viernes, 6 de enero de 2017

EL ÚLTIMO Y SENTIMENTAL VIAJE, EN UNA TRADICIONAL JUGUETERÍA DE LA CIUDAD.

Iba a ser éste un día un tanto especial, en la vida de Nicolás. Después de tres generaciones, poniendo ilusión y creatividad en la imaginación de millares de niños “de todas las edades” una afamada y antigua tienda para los juguetes vivía su emocional último 5 de enero. Padres, tíos, abuelos y, muy especialmente, SS.MM. los Reyes de Oriente (esos “magos” o sabios, que hace más de dos milenios se acercaron al principal Nacimiento, en la antigua Belén) tendrían, a partir de ahora, que buscar nuevos almacenes y puntos de abastecimiento, a fin de satisfacer las sonrisas y juegos de todos aquellos que perciben la vida con el sano y alegre espíritu que representa la infancia.

La razón básica de la drástica decisión del cierre empresarial habría que buscarla en los poderosos intereses del turismo y los empresarios de la hostelería, afanes que se nuclean alrededor de esos perímetros adornados de historia, ubicados en la antigua centralidad urbana. Efectivamente, este atractivo espacio ciudadano ha sido verdaderamente “tomado” por los servicios de restauración que, de forma acelerada, han ido “engullendo” a los viejos y tradicionales negocios que, década tras década, pusieron luz y servicio a casi todas esas calles y plazas del antiguo laberinto ciudadano. Esa tradicional urbanística se ve, hoy día ya, remodelada y adecentada a fin de atender las intensas demandas culturales y alimenticias de un dinamizador turismo que consume cultura, tanto museística como monumental, suculenta y diversificada mesa, a casi todas las horas del día, junto a una distracción sin límites para atemperar, con la terapéutica del ocio, el letargo depresivo del aburrimiento.  

Este lúdico establecimiento dedicado a la venta de juguetes fue instalado, hace ya muchas décadas, por un emprendedor empresario, llamado precisamente Melchor, el abuelo materno de Nicolás. A lo largo de los años y las generaciones, el prestigio de este negocio se ha ido manteniendo en el seno de miles de familias que confiaban la ilusión de sus hijos e hijas en la garantía y el buen hacer de una responsable familia empresarial, entregada de lleno para ese mágico oficio que sabe generar sonrisas e ilusiones en los rostros de tantos niños y niñas. Todo ello en íntima relación con los Magos de Oriente que viajan, en la madrugada de cada cinco de enero, hacia casi todos los domicilios de nuestro planeta, donde hay niños o en los que permanece el sano espíritu de la infancia.

Pero el cuerpo de Nicolás ha cumplido ya sus muchos años. Acumula más de setenta. Sus dos hijos ejercen acomodadas profesiones liberales, ambos en el campo de la medicina. Desde jóvenes, manifestaron su intención en no desear continuar por la senda de la tradición familiar. Esta ha sido otra de las causas para que este buen empresario, cansado ya por el peso de la edad, haya prestado oído a las ofertas que sucesivamente le han ido llegando para la compra del amplio local de su propiedad Este amplio local se encuentra muy bien ubicado y con espléndidas perspectivas para un negocio en auge, como es el caso actual de la restauración.

Le han estado ayudando, en la muy reconocida socialmente gestión de su negocio, dos empleados fijos, llamados Stella y Adrián, aunque en éste ultimo año, para la época de Reyes, también ha contado con una joven trabajadora, Rania, en régimen de contrato temporal para tres meses. Hace ya unas semanas que explicó, a este reducido personal laboral, su intención de poner fin a la actividad del negocio, asegurándoles que compensaría de manera legal estos despidos, incrementando voluntariamente la correspondiente cuantía a causa del buen quehacer demostrado por todos ellos durante los largos años de su responsable y ejemplar colaboración.

La oferta de compra más generosa que ha recibido, entre otras muchas, procede de una cadena franquiciada de Noodles, pastas y ensaladas, que va poblando de comida rápida los puntos neurálgicos para el turismo de la ciudad.  Tras hablarlo con Virginia, su mujer y también con sus hijos, ha decidido aceptar al fin la venta del emblemático local o “CASITA DE LOS JUGUETES” simpático nombre que, allá en la centuria anterior, eligió el buen Melchor, emprendedor comerciante abierto a sembrar de sonrisas el vitalista mundo de los niños. 
  
“Son ya cerca de las doce. A esta hora de la medianoche no creo que vengan ya muchos más clientes, a fin elegir esos últimos juguetes que los Reyes Magos necesitan para atender las peticiones de los niños. La verdad es que vamos a bajar las persianas con una cierta emoción, pues nuestra tienda ha cumplido su grata misión. Y durante tres generaciones. Os confieso que estoy un mucho emocionado. Pero ya conocéis mi situación personal, tanto por la edad como por la salud, con algunos problemillas que hacen necesario una larga etapa de tranquilidad y descanso. La compra por Internet, también nos está perjudicando bastante a los comerciantes tradicionales. En definitiva, que esta decisión del cierre la he tenido que adoptar con dolor pero, al tiempo, con responsabilidad. La gestoría ya me ha enviado la documentación necesaria, para que vuestra situación laboral quede asegurada con el correspondiente subsidio de desempleo, mientras encontráis alguna nueva empresa que desee contar con vuestros servicios. He hablado con algunos empresarios amigos, dándoles vuestros nombres y otros datos necesarios. Algunos me han prometido que os van a llamar, para mantener una entrevista.

Me vais a permitir que abra esta botella de Rioja, para que juntos brindemos por nuestro futuro. Sobre todo, quiero resaltar y agradecer, la ejemplaridad de vuestra honrada dedicación. Sólo tengo palabras de agradecimiento y admiración por vuestra continua lealtad.

Os quiero plantear otra interesante y sentimental cuestión. La mercancía, que aún tenemos almacenada y en exposición, se la va a quedar un comerciante del sector, también amigo.  Pero, antes de que venga con su camión para el traslado,  quiero ofreceros, a cada uno de los tres, el que podáis elegir el juguete que más os guste, no importa su precio, como mi regalo especial para el recuerdo. Sería como un modesto y significativo regalo de Reyes que, como recuerdo, deseo entregaros para esta LA GRAN NOCHE DE LOS NIÑOS, en todos los rincones del mundo. Eso sí, me agradaría conocer el motivo fundamental que tenéis para optar por ese determinado juguete”.

La iniciativa de este buen gesto, junto a las formas con que Nicolás estaba llevando a cabo el cierre de su empresa, fue bien valorada por el personal que con él había colaborado durante largos años de actividad comercial. Aunque la medida laboral era ciertamente muy dolorosa, ya tenían asumido que su trabajo en la juguetería había llegado a su fin. Desde hacía semanas, estaban realizando llamadas, enviando currículums y contactando con amistades en el sector comercial, a fin de encontrar un nuevo y necesario acomodo empresarial. Tampoco tenían la menor duda de que Nicolás, persona cabal y generosa, haría todo lo que estuviese en su mano por hacerles lo menos doloroso posible esta difícil transición hacia otros horizontes profesionales.

Fue STELLA quien primero tomó la decisión de explicar su opción por uno de los juguetes, que deseaba conservar como recuerdo. Vivía con su madre, una mujer de avanzada edad. Persona activa y positiva, había llevado siempre muy bien su soltería y, desde hacía meses, se había apuntado a una academia de idiomas, a la que acudía los lunes y jueves, a partir de las nueve de la noche. Pensaba, con acierto, que avanzando en la práctica del “English” le sería más fácil encontrar otros trabajos, afortunada reflexión que los acontecimientos en la juguetería ahora estaban confirmando. Rápidamente se dirigió a uno de los estantes y tomó entre sus manos una preciosa CAJA DE MÚSICA, que había sido construida artesanalmente con todo lujo de detalles en la lejana India.

“Me hace mucha ilusión esta lujosa cajita porque, de las tres que llegaron a la tienda, sólo nos queda ya ésta que tengo en mis manos. Ha sido modelada con maderas nobles y con incrustaciones y dibujos verdaderamente preciosos. Además no trae sólo una melodía, sino que se pueden seleccionar hasta siete sonidos musicales. El mecanismo funciona dándole cuerda, como a los relojes, aunque tiene la posibilidad de aplicarle una pila, con la que se puede activar también su funcionamiento. Aparte de su belleza, os preguntaréis  ¿por qué elijo este regalo?

La principal motivación reside ¡cómo no! en los años de mi infancia. Cuando tenía unos nueve años, creo recordar, mi madrina me regaló para la comunión una cajita de música, a la que tenía gran aprecio. Era pequeñita de formato y a veces la llevaba conmigo en la mochila colegial. Un día, tras el ejercicio físico en el patio de los deportes, al volver a mi aula comprobé que la cajita no estaba en la mochila. Alguien la había cogido y nunca más apareció. Me llevé un gran disgusto pues, además de perderla, algunas compañeras se reían y disfrutaban con mi pesar. Su artilugio hacía sonar una única y misteriosa canción. Para mi sorpresa, esta caja que ahora elijo tiene entre sus melodías, una muy especial para mi memoria. Son los mismos sonidos que tenía aquella otra que me fue quitada en el colegio, durante la escolaridad infantil”.

Stella abrió el paquete de cartón que contenía la preciada cajita de madera, con sus entonaciones para el recuerdo. Estaban escuchando esa dulce melodía, que tanto le motivaba, cuando ADRIÁN, un licenciado en Ciencias Químicas de treinta y siete años de edad, quiso expresar la opción que había elegido para su regalo. Este dinámico vendedor hace bastantes años estaba buscando con denuedo cualquier puesto de trabajo que le proporcionara un sueldo mensual, dado su reciente matrimonio. Aceptó la oportunidad de un contrato temporal en la juguetería, donde firmó para tres meses. Tanto le gustó la venta de unos artículos que generaban ilusiones, alegrías y sonrisas, en los más pequeños de cada hogar, que esos tres meses se convirtieron, con el paso del tiempo, en  los once años que lleva vinculado a la Casita de los Juguetes.

“Os va a extrañar el juguete que he querido elegir. Pero, cuando os resuma los motivos que tengo para hacerlo, ya me comprenderéis un poco mejor. De pequeño quería ser arquitecto aunque luego, con el paso de los años, acabé siendo un químico sin verdadera  vocación para esa actividad. En mi infancia me entretenía dibujando casas, bloques de pisos e incluso construía maquetas de viviendas, utilizando para ello cartulina, papel, cartón y otros materiales de papelería.

Recuerdo que una tarde, cuando tenía unos seis o siete años, fui a jugar a la casa de unos vecinos, muy acomodados económicamente, que tenían solo un hijo de mi edad. Era un niño muy engreído y caprichoso, que poseía decenas de juguetes en la amplitud de su dormitorio. Curiosamente, uno de esos juguetes era una completa ARQUITECTURA, integrada por decenas de piezas de madera esmaltada,  con intensos y alegres colores. Quise jugar con esas piezas, construyendo una de esas casitas que tenía en mi imaginación. Pero este vecino me lo impidió. Como me enfadé por su egoísta actitud, llamó a sus padres para que me echaran de su casa. Fue una situación muy desagradable que, a pesar del tiempo transcurrido, no he podido olvidar.

Esta educativa y completa arquitectura de madera (suma hasta 120 piezas) que tengo entre mis manos, se parece bastante a esa otra con la que no pude jugar, por el capricho y necedad de aquel niño de la vecindad. Esta es mi historia. Todos seguimos siendo un poco niños, aunque nuestros cuerpos se vayan transformando en personas mayores”.

“Pues en mi caso (hablaba la joven RANIA) quiero agradecerle, Sr. Nicolás, que, a pesar del poco tiempo que he trabajado en su comercio, me permita elegir uno de sus lindos juguetes como regalo. Me haría inmensamente feliz tener aquella maravilla de COCINA INFANTIL que contiene platos, cubiertos de metal, hornilla eléctrica, mesa, sillitas, microondas e incluso un pequeño frigorífico, con todo lo necesario para simular ese lugar donde se preparan los alimentos y después se consumen por toda la familia unida en torno a la mesa.

Procedo de un país pobre y mis padres lo son aún más. Cuando era más pequeña y vivía junto a ellos, con la ayuda de mi mamá tenía que fabricarme mis propios juguetes. Me gustaba simular objetos de la cocina, que modelaba con barro, trocitos de tela y madera. Todo era muy simple. Tenía que aplicar infinita paciencia, pero me distraía mucho jugando con mis hermanas y algunas amiguitas del barrio. Hacíamos nuestras comidas con materiales del campo y después simulábamos que nos sentábamos en la mesa para disfrutar compartir  alegremente nuestros “sabrosos” e imaginativos platos".

Aquella fue otra GRAN NOCHE DE LOS NIÑOS y de todos los que aún siendo mayores saben, con fortuna, mantener el alma, el espíritu o la ilusión de la infancia. Cuando Nicolás, el nieto del Sr. Melchor, volvía caminando hacia su domicilio, se sentía triste y alegre a la vez. Su entrañable CASITA DE LOS JUGUETES, se iba a convertir, en el plazo de unas semanas, en un lugar para el “divertimento” del estómago, con esas comidas rápidas que la magia de los electrodomésticos, junto a la paciencia de los consumidores, hacen posible. Pero, al tiempo, llevaba con él una contenida alegría. La de tantos miles de niños que, a lo largo de casi cien años, habían podido crear la magia del juego y la imaginación, con esos lindos  juguetes que su tienda servía a todos los padres que se disfrazaban de Reyes y también a esos Magos orientales que, verdaderamente, eran los padres de todos esos niños que jugaban, reían y gozaban.-  

José L. Casado Toro (viernes, 6 de Enero 2017)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

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