viernes, 4 de febrero de 2011

LA NECESIDAD DE UN BUEN DESAYUNO, PARA MEJORAR LA JORNADA ESCOLAR.

¿No os he hablado de ella? Patri es una de esas chicas que se hallan en flor para esa maravillosa y vital etapa de la juventud. Esa juventud que no entiende de años, pero que se vive de manera especial en la segunda década de nuestras vidas. En plena adolescencia. Durante este curso se halla integrada en el grupo de mi tutoría, un tercero de la E.S.O. junto a otros veintiséis compañeros de ciclo. Ya, el año pasado, tuve la oportunidad de conocerla, pues era una de mis alumnas en Ciencias Sociales. Para su corta edad, catorce lindas primaveras (y es que vino al mundo en uno de esos días que dan paso al mes de abril) está muy bien desarrollada, tanto en estatura como en el resto de su complexión corporal. Esos ojos brillantes, con la limpieza cromática del mar (hoy me parecen azulados y mañana me reflejan el verde naturaleza) se hallan en un afilado rostro enmarcado por una suave melena de color castaño que reposa sobre sus pequeños hombros de mujer. Nos regala, con bastante frecuencia, una tierna sonrisa, precursora de un colorido rosáceo en los pómulos con los que denota su infantil timidez. Viste ese chándal ajustado que siempre le guarnece…. ¿rojo o un rosa anaranjado? Y calza un amplio juego de botas de baloncesto, que sirven más para llevar que para practicar el deporte de la canasta, intercambiadas según la semana. No es precisamente brillante en los estudios pero, hace unos días hablando con ella en esos minutos del recreo, me dijo algo que, conociendo su cortedad expresiva, me emocionó, aunque disimulé en el tacto respondiéndole con un “gracias” muy afectivo. “Profe, me voy a esforzar porque me daría mucha vergüenza defraudarle una vez más”. ¿Su familia? Grupo social medio/bajo, vive con su padre, camarero de un bar cercano al Instituto, y con su actual compañera, una chica de veintipocos años que tiene turno de tarde en ese Centro Comercial de apellido francés. Su mami genética hace cuatro años decidió irse con un niñato a lo maniquí, parece que con dinero de origen dudoso, y ahora apenas la ve. No se lleva mal con una madrastra que le ofrece, según Patri, un cierto cariño pero que no duda en castigarla cuando se ha portado mal. “La verdad, Profe, es que siempre ha sido justa conmigo. No puedo tener queja.” Su amiga íntima de bloque, barrio y grupo es Marta, una estupenda cría con problemas familiares muy complicados pero que, para Patri, es como una verdadera hermana.

Y ocurrió aquella mañana de enero, tras la vuelta de vacaciones. 9,50, ya en la segunda hora de clase. Trabajábamos un tema de Geografía Económica, cuando te levantas de tu asiento, observo que te acercas a la pizarra, mientras yo sostenía en una de mis manos el micro y en la otra un trozo de tiza. Te veo un poco pálida, pero en invierno es más que frecuente que casi todos perdamos algo de tonalidad en la piel. Me dices que no te encuentras bien y que necesitas salir. A media voz, te respondo que “por supuesto”. Y aunque no es muy frecuente en mí ese gesto, reclamé a Marta que hiciera el favor de acompañarte. Tal vez fue la intuición derivada de muchas horas y años de clase. Apenas te acercas a la puerta, sufres un desvanecimiento. Quiero reconocer y valorar que tus compas reaccionaron con una madurez impropia de su edad. Rápidamente te colocaron tendida en el suelo sobre un chaquetón solidario y te apoyaron la cabeza en un par de jerseys. Pedí que no te agobiaran, a fin de que pudieras respirar, y mandé a un par de alumnos rápidos para que fueran a la Jefatura de Estudio o a la Sala de Profesores e informaran de lo sucedido. Les dije que en el Parque de Bomberos, vecino al Instituto, hay siempre unos médicos de guardia para los primeros auxilios. Afortunadamente te fuiste recuperando y, cuando una sanitaria de Protección Civil llegó a nuestra aula, ya estabas sentada en una silla, forzando una sonrisa en ese cuerpo y alma de ángel que siempre he visto en tu persona. Comprueban la tensión arterial y la doctora me comenta en voz baja “creo que ya sé lo que le ha ocurrido”. Patricia ¿qué has desayunado antes de venir al cole? ¿Qué cenaste anoche, Patri, repetí? Desde ayer al mediodía, me confiesas que apenas has tomado alimento. Cenaste muy poquito y esta mañana te has venido para las clases sin haber desayunado. Te ha provocado una baja profunda de tensión o el azúcar…. y nos has dado un buen susto a todos. Especialmente para aquellos que, con el mayor afecto, te apreciamos.

Como Profesor, siempre dediqué una de las horas para la tutoría colectiva, en el tratamiento razonado de tomar un buen desayuno ante de comenzar a trabajar, en las clases o en cualquier otra actividad. Más adelante aportaré un esquema de la organización de esta sesión educativa. Lo que lamento es no haber dedicado la oportunidad necesaria para hacer un buen estudio sobre esta temática, cuando me hallaba en activo durante el ejercicio de mi profesión. Ahora que acabo de pasar al “ejército de reserva” me temo que no voy a poder realizar ese estudio con los necesarios datos de acción directa. Pero estoy seguro que alguno de mis compañeros estimarán la conveniencia de encuestar a sus alumnos para, tras el análisis de sus respuestas, estudiar las causas, condicionamientos y consecuencias de ese hábito, bastante generalizado según opiniones y actitudes constatadas a diario. Datos que deben ser contrastados con los recabados en otros centros educativos, tanto de la zona donde está enclavada nuestra comunidad escolar como de otras áreas sociológicas diferenciadas en el espacio urbano. Ese estudio finalizaría con un listado de sugerencias y aportaciones a fin de paliar o mejorar esa relajación ante el alimento, ante de iniciar la jornada diaria de clases. Una gran mayoría de alumnos, según confiesan, toman el primer alimento del día a partir de las 11,15 h. Cuando comienza la media hora de recreo. Antes han recibido y participado ya en tres horas de clase. El rendimiento psico físico, durante esas tres sesiones didácticas, se ha tenido que ver ineludiblemente afectado por la carencia de nutrientes a que el organismo ha sido sometido. El equilibrio orgánico, la concentración mental, la potenciación intelectual, el ánimo y voluntad para la participación colectiva en las actividades de aprendizaje, el nivel disciplinario, la atmósfera solidaria, el interés y la voluntad general….. todo ello puede haberse visto afectado por el retroceso carencial. Es un coste muy severo para el rendimiento, sea en las Matemáticas, el Lenguaje, los Idiomas, la Geografía o la Formación Física…. Para el valor más importante de una comunidad educativa: la formación de esos hombres y esas mujeres, muy jóvenes, en las etapas regladas de su aprendizaje.

Muchas de las familias no son conscientes, en su irresponsabilidad, acerca de estas situaciones carenciales en la que están sumidos sus hijos cuando se desplazan a los Centros escolares. Entiendo que la rebeldía juvenil de que estos jóvenes hacen gala impide una acción positiva de no pocos padres y madres, que se esfuerzan inútilmente en que sus hijos tomen ese primer alimento de la mañana. Por ello, desde la acción tutorial hay una interesante e imprescindible labor a realizar. Razonar y dinamizar una toma de conciencia en los propios alumnos, a fin de que asuman la racionalidad y conveniencia de modificar sus hábitos alimenticios.

ESQUEMA DE UNA SESIÓN DIDÁCTICA PARA

LA HORA DE TUTORÍA COLECTIVA.

UN BUEN DESAYUNO, PARA HACER

UN BUEN DÍA

a) ¿CÓMO FUNCIONARÍA EL MOTOR DE UN VEHÍCULO,

sin tener apenas gasolina en el depósito o con un combustible inadecuado?

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b) Estamos gastando energía, con sólo respirar. SE CONSUME ENERGÍA al andar, al correr, al saltar, al practicar algún deporte o esfuerzo. Pero también lo hacemos, cuando estudiamos, leemos, escribimos, pensamos y escuchamos. Con estas actividades intelectuales, realizamos un gasto importante de nuestras reservas energéticas. En ese momento de actividad física o intelectiva, consumimos hidratos de carbono, vitaminas de diferentes modalidades, sales minerales, hierro, potasio, magnesio, grasas, etc.

b) ¿Y qué me ocurre cuando me faltan esas sustancias en mi organismo o no las poseo en cantidades o porcentajes suficientes para mi edad en desarrollo?

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DESGANA, APATÍA, DESILUSIÓN, FLOJERA, APLANAMIENTO, PASOTISMO, INSEGURIDAD, RECHAZO AL APRENDIZAJE….

d) ¿CUÁNDO HACEMOS EL MAYOR ESFUERZO MENTAL EN EL DÍA?

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Por las mañanas, durante las horas de clase. También cuando estudiamos por las tardes.

e) ¿POR QUÉ NO DESAYUNAMOS DE MANERA ADECUADA, antes de venir al Instituto?

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- No tengo ganas al levantarme.

- No se apetece tomar alimento tan temprano.

- Me he acostumbrado a no desayunar.

- A las once y cuarto, en el recreo ya tengo apetito.

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f) ¿QUÉ PODRÍA HACER, AL LEVANTARME, PARA HABITUARME A DESAYUNAR?

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- Abandono la cama un poquito antes, de lo que en mí es usual.

- Realizo unos pequeños ejercicios, al levantarme.

- Pongo un poco de música, que me estimule el ánimo.

- Miro al espejo mi cara de enfado y trato de sonreír.

- Me propongo una ilusión, para el nuevo día que comienza.

- Siempre habrá algo en el frigorífico o “alacena” que se me apetezca a esas horas tempranas.

Me costará hacerlo los primeros días.

Después, ya será un hábito cotidiano, como el ducharme y vestirme.

g) ¿QUÉ ALIMENTOS SON NECESARIOS a la hora de iniciar la actividad diaria?

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- CALCIO:

Leche (desnatada, semi, entera, fría, caliente, con cacao, con vainilla…)

Yogurt (sólido, líquido, desnatado, batido, natural, azucarado, con frutas….

Queso: fresco, cremoso tipo Filadelfia ….

- HIDRATOS DE CARBONO y FIBRAS

Galletas, pastas, bizcocho, tortas, cereales, muesli, arroz cocido, frutas ….

- VITAMINAS:

zumo de naranja, manzana, pera, kiwi, aguacate…..

- PROTEINAS

Bacon, huevos (cocido, tortilla, frito) jamón cocido….

PRUEBA A ROTAR ESTOS ALIMENTOS.

¿HAS DISFRUTADO UNA REBANADA DE PAN TOSTADO CON UN POCO DE ACEITE DE OLIVA?

h) Intervenciones, aportaciones, sugerencias, otros comentarios. REFLEXIÓN FINAL.

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COMPROMISO DE UN BUEN DESAYUNO,

ANTES DE VENIR A CLASE.

ORGANIZACIÓN, POR LOS ALUMNOS, DE

UN DESAYUNO COLECTIVO

EN LA HORA DE LA PRIMERA CLASE: 8,15 de la mañana.

Dialogué con la madre de Patri, Carmen, acerca de la situación que había protagonizado su hija. Me ofreció una disposición muy receptiva y favorable a no permitir que la joven viniera a sus clases con el estómago vacío. Le indiqué que, en estos primeros momentos de control, habría que dosificar la paciencia con una cierta rigidez. Quedó en llamarme por teléfono el día en que la actitud hostil de Patri frustrara sus buenos objetivos. He de añadir que, una vez más, esta querida alumna no me defraudó.-

José L. Casado Toro (viernes, 4 febrero 2011)

Profesor

http://www.jlcasadot.blogspot.com/

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