viernes, 6 de mayo de 2011

RECUERDOS EN LA NOSTALGIA, PARA UNA GRAN Y FELIZ EFEMÉRIDE.

Cincuenta años. Medio siglo, en la historia de Málaga. Y apetecen estas celebraciones en vida, pues continúa, vital y saludable, su mejor esfuerzo cooperando para la educación malagueña. El IES Nuestra Señora de la Victoria alcanza esa edad adulta, en el ecuador de los calendarios, que habla de su potencialidad y prestigio. Sesudos y doctos estudios, elaborados por documentados especialistas, nos recordarán, y realzarán, su historia, su arquitectura, sus “tesoros” patrimoniales, sus personajes y vivencias, en la joven y veterana cultura de Málaga. Ciudad agraciada, que se ve acariciada y acurrucada por ese Mediterráneo, de cálidas aguas azules. Mar que refleja un cielo lleno de sonidos que nos hablan del tránsito viajero, con olas susurrantes y aroma mágico de sal y marisma. ¡Cuántos malagueños de nacimiento, y otros de adopción, han pasado por sus aulas, dejando en ellas improntas y retazos de sus vidas adolescentes! Miles, miles de niños y niñas, jóvenes y adultos, poseen, en las páginas entrañables de sus biografías, imágenes, sentimientos y recuerdos de ese ir al Instituto de Málaga, para conocer, aprender, convivir y crecer en decisivas oportunidades para el calendario ilusionado de su existencia. Generaciones que, en el tiempo, siempre portarán, con el orgullo de la humildad, esa noble impronta de su vinculación con un imborrable espacio comunitario, para la cultura y el crecer, en la zona norte de la ciudad. Emblemáticos apellidos y nombres famosos (Ochoa, Aleixandre, Picasso, Altolaguirre, Ortega, Moreno Villa, Muñoz Rojas, Infante….) serán realzados, en estos fastos conmemorativos, como insignias ilustres para cimientos referentes de la institución. Por cronología y otras avatares, probablemente ninguno de ellos pisó este suelo del funcional edificio construido en el Paseo de Martiricos. Sí lo hicieron, y es necesario destacar por ello, a esa joven Marta o al niño Rafa, residentes del Llano, Los Ángeles, la Palma o la Trinidad. Para éstos, y otros miles de escolares, su Instituto ha sido, y es, un segundo hogar, en la instrucción y la amistad, cuando muchas carencias familiares tuvieron que ser suplidas por el afecto, el calor humano y la ayuda solidaria de compañeros, Personal de Administración y Servicios, junto al Profesorado, en orden a su equilibrio, maduración y evolución personal. Bueno será mirar al pasado para recordar y valorar el camino recorrido en este aniversario para la vida. Pero no menos aconsejable, e inteligente, será otear ese horizonte para el futuro inmediato, retos y metas que deben fortalecer y mejorar unas señas de identidad que una rutinaria Administración uniformadora tiende a degradar, adormecer y a desvitalizar.

1961-2011. Media vida, para el recuerdo y la nostalgia. Tras una cruenta Guerra Civil de tres años de duración (1936-39) y cerca de un millón de muertos, directos o en retaguardia, comienza un largo período de gobierno personal por parte Francisco Franco Bahamonde, al frente de la Historia de España. Ya en la segunda parte de la dictadura, ejercida por el general ferrolano, el crecimiento demográfico y social del país deja pequeño el espacio del único Instituto de Enseñanza Media de Málaga, lo que aconseja levantar un nuevo edificio que albergue a los alumnos masculinos de dicho Centro. Y allá, junto al Guadalmedina, el arquitecto Miguel Fisac Serna (Daimiel, Ciudad Real, 1913-Madrid, 2006), construye un funcional, abierto y espacioso edificio para los estudiantes varones de la Institución docente. Fue inaugurado por el Caudillo, un sábado 29 abril de 1961. Y es que, hasta el comienzo de los años ochenta, fue el Instituto Masculino de Málaga, “bautizado” con el mariano nombre de la patrona de la ciudad “Nuestra Señora de la Victoria” título onomástico que debe permanecer como la primera seña de identidad de esta comunidad educativa. No muy lejos del Puente de Armiñán, en calle Gaona, permanecía el Instituto matriz de Vicente Espinel, como “el femenino” de Málaga. Pronto, nuevos Institutos vinieron a hermanarse con el de Gaona y Martiricos. El nombre del barrio de Martiricos recuerda a los Santos Ciriaco y Paula, mártires cristianos de Malaca, en la Bética romana del siglo I. Los Reyes Católicos dedicaron a esos santos, lapidados junto al río que atraviesa la ciudad, una de las cuatro parroquias que consagraron, tras la conquista cristiana al poder islámico nazarí de Málaga, en 1487, nombrándoles patronos de la misma.

En octubre de 1963, al comenzar el tercer año de vida de este moderno Instituto, un nuevo alumno se matricula en el mismo, entre los cientos de compañeros que así lo hacen. Procede de un centro de titularidad privada, el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, organizado constructivamente en forma de academia-escuela, en una incómoda planta cuarta de la calle Martínez, transversal a la céntrica Larios. El hacinamiento, y la falta material de espacio para una buena organización educativa, induce a la familia de este adolescente cambiar educativamente al sector público. Como anécdota, indicar que los alumnos de este colegio, vinculado a la Compañía de Jesús, tenían que desplazarse, formando una alargada fila, al Pasillo de Natera, atravesando la ciudad, para desarrollar las clases de Educación Física, dos veces a la semana. En realidad, este alumno pudo cursar el cuarto curso del antiguo bachillerato en la Institución Profesional Francisco Franco, junto al Estadio de la Rosaleda, en esa periférica zona de Martiricos, pero sus padres optaron mejor por la vía de la formación no profesional, en la etapa media de sus estudios. Habituado a la carencia absoluta de buenas condiciones materiales en su antiguo colegio, el cambio fue de lo más positivo para su vida. Organización constructiva adecuada de un gran espacio físico, abundancia de luz y elementos vegetales, trato y preparación en los Profesores, todo ello fueron elementos innovadores y muy gratos que siempre supo, y sabrá, agradecer.

1963-64. Fueron densos meses, para la Historia, que presenciaron la muerte del Papa Juan XXIII; la aparición clandestina del sindicato Comisiones Obreras; la gran ofensiva por los derechos civiles de la población de color, en los Estados Unidos; el asesinato de John F. Kennedy, 35 Presidente de ese mismo país; la inauguración de la gran presa en Assuán, en Nubia; la destitución política de Nikita Jruschov en la URSS; la independencia de Kenya; el nacimiento del casete para las grabaciones de audio; Hitchcock modela otra de sus grandes películas, Los pájaros; se conmemoran los “25 años de paz” en el régimen franquista de España; Mary Quant impone la minifalda, en el atuendo femenino; se funda en Addis Abeba, Etipía, la O.U.A. (Organización de la Unidad Africana); el Cordobés, toma la alternativa en su Córdoba natal; The Beatles, arrasan en las listas de ventas discográficas; J. Cortázar publica su gran y compleja obra Rayuela; dos científicos británicos exponen su teoría sobre la tectónica de placas; XVIII Juegos Olímpicos en Tokio; también nace el Tetra Brick, envase para la conservación de los alimentos; H. Marcuse publica El hombre unidimensional, mientras el también filósofo y novelista francés J.P. Sartre, rechaza el Nóbel de Literatura por motivos políticos; se funda en Jordania la O.L.P. Organizaciónn para la Liberación de Palestina; Martín Luther King recibe el Premio Nóbel de la Paz. Y así, un largo etc de acontecimientos a recordar para la Historia de todos.

Fue ese su único curso como alumno en el Instituto, a fin de estudiar el 4º del antiguo bachillerato. Su rendimiento académico no pasó de mediocre. Aquél su expediente habitual, de una media con Notable en la puntuación, se transformó en un aprobado raso. Circunstancias familiares y una afición muy intensa al entorno deportivo del Club Deportivo Málaga, no le motivaron en demasía a sus obligaciones de estudio. Jugar por las tardes al balón, aprovechando un arbolado poblado de eucaliptos, en la vecina parcela ubicada entre el Instituto y los murallones del río, como fustes a modo de postes para las porterías respectivas, ocupaba bastante de su tiempo e interés. Ese joven recuerda, agradecido, a sus Profesores de ese Curso para la Reválida de 4º. Al cura José Mª Cabello en Religión, persona muy agradable y afectiva, sin sotana ni clerigman, lo cual era una novedad para la época, en línea con los cambios modernizadores que iba a generar el Concilio Vaticano II (1962-65). Una atractiva Profesora de Geografía e Historia, Dña. Maria de los Ángeles Golbano, castellana y con unas dotes explicativas muy intensas. Sus esfuerzos por explicar el Sacro Romano Imperio Germánico contrastaban poderosamente con los intereses de muchos escolares, que aplicaban mejor su memoria a la delantera integrada por Ríos Pipi, Mendi, Sande y Bernardi, quinteto atacante del CD Málaga. En Física y Química, la firme y adusta seriedad profesional de Dña. María Godoy, muy dueña siempre de la situación docente y disciplinaria en sus aulas. Comenzó el Curso, explicando Matemáticas, D. Jaime Molina, que se esforzaba por hacer fácil una materia que era muy complicada. Le sustituyó, a los pocos meses, otro Profesor, impecablemente trajeado y encorbatado, al que todos llamaban “el Rufini”. Pronto comprendimos el porqué. Raro era el día en que no trataba de aplicar la famosa Regla de Ruffini, un matemático y médico italiano (1765-1822), con su valiosa fórmula en eso de dividir los polinomios. El Ruffini era D. Gabriel Garcia de la Chica, un excelente “maestro” de las Matemáticas. Por cierto, nuestro alumno acabaría, con los años, siendo compañero en las tareas docentes de D. Jaime, en los últimos años profesionales de éste, antes de su jubilación. No se olvida tampoco de D. Javier, en eso de la Formación del Espíritu Nacional (la “Política” una de las “tres marías” en el argot estudiantil de la época) y de D. Luis, en la Gimnasia. A éste último, nunca se le vio vestir un chándal deportivo o unas zapatillas de deporte. Era más usual su curiosa figura con gafas oscuras de sol y con un cigarrillo en las manos. Finalmente, menciona a D. Francisco Báguena, en sus clases de latín y también a la “temible” Dña Elena Villamana Peco, Catedrática de Literatura, aragonesa de fuerte carácter, escritora de libros para bachillerato y persona muy preparada. Su peculiar forma de tratar y dirigirse a los alumnos no hubiera podido aplicarla hoy en las aulas escolares. La esquela de su fallecimiento (mayo de 1995) aún sigue apareciendo en los archivos del Google.

Son muchos los recuerdos que se hacen presentes en este emblemático momento, al paso de los años. Ese ala oeste, aún no construida, cerrada por una recia alambrada, que dejaba libre la visión a una zona cultivada donde se levantaría la Urbanización Martiricos. O esa recia arquitectura, de ladrillo a ladrillo con potentes pilares de hormigón, que daría paso a una de las escasas industrias con que Málaga gozaba, además de la turística de sol y playa, importante ya en esos años. Nos estamos refiriendo a la fábrica de aparatos y material telefónico de CITESA, que sería inaugurada solemnemente en diciembre de 1964. Cuando la explicación se tornaba aburrida, aquellos escolares ubicados en el ala norte del Instituto seguían el geométrico trabajo de los albañiles, a través de esas amplias cristaleras liberalizadas a la luz de las horas lectivas. Aún no habían sido cerradas, en su visión. por la construcción de ese primer piso de seminarios didácticos o departamentos en el argot actual. También hay que recordar aquellas clases de gimnasia, donde el atlético salto del potro o el plinto permitía caer en una recia colchoneta que descansaba en tierra firme, donde más de uno y de dos caían como si fueran al agua de una piscina. En la hora del recreo, a media mañana, todo eran carreras por llegar en buena posición hacia la pequeña dependencia donde estaban las famosas y suculentas pastas flora que vendía el Sr. Parrado, Conserje del Centro. Poco antes de las nueve de la mañana, los alumnos se uniformaban en filas paralelas “dejando una loseta libre con el compañero que te antecedía” y se entonaba algún himno patriótico, antes de marchar de forma ordenada a cada una de las aulas. Cuatro clases, más la media hora para el bocadillo, y otras tres clases, de cuatro a siete de la tarde. Por supuesto, “horas de 60 minutos” sin mayor discusión. La visita extraescolar más grata que recuerda su memoria fue aquella mañana de invierno en la que, junto a sus compañeros de grupo, fue a visitar la fábrica de Coca Cola, en esa Carretera de Cádiz aún virgen del omnipotente y avasallador cemento constructivo. Ese concurso de redacción anual, que convocaba la todopoderosa marca de refrescos, era todo un hito para aquellos que gustaban del escribir y el expresar. Y sonaban tambores, por un Paseo virgen para el tráfico rodado. Eran soldados de infantería, que hacían algo de instrucción utilizando la arteria que comunicaba el Estadio de La Rosaleda con el Puente de Armiñán. A paso de los años, los flancos de ese Paseo ha continuado siendo escuela de práctica para diversas bandas de música que saben alegrar la noche malacitana en Primavera, para las cofradías de nuestra Semana Santa.

Nuestro joven alumno abandonó ese año de Instituto con un expediente medianito en los dígitos, pero muy feliz por la grata experiencia vivida. Había conocido otra forma de aprender, enseñar, estar y disfrutar, para la sociabilidad y la cultura. Y su Instituto siguió creciendo, con todo el prestigio, para la Enseñanza Media de Málaga. Aunque el espíritu fisackiano permanece inmaculado, con los pilares tronconónicos y ese muro curvo hacia el cielo, en la antigua Capilla, hoy adaptada para otras funciones laicas, en este medio siglo para la memoria, la arquitectura del edificio ha tenido notables transformaciones. Cerramiento completo, nuevas dependencias académicas y administrativas y, como hemos comentado, una iglesia en curva hoy reconvertida para salón de actos. Reestructuraciones y adaptaciones que no han podido obviar los recuerdos de aquel Instituto Masculino de Málaga donde, a comienzos de los años ochenta, llegaron las primeras alumnas, dando una nota de alegría y normalidad a una comunidad educativa siempre valorada en los anales malacitanos. Precisamente, en el otoño de 1979, ese antiguo alumno volvió a su Instituto. Lo hizo ya como Profe de Secundaria. El Nombre del IES Ntra. Sra. de la Victoria estuvo sin dudarlo al frente de sus preferencias, delante de otros cuatrocientos destinos para el concurso de traslados de ese año. Y ese antiguo alumno y Profesor, trabajó y disfrutó en la que siempre fue su segunda casa, su segundo hogar, por espacio de treinta y un cursos completos. Pero hablar de estas tres largas y fructíferas décadas para el recuerdo, exigiría iniciar un nuevo relato para el sentimiento agradecido. Treinta y dos años, entre cincuenta, forman parte, en lo entrañable del corazón, de la historia en mi vida.

Felicidades agradecidas, IES. NTRA. SRA. DE LA VICTORIA. En lo sociológico, en lo cultural y en lo sentimental, sustentas una parte honorable de la Historia para esta ciudad. MÁLAGA.

José L. Casado Toro (viernes, 6 de mayo, 2011).

Profesor.

http://www.jlcasadot.blogspot.com/


1 comentario:

  1. Emocionante articulo, José. Gracias.
    Estudié todo el bachillerato en Martiricos desde el año de su inauguración hasta el preuniversitario. Así que coincidimos el curso del 64 en cuarto de bachiller y probablemente, en los exámenes de reválida de junio y septiembre.
    Estrené el patio embarrado y lleno de zanjas, haciendo tablas de gimnasia sueca dirigidas por don Luis y deje el instituto ocho años después con una deuda que, cuarenta años después, reconozco impagable.
    Paco Sola, muy antiguo alumno de Martiricos

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