viernes, 27 de marzo de 2020

EL SALUDABLE PODER DE LA MENTALIZACIÓN, PARA LOS ESTADOS CARENCIALES.

Las personas individuales y la colectividad de la sociedad a la que pertenecemos nos vemos obligados a soportar, en muy distintos momentos de nuestras vidas, situaciones incómodas, desagradables, injustas y en ocasiones de muy difícil explicación o racionalidad para su necesaria interpretación. La dificultad para conocer, asumir y superar estas más o menos duras o insufribles experiencias es del todo punto evidente. No siempre tenemos a mano los recursos, materiales y anímicos, para sobrellevar su anómalo, temporal o permanente, perjuicio. En este sentido, se suelen en muchas ocasiones sobrevalorar los medios materiales para ese inexcusable fin que es la superación del problema. Sin embargo, más pronto o tarde, nos veremos obligados a fortalecer, redimensionar y “reprogramar” la estructura psicológica que nos sustenta, a fin de reaccionar anímicamente contra esas carencias y sufrimientos que enturbian, con opacos nubarrones, la vitalizante y alegre cobertura que nos proporciona la luz solar. Valga esta simple metáfora para explicar los fundamentos últimos de nuestra humana y necesaria reacción.

El poder y la fuerza de la mente resulta fundamental, en esos momentos carenciales que tanto nos hacen sufrir y agobiar nuestra frágil existencia. La acción de nuestra inteligencia puede ayudarnos a relativizar esos problemas que nos abruman banal o exageradamente, magnificando situaciones que en realidad no son tan complicadas, aliviando angustias, desánimos, bloqueos y desesperanzas. Todo ello con ese fácil proceso de acotar racionalmente el problema, asumirlo, integrarlo, tratar de relativizarlo y, en la medida de lo posible, solucionarlo. 

¿Y cuáles serían las situaciones en que mejor habría que aplicar ese efecto colaborador y salvador de nuestra mente? Preguntó en voz alta, uno de los cinco asistentes (Azarías Bianco) a una sesión de terapia grupal, desarrollada en la sala de reuniones de la concejalía de Acción Social en el Ayuntamiento de Málaga. En ese preciso instante la joven pero experta coordinadora de la acción grupal, Luz María, amplió su breve introducción previa.

“Recordad que en determinados momentos tenemos que protagonizar vivencias que nos resultan un tanto o un mucho desagradables. Y no tenemos más remedio que asumirlas y aplicar paciencia hasta que podamos ponerles fin, con mayor o menor éxito. Por ejemplo, pensar en cuando os tienen que hacer una resonancia magnética, y tenéis que estar durante muchos minutos encerrados en un incómodo cilindro metálico, escuchando un ruido continuo, ciertamente incómodo y ensordecedor. O cuando estáis tendidos en la cama de un hospital, horas y días, “atados” a ese gotero por el que se os aplica la medicina. En otras ocasiones nos encontramos en algún espacio completamente rodeados de muchas personas. Sentimos un cierto agobio, porque apenas podemos movernos con tanta muchedumbre a nuestro alrededor. Nos invade una cierta “claustrofobia” pero no podemos “huir “ de ese desagradable espacio en el que nos hallamos. Tenemos que aplicar paciencia y esperar para “escapar” de ese muy densificado lugar. También cuando hay días en que todo parece que nos ha salido mal. Se nos han acumulado situaciones y hechos desagradables, fracasos, frustraciones, errores, etc. por lo que llegas a sentirte el ser “más desafortunado del mundo” preguntándote ese interrogante de ¿y por qué a mí? sin hallar o encontrar una racional respuesta. Recordad esos momentos de alta tensión en un examen o, por ejemplo, imaginaros esos países que se ven azotados por oleadas víricas epidemiológicas y, aparte de los enfermos en los hospitales,  al resto de la ciudadanía se les obliga a permanecer recluidos en sus casas, semanas y semanas sin poder pisar la calle, salvo por motivos muy específicos (como el comprar alimentos o el ir a la farmacia o a la asistencia médica), todo ello con el objetivo superior e insoslayable de evitar o paliar los contagios. 

En todos estos y otros muchos casos, recurrir a esa importantísima facultad de nuestro organismo, como es la mente, puede ayudarnos a paliar, a mejorar o salir de ese bloqueo, desánimo o incluso pánico, por el que nos sentimos profundamente mal, fundamentalmente porque no hallamos o aplicamos las adecuadas respuestas para superar el “atolladero” en el que nos sentimos inmersos. Además de la “empatía” que puedes tener con los protagonistas de una historia, si te entregas a la lectura de un libro o al visionado de una película, la practica de un paseo o un ejercicio deportivo, el ameno diálogo con una persona de tu confianza, todo ello son buenos recursos para salir del incómodo marasmo en el que te encuentras. Pero también, a través de tu mente, puedes recrear o imaginar situaciones agradables, relajantes, confortantes, en las que te veas protagonizándolas o con la intención de hacerlo a la mayor premura. Esa mentalización puede ayudarte a soportar mejor esos bloqueos o incluso te van a insuflar fuerza anímica, a fin de tener más recursos y capacidades para soportar el mal momento que atraviesas o a sentirte más esperanzado de un cambio en el futuro, a fin de compensar la dura o desagradable experiencia que te aturde y te hace sufrir.

¿Algunos ejemplos concretos de esta mentalización? Pensad en que estáis paseando tranquilamente por la orilla del mar, tal vez descalzos, sintiendo el masaje de la arena sobre vuestra epidermis y el jugueteo agradable que hacéis con ese oleaje que llega hasta vuestros pies. O por ejemplo en que vas a desarrollar ese saludable caminar por los bellos, variados y múltiples senderos que gratuitamente la naturaleza comparte y pone a nuestra libre disposición. Estas vivencias las podréis llevar efectivamente a cabo en muy corto plazo de tiempo, pero al menos lo importante ahora es sentirlas como propias. Con la convicción y “obligación” de protagonizarlas, no sólo mentalmente en vuestra imaginación, sino en la propia y específica realidad. 

Resulta de suma importancia que os sintáis también protagonistas literarios, acompañando a esos interesantes personajes que aparecen en las páginas de los relatos y las novelas. Y también ¿por qué no? “actores” en esas películas que tanto os apasionan, compartiendo la acción y la trama escenificada, durante esos otros trocitos de vida que se nos ofrece durante 90 o más minutos en cada proyección fílmica. ¿Por qué no hacerlo, aplicando ese poderoso recurso de nuestra imaginación?

En todo caso, hay que repetirlo, lo importante es que sintáis la ayuda y la fuerza de vuestra mente, a fin de (repitiendo el esquema) acotar el problema, ordenar las dificultades y carencias, asumirlas con valentía, para comenzar a buscar, lo antes posible, pequeñas soluciones que pronto se harán grandes, por la satisfacción de haber ido resolviendo la ingratitud de la suerte, los caprichos del azar o la “desafortunada hora” en que no supimos evitar nuestros propios e irresponsables errores.

Ahora os dejo la libertad de la palabra, para que tengáis la gratitud y valentía de compartir algo de vuestros pesares y problemas. No dudéis que este va a ser vuestro primer paso para avanzar en ese camino hacia la meta que todos anheláis: sentiros un poco mejor.”  

Después de unos nerviosos segundos, en los que nadie levantaba la mano para intervenir, fue Ana, una mujer de mediana edad, probablemente tendría los cuarenta años avanzados, la primera en hacer una señal con valentía a fin de exponer o ampliar el caso que soportaba y que la había llevado a repetir su asistencia a esta terapia de acción grupal.

“Hola, amigos. Ya os comenté la semana pasada algún datos acerca de mi persona. Pero como en el día de hoy han venido tres personas nuevas, los voy a resumir. Actualmente trabajo en una modesta empresa de limpieza, que lleva algunas subcontratas para el aseo diario de algunos bloques de pisos repartidos por toda la ciudad. Tengo una hermana, con la que no me llevaba bien y que hace años se marchó a trabajar al norte y no he vuelto a saber nada de ella. Mi padre, que ya no vive, ejerció de panadero durante muchos años. En cuanto a mi madre, estaba dedicada a la casa, aunque sacaba horas por las mañanas para limpiar algunas casas particulares, en el barrio noble del Miramar/Limonar. Esa madre era quien se encargaba de educar a sus dos hijas, aplicando mano muy dura, lo que a mí, menos a mi hermana, me ha dejado secuelas. Uno de sus “castigos” era encerrarnos en una cuartucho oscuro, que ella llamaba “el de los ratones”, cuando interpretaba que nos habíamos portado mal. El estar allí encerrada durante horas me producía un pánico que ni aún en la madurez he logrado superar . La falta de luz me produce, aún hoy, escalofríos y sensación de pánico. Mi única familia soy yo, pues aunque tuve algún pretendiente en mis “años mozos”, todos ellos iban a “lo que querían y necesitaban”. Una vez satisfechos, “ahí te quedas” y adiós. Ese terror a la oscuridad hace que incluso de madrugada tengo que dormir con la luz encendida, pues creo ver sombras por aquí o por allá. Me encuentro sola, desamparada, con un sueldo que apenas me da para vivir. No estudié porque mi padre decía que tenía que estar en casa, haciendo las tareas, mientras que mi madre iba a limpiar a las casas de los señores “bien”. He venido hasta aquí buscando un poquito de ayuda, pero también un mucho de amistad.”

Unos y otros presentes alababan (con gestos mímicos o con palabras) la franqueza y valentía de la compañera Ana, aportándole algunas ideas y sugerencias que, en los últimos minutos de la sesión,  Luz Mª, la psicóloga, se encargaría de resumir para la concreción.

A continuación levantó la mano un chico joven. Aparentaba “veintipocos” años de edad, aunque después de su intervención muchos entendieron que su “edad intelectual” no coordinaba con el físico que ofrecía.

“Mi nombre es Borja. Es mis tiempos de estudiante durante la secundaria tenía un buen rendimiento y cuando superé la Selectividad me matriculé en la facultad universitaria de derecho. Pero no sé bien qué me pudo ocurrir, tal vez algunas compañías y amistades, porque comencé a entrar en una dinámica de gastos, que mis padres se vieron obligados a cortar. Me convertí en un comprador compulsivo, no sólo de productos informáticos y electrónicos, sino también de ropa cara, de marca. Y empecé a entrar en el mundo “embriagador” de la motorización. Seguro que lo estáis pensando: ¿de donde sacaba yo “la pasta”? Pues, cuando el grifo paterno se cerró, totalmente, comencé con otra dinámica alocada y no menos enfermiza: apropiarme de lo ajeno. Me sentía con gran habilidad y autosuficiencia para ello, obteniendo buenos “réditos” para mis ostentosos gastos. Pero lo que tenía que pasar, ocurrió. Una vez me pillaron y, a pesar de todos los esfuerzos de mi padre, inspector o perito de seguros, con gran disgusto tuvo el hombre que soportar que me “cayeran” dos años. Por buena conducta, sólo cumplí doce meses. Las puertas de mi casa se cerraron para este hijo que sólo sabía avergonzar y hacer sufrir a sus progenitores. Pero el “gusanillo” de las buenas compras, compulsivas por supuesto, no había muerto en mí. Así que entré en la última y más degradante etapa, a fin de conseguir dinero fácil. Es muy duro decirlo, pero me convertí en el “compañero o amante” joven y guapo de gente depravada, con muchos años y más dinero, para hacer… y tomar “de todo”. Durante dos años y medio he estado inmerso en la ciénaga de lo más repelente. A mis veintinueve tacos, no sé si mi vida tendrá ya aún arreglo. Mi santa madre, Eugenia, me localizó hace unas semanas y me facilitó esta posibilidad, que en un principio rechacé. Pero ver a una madre llorando y sufriendo por tu forma de ser y actuar, es algo que te vence. Por eso estoy hoy aquí. Sólo por ella, pues yo no creo tener muchas soluciones para mi desordenada vida”.

Tras el impacto anímico de esta muy cruda y sincera confesión, Luz María entendió que las dos intervenciones eran lo suficientemente importantes y complicadas, para seguir avanzando con otras exposiciones. Los tres intervinientes que restaban lo comprendieron perfectamente y pospusieron para la semana siguiente la profundización en sus respectivos problemas. 

Tanto la psicóloga directora del programa de ayuda, como el resto de los presentes a la reunión, comenzaron de inmediato, aplicando el mayor desenfado y amistad, a realizar una serie de comentarios, sugerencias y pequeñas aportaciones de indudable interés para ayudar a dos compañeros que lo estaban pasando realmente mal. Azarias le dijo a Borja que en el centro distribuidor de mercancías, donde él trabajaba, estaban haciendo contratos temporales de una semana, que normalmente iban renovando sin problema alguno. El ponerse a trabajar duro era un primer paso para ir “limpiando” una trayectoria que no era elogiosa en su vida, sino todo lo contrario. Alba, otra de las presentes, le sugirió al atribulado joven que buscase sin descanso a una buena compañera con la que encontrar el apoyo necesario para encauzar su desordenada vida por el camino siempre necesario de la normalidad. Ella había tenido la suerte y la oportunidad de “conectar” con una buena y equilibrada persona, con la que actualmente estaba conviviendo, que le daba cada uno de los días la fuerza imprescindible para luchar y abandonar esas tendencias depresivas y suicidas, que durante tanto tiempo le habían atormentado. La fortaleza física de Modesto, que hasta la presente había permanecido muy callado, intervino a continuación con un planteamiento práctico, para el agobio y el pánico que le provocaba la oscuridad a la limpiadora Ana.
“No sé si conoces que me gano la vida con el multiservicios. Para que lo entiendas, sé hacer un poco de todo, electricidad, albañilería, fontanería y todo eso que es necesario para reparar nuestras viviendas. En este fin de semana me indicas donde vives y me paso por tu domicilio para mejorar el sistema de iluminación… en lo que se pueda. Te instalo unas bombillas de luces led que se te van a encender y apagar cuando entres o salgas de una u otra habitación. En cuanto a tu dormitorio puedo instalar unes luces de seguridad, que tienen un mínimo consumo, y que van a mantener una luz cálida durante toda la noche. Y podremos dar un repaso a las ventanas, para hacer unas reparaciones que te ayuden a enriquecer la luz natural, la mayor parte del día. Además , con un curioso sistema de espejos, podemos aprovechar mejor la luz que te llega de las farolas callejeras”.

Tras la práctica intervención de este trabajador del multiservicios, que se encontraba en una fase inicial en su lucha contra el alcohol, la coordinadora Luz María volvió a reincidir en su planteamiento inicial: la fuerza potencial de nuestra mente para enfrentarnos a esos problemas que tanto nos agobian y condicionan, con un arma que resulta del todo eficaz, como principio. De nuevo repitió el esquema que todos deberíamos seguir: el asumir el problema como tal, en primer lugar. De inmediato, acotarlo, en sus justos términos. Después, relativizarlo en lo posible, fase muy importante porque en la mayoría de los casos la mayoría de las personas suelen magnificar en exceso la trascendencia o incidencia del mismo, cuando no existe un fundamento racional para ello. Por último, comenzar a buscar soluciones, que pueden ser pequeñas e indirectas en esa fase inicial, pero que con la consecución de algún pequeño avance o mejoría puede facilitarnos un rédito esperanzador que nos hará mucho bien y sustentará nuestra posterior acción sobre el conflicto. Y sobre todo, como plataforma inteligente de acción, tratar por todos los medios de no luchar en aislamiento, sino con la ayuda de otras personas quienes muy probablemente no dan ese paso solidario porque desconocen la realidad básica de nuestro problema, aquello que tanto nos aturde y nos hace sufrir.

En esa tarde de miércoles, Luz tenía concertada una cita médica a la que llevar a su hija pequeña que se encontraba acatarrada. Pero los otros cinco asistentes a la terapia grupal acordaron, a su finalización, desplazarse a una cervecería cercana, a fin de compartir juntos unos minutos de relajada conversación para el mutuo conocimiento y la cálida proximidad en la amistad.-


EL SALUDABLE PODER DE LA MENTALIZACIÓN 
PARA LOS ESTADOS CARENCIALES

                                                                                                                          
                         

José Luis Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga
27 Marzo 2020
Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es           



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