viernes, 16 de marzo de 2012

UNA PRIMAVERA, YA MUY CERCANA, PARA LA NECESIDAD.

Hay artículos que poseen un algo especial. Son de naturaleza recurrente, para esos momentos del año en que se nos avisa de su siempre deseable presencia. A muy pocos días, aquí en el Hemisferio Norte, nos visitará el Equinoccio de Primavera. Este año, 2012, dicen los meteorólogos que llegará, exactamente, el martes 20 de marzo. El Observatorio Astronómico Nacional, dependiente del Instituto Geográfico vinculado al Ministerio de Fomento, nos indica incluso la hora astronómica exacta: a las 6 h, 14 m, de esa fecha, en la que la luminosidad del día se igualará a la “oscuridad” de la noche. El Hemisferio Sur iniciará, paralelamente, el Equinoccio de Otoño. Y ¿qué significado tiene ese “Primer Verdor”, que es la semántica de la palabra Primavera?

Para muchos, en la generalidad de lo humano, supone una renovación. No sólo en lo físico, que impregna necesariamente al medio natural, sino también en el talante, en las actitudes, en el ánimo de lo psicológico. Como expresaba hace unas líneas, la luz potencia su fuerza en la duración de los días (en realidad, estamos creciendo en esa tendencia desde el 22 de diciembre). Y el color verde de la vegetación se hermana con otras muestras cromáticas que adornan y alegran nuestra visión. La flores se visten con sus mejores ropajes y, de manera solidaria, nos regalan ese grato olor que impregna el aroma de lo natural. Un paseo por el campo, ese andar por la arena junto a las olas, un ratito por los jardines de la ciudad, supondrán gratas e inmejorables oportunidades para percibir que entramos en una estación que susurra la acústica de la renovación. También gozaremos con esa brisa plateada que trae en sus alforjas el agua, la luz y la inmensidad celeste que nos cobija. Por supuesto, no podemos ignorar las incomodidades que, a no pocas personas, afectan estos cambios en la meteorología. El polen, las alergias, las erupciones cutáneas, nos señalan, con su acción, cada vez más generalizada, que los equilibrios orgánicos se tornan más vulnerables ante el tipo de vida que dibujamos en nuestra trayectoria. Muchos de nuestros hábitos, no sólo los alimentarios, que presiden la rutina en los días, potencian ese desblindaje que empobrece con intensidad nuestras resistencias. Es el precio que, neciamente, habremos de pagar por un crecimiento y un desarrollo cuya sostenibilidad es más que discutible. A nadie se le oculta que ese cambio climático, con la inquietud que sentimos por sus presagios, no se debe conjugar con el tiempo futuro. Lo tenemos ya aquí, con sus zarpazos indefinibles en lo violento y caótico, ante la “ciega” terquedad de los gobernantes y los gobernados.

Reflexionando, a nivel “local” (no me refiero sólo a nuestra provincia o Comunidad Autónoma, sino a todo el Estado) esta Primavera 2012, que está al caer, la necesitamos con más premura que nunca. Y utilizo este término, porque difícilmente podemos respirar una atmósfera más depresiva e incrédula para las vivencias. Obviamente, colectivas. Pero también, individuales. Y es que el panorama que se divisa, desde tantas y tantas cotas en el mirador de las conciencias, exige renovación, sensatez, honradez y verdad. Ya conocemos cuál es el concepto opuesto, en el significado, de esta última palabra. Vayamos por partes. Nos asomamos a las páginas de Internet, a las pantallas de la televisión, a las ondas radiofónicas o al soporte en papel de la prensa mediática. Puede resultar gravosamente lesivo darse un atracón con los contenidos que cada día y hora nos “regalan”. Si de ahí mantenemos la temeridad de escuchar a los que toman decisiones, tras el veredicto de las urnas, las consecuencias son más que desalentadoras. ¿Con qué se nos va a “amenazar” mañana? Esas fórmulas del no invertir, del recortar todo lo recortable, y aún más, en el supuesto “Estado del bienestar”, esas “alegrías” para abaratar el despido……

Mire Vd. si ahondamos la descapitalización, no habrá consumo. Como consecuencia, también bajara la producción. Si no hay producción, no habrá trabajo. Si no hay trabajo, el “parado” contraerá su consumo. Podemos seguir “viajando” por los eslabones de la cadena. Volveremos al eslabón inicial pero, ahora, con la bola de nieve temerariamente más engrosada. Plena de angustia. De contracción. De consolidada depresión. Y menos mal que los empresarios se muestras conformes con las medidas gubernamentales…. Todo, todo muy coherente… para sus intereses ¡No faltaría más! Pero los consorcios financieros mundiales, esos que ponen y califican, con sus esotéricas normativas, aún parecen que no están satisfechos. Aún quieren apretar más el oxígeno existencial de nuestra necesidad. Alemania, Francia, los organismos supranacionales (más decisorios que nunca, para la pobre realidad soberana de los Estados)…….. Toda esta gente, ¿dónde, dónde estaban, cuando los gobiernos invertían e incrementaban los déficits, para sostener el crecimiento de las distintas economías? Ahora, la imperativa o ejecutiva consigna es la de reducir, recortar. Y contraer. Pero ¿de dónde? ¿De la sanidad? ¿De la educación? ¿De las obras públicas? ¿De la sostenibilidad en el ecosistema? ¿De la investigación? ¿De la política cultural? ¿De los derechos laborales del trabajador? Y de ahí, muy cerca, a la tentación del IVA, las pensiones o la privatización generalizada de los servicios sociales básicos. No, nos engañemos. Así es, así son los ciclos, los ciclos pendulares en el tiempo del sistema capitalista. Tras este sombrío panorama ¿necesitamos, o no, esa terapia primaveral para nuestras vapuleadas perspectivas vitales?

Aquel despierto alumno planteaba, desde los escaños racionales de la cultura, una lógica y “sencilla” pregunta, ante el turbio panorama que nos aturde. “Y de esta situación ¿cómo se puede salir, Profe?” El docente miró, primero, al cielo. A los pocos segundos, fijó su vista en la tierra. En ese brevísimo espacio de tiempo, se repetía, para su conciencia, aquello de “he de responderle. No puedo traicionar su confianza”. Con serenidad, expresó didácticamente su opinión. Dijo algo así. Hay legiones de especialistas, versados en la ciencia económica, repartidos por todos los Estados que pueblan el universo terrenal. Hay “ejércitos” de políticos, de muy diferente signo y color ideológico, por todo el orbe, que adoptan decisiones de gobiernos durante todas las horas del minutero. Tenemos organismos de todos los colores y caracteres, que acogen en su seno a los países más consolidados y prestigiosos del Planeta. Y con tan preclaro capital humano y científico, no saben, esa es la verdad, la pura realidad, acerca de cómo arreglar este descompensado laberinto económico mundial. Y en esa estamos. Pero, vamos a pensar con frialdad y sensatez. Me pides una respuesta. Y un Profesor nunca debe defraudar la confianza de aquéllos a los que enseña y aprende, al tiempo.

En tiempos de bloqueo, contracción y letargo, tiene que haber un motor, una maquinaria, que comience a tirar, a engrasar, a dinamizar y vitalizar esa macroestructura que sostiene la producción y el consumo. ¿Tu crees que esa maquinaria dinamizadora, va a surgir del “angelical” capitalismo empresarial? No, yo tampoco me lo creo. Una vez más, tendrán que ser los Estados, con sus gobiernos respectivos, elegidos por sus ciudadanos, los que den el primer paso. Con déficits o superávits. Plantándoles cara a los que verdaderamente mueven, desde las cloacas en la sombra, o a la plena luz del día, todo este entramado. Esos que nunca pierden y siempre ganan. La banca y los grandes consorcios financieros. Ahí, y sólo ahí, está el origen de esta gravísima crisis que padecemos. Esos gobiernos deben generar y potenciar las infraestructuras. Organizar grandes obras públicas. Potenciar los créditos baratos, para los más necesitados. La reducción de los impuestos indirectos. Incrementar la liquidez en las familias, para dinamizar el consumo y la producción. Regulando, con mano de acero, el mercado inmobiliario. Por supuesto, también el mercado financiero. Sería, a modo de ejemplo, como ese motor de arranque que ayuda o posibilita que toda la corporeidad del automóvil comience a funcionar. Por ahí, precisamente por ahí, habría que empezar. Y volviendo al principio. Los empresarios, por su propia naturaleza sociológica, no son las admiradas Hermanitas de la Caridad. Están ahí, sólo para ganar. Cada vez, más y más. Y cuando sus beneficios retroceden, no conocen a nadie. Sólo a ellos mismos y a sus egoístas intereses. Intervencionismo dinamizador. Pero no para empobrecer. Sino para motivar el crecimiento y no hundir el relativo estado de bienestar de los ciudadanos, con las prestaciones sociales necesarias. ¿Qué otra cosa fue lo que hizo F.D. Roosevelt, allá en los años treinta, del pasado siglo? Y en un contexto muy complicado, adobado letalmente por la locura nazi y su imperialismo nacionalista, que provocó la 2ª Guerra Mundial. 50 millones de pérdidas humanas. Con todas sus dolorosas secuelas añadidas. Y puede resultar terriblemente sarcástico. Pero aquella terrible y dramática locura bélica “colaboró” en la salida de la crisis económica del 29, made in USA. En el aula de clase no se percibía, en ese momento, sonido alguno que interrumpiera las reflexiones que cada uno de los presentes construían en su privativa racionalidad.

Sí, necesitamos el espíritu revitalizador de la naturaleza, con la fuerza admirable de la Primavera. Es necesaria la luz de la purificación, frente a la contaminación de la oscuridad. Es necesaria la farmacopea de la verdad, ante tanta manipulación y engaño. La solidaridad debe sobreponerse ante el lodo cenagoso del egoísmo. La humildad responsable debe actuar como ariete contra la arrogante soberbia. La fe, en la capacidad de lo humano, debe priorizarse contra la degradación decadente de la pasividad.

Un año más, esa vital estación meteorológica, que nos hace sonreír, se encuentra próxima, a punto de llegar. En lo climatológico, nuestra ciudad, y otros parajes del entorno, hace semanas que ya respiran y sienten en Primavera. Observemos los árboles y sus frutos. Gocemos de los jardines. Captemos el aroma de las flores, adornadas con esos bellos atuendos imposibles de imitar, ante la belleza intrínseca que atesoran. Confiemos en un más pronto amanecer, para el saludable despertar en las conciencias. Y en un más tardío anochecer, que posibilite e incremente el dinamismo, por el aprovechamiento creativo de la imaginación y la vida. Renovación. Ahí, muy cerca ya, se aproxima la Primavera. Recibámosla con alegría, responsabilidad y esperanza. La luz siempre será más hermosa que la oscuridad.-

José L. Casado Toro (viernes 16 de Marzo, 2012)

Profesor

http://www.jlcasadot.blogspot.com/


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