sábado, 12 de octubre de 2024

UNA SENCILLA HISTORIA DE FAMILIA

La mañana otoñal se había despertado con un grato sol radiante, que generaba esa cálida temperatura que ayuda a comenzar, con ilusionado optimismo, un nuevo fin de semana. Eran más de las nueve, cuando MARCOS Laserna, 41, aún adormilado, tomó una confortable ducha. A continuación, se preparó un “saludable” desayuno, a base de tostadas con pan integral, aceite de oliva y un tazón de soja con Cola Cao, sin olvidar alguna fruta, por aquello de las vitaminas y las fibras digestivas. Marcos ejerce como técnico electrónico audiovisual, en un consorcio de multimarca. Ese día era uno de los sábados quincenales, en los que le correspondía estar con su hija CAROLINA, a la que recogería puntualmente a las 11, en el domicilio no lejano de su madre.

En los términos jurídicos dictados por el juez, en lo que había sido una conflictiva separación, se especificaba que el padre cuidaría de su hija cada dos fines de semana, desde la mañana del sábado hasta después de la cena del domingo, cuando la dejaría en el domicilio de su exmujer, no más tarde de las 21 horas. ARANCHA Pedraza, 36, convivía desde hacía varios meses con ROMÁN Villanueva, su nuevo “amor”, tras casi un año de infidelidades conyugales, que habían conducido a la irreparable ruptura matrimonial con Marcos, su primer marido. Esta bella mujer, diplomada en Ciencias Empresariales, trabajaba en una importante cadena de Hipermercados, como directora de suministros alimenticios y otros materiales (ropa, zapatería, electrónica, librería, ferretería, parafarmacia, etc) para su venta en los establecimientos de la gran cadena de grandes almacenes.

En principio habían formado una familia bien avenida, que unían sus ingresos a fin de afrontar la hipoteca del piso de 2ª mano, que habían adquirido en la zona universitaria del barrio de Teatinos. ¿Y cómo era el carácter de ambos cónyuges?

Marcos, era el hijo menor de una familia numerosa (cuatro hermanos). Su padre pertenecía al cuerpo de la guardia civil, quien se esforzó en que cada uno de sus descendientes alcanzase la formación necesaria, para ejercer un oficio honrado con el que poder vivir y mantener a la familia que formaran. Desde su adolescencia, el más pequeño de la casa, destacó por su afición a los conocimientos técnicos. Hizo el peritaje industrial y posteriormente diversos cursos de capacitación electrónica. Todo ello facilitó su pronto acomodo profesional en los servicios técnicos de una empresa de multimarca, ocupándose junto a otros compañeros de visitar a los clientes con averías en sus aparatos de televisión y ordenadores. Muy trabajador, su carácter no era excesivamente expresivo, sino sosegado, entregado y minucioso en su labor reparadora. Representaba a una persona un tanto gris, solitaria e introvertida. Su gran afición era el senderismo por las entornos preciosos y sublimes de la naturaleza, actividad que solía practicar los fines de semana con buena meteorología. Su mujer raramente lo acompañaba. Nada ambicioso, aceptaba complacido, con sabia naturalidad, el rol vital que le había correspondido desarrollar. Cariñoso con su mujer e hija, era una persona “ejemplar” pero demasiado tranquila, humilde y confiada en los vínculos afines de la amistad. Podría definirse a este técnico electrónico como una normal buena persona, admirable en su laboriosidad, pero un tanto aburrida y “plana”.

Su exmujer Arancha contrastaba y complementaba ese pasivo carácter de su esposo. Mucho más nerviosa e inquiera, era amante de la aventura y el riesgo, muy a tono con la competitividad comercial que desarrollaba en el “gran gigante” de los hipermercados. Su importante puesto en la delegación malagueña, le había granjeado una justa fama de mujer o profesional luchadora, perspicaz, activa, polémica, con un carácter algo nervioso y que necesitaba de una notable complementación sexual. Muy atractiva de cuerpo, era admirada y “envidiada” en los entornos laborales y vecinales en donde desarrollaba sus vivencias. Con el paso de los años matrimoniales, la rutina conyugal  y la insatisfacción relacional se habían potenciado, aunque guardaba las formas, principalmente por la presencia de su hija Carolina, a la que en modo alguno quería provocarle desequilibrios derivados de su más que patente “aburrimiento” conyugal.

En todo este contexto, un infausto o grato día (según se considere) apareció en el entorno de esta vitalista mujer Román Villanueva (31). Se trataba de un mozo reponedor y distribuidor de mercancías, que había sido asignado al hipermercado central de la capital malagueña. Era un joven de fuerte complexión atlética, asiduo al gimnasio Atlas, que sólo había logrado terminar los estudios de la secundaria obligatoria. Gozaba de un fuerte y abundante cabello negro, barba corta, muy bien cuidada y musculatura casi “halterofílica”. Un hombre “todo músculo” al que no le sobraba gramo alguno de grasa gratuita. Tenía ojos grises claros, que denotaban una profunda e intensa humanidad. Como trabajador, un ejemplo en sus obligaciones específicas, incluso mirado con un cierto “retintín” por sus compañeros, ya que su quehacer era todo vitalidad y eficacia laboral. Y todo ello sin una palabra mal dada o reivindicativa. Era ese empleado modélico que cualquier empresario anhela tener en su nómina de personal.

Arancha se fijó en el muy apuesto nuevo empleado, desde el primer día de su inserción laboral en la gran área comercial malacitana. Esa fijación “obsesiva” de su jefa en su persona fue también correspondida por el joven hacia la también muy bella directora de pedidos y suministros. Se trataba de un “flechazo” mutuamente irrefrenable. Palabras y silencios, gesto y miradas, sonrisas y disimulos, se mezclaban juguetones a modo de traviesas y divertidas “travesuras” protagonizadas por dos seres adultos que gozaban de su afectiva y atractiva reciprocidad. Era lo que Arancha necesitaba en ese momento crucial de su vida, camino de la cuarentena. La imaginación potenciaba y excitaba su necesidad sexual. Román veía y sentía en su jefa aquello que también dibujaba en su corazón e imaginación como el alimento perfecto que podía sosegar su desbordante potencia física, que las horas de gimnasio a duras penas podían controlar y saciar. El instinto sexual también se “desbordó” en su viril personalidad.

Comenzaron una secreta, sugestiva e infiel relación utilizando, en tiempos cortos y desahogos amplios, el apartamento que Primitivo, un tío carnal de Román, le había cedido en el Camino de Antequera, pues su único hijo que lo ocupaba había marchado a estudiar a Madrid y sólo iba a necesitarlo en los períodos vacacionales. El primo Román, “el pobre de la familia” al fin había encontrado un buen puesto de trabajo, tras abandonar hacía un par de años su localidad natal, Casabermeja, para buscarse un “porvenir, en la prometedora y vitalista capital de la Costa del Sol.

Aunque Marcos era un hombre bien tranquilo y aparentemente despistado, comenzó a detectar gestos, actitudes, ausencias (físicas y anímicas) miradas, respuestas, que le hicieron ver y sospechar que algo estaba pasando en la atmosfera familiar. Dedicó una tarde, que libraba en su trabajo por horas acumuladas y no retribuidas, vigilar la puerta de entrada y salida del personal del centro comercial donde trabajaba Arancha. Sobre las 17:45 vio salir a su mujer, quien subió a su vehículo, mientras que él se dispuso a seguirla en la moto que utilizaba para los servicios domiciliarios. Siguiéndola a una distancia prudencial, y recorriendo una serie de arterias viarias, al fin observó que se detenía y aparcaba junto a un bloque “avispero” en la zona del Puerto de la Torre. Vio como entraba en ese denso edificio, no sin antes saludar con la mano a un hombre joven y atlético, quien la esperaba en la terracita de una sexta planta. Dejó pasar un buen rato y entonces, aprovechando que entraba en el edificio una madre acompañada de sus tres retoños, pulsó el botón 6 del ascensor.

En dicha planta del voluminoso edificio había cuatro puertas. Pulsó el timbre de la letra A y B sin obtener respuesta desde el interior. Pasó a la C, abriéndole una anciana, con muchas ganas de hablar, identificándose como doña Palmira, quien vivía con una hermana mayor impedida. Marcos se disculpó indicándole que se había equivocado y al fin pudo deshacerse de la amable y persuasiva señora. Tuvo más suerte, cuando tocó en la letra D. Precisamente fue Arancha quien le abrió. Sólo vestía con unas bragas rojas y un sujetador de estrellas rojas y rosas. Cubría su cuerpo con una pequeña bata morada, estampada con dibujos eróticos, que estaba mal abrochada a su frágil cuerpo. Ella se quedó como inmóvil, con los ojos muy abiertos, sin poder pronunciar palabra alguna. Desde dentro del apartamento sonó una fuerte voz, con la frase habitual: Pero ¿quién es? Y de inmediato salió del único dormitorio que tenía el estudio apartamento el atlético Román, “vistiendo” como Adán en el Antiguo Testamento, con todas sus potencialidades “al aire”.

 

Volviendo al principio de nuestro relato, ese sábado de septiembre, con la responsable y hermosa puntualidad de un padre que deseaba pasar dos felices días con lo que más quería en el mundo, Marcos recogió en la puerta del bloque donde Arancha convivía con el escultural Román, a un ángel de 10 años, quien se le abrazó con esa alegría que sólo los niños saben y pueden proporcionar.

De manera divertidamente “aturrullada”, la niña le resumió acerca de la semana de clase y las aventuras vividas con sus amiguitas. Pasaron un par de horas en la piscina y el jacuzzi del polideportivo, en donde padre e hija estaban apuntados, Después se dirigieron al Burger King del Centro Larios, para el necesario almuerzo. Por la tarde, a disfrutar de una peli en los cines Yelmo, en el cercano complejo de Vialia, en la Estación Málaga María Zambrano. Desde allí se dirigieron a la zona del puerto, para cenar en la pizzería Mamma Mía. Tras el intenso día. Carolina volvió a su antigua piso en el barrio de teatinos, donde Marcos le tenía reservado su cuarto de siempre, para el necesario descanso. La arropó bien, con todo el cariño de un padre feliz, antes de que el cansancio la hiciera dormir, mostrando esa inocencia angelical que sólo los niños atesoran.

Ya en el domingo, realizaron en el tren de cercanías, gran ilusión de Carolina, un corto viaje hacia Alora y la estación ferroviaria del Chorro. Paseo por el Tajo de la Encantada, visita a los grandes pantanos y almuerzo en un restaurante campero, no lejos de la estación del tren. La vuelta por la tarde permitió a la niña visitar la cabina del maquinista y el control que este buen operario tenía de los mandos. Carolina aprovechó este viaje para realizar numerosas fotos, con la cámara Lumix que su padre le regaló en el día de su santo. La cena, ya en casa, la prepararon padre e hija: una bien nutrida ensalada, pequeñas hamburguesas y yogurt blanco con trocitos de fruta endulzada.   

A las 21 horas, puntualmente, Marcos dejó a su hija en el portal del edificio donde residía su madre con Román. Abrazo y beso de despedida “No dejes de estudiar. Soy feliz cuando tú también lo eres. Pórtate bien con tu madre”. Le impresionó sobremanera, en esaΩ afectiva despedida, escuchar las palabras de Carol, totalmente inesperadas y que le hicieron saltar las lágrimas.

“Papi, te quiero. No me dejes nunca solita. Búscate una buena mujer que quiera y que te haga feliz. Si tú la quieres yo también aprenderé a quererla”.

Antes de volver a su domicilio, Marcos quiso darse un paseo por las calles y plazas malacitanas. Ya se preparaba para recuperar esa realidad que le afectaba en el día a día. Un matrimonio roto, un “ángel” que le mostraba ese cariño y fuerza que tanto necesitaba para seguir caminando sin desfallecer. En la mañana del lunes volvería a su empresa reparadora, a fin de recoger los avisos acumulados para reparar los equipos electrónicos averiados. El trabajo, amén de permitirle la subsistencia le ayudaba a sentirse útil y con fuerzas para ir superando el trauma del engaño sentimental. Le seguía dando vueltas a las palabras de Carolina, una y otra vez. Tenía que rehacer su vida. Pero estas situaciones no son fáciles de superar. En absoluto. El destino dicta sus leyes. Pero a ese destino hay que ayudarle, aplicando lo mejor de nuestra voluntad. Ahora, con 42 “abriles” en su historial, aún se veía joven y con fuerzas. Pero ¿cómo empezar otra vez desde cero? Sintonizaba a veces el programa de la 4ª cadena, First Date, primera cita “a ciegas”. Pero no se veía saliendo en televisión buscando pareja. Pensaba en sus padres, los vecinos, los compas del trabajo... No, no se veía apareciendo en pantalla.

Tal vez mejor sería una cita a ciegas por Internet. Pero temía ser objeto de la “basura” y el daño que pensaba había en las redes sociales y del que podía ser objeto. Y su ánimo no estaba para soportar muchos tratos “oscuros” y engaños malintencionados. Pero como suele ocurrir en la vida, a veces tenemos la solución bien cerca y no la percibimos por esa “ceguera” comprensiva e imaginativa que tanto y mal nos determina.

Efectivamente, había una compañera de trabajo, que se encargaba de la telefonía para recibir y anotar avisos de reparaciones, en la compañía de multiservicios electrónicos. Se llamaba GRACIA MARÍA Leyva, 43, madre de un niño de 11, Luis, que enviudó hacia siete años de un sargento del ejército, por un desgraciado accidente sufrido en unas maniobras militares. La relación de los dos compañeros siempre había sido cordial y respetuosa. Obviamente, uno y otro conocían la situación personal/familiar que les afectaba. Lo que Gracia ni Marcos sabían es que Luis y Carolina iban al mismo centro escolar y eran compañeros de clase.

¿Querría ese destino, “juguetón e imprevisible” darles a estos dos seres, sumidos en una acre soledad, una nueva oportunidad para reconducir, juntos, sus respectivas existencias? El destino suele tener, en ocasiones, rasgos de plausible generosidad, siempre que la voluntad de los humanos esté en inteligente y positiva disposición colaboradora. -

 

 

 

UNA SENCILLA

HISTORIA DE FAMILIA

 

 

 

José L. Casado Toro

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

Viernes 11 octubre 2024

                                                                                                                                                                                                                               

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