miércoles, 21 de julio de 2010

ENTRE LA UTOPIA Y LA DESCONFIANZA. CRONOLOGIAS Y PERCEPCIONES ANTE LO SOCIAL.

EN TRE LA UTOPÍA Y LA DESCONFIANZA.
CRONOLOGÍAS Y PERCEPCIONES ANTE LO SOCIAL.





Durante más de nueve meses. En este emblemático período en la vivencia escolar, has estado compartiendo un trocito de cada mañana con estos compañeros de, en y para, la vida. Ellos y ellas, aprendiendo y enseñándote. Tú, como Profesor, transmitiendo, sugiriendo y también integrando muchas de sus actitudes y respuestas. Todos, en esa doble vía para la intercomunicación que supone la formación para el crecimiento. Ahora ya, tras la despedida en junio, más o menos temporal o definitiva, en los proyectos personales para el futuro, llegan los meses del estío veraniego, donde la tensión se torna en sosiego, las prisas en letargo y la inercia laboral en otros diferentes destinos para la ilusión.

De muchos de tus alumnos sientes ahora enmudecer su voz. Sin embargo, hay otros que, con la oportunidad de la ocasión, aprovechan para escribirte aportando con generosidad la voluntad del diálogo. Les envías algunos correos colectivos, tratando de mantener esa tierra fértil para la amistad y algunos te regalan sus respuestas. Afectivas. Agradables. Familiares. Con esa cordialidad que supera los contenidos abstractos, conceptuales y académicos, relacionados con las materias de estudio. Les vas conociendo mejor en sus opiniones, comportamientos, dudas y proyectos. En realidad, ves como han ido germinando muchas de las semillas de humanización que, con la madurez docente, has tratado de sembrar, crecer y fructificar. Es el mejor premio para ese esfuerzo colectivo de aproximación fraternal que se hace más que necesaria en estos ocres tiempos para la superficialidad, la indiferencia y la patología egocéntrica.

Me comentas en tu correo que te sientes defraudada de la clase política que nos gobierna. Que no aceptas la pasividad del pueblo español ante los grandes problemas que nos afectan como colectivo social. Y reclamas, entre las líneas de ese lenguaje a medio camino entre lo subliminal y lo explícito, una reacción más que necesaria para salir de este bloqueo popular que dibujas con algunos concretos ejemplos. Es cierto. Tu breve reflexión, desde esa edad maravillosa de los dieciocho años, para dibujar la aventura de una vida por hacer y descubrir, me hace recordar (y así te lo digo en mi respuesta) esa otra etapa personal que sobrevuela en la cronología de la memoria. En esa juventud, que estás aprendiendo a modelar en cada uno de los días, hay mucho idealismo, ilusión, credulidad y nobleza de carácter y espíritu. Subyacen, en esos años de gran potencialidad vital, muchos valores que, al paso del tiempo, se van tornando más romos, más escépticos, más incrédulos y, penosamente, más indiferentes y egoístas en lo acomodaticio. Ello no quiere decir, obviamente, que con la mayoría de edad todo sea un paraíso para los comportamientos individuales. Ni que con la madurez en el calendario todo se revista de una pátina, más o menos profunda para la desesperanza. Hay personas admirablemente idealistas y creyentes en la realidad hacedora de la utopía que acumulan ejemplares valores con una numeración vital más que avanzada y, por el contrario, jóvenes para los que el alba siempre es atardecer, ocre y nublado en la visión de su perspectiva y respuestas existenciales.

Lo importante, y valioso en tu generosidad comunicativa, es que me recuerdes, me transmitas, me sugieras, otra visión de las cosas y las personas, planteamientos que me hacen reflexionar, pensar y sentir con la mimesis de tu ejemplo y limpia confianza. La verdad es que hoy día, aquí y allí, los gestores de la acción política transmiten una imagen escasamente ejemplar, decadente y entristecida para aquellos que como cívicos ciudadanos tenemos que aceptar las consecuencias de sus decisiones y comportamientos desde la responsabilidad de gobierno. Tanto en las distintas esferas de lo local o provincial, como en los planos administrativos de lo regional o central. El ejercicio de la política está más que devaluado en la jerarquía de valoración entre las personas. Y la causa de esta descreencia la han ido labrando aquéllos que recibieron nuestros votos o abstenciones en las distintas oportunidades en que se ha reclamado nuestra participación en el “juego” electoral democrático.

En modo alguno trato de referirme a unas siglas concretas o determinadas. En todas ellas anidan imágenes y ejemplos que no favorecen, ni mucho menos, la fe ciudadana en la nobleza de su actuación. Corruptelas administrativas por doquier. Olvidos o postergación de los problemas reales ante el egoísmo del absurdo. Comportamientos patéticos en el quehacer parlamentario. Respuestas que priorizan el enfrentamiento partidista sobre aquéllas en las que prevalece la negociación, el diálogo y la salud para la convergencia. Hipocresía o cinismo entre lo que dije ayer y lo que manifiesto hoy. Aquí defiendo lo contrario de lo que pontifico allí. Y mientras ¡son tantos los ejemplos! esos niños y adultos no pueden entrar en el agua de la playa, a menos que quieran bañarse en agua teñida de color marrón, con la paradojas de banderas azules que vuelan al viento del cinismo más hipócrita y rechazable. Puertos de mar que llevan reformándose, aún con incertidumbres en el desacuerdo, desde hace más de tres lustros. ¡Solamente! Hipervigilancia y seguridad en calles vips, donde apenas vive nadie, mientras barrios hacinados dependen de la llamada telefónica para que acuda el coche policial. Unos ciudadanos contribuyentes (y más que contribuyentes) que han de soportar a sus espaldas la solución a un déficit público creado por la impericia de unos dirigentes para los que la única responsabilidad es dejar su acomodo político. Bajadas de sueldo. Subidas del IVA del 16 al 18 %. Todo muy fácil ¿verdad?. Una endiosada e intocable estructura bancaria y financiera que nunca sabe perder. Nunca va a perder. Por el contrario siempre incrementará su poder económico en épocas de crisis o bonanzas. Y una sanidad “pública” (veremos hasta cuando y a qué nivel) en la cual varios meses de espera para arreglar tu salud son considerados asumibles para su normalidad y trato al ciudadano. Vemos las calles de nuestra ciudad. El Metro en Málaga tenía que comenzar a funcionar el año pasado. ¿Seguimos buscando ejemplos?

A esta buena alumna, con un perfil diáfano y espléndido de estudiante de Derecho (no es la carrera que ocupa el primer puesto entre sus opciones universitaria, por cierto) le expliqué en el correo de respuesta que admiraba su sentido crítico del entorno sociopolítico y, especialmente, la fuerza innegociable de sus valores y principios. Que no debe cambiar con el paso de los años y el triste aburguesamiento de vida. Y que ahora se halla en el momento preciso de su vida para alcanzar una cualificada formación. Preparación y conocimientos que, a no muy largo plazo, debe aplicar a fin de mejorar una sociedad que necesita de terapias sanas, nobles e idealistas para superar los “achaques” e inercias que aletargan y destruyen la utopía de la ilusión. Una sociedad que al llegar el año que viene, y el que viene, a la hora de los comicios municipales y generales, provocará en un gran contingente de buenos ciudadanos la disyuntiva patética de esas preguntas que derivan o proceden de un escepticismo integral. ¿Voto o me abstengo? Y en caso de entregar mi sobre con la papeleta en la urna ¿a quién le doy mi confianza? De verdad, ¿Hay algún grupo político que despierte en mí algo de fe o confianza en su buena voluntad para pensar en el ciudadano antes que en sus egoístas intereses partidistas? Uno de los dos platillos se halla patéticamente desnivelado en el fiel equilibrio de la balanza.

Cuando leemos en la prensa que a un representante del pueblo, en las Cortes Generales o parlamento autonómico, su grupo político le ha puesto una sanción por votar en conciencia ante una determinada cuestión moral o ética. Cuando una formación política vota en bloque al dictado del jefe parlamentario que ordena el SI o el NO para todos los miembros de esa agrupación. Cuando a un diputado a Cortes se le dice imperativamente “tú te debes totalmente al partido que te da cobijo en sus siglas parlamentarias”…… caes en la cuenta de lo que se hace con tu voto en esa jornada gozosa para el ejercicio democrático. ¿Para cuándo tendremos listas abiertas en las papeletas del voto? Es decir, que podamos señalar en un listado electoral sólo aquellos nombres que merecen alguna confianza en nuestra voluntad o valoración política. Yo puedo entender (olvidándome ahora de la rígida disciplina de voto) que en un partido de izquierda haya personas honestas y responsables ante el ciudadano. Yo puedo entender (olvidándome ahora de la rígida disciplina de voto) que en un partido de derecha haya personas honestas y responsables ante el ciudadano. Por ese motivo defiendo la libertad de poder señalar a uno u otro candidato en el momento de entregar mi papeleta de voto. Evidentemente a los partidos esta “saludable” posibilidad no les interesa. Ya se ocuparán, con la mayos destreza, de que no salga adelante.

Parece evidente que siempre es preferible tener la opción de poder emitir un voto, aunque sea cada cuatro años, que no hacerlo nunca porque no existan elecciones en libertad. Pero es que esa libertad está tan condicionada por los intereses y artimañas partidistas que el grado de escepticismo acerca del valor real de tu voto es más que elevado. Aunque el sistema esté afectado por la patología del partidismo y la manipulación personal, sería peor, profundamente más negativo, no tener sistema alguno donde poder ubicarnos. Como dijo el gran estadista británico Sir Winston Leonard Spencer Churchill (1874-1965), la democracia es el menos malo de los sistemas políticos.

Es importante que ese correo de mi apreciada alumna haya dado pie a toda esta larga exposición sobre un aspecto importantísimo del ejercicio político. ¿Verdad que es importante, y gratificante, tener alumnas que te hacen pensar, analizar y dialogar sobre aspectos que, usualmente, no te detienes a considerar? Probablemente en ella prevalece la utopía. En mí anida la realidad de la Historia y la vida. Ella sabrá aportar un fresco idealismo a sus proyectos de cambio. Yo sonreiré pensando que la evidencia no debe estar reñida con la esperanza. Pero el futuro, obviamente, está en sus manos. En la voluntad hacedora de su joven generación. Para el bien de todos los españoles. Y de todos los que residen en éste nuestro país.-


José L. Casado Toro (viernes 16 julio 2010)
IES Ntra Sra. de la Victoria. Málaga. Dpto Historia.

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