domingo, 6 de agosto de 2017

TURNO DE NOCHE, EN EL DIARIO DE UN JOVEN RECEPCIONISTA DE HOTEL.

Existen determinadas profesiones que, por la propia naturaleza de la función que llevan a cabo, permiten a sus trabajadores acumular muchas y diferentes experiencias, a partir del trato diario con las numerosas personas con las que han de relacionarse. Una de estas enriquecedoras (en lo humano) actividades es aquélla que está basada en el comercio turístico. Nadie puede discrepar de la evidencia de que cada día se viaja más, no sólo por las normales obligaciones profesionales, sino también por ese atractivo placer de visitar otros lugares, por muy alejados en la distancia que se encuentren desde nuestro punto actual de residencia.

¿Cuáles son los principales elementos que favorecen este auge masivo de la movilidad turística?

La mayor disponibilidad del tiempo libre, que hoy fluye en nuestros horarios, las “agresivas” ofertas turísticas que tratan de romper y superar la tradicional estacionalidad veraniega y, sobre todo, esa irrefrenable tentación para el cambio, que supone recorrer otros espacios, son los factores determinantes que hacen posible el dinámico fenómeno de la movilidad turística, una de las más sociológicas y económicas características que adornan esta época en que nos ha correspondido vivir. Los incentivos monumentales, culinarios, lúdicos y paisajísticos mueven, superándose anualmente las cifras de resultados, a ingentes masas de viajeros que buscan tanto el sosiego como la aventura, en el mar o en la montaña, pudiendo disfrutar con la gratitud del sol o la nieve pero, sobre todo, aportando algo sumamente importante a nuestra estructura psicológica: poder cambiar la cansina rutina próxima, al menos por unos días, desde ese entorno donde se halla anclada nuestra vida familiar, social y laboral. Obviamente, la revolución y versatilidad actual en los medios de transporte sustentan la comodidad y la rapidez de estos desplazamientos que hacen posible el milagro de alterar la realidad aritmética del tiempo y las distancias.

Su nombre es Eneas Giráldez. Este apuesto y atlético joven, de veintisiete años de edad, va a cumplir su segunda anualidad prestando servicio como recepcionista de hotel, en un importante establecimiento ubicado en una de las transversales de la Gran Vía madrileña. Al finalizar sus estudios en la Enseñanza Secundaria Obligatoria, decidió matricularse en la Escuela Oficial de Turismo. Pero su “bajo” expediente académico y el escaso nivel que alcanzó en las pruebas de selección le impidieron acceder a este centro oficial, por lo que tuvo que optar por realizar un ciclo o módulo de formación profesional, en la especialidad de actividades turísticas, desde casi siempre su primera “vocación” ilusionada para lo laboral.

Ya con la certificación correspondiente en su poder, se movió con presteza por numerosos establecimientos hoteleros en la capital de España. Fue entrevistado en uno de ellos, el cual necesitaba con urgencia una persona titulada que se prestara a atender de inmediato el turno de noche, en ese momento con dos bajas médicas de sus respectivos titulares. Demostró responsabilidad y eficacia en su labor. Durante los dos meses en que estuvo desempeñando este puesto en la modalidad temporal, lo que movió a la dirección empresarial a ofrecerle una contrato indefinida como miembro fijo del personal.

Aunque algunos días  sueltos ha de atender la recepción diurna, la dedicación básica que le fue encomendada desde el principio de su vinculación contractual es el horario nocturno, desde las 22 horas hasta las 8 de la mañana del día siguiente. No le importó esta exigente estructura temporal, a la que ya se había habituado durante su período de pruebas. Cuando sale de su trabajo, a las 8 de la mañana, se dirige directamente a casa de sus padres (con los que aún convive) para el necesario descanso. Tiene las tardes libres para su disponibilidad, aunque ha volver a su puesto en el mostrador de la recepción de clientes a partir de las 10 de la noche.

Se considera feliz con la labor que desarrolla, gestionando las peticiones y necesidades de los viajeros que acceden al hotel, resolviendo las incidencias de los residentes y cualquier otra circunstancia que pueda surgir durante esas horas nocturnas. Objetivamente disfruta de un buen puesto de trabajo, que le permite practicar los idiomas básicos para su profesión, puede leer, escribir e incluso disponer de un aparato de radio para hacer más llevaderas las horas de atención en la noche. Además el hotel le ofrece, como al resto del personal vinculado a los diferentes servicios, la opción de efectuar las comidas a un coste prácticamente testimonial, en una “parcela” horaria señalada al efecto.

Entre todos estos incentivos hay uno que le gusta practicar, siempre que las necesidades del hotel así lo permitan. Desde sus años escolares, siempre había ejercitado con buena destreza ese arte, complicado y difícil, pero creativo y eficaz, de la comunicación escrita. Ahora que tiene muchas horas por delante en la noche, siempre que no surjan especiales incidencias, puede también desarrollar esta muy grata afición. Se ha propuesto elaborar un diario, relatando en sus páginas aquellos hechos o anécdotas más importantes que hayan sucedido durante su función laboral.

Ciertamente hay noches en los que aparentemente nada especial sucede, pero en otras ocasiones apenas puede dar abasto para atender todos esos pequeños problemas, más o menos imprevistos, que se van magnificando a partir de su mera y aritmética acumulación. En estos casos, tiene presente que lo más racional es no perder los nervios y actuar con la destreza necesaria a fin de simplificar y resolver esas dificultades, quejas y problemas planteados por una usualmente exigente clientela.

La vivencia y servicio diario en un hotel hace posible para sus trabajadores el poder conocer a muchas personas, con todos esos caracteres y comportamientos tan diferentes que unos y otros manifiestan mientras residen en estos gigantescos o más reducidos establecimientos turísticos. El aprendizaje sociológico que se puede alcanzar, a partir de los viajeros que pasan por un hotel, es verdaderamente asombroso. Son muchas las personas que conviven temporalmente en estos edificios (su hotel pone a disposición de la clientela hasta 200 habitaciones). Eneas, que es un excelente observador, posee una atalaya privilegiada, la muy bien organizada oficina de recepción, para este fin. Allí confluyen las llamadas telefónicas, las visitas y las atenciones a una clientela en sumo diversa, con todos los matices que este vocablo contiene en su rica y apreciada semántica. Así que cada noche, este joven aficionado a las letras, va escribiendo acerca de lo más significativo o curioso que ha vivido durante la jornada anterior. Hay ocasiones en que son numerosas e interesantes las anécdotas y vivencias que ha presenciado o participado, por lo que ha de dedicar unos minutos previos a fin de elegir, entre todas las opciones posibles, el hecho más especial o interesante que merezca figurar en las páginas de su personal y querido DIARIO “DE NOCHE”.

Conozcamos algunos contenidos de este curioso trabajo, en el que se mezclan numerosos hechos y anécdotas, con aportaciones personales acerca de los mismos a modo de valoración reflexiva. 

MIÉRCOLES: Aún quedan dos días  de estancia congresual para los 80 seguidores del Gurú indio SULEYMAN abd Allah. Dicen pertenecer a la secta RENACER EN LA PUREZA y ocupan una quinta parte de las habitaciones del hotel. Los compañeros del turno de día me comentan que se pasan las horas, en el gran salón Océano, con sus rezos, cánticos y arrodilladas meditaciones. La mayoría de estos jóvenes llevan las cabezas rapadas y su indumentaria y régimen de comidas es muy especial: largas túnicas blancas y sandalias de piel, aún en invierno. Algunos incluso caminan descalzos. Por el intenso aroma que despiden, usan poco del agua. Y todas las noches, exactamente a las cuatro de la mañana en punto, el Maestro Suleyman contrata, en el televisor de su suite, cine XXX de pago. A veces  incluso dos películas, de las “duras”. También suele pedir, a esa curiosa hora de las estrellas, un servicio especial de habitación para dos (carne de cordero asada, casi cruda, tostadas con miel y buena bebida, con muchos grados alcohólicos). Usa una tarjeta Visa Especial. Por cierto, este venerable Maestro, de extensa barba encanecida, cejas teñidas de negro carbón, permanente turbante blanco, túnica celeste con encajes dorados  e impacto dominante en su autoritaria mirada, presenta un DNI en el aparece su verdadero nombre: José Fernández García, natural de Villanueva de la Colina. Buen montaje de imagen se trae este teatral personaje.

SÁBADO: Poco antes de cumplir con mi horario, he diligenciado la entrada de un personaje muy conocido en el ámbito mediático de la política. El famoso POLÍTICO ha llegado solo a esta hora tan especial para evitar fotos de la prensa o el reconocimiento de otros clientes del hotel, con sus correspondientes molestias. Tiene reservadas cinco noches, en régimen de “todo incluido”. Por los medios de comunicación tengo información de que el jueves próximo ha de ingresar en SOTO DEL REAL para cumplir una pena de prisión de tres años y dos meses, por graves delitos financieros en el desempeño de su función como alcalde. Tiene contratadas hasta cuatro excursiones a distintos puntos de la península, costosos desplazamientos que realizará durante cada uno de los días, en un servicio exprés de avionetas privadas, Percibí en su rostro un semblante de nervioso cansancio. Por su DNI comprobé que su edad, 74, supera en dos años la que aparece reflejada en Internet. Después de todo el amplio poder y fama que ha tenido en sus manos, debe resultar muy duro verse en su actual situación penitenciaria a la que, ineludiblemente, ha de hacer frente. Me acordé del título de aquella afamada película titulada “La caída de los dioses”.

VIERNES. Hoy me ha correspondido sustituir a un compañero en el turno de tarde. La tarea ha sido mucho más densa, por el trajín diario de la clientela durante ese marco horario. Con una diferencia de unos veinte minutos ha llegado una pareja de mediana edad, que tiene reservada el fin de semana, para efectuar su salida en la mañana del lunes. El hombre procede de Orense mientras que ella lo hace desde Valencia. Habitación doble a compartir. Han solicitado LA TRES DIECISÉIS, pues según él me explica,  la vienen ocupado desde hace doce anualidades. Estos reencuentros en el hotel (apenas abandonan su habitación) los realizan tres veces en el año. Se les ve muy enamorados. CLAUDIO esperaba ansiosamente la llegada de SILVIA, en el hall de entrada. Cuando la señora apareció por la puerta, el corrió hacia ella, abrazándola con ternura durante unos minutos. El rostro de la mujer mostraba una gran sonrisa de felicidad, mientras resbalaban gruesas lágrimas desde sus lindos ojos azules. Pude escuchar unas palabras que el hombre le decía:”¿Están bien tus hijos? ¡Ha sido tan duro tener que esperar cuatro meses para poder tenerte junto a mi! Pero estos tres días son nuestros ¡Vamos a vivirlos con intensidad!” También entendí en Silvia algo así como “Mario lo sobrelleva. Sabe muy bien disimular…”


DOMINGO: A eso de las siete, cuando aún amanece, los veo bajar “enfundados” en un llamativo atuendo deportivo. Me saludan sonrientes y me preguntan cómo he pasado la noche. Son, desde luego, muy agradables estos educados clientes. Se disponen a sumar sus kilómetros por esas horas tempranas, corriendo a través de las aceras de una ciudad aún somnolienta. Me dicen que hoy quieren llegar hasta La Casa de Campo y allí completar ese “running” que los mantiene perfectamente en forma. Deben rondar por los treinta y tantos y se les ve ansiosos para el disfrute. Y se lo pasan rotundamente bien. Anoche los vi aparecer, más allá de las dos y media. Ante mi comentario simpático, DANIEL (más expresivo que TEO) echando un buen aroma etílico desde su boca, me responde: “Entiéndelo, Eneas. Para cuatro días que vamos a vivir hay darle también placer al cuerpo y a sus necesidades, que después llega el otoño con sus achaques y problemas. La juerga ha sido un poco loca, pero bien. Total, una “canita al aire” siempre reconforta”. Eso sí, nada de perdonar el madrugón. A las siete, ya estaban prestos para hacer su carrera en el alba. El día en que abandonaron su habitación, para iniciar el viaje de vuelta, quisieron descubrirme la profesión que desempeñaban: bajaban con sus maletas trolley muy arreglados en su vestimenta. Se reían ante mi cara de asombro. Sus dos CLERIGMAN sacerdotales les hacían parecer mucho más elegantes. A las 8 partía su tren, desde la antigua estación de Atocha.


JUEVES. Como a lo largo de la noche casi siempre me suele pasar, me había quedado adormilado, apoyado en mis brazos sobre el tablero del mostrador, mientras mi “compa” el transistor “negociaba” sutiles palabras para el consuelo de noctábulos sin sueño. Escucho unos leves gemidos, mientras mis ojos se esfuerzan en focalizar. Es SALMA, una de las dos chicas que ocupan LA CINCO CERO SIETE. Me pide, entre lágrimas, si se puede quedar un buen rato en el salón de estar. Cubre su cuerpo con un alegre pijama rosa, en el que un lindo texto grabado en su frontal dice “SMILE FOR FEELING AND ENJOYING THE LIFE” (sonríe para sentir y disfrutar la vida). Le sugiero que me acompañe y le traigo un descafeinado, que despide buen aroma desde su vasito de cartón encerado.
Necesita desahogarse. Se presta a contarme, entre sollozos, que otra vez ha vuelto a reñir con su pareja sentimental Halima,. Incluso ha recibido alguna violencia en su cuerpo, pero es habitual en los celos de la mujer que comparte su vida. Me explica que ella también siente atracción por algunos chicos, lo que rompe la armonía y el fulgor sexual con su pareja, que es muy posesiva. Pero es que esta noche se ha pasado en su enfado y todo por un chico bien parecido con el que ha intimado en un bar de copas, a donde fueron después de su trabajo en el Lope de Vega, donde están interpretando una obra dramática. Después siempre viene, entre ambas mujeres, la reconciliación. Ya más tranquila, retornó a su habitación. El reloj marcaba las cuatro y veinticinco de la madrugada. Había comenzado a caer una fina lluvia sobre Madrid, según me comentó un cliente que había ido a la farmacia de Callao, que mantiene el turno o apertura de las 24 horas.

Y así transcurren las noches, en el sociológicamente entretenido trabajo de Eneas. Cuando ya empieza a clarear la mañana, este joven recepcionista de hotel camina plácidamente de vuelta a casa, a fin de compensar durante unas horas el necesario descanso para su organismo. Muchos viandantes buscan con presteza las bocanas del metro y en los kioskos de prensa se apìlan los periódicos del día, con ese olor inconfundible a la fresca tinta de las noticias. Algunas terrazas se hallan ya pobladas por cuerpos hambrientos que gustan de la cálida infusión, los churros crujientes y ese mixto de queso y jamón que tanto reconforta. Un nuevo día comienza después de la noche. Un día para llenar de  latidos, historias y silenciosos recuerdos nuestro deambular por la vida.-


José L. Casado Toro (viernes, 4 de Agosto 2017)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga



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