Es frecuente que magnifiquemos, probablemente con
no escasas razones, la significación de “la primera
vez” en nuestras experiencias. Ese inicio, en “esto o aquello” suele
quedar grabado con firme relevancia en los archivos, más o menos ordenados, de
nuestra memoria. Los ejemplos de esta realidad pueden ser numerosos y
diferentes, según las personas. Veamos algunos casos escogidos al azar. El
viaje de estudio, la primera comunión, el uso del pantalón largo, la habilidad
de poder nadar, el montar en bicicleta, el premio en un concurso colegial, el
maestro/a inolvidable, el triste fallecimiento de un familiar, el castigo por
una travesura, el sufrimiento por ser objeto de acoso o bullying escolar, el
primer trabajo remunerado, etc. Y por encima de todos estos actos iniciáticos,
la trascendente hermosura de aquél primer amor.
Esa desbordante atracción hacia otra persona, en la
natural y paulatina maduración de la sexualidad, aparece normalmente durante la
adolescencia, tanto en el hombre como en la mujer. El espacio
“escénico” que genera ese primer “flechazo” que acelera el latido
cardiaco suele ser también variado: el aula de clase, la plazoleta del barrio,
cualquier celebración familiar, una excursión grupal por la naturaleza, la
“pandilla de la que forman parte muchos niños o jóvenes del barrio, la
presentación de aquella hermana o prima de nuestro amigo, etc. No hay una edad fija para experimentar esta trascendente vivencia,
que altera nuestros rutinarios intereses y equilibrios. Puede ser, según los
casos, a los 12, 14, 16 años … vinculada al desarrollo de la pubertad en la
adolescencia. Chicos y chicas comienzan a sentir ese algo diferente o especial,
en la que se mezcla la atracción física con la intensa afectividad, el
bienestar y el divertimento, y en muchos de los casos, también el “dulce” o
complejo sufrimiento. Dada la evolución de nuestro organismo, es normal que en
estas situaciones se exageren o potencien las
virtudes de la persona amada, al tiempo que se justifica o empequeñecen sus naturales defectos. Tanto en el
plano físico, como en el carácter y el comportamiento diario.
La reacciones que desarrollas en ese estado emocional de atracción sexual son variadas y,
en muchos de los casos, divertidas: nerviosismo, tartamudeo, descontrol, aceleración del ritmo cardiaco,
enrojecimiento del rostro, errores y “payasadas”, regalos inapropiados,
respuestas imprevisibles, temblor en las piernas y esos silencios o bloqueos
expresivos, muestra de la felicidad que experimentas cuando estás cerca de esa
persona, o la tristeza y las bruscas respuestas que sufres en su ausencia o lejanía.
Ese primer amor o declaración de los sentimientos
difícilmente o nunca llega a olvidarse. Los detalles
y las realidades afectivas quedan especialmente grabadas, con moldes
imborrables, en las páginas mentales de nuestras modestas o privativas
biografías. Conozcamos ya, algo de los personajes nucleares que protagonizan
nuestra narrativa.
Son dos estudiantes de la E.S.O que, en su segundo
curso de esta etapa escolar obligatoria, se encuentran en plena
pre/adolescencia. Acuden diariamente al mismo Instituto público, aunque ella
realizó la educación primaria en un centro de titularidad privada, con ideología
religiosa. ALEJO
es un chico de notable estatura, para su edad, de cabello moreno, ojos
castaños, de complexión delgada y bien parecido de cuerpo, con un cierto grado
de timidez en esta fase de su desarrollo, tal vez influenciado por los cambios
hormonales que le están provocando las típicas erupciones cutáneas en su
rostro, reacciones dermatológicas que trata de disimular de la mejor forma
posible. Le gusta jugar el baloncesto, aunque como simple aficionado. También
practica la natación, en una institución pública municipal, a la que asiste una
vez a la semana. No es especialmente amante de la lectura, pero el cine le
atrae en muchas de sus horas de ocio, disfrutando con las películas de acción y
los argumentos que él denomina de “miedo”. Tiene dos hermanas mayores, que ya
estudian en el campus universitario de Teatinos, UMA. Su padre es
administrativo en una agencia inmobiliaria, mientras que su madre trabaja como
escaparatista, en un estudio de diseño y decoración.
Desde inicios del curso (a finales de los años
ochenta) este chico había puesto sus transparentes ojos de adolescente en una
compañera de grupo, que había estudiado 1º de la ESO en un grupo diferente al
suyo. ARANTZA
es muy popular entre todos sus compañeros de clase, dado su carácter alegre,
abierto y receptivo para la amistad. De cabello castaño, ojos grises verdosos y
cuerpo más bien delgado, suele mantener una sonrisa casi permanente en un
rostro de mirada angelical. Participante en todos los “saraos” que fluyen en
esas edades tan abiertas al divertimento, no es una estudiante afanosamente
estudiosa, pero sabe aprovechar muy bien la retentiva de su memoria y esa
claridad mental que le proporciona buenas calificaciones en su apreciable libro
escolar. Es hija única de unos padres que trabajan como comerciales o agentes
de ventas en unos grandes almacenes de la capital malagueña.
Alejo, hasta este curso, nunca había experimentado
esa fijación en las niñas de su edad, como obsesión permanente. Pero a sus trece
años, la llegada de Arantza a su grupo escolar, le ha alterado esa
indiferencia, despertando un fuerte ardor sexual. En realidad, la simpatía
desbordante de esa adolescente no se acomodaba a lo reservado de su carácter y
a ese pico de timidez que potenciaba los inicios de la pubertad. Asumía que era
casi imposible que esa compañera se fijara en él, por lo que sufría
reservadamente su incapacidad hacia esa necesidad que veía como algo
inalcanzable. Pensaba, en los recovecos de su intimidad sufriente “¿Y como me
acerco a ella, si me siento débil y sin recursos para que esta preciosidad que
me tiene “trastornado me tenga en cuenta? La mayoría de mis compas lo tienen
mucho más fácil… pero en mi caso es una batalla que tengo bien perdida”. Y así
pasaban los días y los meses, disimulando su insatisfacción interior, ante la
consecución de un objetivo ante el que pensaba no podía competir.
Y llegó, con el firme avance de amaneceres y
atardeceres, ese mes de Marzo, que siempre trae el regalo de la estación
Primaveral. Además de las flores, las cálidas temperaturas y el verdor en la
naturaleza, se acercaban los eventos religiosos y festivos de la Semana Santa,
con ese difícil pretérito de los exámenes del 2º trimestre. Por consejo de sus
padres, los profesores y el esfuerzo de su autodisciplina, se dispuso a
preparar esas pruebas, cuyo éxito podría depararle unos tranquilos días de
vacaciones. Para este noble y responsable fin, acudía cada una de las tardes a
la biblioteca de la Facultad de Ciencias Económicas
para el estudio y repaso de los apuntes de clase, centro universitario en donde
no se le impedía la entrada y que tenía bien cerca de su domicilio, situado en
pleno barrio de Capuchinos.
Ese viernes, 12 de marzo,
la biblioteca estaba repleta de usuarios, por lo que Alejo decidió quedarse en
una de las mesas del gran salón - estudio anejo. Aquí los asistentes pueden
hablar y preparar sus trabajos, comportamiento que no pueden tener en el
recinto bibliotecario, en donde está prohibido emitir sonidos que perjudiquen
la concentración de los demás estudiantes. Mientras luchaba “enfrascado” con
los problemas de matemáticas, cuyo repaso era necesario dado que era uno de los
primeros exámenes o pruebas que habría de realizar, escuchó detrás suya una voz
que le resultó bastante familiar.
“¡Vaya, qué suerte! También Alejo ha
elegido “Económicas” para “disfrutar” la tarde de estudio”.
Se volvió de inmediato y vio que era la compa
Arantza, quien después le comentó que vivía por el barrio de la Victoria, no
lejos de la zona en donde estaba situada la Facultad. ¡Eran casi vecinos. Y él
sin saberlo.
“Ale, estoy más liadita que un
trompo, con esas mates que tanto me hacen sufrir. Siempre te he considerado
como un chico inteligente. Me pregunto si me podrías echar una mano, con esos
problemas que una vez y otra se me atascan. Aunque voy aprobando con las
ciencias, ya sabes que soy más bien de las letras ¿Me puedo sentar junto a ti?”
Los latidos del corazón en Alejo se dispararon como
si fueran en bólidos de carrera. Parecía un milagro que su “musa inalcanzable,
tomara asiento allí junto a él. El destino le había proporcionado un
maravilloso regalo, totalmente inesperado, lo que aumentaba su nerviosismo, su
mal disimulado tartamudeo, ese no saber qué decir, precisamente cuando el
corazón y la mente te empujan y necesitas expresar muchas cosas. Arancha
sonreía, con esa divinal mezcolanza de sencillez, desenvoltura, picardía, desparpajo
e innata alegría, en el decir y en el actuar. Para mayor ilusión “Ari” (como
muchas amigas la llamaban) se adornaba con dos trenzas
de su bien peinado y liso cabello, que le cubría hasta los hombros. Vestía con
una sudadera rosa clara, que llevaba grabada las palabras “I need your friendship”
(Necesito tu amistad) una muy curiosa y oportuna frase, completando su atuendo
con unos jeans azules y unas deportivas blancas.
A pesar de sus nervios, algo ya más serenados
cuando se fue rehaciendo de la primera sorpresa, se entregó con la mayor
amistad e interés en ayudar a esa compañera por la que tanto había suspirado. Le
iba explicando, con “docta seriedad” el proceso de algunos problemas, mientras
ella le miraba a los ojos, sonreía y después asentía moviendo su cabeza.
Transcurrieron los minutos, pero tan concentrado estaba en la explicación que
no era consciente del tiempo que avanzaba.
“Compa, lo haces tan bien que me
recuerdas a don Efrén. Creo que tienes madera de profe. Me entero perfectamente
de todo lo que estás explicando. Te lo agradezco en el alma. No sé si te has
dado cuenta, pero son ya las 6:30 y con tantas ecuaciones me está llegando un
poquito de hambre. Había traído un sándwich de queso y jamón cocido para
merendar ¿Lo compartimos?”
“Genial, Ari. Yo
también te puedo invitar a alguna chuchería. Vamos a la máquina de los snaks,
pues a esta hora cierran el bar. Saco dos chocolatinas con almendras o algo que
te guste más”.
Así comenzó ese primer amor, un inolvidable viernes 12 de
marzo, que Alejo grabaría con la fuerza de la novedad en los recuerdos
imborrables de su mente adolescente. A partir de esa dulce tarde, las hojas del
calendario seguirían trayendo, con el capricho del destino y la voluntad de los
humanos, cambios, ilusiones renovadas, experiencias, dudas, errores y aciertos,
en estas dos jóvenes vidas.
Han pasado ya, no una ni dos, sino casi tres décadas, desde aquel viernes primaveral en
la sala de estudio de la Facultad de Económicas malacitana, durante el cual
Alejo se sintió la persona más feliz del mundo, ya que el misterioso destino quiso
proporcionarle ese encuentro personal por el que tanto había suspirado. Hoy, en
un lunes de enero y también por la tarde, tras
muchos años sin haberla vuelto a ver y sin haber tenido noticia alguna de ella,
se han vuelto a encontrar, mientras ambos elegían, separados por unos metros,
alguna revista en el kiosko de prensa de la dinámica y bien montada estación de
ferrocarriles. Sus cuerpos ya no reflejan los de aquellos adolescentes
ilusionados durante la etapa escolar. Lógicamente han sufrido importantes
cambios en sus respectivas fisonomías, debido a la inmisericordia oxidante del
tiempo. Mientras aguardaban turno para abonar los ejemplares elegidos, han
cruzado sus miradas, han dudado ante un posible equívoco, finalmente se han
reconocido y con entrañables sonrisas han pronunciado respectivamente los
nombres de sus interlocutores.
“Claro que te he reconocido, mi querida
Ari ¡Vaya suerte! ¡Pero cuántos años sin vernos! Apenas has cambiado. Te veo
maravillosamente bien, tan linda como si fuera ayer… ¿Y cómo te va? Es que voy
a tomar el tren de Fuengirola, donde resido. Vengo con frecuencia a Málaga, a
resolver asuntos de la notaría donde trabajo. Pues sí, la vida va corriendo y,
aunque no me lo creo, ya he cumplido los 43. Formé una familia. Dalia y yo
tenemos una hija de siete años. Ya está muy mayorcita. ¿Qué cómo se llama?
Bueno… le pusimos el nombre de … Arantza. Ese nombre te suena ¿verdad?”
Y mientras pronunciaba todas esas amables y
educadas palabras, ella sonreía, observándole con un indisimulable ternura.
“A pesar del tiempo transcurrido, no te
he olvidado, Ale. Estás hecho todo un hombre, pero yo te recuerdo con aquellos
rasgos de aquella hermosa adolescencia. También tu fuiste mi primer amor.
Después, la vida ha dado muchas vueltas. Yo no tengo hijos, aunque me casé con
un médico que practicaba cirugías estéticas. Hemos estado juntos ¡casi doce
años! Pero nos unimos demasiado jóvenes, sin conocernos muy bien. Nos
equivocamos … como tantos otros. Ahora estoy unida a una persona también
divorciada, que tiene dos hijos ya independizados. Es policía nacional,
especializado en delitos monetarios. Tiene 51 y yo los mismos años que tú, pues
recordarás que somos coetáneos. Irineo es su nombre. Nos llevamos bien, aunque las
andanzas de aquellos años 80, cuando prácticamente despertábamos a la vida, no
las he podido olvidar. En absoluto… Suelo venir mucho por aquí, a comprar en el
Mercadona. Somos prácticamente vecinos del Vialia, porque nuestro piso está
aquí al lado, en el bloque Barceló de Héroe de Sostoa. Tenemos que quedar algún
día y tomamos algo los cuatro. Me haría mucha ilusión ¡De verdad!”
El sonido romo de los altavoces, anunciando la
inminente llegada de un próximo tren AVE, procedente de la estación madrileña
de Atocha, mezclándose con la alegre y potente acústica emitida por toda esa
gente que circula por los grandes espacios públicos, fue separando, una vez más,
a estos dos seres, “atados” por bellos y dolorosos recuerdos.
Una aún bella mujer que “negocia” cada unos de los
días con esa difícil y traicionera mediana edad, mientras arrastraba ese
carrito de la compra repleto de rutinas alimenticias, con dirección a una opaca
estabilidad, iba repitiendo y recreándose mentalmente en unas palabras que le
aturdían y dinamizaban al tiempo. “¿Quién me podría aventurar, que esta tarde
iba a terminar con este inesperado, sublime y feliz reencuentro. Hoy era yo a
quien le temblaban las piernas. Fue, sin duda, mi primer amor. ¡Como lo voy a
olvidar! Pero… te faltó decisión, constancia y arrojo, para haber seguido en la
lucha. Como a tantas personas le sucede, me pregunto ¿cómo habría sido mi vida
junto a ti, mi querido Alejo? Es un banal o imposible interrogante que carece
de respuesta lógica, Pero la imaginación puede crear ese microcosmos ideal de
lo que pudo ser y para mi pesar no lo es”.
Y en ese vagón del suburbano, que rodaba presuroso
camino de la próxima estación en sus repetitivos trayectos, uno de los viajeros, también con una mediana,
estabilizada y aburrida edad para la comodidad, cerraba cíclicamente los ojos,
y pensaba en aquella “niña” de mirada angelical y ojos azulados, con sus
trenzas, sus continuas ocurrencias y esas maravillosas sonrisas que transmitían
ganas de vivir, alegría y proximidad.
“Mi añorada Arantza ¿cómo me gustaría
que a la llegada a mi destino viajero, fueras tu quien me estuvieras esperando
para preguntarme, sin palabras, sólo con la mirada, acerca de cómo me había ido
en el día. Lo harías con esa dulzura, fuerza y complicidad que nunca olvidaré. Ciertamente
no me puedo quejar. Tengo una vida estable, serena, acomodada. Una pequeña y
buena familia que me espera y con la que comparto las luces y los atardeceres
de cada día. Pero lo que sentí por ti, en aquellos irrecuperables años de la
adolescencia, para mi desdicha, no lo he vuelto a tener. No los he vuelto a
gozar”.
Como en tantas realidades de nuestra existencia,
esa primera vez queda marcada con firmeza en las brumas temporales de la añoranza. La iniciática atracción de los trece años,
puede sin duda estar deformada por la idealización y el deseo. Pero aquellos
acústicos latidos del corazón no se han vuelto a repetir, en los sentimientos
de Arantza y Alejo, quienes esta tarde “caminan” hacia sus opuestos destinos,
imaginando y anhelando una proximidad que impide, todo impasible, la lejanía.-
RECUERDOS INDELEBLES
DE
LA PRIMERA VEZ
José
Luis Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la
Victoria. Málaga
22 enero 2021
Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es
Blog personal:http://www.jlcasadot.blogspot.com/
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