viernes, 14 de agosto de 2015

ÉTICA Y PRUDENCIA, COMO VALORES NECESARIOS EN LA PROFESIÓN INFORMATIVA.



Hay personas que, desde su adolescencia, parecen estar programadas para destacar en una determinada faceta profesional. Además de sentirse vivencialmente realizados en el desempeño de una específica actividad, poseen la notable capacidad y el don especial para alcanzar un cualificado protagonismo ante aquellos con quienes se relacionan, de manera especial en el campo de lo laboral. Este podría ser el caso de Alejo Francés quien, tras obtener su grado de periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, accedió a una plaza (dado su brillante expediente académico) que le permitía realizar prácticas como becario en un importante diario de tirada nacional. A la finalización de ese intenso semestre, dedicado al aprendizaje, dado su excepcional quehacer en los diferentes departamentos a los que fue asignado, le fue ofrecida la atractiva posibilidad de quedarse a trabajar en la empresa, firmando contratos de anualidad renovable.

En la actualidad se halla vinculado a la sección de información local, departamento que dirige el Redactor Jefe Sr. Escamilla.  Alejo tiene el encargo especifico de asistir e informar acerca de todo lo debatido en los plenos municipales que, periódicamente, la Corporación Municipal celebra en su sede. También lleva la información de todos aquellos plenos que, con periodicidad aleatoria, tienen lugar en el organismo de la Diputación Provincial. Entre sus funciones laborales, colabora asimismo en todo aquello que tiene relación con la vida ciudadana, como asociaciones de vecinos, grupos políticos y organismos empresariales. Su sagacidad, esfuerzo y sentido de la noticia está fuera de toda duda entre sus compañeros y jefes, que se muestran asombrados de esa preciada capacidad que el joven periodista desarrolla en el día a día. Con tesón y destreza multiplica los tiempos disponibles, sabiendo estar presente en lugares y espacios diversos, en un reto constante para ese don de la ubicuidad que a tantos nos gustaría poseer. Como diría un castizo del lugar, es “carne preciada y prototipo del buen periodista” con tan sólo veintiocho años de  edad en la actualidad. 

Aunque cumple puntual y respetuosamente la hoja de ruta, hábilmente programada por su redactor jefe, saca ese tiempo imposible a fin de trabajar diferentes asuntos de la ciudad cuya investigación particular, dada su especial complejidad, exige horas y horas de tenaz e ímprobo esfuerzo. Con todos esos materiales, que va pacientemente elaborando, tiene el proyecto de publicar grandes reportajes en la edición dominical del periódico cuando la “tirada” de ejemplares, dada las características del fin de semana, se amplia de manera notoria. En este preciso momento tiene tres asuntos como objetivos de investigación, con cuyos resultados confía publicar al menos un gran reportaje mensual que provoque impacto social y mediático.

El más “sabroso o sugerente” de los mismos, está relacionado con un gran proyecto inmobiliario, que se realiza en una de las zonas más antiguas y degradadas de la capital. Ha detectado, en su trasfondo económico y político, acciones oscuras relativas a la recalificación administrativa de una parte de los terrenos donde se construyen los equipamientos de viviendas y los viales para el tráfico de la movilidad. Existen otros nubarrones para la duda, relativas al protagonismo, en el macro proyecto urbanístico, de cualificadas figuras de la política local y de las entidades financieras que programan y financian económicamente la ingeniería arquitectónica montada sobre ese amplísimo espacio del barrio viejo, afectado por los derribos, eliminación de zonas verdes y dotación de los imprescindibles servicios. Muchos personajes están implicados en la costosísima operación urbanística, los cuales han sabido tejer una tupida madeja de intereses, influencias, connivencias y corruptelas, que este sagaz periodista, trabajando por su cuenta y riesgo, se esfuerza por desmadejar y esclarecer. 

Quitándole muchas horas al sueño, durante más de tres meses de trabajo, y haciendo acopio de gruesos dossiers con documentación al efecto, ha dedicado un par de fines de semana para redactar la primera entrega del reportaje. Considera que la magnitud del asunto dará para más de un domingo de atrayente impacto informativo. Al fin, este miércoles de julio, se decide a entregar el primer reportaje a su superior inmediato, el jefe de sección Camilo Escamilla, con el deseo de que pueda ser publicado en el día optimo para la venta y difusión de ejemplares: el próximo domingo. El redactor jefe se muestra sorprendido y agradecido por el trabajo que pone en sus manos este sagaz subordinado que, por su cuenta y con inesperada valentía, ha metido los dientes en un apetitoso plato informativo. Promete leerlo en su totalidad, felicitando de manera efusiva la dedicación y esfuerzo que el joven periodista ha mostrado en su realización.

Alejo, persona sin duda ambiciosa, se siente feliz porque vislumbra la proximidad inmediata de haber firmado un gran reportaje que, por sus contenidos, puede escocer a más de un alto preboste de la política, las finanzas o a cualificados dirigentes de la cúpula empresarial. Como un niño con sus zapatos nuevos, se levanta temprano ese domingo de la cama dispuesto a bajar al portal de su domicilio, donde cada mañana los servicios de reparto de prensa entregan los ejemplares del día a los respectivos suscriptores. Obviamente esas entregas, muy matinales, también las realizan al personal que trabaja en la redacción del periódico. Hay un aspecto o factor que ensombrece un punto su indisimulable entusiasmo. Y ese no es otro que el extraño silencio de Escamilla, quién aseguró su intención de hacerle alguna valoración con respecto al reportaje que le fue entregado el pasado miércoles.

Ya con el diario y el dominical sobre la mesa en que desayuna, desde un soleado ático sito en una transversal de la Gran Vía madrileña, Alejo busca su reportaje entre las páginas del periódico, pero éste no aparece por parte alguna.  Extrañado y algo decepcionado, termina su desayuno, se arregla con atuendo deportivo y toma el metro para dirigirse a la redacción, a fin de preguntarle a su redactor qué ha pasado con el trabajo. A eso de las 11.30 apenas hay personal en el edificio donde se edita el diario. Ante su pregunta, un conserje le aclara que el Sr. Escamilla no suele aparecer por allí en días festivos, salvo acontecimientos de fuerza mayor. Efectivamente, aquella noche, ya con la rotativa en marcha, su jefe no puso los pies en la redacción. Sólo envió algún material vía Internet. Dudó en llamarle por teléfono, pero consideró que mejor sería hablar con su jefe de manera directa.

Al fin, ya en la tarde del lunes, superior y subordinado estuvieron frente a frente. Desde el primer instante del encuentro, Alejo percibió una mirada de incomodidad en el rostro de Camilo Escamilla  quien, con muchas tablas sobre el cuerpo y leyendo la mirada del novel periodista, con un gesto le señaló la puerta de su despacho. Estando ya ambos sentados en un mal cuidado sofá, el veterano profesional se adelantó a cualquier pregunta de su “discípulo” y comenzó a exponer un largo y curioso discurso acerca del realismo empresarial y la estrategia del periodismo.

“Mire, Francés, honradamente creo que tiene Vd. madera para llegar a ser un grande, en este bendito y complicado oficio de la comunicación. Pero, en estos momentos iniciales de su carrera,  la inexperiencia puede gastarle algún que otro disgusto, por esta selva de hienas en la que la profesión está inmersa. Su trabajo es bueno. Incluso podría calificarlo de excelente. Bien escrito, mejor documentado, agresivamente planteado pero….. cuando pasaron ante mi vista determinados datos, acerca de personas, cargos, organismos…. más de un escalofrío recorrió mi cuerpo. Hice lo que, según  mi responsabilidad, tenía que hacer. Consulté al Director General, presentándole el trabajo, dada la relevancia de la información que los párrafos contenían. El reportaje ha sido leído por “los de arriba” suscitando sus párrafos y datos muchas ronchas y más de algún disgusto.

En ese preciso momento se levantó del sillón y abrió la puerta de un pequeño frigorífico que tenía en su despacho. Vació una botellita de tónica en un gran vaso, añadiendo algo de otra botella que reposaba entre los libros de una de las estanterías. No ofreció nada a su interlocutor, que contemplaba la escena con los ojos profundamente abiertos.

“Francés, me sugirieron desde arriba que le cambiara a Vd. de sección. Podía ser la de notas de sociedad (noviazgos, bodas, divorcios, cuernos…. incluso, necrológicas). O que le mandase a las crónicas del fútbol base. Fíjese como sentaron sus denuncias, en la cúpula que manda desde la quinta planta. Poner en el disparadero al novio, o lo que sea, de la hija de D. Lorenzo, tiene bemoles. En este momento es un afamado concejal y Vd. lo tritura con sus graves sospechas. Por otra parte, esa entidad financiera, que sustenta otra de sus exageradas denuncias, está manteniendo este barco a flote, en la actual crisis económica. Debía de saberlo, en aras a su sagacidad. Una conocida empresaria de la construcción, que Vd. trata sin misericordia en el escrito, tiene una gran afinidad afectiva con el hermano de D. Lorenzo. Vamos, que están liados o saliendo juntos. Para qué seguir….. Vd. es valiente y trabajador. Pero tiene que tomar aún muchos Pelargones. Me pregunto, una y otra vez, con tanta investigación sobre las corruptelas de la macro operación inmobiliaria  ¿No se le ocurrió profundizar en las biografías de todos esos personajes que aparecen denunciados en su texto? Se ha comportado como un pipiolo o pardillo adolescente dispuesto a comerse el mundo para sus ideales. Por supuesto que es necesario ser valiente. Pero no olvide que en toda batalla, la estrategia se encuentra asimismo aliada con la prudencia

Aquella tensa escena con Escamilla fue la más importante de las lecciones de periodismo que Alejo Francés había recibido desde su añorada etapa de carrera universitaria.

Han pasado ya muchos meses, desde aquella terrible exposición argumental que Alejo tuvo que escuchar y soportar, un caluroso lunes de julio con efecto invernadero en el ambiente, experiencia que nunca en su vida olvidará. A fin de evitar más humillaciones, tomó la drástica decisión de abandonar la empresa de sus ideales, donde esperaba llegar a lo más alto. En la actualidad trabaja como asesor, para los medios de comunicación, al servicio del líder de un afamado partido político ecologista, que tiene posibilidades de ganar algunos escaños para el Congreso, en las próximas elecciones generales a Cortes. Además, está saliendo con la sobrina de un capitoste de gran influencia en el mundo literario. La editorial que dirige posee un gran prestigio en los cenáculos literarios. Caty (la sobrina del empresario) está abriendo las puertas para que, en un futuro, Alejo pueda publicar el libro que en la actualidad escribe. El periodista quiere seguir probando suerte en el mundo de la comunicación y las letras. Ya tiene título para su obra literaria: Ética y prudencia, como valores necesarios en el ejercicio de la prensa.- 


José L. Casado Toro (viernes, 14 Agosto 2015)
Profesor

No hay comentarios:

Publicar un comentario