viernes, 13 de junio de 2014

RECORDANDO, AQUEL NOVIEMBRE DEL 75.




Todos los acontecimientos acaecidos en la Historia, se hallan indisolublemente asociados al marco referencial de una fecha, inserta numéricamente en los calendarios. Y ello ocurre tanto con los hechos de relevancia generalista o mundial, como con aquellos otros que poseen un ropaje de alcance más regionalista o local. A fin de recordar, clasificar y analizar la significación política, social, económica, ideológica ….. humana, que aquéllos representan, echamos mano de ese recurso puntual, que desde los días, meses y años, nos ayuda y facilita su actualización. Los libros de la Historia, los documentos mediáticos de toda naturaleza, ofrecidos por la prensa oral y escrita, la fotografía, el cine, la fuerza desbordante y gratificadora de la literatura, esa maravillosa “biblia” rebosante de laicismo, que nos ofrece las redes infinitas de Internet …. son útiles e inexcusables recursos que nos ayudan a reconocer, a interpretar y a generar consecuencias y soluciones que profundicen en valores positivos, evitando, en lo posible, los errores perpetrados en ese pasado, más inmediato o lejano. Pero sobre todo, tenemos también la suerte de contar con el tesoro inapreciable de nuestra lúcida memoria. De manera especial, si hemos tenido la oportunidad de convivir temporalmente con el desarrollo de esos acontecimientos insertos en los almanaques y en la fraterna intimidad de las conciencias.

Fran, Isma y Berto, son tres buenos amigos que, cada viernes por la tarde, se reúnen en esa cervecería marinera, situada en la zona restauradora del Puerto malacitano.  Pertenecen  a la generación de los cuarenta - cincuenta, correspondiente al siglo precedente, por lo que debido a la profesión que han ejercido, entre otras circunstancias personales, se encuentran actualmente en situación de jubilación laboral. Fran e Isma han ejercido de policías nacionales, mientras que Berto ha desarrollado toda su vida laboral como maestro de infantil y primaria, en diversos colegios nacionales de la provincia. Los tres se encuentran en muy buena forma, pues gustan de practicar el ejercicio físico y de llevar una vida bastante ordenada. Por edades, sólo hay cinco años de diferencia, entre el mayor (Fran) y el más joven del grupo (Berto), que apenas ha superado los sesenta.

Ellos, al igual que el resto de los españoles y demás ciudadanos del mundo, han conocido durante esta semana la decisión del actual Jefe del Estado en España de abdicar en la persona de su hijo, tras casi treinta y nueve años de ejercer como monarca. Por este importante motivo, el tema central de conversación para pasar la tarde, saboreando la buena cerveza que ofrece el establecimiento, va a estar relacionado con esta cuestión que llena las páginas de los diarios y las cadenas de televisión. Hay entre ellos una primera pregunta que centra el esperado intercambio de opiniones. ¿Cómo era nuestra vida, en aquel 22 de noviembre de 1975, cuando accedió al trono el actual Rey de España?

Toman largos sorbos de sus cervezas y se preparan para compartir sus recuerdos, en un grato ambiente de camaradería y amistad. La tarde se ha presentado bastante agradable, aunque parece que el tiempo va a cambiar al temido viento de terral. Hay mucho movimiento de visitantes a esta hora de la merienda, en un espacio portuario, gratamente integrado hoy en los latidos sociológicos de nuestra  ciudad.

“Yo había cumplido ya los veinticuatro (interviene Isma). Aunque conocéis algunos aspectos generales de lo que ha sido mi vida, os concreto la situación en esta etapa de la misma. En aquellas semanas del 75 yo era un estudiante de medicina, que iba de fracaso en fracaso en las diferentes convocatorias de exámenes. Vivía con intensidad indescriptible la militancia en aquel Partido Comunista de los Trabajadores de España, por lo que el tiempo dedicado al estudio era muy, pero que muy reducido. En realidad nunca tuve verdadera vocación para afrontar todo el esfuerzo que supone el llegar a ser un buen titulado en esta importante actividad profesional. Me matriculé en esta facultad por presión de mi padre que, para compensar su frustración por no haber podido estudiarla, se esforzó con que su único hijo sí lo hiciera. Él fue un buen y prestigioso comisario de policía y sufrió en el alma este mi fracaso académico, aunque mucho más mi desenfrenada actividad política, en aquellos alterados años del tardo-franquismo”.

Descansa unos segundos el relato de sus recuerdos, hermanándose a esa jarra de cerveza de la que bebe con parsimonia y satisfacción. Se le ve un tanto nervioso ante la memoria e intenta coger un cigarrillo del paquete que está junto a Fran quien, cariñosamente, se lo impide. “Hace dos meses que tomaste la decisión de dejarlo. El consejo del médico fue muy severo. No debes volver a doblar otra vez la rodilla sobre la lona. Tu salud es más importante, que este humo lleno de veneno. Isma agradece, con una afectiva sonrisa, ese amigable consejo continuando con su relato.

“Aquel 22 de noviembre continuábamos la fiesta (en plan orgía…….) que habíamos montado en casa de un compañero de militancia. Celebrábamos la desaparición de quien había ostentado el poder dictatorial durante casi cuatro décadas, en nuestra historia reciente. Pasábamos olímpicamente de la ceremonia que entronizaba al nuevo rey. Lo que realmente nos interesaba era seguir luchando por las libertades que este país no tenía. Fueron tiempos muy convulsos, sumidos en la inestabilidad de no tener certeza de cómo se iba a conformar nuestro futuro político. Sí claro, os estáis preguntando como acabé de policía, tras abandonar definitivamente los estudios en la medicina. Como pude dar un giro tan profundo a mi forma de vida, centrada en la lucha política.
(Silencio intenso entre los otros dos amigos, muy atentos a las confidencias de Isma).

Como en los grandes momentos en la vida de un hombre, hubo una mujer. Una admirable mujer, Dela. Nunca la he olvidado. Siempre la llevaré en lo profundo de mi corazón. Era mi compañera, mi amante ….. aquella persona que te sostiene y vitaliza. Aguerrida en las células de lucha contra el dictador … valiente como ninguna. Fue detenida en una redada y acusada de intervenir en varios atentados. Algunos sangrientos. Falleció en la cárcel, en circunstancias no aclaradas. Aquella desaparición fue un verdadero batacazo en mi existencia. La dependencia que tenía hacia su persona era mucho más fuerte de lo que yo habría podido suponer. De tal forma que mi vida sufrió el gran cambio de lo inesperado. Viéndome hundido, mi padre acertó a tenderme, una vez más, esa mano necesaria que me recondujo, después de no pocas dificultades, por el recto camino al que he acabado llegando en el ámbito de mi profesión. Fijaos, miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Pero así es la vida. Con sus vueltas y senderos que no son fáciles de explicar. Concreto, finalmente. Aquel día de la entronización, yo me encontraba celebrando, con toda la parafernalia de una fiesta, la desaparición de su antecesor en la Jefatura del Estado”.

Los tres veteranos amigos siguen con su tarde y sus cervezas. Hace un calor, con un poco de viento de terral. La alegría bullanguera del puerto, con muchos paseantes, lo hace especialmente atractivo para la estancia en esas bien pobladas terrazas de los restaurantes. Ahora se siente protagonista de la palabra la oronda y bondadosa figura de Berto.

“En aquel momento yo había cumplido los veintiuno. Acabé Magisterio muy jovencillo, apenas los dieciocho cumplidos. En aquel Plan del 50 llegabas a la Normal del Ejido con poco más de los catorce, casi como un chiquillo. Era buen estudiante y recién acabados los estudios me dieron una plaza de interino. Viví cuatro años en Ronda, donde pasé unos años ….. muy intensos. Nunca os he contado un secreto de aquellos años inolvidables de juventud. Un tanto alocada. Yo tenía mis clases, hasta las cinco. Y cuando acababa…..  No sé que cara vais a poner con lo que os voy a decir. Nada, que me lié con una viuda, cuarentona, pero con mucha pasta. ¡Madre mía, qué tiempos! Y todo había que llevarlo con el mayor de los secretos. Un maestro de infantil, “tirándose” a una señora que le doblaba la edad…. Menudo escándalo si aquello llegaba a la voz pública”.

Los dos compañeros de mesa no salían de su asombro ante lo que estaban escuchando. Nunca pudieron imaginar esta página oculta en su amigo común, persona que  ofrecía  esa imagen aburrida de la “perfección social”.

“Para ella yo era como un juguete con el que perseguir esa juventud que ya se le había ido escapando, poco a poco, de las manos. Precisamente, el día 27 de noviembre, cuando el discurso del Cardenal Vicente Enrique Tarancón, en la Iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid, ante los nuevos Reyes, yo me encontraba en casa de Aida, a la que tenía entre mis brazos. Junto veíamos ante el televisor esa ceremonia. Como ya os he dicho, era muy joven y el cuerpo lo aguantaba todo. Después la vida continuó con su rodaje. En realidad me vi obligado a poner freno a la aventura de Ronda, porque esa señora siempre quería más y más. Aquello era una aventura apasionadamente alocada pero ….. muy sugerente. El pasado año un amigo me comentó que Aida aún vive. Debe ser muy mayor. Os aseguro que Petra no tiene la menor información de esta historia, ya anclada y atesorada en aquellos inolvidables años de mi juventud. Al menos ….  que yo lo sepa”.  

“Me habéis dejado para el final (comenta, sonriente, Fran). Como soy el mayor de los tres….. Pues yo también recuerdo con nostalgia aquellos tiempos, de mis veinticinco años. Y aquí va una de esas bombas que no esperáis. Me consideráis un intelectual agnóstico. De hecho, en la policía, siempre he estado trabajando en los departamentos de investigación científica. Pues os confieso: estuve estudiando para cura. Y a punto de vestir sotana o clériman. No se me olvidará aquél 22 de Noviembre. Y no fue por la entronización de un Rey, en nuestro país. Sino porque esa misma mañana, de la jura ante las Cortes españolas, yo me encontraba en el Palacio Episcopal de Salamanca. Me había llamado el Sr. Obispo, con jurisdicción eclesiástica en esa bella provincia castellana, donde por entonces yo residía. Tenía que hablar conmigo, a la mayor celeridad. Con todo el ceremonial que le caracterizaba, pero con amable autoridad, me vino a decir lo que yo estaba barruntando desde hacía meses. Que tenía que buscar otro camino para mi vida. Que el sacerdocio no era lo mío y que no veía en mí vocación suficiente para ejercer el ministerio sacerdotal. Que todos los informes que poseía al efecto abonaban esa  decisión. Dolorosa pero, al fin, necesaria. Podría haber “cantado misa” meses después, sin embargo una mente sensata puso freno a un camino que, obviamente, no era el mío. Pero ese sábado de otoño, pues ese era el día de la semana, nunca lo olvidaré ya que, aparte la llegada de la realeza, fue una importante inflexión en el destino, profesional, de mi existencia”.

Suenan unos rancios “Clavelitos” desde la puerta de un local cercano, entonados por una peculiar banda de tunos veteranos: los integrantes del grupo lucen unas orondas anatomías, reveladoras del paso de los muchos años desde que abandonaron los estudios y las aulas. Los tres amigos apuran sus jarras de cerveza y acaban comentado acerca de los pequeños achaques que afectan a sus organismos. Hoy le corresponde pagar la cuenta a Isma, el cual recibe las bromas de sus contertulios. Se despiden como siempre, con esas palabras amables, camino de sus aposentos para la rutina. Han tenido tema para lustrar el atardecer de un día aún caluroso, pero que anticipa ya la llegada de un verano que promete ser lúdica y atmosféricamente tórrido y divertido.

En esa vuelta a casa, uno de los tres jubilados camina sonriente y, por momentos, esbozando esa risa nerviosa que nos resulta difícil de controlar. Él sabe perfectamente que ha manipulado de forma sustancial la historia que ha compartido con sus amigos. Pero aún reiría con más intensidad si llegase a conocer que….. sus otros dos amigos de tertulia han hecho exactamente lo mismo.

Seguro que en estos días, del 2014, muchos han sido los que se han preguntado dónde estaban y cómo fue aquél ya lejano sábado, que cambiaba nuestra Historia. Fue un 22 de noviembre, en 1975…..-

 
José L. Casado Toro (viernes, 13 junio, 2014)
Profesor



























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