viernes, 1 de agosto de 2025

LAS ESPIGAS PREMIADAS

 


Parece normal y lógico que los escritores tengan por fundamental ilusión el que sus trabajos sean leídos por el mayor número de personas. El placer de escribir se une a esa otra necesidad de tener la mayor cantidad de lectores posible. Los compositores de historias también se esfuerzan en que sus obras sean publicadas por las editoriales más importantes, haciendo lucir sus ejemplares en los expositores y en los escaparates de esos santuarios para la imaginación como son las librerías. Algunos escritores suelen participar en las convocatorias de premios literarios, algunos de gran “relumbre” y con importantes compensaciones económicas y sociales a los ganadores del certamen. 

Estos tres objetivos parecen legítimos. El problema aparece cuando los escritores “exageran” estas pretensiones, creándose situaciones “patológicas”, que se resumen en escribir, publicar y obtener la mayor cantidad de premios posibles. Esos creadores de historias no deben olvidar que con sus escritos educan, distraen, generan reflexiones y, por encima de todo, difunden valores, con los que se puede mejorar el mundo, enfermo en muchos aspectos, que nos ha correspondido protagonizar. 

La acción del relato nos traslada a un tranquilo pueblo castellano, cuyo topónimo, VILLANUEVA DEL CONDE hace alusión a un gran pasado histórico, que ahora sólo permanece en unos trozos pétreos de la antigua muralla y un viejo castillo cuyas almenas, torre del homenaje y lienzos de la muralla han sido remodelados, con la mejor voluntad, pero con dudoso acierto. El turismo ha sido el mejor acicate para el esfuerzo restaurador. Permanece sin grandes arreglos la antigua iglesia gótica, con su campanario erguido, sus estrechos ventanales ojivales, que sostienen unas vidrieras penosamente opacas, por la desidia, el viento y el paso de los siglos. 

Este apacible lugar, por el número de nacimientos anuales y la emigración constante de aquellos jóvenes que apenas cumplen la mayoría de edad, se puede incluir en esos espacios peninsulares de LA ESPAÑA VACÍA. 675 habitantes, según el último censo poblacional. Allí casi nunca ocurre nada a destacar, y los días parecen copias bien repetidas, todo es igual que ayer y probablemente igual que mañana. La media de edad es naturalmente elevada, con esas personas mayores que gustan recordar algunas páginas sin lustre de sus vidas cansinas, y trabajando las mieses para el pan, con el cuidado de los animales para la carne de alimentar. Algunos se van adaptando al milagro informático, mientras que otros parecen dormitar en esa espera sosegada hacia el viaje final. El Sr. cura se desplaza, haciendo turnos rotatorios, dos días a la semana para confesar, decir misa y comulgar.

Para fortuna de este municipio castellano, tiene a su alrededor, en distancias no muy grandes (6-10 kms) un cinturón de localidades similares, con la ventaja para todos de poder mancomunar determinados servicios, con el ahorro en costes de las funciones correspondientes (escuela y centros de secundaria, parque de bomberos, ambulatorios de la seguridad social, centros de abastos y mercados, casas culturales municipales, servicio de agua, etc). En el aspecto escolar, destaca por su utilidad el muy apreciado autobús que conduce Julián, su propietario, vehículo Pegaso muy antiguo, que milagrosamente arranca cada mañana, para ir recogiendo alumnos de las distintas localidades a fin de llevarlos a los núcleos educativos de infantil, primaria y secundaria, todo ello a coste de los distintos ayuntamientos mancomunados. 

El joven y emprendedor concejal de cultura, juventud y deportes, además de jardines y fiestas, AVELINO PIEDRA, propuso al Sr, alcalde, IRINEO VENCES, la creación de un premio literario, en prosa y poesía, que tendría por nombre FLOR DE PRIMAVERA. Los tres mejores trabajos presentados tendrían una atractiva compensación: para el primer premio, LA ESPIGA DORADA y 1000 euros. El segundo premio, LA ESPIGA PLATEADA, 500 euros y el tercero 250 euros con LA ESPIGA BRONCEADA.  El tema, sobre el que se podría escribir entre 500 y 1500 palabras, sería de libre elección: narrativa, cuanto, relato, ensayo, poemario. 

Avelino era licenciado en Historia, mientras que el alcalde Irineo estaba vinculado, como accionista mayoritario, a una gran cooperativa harinera que surtía a todo el territorio nacional.

La “ilusionada” convocatoria del concurso literario fue dada a conocer el 1º abril, siendo el último día para la entrega de trabajos (con las plicas correspondientes) el 15 mayo. La celebración cultural, coincidiendo con las fiestas de la villa, se desarrollaría el sábado 2 de junio. La difusión de esta inusual convocatoria del premio literario fue realizada por todas las localidades de la gran comarca, mediante carteles en las bibliotecas, en las residencias de mayores y en los organismos culturales municipales. A todos los centros escolares de la zona se enviaron las bases del concurso, ampliando en todo lo posible la posibilidad que el mayor número de personas participase. Alumnos de secundaria, vecinos de todas las edades, incluso octogenarios, escritores “ocultos” se sintieron animados a participar en la novedosa y simpática convocatoria expresiva. 

Esta primera edición del sugestivo premio o concurso literario despertó una notable aceptación popular. De la noche a la mañana, estudiantes, profesionales de todas las ramas, personas mayores jubiladas con mucho tiempo para la lectura y la escritura, se sintieron motivados a probar suerte en el ejercicio de las letras. Muchos pensaban en hacerse con ese “pellizco” económico, con el que poder sufragar un regalo o un “caprichito” deseado. Pero también había vecinos quienes pensaban competir por el humano prestigio de ganar una de las tres espigas que las bases de la convocatoria establecían. Conseguir esa distinción, como plato fuerte de las fiestas del verano, en Villanueva del Conde, era un fruto bastante apetecible. La vanidad de unos y otros vecinos, en esta “España vacía” estaba en juego. 

Sin embargo, también había lugareños que comentaban, con burla y desazón, que esos casi dos mil euros podían dedicarse a mejorar el sabor y la salinidad del agua que salía por los grifos, a que el camión que recogía la basura hiciese menos ruido por las noches o que hubiese más y mejores bancos para sentarse en el jardín o parque del municipio. También se criticaba que no hubiese urinarios públicos para ser utilizados por las personas de avanzada edad (la mayoría) que necesitaban calmar sus necesidades fisiológicas, sin tener que entrar en la cafetería /bar del “Peláez el chato” poniendo éste mala cara si no se pedía la correspondiente consumición. 

Lo más perentorio era nombrar a los integrantes del jurado que iban a valorar los trabajos que fuesen presentados. A tal fin se reunieron el concejal Avelino con el alcalde Irineo, para discutir el asunto. De inmediato llegaron a la determinación de que ambos debían estar presentes en el jurado calificador. Pero coincidían en la conveniencia de añadir a fuerzas vivas del pueblo que lo mereciesen. Convinieron en hablar con doña ENCARNA Labarca, la maestra nacional que había enseñado “las cuatro reglas” y educado a la mayoría de los niños de la localidad, señora ahora jubilada por la edad de su calendario vital. Por el prestigio y respeto que representaba, su voto debía estar presente en las deliberaciones de los premios. También contactaron con el Sr. cura párroco don PRIMITIVO del Palmar, pues el sacerdote (sexagenario) que les atendía espiritualmente “había estudiado en el Seminario”. Otro vecino que iba a integrar el jurado calificador era don ARTURO Membrilla, de avanzada edad (posiblemente nonagenario) pues era persona especialmente válida ya que, gran amante de las letras, seguía siendo el cronista oficial de la villa. Don ELISARDO Pitan, teniente de puesto de la Guardia Civil se prestó en colaborar, aunque era un hombre de milicia. Pero era un gran lector de libros históricos. Por último, se integró en el jurado calificador la Srta. MARCIANA del Valle, boticaria del pueblo. Era la hija de un afamado ganadero de reses bravas. 

Cuando el 15 de mayo se cerró el plazo para la presentación de materiales, se habían recogido, de Villanueva del Conde y el entorno de pueblos integrantes en la comarca, 42 trabajos, cifra insólita para unas tierras tan vacías y tranquilas. Había 23 relatos, 6 poemarios, 5 artículos, 6 cuentos y tres artículos sobre la harina. Este amplio material, junto a los sobres con las plicas identificativas, quedó guardado en una caja fuerte de la Casa Consistorial, no sin antes haber procedido a fotocopiarlos, a fin de que cada miembro del jurado dispusiera de una copia, para su lectura y estudio. Cada trabajo quedaba firmado con un seudónimo, cuya autoría estaba dentro de la plica correspondiente. 

El día 1 de junio, domingo, comenzaban las fiestas anuales en honor de Nuestra Señora de la Luz, que durarían hasta el sábado 7 de ese mes. Por este motivo, el jurado quedó en reunirse el 28 de mayo, miércoles, para llegar a un acuerdo con los trabajos que merecían ser honrados con los premios, que serían entregados a sus autores (una vez abiertas las plicas identificativas) en una sesión que se celebraría en el salón de plenos del propio ayuntamiento cuatro días más tarde.

Cuando comenzó la reunión del jurado, sus integrantes mostraban amplias sonrisas en sus rostros. Sin embargo, cuando llegó el momento de poner sobre la mesa el resultado de los análisis respectivos, esas sonrisas se tornaron en un cierto sonrojo. Cada uno de los siete miembros calificadores iban exponiendo distintas justificaciones para indicar que no habían podido hacer su trabajo. “He tenido un problema de cataratas y como me habían operado de uno de los ojos, el médico de la capital me aconsejó que no forzara el otro ojo. Sólo he podido ojear alguno de los trabajos”. “En mi caso tengo que justificarme, porque he estado reformando la botica. He estado liada con los albañiles y la compra del nuevo mobiliario. Sólo he leído unos 4 o 5 trabajos, por “encimilla”. Pensaba que iba a tener más tiempo, pero no ha podido ser”.  “Pues a mí me ha aparecido un golondrino en las partes nobles y cada vez que me sentaba me producía un intenso dolor. Llevo varios días evitando estar sentado. Al final don Sixto, el practicante, me lo ha curado, pero tengo que dormir boca abajo. La comida la hago de pie”. “A mí me parece que lo importante es haber participado. Yo creo que todos los trabajos deben estar bien. La verdad es que no estoy en estos momentos para lecturas”. El concejal Avelino confesó que se los había leído todos, pero a la hora de elegir los tres mejores no acababa de decidirse por ninguno. En realidad, todos le habían parecido bien”. 

De una u otra forma, todos estaban echando balones fuera. Incluso uno le dijo al compañero que tenía al lado “yo no estoy ahora en condiciones de leerme ese enorme tocho que nos han entregado. Comenzaba a leer alguno y me entraba un sueño profundo hasta quedarme completamente “frito” en el sofá”.  En ese momento incómodo para la confusión, el alcalde Irineo pidió al guardia ordenanza que se desplazara a la cafetería bar de El Chato para que le prepararan unos termos llenos de café con leche para todos.

Entonces intervino don Primitivo, el cura parroquial. Viendo y asumiendo el venerable sacerdote la situación tan embarazosa que todos estaban pasando, quiso “poner paz y eficacia” pues los rostros de unos y otros se veían afectados por el pudor y el sofoco. 

“Queridos hermanos, en la infinita bondad del Salvador. Reconozcamos nuestras limitaciones personales a causa de las obligaciones personales que tenemos que asumir en el día a día. Si tenemos en cuenta, como dice el buen Avelino que todos los trabajos presentados poseen un buen nivel y calidad voluntariosa, podemos, contando con la benevolencia divina, “echar a suerte” la designación de los ganadores. No hay que dudar que la Providencia nos iluminará con acierto. Lo verdaderamente importante ha sido la participación de tantos vecinos, con la magia de las palabras y las letras. Los premios son “galardones” mundanos. El mayor valor que hemos conseguido ha sido la respuesta de la honrada y buena gente”

De inmediato, el alcalde se levantó de su asiento presidencial y abrazó al venerable sacerdote, con palabras emocionadas: “Primitivo, hermano, además de santo eres un genio. Nos has convencido plenamente con tu sabia argumentación”. Los demás componentes de “la mesa”, la maestra, la boticaria, el cronista de la villa… mudaron el color rojo de sus rostros por la sonrisa alegre del eficaz y simple acuerdo. Irineo comentó acerca de una bacina, hallada en una excavación arqueológica, que podía ser utilizada para introducir los sobres con las plicas identificativas. Ordenó al guardia ordenanza, Romualdo, a que fuera “a su domicilio” y le dijera a su esposa Daniela que se la entregara, tras vaciar la fruta que contenía como centro de mesa. “En quince minutos la tenemos aquí”. 

Dicho y hecho. Una vez que las 42 plicas estaban en el fondo de la bacina (Daniela no la había limpiado bien, pues el fondo estaba algo pegajoso por alguna fruta madura que había dejado en la cerámica vidriada su néctar) don Primitivo, elevando sus ojos al cielo, indicó que había que buscar una “mano inocente” para sacar los tres sobre premiados. Quiso la suerte que pasara en aquel momento por el pasillo adjunto a la sala de plenos la limpiadora del edificio municipal, la señora PALMIRA, quien llevando el cubo en la mano derecha y asía la fregona con la mano izquierda, iba entonando la tradicional y emotiva canción de SUSPIROS DE ESPAÑA.  “Perdóneme, don Irineo, esta mañana en el retrete alguien ha hecho “mayores” sin llegar a tiempo y ha dejado el suelo hecho una pena. Dos cubos de agua he tenido que usar para dejar el excusado medio decente. No le quiero decir “la peste” y el tufo que allí se olía”. 

“Ya pondremos solución a ese descuido, querida Palmira. Ahora te vamos a pedir un muy importante favor. Cierra los ojos e introduce la mano en esta bacina. Vas a sacar tres sobres para un premio que vamos a conceder en las fiestas de la Virgen de la Luz. Seguro que nuestra Patrona te va a ayudar con su sabiduría infinita”. Doña Encarna cogió la fregona y don Arturo el cubo con el agua sucia, que emanaba fétidos y embriagadoresaromas, mientras la sirvienta sacaba los sobres. En pocos segundos, los tres premios estaban concedidos. 

Comienzan las fiestas patronales en Villanueva del Conde.



“Como alcalde presidente de la Corporación Municipal, tras el profundo y detallado estudio calificador del prestigioso jurado nombrado al efecto, tengo el honor de proclamar a los tres ganadores del premio LA FLOR DE LA PRIMAVERA, de entre los 42 trabajos presentados, todos ellos gozando de gran calidad literaria. 

Premio de la Espiga dorada y 1000 euros, al trabajo titulado EL MAR DE MIESES, cuyo autor es don Facundo Cerezuela.

Premio de la Espiga plateada y 500 euros, al trabajo titulado   EL RELOJ DE LA VIDA, cuyo autor Delia Alcántara.

Premio de la Espiga bronceada y 250 euros, al trabajo titulado LA HARINA QUE NOS ALIMENTA, presentado por Doña Nicasia Aldaba. 

El jurado ha querido también conceder un accésit, con diploma, para don Herminio Carretilla, por su poema SENTIMIENTOS Y CAMPANAS. 

¡Con este solemne acto, proclamo con emoción y alegría el inicio de las fiestas de Nuestra Sra. de la Luz! ¡Alegría para todos!

 

 

LAS ESPIGAS 

PREMIADAS

 

 

 

 

 

José L. Casado Toro

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

Viernes 01 agosto 2025

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