¿Cuántas veces hemos escuchado esa frase o consejo
acerca de lo perjudicial o arriesgado que supone responder visceralmente o
actuar sin la necesaria y previa fase de reflexión, a fin de evitar los
equívocos o riesgos de los primeros impulsos?
Sin duda han sido repetidas las ocasiones en que no hemos hecho caso de tal
prevención, teniendo posteriormente que lamentar de esa impulsiva espontaneidad
o radicalismo mal entendido. Podemos arrepentirnos del error, pero lo que ya no
es tal fácil es borrar las consecuencias de esa irreflexiva imprudencia que
hemos desarrollado. En muchas ocasiones, esa sugerencia, consejo o incluso
admonición nos llega con un numérico ropaje, no exento de simpatía: “Como en
tantas y tantas oportunidades que nos ofrece la vida, es necesario contar hasta
10, antes de tomar determinadas decisiones, evitando o frenando las reacciones
viscerales y sus más que previsibles erróneas y desagradables consecuencias.”
En nuestro recorrido cotidiano son numerosas las
oportunidades que se nos ofrecen para poner en práctica esa saludable práctica
de pensar y reflexionar, antes de actuar.
Aportemos algunos variados ejemplos escogidos al azar.
- El trato injusto e incluso discriminatorio que
reciben determinados empleados en una empresa mientras que otros compañeros,
con incluso menos méritos que aquéllos, son promocionados a puestos de mayor
responsabilidad e incentivos retributivos. Es difícil “aguantar” desde luego
pero, especialmente en situaciones difíciles o de contracción económica, puede
resultar inteligente saber esperar otra oportunidad.
Esa mejor opción laboral te puede llegar si no te has precipitado en tomar una
decisión radicalizada “rompiendo” de motu propio con la empresa en la que
trabajabas.
- En el mismo sentido, por algún enfado puntual o
banal (generalmente por discrepancias con algún dirigente de un colectivo)
rompes o abandonas “definitivamente” un grupo o sociedad de cualquier
género o función, sea deportivo, cultural, social, lúdico. Una vez ya de que te
has ido o retirado del mismo, no sabes cómo volver después, o con qué
argumentos “reiniciar” tu vinculación con respecto a la susodicha agrupación.
- Cuando compras un
artículo, basándote básicamente en los primeros impulsos, puedes
encontrarte o sentirte perjudicado al comprobar que, más pronto que tarde, te
lo encuentras a un mejor precio o con una calidad más contrastada. Lo has
pagado mucho más caro por no saber esperar o preguntar otras alternativas. Esta
situación ocurre en muchas facetas del consumo, aunque destaca sobre todo en el
tiempo de las rebajas. Obviamente la espera puede tener también sus riesgos de
que no oferten ese determinado producto o no encuentres la talla requerida.
- Otra consecuencia de esa imprudencia o
precipitación suele darse cuando acusas a una persona
de algún error, comportamiento o incluso falta delictiva, sin conocer o
controlar de manera fehaciente todos los datos. Puedes equivocarte y después
tener que pasar el trago amargo de tener que plantear las disculpas, sintiéndote
entonces emocionalmente mal y avergonzado, aunque por supuesto con la
conciencia más sosegada y tranquila.
- No siempre acertamos con el día, el momento o la circunstancia
oportuna, para efectuar una determinada llamada
telefónica. Analiza con inteligencia los pros y los contras para tomar
esa decisión comunicativa. Puede ser que esa reflexión aconseje llevarla a cabo
o tal vez sea mejor dejarlo para después o mañana.
- Con los cambios estaciones hay que aplicar la
necesaria prudencia en no equivocarte en el tipo de
vestimenta que vas a usar. Elegir cualquier prenda sin conocer de
primera mano el tiempo atmosférico que realmente hace sobre la vía publica
puede obligarte a tener que soportar el frío o el calor, según los casos, con la
subsiguiente molestia o “castigo” para tu organismo.
- Hay algunas imprudencias pueden ser realmente
lesivas. Por ejemplo, casarte con alguien a quien no
conoces lo suficientemente bien. Después de hacerlo con los primeros impulsos,
ya no es tan fácil rectificar, por lo que has hipotecado o mejor dilapidado una
parte de tu tiempo existencial, soportando a un compañero o compañera “a quien
realmente no conocías bien” con la consecuencias, bastante dolorosas, de aquella
irreflexiva decisión.
- Y para finalizar estos ejemplos, debe aludirse a
ese ineducado hábito de hablar mal de alguien
(que no se encuentra presente en ese lugar) delante de una/varias personas, alguna
de las cuales pueden sentirse molestas al escuchar lo que estás diciendo de ese
amigo en común. Hay que pensar antes de hablar, sopesando a quién tienes
delante cuando realizas determinados comentarios. No hacerlo es un grave error de imprudencia y de
ausente habilidad social por tu parte.
El relato, basado en algunas de las premisas y
consideraciones ya expuestas en los párrafos que anteceden, toma protagonismo
en las vidas de dos jóvenes diplomadas en ocio y
turismo que, prácticamente al unísono, entraron a formar parte de la
plantilla laboral de una nueva y dinámica cadena de agencias de viajes y
actividades turísticas. Ambas jóvenes, cronológicamente ubicadas en la veintena
avanzada, fueron integradas en el departamento de programación de la macroempresa
(una nueva fusión de antiguos negocios para la demanda viajera) aunque las dos operarias
tienen que dedicar tres días de la semana para la directa atención del público
clientelar. Identifiquemos un poco mejor a estas dos cualificadas empleadas,
que trabajan bajo la directa supervisión de su jefe Marcial
Neirat.
BELMA, 27 años, tiene una complexión física bastante
delgada, es morena de pelo y luce ojos celestes algo engrisados. Su carácter es
positivamente dinámico, mostrando esa actividad social plena de simpatía, que
le ayuda a ganar una importante cartera de clientes. Tal vez “peque” de ser un
tanto impulsiva en sus decisiones, faltándole ese punto de aplomo tan necesario
en determinados momentos de la actividad diaria. Casi de manera permanente, sea
cual sea la estación meteorológica del almanaque, viste de manera deportiva,
con el uso desenfadado de alegres camisetas, blue jeans, zapatillas de la marca
Converse, ropa en general de vistosos colores. En cualquier estación
meteorológica trata de no abusar de las prendas de abrigo. Su look es muy
atractivo, aplicando además esas permanentes sonrisas y divertidas expresiones en
su lenguaje que agradan en mucho a todo aquéllos con quienes se relaciona. Es
cierto que no destaca por sus dotes imaginativas, pero suple la falta de
iniciativa creativa con un férreo sometimiento a las directrices que recibe por
parte de sus superiores. Sociológicamente es una persona abierta en el trato, rebosante
de simpatía y muy hábil en la generación de nuevas amistades.
VIRTUALA, 29 años,
soporta un cierto sobrepeso en su físico que banalmente intenta disimular con supuestos
regímenes alimenticios y, de manera especial, con el uso de prendas de vestir en
la que prevalece una tonalidad cromática mayoritariamente oscurecida. El color
de su cabello es castaño, al igual que el de sus ojos, vistiendo con ropa más
seria que el de su compañera de trabajo, prefiriendo de manera mayoritaria el
estilo clásico. Con respecto a su forma de trabajar es algo más lenta que
Belma, pero superándola en iniciativa, imaginación y creatividad, demostrando una
gran constancia y esfuerzo en el desarrollo de su labor. Se entrega “con
obsesión” a la responsabilidad de sus obligaciones, evitando las miradas al reloj,
con respecto a la hora en que ha de volver a su domicilio, cuando finaliza el
diario período laboral.
En el aspecto de su intimidad personal, Virtuala se
ve afectada con frecuencia por esos aleatorios desánimos derivados no sólo de
su híper responsabilidad, sino también por las específicas circunstancias
familiares en las que ha de vivir. Atiende a unos padres notablemente mayores,
que la adoptaron cuando ella apenas tenía unos escasos meses de vida. Estos
padres no genéticos han sabido educarla con intenso y tal vez extremado cariño
y exagerada protección, siempre desde una plataforma económica muy honrada y
modesta: el medio de vida familiar provenía desde las muchas horas dedicadas a
una pequeña tienda de ultramarinos (de la que eran propietarios) sita en un barrio
popular de la capital castellana o manchega de Ciudad
Real. Ese realidad familiar, a la que en conciencia y carácter la joven
ha de atender, condiciona en mucho su forma de ser, aunque ella trata de
superar esas fases depresivas en su carácter incrementando la dedicación y la responsabilidad
laboral.
Ciertamente estas dos compañeras se complementaban
en muchos de todos esos aspectos y necesidades que la mayoría de las
propiedades empresariales anhelan encontrar entre los operarios que para ellos
trabajan.
Es cuanto al jefe de la sucursal, MARCIAL, 39 años, está casado y tiene dos hijos bastante
pequeños. Es un hábil profesional administrativo que no puede aportar un gran
currículo académico a su titulación, supliéndolo con la habilidad de la
experiencia, pues a su edad ha recorrido un heterogéneo catálogo empresarial que inició como un chico
ayudante para los más diversos servicios complementarios en gestorías y
oficinas, en las que empezó a prestar servicios incluso antes de cumplir la
edad reglamentaria de los dieciséis años de edad. Esa experiencia acumulada le ha
permitido conocer y saber tratar a muchas personas, además de adiestrarse en facetas comerciales muy
contrastadas (seguros, venta ambulante, espectáculos e intermediación
administrativa). Casi desde “la nada” básica ha ido escalando puestos cada vez
de mayor importancia y remuneración, basándose en sus indudables dotes para la
mejor gestión y optimización de los recursos disponibles con los resultados
subsiguientes. Es un verdadero maestro en el “arte” de saber tratar a las
personas, dándoles a cada una de ellas esas gratas palabras mezcladas de
sonrisas que pueden reportarle los mejores beneficios pera sus intenciones. En
el catálogo empresarial, desde siempre ha tenido la habilidad y la oportunidad
de estar en el lugar y en el momento adecuado, a fin de avanzar en sus legítimas
ambiciones. La mayoría de las personas le calificarían de ser un modelo o
“ejemplar único” en la faceta sociológica del “trepa”
profesional.
Marcial exige mucha dedicación a sus subordinadas
en la sucursal de viajes, pues quiere fomentar ese turismo castellano basado en
la tradición literaria y cultural en torno a la magna obra literaria del
insigne D. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la
Mancha. A este razonable fin exige un duro trabajo en la aplicación de
nuevas ideas, enfoques motivadores sustentados en ese marco natural tan atractivo
de las planicies manchegas, con sus erguidos y
emblemáticos molinos al viento. Sin embargo, desde el mismo inicio de la
vinculación laboral, ambas jóvenes han ido recibiendo un
trato desigual por parte del veleidoso jefe, siempre más receptivo,
amable y complaciente hacia la figura de Belma, actitud que con autocontrolado
enfado y dolor ha ido soportando la menos atractiva físicamente Virtuala.
Aunque el caprichoso Marcial sabe medir muy bien sus fuerzas y límites, por más
que se esfuerza en disimular, se le van los ojos hacia los atractivos de imagen
que encuentra en la espectacular Belma. Esa falta de equidad en el trato
provoca momentos de lógica tensión en una persona que observa que su compañera
de mesa casi siempre posee un plus de receptividad hacia la persona de un jefe
cuyas respuestas son claramente discriminadas con respecto a su persona. Pero
una y otra vez se responde, tratando de hallar equilibrio en el torrente del
enfado que inunda su ánimo, que la situación laboral no está para posturas
drásticas y respuestas explosivas. Si quiere mantener un trabajo que
profundamente necesita, habrá de aplicar paciencia y aguante ante una autoridad
caprichosa e injusta. Pero esa prudencia ¿habrá de ser “indefinida”?
La vida privada, según a veces comentan las dos compañeras, es
bastante diferente en cada uno de los casos. Mientras que Belma aprovecha los
sábados y los domingos para divertirse todo lo que puede (es la hija única de
unos padres acomodados económicamente) Virtuala dedica los fines de semana a la
limpieza de la casa, preparando comidas y platos congelados con los que después
ir organizando los días del trabajo. Son muchos los días en que no puede
abandonar la oficina antes de las diez de la noche o incluso más tarde, ante
compromisos y obligaciones imprevistas por imperativos del trabajo.
Esos determinantes,
familiares y laborales , impactan en el equilibrio anímico de Virtuala,
situación que la joven trata de corregir con la obsesiva
ingesta de productos farmacéuticos de la más variada naturaleza:
aquellos que posibilitan la llegada del sueño para el descenso nocturno, los
complementos para las carencias orgánicas, con abundantes complejos
vitamínicos, recetas prescriptas para paliar esas depresiones que por ciclos le
llegan, dejándola sumida en una patente inestabilidad. Para colmo, la toma
rutinaria de fármacos le incrementan el apetito, con lo que las líneas de su
figura no mejoran precisamente, sino que por el contrario agudizan esos
perfiles que tanto le desagradan.
Cierto día acudió a la farmacia de don Nicolás Montefloro, veterano especialista en la
venta y consejos para la medicación, profesional muy apreciado por parte de
todos sus “feligreses” del barrio, a los que siempre depara las mejores
orientaciones técnicas, basadas en su larga cualificación y experiencia, junto
a sus apreciadas dotes humanas de amabilidad, bondad y fraternidad. Con su
proverbial sonrisa, el “abuelo boticario” quiso regalarle unas palabras llenas
de cariño, ciencia y amistad a su “desorientada y abrumada cliente:
“Pequeña Virtu, te conozco desde que
tus padres, personas ejemplares, te trajeron como un pequeño y gran tesoro a su
hogar matrimonial. Te he visto crecer y como te has convertido en una persona
adulta y responsable. Yo diría que también modélica, en el cuidado que deparas
a tus ancianos padres. Pero me preocupa que vengas con tanta frecuencia a mi
farmacia. Y no es por la venta que puedo realizar, ni por intercambiar unas siempre
interesantes palabras con mi bella vecina del barrio. Lo que me inquieta es que
trates de suplir con productos químicos aquello que puede solventarse o
mejorarse con un cambio humano en las actitudes y en las respuestas. Pienso
Virtuala que lo que realmente te está haciendo mucha falta es la compañía de
una buena amiga que quiera y sepa transmitirte muchos de los estímulos y
compensaciones de los que ahora careces. Tengo una sobrina, cuyo nombre es Carolina, que es muy buena persona, aunque tal vez un poco
cabeza loca. Te la puedo presentar, pues no me cabe la menor duda que su forma
de sur te haría mucho bien, ayudándote a que te sintieras mejor y menos
dependiente de todas esas sustancia que echas “peligrosamente” en el organismo.
Al fin y al cabo no has de dudar de que son productos químicos, menos
aconsejables que esos valores humanos en la sociabilidad que tanto nos ayudan a
sentirnos mejor”.
Virtuala, agradeciendo expresivamente el buen gesto
que le estaba ofreciendo su interlocutor, anotó el número telefónico de
Carolina, quedando en llamarla, aunque
previamente don Nicolás hablaría con su dinámica sobrina, a fin der ponerla en
los necesarios y adecuados antecedentes.
Entretanto las relaciones con Marcial Neirat, el
jefe director de la sucursal ubicada en el centro de la capital manchega,
seguían su progresivo deterioro, pues éste mostraba de continuo sus gestos
autoritarios y fiscalizadores centrados en la persona (más débil) de Virtuala.
Rara vez reconocía sus éxitos o logros comerciales, mientras le expresaba de
manera clara y contundente sus enfados ante la no consecución de otros
objetivos, en relación a la captación de clientes, las actividades culturales
en coordinación con la agencia municipal de cultura o incluso las visitas
escolares en el organigrama de los programas educativos también con el área municipal
de la alcaldía capitalina. No se recataba con estas críticas el impresentable
personaje, sino que también (de manera más disimulada) tenía en el punto de
mira a su oronda subalterna para hacerle objetivo de sus jocosos comentarios e
indecorosas y crueles ironías. Incluso en una ocasión, ante la pérdida de un
expediente, que había quedado finalmente traspapelado en una carpeta
equivocada, el “estallido “habitual de Marcial quedó focalizado visualmente en
la persona de la paciente subalterna, que guardaba silencio y se mordía los
labios, mientras alguna lágrima rebelde buscaba algún sendero epidérmico de su
rostro con el que apagar la injusticia de la maldad y la necedad. Se repetía
así misma: “tengo que aguantar, pues lo que este
individuo está buscando es un posible enfrentamiento para ya no tener excusa y
ponerme de patitas en la calle. Pronto buscaría una apuesta sustituta que colmara
sus placeres visuales y otras muchos objetivos inconfesables que sólo él y Dios
conoce”.
Como compensación a estos desvaríos profesiones,
Virtuala encontró en Carolina (la sobrina del
farmacéutico D. Nicolás) una amiga fiel, vital, aunque algo impulsiva, con un
carácter muy positivo. Desempeñaba un puesto de asistente social también en un
área del organigrama municipal dedicado
a la ayuda a las mujeres maltratadas y a esos niños que carecen de hogar estable
en familias desestabilizadas, con problemas de drogas, violencias u otros comportamiento
delictivos consolidados. La chica, con sólo veinticincos años de edad era todo
un referente social en la búsqueda y mejor organización de los hogares de
acogida. Durante los fines de semana se reunía con Virtuala y otras amigas, a
fin de llevar a cambo lúdicas actividades senderistas, prácticas de la natación,
teatro y expresión corporal y por supuesto saludables ejercicios de pilates,
Tai Chi e innovadoras técnicas de
relajación psicofísica.
“Mira Virtu, tienes que hablar
claramente con el impresentable de tu jefe y poner de una definitiva vez las
cosas en su sitio. Este tipo de individuos se envalentonan con aquellos a los
que percibe débiles de carácter o pobres de espíritu. No te estoy pidiendo y
sugiriendo que actúes ante él de una forma explosiva o indecorosa, sino que con
frialdad y firmeza le digas que no estás dispuesta a que te siga haciendo la
vida imposible. Le ruegas con educación, le pides y le exiges en justicia que
tienes el derecho a ser tratada con dignidad. Que el bullying profesional puede
ser denunciado a la autoridad judicial y que cualquier sindicato te va a apoyar
jurídicamente en tu noble y justificado empeño. Como te decía antes, esta ralea
de personajillos de “palabra larga y estatura moral corta” se envalentonan con
los que percibe como débiles, pero se “achantan” y “reculan”, cuando alguien
les pone los puntos sobre las íes. Cuando estés dispuesta a hacerlo, me avisas
y hablo con mi tío Nico, pera que me de algún pastillón estimulante que te
ayude a dar ese paso que puede ser muy adecuado para tu salud anímica y física,
Y ya sabes que como amiga tuya no voy a admitir un “no a lo que te estoy
proponiendo, porque en caso contrario soy incluso capaz de plantarme delante de
ese sujeto y sacarle los colores. Cuando estés dispuesta… ¡ensayamos!”.
Tras pensarlo durante un par de noches, Virtuala se
dispuso a seguir los sabios consejos de quien era una incondicional amiga. Y
aquel viernes por la mañana, tocó en la puerta
de la muy acomodada y decorada habitación en el que don Marcial tenía su
despacho, solicitando unos minutos de atención con la intención de exponer unos
firmes planteamientos que llevaba bien aprendidos en los anaqueles
voluntaristas de su memoria. La contundencia educada de sus racionales y
humanos argumentos pillaron con el “paso cambiado” a la innoble y cobarde autoridad que tenía ante sí, que se quedó
literalmente “cortada” cuando la hasta entonces apocada subalterna mencionó las
consultas que había realizado al respecto, en relación al trato indecoroso a
una humilde trabajadora, en las sedes de dos
afamadas y consolidadas organizaciones sindicales. El personajillo se removía
en su bien tapizado sillón de piel color caoba, pues no se esperaba (Virtuala
había ganado claramente la posición, como en el argot de la media canasta)
semejante y argumentado chaparrón. Trató de justificarse y echar “balones fuera”,
repitiendo una y otra vez, como un autómata, vocablos “sin ropa” y frases “sin
fondo” tales como “malentendido” “en modo alguno he
pretendido …” “valoro igualmente la estupenda labor que Belma y tu realizáis”
“me pesa y me desconcierta que te hayas sentido mal, por alguna palabra
desacertada que yo haya pronunciado…” “igual en alguna ocasión no me he
expresado como yo sentía”…
Aquella noche Virtuala habló por teléfono con su
estupenda amiga, narrándole los hechos que ella se había atrevido a
protagonizar durante la mañana. Recibía todos los plácemes de Carolina quien
finalmente, y tras quedar para hacer una visita a un centro social de menores
el sábado por la tarde, le comentó “Pero mucho
cuidado con seguir tomando la pastilla que me dio Nico para ti. Ni se te ocurra
ir a comprarla, pues mi tio no va a querer vendértela. Te ha servido para estar
más valiente esta mañana y punto. Te olvidas de que existe ese comprimido,
porque tu corazón e inteligencia vale más que cualquier pastilla”.
Cuando Virtuala apagó el móvil y pasó por la cocina para “quitar” la mesa de la
cena, reparó que junto a la botella de agua permanecía el aludido comprimido que se había olvidado de tomar esa mañana
antes de ir al trabajo. Sonrió una y otra vez. Había sido ella misma y no los
efectos estimulantes de un producto químico de farmacia, quien había obrado el
“milagro”.
Ha transcurrido poco más de un año desde estos acontecimientos
en la vida de la voluntariosa empleada. Virtuala
sigue trabajando en la agencia, cada vez más realizada y feliz. Marcial ha ascendido al cargo de inspector general de
la marca turística en Castilla La Mancha, Extremadura y Andalucia. En la
actualidad Belma Almizra dirige la agencia
central de la empresa en Ciudad Real, manteniendo un gran respeto y
colaboración con su compañera de siempre Virtuala. A pesar de su “teatralizado”
matrimonio y sus dos hijos, las “secretas” relaciones afectivas entre Marcial y Belma son una jocosa “comidilla”
asumida en boca de sus amigos y compañeros.-
LA IMPRUDENCIA IRREFLEXIVA DE
LOS PRIMEROS IMPULSOS
José L. Casado Toro (viernes, 14 JUNIO 2019)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra.
Sra. de la Victoria. Málaga
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