No todas las personas tienen el mismo despertar, en
cada una de las mañanas. Esta afirmación refleja una patente obviedad: cada
individuo representa un carácter específico, el cual se ve condicionado por un
conjunto de variadas circunstancias, externas e internas. Somos profundamente diferentes
y ello provoca que cuando suena el despertador o cuando espontáneamente abres
los ojos, tras una noche más o menos plácida para el sueño, percibas al largo
día que tienes por delante con una predisposición
desigual. Puede ser ésta animosa y diligente, confusa y desorientada o incluso
algo depresiva, lo que no te estimula mucho a tener prisa por abandona el lecho
en el que has descansado esas horas necesarias para la recuperación física y
mental. Las terapias contra esos despertares apáticos son también muy diversas.
Siempre ha resultado de una saludable eficacia la programación previa, con la
subsiguiente acción sin dilaciones.
Marilen es una chica malagueña que recientemente ha terminado sus estudios de
bachillerato, con un expediente académico más bien “normalito” bajo. Se ha
presentado a las pruebas de acceso a la universidad, habiéndolas superado con
un aprobado “raspado” por lo cual su nota media no le va a facilitar el camino
para ingresar en determinadas facultades universitarias, cuyo corte de entrada
en las listas están en una puntuación notablemente más alta que la suya. La realidad
es que a sus 18 años se encuentra sumida en esa situación de profundo desconcierto
que afecta a muchos adolescentes, motivado por no saber muy bien lo que quieren
hacer para con su futuro.
La joven Marilen (alude al diminutivo de Maria
Elena) es la hija menor de una familia estable, perteneciente a la clase media
/media, en lo sociológico. Su padre Leandro, gran
aficionado al fútbol, trabaja desde hace muchos años en unos céntricos grandes
almacenes como agente de ventas, actualmente destinado en la sección de
electrodomésticos de la gama blanca (lavadoras, frigoríficos, lavavajillas,
etc). Su madre, Virginia, también dedica las
mañanas para ejercer de auxiliar recepcionista en una consulta privada de
medicina ginecológica, que dirige el Dr. Periñán. Ambos progenitores, ya desde
hace años, tienen un comportamiento bastante crítico con respecto a su hija, en
la que critican su arraigada indolencia y pasividad, tanto en las obligaciones
de estudio como en su escasa colaboración y ayuda que presta para las tareas
del hogar. Contrastan su forma de ser con la de su hermano mayor, Lucas, quien se prepara en una academia especializada
para concurrir a unas futuras oposiciones que le permitan el deseado ingreso en
el Cuerpo Nacional de Policía. El primogénito de la familia sabe compartir el
tiempo de estudio con unas horas de trabajo durante las noches en una cadena de
comida italiana, con el sufrido encargo de ir entregando pizzas por múltiples
domicilios.
Preocupados los padres por la profunda apatía de su
“niña”, deciden acompañarla a un equipo de medicina y psicología juvenil, consulta
que le recomendó a Leandro su jefe de departamento en el centro comercial donde
desarrolla a diario su trabajo. En la primera visita que realizan al gabinete
médico, el especialista Franio del Prado Carvajal,
tras escuchar los planteamientos de unos padres bastante preocupados y unas
primeras respuestas de Marilen, acuerda con la chica mantener una próxima entrevista
tras días más tarde, a la que deberá acudir ya sin el acompañamiento de sus progenitores.
En principio le receta unas vitaminas y otros comprimidos que ayuden a
vitalizar su estado de pasividad y evidente depresión anímica.
La joven vuelve a la consulta en el día y la hora
fijada, respondiendo a las primeras preguntas planteadas por el Dr. Franio que
son de una naturaleza básicamente informativa (aficiones, empleo y organización
de su tiempo, amistades, relación con los miembros de la unidad familiar, etc.)
Le plantea a continuación unos pequeños ejercicios o test, para avanzar en el
conocimiento de su joven paciente. De esta segunda entrevista, con una duración
aproximada alrededor de los sesenta minutos, el facultativo obtiene una
interesante base de datos, con una primera aproximación casuística sobre la
situación de profundo desconcierto que muestra el carácter de la chica. El
diálogo entre ambos es abierto y cordial, pero desde un principio Franio tiene esa
mezcla de suposición y convicción de que su interlocutora no está siendo
absolutamente sincera en la transmisión de algo que le ocurre y que se muestra
reacia a confesarle. Tendrá que seguir avanzando en esa línea investigativa, si
quiere llegar a conocer los motivos o circunstancias que pueden estar definiendo
esa difusa apatía y desgana vital que embarga a la joven. Le propone iniciar
cada noche, antes de irse a la cama, la redacción de un
pequeño diario en el que debería resumir los aspectos más destacados que
le hayan ocurrido durante el día que finaliza y, de manera especial, su
resolución de hacer algo nuevo o diferente durante la próxima jornada. Le
aclara que esa recomendación la debe considerar como muy importante e
insoslayable. En el plazo de una semana acuerdan mantener una nueva entrevista,
en la que comentarán las reflexiones más significativas que haya anotado Marilén
en su nuevo diario personal.
Así lo hace efectivamente, durante cada una de las
noches. Después de la cena y tras sentarse un rato ante el monitor de
televisión que preside el salón de su casa, se retira a su cuarto para ponerse
unos minutos ante su mesa de trabajo, sobre la que escribe unas líneas en las
que recuerda determinadas vivencias protagonizadas en su día. Resulta
significativo la diferenciación expresiva entre lo que escribía Marilén en las
primeras páginas de su diario (apenas un par de frases) y la ampliación que experimentaron
esas primeras líneas, a medida que avanzan los días. Ello reflejaba una evidente
muestra del avance que estaba consiguiendo en la autorreflexión de lo que se
proponía y más o menos realizaba. También iba añadiendo algunos porqués a su
comportamiento. Todo este material iba a ser de importante utilidad para los
comentarios intercambiados entre la paciente y su doctor.
Así fueron algunas de las muestras (resumidas)
escritas por Marilén durante esos primeros diez días.
“Hoy, al despertar, me preguntaba una vez más ¿Y
qué voy a hacer a lo largo de esta jornada? No tengo una especial preferencia
por nada ¿Tal vez pasear, sin rumbo fijo? Al final me quedé toda la mañana en
casa. Mi madre en su trabajo. Y mi padre, con sus electrodomésticos en los
grandes almacenes. Por la tarde, las “tabarras” de la mama con eso de “te
podías poner a limpiar la casa o a ordenar tu cuarto, que parece una leonera y
hasta huele mal” Y el teléfono sonando, preguntando una y otra vez por Virginia
¡Menudas “arpías” estas amiguitas de la mama. Como “propo” para mañana quiero
llamar a la única verdadera amiga que aún creo tener: Elvira.
Lo que temo es que esté muy liada con su Gonzalo”.
“Como me temía, el Gonza tiene bien controladita a
la Elvira. Ya le dije que ese compa era muy absorbente. Que podemos quedar el
jueves a las seis, pues esa tarde su pareja va de gimnasio a sacar sus
musculitos. No creo que duren mucho juntos. Ella es muy dulce, incluso algo
tontilla de buena. Y él es un “malabestia”. He organizado un poco la ropa del
armario. Cuando se lo he dicho a la mama, ni me contestó. Creo que ni se enteró.
Todo lo más que dijo fue que estaba muy trastornada buscando el número teléfono
de Dorita, pues quería ir a su partida de cartas el sábado. Siempre con sus cosas,
que son las únicas importantes para ella. Así que no me extraña “lo del papa”.
Tengo aún una semana para matricularme en algo. Pero ¿en qué?”
“Hoy he hablado con mi hermano Lucas. Con la
preparación de sus oposiciones y el reparto de las pizzas, vive en las biblios
y en los domicilios de sus amigos, A veces viene a dormir a casa y hace alguna
comida. Esta es, sin duda, la casa de las grandes ausencias. Yo soy la más
permanente y la que tiene peor prensa. Mi señor padre lleva dos noches
volviendo de madrugada: que si cenas de trabajo, que si reunión con antiguos
compañeros, que si imprevistos … sí, sí. Mi madre disimula. Para ella lo
importante es su panda de señoras bien. Tiene poco que hacer ante cualquier chiquilla que encandila a los
cincuentones, como el papá. A él no le apetecían las colonias y ahora tiene dos
tarros en el baño. Buenos cuartos que le estarán sacando por ahí. Me dice
Elvira que van a abrir un nuevo Mercadona por la parte alta del Cónsul. Pero
¿sirvo yo para cajera con uniforme?”
“Me ha encantado la película que han puesto esta
noche por la sexta, a pesar de las listas de anuncios que te meten con amplio
calzador. Envidiaba a la protagonista, una azafata encantadora. A mi eso de
viajar, de un país a otro y de un continente a otro, me haría mucho bien. Me
pregunto ¿dónde habría que ir para poder ser azafata? Esa profesión me gustaría
y yo creo que tengo un buen tipo para ese trabajo. Pero mis conocimientos de
inglés son bastante flojitos. Los tíos de Elvira viven en Newcastle y ella ha
viajado en algunas vacaciones a su casa. Sí que tiene suerte la amiga, pues
chapurrea muy bien el idioma guiri. El pá nos insistía desde pequeños con los
idiomas. Lucas si se esforzaba, pero yo siempre he sido una negada para estas
cosas. El Gonza de Elvira me decía que me pusiera a ver series en inglés.
Aunque “el figura” no me cae especialmente bien, igual tiene razón. Mañana voy
a buscar alguna serie de éstas, por Internet”.
Facultativo y paciente se hallan sentados frente a
frente. Se observan con recíproca curiosidad, en una cálida tarde a inicios de
septiembre. El Dr. Franio repasa, con avidez y rapidez lectora, los textos
manuscritos que le entrega Marilén. Felicita y agradece a la joven su voluntad
y diligencia en sintetizar sus vivencias diarias. Aparte de indicarle que
continúe tomando el complejo vitamínico que le prescribió en la primera
consulta, comienza a sugerirle una serie de fáciles líneas de acción, a fin de
dinamizar un organismo y un estado ánimo en situación de pasividad y bloqueo.
“Al iniciar cada mañana, tienes que comenzar a
realizar las acciones que hayas programado el día anterior. Tras el aseo y
desayuno, inicia esas pequeñas actividades (limpiar, ordenar, hacer los
encargos de tus padres, de una manera mecánica y automática, ayudándote con un poco de música. No te
plantees el “lo hago o no lo hago”. ¡Hazlo, sin más! Cuando ya hayas realizado
las primeras acciones, verás que no era tan difícil comenzar. Ese es uno de los
primeros problemas que te vas a encontrar: romper con la pasividad o inercia
matinal, que tanto te inhibe, para que puedas ilusionarte con la actividad. No
dudes que tras un rato de trabajo, después te vas a sentir mucho mejor. Estás
en la edad de la formación y el estudio. Tienes que elegir una línea de escolarización.
Universitaria o de ciclo formativo. Te voy a dar dos direcciones de
orientadores escolares, en sendos centros especializados para la formación
profesional. Debes de acudir a consultarles, pues te pueden dar buenas ideas y
consejos para animarte a seguirles, en actividades que no sean especialmente
complejas y que de algún modo te puedan motivar e interesar. Por cierto, sé que
existen ciclos formativos de auxiliares de vuelo. Consulta cuáles son las
condiciones para poder seguir esa línea pre-profesional,”
En un centro escolar de F.P. recién inaugurado,
Marilén encontró acomodo (con el curso ya empezado) para seguir un ciclo
formativo de azafata turística, posibilidad a la que la hija menor de Leandro y Virginia se entregó con inusual
ilusión. Su padre hizo las gestiones oportunas para buscarle acomodo en la
Escuela Oficial de Idiomas, clases del A1 de inglés, a las que acudía por las
tardes dos veces durante la semana. Se la veía mucho más animada y motivada,
tanto por los conocimientos y prácticas que recibía en el ciclo formativo, como
por los incentivos que le provocaba ese idioma que tanto se le había resistido
durante sus antecedentes escolares. Las visitas a la consulta del Dr. Franio se
fueron espaciando, síntoma que reflejaba la mejoría anímica de una joven que
iba viendo algo de más luz en el diseño de un proyecto de vida.
Cierta tarde, a mediados de febrero, Marilén
preparaba en casa unos ejercicios de inglés, trabajos escolares propuestos por
su profesora el día anterior. Se había aficionado últimamente a la música
instrumental, que sonaba a buen volumen aunque no molestaba a nadie en la
vivienda pues, una vez más, ella era el único miembro de la familia
presente en el inmueble. Sonó su teléfono móvil y al otro lado de la línea escuchó
una voz conocida: era el Dr. Franio, quien le rogaba se pasase por la consulta
esa misma tarde o en el primer día que tuviera disponible en sus estudios. Ante
la insistencia del facultativo, Marilén quedó en desplazarse al centro médico a
eso de las 20 h, cuando las consultas programadas normalmente finalizaban.
“Te quiero hacer una propuesta para un interesante
trabajo particular. Te pido que la estudies con tranquilidad y adoptes la
decisión que mejor prefieras. He pensado en ti porque creo que das un buen
perfil, en función de los conocimientos que tengo acerca de tu persona. Se
trata de mi madre, una señora con 73 años, llamada Davinia.
Debo confesarte de que es persona con un cierto carácter, en ocasiones algo exigente,
pero que con habilidad se la puede tratar sin mayor problema. Hace unos seis
meses pasó por una dura experiencia orgánica, lo que ha contribuido a que se
vuelva más paciente y tolerante. Sufrió un ictus cerebral del que, con fortuna
y buenos cuidados médicos, se ha recuperado en un elevado porcentaje. Durante
el día tiene una asistenta personal en casa. Pero esta señora, por inesperadas razones
familiares, tiene que volver a su casa a partir de las seis de la tarde, para
no volver al domicilio de mi madre hasta las 9 horas de la mañana siguiente.
Así que mi hermano y yo necesitamos una persona de compañía, que ayude para
evitar su soledad durante las noches. Se incorporaría a su noble dedicación no
más avanzada las siete de la tarde y permanecería en el domicilio hasta la hora
del desayuno. Esa persona de compañía solo ejercería la labor de atención y
vigilancia, pues la cena ya estaría preparada y, con respecto al aseo, la encargada durante el día ya se ocupa de
esos menesteres (limpieza, plancha, cocina, etc). Si aceptaras esta labor,
podrías estar con tus libros, cenarías en casa, si te apetece verías la
televisión y descansarías en un dormitorio adjunto al cuarto de mi madre.
Tendrías que ir ganándote un poco su carácter y hacerle un relativo caso cuando
comience con sus manías y rarezas. En caso de que aceptaras, te haríamos un contrato
laboral visado por una gestoría, a fin de que estés completamente legalizada
con respecto a tu futuro. Sólo añadirte que nos prestarías un inestimable servicio
(confío plenamente en tu persona) pero al tiempo conseguirías interesantes y buenos
beneficios, no sólo económicos, sino también humanos”.
Al paso de los meses, el carácter de Marilén se ha
estabilizado y enriquecido en valores, con esa útil labor social que presta a la señora Carvajal,
acompañándola en las horas de tarde y noche. Davinia, muy interesada por los
estudios de la chica y sintiéndose como una “madre” de esa hija que nunca pudo
tener, la trata con deferencia y cariño. En su 19 “cumple”, pidió a la chica
que le acompañara a un centro informático. El motivo de este desplazamiento no
era otro sino regalarle un ordenador portátil de última generación, pues el que
Marilén manejaba tenía “achaques” técnicos por todos los lados. Bien cogida del
brazo de la joven, por sus dificultades de movilidad, conformaban la entrañable
imagen de una abuela con su nieta preferida.
En cuanto a Leandro y Virginia, continúan
“teatralizando” esa unión que es puramente formal. Aburridos de los muchos años
de convivencia juntos, buscan compensaciones e incentivos por esos mundos de
dios. Un hermano del Dr. Periñán, Salvio, que dedica
dos tardes a la semana para pasar consulta en la clínica familiar, cada vez tiene
una mayor proximidad con la Sra. Virginia, con la que busca compartir esos
minutos que iluminan nuestra ilusión y deseos. Por cierto, Lucas ha superado
los ejercicios psicotécnicos en las oposiciones. Frecuenta un gimnasio que
tiene cerca de su domicilio, porque asume la dificultad que va a encontrar con
las pruebas de aptitud física en la todavía concurrida convocatoria. Finalmente
Elvira, la íntima de Marilén, ha decidido mandar a paseo al “figura” ególatra
de Gonzalo. Viendo los resultados positivos que está teniendo su amiga, tanto en
lo escolar como en la novedad laboral, ha decidido matricularse en un ciclo
formativo para asistente social.
Estas y otras muchas personas, cuando el alba
matinal descorre sus cortinas para el necesario e insoslayable protagonismo,
aún con las sábanas acariciando sus diferentes epidermis, comienzan a desarrollar
la construcción de un nuevo e imprevisible día. Lo hacen “negociando” con sus
ilusiones y temores, con sus afanes y tibiezas, con sus dudas y convicciones,
pues no son máquinas o seres autómatas. Son hombres y mujeres que anhelan vivir
y experimentar un día algo diferente al de ayer y al de mañana, aunque al final
acaben apreciando ese valor de la rutina y de la actividad repetitiva, como positiva
terapia para no perder el innegociable sosiego.-
AMANECER PRIMAVERAL,
CON TODO UN DÍA POR
CONSTRUIR
José Luis Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la
Victoria. Málaga
20 Marzo 2020
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