viernes, 7 de octubre de 2016

EL EXTRAÑO Y DIVERTIDO COMPORTAMIENTO DE LAS PERSONAS NORMALES.

En no pocas ocasiones resulta innecesario acudir al sugestivo mundo de la gran pantalla, o también al de la representación escénica, a fin de presenciar historias insólitas, curiosas e incluso, en mayor o menor nivel, divertidas. Es suficiente, para este saludable objetivo, con asomarnos a ese entorno de la vida diaria en donde, de manera generosamente gratuita, aparecen variados y “sustanciosos” ejemplos de esas interesantes anécdotas, interpretadas por el ciudadano anónimo en su deambular cotidiano. Sólo es necesario aplicar atención, observación y, también es importante, algo de imaginación.

Nemi, para los amigos y conocidos (fue bautizado con el nombre de Nemesio) es un titulado en informática que trabaja, desde hace ya año y medio, en una tienda de compra-venta de objetos de segunda mano. A sus treinta y dos años de edad y tras un par de frustradas experiencias laborales, en departamentos técnicos de reparación informática, ha encontrado al fin una cierta estabilidad profesional, con su actividad diaria en la atención a ese público que acude a vender alguna pertenencia, generalmente por razones de necesidad económica. En el establecimiento donde trabaja acuden a diario decenas de personas, de la más variada condición y naturaleza, portando sus bolsas de enseres, en la confianza de hallar una buena contraprestación monetaria para esos objetos que sobran en casa o cuya venta pueden aliviar carencias o problemas puntuales, bastante frecuentes en tiempos aciagos de dificultad.

Este sábado de otoño, Nemi Portalés se ha reunido a cenar con unos amigos en un restaurante de comida italiana, establecimiento ubicado en ese agradable marco junto al mar que ofrece el remodelado puerto malagueño. Uno de los asistentes, llamado Rafa, compañero en las salidas nocturnas del fin de semana, celebra su onomástica, por lo que se ha elegido un cómodo lugar para la cena, en la cual compartirán, además de buenos platos y bebidas, esa conversación que tanto gratifica, adornada con chascarrillos, anécdotas, bromas y fotos. El grupo de los ocho comensales está integrado por cinco hombres y tres mujeres, existiendo dos parejas afectivas dentro del mismo. Todos ellos, salvo un asistente al ágape algo más mayor, se hallan en la edad intermedia y mágica de la treintena.

Tras haber dado buena cuenta de las pizzas, platos de pasta y ensaladas, sin que falten las simpáticas fotos de Rafa con su regalo y el grupo que le acompaña, deciden completar la noche, desplazándose a una nueva tetería que ha sido abierta por la antigua zona de la Málaga monumental. Allí, bajo el embrujo de una cuidada iluminación y decoración, aromas orientales y una romántica música elegida con inteligencia y encanto para hacer ambiente, llega la buena oportunidad para densificar el intercambio de las confidencias, entre palabras, sonrisas, miradas y esos acústicos silencios que tambi, con su rostro de intelectual bahinicacicambio de las confidencia entre palabras, sonrisas, miradas y ese ac grupo que le acompén protagonizan la comunicación. Una vez más, reclaman de la locuacidad de Nemi, para que siga manteniendo la velada con su rostro de intelectual izquierdófilo, gafas de monturas oscuras, media barba con bigote y esa corbata mal anudada que al final siempre acaba desapareciendo, dejando paso a la libre comodidad del look desenfadado. 

“Sí, ya sé que os interesan mis historias. Y es que, en este casi año y medio que llevo tras el mostrador, he tenido que tratar con todo tipo de personas, las cuales siempre acuden a la tienda con el ánimo de encontrar un poco de respiro a sus situaciones de agobio y necesidad. Habría material para escribir todo un libro de experiencias, algunas muy suculentas o complicadas de comprender. El comportamiento de los humanos es muy contrastado y ves cosas que te dejan pensativo y sorprendido por mucho tiempo. Os voy a contar alguno de estos diálogos que se me han quedado grabados Trataré de hacerlo de manera resumida. Ahí van algunos que, a buen seguro, os pueden interesar.

Creo que se llamaba Irina. Una bella mujer… que andaría por su cuarentena avanzada en la edad. Se comportaba de una manera un tanto nerviosa y aturdida. Venía con un gran sobre en la mano y antes de abrirlo me hace la consabida pregunta que casi nunca suele faltar: Vds. compran de todo ¿verdad?  Le respondo que según y cómo, con respecto al material que deseara vender. De inmediato abrió el sobre y extrajo del mismo dos bolsas de plástico trasparente, que dejaban ver sendos bloques de fotografías, ambos enlazados por una goma elástica. Afirmaba que quería vender esas fotografías, cuyas imágenes, aseguraba, eran de un gran valor.

“Señora, este tipo de material no es apropiado para ponerlo en los expositores de venta, salvo que ….” Y en ese momento observo que extrae algunas de las fotos, poniéndolas entre mis manos. Al repasarlas, me quedo verdaderamente atónito con lo que mis ojos contemplan. Repetidamente aparecía en las mismas un hombre cuya imagen me resultaba en sumo conocida. Se trataba de un destacado personaje de la clase política, mil veces visto en las páginas de los medios de comunicación. “Señora, no está en mi ánimo entrar en terrenos que afectan a la privacidad de las personas. Pero, ¿por qué desea vender estas fotografías? Su respuesta no tuvo desperdicio. “Para que la gente vea la clase de persona que realmente es. Me utilizó como su amante o “querida”, durante tres largos años, engañando a su familia, con esa falsa imagen de persona formal y responsable que ofrece a la sociedad. Después me echó de su vida, de la forma más cruel e inhumana. Me dejó sin nada. En lo material y en el afecto. No le niego que quiero sacar algún dinerillo pero, sobre todo, mostrar a la gente la calidad humana, verdaderamente cínica y tramposa, del famoso personaje.

¡Que número, el de aquella señora frustrada! Finalmente le aconsejé que fuera o contactara con algún medio de comunicación pero que, dada la importancia social de la persona que salía en las fotos junto a ella, ambos en situaciones y comportamientos bastante, sexualmente íntimos, tuviera especial cuidado con lo que hacía.

También me impresionó el caso de aquella chica, de cabello muy corto y ojos celestes, que probablemente no superaría los quince o dieciséis años de edad. Aparentaba tener una cierta timidez, por lo que dejó pasar a otros clientes que habían llegado después que ella, hasta lograr quedarse sola en el establecimiento. Al verla un tanto “cortada” ante lo que pretendía decirme, le pregunté abiertamente qué es lo que deseaba ofrecer para su venta. Apenas sin pronunciar palabra, me puso sobre el mostrador una bolsa de plástico que tenía asida en su mano derecha. La abrí, con la intriga propia del caso y en pocos segundos tenía ante mí dos largas trenzas anudadas, con cabello del mismo color que el natural castaño claro de la chica.

“Son tus trenzas ¿verdad? ¿Has pensado bien, antes de cortarte ese pelo tan largo y bonito que antes tenías? ¿Para qué necesitabas el dinero?” Me sonrió, con sus pómulos bien enrojecidos. “Es que mañana ponen a la venta las entradas para el concierto de Antonio José. Por nada en el mundo me lo quiero perder. Esta madrugada me levanté de la cama y tomé la decisión de hacerlo. Mis padres están en el paro y vivimos muy “achuchaos”. Aún no me han visto, pero cuando se enteren me “van a matar”. Pero yo no me puedo perder el estar presente, cuando venga Antonio José a cantar en nuestra ciudad. En cuanto al pelo, ya me volverá a crecer…..”

Le expliqué a la jovencita que en nuestro negocio no nos interesaba ese tipo de producto. Que lo más sensato es que fuera con su preciada mercancía a un centro de belleza o estética o a esas tiendas donde se venden pelucas de cabello natural. Incluso le proporcioné algunas direcciones, que localicé rápidamente en el Google. Tras darme las gracias, abandonó la tienda. ¡Pobre adolescente! Lo primero que hice fue buscar por Internet quién era ese famoso ídolo de la canción, cuyo nombre y apariencia, os aseguro, me resultaban completamente desconocidos”.

Los compañeros de mesa escuchaban, con sumo interés y en silencio, el contenido y la fluidez narrativa de las palabras pronunciadas por su buen amigo. Pidieron otra ronda al servicio y pronto llegaron nuevas teteras, tazas de chocolate caliente y algún batido con ese exótico nombre que habla de los desiertos, los oasis y sus embriagadores atardeceres. Al ser sábado, el establecimiento de las imaginativas infusiones no cerraba hasta las dos de la madrugada, por lo que todos tenían un buen rato por delante a fin de seguir compartiendo la amistad y esas singulares historias que regalaba la experiencia comercial de Nemi.

“Bueno, una tercera vivencia más y ya está bien por hoy, que parezco todo un abuelito contando las “batallitas” almacenadas en mi memoria. Esta historia ocurrió no hace mucho y parece extraída de alguna película. El caso es que llegué muy temprano al establecimiento, ya conocéis que suelo ser muy puntual. Elevé la persiana metálica y al poco vi que un hombre, modestamente vestido, rondaría los cuarenta y tantos avanzados… estaba como esperando a pocos metros de la puerta. Una vez que me situé tras el mostrador y encendí la terminal de mi ordenador, ya tenía a este señor ante mí. Le rogué esperara unos minutos, hasta tener plenamente operativo el sistema informático.

“Verá, soy un escritor sin suerte, por culpa de los egoístas intereses que mueven a las editoriales. He pasado muchos años escribiendo este manuscrito. Es mi primera novela, cuya redacción comencé hace ya unos siete años. Aunque soy vigilante jurado, mi verdadera vocación es la de escritor. Incluso estuve e mi juventud haciendo un curso de Filología en la Facultad. Por esto de la crisis, que nos llegó en el 2008, mi empresa hizo reestructuración de plantilla, siendo yo, por mi edad, uno de los despedidos. Llevo más de tres años sin encontrar un puesto de trabajo, mínimamente estable. y el subsidio de paro hace ya tiempo que desapareció. No le miento si le digo que estoy pasando una fuerte necesidad. Me importa, sobre todo, el hambre y las carencias de mi familia (tengo dos niños de corta edad en mi segundo matrimonio). Prácticamente, subsistimos de la caridad.

Y ya que las editoriales no hacen caso al esforzado trabajo que representa mi novela, un buen material, no le quepa la menor duda, he decidido venderla, por si otra persona la compra y quiere ponerle su nombre como autor. Igual esa persona tiene más suerte que yo con la difícil industria editorial. Necesito algo de dinero, para poder seguir tirando. Me pregunto si Vds. que venden bicicletas, cámaras fotográficas, ordenadores y otros artículos de segunda mano, no pueden también ofertar para su venta esta magnífica obra, que me ha llevado tanto tiempo y dedicación elaborar. 

La verdad es que me dio pena este pobre hombre, posiblemente un buen escritor, al que la suerte le había dado completamente la espalda. Me abrió uno de los dos tomos que llevaba en un maletín, mostrándome los primeros folios de lo que era su creatividad literaria. Tras guardarlos de nuevo, le aclaré que la dirección de mi establecimiento no me autorizaba comprar este tipo de producto. Pero que, dada mi afición a la lectura (que bien conocéis) yo podría comprar, a título personal, esa novela que tenía el atrayente título de EN LA INMENSIDAD DEL PASADO. Por supuesto que yo no pensaba publicarla, sustituyendo su autoría con mi nombre, aunque él me autorizaba por escrito a hacerlo. Leandro, como se hacía llamar este señor, me pidió de primera unos 1000 euros por los dos bloques de folios. Tras un tira y afloja, llegamos a un acuerdo. Yo le entregaba 450 euros y él me firmaba una cesión completa de los derechos sobre el manuscrito. 

Pensaba que había realizado una buena acción y que con mi sacrificado esfuerzo económico contribuía a paliar las necesidades y el drama de una familia, a la que la suerte le había sido esquiva. Aquella misma noche en casa, tras la frugal cena que me preparé, busqué un buen sitio donde comenzar a leer esa novela, muy recomendada por su autor y que tan cara me había resultado. ¡Pero es que tenía en mis manos el manuscrito original! Quería comprobar el número total de folios, por lo que abrí la segunda bolsa, ya que todos estarían numerados. Para mi sorpresa, allí había más de cien folios. Pero con la singularidad que todos eran iguales a los dos primeros, en su redacción. Esos primeros folios habían sido copiados de algún libro y después repetidamente fotocopiados. Me sentí víctima de un timo, al que mi buena voluntad no le opuso la necesaria desconfianza y prudencia.

La grata velada de cumpleaños finalizó para el grupo, cuando los relojes marcaban alrededor de la una y media en la madrugada. La noche resultaba agradable en su temperatura, aunque se había levantado una intensa humedad. Cuatro de los asistentes a la cena, entre ellos el propio Nemi, quedaron citados para las nueve de la mañana siguiente, pues querían practicar unos kilómetros de senderismo, actividad que suelen realizar con frecuencia. Todos los amigos se despidieron con el fraternal saludo de la amistad y el afecto.-


José L. Casado Toro (viernes, 7 de Octubre 2016)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

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