viernes, 3 de abril de 2020

LAS INESPERADAS URDIMBRES TEJIDAS POR LOS CAPRICHOS DEL DESTINO


No son pocas las ocasiones en que, a lo largo del periplo existencial,  te planteas una pregunta de muy difícil o casi imposible respuesta ¿Cuál es este críptico interrogante? Se podría plantear más o menos de la siguiente forma ¿Ese destino que imaginamos presidiendo la ruta en nuestras vidas, tejiendo y destejiendo en complicada dialéctica con nuestra “libre” voluntad, sigue algún plan o proyecto previo para cada uno de nosotros o, por el contrario, actúa de manera caprichosa y sin método, con cada una de las vidas en las que interviene sin que sepamos a ciencia cierta el cuándo o el por qué?

En cuanto a la posible respuesta, los seres humanos solemos creer a veces en una de las opciones, mientras que en otras oportunidades pensamos en la contraria. De una un otra forma,  acabamos aceptando esa influencia “inexplicable” e inevitable del destino, el azar o el misterio divino, según mentalidades o creencias, pues tiene que haber algún origen que coordine todas esas respuestas que tanto asombran y motivan nuestra reflexión.

Todo comenzó en aquella ingrata noche del sábado, a inicios de Marzo. En esas horas para el “reinado” de las estrellas, Axiel se despertó sobresaltado y nervioso, a consecuencia del “sonoro” repiqueteo de su I Phone, en plena madrugada. No acertaba a coordinar muy bien los movimientos, tras el inesperado y súbito despertar. Al fin tomó el móvil, que descansaba bajo un par de libros encima de la mesita de noche, comprobando que las cifras digitales marcaban las 4:45 del nuevo día. Pulsó la tecla del “responder” y de inmediato, al otro lado de la línea, escuchó la voz entrecortada de una compañera de trabajo, Nadia, que se mostraba acústicamente emocionada. “Me ha llamado hace unos minutos Elvira, que se ha enterado por Aarón, nuestro jefe. Ha ocurrido esta tarde/noche, cuando volvían de esa corta escapada para el fin de semana, desde el sur de Portugal. Un terrible accidente de tráfico… han chocado contra un tráiler. La inmensa desgracia se ha cebado con Simón y su mujer Clara…” La compañera y amiga no pudo seguir hablando, porque entró en una dinámica de gemidos nerviosos. Axiel trató de controlar sus primeros impulso, esforzándose por ordenar sus ideas, aunque lo prioritario era intentar tranquilizar a la compañera que estaba al otro lado de la comunicación telefónica. “Cálmate Nadia. Entiendo el alcance de la trágica noticia. ¡Cómo pueden suceder estar terribles cosas! Mañana por la mañana nos reunimos en el estudio, por ejemplo sobre las 11, aquellos que podamos. Entonces trazamos un plan de acción. Tómate algún calmante y trata de descansar”. Su pareja Eva, también se había despertado e incorporada sobre las sábanas, con los ojos bien abiertos, preguntando acerca de qué estaba ocurriendo.

En la mañana del domingo todos los compañeros que trabajaban en un céntrico estudio de diseño gráfico se hallaban ya reunidos en la espaciosa oficina, visiblemente afectados. Lamentablemente faltaba Simón, quien el día anterior, volviendo con su mujer Eva desde la ciudad de Faro, había perdido la vida en un desgraciado accidente de tráfico a consecuencia del choque que su vehículo había tenido con un camión tráiler para el transporte de mercancías. Comenzaron a efectuar llamadas a la familia del compañero fallecido, inquiriendo algunos datos acerca de la hora del sepelio fundamentalmente. Fue precisamente Axiel quién logró contactar con la única hermana de Clara, llamada Dorotea. Esta persona les transmitió los datos que solicitaban, dándoles al tiempo la única buena noticia en las ultimas horas: la única hija que tenía el joven matrimonio, Noemí, de siete años de edad y que viajaba con sus padres, ambos fallecidos, había salido ilesa del fatal accidente.

Axiel y su mujer Eva se llevaban muy bien con el difunto matrimonio. Precisamente la niña que había quedado trágicamente huérfana, a tan corta edad, iba al mismo colegio de las Teresianas en donde estudiaba su también única hija, Alba. Eran amigas y compañeras de clase, en un segundo curso de educación primaria. Los dos matrimonios solían compartir no solo las salidas al campo de excursión algunos fines de semana, sino que también pasaban muchos días de verano en la playa, donde las dos pequeñas amigas disfrutaban con sus juegos y ocurrencias. En el funeral, desarrollado durante la mañana del lunes, Axiel y Eva quedaron impresionados ante la mirada de dolor y tristeza que tuvieron que contemplar en Noemí, quien a pesar de sus pocos años era consciente del duro cambio que iba a sufrir su vida, sin la compañía insustituible de sus padres. Junto a los demás familiares, la niña estaba completamente rota anímicamente. Fue precisamente su mujer Eva quien, al acercarse a Noemí para abrazarla, le dijo a la amiga y compañera de su hija una cariñosa y significativa frase “Pase lo que pase, nunca te vamos a dejar sola.”

Aquella misma noche, después de la cena, Axiel y Eva estuvieron comentando acerca de la pequeña Noemí y la situación de orfandad en la que quedaba sumida.

“La niña va a estar de momento bajo la protección de su tía. Es el familiar más directo que tiene. En realidad no se trata de una familia muy grande o ramificada. El problema que yo veo en el asunto (decía Axiel) es el carácter de esa mujer, pues el propio Simón en ocasiones me explicaba las no muy buenas relaciones que ambas hermanas mantenían. Me comentaba que Dorotea, la hermana mayor (le llevaba a Eva casi ocho años) tenía una forma de ser un tanto complicada, pues era persona autoritaria y bastante egocéntrica. Parece ser que las posibles parejas que se acercaron a ella, se alejaron con presteza un mucho escaldados de esta difícil mujer. Lo cierto es que a sus cuarenta y pocos años que debe tener permanece soltera. Creo que trabaja en el Registro Civil como auxiliar administrativo y que está muy metida en asociaciones o grupos políticos de tendencia bastante conservadora. En fin confiemos que, con sus cualidades y defectos, sepa ser un poco madre de una niña que ha quedado en situación tan dramáticamente desvalida. Intentaremos, en la medida de lo posible, que siga encontrado el mayor calor afectivo en nuestra hija, pues Noemí y Alba siempre se han llevado bastante bien. Se conocen desde hace años, van al mismo colegio, son buenas amigas y curiosamente nacieron en la misma anualidad”.

No se equivocaba Axiel en el planteamiento que le hacía a su mujer, pues las oportunidades de hablar con el añorado compañero y amigo Simón, acerca de su familia, se habían repetido con frecuencia. Pasaron casi dos semanas de esos desgraciados eventos, cuando un jueves por la tarde y desde la propia oficina telefoneó al domicilio de Dorotea. Después de interesarse por la situación anímica de la pequeña (que ya había vuelto a sus obligaciones escolares) y ofrecerse para lo que fuera necesario, sugería a la tía de Noemí la posibilidad de que su sobrina pasase el fin de semana con ellos, teniendo en cuenta los interesantes hábitos de amistad que las dos niñas mantenían, cuando las dos familias se unían para hacer excursiones, asistir a ciertos eventos y pasar, en definitiva, gratos momentos juntas. La respuesta que recibió por parte de su interlocutora fue del todo punto decepcionante. Esta señora le indicó, sin mayores rodeos, que la niña tenía marcado un completo plan de trabajo para el fin de semana. Que aparte las obligaciones de estudio, tenía que ir aprendiendo a cumplir determinados quehaceres en la casa. Y que ella misma se encargaría que tuviera algunos ratos de ocio, ahora que estaba mejorando el tiempo. Ella estaba dispuesta a corregir muchos de los comportamientos de la pequeña que, en su opinión, no había sido bien educada. Aparte del desabrido “portazo” que recibió por parte de la rígida señora a sus buenas intenciones, destacaba sobre todo que la tía de Noemí había evitado cualquier palabra o gesto de agradecimiento con respecto al contenido global de su llamada telefónica. Ya en casa, intentó “suavizar” la frustrante respuesta que había recibido, para no entristecer en demasía la ilusión que Alba se había hecho, acerca de tener a su amiguita con ella en casa durante ese fin de semana.

Apenas llegaron más noticias de la pequeña Noemi al domicilio de la familia Nancia Brevales, salvo algunos comentarios que Alba hacía en los momentos de mayor confianza con sus padres (cuando éstos le preguntaban por su compañera y amiga de clase) en el sentido de que cada vez veía a su amiguita menos alegre. “Sí, jugamos juntas en el recreo, pero ya no se ríe como antes. El haber perdido a sus papás tiene que haber sido una cosa muy grande para ella. Un día se atrevió a decirme que su tía la trataba con mucha severidad. Cuando le pregunté por qué me decía eso, se puso aún más triste, por lo que le dije “anda, vamos a jugar. No pienses en esas cosas.” Y así fueron avanzando las semanas y los meses en el calendario, con la siempre esperada y alegre llegada del verano y las vacaciones escolares.

Una “aterralada” noche de junio, serían poco más de las diez, la familia Nancia Brevales se encontraba cenando en la terracita de su piso, cuando sonó el móvil de Axiel. No reconocía el número de la llamada entrante, aún así la aceptó preguntándose quién podría ser. Al escuchar la voz de su interlocutora, no tuvo la menor duda acerca de quien se trataba.

“Hola, soy Dorotea. Te llamo porque esta tarde he tenido un severo problema con mi sobrina. Se me ha enfrentado violentamente, al mandarle que hiciera sus obligaciones en la casa. Con casi ocho años que tiene, no voy a tolerar que no me obedezca y menos que se me enfrente la niña. La he castigado y cuando después he vuelto a su cuarto he visto que no estaba. No me explico cómo ha podido salir de la casa. Su rebeldía ocurrió sobre las cuatro de la tarde y aún no ha vuelto. Estoy muy preocupada. La cosa es que no se qué hacer. A eso de las nueve he llamado a la policía, y después de tomar nota los agentes me han pedido que contacte con aquellas personas que la niña pueda conocer para ver si éstos la han visto o tienen algún dato que pueda ser útil para localizarla”. Por eso te he llamado, pues sé lo que ella os aprecia”.

Axiel había puesto el modo altavoz a su teléfono, por lo que Eva escuchó la exposición que hacía esa angustiada señora. Fue precisamente ella, la madre de Alba, quien tuvo una reacción inesperada. Le hizo una señal a su marido, indicándole algo así como que esperara. Se encaminó con presteza hacia la entrada de su piso, seguida de Axiel y su hija, abriendo la puerta con una “maternal” y maravillosa intuición. Ante sus ojos, recostada en el suelo, aparecía la tierna figura de Noemí, con la cabeza reposando entre sus brazos cruzados sobre las rodillas. Estaba profundamente dormida. Había tenido que recorrer a pie, hasta llegar un piso que bien conocía, más de dos kilómetros y medio de distancia lineal. El cansancio de la pequeña era manifiesto. Rápidamente Axiel comunicó a su tía Dorotea el preciado y tranquilizador hallazgo, a fin de que comunicara sin mayor dilación con la policía, para retirar la denuncia. Aparentemente la niña se encontraba bien, aunque lógicamente muy cansada. Eva la tomó en sus brazos y la acarició amorosamente. Axiel volvió a contactar con Dorotea y con firme energía le dijo:

“Señora, no debe preocuparse en este momento por el estado de su sobrina. Como le he comentado, hemos encontrado a Noemi en la puerta de nuestro domicilio, a donde ha llegado por su propia voluntad. La vamos a cuidar perfectamente esta noche y le daremos lógicamente de cenar.  Se la ve muy asustada, por lo que va a dormir junto a mi hija Alba (conocerá que son compañeras de colegio y muy amigas). Mañana, tras el aseo y el desayuno, la trasladaremos hasta su domicilio. En todo caso, nosotros nos seguimos ofreciendo para ayudarla, sin otra condición, en lo que mejor necesite. No olvide que en vida de sus padres, la relación entre las dos familias era muy amistosa y fraternal”.


Aquella noche Eva se quedó un buen rato junto a la cama donde descansaban las dos pequeñas amigas, comentando con ellas alguna de esas  historias agradables que ayudan a conciliar el sueño. A la esposa de Axiel no le faltaban recursos para ello, pues desde hacía años trabajaba en una pequeña editorial local. Ya en la mañana, tras el desayuno, Axiel y Eva le explicaron a Noemi que tendrían que llevarla a su domicilio, a lo que la niña se oponía con fuertes y nerviosos sollozos. Ante esta situación, Axiel se armó de valor y acudió solo a la casa de Dorotea, para tratar de encontrar una solución inteligente para todas las partes. Aunque en un principio la entrevista fue bastante tensa e incluso crispada por parte de la tía de Noemí, poco a poco la situación se fue calmando, aceptando a regañadientes esta señora que los fines de semana su sobrina los pasase con la familia de Axiel y Eva, amigos íntimos de su hermana y marido ya fallecidos.

Esos fines de semana se fueron racionalmente ampliando, para felicidad e inteligencia de unos y otros. Alba y Noemí se consideran  no sólo buenas amigas y compañeras de colegio teresiano (y, desde ahora, en la academia de música y en la práctica de la natación) sino incluso “hermanas” para con todo lo material y afectivo. Se sienten perceptiblemente felices, con su sorprendente y nueva forma de vida. Axiel y Eva por su parte aceptan y disfrutan con esa “ampliación” familiar, que el destino ha decidido llevar a sus puertas. En cuanto a la señora Dorotea, fue entrando paulatinamente en razones a fin de entender que, sin perder en absoluto el vínculo parental con su sobrina, ahora volvía a tener más tiempo libre para dedicarlo a sus otras muchas actividades, en el campo de la sociopolítica, además de sus obligaciones laborales en el Registro.

Nos podemos preguntar entonces ¿los avatares de esta u otras múltiples historias estaban ya programados en la “mente” de esa “mano”  misteriosa que mueve los destinos individuales y colectivos de las personas? Tal vez sí o tal vez no. Lo cierto es que sin la voluntad indeclinable de todos aquellos seres que han de protagonizarlos, difícilmente habrían podido llevarse a efecto esos mismos recorridos. Parece lo lógico, aunque también no son pocas las ocasiones en que nos seguimos preguntando si realmente nuestra voluntad sirve de mucho, en todos los vientos cambiantes y racheados que alteran y transforman las rutas caprichosas de nuestras existencias.-



LAS INESPERADAS URDIMBRES TEJIDAS POR 
LOS CAPRICHOS DEL DESTINO




José Luis Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga
3 Abril 2020

Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es           


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