hasta el alba del próximo día. Por esas galerías, ya semivacías del antes bullicioso centro comercial, iba meditando sobre esas escuelas de padres tan necesitadas y ausentes de nuestros colegios e institutos. ¡Cuántos contenidos superfluos dominan el planning de las horas, cuántas actividades necesarias enriquecerían una formación que no sólo debe hablar a niños y jóvenes, sino también a sus padres y madres!


José L. Casado Toro (viernes 24 septiembre 2010)
Profesor

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