Podemos ser receptivos en el aprendizaje, a través
de una de tantas historias sencillas que laten, como tantas otras, en un mundo
que nos esforzamos, con absurda impericia, en teñirlo con tonalidades de
sombras y dificultades. Sin embargo, en el seno de la más depresiva confusión
siempre se generan actitudes, ideas y propósitos que, de forma esperanzada, nos
hablan de ese voluntarismo positivista que bien nos enaltece como personas.
Efraín (28) y Neira (25) forman una pareja
convivencial desde hace cinco años. Viven, junto a su pequeña hija Ainoa que tiene año y medio de edad, en el domicilio
de la madre de Neira, viuda de un trabajador cartelista que tuvo un infortunado
accidente en el ejercicio de su labor profesional. Efraín se lleva
aceptablemente bien con Amanda, que aporta su
pequeña pensión a los gastos de la casa y que atiende con gusto el cuidado de
su nieta, cuando sus padres pueden acumular horas de trabajo en esta época de
oportunidades escasas.
Neira cursó estudios de empresariales. Su embarazo, no deseado o buscado,
le hizo extremar sus esfuerzos, tras el nacimiento de su hija, en la búsqueda
de ese empleo que sustentara y ayudara a sostener las necesidades familiares.
En la actualidad despacha dulces y productos del horno en una panadería cercana
al mercado municipal. Ahí ha de cumplir un horario de ocho horas diarias, entre
lunes y viernes, atendiendo de pie a una continua clientela que demanda los
artesanos y apetitosos productos que su jefe bien elabora. Carece de un
contrato laboral fijo o permanente, como también le ocurre a miles de
trabajadores. Alterna con otra compañera los contratos mensuales que el
propietario se presta bien a firmar para su necesidad.
Por su parte Efraín
tiene en su currículo académico la titulación de un ciclo formativo como
ayudante en cocina y hostelería. A pesar de esta interesante cualificación, ha
tenido que aceptar esa labor diaria de ir repartiendo, cada mañana desde bien
temprano, la prensa gratuita del día, tarea que completa algunas tardes
distribuyendo también la publicidad comercial en los buzones de los edificios.
Al igual que su compañera (sólo han pasado por el Registro Civil para inscribir
el nacimiento de Ainoa) no tiene estabilidad laboral en las dos funciones que
realiza, práctica habitual en la estructura empresarial que evita, siempre que
puede, compromisos laborales prolongados.
La ilusión que ambos jóvenes mantienen es poder
montar una cafetería-tetería, en la que haya
otros incentivos para la clientela bajo la forma de música, encuentros
culturales y libros. En este atractivo proyecto, ella se encargaría de preparar
las infusiones y los zumos, mientras que su compañero elaboraría las pastas,
las galletas y las tartas, además de los
sándwiches y platos rápidos, para esos desayunos y meriendas que puedan
demandar y exigir los usuarios del establecimiento. Obviamente es un proyecto
ambiciosamente complejo, sustentado en la fuerza admirable de sus jóvenes
edades, pero que carece del imprescindible y gravoso soporte económico que su
puesta en marcha inexcusablemente conlleva.
Se les ha presentado la oportunidad de un
interesante local, de 55 metros cuadrados de superficie, situado en la zona
antigua de la capital. El inmueble, aunque inserto en una urbanística un tanto
degradada, se halla a “dos pasos” del centro de la ciudad en la que ambos
nacieron y residen. Ese espacio para alquiler, ahora vacío, fue durante muchos
años un negocio o servicio funerario, adaptándose después a un comercio de
productos esotéricos. Hasta hace tres meses, funcionó en él una tienda de ropa
y calzado de segunda mano, que tampoco pudo mantener un régimen económico de
estabilidad o rentabilidad. En su ubicación, ocupa el fondo del denominado Callejón de la luz, aunque esa calle sin salida no
goza precisamente de muchas horas de sol dada la altura y proximidad de las
edificaciones próximas a esa “relativamente amplia” planta baja. El lugar no
goza del paso continuado del público peatonal, por lo que sus inquilinos habrán
de extremar su imaginación ofertando servicios verdaderamente atractivos o
necesarios que atraigan personas a su interior.
La propiedad del inmueble pertenece a Tobías Teruel Ana, un hábil rentista que también
posee diversas plazas de garaje para alquiler, repartidas por distintos sótanos
y bajos de la ciudad. Solicita 1000 euros mensuales de renta (comenzó pidiendo
1600) por el alquiler ese viejo pero bien ubicado local que acumula ya su
cuarto mes de cierre, esperando a un nuevo inquilino. Los dos jóvenes piensan
que tal vez podrían bajar algún “pellizco” de esa cantidad a pagar, pues en su
interior la estructura y paredes ofrecen una clara percepción de abandono, con
humedades en diversos puntos de los tabiques y techumbres, problemas con los
inodoros y, por supuesto, deterioros en la muy gastada solería. El comerciante hindú
que llevaba el negocio “esotérico” decidió poner moquetas en el suelo, que
ofrecen hoy una imagen de abandono y suciedad bastante evidente.
Como expresivamente
comenta Neira, este bajo huele a rayos y a cañerías por todos los lados, habría
que realizar un profundo trabajo de restauración y saneamiento: limpieza
integral, repasar la instalación eléctrica, hacer unos nuevos servicios y
lavabos, montar una cocina idónea para un establecimiento de restauración,
encalar las paredes, pintando y redecorando los paramentos, eliminar la moqueta
que cubre gran parte del suelo … todo ello pensando en ese negocio tan especial
y atractivo que desean ofrecer al publico que les visite. En definitiva, mucho
tiempo, esfuerzo, dedicación y capital.
Pero aun manteniendo ese
admirable voluntarismo, lo más grave del proyecto era
la gestión económica del mismo. Faltaba esa imprescindible liquidez dineraria,
que permitiera efectuar las ineludibles reformas de albañilería, fontanería y
pintura en el local, la compra del material mobiliario y también un remanente
económico para sobrellevar los primeros meses de imprevisible funcionamiento.
Tampoco era ajena la pareja acerca del coste que también conllevaría toda la
tramitación administrativa, con relación a los tributos, tasas y diversos
impuestos al Ayuntamiento. Diseñaron una estrategia de acción diversificada
para el objetivo de conseguir financiación.
En primer lugar se dirigieron a determinadas ENTIDADES BANCARIAS, aquéllas que consideraron (a
través de informaciones facilitadas por amigos y compañeros de trabajo) como
algo más fluidas que las demás, a fin de acceder a la concesión de un préstamo.
El resultado de las gestiones resultó en todas ellas verdaderamente
desalentador.
En cuanto los dos
jóvenes exponían sus básicas pretensiones a los responsables bancarios, les
demandaban una serie de garantías imposibles de satisfacer para su propia
realidad. Tenían que presentar contratos de trabajo, con el carácter de fijos o
indefinidos, las dos últimas nóminas y, por supuesto, un avalista económico que
sustentara con su garantía el préstamo que necesitaban recibir. En otras
entidades financieras les respondían, con mejores o “frías” palabras,
sencillamente que no. Las entidades financieras no apreciaban en sus
ilusionados sueños emprendedores la garantía suficiente con que poder devolver
las cantidades pretendidas. Les perjudicaba la frágil o inexistente estabilidad
laboral que ambos podían ofrecer. El pisito en el que vivían con Amanda era una
vivienda de alquiler con renta antigua, que impedía, obviamente, plantear una
hipoteca que “sostuviera” el volumen del préstamo.
La cantidad pretendida
para poner el marcha el imaginativo negocio de la tetería, la fijaban en 9.000
euros (aunque se hubiesen conformado con obtener al menos 6.000). El plazo para
su devolución en 10 años soportaba un interés entre el 6,5 y el 7 %. A todo
ello habría que añadir el diálogo mantenido con los interventores bancarios:
aquél se veía presidido, en general, por una actitud no siempre “comprensiva” y
un tanto “altanera” por parte de sus interlocutores, muchos de ellos aportando
respuestas bruscas, desconfiadas y con ese aire despectivo que podríamos
imaginar en uno de los guiones cinematográficos escritos por el genial Rafael
Azcona (Logroño 1926- Madrid 2008) películas después dirigidas por el no menos
cualificado Luis García Berlanga (Valencia 1921- Madrid 2010).
Efraín y Neira decidieron probar suerte “llamando”
a otras puertas. Sabían que EL AYUNTAMIENTO de
su ciudad tenía un programa de ayuda para nuevos y jóvenes emprendedores. A
llegar a sus ventanillas se toparon con la poderosa y anímicamente disuasoria
maquinaria administrativa. Tenían que presentar un abigarrado papeleo y ponerse
en cola para que las diversas comisiones preparadas al efecto analizaran las
decenas de solicitudes que también aguardaban la correspondiente respuesta del
ente municipal. La maquinaria administrativa no suele caminar precisamente con
la necesaria rapidez, anhelada por parte de los solicitantes que ven pasar los
días, las semanas y los meses sin recibir un no pero tampoco un sí. Y en
ocasiones esa carta, recibida con justificada ilusión por conocer su contenido,
tras su nerviosa apertura, desalienta aún más pues dentro solo aparece la
exigencia de un nuevo papel o certificado o la rectificación de un impreso que
estaba mal rellenado. El tiempo seguía avanzando poniendo a prueba la paciencia
del valiente matrimonio en su ilusionado pero nada fácil proyecto.
En una nueva conversación con Tobías, EL PROPIETARIO DEL
LOCAL pareció interesarse por la viabilidad de ese sugestivo negocio que
Efrain le confió querían montar. En un momento del diálogo, surgió una nueva
posibilidad: el dueño del inmueble se ofrecía a financiar las reparaciones
necesarias y el nuevo montaje de la tetería, exigiendo a cambio de que, además
de la renta mensual que se establecería por el alquiler, él “formaría” parte
del negocio. Pedía un 40 % limpio de los beneficios que generara el
funcionamiento del nuevo establecimiento. Evidentemente, el ambicioso casero
había visto mucha iniciativa y ganas de hacer bien las cosas en estos jóvenes y
quería “sacar tajada” de un negocio que podría ir muy bien, dada la ubicación
en donde iba a ser instalado. Percibiendo la avaricia del propietario,
desecharon pronto esta posibilidad que tan sibilinamente se les estaba
ofertando.
“¡Fíjate, Efra, en este
anuncio de Internet! Sé que por aquí, en la Red, aparece siempre mucha basura y
“engañifa”. Pero esto que estoy leyendo …
no sé… me parece interesante. Ya el encabezamiento resulta motivador.
¿Eres joven? ¿Tienes proyectos? ¿Careces de medios para empezar a
desarrollarlos? Aquí puedes tener una
posibilidad. Sigue leyendo. Resulta que es UNA FUNDACIÓN promovida
por un escocés que testamentó todo su patrimonio, antes de fallecer, para la
ayuda a personas jóvenes y emprendedoras. Resume básicamente su historia, en la
que narra las carencias que este hombre sufrió en su juventud, pero a las que
se supo sobreponer para ir poco a poco formando una pequeña empresa
electrónica. Con el paso del tiempo y gracias a su imaginación, trabajo e
iniciativa, se convirtió en uno de los más importantes proveedores mundiales de
los circuitos electrónicos para las fábricas de automóviles. No llegó a casarse
y al final de sus días, viendo la avaricia de sus parientes cercanos, les dio
una buena lección al legar todos sus bienes para esta función de ayuda a
personas jóvenes emprendedoras”.
Hay que enviarles el proyecto, bien
explicado con todos los detalles y una comisión evaluadora jerarquizará,
priorizará, o desechará, unas y otras solicitudes. La sede de la fundación
reside en Glasgow, la ciudad natal de Mr Pillgrin.
Podríamos ver más detenidamente las condiciones y enviarles nuestro proyecto.
Mi inglés es muy regularcito, el tuyo … casi nada, pero tenemos al nuevo vecino
del 2º, Blasco. Es profe de inglés en un Instituto
de Secundaria, según me comentó el otro día en el ascensor. Me pareció una persona
muy amable y receptiva. Nos podría ayudar en esa redacción argumentada que
tendríamos que presentar. Vamos a ver, una vez más, los requisitos…”
La hipotética y variable suerte les había llegado a
través de la pantalla del ordenador. No eran unos requisitos especialmente
complicados de cumplir. Los concurrentes no debían superar los treinta y cinco
años de edad, la cuantía del préstamo podría llegar hasta los 6.000 € y sólo
habría que devolver el 50% de la cantidad concedida, con un interés del 0%, en
un plazo de 8 años. En EL PROYECTO habría que
especificar el nombre y tipo de negocio o actividad, la ubicación geográfica
del establecimiento, además de todos los detalles organizativos y de
funcionamiento. La idea de Efrain y Neira era habilitar un lugar de grata
reunión para personas de todas las edades y condición. En ese local, además de
las apetecibles consumiciones (una amplia variedad de tipos de tés, cafés,
batidos naturales, postres y meriendas, bebidas sin alcohol, diferentes estilos
de tartas y dulces de variados países) existirían estanterías con libros (en
diversos idiomas) para el disfrute lector de los clientes. La música que
ambientaría el local sería de estilo vitalista natural, que facilitara el
sosiego, el relax y ese sentirse a gusto en los cómodos sillones que estarían
bien servidos de mullidos cojines en colores alegres. También el perfume
ambiental estaría bien escogido con ese aroma embriagador de las flores que nos
acerca a la naturaleza. Unas luces indirectas con tonos cálidos, p álidos, azulados,
rosas y violetas, en absoluto estridentes, sería generada por numerosas
bombillas que “caerían” del techo a través de largos cordones sobre las
coquetas mesas ocupadas por una bien tratada clientela, usuarios que reposarían
su cansancio en cómodos cojines o asientos de anea con heterogéneas tintadas.
El RINCÓN DE LA LUZ Y EL SABOR también contaría, durante todos los fines de
semana, con la sugestiva presencia de cantautores, escritores y artistas de las
artes plásticas, como pintores y ceramistas, que comentarían y explicarían su
trayectoria profesional, acompañados por esa taza de infusión para el sabor y
el aroma, preparada por las expertas manos de Neira. Esta presencia de diálogo
e intercambio cultural sería posible
gracias a eficaz la colaboración de un dinámico amigo de Efraín, Saúl Jordán, que gustaba y sabía moverse con
admirable destreza por todos esos círculos de la creatividad popular,
alternativa a la oficialista incardinada en los círculos más selectos del mundo
de las letras y las artes.
Como dato significativo, los clientes también
podrían adquirir distintas muestras de la amplia gama de tés que se ofertaban
en la muy detallada y completa carta. De igual forma, aquellos utensilios más
usuales para la preparación y servicio de las infusiones también estarían a
disposición de todos aquellos aficionados al consumo de estas bebidas, para su
venta a precios muy interesantes a fin de motivar las correspondientes
adquisiciones.
El caminar del tiempo siempre es presuroso y nunca ofrece síntomas de cansancio en su aritmética tenacidad. Han pasado esos fríos invernales, antecesores de una nueva primavera. Hoy viernes, al igual como otros que también pueblan el calendario, este rincón urbano que late en el top viario del Callejón de la Luz, se halla una vez más repleto de público. Hay numerosas mesas en las que alguien sonriente juguetea con el tablet, máquinas informáticas que tienen a su disposición en préstamo por la iniciativa del local, que goza de una excelente y gratuita señal de WI-FI. Hay dos jóvenes que aprenden nuevas mezclas para la infusión, gracias a las expertas manos de Neira. Ese protagonismo para prepararse el propio té que vas a consumir es un novedoso servicio muy bien aceptado por aquéllos que visitan este local de ensueño para la memoria y la amistad. En esta noche de un nuevo “finde” un premiado literato, autor de su primera novela de impacto, dialoga con un grupo de interesados oyentes acerca de esos bloqueos que traviesamente se generan en la composición de las letras, las palabras y los sentimientos escritos. Y, mientras Efraín se afana en responder al buen y consolidado servicio que todos los asistentes demandan, puebla el ambiente la acústica melodiosa y relajada del Old and wise (viejo y sabio) de Alan Parson´s Project, que también habla del paso del tiempo, la amistad y los buenos recuerdos.
El Rincón de los sueños es la feliz consecuencia de
aquella fe que esta pareja ilusionada siempre tuvo y que hoy reluce en el
complicado puzzle de la realidad. Y, a pesar de todas las dificultades y
sinsabores, para ellos dos y también para otros muchos, nos queda el
inigualable valor de la vida.-
José L. Casado Toro (viernes, 20 Abril 2018)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra.
Sra. de la Victoria. Málaga
jlcasadot@yahoo.es
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