viernes, 14 de junio de 2019

LA IMPRUDENCIA IRREFLEXIVA DE LOS PRIMEROS IMPULSOS.

¿Cuántas veces hemos escuchado esa frase o consejo acerca de lo perjudicial o arriesgado que supone responder visceralmente o actuar sin la necesaria y previa fase de reflexión, a fin de evitar los equívocos o riesgos de los primeros impulsos? Sin duda han sido repetidas las ocasiones en que no hemos hecho caso de tal prevención, teniendo posteriormente que lamentar de esa impulsiva espontaneidad o radicalismo mal entendido. Podemos arrepentirnos del error, pero lo que ya no es tal fácil es borrar las consecuencias de esa irreflexiva imprudencia que hemos desarrollado. En muchas ocasiones, esa sugerencia, consejo o incluso admonición nos llega con un numérico ropaje, no exento de simpatía: “Como en tantas y tantas oportunidades que nos ofrece la vida, es necesario contar hasta 10, antes de tomar determinadas decisiones, evitando o frenando las reacciones viscerales y sus más que previsibles erróneas y desagradables consecuencias.”

En nuestro recorrido cotidiano son numerosas las oportunidades que se nos ofrecen para poner en práctica esa saludable práctica de pensar y reflexionar, antes de actuar.  Aportemos algunos variados ejemplos escogidos al azar.

- El trato injusto e incluso discriminatorio que reciben determinados empleados en una empresa mientras que otros compañeros, con incluso menos méritos que aquéllos, son promocionados a puestos de mayor responsabilidad e incentivos retributivos. Es difícil “aguantar” desde luego pero, especialmente en situaciones difíciles o de contracción económica, puede resultar inteligente saber esperar otra oportunidad. Esa mejor opción laboral te puede llegar si no te has precipitado en tomar una decisión radicalizada “rompiendo” de motu propio con la empresa en la que trabajabas.

- En el mismo sentido, por algún enfado puntual o banal (generalmente por discrepancias con algún dirigente de un colectivo) rompes o abandonas “definitivamente”  un grupo o sociedad de cualquier género o función, sea deportivo, cultural, social, lúdico. Una vez ya de que te has ido o retirado del mismo, no sabes cómo volver después, o con qué argumentos “reiniciar” tu vinculación con respecto a la susodicha agrupación.

- Cuando compras un artículo, basándote básicamente en los primeros impulsos, puedes encontrarte o sentirte perjudicado al comprobar que, más pronto que tarde, te lo encuentras a un mejor precio o con una calidad más contrastada. Lo has pagado mucho más caro por no saber esperar o preguntar otras alternativas. Esta situación ocurre en muchas facetas del consumo, aunque destaca sobre todo en el tiempo de las rebajas. Obviamente la espera puede tener también sus riesgos de que no oferten ese determinado producto o no encuentres la talla requerida.

- Otra consecuencia de esa imprudencia o precipitación suele darse cuando acusas a una persona de algún error, comportamiento o incluso falta delictiva, sin conocer o controlar de manera fehaciente todos los datos. Puedes equivocarte y después tener que pasar el trago amargo de tener que plantear las disculpas, sintiéndote entonces emocionalmente mal y avergonzado, aunque por supuesto con la conciencia más sosegada y tranquila.

- No siempre acertamos con el día, el momento o la circunstancia oportuna, para efectuar una determinada llamada telefónica. Analiza con inteligencia los pros y los contras para tomar esa decisión comunicativa. Puede ser que esa reflexión aconseje llevarla a cabo o tal vez sea mejor dejarlo para después o mañana.

- Con los cambios estaciones hay que aplicar la necesaria prudencia en no equivocarte en el tipo de vestimenta que vas a usar. Elegir cualquier prenda sin conocer de primera mano el tiempo atmosférico que realmente hace sobre la vía publica puede obligarte a tener que soportar el frío o el calor, según los casos, con la subsiguiente molestia o “castigo” para tu organismo.

- Hay algunas imprudencias pueden ser realmente lesivas. Por ejemplo, casarte con alguien a quien no conoces lo suficientemente bien. Después de hacerlo con los primeros impulsos, ya no es tan fácil rectificar, por lo que has hipotecado o mejor dilapidado una parte de tu tiempo existencial, soportando a un compañero o compañera “a quien realmente no conocías bien” con la consecuencias, bastante dolorosas, de aquella irreflexiva decisión. 

- Y para finalizar estos ejemplos, debe aludirse a ese ineducado hábito de hablar mal de alguien (que no se encuentra presente en ese lugar) delante de una/varias personas, alguna de las cuales pueden sentirse molestas al escuchar lo que estás diciendo de ese amigo en común. Hay que pensar antes de hablar, sopesando a quién tienes delante cuando realizas determinados comentarios.  No hacerlo es un grave error de imprudencia y de ausente habilidad social por tu parte.

El relato, basado en algunas de las premisas y consideraciones ya expuestas en los párrafos que anteceden, toma protagonismo en las vidas de dos jóvenes diplomadas en ocio y turismo que, prácticamente al unísono, entraron a formar parte de la plantilla laboral de una nueva y dinámica cadena de agencias de viajes y actividades turísticas. Ambas jóvenes, cronológicamente ubicadas en la veintena avanzada, fueron integradas en el departamento de programación de la macroempresa (una nueva fusión de antiguos negocios para la demanda viajera) aunque las dos operarias tienen que dedicar tres días de la semana para la directa atención del público clientelar. Identifiquemos un poco mejor a estas dos cualificadas empleadas, que trabajan bajo la directa supervisión de su jefe Marcial Neirat.

BELMA, 27 años, tiene una complexión física bastante delgada, es morena de pelo y luce ojos celestes algo engrisados. Su carácter es positivamente dinámico, mostrando esa actividad social plena de simpatía, que le ayuda a ganar una importante cartera de clientes. Tal vez “peque” de ser un tanto impulsiva en sus decisiones, faltándole ese punto de aplomo tan necesario en determinados momentos de la actividad diaria. Casi de manera permanente, sea cual sea la estación meteorológica del almanaque, viste de manera deportiva, con el uso desenfadado de alegres camisetas, blue jeans, zapatillas de la marca Converse, ropa en general de vistosos colores. En cualquier estación meteorológica trata de no abusar de las prendas de abrigo. Su look es muy atractivo, aplicando además esas permanentes sonrisas y divertidas expresiones en su lenguaje que agradan en mucho a todo aquéllos con quienes se relaciona. Es cierto que no destaca por sus dotes imaginativas, pero suple la falta de iniciativa creativa con un férreo sometimiento a las directrices que recibe por parte de sus superiores. Sociológicamente es una persona abierta en el trato, rebosante de simpatía y muy hábil en la generación de nuevas amistades.

VIRTUALA, 29 años, soporta un cierto sobrepeso en su físico que banalmente intenta disimular con supuestos regímenes alimenticios y, de manera especial, con el uso de prendas de vestir en la que prevalece una tonalidad cromática mayoritariamente oscurecida. El color de su cabello es castaño, al igual que el de sus ojos, vistiendo con ropa más seria que el de su compañera de trabajo, prefiriendo de manera mayoritaria el estilo clásico. Con respecto a su forma de trabajar es algo más lenta que Belma, pero superándola en iniciativa, imaginación y creatividad, demostrando una gran constancia y esfuerzo en el desarrollo de su labor. Se entrega “con obsesión” a la responsabilidad de sus obligaciones, evitando las miradas al reloj, con respecto a la hora en que ha de volver a su domicilio, cuando finaliza el diario período laboral.

En el aspecto de su intimidad personal, Virtuala se ve afectada con frecuencia por esos aleatorios desánimos derivados no sólo de su híper responsabilidad, sino también por las específicas circunstancias familiares en las que ha de vivir. Atiende a unos padres notablemente mayores, que la adoptaron cuando ella apenas tenía unos escasos meses de vida. Estos padres no genéticos han sabido educarla con intenso y tal vez extremado cariño y exagerada protección, siempre desde una plataforma económica muy honrada y modesta: el medio de vida familiar provenía desde las muchas horas dedicadas a una pequeña tienda de ultramarinos (de la que eran propietarios) sita en un barrio popular de la capital castellana o manchega de Ciudad Real. Ese realidad familiar, a la que en conciencia y carácter la joven ha de atender, condiciona en mucho su forma de ser, aunque ella trata de superar esas fases depresivas en su carácter incrementando la dedicación y la responsabilidad laboral.

Ciertamente estas dos compañeras se complementaban en muchos de todos esos aspectos y necesidades que la mayoría de las propiedades empresariales anhelan encontrar entre los operarios que para ellos trabajan.

Es cuanto al jefe de la sucursal, MARCIAL, 39 años, está casado y tiene dos hijos bastante pequeños. Es un hábil profesional administrativo que no puede aportar un gran currículo académico a su titulación, supliéndolo con la habilidad de la experiencia, pues a su edad ha recorrido un heterogéneo  catálogo empresarial que inició como un chico ayudante para los más diversos servicios complementarios en gestorías y oficinas, en las que empezó a prestar servicios incluso antes de cumplir la edad reglamentaria de los dieciséis años de edad. Esa experiencia acumulada le ha permitido conocer y saber tratar a muchas personas, además de  adiestrarse en facetas comerciales muy contrastadas (seguros, venta ambulante, espectáculos e intermediación administrativa). Casi desde “la nada” básica ha ido escalando puestos cada vez de mayor importancia y remuneración, basándose en sus indudables dotes para la mejor gestión y optimización de los recursos disponibles con los resultados subsiguientes. Es un verdadero maestro en el “arte” de saber tratar a las personas, dándoles a cada una de ellas esas gratas palabras mezcladas de sonrisas que pueden reportarle los mejores beneficios pera sus intenciones. En el catálogo empresarial, desde siempre ha tenido la habilidad y la oportunidad de estar en el lugar y en el momento adecuado, a fin de avanzar en sus legítimas ambiciones. La mayoría de las personas le calificarían de ser un modelo o “ejemplar único” en la faceta sociológica del “trepa” profesional.

Marcial exige mucha dedicación a sus subordinadas en la sucursal de viajes, pues quiere fomentar ese turismo castellano basado en la tradición literaria y cultural en torno a la magna obra literaria del insigne D. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. A este razonable fin exige un duro trabajo en la aplicación de nuevas ideas, enfoques motivadores sustentados en ese marco natural tan atractivo de las planicies manchegas, con sus erguidos y emblemáticos molinos al viento. Sin embargo, desde el mismo inicio de la vinculación laboral, ambas jóvenes han ido recibiendo un trato desigual por parte del veleidoso jefe, siempre más receptivo, amable y complaciente hacia la figura de Belma, actitud que con autocontrolado enfado y dolor ha ido soportando la menos atractiva físicamente Virtuala. Aunque el caprichoso Marcial sabe medir muy bien sus fuerzas y límites, por más que se esfuerza en disimular, se le van los ojos hacia los atractivos de imagen que encuentra en la espectacular Belma. Esa falta de equidad en el trato provoca momentos de lógica tensión en una persona que observa que su compañera de mesa casi siempre posee un plus de receptividad hacia la persona de un jefe cuyas respuestas son claramente discriminadas con respecto a su persona. Pero una y otra vez se responde, tratando de hallar equilibrio en el torrente del enfado que inunda su ánimo, que la situación laboral no está para posturas drásticas y respuestas explosivas. Si quiere mantener un trabajo que profundamente necesita, habrá de aplicar paciencia y aguante ante una autoridad caprichosa e injusta. Pero esa prudencia ¿habrá de ser “indefinida”?

La vida privada, según a veces comentan las dos compañeras, es bastante diferente en cada uno de los casos. Mientras que Belma aprovecha los sábados y los domingos para divertirse todo lo que puede (es la hija única de unos padres acomodados económicamente) Virtuala dedica los fines de semana a la limpieza de la casa, preparando comidas y platos congelados con los que después ir organizando los días del trabajo. Son muchos los días en que no puede abandonar la oficina antes de las diez de la noche o incluso más tarde, ante compromisos y obligaciones imprevistas por imperativos del trabajo.
Esos determinantes, familiares y laborales , impactan en el equilibrio anímico de Virtuala, situación que la joven trata de corregir con la obsesiva ingesta de productos farmacéuticos de la más variada naturaleza: aquellos que posibilitan la llegada del sueño para el descenso nocturno, los complementos para las carencias orgánicas, con abundantes complejos vitamínicos, recetas prescriptas para paliar esas depresiones que por ciclos le llegan, dejándola sumida en una patente inestabilidad. Para colmo, la toma rutinaria de fármacos le incrementan el apetito, con lo que las líneas de su figura no mejoran precisamente, sino que por el contrario agudizan esos perfiles que tanto le desagradan.

Cierto día acudió a la farmacia de don Nicolás Montefloro, veterano especialista en la venta y consejos para la medicación, profesional muy apreciado por parte de todos sus “feligreses” del barrio, a los que siempre depara las mejores orientaciones técnicas, basadas en su larga cualificación y experiencia, junto a sus apreciadas dotes humanas de amabilidad, bondad y fraternidad. Con su proverbial sonrisa, el “abuelo boticario” quiso regalarle unas palabras llenas de cariño, ciencia y amistad a su “desorientada y abrumada cliente:

“Pequeña Virtu, te conozco desde que tus padres, personas ejemplares, te trajeron como un pequeño y gran tesoro a su hogar matrimonial. Te he visto crecer y como te has convertido en una persona adulta y responsable. Yo diría que también modélica, en el cuidado que deparas a tus ancianos padres. Pero me preocupa que vengas con tanta frecuencia a mi farmacia. Y no es por la venta que puedo realizar, ni por intercambiar unas siempre interesantes palabras con mi bella vecina del barrio. Lo que me inquieta es que trates de suplir con productos químicos aquello que puede solventarse o mejorarse con un cambio humano en las actitudes y en las respuestas. Pienso Virtuala que lo que realmente te está haciendo mucha falta es la compañía de una buena amiga que quiera y sepa transmitirte muchos de los estímulos y compensaciones de los que ahora careces.  Tengo una sobrina, cuyo nombre es Carolina, que es muy buena persona, aunque tal vez un poco cabeza loca. Te la puedo presentar, pues no me cabe la menor duda que su forma de sur te haría mucho bien, ayudándote a que te sintieras mejor y menos dependiente de todas esas sustancia que echas “peligrosamente” en el organismo. Al fin y al cabo no has de dudar de que son productos químicos, menos aconsejables que esos valores humanos en la sociabilidad que tanto nos ayudan a sentirnos mejor”. 

Virtuala, agradeciendo expresivamente el buen gesto que le estaba ofreciendo su interlocutor, anotó el número telefónico de Carolina, quedando en llamarla, aunque previamente don Nicolás hablaría con su dinámica sobrina, a fin der ponerla en los necesarios y adecuados antecedentes. 

Entretanto las relaciones con Marcial Neirat, el jefe director de la sucursal ubicada en el centro de la capital manchega, seguían su progresivo deterioro, pues éste mostraba de continuo sus gestos autoritarios y fiscalizadores centrados en la persona (más débil) de Virtuala. Rara vez reconocía sus éxitos o logros comerciales, mientras le expresaba de manera clara y contundente sus enfados ante la no consecución de otros objetivos, en relación a la captación de clientes, las actividades culturales en coordinación con la agencia municipal de cultura o incluso las visitas escolares en el organigrama de los programas educativos también con el área municipal de la alcaldía capitalina. No se recataba con estas críticas el impresentable personaje, sino que también (de manera más disimulada) tenía en el punto de mira a su oronda subalterna para hacerle objetivo de sus jocosos comentarios e indecorosas y crueles ironías. Incluso en una ocasión, ante la pérdida de un expediente, que había quedado finalmente traspapelado en una carpeta equivocada, el “estallido “habitual de Marcial quedó focalizado visualmente en la persona de la paciente subalterna, que guardaba silencio y se mordía los labios, mientras alguna lágrima rebelde buscaba algún sendero epidérmico de su rostro con el que apagar la injusticia de la maldad y la necedad. Se repetía así misma: “tengo que aguantar, pues lo que este individuo está buscando es un posible enfrentamiento para ya no tener excusa y ponerme de patitas en la calle. Pronto buscaría una apuesta sustituta que colmara sus placeres visuales y otras muchos objetivos inconfesables que sólo él y Dios conoce”.

Como compensación a estos desvaríos profesiones, Virtuala encontró en Carolina (la sobrina del farmacéutico D. Nicolás) una amiga fiel, vital, aunque algo impulsiva, con un carácter muy positivo. Desempeñaba un puesto de asistente social también en un área del organigrama municipal  dedicado a la ayuda a las mujeres maltratadas y a esos niños que carecen de hogar estable en familias desestabilizadas, con problemas de drogas, violencias u otros comportamiento delictivos consolidados. La chica, con sólo veinticincos años de edad era todo un referente social en la búsqueda y mejor organización de los hogares de acogida. Durante los fines de semana se reunía con Virtuala y otras amigas, a fin de llevar a cambo lúdicas actividades senderistas, prácticas de la natación, teatro y expresión corporal y por supuesto saludables ejercicios de pilates, Tai Chi  e innovadoras técnicas de relajación psicofísica.

“Mira Virtu, tienes que hablar claramente con el impresentable de tu jefe y poner de una definitiva vez las cosas en su sitio. Este tipo de individuos se envalentonan con aquellos a los que percibe débiles de carácter o pobres de espíritu. No te estoy pidiendo y sugiriendo que actúes ante él de una forma explosiva o indecorosa, sino que con frialdad y firmeza le digas que no estás dispuesta a que te siga haciendo la vida imposible. Le ruegas con educación, le pides y le exiges en justicia que tienes el derecho a ser tratada con dignidad. Que el bullying profesional puede ser denunciado a la autoridad judicial y que cualquier sindicato te va a apoyar jurídicamente en tu noble y justificado empeño. Como te decía antes, esta ralea de personajillos de “palabra larga y estatura moral corta” se envalentonan con los que percibe como débiles, pero se “achantan” y “reculan”, cuando alguien les pone los puntos sobre las íes. Cuando estés dispuesta a hacerlo, me avisas y hablo con mi tío Nico, pera que me de algún pastillón estimulante que te ayude a dar ese paso que puede ser muy adecuado para tu salud anímica y física, Y ya sabes que como amiga tuya no voy a admitir un “no a lo que te estoy proponiendo, porque en caso contrario soy incluso capaz de plantarme delante de ese sujeto y sacarle los colores. Cuando estés dispuesta… ¡ensayamos!”.

Tras pensarlo durante un par de noches, Virtuala se dispuso a seguir los sabios consejos de quien era una incondicional amiga. Y aquel viernes por la mañana, tocó en la puerta de la muy acomodada y decorada habitación en el que don Marcial tenía su despacho, solicitando unos minutos de atención con la intención de exponer unos firmes planteamientos que llevaba bien aprendidos en los anaqueles voluntaristas de su memoria. La contundencia educada de sus racionales y humanos argumentos pillaron con el “paso cambiado” a la innoble y cobarde autoridad que tenía ante sí, que se quedó literalmente “cortada” cuando la hasta entonces apocada subalterna mencionó las consultas que había realizado al respecto, en relación al trato indecoroso a una humilde trabajadora, en las sedes de dos afamadas y consolidadas organizaciones sindicales. El personajillo se removía en su bien tapizado sillón de piel color caoba, pues no se esperaba (Virtuala había ganado claramente la posición, como en el argot de la media canasta) semejante y argumentado chaparrón. Trató de justificarse y echar “balones fuera”, repitiendo una y otra vez, como un autómata, vocablos “sin ropa” y frases “sin fondo” tales como “malentendido” “en modo alguno he pretendido …” “valoro igualmente la estupenda labor que Belma y tu realizáis” “me pesa y me desconcierta que te hayas sentido mal, por alguna palabra desacertada que yo haya pronunciado…” “igual en alguna ocasión no me he expresado como yo sentía”…

Aquella noche Virtuala habló por teléfono con su estupenda amiga, narrándole los hechos que ella se había atrevido a protagonizar durante la mañana. Recibía todos los plácemes de Carolina quien finalmente, y tras quedar para hacer una visita a un centro social de menores el sábado por la tarde, le comentó “Pero mucho cuidado con seguir tomando la pastilla que me dio Nico para ti. Ni se te ocurra ir a comprarla, pues mi tio no va a querer vendértela. Te ha servido para estar más valiente esta mañana y punto. Te olvidas de que existe ese comprimido, porque tu corazón e inteligencia vale más que cualquier pastilla”. Cuando Virtuala apagó el móvil y pasó por la cocina para “quitar” la mesa de la cena, reparó que junto a la botella de agua permanecía el aludido comprimido que se había olvidado de tomar esa mañana antes de ir al trabajo. Sonrió una y otra vez. Había sido ella misma y no los efectos estimulantes de un producto químico de farmacia, quien había obrado el “milagro”.

Ha transcurrido poco más de un año desde estos acontecimientos en la vida de la voluntariosa empleada. Virtuala sigue trabajando en la agencia, cada vez más realizada y feliz. Marcial ha ascendido al cargo de inspector general de la marca turística en Castilla La Mancha, Extremadura y Andalucia. En la actualidad Belma Almizra dirige la agencia central de la empresa en Ciudad Real, manteniendo un gran respeto y colaboración con su compañera de siempre Virtuala. A pesar de su “teatralizado” matrimonio y sus dos hijos, las “secretas” relaciones afectivas  entre Marcial y Belma son una jocosa “comidilla” asumida en boca de sus amigos y compañeros.-


LA IMPRUDENCIA IRREFLEXIVA DE
LOS PRIMEROS IMPULSOS


José L. Casado Toro  (viernes, 14 JUNIO 2019)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga






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