sábado, 19 de abril de 2025

EXTRAÑA AMISTAD VIAJERA

De forma mayoritaria, las personas que participan en el programa nacional de turismo social, bajo las siglas del IMSERSO, viajan en parejas. Matrimonios de avanzada edad, amigas vinculadas a asociaciones o a la vecindad, el abuelo con una sobrina o una hija, una madre con su hija, etc. es la imagen usual que observamos en los grupos viajeros. Sin embargo, va resultando también destacable la presencia de hombres y mujeres que viajan solos. Esta realidad se percibe, de manera especial, cuando se baja al restaurante del hotel para efectuar los desayunos, los almuerzos y las cenas. También ocurre lo mismo en las diversas actividades que se organizan y en aquellas excursiones que se contratan durante las lúdicas estancias. 

Estas personas mayores no tienen quien los acompañe, aunque también puede ser que algunos de los viajeros prefieran hacerlo solos. Todo ello refleja el signo de los tiempos, en el que hay que habituarse o estar preparado para caminar en soledad. 

La historia que vamos a narrar se desarrolló durante una estancia de turismo social, con destino en la localidad costera de Guardamar del Segura, en la provincia mediterránea de Alicante. Dos de los viajeros del grupo eran SALVA y PATRICIA. La activa y muy positiva actitud de Salva propició una insólita y alegre amistad, para estos dos integrantes del grupo que viajaban sin acompañantes.

El autocar había llegado al hotel en la tarde avanzada.  Apenas los viajeros tuvieron tiempo para subir los equipajes a las habitaciones, pues bajaron con comprensible presteza para hacer la primera cena. La mayoría del grupo, un tanto cansados, se fue pronto a la cama, dejando las actividades de animación para el día siguiente. En hora temprana, cuando Salvador Montoya entró en el restaurante para desayunar, tras echar una amplia visual buscando un lugar “adecuado” para sentarse, se dirigió a una mesa para dos, en la que estaba desayunando una bella mujer, componente del grupo viajero, que no aparentaba llegar a los sesenta, sino muchos menos. Con una sonrisa en la boca y manteniendo una exquisita cordialidad, pidió permiso a la compañera de grupo para poder compartir la mesa. Su interlocutora, en principio mostrando una correcta sorpresa, supo de inmediato reaccionar de forma positiva y amable. De inmediato Salva planteó a su compañera una simpática e inteligente propuesta.

“Los dos procedemos de Málaga, pues hemos hecho el viaje en el mismo autocar. Ciertamente no nos conocemos de nada, pues las ciudades son muy grandes y no habremos coincidido en otra oportunidad. Bueno, mi nombre es Salva. Parece evidente que viajas sola, lo mismo que yo hago ¿Qué te parece si compartimos algunos ratos en esta semana de vacaciones y con ello conseguimos que la experiencia de Imserso se nos haga más grata? Por supuesto, para evitar malentendidos, cada uno posee su propia habitación. Pero algunas comidas, los gratos paseos por la localidad, las excursiones, si se realizan en pareja, resultan más divertidos. Si generamos un poco de confianza podemos obtener más frutos, que si caminamos solos. Vamos a compartir una semana cuyo principal objetivo a disfrutar es salir de la rutina diaria”. 

“Si te parece, después de la reunión que tenderemos en pocos minutos, donde nos ofrecerán información útil para esta semana y también ofertarán las excusiones que organizan y que resultan un poco elevadas de precio, podemos dedicar el resto de la mañana, hasta la hora del almuerzo, en “presentarnos”, resumiendo lo básico o aquello que deseemos comunicar acerca de nuestras vidas. Porque ahora somos dos perfectos desconocidos.  De todas formas, si tienes algún recelo, no pasa nada. Compartimos este desayuno y eso que hemos ganado”.

Patricia estaba asombrada al comprobar la locuacidad, el desenfado, la amabilidad y diligencia del compañero de viaje. Se dijo para sus adentros ¿y por qué no? Ya en el desayuno intercambiaron algunas educadas y a veces divertidas frases. Posteriormente asistieron a la reunión explicativa de Mundo Senior. A su finalización, los dos nuevos amigos dieron un largo paseo, caminando juntos sobre la arena de la playa, a fin de conocer los datos necesarios del compañero respectivo. 

“Pues me toca a mí, que soy el que ha propuesto esta vinculación amistosa y temporal. Además, me parece que soy el mayor de los dos. Entenderás que resumir una vida no resulta fácil, pues hay muchos años acumulados. En mi caso ya he cumplido los 70, siete décadas que han pasado, en mi opinión, muy rápidas. He ejercido la medicina en varios ambulatorios de la sanidad pública. El ser médico de familia me ha generado una gran experiencia, sobre la vida y las personas. Estuve casado con MARGARA, una estupenda y cariñosa persona que una mañana infortunada se me fue. Evito datos de enfermedades, que siempre resultan ingratos. Los cuerpos se “estropean” y no siempre hay repuestos o “reparaciones” posibles. La vida nos dio dos hijos, ya casi cincuentones que, lógicamente, hacen sus vidas con sus respectivas familias. En modo alguno quiero parecer un “estorbo” ni complicarles su necesaria privacidad. Ninguno de los dos reside en Málaga. Nos vemos de tarde en tarde, ya sabes, Navidad, cumples, santos. Viven sus vidas. 

Me entretengo con los paseos por la naturaleza. Como tantos, priorizo el cine, como una santa bendición. Me gusta pintar cuadros de paisajes, pero reconozco que no soy artista de los pinceles. Estoy vinculado a diversas asociaciones culturales y recreativas que en mucho nos ayudan a los jubilados, a fin de compensar esos ratos de soledad que, por supuesto, aparecen cuando menos lo esperas. Me jubilé con 65, un año después del postrer viaje de Margara, quien me decía “procura vivir con intensidad cada día, cada minuto. Así me iré más contenta”. Como a tantos, me ilusionan los viajes y siempre trato de hacer amistades, porque la soledad compartida es menos soledad. El programa de turismo social Imserso es una acertada y lúcida oportunidad para conseguirlo. 

Soy persona normal, que entiende “un poco” del cuerpo y sus travesuras. Además de explorar el dolor del enfermo, siempre me ha interesado o priorizado escuchar a los pacientes, a los que hay que aplicarles una gran dosis de paciencia, comprensión y afecto. También, la necesaria confianza. La enfermedad, con ilusión y lucha, es menos enfermedad. Ahora mismo estoy aquí hablando contigo y es porque entendí que con buena voluntad los prejuicios no llevan a parte alguna”. 

Patricia estaba maravillada de la vitalidad y racionalidad de este compañero de viaje con el que, sin apenas darse cuenta, se sentía cómoda, segura y más animada de lo habitual. “¿Fumas o bebes? Me molesta el tabaco y el alcohol. Mi marido ANIANO “se fue” hace ya unos tres años, por esos dos motivos. Estuvimos unidos durante más de tres décadas. Te lo diré con una frase bien corta. He sido una mujer maltratada. Incluso mis tres hijos, personas normales, han sido muy críticos conmigo, por haber aguantado a su padre tanto tiempo. Era agente inmobiliario a comisión. De una u otra forma, dilapidaba todo lo que ganaba, pues destacaba en el ejercicio de su profesión. Mi planteamiento y objetivo era tratar de evitar “una guerra” en la familia, por eso aguantaba muchas cosas que con el tiempo creo que fue un error. Pero Aniano daba una imagen de marido perfecto y trabajador de cara al exterior, cuando lo que realmente ocultaba era su doble personalidad: modélica, hacia afuera, y maltratador psicológico, como “dictador” insensible dentro del hogar. Un coma etílico se lo llevó. Entonces fue cuando entró un rayo de sosiego, luz y esperanza, en nuestro hogar. Con los hijos crecidos y emancipados, comencé “a vivir”. Estaba a punto de cumplir, en ese momento, mi sexta década de vida. Por cierto, tengo una gran afición por lo exotérico, lo misterioso, lo inexplicable. Domino muy bien las cartas del Tarot. Creo que tengo algo en mi naturaleza que me ayuda a predecir el porvenir, a través de las cartas.”

Más o menos situados en sus respectivas personas, se estaban convirtiendo en dos grandes amigos que gozaban de la confianza recíproca y todo ello en un tiempo récord: habían estado dialogando durante un par de horas, caminando a ratos descalzos, por las limpias arenas de la playa mediterránea.         En los días siguientes a esta singular vinculación amistosa, participaron en las gratas excursiones y visitas que organizaba Mundi Senior. Otro de los días lo dedicaron a visitar la gran capital provincial de Alicante, desplazamiento que ellos mismos diseñaron tomando varios autobuses, ciudad en la que ninguno de ellos había estado hasta el momento. Les impresionó, de manera especial, la subida al Castillo de santa Bárbara, desde donde disfrutaron de unas espléndidas vistas de la capital levantina. 

Uno de los días de estancia, comenzó a llover con algo de viento. La mañana había estado soleada, pero la tras el mediodía las nubles fueron gestando una tarde bastante desapacible. Así que Patricia y Salva decidieron quedarse en el hotel. En el gran salón del bar, jugaron varias partidas de dominó y el tradicional juego del parchís. Otros huéspedes practicaban la lección diaria de bailes, que después tenían intención de poner en práctica en las actividades lúdicas tras la cena. A Salva se le ocurrió pedirle a su gran amiga que “le echara, las cartas” para averiguar algo de su porvenir. Subieron a la habitación de Patricia y allí organizaron todo un ceremonial, con las luces a baja potencia e incluso pusieron un poco de música intrigante, para acomodar bien la sesión que ambos disfrutaban. “Tenemos un futuro prometedor” fueron las escuetas palabras, que la gran artista del Tarot pronunció. A Salva comenzó a darle un poco de miedo todo aquello, que él mismo había solicitado. Por consiguiente, decidieron volver al gran salón de reuniones, donde recordaron sus infancias jugando al simpático juego de la Oca. Así fueron transcurriendo el resto de los días vacacionales que dos almas solitarias habían sabido combatir con el calor y el afecto de la compañía y la amistad. 

La gran mayoría de los viajes son de “ida y vuelta”. Incluso el postrero que se realiza al final de la vida, cuando también se vuelve a los orígenes, llámese Paraíso, Edén, el jardín musulmán o el misterio hindú o budista. Salva y Patricia hicieron el viaje en el bus de vuelta juntos, por gentileza de doña Gertrudis, una jueza jubilada con mucho carácter, que les cedió su asiento con manifiesta generosidad. 

Ya en Málaga, cada uno en el redil de su microcosmo y circunstancias, el intenso afecto relacional que habían mostrado durante los ocho días vacacionales se fue extrañamente debilitando. Salieron un par de noches al cine y a cenar en fines de semana bastante separados en el calendario. Pero por alguna razón, sobre todo en Patricia, el fulgor de ese “vínculo alicantino” se iba desvaneciendo, con excusas de lo más variopintas. Pero el destino, siempre travieso quiso una vez más ayudar a desentrañar “el misterio”. 

Cierto día, Salva paseaba por el entorno del teatro Cervantes y la bella Plaza de la Merced. Se detuvo ante el gran teatro, para ver la cartelera de los próximos espectáculos que iban a tener lugar en su afamado escenario, durante la temporada de otoño. Le gustaba echar su ratito observando el título de las obras a representar, así como los actores y actrices afamados que iban a pasar por la gran sala “cervantina”. Los legendarios Sacristán, Lola Herrera, Ana Belén, Héctor Alterio y así una larga lista de personajes y obras que viajaban por provincias. Entre las obras que aún se representaban, antes del parón veraniego, le gustó un título que decía “EL DESPERTAR DEL AMOR EN LOS AÑOS AVANZADOS”. Sacó una localidad para el 7 de junio, sábado, a las 20 horas. Los contactos con Patricia se habían prácticamente desvanecidos. Era consciente de que todo había sido una “atrevida experiencia viajera” que él provocó sin fundamentos previos. 

Cuando llegó el día de la representación teatral, tomó asiento en la fila 8, en el extremo lateral derecho de la gran sala. Sus gafas del lejos le permitían divisar bien los elementos escénicos. El “sorpresón” que se llevó, cuando se inició el desarrollo de la obra, fue de los que no se olvidan. ¡La actriz protagonista, Patricia Alba, era su Patricia, ¡la del viaje del imserso! Actuaba con una gran destreza, mostrado poseer “muchas tablas” en el oficio interpretativo. 

Cuando ya volvía a su domicilio, le daba vueltas, una y otra vez, al episodio levantino ¿qué de verdad había en toda la dramática historia que ella le contó acerca de su vida? Se sentía profundamente engañado y enfadado. No quería saber más de ella.

Dejó pasar unos días y en su cabeza surgían muchos interrogantes acerca de este extraño episodio. Al fin, después de muchas semanas sin contacto, se decidió a marcar su número de teléfono. “Te vi actuando sobre el escenario del Cervantes. Según parece, interpretas muy bien tanto en la ficción como en la vida real …” Tras un incómodo silencio, ella sólo le respondió que hablarían del tema, cuando se reunieran una tarde. Esa cita no tardó en producirse. 

“Efectivamente, Salva, la imagen que te he dado no es real, es absolutamente ficticia. En el mundo escénico, al que pertenezco desde hace décadas, como “dolorosamente” has descubierto, la ficción se convierte en realidad y así hay que asumirlo. Los actores tenemos que estar de continuo en primera línea de creatividad escénica. Hice una apuesta, con una compañera de equipo escénico, de representar un papel de mujer viuda, maltratada, con poderes especiales en el juego del Tarot y tenía que “ligarme” a una persona de tu perfil durante un viaje vacacional”. En realidad, es una historia parecida a la que hemos escrito y representado como coautoras. Quise poner en práctica lo que se iba conformando en la ficción del papel escrito a través de las teclas del ordenador. Lo que resultó sorpresivo fue tu inmediata y sorpresiva aparición, tomando la iniciativa en la historia. Te vi tan ilusionado, tan valiente y sincero, que no supe parar y me dispuse a seguir el juego. No te quería hacer daño, pero la apuesta realizada, los incentivos teatrales, esa primera obra que como autoras estamos representando, me llevó a seguir interpretando una situación en la que tu colaborabas eficazmente.

Cuando volvimos del viaje, me propuse que todo lo nuestro se “enfriara”. Especialmente, tu ardorosa amistad. Comprendo que tu soledad, cualquier soledad es sumamente ingrata. Y hay que combatirla con todos los medios a nuestro alcance. Aplaudo tu esfuerzo por combatir esa soledad que penosamente lastra nuestra andadura por la vida. 

No tengo 65 años, sino 56. Me “caractericé” de una persona más mayor. Para los actores ello no supone esfuerzo alguno. Y me “colé” en el programa Imserso, gracias a un buen amigo que tengo en una agencia de viajes”. 

Salva supo guardar las formas en esa su “última cita”, aunque la procesión y el desánimo iban por dentro. Cuando caminaba hacia su domicilio iba pensando en el gran teatro que supone nuestra vida. “Somos actores, tanto en el escenario, como en la vida real. De todas formas, los días que pasé en tierras alicantinas, siendo actor involuntario de una trama de soledades compartidas, fueron ilusionados y muy confortables. La próxima vez que viaje, tendré especial cuidado en elegir a la persona con quien me relacione, no vaya a ser que me vincule con otro actor que realiza sus prácticas a cualquier precio”. –

 

 

EXTRAÑA

AMISTAD VIAJERA





 

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