viernes, 10 de enero de 2014

ANTE EL RETO DE UN NUEVO AÑO QUE COMIENZA.


Numerosas felicitaciones (seguramente, han sido millones) se han intercambiado, por la inercia de la bondad, durante estas recientes fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes. Cada una de estas positivas misivas han llevado en su contenido mensajes, más o menos ingeniosos o rutinarios, que portaban los mejores deseos, de manera especial para la nueva anualidad que apenas acaba de comenzar. Finalizadas estas cíclicas efemérides ahora, ya con más serenidad en este renovado momento de un enero para los cambios, afrontamos, con dudas y esperanzas, los nuevos meses que nos llegan en el calendario. Pero, al tiempo, también debemos reflexionar, con la racionalidad y experiencia necesaria, sobre estos doce meses que ya se han ido, repletos de avatares, ejemplos y testimonios documentales para la Historia.
 
Echando la mirada al extinto calendario observamos, con paciente pesar, la continuidad de  la imperativa política de recortes económicos, para casi con todo, llevando éstos aparejados el sufrimiento subsiguiente de la ciudadanía; el paro laboral sigue lastrando, con patéticas cifras, el drama familiar y social que habla de carencias insoportables e injustas; el sistema financiero dice haberse saneado y reestructurado, pero con el voraz sacrificio impositivo correspondiente y el rescate de los organismos internacionales; los brotes de corrupción emergen, de acá para allá, en instituciones, grupos políticos y personalidades, arrasando credibilidades y fidelidades ideológicas; parece que el comercio exterior recupera algo de fuerza y ese ya “familiar” dato de la “prima de riesgo” se mantiene, con fortuna, a la baja; los servicios públicos, gestionados por las distintas instituciones, retroceden en sus prestaciones de forma decepcionante, con sus ya conocidos y graves problemas de liquidez, “castigando” de manera especial y lamentable a la sanidad y a la enseñanza pública. Las cargas tributarias o impuestos han continuado con su agobiante escalada, penalizando a los sectores sociales menos favorecidos. Las distintas huelgas, manifestaciones, asambleas y otras modalidades reivindicativas, han ido poniendo de manifiesto la evidente tendencia gubernamental en favor del sector empresarial privado, en perjuicio de la función pública. La programación ideológica conservadora del grupo político que ganó las elecciones, en el 2011, se va imponiendo, con el aval y el rodillo de su mayoría absoluta parlamentaria, de forma rígidamente puntual, en todos los planos de la vida alejándonos, con el mayor desaliento, de las conquistas y avances progresistas conseguidos en décadas. ¿Para qué seguir….. si todo es tan evidente, a pesar de la manipulación descarada por parte de tantos medios y voces afines, militantes en el siempre interesado sectarismo ideológico más ultraconservador? Hablan y hablan de recuperación, aunque siempre….. para el año siguiente. Pero la aritmética de las cifras macroeconómicas son tozudas en mostrar la cruda realidad frente al deseo.

Mientras tanto, la sociedad sigue aturdida, desconcertada, resignada, hastiada y sacrificada frente a tanto descaro e impudicia, cuando se nos quiere convencer de que el mar ya no es azul o de que las plantas han dejado de alegrar esas largas tardes en Primavera. Mal que les pese, el oleaje continúa llegando a las playas y la naturaleza continúa haciendo brotar sonrisas, con el limpio color y aroma que nos saben regalar generosamente las flores.

Ciertamente, los buenos deseos, para la anualidad entrante no han de programarse como inalcanzables utopías o milagros labrados en la creativa literatura de ficción. Han de ser planteamientos sencillos, realizables, basados en la inexcusable lógica y racionalidad del sentido común. No son imposibles o panaceas inalcanzables, sino gestos y voluntades que nos resistimos a no seguir propugnando, a pesar de que la voluntad de quien tiene que llevarlos a cabo se muestra terca o ciega ante lo inaplazable de su realización.

La ciudadanía reclama y exige, a la clase política dirigente, la humildad y grandeza de la negociación, con saludable concertación para el diálogo. Sea la izquierda, el centro o la derecha ideológica, cuando imponen a marcha martillo sus coyunturales mayorías absolutas parlamentarias, demuestran la carencia del más elemental sentido de Estado. Tú impones ahora una ley educativa, laboral o sanitaria, con tu pobre soledad mayoritaria pero no dudes que, cuando yo esté en esa cómoda  situación decisoria, cambiaré toda la estructura educativa, sanitaria o laboral, en concordancia con la línea sectaria que me identifica. Esa es la patética línea política que identifica a los dirigentes de la “cosa pública” en nuestro país. Pacientemente, la sociedad contempla, atónita, aburrida y desalentada, como aquellos que tendrían que dar ejemplo de consensos, armonía y racionalidad, se tiran “los trastos a la cabeza” con prolongadas descalificaciones, zancadillas, engaños y desvergüenzas. No resuelven con inteligencia los problemas y las dificultades. Su gran esfuerzo se centra en establecer tozudamente sus ideas y en despreciar, por sistema, los argumentos alternativos de quien no milita, activa o pasivamente, en la “secta” o grupo que los identifica. Y, cada equis tiempo, aún pretenden que sigamos avalando con nuestro voto sus egos partidistas. Cuando llega ese día, solemne para el ejercicio democrático de la ciudadanía. la inercia popular aún les sigue apoyando, para su regocijo, intereses y desalentadoras aventuras. El sentido de Estado y las promesas en campaña pronto desaparece, para que permanezca impasible el egoísmo de sus ambiciones. Pensemos en una simple posibilidad ¿Y si las urnas se llenasen, durante esa jornada para el limpio ejercicio democrático, de millones de papeletas en blanco? ¿Cómo se les quedaría el rostro, a esos “trileros” de la palabra y la manipulación interesada?

Pasemos a otro deseo, notoriamente más grato, dada la realidad en la que estamos inmersos. Siempre vitaliza y compensa nuestra cita pendiente con el entorno natural. Caminar y pasear por estos paisajes, plenos de luz, color, aromas, silencios y vida, nos permite ir recuperando algo de nuestra mejor identidad con las raíces de la Creación. En los momentos más amargos, en los que casi todo carece de sentido o racionalidad, la naturaleza sabe transmitirnos su sosiego, su belleza y armonía, ya sea recorriendo, observando o disfrutando de todos los elementos biológicos que estructuran y armonizan su limpia existencia. Allí, se respira mejor. Allí, se reflexiona con mayor sensatez. Allí, la competitividad económica que nos degrada en la materialidad desaparece, en concordancia con la generosidad de la pureza espacial compartida. Allí, te sientes más acompañado que en esa soledad bulliciosa de las grandes urbes densificadas. Ese ir y volver a la naturaleza, es uno de los mejores deseos que se pueden recomendar a las personas allegadas en el afecto.

¡Que tengas una buena salud! Otro buen deseo que compartimos con todos nuestros amigos y conocidos. Es evidente que este objetivo ha de mantener su primacía, en el listado jerárquico de nuestros proyectos para la inmediata anualidad. Se argumenta y explica por sí sólo. Una salud degradada, condiciona negativamente a la persona, impidiéndole que pueda desarrollar su existencia en plenitud o, al menos, establemente normalizada. Algunos, con el acierto de la obviedad, mantienen que es lo mejor que debemos desear para nuestros semejantes. También, es obvio, para nosotros mismos. Pero el destino individual es un misterio y, no pocas veces, los mecanismos orgánicos y el propio “fuselaje” entran en deterioro. En este sentido, cada uno debe colaborar para que ese inalienable objetivo de la buena salud se cumpla año tras año. ¿Cómo? Haciendo una vida sana y equilibrada. En lo material, aunque también en lo psíquico o anímico. Hay caminos para ello. Una  alimentación racionalizada, priorizando frutas y verduras, la maravillosa rutina del ejercicio físico, con la programación adecuada y compensada para desarrollar en el día. No, no es imprescindible acudir a grandes gimnasios o estructuras deportivas. ¿Puede haber un mayor placer que el simple hecho de caminar, por entornos rurales o urbanos….. o el desplazarte libremente en el agua, a través la saludable práctica de la natación?

¡Que encuentres pronto ese trabajo! el cual te va a permitir sustentar la autoestima como persona útil para el ejercicio sociedad! Ese precepto, que también es derecho constitucional, se ve mancillado por una sistema que prioriza los intereses macroeconómicos de los poderosos, posponiendo el sufrimiento de los millones de personas que quieren, pero no pueden, trabajar. Carreras, títulos, currículums, destrezas y aprendizajes, se ven bloqueados en su utilidad porque determinados organismos, de naturaleza política y económica, anteponen la ortodoxia egoísta de unas cifras o décimas estadísticas en el déficit, a la inversión necesaria para dinamizar la economía y la oferta laboral. Ese es el dios capitalista. Millones de parados, recortes sociales y, como contrapartida, millones de euros para “sanear” a las entidades financieras. Y en la Historia hay muchos ejemplos de cómo salir de estas crisis cíclicas….. del capitalismo. Si un gobierno detrae poder adquisitivo para sus ciudadanos la maquinaria económica, por el imparable efecto dominó, se contraerá más y más, en perjuicio siempre de los más débiles. ¿Cuántos parados había en España hace dos años y cuántos hay ahora? Resulta admirable la lucha diaria de tantas personas por conservar o encontrar un trabajo. ¡Que encuentres pronto ese ansiado puesto laboral!

Y, por supuesto, aquello que mejor ilumina la trayectoria vital en las personas. Desear la asunción, ejercicio y propagación de valores. En este punto podrían y deberían anotarse un largo listado de preciados objetivos que, hoy día, se ven enmohecidos, aparcados y abandonados para su necesaria e inexcusable puesta en escena. Citemos algunos de los que en este momento se acercan a nuestra conciencia. Lo hacemos sin prelación ordinal alguna, aunque su listado abarcaría el espacio de abundantes líneas e incluso páginas. El esfuerzo, la bondad, el respeto a los demás, el respeto a nosotros mismos, la honradez, la amistad, la verdad, la concordia, la generosidad, la vitalidad, el amor, la modestia, la valentía, la conservación y cuidado del medio ambiente, la educación, la salud, la prudencia, la solidaridad, la sonrisa, la sencillez, el estudio, el trabajo bien hecho, la cooperación, el placer de leer, el equilibrio ecológico, las energías limpias, el cine, el teatro, la actitud responsable, la cultura, saber escuchar, saber decir no, saber decir sí, la racionalidad, el buen ejemplo, la fuerza dinamizadora de la  palabra, la virtud del  silencio, la alegría como insignia, la paz …..

Sin duda, faltan algunos. Pero no resultaría fácil eliminar aquellos que sí aparecen sugeridos en esta relación. En no pocas ocasiones, el estrés que marca y dicta el reloj, los egos dominantes, las opciones materialistas, la competitividad social, eclipsan muchos valores que, sin duda, mejorarían y ennoblecerían nuestro comportamiento en cada uno de los días. En este sentido, mirando al nuevo curso de doce meses en el calendario que nos espera, la más inteligente de las propuestas u objetivos ha de ser conseguir recuperar muchos de todos esos valores que permanecen como borrados o nublados en las prioridades de nuestras respuestas. Frente a una triste etapa, lastrada por los retrocesos y la pesadumbre, el camino de los valores puede hacernos recuperar ese creer y confiar en significados alternativos para unas vivencias sustentadas en los pilares alegres de la esperanza.-


José L. Casado Toro (viernes, 10 enero, 2014)
Profesor



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