domingo, 20 de junio de 2010

FIESTA DE GRADUACIÓN 2º BACHILLERATO
IES NTRA SRA. DE LA VICTORIA. Junio 2010. MÁLAGA.
DISCURSO DE DESPEDIDA A LOS ALUMNOS




Buenas tardes. Buenas tardes mis queridos alumnos, mi querida familia. Hoy no es un día como otro cualquiera. ¿Verdad?. 4 de junio, 2010. En esa cronología que adorna vuestra existencia, esta fecha va a quedar grabada con letras azules, como el mar; verdes, como la naturaleza y blancas, como la pureza que irradia de vuestras almas. Es el día, esplendoroso y anhelado, de vuestra Graduación. Fijaros, tiene lugar en una tarde de cálida Primavera, regada de luz y alegría como refleja la semblanza de vuestros corazones, en este entrañable Instituto que tiene nombre de Virgen y apellidos sembrados de una larga y fructífera Historia. La mayoría de vosotros y vosotras habéis compartido un tercio de vuestra aún corta existencia con no pocos compañeros, Profesores y muchas otras personas que hemos trabajado juntas por ser todos un poco mejores en esa formación que modela espíritus, talantes y caracteres a favor de una sociedad más sana y organizada. Buscamos ese ideal perfectible, individual y colectivo, que deseamos en el alba iluminado de cada amanecer, cuando la noche se hace luz y nuestra aventura diaria comienza a florecer.

Se os ve a todos muy bien trajeados, mejor peinados y con muchas sonrisas que alegran la atmósfera vital de este patio deportivo, en el que tanto habéis disfrutado durante las horas de recreo. Jugando, conversando y suspirando por aquel compañero o amiga que hacía vibrar vuestro corazón con sonidos indefinibles de sentimientos, latidos y necesidad. ¡Y os encontráis muy gratamente acompañados por vuestros PADRES, familiares y amigos! Me atrevería a pediros que cruzarais con ellos esos lindos ojos que adornan la imagen de vuestras miradas y que le dijerais en silencio, con el susurro de los sentidos, con el cariño que os une a esa madre y a ese padre ¡Gracias! Gracias por todo vuestro sacrificio, por todo vuestro amor, por darme la vida, por creer y ver en mí, la fuerza de la esperanza. Porque para ellos sois su mejor patrimonio, lo más importante y valioso que poseen, lo que da fundamento y razón para vivir cada momento, pensando que se ha sembrado para la vida, para el atardecer y para el sosiego de la añoranza. ¿Os acordáis cuando erais más pequeños, en las horas de vuestros juegos, en los momentos de destemplanza, cómo os dedicaban su tiempo, su cariño y el afecto de su atención desinteresada? Hoy también para ellos, en cierto modo, es un momento inolvidable de ver a sus hijos e hijas, alcanzar la mayoría de edad académica en esta dulce etapa de la juventud, al término de la Educación Secundaria.

Desde ese 2004, en este ciclo intermedio entre la Universidad y la Primaria, ¡cuántas horas de apuntes, cuánto tiempo ante el ordenador, cuántos libros subrayados y anotados, cuántas libretas y folios dibujados de letras, números, dibujos y palabras! ¿Sois capaces de recordar los folios de examen repletos de conocimientos, fórmulas, traducciones y mapas, escritos con la ilusión del principiante, con la madurez de muchas horas sustraídas al sueño, al ocio y a esa oportunidad para distraer el tiempo ante las imágenes siempre tentadoras de la gran pantalla? Muchos hemos sido vuestros Profesores y Maestros, en la cultura, en el pensamiento, en la ciencia aritmética y también humana. La Historia y las Matemáticas. El Lenguaje y la Física. La Religión y la Plástica. La Naturaleza y la Gimnasia. Seguro que me olvido de alguna materia, pero también ella ha contribuido a formar vuestro talante, vuestro intelecto, a fin de modelar hombres y mujeres en una sociedad bien educada y mejor formada. Todos esos Profesores forman parte ya de vuestra vida. Algunos permanecerán aquí el curso próximo. Otros, cambiarán de Instituto para las clases de mañana. Y alguno, a muy poco, os recordará con muchísimo cariño caminando, leyendo, haciendo fotos y escribiendo…. por esos jardines que adornan la ciudad malacitana. Cuando os encontréis con ellos, en las calles y en las plazas, sabed que os ven como ese fruto, como esa flor pacientemente germinada que, con amor y agua, siempre refrescante y mágica, genera vigor, dulzura y humanidad solidaria. Ya, ya sé que no me debo olvidar de algún parte teñido de rosa o verde, de la tiza blanca y coloreada, de esas pizarras mil veces escritas y otras tantas borradas y de ese frío en enero o febrero que fortalecía en vigor la resistencias de manos y piernas, antes de que llegaran los días del terral, para abrir al estío puertas y ventanas. También, de las lúdicas visitas de estudio, las diapo en el aula de proyección y aquel laboratorio repleto de probetas, misterios y sustancias mágicas. Del esfuerzo abnegado de los conserjes, ante la entrada de nuestra casa, y de ese peregrinar hacia el santuario de los bocadillos, cuando temblaba ese ansiado timbre a las once y cuarto, hora fijada para reponer fuerzas en el desayuno de una larga jornada. Es la heterogénea y rica vida en una COMUNIDAD ESCOLAR, de hombres y mujeres. Todos de distinta edad, temperamento y respuestas ante los retos de la dificultad, trabajando para ser un poquito mejores que ayer, para construir una sociedad que haga sonreír a todos aquellos que convierten la utopía en una valiosa realidad, para quererla y gozarla.

De aquí a muy poco en el tiempo, accederéis a la UNIVERSIDAD. Otros optaréis por módulos de grado superior, en el ámbito de la formación profesional. En cualquier caso vuestra actitud personal, en los dos ámbitos académicos, debe estar presidida por una profunda y abnegada entrega ante el estudio, tanto en el campo teórico como en las experiencias y actividades prácticas. Como universitarios os debe caracterizar una profunda actitud crítica, pero racionalmente equilibrada, ante las realidades políticas, sociales, económicas y culturales que nos sustentan como ciudadanos en una democracia. Una dinamización e influencia, de vuestros conocimientos y potencialidades, sobre el entorno social en el que la vida os ubique, ayudando, de manera preferente, a todos aquellos que más necesiten de vuestra preparación y competencia. Tenéis que enseñarles, con el ejemplo de vuestro magisterio, a superar su marginalidad, su desacomodación social, las injusticias en las que se ven inmersos y el maltrato que sufren desde un contexto cruelmente insolidario. Más que limosnas caritativas, esos hermanos necesitan del consejo, la estrategia, el ejemplo y la ayuda inteligente y pragmática, para su reacción frente a la injusticia social. El universitario debe devolver a la sociedad mucho de lo que ésta le ha dado en el proceso de su mejor y más cualificada formación. No debéis, no podéis ser ajenos a esta obligación que asumís tras vuestra entrada por los “hangares” superiores de la cualificación universitaria. Recordad. Estudio. Investigación. Y compromiso personal ante la vida.

Y siempre MÁLAGA, en vuestro corazón. La mayoría habéis nacido a la luz en esta tierra del Sur, acariciada con ternura por el mar Mediterráneo. Otros sois malagueños de adopción, pues esta ciudad cosmopolita lleva en su escudo, en su carácter, en su franca sociología, la mano abierta de la hospitalidad y la amistad. Paseando por el entorno de Alcazabilla percibimos en nuestro ser, en nuestra imaginación, en esa trabajada arqueología, una Málaga fenicia y romana; cristiana y musulmana; judía y renacentista; barroca y neoclásica; actual y modernista. Las almenas islámicas reposan sobre la gradería o cavea romana y ambas se hermanan ante ese Museo con dibujos y pinturas de un Picasso universal, escuchando todos con respeto los sonidos de unas campanas catedralicias que suenan al viento para meditar, sentir y rezar. Percibimos esa otra Málaga marinera, desde el barrio de Pedregalejo a las playas de Huelin o la Misericordia, con esa chimenea donde José Carlos grabó el nombre de Mónica para expresarle su amor, su cariño y dedicación ante una vida que empezaban. La Málaga nazarena, cuando despierta la Primavera, con Vírgenes, Cautivos y cantos legionarios, que pasean y desfilan por las calles al olor del romero, las rosas, los claveles y la cera, con el redoble de tambores y cornetas que cimbrean la fe de nuestra alma siempre necesitada. La Málaga festiva de las luces y juegos de agosto, con sus cantes, su feria, el vino moscatel y la dulzura de esa frágil biznaga. La Málaga laboriosa de sus barrios, plazas y callejuelas, desde La Palma a Ciudad Jardín, la Trinidad, El Perchel o la Malagueta portuaria. Esa es vuestra Málaga a la que debéis querer, cuidar y mejorar a fin de que cada amanecer luzca más bella, mirando y soñando al mar bajo el cobijo protector y maternal de la recia montaña.

Como ayer y como mañana, el contexto social habla y pontifica sobre la juventud actual. Los que hemos trabajado con diferentes generaciones de alumnos sabemos que los de hoy no son mejores ni peores que aquellos que hace años ocupaban las bancas escolares. Sois, objetivamente, diferentes en todas esas respuestas que la sociedad os demanda, en el quehacer de cada uno de los días, los meses y semanas. Reflejáis en vuestra facies temperamental a esa misma familia que os acoge y os sustenta desde algunos hogares que no siempre ofrecen el equilibrio necesario. Tenéis que enarbolar una serie de principios y VALORES que os hagan mejores ciudadanos, para ejemplo y orgullo en la significación de lo humano. El trabajo, la responsabilidad, la solidaridad, el respeto a los que ya tienen más edad y también a los que irrumpen plenos de ilusión en los jardines de la infancia. Los comportamientos éticos y la moralidad existencial debe presidir vuestras actitudes y respuestas ante la vida. Para conseguir unos objetivos no todos los medios son lícitos o válidos. Cultivad el valor de la amistad, esa mágica palabra o sentimiento existencial que justifica el dar la mano a quien la necesita, el consejo a quien lo demanda y una sonrisa a quien está triste por el dolor o ante la soledad inesperada. Buscad siempre razones para enriquecer con fundamento el necesario sagrario de la amistad, la confianza y la transparente sinceridad en los gestos y también en las palabras.
Mirad. Hay que estar muy bien preparado para afrontar los tiempos que nos ha tocado protagonizar. Y no es sólo por la CRISIS GLOBAL que el mundo está viviendo en este momento. Porque, además de las dificultades económicas que a muchos afectan, hay una evidente carencia de valores en los comportamientos y hábitos cotidianos. El consumismo banal, la superficialidad, el pasotismo, la insolidaridad, la enemistad, el egocentrismo y el desamor son nubes que eclipsan la importancia de las pequeñas cosas pero que son precisamente grandes e importantes en nuestra existencia. Me refiero a la voluntad de ayuda a los demás, el cariño fraternal, el sentido de lo espiritual, el esfuerzo constante por sembrar y comunicar ilusiones que genere alegría en la hermandad social. Precisamente, vosotros los jóvenes, sois quienes mejor podéis hacernos soñar en la utopía, en la entrega generosa y en la limpieza y bondad que llenen las respuestas de cada uno de los días. En definitiva, significáis ese limpio fundamento, para que el mundo cambie a mejor y nos permita difundir muchas sonrisas que hagan latir corazones de mayores y jóvenes, siempre abiertos y receptivos al vital maná de la esperanza.

Y ya en este momento de la DESPEDIDA, sería innecesario recordaros que esta ha sido y será siempre vuestra casa. Ese otro hogar en el que habéis compartido la educación y la cultura en el seno de una gran familia. Pensad en los compañeros. Los Profesores. El personal de administración y servicios. La entrega de todos, hacia todos. Estas puertas nunca estarán cerradas para vuestro recuerdo y necesidad, ahora que vais a cubrir una nueva etapa en la formación de vuestras vidas. Todos, absolutamente todos os vamos a echar de menos. Personalmente deseo también expresaros la importancia de este grato, pero difícil, momento en mi vida profesional. Utilizando un lenguaje castrense, pero lleno de amor y estima sincera, me siento orgulloso y feliz que hayáis sido precisamente vosotros quienes me hayáis acompañado en esta postrera batalla por la cultura, en un frente en el que no hay armas ni dolor. Hay, por el contrario, ilusión, naturaleza, conocimientos, vida, amistad y mucha fe en vuestro trabajo y entrega desinteresada.
No habrá, no debe haber entre nosotros un adiós. Sino un ¡hasta siempre!
Con un especial afecto, quiero ofreceros un abrazo lleno de cariño para todos.
Nunca os olvidaré. Muchas gracias.
José L. Casado Toro
Viernes 4 junio 2010
Profesor

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