No son pocas las ocasiones en que, a lo largo del
periplo existencial, te planteas una
pregunta de muy difícil o casi imposible respuesta ¿Cuál es este críptico
interrogante? Se podría plantear más o menos de la siguiente forma ¿Ese destino
que imaginamos presidiendo la ruta en nuestras vidas, tejiendo y destejiendo en
complicada dialéctica con nuestra “libre” voluntad, sigue algún plan o proyecto
previo para cada uno de nosotros o, por el contrario, actúa de manera
caprichosa y sin método, con cada una de las vidas en las que interviene sin
que sepamos a ciencia cierta el cuándo o el por qué?
En cuanto a la posible respuesta, los seres humanos
solemos creer a veces en una de las opciones, mientras que en otras
oportunidades pensamos en la contraria. De una un otra forma, acabamos aceptando esa influencia
“inexplicable” e inevitable del destino, el azar o el misterio divino, según
mentalidades o creencias, pues tiene que haber algún origen que coordine todas
esas respuestas que tanto asombran y motivan nuestra reflexión.
Todo comenzó en aquella ingrata noche del sábado, a
inicios de Marzo. En esas horas para el “reinado” de las estrellas, Axiel se despertó sobresaltado y nervioso, a
consecuencia del “sonoro” repiqueteo de su I Phone, en plena madrugada. No
acertaba a coordinar muy bien los movimientos, tras el inesperado y súbito
despertar. Al fin tomó el móvil, que descansaba bajo un par de libros encima de
la mesita de noche, comprobando que las cifras digitales marcaban las 4:45 del
nuevo día. Pulsó la tecla del “responder” y de inmediato, al otro lado de la
línea, escuchó la voz entrecortada de una compañera de trabajo, Nadia, que se mostraba acústicamente emocionada. “Me
ha llamado hace unos minutos Elvira, que se ha
enterado por Aarón, nuestro jefe. Ha ocurrido
esta tarde/noche, cuando volvían de esa corta escapada para el fin de semana,
desde el sur de Portugal. Un terrible accidente de tráfico… han chocado contra
un tráiler. La inmensa desgracia se ha cebado con Simón
y su mujer Clara…” La compañera y amiga no pudo
seguir hablando, porque entró en una dinámica de gemidos nerviosos. Axiel trató
de controlar sus primeros impulso, esforzándose por ordenar sus ideas, aunque
lo prioritario era intentar tranquilizar a la compañera que estaba al otro lado
de la comunicación telefónica. “Cálmate Nadia. Entiendo el alcance de la
trágica noticia. ¡Cómo pueden suceder estar terribles cosas! Mañana por la
mañana nos reunimos en el estudio, por ejemplo sobre las 11, aquellos que
podamos. Entonces trazamos un plan de acción. Tómate algún calmante y trata de
descansar”. Su pareja Eva, también se había
despertado e incorporada sobre las sábanas, con los ojos bien abiertos,
preguntando acerca de qué estaba ocurriendo.
En la mañana del domingo todos los compañeros que
trabajaban en un céntrico estudio de diseño gráfico se hallaban ya reunidos en
la espaciosa oficina, visiblemente afectados. Lamentablemente faltaba Simón,
quien el día anterior, volviendo con su mujer Eva desde la ciudad de Faro,
había perdido la vida en un desgraciado accidente de tráfico a consecuencia del
choque que su vehículo había tenido con un camión tráiler para el transporte de
mercancías. Comenzaron a efectuar llamadas a la familia del compañero
fallecido, inquiriendo algunos datos acerca de la hora del sepelio
fundamentalmente. Fue precisamente Axiel quién logró contactar con la única
hermana de Clara, llamada Dorotea. Esta persona
les transmitió los datos que solicitaban, dándoles al tiempo la única buena
noticia en las ultimas horas: la única hija que tenía el joven matrimonio, Noemí, de siete años de edad y que viajaba con sus
padres, ambos fallecidos, había salido ilesa del fatal accidente.
Axiel y su mujer Eva se llevaban muy bien con el
difunto matrimonio. Precisamente la niña que había quedado trágicamente
huérfana, a tan corta edad, iba al mismo colegio de las Teresianas en donde
estudiaba su también única hija, Alba. Eran
amigas y compañeras de clase, en un segundo curso de educación primaria. Los
dos matrimonios solían compartir no solo las salidas al campo de excursión
algunos fines de semana, sino que también pasaban muchos días de verano en la
playa, donde las dos pequeñas amigas disfrutaban con sus juegos y ocurrencias.
En el funeral, desarrollado durante la mañana del lunes, Axiel y Eva quedaron
impresionados ante la mirada de dolor y tristeza que tuvieron que contemplar en
Noemí, quien a pesar de sus pocos años era consciente del duro cambio que iba a
sufrir su vida, sin la compañía insustituible de sus padres. Junto a los demás
familiares, la niña estaba completamente rota anímicamente. Fue precisamente su
mujer Eva quien, al acercarse a Noemí para abrazarla, le dijo a la amiga y compañera
de su hija una cariñosa y significativa frase “Pase lo que pase, nunca te vamos
a dejar sola.”
Aquella misma noche, después de la cena, Axiel y
Eva estuvieron comentando acerca de la pequeña Noemí y la situación de orfandad
en la que quedaba sumida.
“La niña va a estar de momento bajo la protección
de su tía. Es el familiar más directo que tiene. En realidad no se trata de una
familia muy grande o ramificada. El problema que yo veo en el asunto (decía
Axiel) es el carácter de esa mujer, pues el propio Simón en ocasiones me
explicaba las no muy buenas relaciones que ambas hermanas mantenían. Me
comentaba que Dorotea, la hermana mayor (le
llevaba a Eva casi ocho años) tenía una forma de ser un tanto complicada, pues
era persona autoritaria y bastante egocéntrica. Parece ser que las posibles
parejas que se acercaron a ella, se alejaron con presteza un mucho escaldados
de esta difícil mujer. Lo cierto es que a sus cuarenta y pocos años que debe
tener permanece soltera. Creo que trabaja en el Registro Civil como auxiliar
administrativo y que está muy metida en asociaciones o grupos políticos de
tendencia bastante conservadora. En fin confiemos que, con sus cualidades y
defectos, sepa ser un poco madre de una niña que ha quedado en situación tan
dramáticamente desvalida. Intentaremos, en la medida de lo posible, que siga
encontrado el mayor calor afectivo en nuestra hija, pues Noemí y Alba siempre
se han llevado bastante bien. Se conocen desde hace años, van al mismo colegio,
son buenas amigas y curiosamente nacieron en la misma anualidad”.
No se equivocaba Axiel en el planteamiento que le
hacía a su mujer, pues las oportunidades de hablar con el añorado compañero y
amigo Simón, acerca de su familia, se habían repetido con frecuencia. Pasaron
casi dos semanas de esos desgraciados eventos, cuando un jueves por la tarde y
desde la propia oficina telefoneó al domicilio de Dorotea. Después de
interesarse por la situación anímica de la pequeña (que ya había vuelto a sus
obligaciones escolares) y ofrecerse para lo que fuera necesario, sugería a la
tía de Noemí la posibilidad de que su sobrina pasase el fin de semana con
ellos, teniendo en cuenta los interesantes hábitos de amistad que las dos niñas
mantenían, cuando las dos familias se unían para hacer excursiones, asistir a
ciertos eventos y pasar, en definitiva, gratos momentos juntas. La respuesta
que recibió por parte de su interlocutora fue del todo punto decepcionante.
Esta señora le indicó, sin mayores rodeos, que la niña tenía marcado un
completo plan de trabajo para el fin de semana. Que aparte las obligaciones de
estudio, tenía que ir aprendiendo a cumplir determinados quehaceres en la casa.
Y que ella misma se encargaría que tuviera algunos ratos de ocio, ahora que
estaba mejorando el tiempo. Ella estaba dispuesta a corregir muchos de los
comportamientos de la pequeña que, en su opinión, no había sido bien educada.
Aparte del desabrido “portazo” que recibió por parte de la rígida señora a sus
buenas intenciones, destacaba sobre todo que la tía de Noemí había evitado
cualquier palabra o gesto de agradecimiento con respecto al contenido global de
su llamada telefónica. Ya en casa, intentó “suavizar” la frustrante respuesta
que había recibido, para no entristecer en demasía la ilusión que Alba se había
hecho, acerca de tener a su amiguita con ella en casa durante ese fin de
semana.
Apenas llegaron más noticias de la pequeña Noemi al
domicilio de la familia Nancia Brevales, salvo algunos comentarios que Alba
hacía en los momentos de mayor confianza con sus padres (cuando éstos le
preguntaban por su compañera y amiga de clase) en el sentido de que cada vez
veía a su amiguita menos alegre. “Sí, jugamos juntas en el recreo, pero ya no
se ríe como antes. El haber perdido a sus papás tiene que haber sido una cosa
muy grande para ella. Un día se atrevió a decirme que su tía la trataba con
mucha severidad. Cuando le pregunté por qué me decía eso, se puso aún más
triste, por lo que le dije “anda, vamos a jugar. No pienses en esas cosas.” Y
así fueron avanzando las semanas y los meses en el calendario, con la siempre
esperada y alegre llegada del verano y las vacaciones escolares.
Una “aterralada” noche de junio, serían poco más de
las diez, la familia Nancia Brevales se encontraba cenando en la terracita de
su piso, cuando sonó el móvil de Axiel. No reconocía el número de la llamada
entrante, aún así la aceptó preguntándose quién podría ser. Al escuchar la voz
de su interlocutora, no tuvo la menor duda acerca de quien se trataba.
“Hola, soy Dorotea. Te llamo porque esta tarde he
tenido un severo problema con mi sobrina. Se me ha enfrentado violentamente, al
mandarle que hiciera sus obligaciones en la casa. Con casi ocho años que tiene,
no voy a tolerar que no me obedezca y menos que se me enfrente la niña. La he
castigado y cuando después he vuelto a su cuarto he visto que no estaba. No me
explico cómo ha podido salir de la casa. Su rebeldía ocurrió sobre las cuatro
de la tarde y aún no ha vuelto. Estoy muy preocupada. La cosa es que no se qué
hacer. A eso de las nueve he llamado a la policía, y después de tomar nota los
agentes me han pedido que contacte con aquellas personas que la niña pueda
conocer para ver si éstos la han visto o tienen algún dato que pueda ser útil
para localizarla”. Por eso te he llamado, pues sé lo que ella os aprecia”.
Axiel había puesto el modo altavoz a su teléfono,
por lo que Eva escuchó la exposición que hacía esa angustiada señora. Fue
precisamente ella, la madre de Alba, quien tuvo una reacción inesperada. Le
hizo una señal a su marido, indicándole algo así como que esperara. Se encaminó
con presteza hacia la entrada de su piso, seguida de Axiel y su hija, abriendo
la puerta con una “maternal” y maravillosa intuición. Ante sus ojos, recostada
en el suelo, aparecía la tierna figura de Noemí, con la cabeza reposando entre
sus brazos cruzados sobre las rodillas. Estaba profundamente dormida. Había
tenido que recorrer a pie, hasta llegar un piso que bien conocía, más de dos
kilómetros y medio de distancia lineal. El cansancio de la pequeña era manifiesto.
Rápidamente Axiel comunicó a su tía Dorotea el preciado y tranquilizador
hallazgo, a fin de que comunicara sin mayor dilación con la policía, para
retirar la denuncia. Aparentemente la niña se encontraba bien, aunque
lógicamente muy cansada. Eva la tomó en sus brazos y la acarició amorosamente.
Axiel volvió a contactar con Dorotea y con firme energía le dijo:
“Señora, no debe preocuparse en este momento por el
estado de su sobrina. Como le he comentado, hemos encontrado a Noemi en la
puerta de nuestro domicilio, a donde ha llegado por su propia voluntad. La
vamos a cuidar perfectamente esta noche y le daremos lógicamente de cenar. Se la ve muy asustada, por lo que va a dormir
junto a mi hija Alba (conocerá que son compañeras de colegio y muy amigas).
Mañana, tras el aseo y el desayuno, la trasladaremos hasta su domicilio. En
todo caso, nosotros nos seguimos ofreciendo para ayudarla, sin otra condición,
en lo que mejor necesite. No olvide que en vida de sus padres, la relación
entre las dos familias era muy amistosa y fraternal”.
Aquella noche Eva se quedó un buen rato junto a la cama donde descansaban las dos pequeñas amigas, comentando con ellas alguna de esas historias agradables que ayudan a conciliar el sueño. A la esposa de Axiel no le faltaban recursos para ello, pues desde hacía años trabajaba en una pequeña editorial local. Ya en la mañana, tras el desayuno, Axiel y Eva le explicaron a Noemi que tendrían que llevarla a su domicilio, a lo que la niña se oponía con fuertes y nerviosos sollozos. Ante esta situación, Axiel se armó de valor y acudió solo a la casa de Dorotea, para tratar de encontrar una solución inteligente para todas las partes. Aunque en un principio la entrevista fue bastante tensa e incluso crispada por parte de la tía de Noemí, poco a poco la situación se fue calmando, aceptando a regañadientes esta señora que los fines de semana su sobrina los pasase con la familia de Axiel y Eva, amigos íntimos de su hermana y marido ya fallecidos.
Esos fines de semana se fueron racionalmente
ampliando, para felicidad e inteligencia de unos y otros. Alba y Noemí se consideran no sólo buenas amigas y compañeras de colegio
teresiano (y, desde ahora, en la academia de música y en la práctica de la
natación) sino incluso “hermanas” para con todo lo material y afectivo. Se
sienten perceptiblemente felices, con su sorprendente y nueva forma de vida. Axiel y Eva por su
parte aceptan y disfrutan con esa “ampliación” familiar, que el destino ha
decidido llevar a sus puertas. En cuanto a la señora Dorotea,
fue entrando paulatinamente en razones a fin de entender que, sin perder en
absoluto el vínculo parental con su sobrina, ahora volvía a tener más tiempo
libre para dedicarlo a sus otras muchas actividades, en el campo de la
sociopolítica, además de sus obligaciones laborales en el Registro.
Nos podemos preguntar entonces ¿los avatares de
esta u otras múltiples historias estaban ya programados en la “mente” de esa
“mano” misteriosa que mueve los destinos
individuales y colectivos de las personas? Tal vez sí o tal vez no. Lo cierto
es que sin la voluntad indeclinable de todos aquellos seres que han de
protagonizarlos, difícilmente habrían podido llevarse a efecto esos mismos
recorridos. Parece lo lógico, aunque también no son pocas las ocasiones en que
nos seguimos preguntando si realmente nuestra voluntad sirve de mucho, en todos
los vientos cambiantes y racheados que alteran y transforman las rutas
caprichosas de nuestras existencias.-
LAS INESPERADAS
URDIMBRES TEJIDAS POR
LOS CAPRICHOS DEL DESTINO
José Luis Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la
Victoria. Málaga
3 Abril 2020
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