viernes, 22 de abril de 2016

PROYECTOS Y PRINCIPIOS, ANTE LAS NECESIDADES CIUDADANAS.

Probable y cansinamente, en una gran mayoría de ciudades existen proyectos urbanísticos, culturales y de infraestructuras viarias, cuya posible realización se va postergando año tras año, legislatura tras legislatura e, incluso, décadas del calendario, para la incredulidad manifiesta de la ciudadanía.

Aquí en Málaga también tenemos, por supuesto, algunos “sonoros” ejemplos de los incumplimientos para el sonrojo y la virtud de la paciencia. Citar nombres como los del desaprovechado río/cauce del Guadalmedina, que atraviesa de norte a sur la capital provincial; los desaparecidos e históricos baños del Carmen, en el mayor estado de abandono; la lógica y nunca realizada prolongación del tren costero hasta Marbella y Estepona; la prometida y nunca abordada construcción de un auditorio idóneo para conciertos y otras representaciones artísticas; la solución siempre postergada a la gran manzana ruinosa de los antiguos cines Astoria/Victoria, en la coqueta, romántica y picassiana Plaza de la Merced; la inacabable prolongación del metro hasta el centro de la ciudad y otras barriadas necesitadas; la no creación de un tercer gran hospital público, para una población que envejece y aumenta; el neoclásico y monumental edificio de la Aduana, que algún día puede ser el gran museo de Málaga, rehabilitado con un coste muy importante y a la espera de su apertura, tras largos años de espera; el gran espacio urbano de los antiguos depósitos de Repsol… etc. son algunas muestras, más que significativas, de estos proyectos pendientes e irrealizados, en la memoria de muchos años e incluso décadas.

Los responsables del abandono e incumplimiento de las citadas promesas, repetidamente anunciadas y vendidas en los programas electorales, son los dirigentes políticos que han ocupado o están gestionando las diferentes administraciones, tanto a nivel general del Estado, como en la administración autonómica y, también, en las diferentes corporaciones municipales o ayuntamientos que estructuran la malla provincial de gobierno. Unos y otros, partidos y dirigentes políticos, han estado al frente de estas responsabilidades muchos años ya. Pero, incluso a pesar de haber repetido en la gestión pública de los intereses y necesidades ciudadanas, tras las diferentes consultas electorales, esos asuntos reclamados por la ciudadanía y la lógica administrativa siguen sin resolverse, al paso aburrido de los años.

La incredulidad del contribuyente, que afronta con ejemplar esfuerzo el pago de sus obligaciones tributarias, se va consolidando ante las palabras vacías, falseadas, manipuladas e irresponsables, de estos dirigentes que, en definitiva, sólo luchan por los votos. Esos votos que les mantienen ejerciendo el poder delegado de aquellos que responsablemente se acercan, consulta tras consulta, a las urnas electorales.

Puede ocurrir que los partidos políticos que rigen el funcionamiento de las tres grandes instituciones en la Administración del Estado, como es el gobierno de la nación, las comunidades autónomas y los ayuntamientos municipales (a los que habría que añadir, también, las diputaciones provinciales) sean de diferente signo ideológico. Todo ello conduce, en repetidas ocasiones, a que el enfrentamiento de intereses políticos entre los tres o cuatro niveles enunciados frene, impida, bloquee o eternice, la solución de esas necesidades urbanas que, tiempo tras tiempo, permanecen sin resolver. La lucha política y sectaria se superpone a la lógica de la negociación, el acuerdo y ese sentido de “estado” que tantas veces proclaman y que en tan pocas ocasiones llevan a efecto. Las necesidades y los problemas de la población quedan postergados, ante el desaliento, incredulidad, hartazgo e indignación de una ciudadanía que, razonablemente, exige eficacia, verdad, imaginación, honradez y esfuerzo por parte de sus gobernantes.

Simón suele levantarse temprano cada día de la semana, incluso también los domingos. Le gusta practicar, disfrutando del amanecer, unos buenos kilómetros de footing antes del desayuno, corriendo por los alrededores de la urbanización en donde reside, desde su segundo matrimonio con Soraya, unión realizada hace más de una década. Mario, su fornido guardaespaldas, se apresta esforzadamente en acompañarle aunque utiliza para la ocasión una pequeña bicicleta, dado los kilos que conforman su generosa y oronda anatomía corporal.

Hace un par de meses, Simón, a sus sesenta y dos primaveras, celebró el tercer nombramiento consecutivo como máximo regidor, en la corporación municipal de la localidad que le vio nacer. Desde su llegada al puesto de alcalde, ha mantenido una continua oposición y enfrentamiento con la institución autonómica, regida ésta por las siglas ideológicas del otro gran partido político que estructura la administración del país. A esta falta de diálogo y entendimiento por parte del regidor municipal, han respondido los dirigentes que rigen el destino de la política regional con la fuerza propia de la rivalidad y la oposición partidaria que los votos electorales les han concedido. Todo ello ha provocado múltiples roces, crispaciones, descalificaciones y sectarismos, a lo largo de los años, por parte de ambos agrupaciones partidarias que, de manera inevitable, han ralentizado y bloqueado la solución a no pocas urgencias y proyectos, que las dos administraciones tenían y tienen encomendados por mandato expreso de la ciudadanía.

Al volver del ejercicio matinal y darse una tonificante ducha, el dirigente municipal se sentó en el salón de estar de su domicilio, a la espera de que Soraya le sirviera el frugal desayuno que iba a tomar. Habría de perder, por indicación de su médico de cabecera, unos kilos de sobrepeso. Esos gramos de más que, su tradicional voracidad ante la mesa, habían acumulado sobre su ya gastada anatomía. Ya tenía ante sí los dos periódicos, uno nacional y el otro local que, desde un puesto de prensa próximo, eran llevados a su domicilio siempre antes de las ocho en el amanecer. En ese preciso instante sonó el móvil que guardaba en unos de los bolsillos del traje elegido para ese día, uno azul plomo muy elegante. La llamada procedía de su secretario personal, Barragán, que ya se encontraba en las dependencias del edificio municipal.  

“Alcalde, buenos días. No te vas a creer, lo que me he encontrado al llegar a mi despacho. Una comunicación de la Junta, que el servicio de mensajería urgente ha entregado poco antes de las siete y media. Ha sido recogida, a esa temprana hora, por uno de los policías locales que se encontraba de guardia. Al leer su contenido, me he quedado “de piedra”. Te resumo: se comprometen, desde la consejería de Fomento a hacerse cargo de esa antigua reivindicación que la ciudad ha mantenido entre sus aspiraciones urbanísticas. La construcción de los dos grandes puentes sobre el río, que permitan la circunvalación de la ciudad y también el desdoble de los seis kilómetros de la carretera que nos unen con los municipios vecinos de la zona norte, ya sabes, colapsados por el tráfico todos los inicios y fines de semanas. Y todo a cargo de las cuentas y fondos de la consejería. Yo aún no me lo creo. Tanta generosidad me escama”.  

El trocito de croissant (o cruasán) que caminaba por la garganta, en esos restauradores momentos, se le atragantó a la máxima autoridad municipal, tras conocer tan impactante información. No daba crédito a lo que escuchaba. Entre tosido y tosido agarró la cucharilla del café con leche que tenía por delante, golpeando bruscamente con la misma el borde de la mesa acristalada sobre la que desayunaba. La iracunda percusión provocó, al tiempo, tal sobresalto en Soraya que ésta derramó la taza con el descafeinado que traía sobre una bandeja. El dirigente despidió rápidamente a su secretario, asegurándole que partía para el despacho a toda prisa pero que, ante la urgencia del hecho, iba a comunicar antes con el presidente provincial del partido, a fin de establecer una estrategia de contraataque idónea.

“¡Estos niñatos no se van a salir con la suya. Faltaría más! Soraya, avisa al chófer. Que en cinco minutos bajo. Y dile al escolta que deje ya de comer. Que nos vamos “a toda pastilla” al Ayuntamiento, tan pronto como hable con Celestino”.

“Cele ¿te ha llamado también Barragán? Me lo imaginaba. Esto hay que pararlo como sea. Con las elecciones a ocho meses de distancia, esta gente lo que quiere es llevarse un buen saco de votos y seguir dominando el gobierno de la Comunidad. Ah, entonces han hecho otras ofertas parecidas en las demás provincias… Me lo imaginaba. Pues como te decía. Esto hay que frenarlo, con habilidad pero de una manera firme. No podemos consentir que, en el momento de las elecciones, ellos estén iniciando o construyendo los dos puentes y poniendo la maquinaria en el desdoble de la carreterita. De esta manera se llevan las elecciones de calle y siguen otros cuatro años más controlando el poder.

Hay que utilizar todos los medios posibles para retrasar el hábil plan que han ideado. En cuanto reciba algún documento al respecto, convoco a la comisión de medio ambiente y los permisos se van a eternizar, con los estudios técnicos que nos saquemos de la manga. Y si no, planteo las alegaciones que sean necesarias, con el objeto de que se aburran y paren el movimiento de esas máquinas. No van a aumentar sus votos con los puentes y la carreterita, por más que sean reivindicaciones que acumulan muchos años de espera por parte de la ciudad. Nosotros podemos seguir esperando, un año más, sin esas infraestructuras, pero a lo que no vamos a renunciar es a nuestra lucha por quitarles el sillón”.

Con la tensión nerviosa que le embargaba, no pudo evitar que le cayeran unas gotas de su boca sobre el traje gris plomo que había dispuesto para el día. Las manchas del descafeinado le hicieron cambiarse de chaqueta con presteza, saliendo de su casa dando “bufidos” de palabras inconcretas, mientras Mario portaba en su mano la pesada cartera de piel, toda repleta de informes y dossiers pertenecientes al veterano dirigente.

Ya en el edificio municipal, ordenó a Barragán la convocatoria de tres reuniones urgentes, correspondientes las comisiones de urbanismo, medio ambiente y movilidad, las cuales se desarrollarían a partir de las cinco de la tarde. Había que programar toda la artillería, ante la jugada maestra que pretendía endosarle la consejería regional. Los puentes y la carreterita podrían y tendrían que esperar, ante la inminencia de las elecciones regionales. Acudiría al manual de recursos del partido para llevar bien este “espinoso” asunto, ante la prensa y ante la opinión pública ciudadana.

Tras una maratoniana jornada, plena de reuniones y comisiones, llamadas telefónicas, correos electrónicos y mensajes de whatsapp, volvió a casa pasadas ya las once de la noche. Soraya (veintitrés años más joven que el primer dirigente municipal) ya había cenado, aunque le preparó un poco de ensalada y una carne a la plancha. Se prestó a acompañarle, mientras su marido reponía fuerzas con esos frugales platos que no rompían el régimen alimenticio que seguía aplicando desde hacía un par de meses. En un momento concreto, de la insustancial conversación que ambos mantenían, tuvo la valentía de  plantearle lo siguiente.

“Esta tarde he estado hablando por teléfono con Desi, durante un buen rato. Cele le cuenta los temas importantes que os traéis por el partido. Él no es tan reservado con ella, como tú lo haces conmigo. Me ha explicado bien todo ese asunto de los puentes y la carreterita, que me deja asombrada. Me pregunto ¿cómo es posible que, siendo un bien que la ciudad lleva esperando tantísimo tiempo, estéis montando todo un número para que las obras se retrasen o incluso no se lleven a efecto, por los intereses partidistas? ¿Qué más da que sea un grupo u otro quien haga las obras? Si son necesarias, lo cual es evidente, no me explico como podéis actuar con tanta mezquindad”.

“¡Vaya, pareces que eres de la oposición! Son cosas de la política, Soraya. Tú no estás en ese mundo. Por eso no entiendes. Ante unas elecciones, tenemos que actuar con habilidad y contundencia, a fin de que los votos no se los lleven nuestros ene.. bueno, rivales políticos. Esto es como una “guerra”. Y en toda contienda, los recursos aplicados deben ser firmes y dolorosos, dejando los sentimentalismos y moralismos para otras realidades. Desi habla demasiado y Cele debía de ser más prudente con su esposa, respecto a las interioridades políticas de las que es responsable”.

Mientras su compañero dormía con placidez, rasgando con sus broncos ronquidos el sosiego de la madrugada, ella continuaba haciéndose preguntas, sobre la ética política, los principios y los valores de los gestores públicos.-


José L. Casado Toro (viernes, 22 Abril 2016)
Antiguo profesor I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga
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