sábado, 28 de abril de 2018

VUELTA AL TRABAJO, TRAS UNOS DÍAS DE DISFRUTE VACACIONAL.

De manera continuada, la vida nos muestra y enseña la conveniencia de estar preparados para afrontar, con el mejor de los éxitos, todas esas nuevas situaciones que, de una forma más o menos inesperada, nos van llegando en el día a día. Esos cambios que nos sobrevienen pueden ser leves o intensos, alegres y positivos en algunos de los casos o, por el contrario, ir lastrados con etiquetas desafortunadas para nuestro caminar en las horas. A veces nos bloqueamos en las respuestas que ofrecemos ante el hecho que nos afecta y en otras ocasiones nos sorprendemos, para nuestra agrado, ante la capacidad que mostramos para integrar, resolver o disfrutar esa nueva vivencia que demanda su protagonismo. Vayamos, pues, a una historia ilustrativa que justifica temáticamente esta previa introducción. 

Desde un planteamiento sociológico, podríamos calificar a Roque Saldrás Temple como un hombre gris y sin especial protagonismo vital, pero al tiempo como un esforzado trabajador y responsable padre de familia. Gracias a sus estudios de administración y contabilidad pudo vincularse, desde los veintinueve años de edad, a una importante compañía de multiseguros, desempeñando su ejercicio laboral con un comportamiento plausiblemente intachable en el puesto administrativo de la correduría y gestión de seguros. Año tras año (ahora alcanza los 56 en su vida) ha estado esperando que le llegase la oportunidad de acceder a puestos más ejecutivos, notorios e importantes, dentro del organigrama empresarial, pero esos ascensos (objetivamente más que merecidos) se han ido viendo postergados y defraudados en sus ansiadas y justificadas expectativas de mejoras laborales y salariales. Roque ha sabido integrar estos reveses profesionales viendo como otros compañeros, con no más méritos que él, avanzaban en el “escalafón” aplicando procedimientos y atajos más o menos discutibles o éticos. Esta actitud resignada procede de su especial carácter, en modo alguno conflictivo, sumiso y receptivo, ante lo que el destino le ha ido ofreciendo para su experiencia vital. Temperamentalmente siempre se ha mostrado como un ciudadano tranquilo y servicial, no siendo proclive a llevar la contraria a sus interlocutores, buen conversador y un respetuoso cumplidor de sus obligaciones en el ámbito religioso. Algunos compañeros comentan y destacan en él, con la discreción propia del caso, su patente “beaterío”. 
 
Su reducida familia (fue hijo único) está integrada por su mujer Herminia Garcerán Tablada, licenciada en Historia del Arte, que trabaja con una cierta discontinuidad laboral en la restauración de objetos suntuarios. Tienen una hija, Emma, casada y divorciada, además de dos nietos pequeños por los que sienten verdadera adoración. Al paso de los años, Hermi (como habitualmente se conoce a su compañera matrimonial) ha ido comprendiendo y soportando, no siempre en silencio, la escasa ambición laboral de su marido que, con su traje gris y corbata de colores apagados, se ha ido conformado con el puesto secundario que se le adjudicó en la estructura profesional de su empresa.
Este año Roque tuvo que tomar sus vacaciones anuales en el mes de Abril, debido al sistema rotatorio aplicado por el equipo directivo, el cual recientemente había cambiado sus miembros por la 

integración de esta firma de seguros como filial de un consorcio o grupo extranjero, que opera en los cinco continentes pero que tiene su sede central en Otawa, capital de Canadá. De esta manera, el matrimonio ha pasado las dos últimas semanas del mes vacacional en las tierras insulares de Ibiza, disfrutando de un ambiente tranquilo y relajado, sin grandes agobios turísticos, ya que estas fechas no están integradas en la temporada alta veraniega. Han gozado de diversas excursiones a puntos de interés en la isla, las inevitables y apetecibles compras de regalos para Emma y los niños, una buena y variada alimentación en el hotel y muchas horas de piscina, sol y playa (la meteorología ha sido generosa para el merecido descanso). Hermi vino con la ilusión de broncear un poco esa piel blanquecina que le caracteriza. Piensa que la pálida tonalidad de su epidermis es debida, entre otras causas, a permanecer muchas horas trabajando en las sacristías y dependencias eclesiásticas, restaurando imágenes y otros objetos suntuarios de variado nivel artístico.

Hoy viernes se ha producido la vuelta a casa desde las Baleares. Su avión aterrizó en el aeropuerto de Málaga a las 22:20 horas, con 45 minutos de retraso, debido a problemas horarios con la llegada del avión a Palma procedente de un origen nórdico. Muy cansados, por el lógico trasiego del viaje, decidieron irse pronto a la cama, tras efectuar una frugal cena y tomarse unos tranquilizantes (hábito en la pareja) a fin de conciliar mejor el sueño. Ya en la mañana del sábado, Roque pensó que sería bueno pasar y “echar un ratito” por su despacho, situado en la sexta planta  de un magno edificio empresarial. Además de no molestar en casa, pues Hermi quería deshacer las maletas,  hacer una limpieza, general, “poner” la lavadora, y preparar una olla caliente en la cocina, podría repasar con tranquilidad la correspondencia atrasada, ordenar la agenda para la semana entrante y eliminar todos esos papeles inservibles que pueblan la mesa y las estanterías, ante la acumulación de asuntos y carpetas.

Al ser fin de semana, sólo permanecía en las oficinas Tomás, el vigilante de seguridad a quien saludó con afecto, aunque notó al veterano trabajador un tanto nervioso al verlo llegar. Los dos trabajadores acumulaban muchos años en la empresa, lo que había propiciado una consolidada amistad entre ambos. Caminaron hacia el despacho de Roque, intercambiando algunos comentarios. Le extrañaba la actitud nerviosa inusual en Tomás, aunque el vigilante se esforzaba en mantener su sonrisa. Para su sorpresa, vio una serie de cajas junto a la puerta de su despacho. Al tratar de franquear la entrada, la cerradura no respondía. Hizo un par de intentos, con los mismos frustrantes resultados. En ese momento, Tomás  decidió explicar la razón de lo que estaba ocurriendo.

“Don Roque, me sabe mal explicarle el por qué no responde la cerradura. La realidad es que su llave no le funciona … porque han cambiado la cerradura. Fue una orden de los jefes. Tengo aquí el manojo con las llaves de los distintos despachos. Yo le abriré la puerta con la nueva llave.”

La extrañeza en Roque aumentaba por instantes. Se preguntaba la causa del cambio de cerradura, la presencia de esas cajas en el exterior del despacho y en pocos segundos el climax llegó cuando al abrir la puerta observó el interior del habitáculo de trabajo. Allí todo estaba cambiado. El corazón le palpitaba a gran velocidad cuando comprobó que su mesa de trabajo, con todo el material que solía usar, pertenecía (era evidente) a otro compañero que incluso había cambiado la foto de sus nietos que él tenía en una de las esquinas por la de una joven que en absoluto conocía. De inmediato volvió a las cajas apiladas en el exterior y en pocos minutos fue contrastando que todo su material o pertenencias había sido en ellas depositado: carpetas, libros, informes, expedientes, su propio portátil de trabajo, material de escritura, el marco con las fotos, el reloj de sobremesa… A su lado, el bueno de Tomás observaba completamente en silencio y abrumado el rostro desencajado de un buen compañero, trabajador ejemplar y siempre amable en el trato. 

Mientras abandonaba el edificio de toda su vida laboral, una mezcla de pensamientos y sentimientos chocaban y turbaban su mente: confusión, duda, decepción, enfado, desconcierto, sorpresa, indignación, inseguridad. En ese duro contexto, trató de mantener la serenidad y fue caminando hacia unos jardines cercanos. Necesitaba reflexionar y hacer tiempo hasta la hora del almuerzo. A pesar de su firme propósito para mantener la calma, anidaban en su pensamiento una batería de elementales interrogantes: ¿quién habría  ocupado su despacho? ¿quién o quiénes y por qué habían autorizado este inexplicable cambio? ¿habría él cometido alguna grave falta? ¿estaría en peligro su puesto de trabajo? Una y otra vez se repetía la misma consideración: llevaba veintisiete años en la empresa, sin una falta en su expediente. Ese dato objetivo ¿no merecía una explicación o razonamiento a los cambios organizativos que previsiblemente podrían haberle afectado?

A pesar de ser sábado, la gravedad del asunto le aconsejaba efectuar una llamada de teléfono al jefe de su sección, Avelino Santos Celades. Repitió esa llamada en un par de ocasiones, sin que el destinatario atendiera a la misma. Posiblemente, estaría de fin de semana y habría desconectado su móvil para evitar que alguien le molestara. En cuanto a Herminia, decidió no preocuparla. Evitaría contarle nada de lo sucedido hasta que todo estuviera aclarado. Ya en casa vio una nota de su mujer, colocada delante del televisor. Dos amigas de la Peña, Lala y Ventura la habían invitado a almorzar ese mediodía, pues querían conocer los detalles del viaje vacacional. Le había dejado un poco de sopa y un plato combinado en el frigorífico, para que se los calentase en el microondas.

Tanto el sábado por la tarde, como también el domingo, volvió a intentar sendas llamadas de móvil a Celades, sin obtener éxito en el contacto. Precisamente, ante de comenzar la cena, recibió una respuesta de este compañero, al mensaje que le había dejado hacía unas veinticuatro horas. En el whatsapp Avelino le decía, de la forma más escueta y fría posible, que tenía conocimiento de sus llamadas y que por asuntos familiares no había podido responderle. Finalizaba su breve respuesta citándole con urgencia en su despacho, el lunes a 1ª hora. Quería hablar con él para tratar una puntual e importante situación que le afectaba.

Aquella noche apenas pudo conciliar el sueño. El mensaje de Celades le había provocado un sentimiento ambivalente: entendía como positivo que al fin su jefe inmediato contactara a sus peticiones de diálogo, pero al tiempo le sobrevenía una lógica inquietud ante el contenido de esa conversación fijada, que a pocas horas de distancia iban ambos a mantener.  En horario claustral del lunes dejó su lecho de descanso, tomó una buena y reconfortante ducha y se preparó un descafeinado con leche, infusión que siempre solía calentarle Hermi, quien a esas tempranas horas aún dormía.  Un tanto aturdido, ante la mala noche que había pasado, se dirigió a la parada del bus que le iba a trasladar a unos pocos metros del edificio donde trabajaba desde hacía más de dos décadas y media. El horario de trabajo comenzaba a las 8 en punto de la mañana.

Viéndole llegar, Tomás hizo una señal para indicarle que Santos Celades ya había llegado y que le esperaba con urgencia en su despacho, dependencia situada en la primera planta de este bloque de oficinas.

“Cálmate Roque. Te lo explico de inmediato. Estabas de vacaciones con tu mujer y quise evitar “estropearte” esos días de descanso tan necesarios. Hubiese sido una decisión desafortunada, si hubiese hecho lo contrario.

Voy a ser totalmente franco y sincero contigo, pues nos conocemos desde hace bastante tiempo ¿Más de veinte años…? Hace ya doce días el Consejo general tuvo una importante reunión. Fue una asamblea extraordinaria, para estudiar una batería de cambios y nuevas estrategias, ante un “mercado” cada vez más competitivo. Se había estado barajando, desde hace unosa meses, la necesidad de una profunda reestructuración organizativa y de personal. En las últimas semanas la urgencia de estas profundas decisiones era ya ineludible. 

Vamos a tener, en casi todas las filiales, cambios en las respectivas ubicaciones laborales, traslados imperativos, prejubilaciones y, lo más doloroso para aquéllos que tengan que sufrirlos, despidos indemnizados.

En tu caso, Roque, tienes 56 años. Te faltarían dos, para poder acceder a la prejubilación anticipada. Tienes la opción de resistir estos dos años en el paro y posteriormente negociar una posible prejubilación aunque, te informo con franqueza, las autoridades laborales están por la labor de prohibirlas o al menos dificultarlas todo lo posible. Si aceptas un despido amistoso, consideraremos una indemnización generosa de veinte días por año, hasta un tope máximo de 12 mensualidades. Si nos “metes” en tribunales, tal vez podrías sacar algo más, pero tenemos recursos para argumentar una serie de errores y fallos graves en tu rendimiento,  por la edad, lógicamente. Nuestros abogados ya sabes son muy hábiles y podrías quedarte con una compensación irrisoria.

Acepto que lo del despacho te haya dolido. Pero tu sustituto, Serafín, una persona joven y aguerrida, del departamento de grandes seguros, necesitaba reubicarse con urgencia, por lo que tuvimos que sacar tus cosas de ese espacio y ponerlas cuidadosamente en unas cajas habilitadas al efecto”.

Fue una conversación, en realidad más bien un monólogo, profundamente amargo y carente del más elemental afecto y humanidad. Cuando Roque caminaba como un sonámbulo, profundamente asqueado por el trato empresarial que recibía, recorriendo esas calles anónimas y de acústica inconexa, pero repletas de gentes con prisas absurdas, se iba repitiendo una frase que la llevaba clavada en el alma. “Ya no nos sirves. La empresa está muy por encima de cualquier otra consideración. Tu tiempo ha pasado ya. Tenemos que seguir sin ti. Confiamos más en la fuerza de la juventud. Tus resultados iban en una pendiente decreciente…”Definitivamente ese era uno de los días que siempre desearíamos evitar, en la aritmética impasible del almanaque.

Muchas semanas después. Frente a esa amarga depresión contra la que luchaba, con sus alzas y bajas, Roque Saldrás supo reaccionar aplicando voluntarismo e inteligencia, a dosis diferentes según los momentos. Se puso en contacto con otros compañeros que también habían “salido” de la empresa, en el entorno de esa gran reestructuración que sus dirigentes habían emprendido. Concertó diversas citas con Campos, Valtierra y de la Oliva, todos ellos también veteranos empleados (entre los 51 y 56 años en su edad) pero con esa experiencia que enriquece y consolida el ardor juvenil. Les propuso invertir el 40% de lo que habían recibido por sus respectivas indemnizaciones a fin de alquilar, restaurar y adecuar un local vacío, ubicado en una tercera planta de un viejo bloque, también restaurado, situado en una importante zona, tan céntrica como emblemática, que sabe mirar hacia la malacitana Alameda principal. Casto de la Oliva negoció con un albañil de su vecindad, a fin de que se encargara con su equipo de realizar las tareas necesarias de obra y reparación. En ese local había estado la sede técnica de una importante marca informática, que desde hacía meses había buscado acomodo en otras instalaciones más adecuadas por su amplitud, adquiridas en un polígono industrial. Los cuatro amigos acudieron también a una empresa que vendía mobiliario de oficina de segunda mano, pero en muy buenas condiciones de uso.

En definitiva, los veteranos “emprendedores” habían decidido montar una moderna gestoria, aplicando para ello toda la experiencia administrativa que ya atesoraban. Los cuatro miembros propietarios de la misma gozaban de muchos contactos y amistades, a los que un viernes tarde invitaron a una copa de presentación e inauguración del nuevo servicio en la propia sede ya bien remozada. Una hábil e inteligente decisión fue también la contratación de dos jóvenes, recién diplomados en Empresariales y Administración de Empresas, Ignacio Regal y Frank Grania, para que con su dinamismo y actitud innovadora se encargaran preferentemente de los “asuntos de calle” y las visitas de gestión a los centros oficiales.

Se propusieron como objetivo “resistir” al menos entre seis meses y un año, sin mayores expectativas de ganancias, a fin de comprobar si el proyecto era viable. Con todas las prestaciones que la “Red de Redes”, Internet, ponía a su disposición,  sabrían “moverse” con fluidez desde sus propios despachos. Los teléfonos no cesaban de sonar, con un ritmico funcionamiento que  “hablaba” de la bondad e inteligencia con que habían organizado el nuevo, veterano y joven al tiempo, organismo administrativo. Visitaron decenas de negocios y empresas, ofreciéndoles encargarse con sólida garatía de la contabilidad, los seguros sociales y demás gestiones administrativas, con unos precios muy agresivos para “luchar” con nobleza contra la consolidada y tradicional competencia. Precios que en algunos casos (incluso con tarifa plana) bordeaban apenas los discutibles límites del “dumping” comercial.

El proyecto, aunque de forma paciente, fue marchando. El alquiler del espacio suponía 1.100 mensuales, a los que había que añadir los gastos de electricidad, agua y demás tributos municipales. La tasa de recogida de residuos se encontraba ya incluida en los gastos de comunidad. Para su satisfacción, la negociación con pequeñas empresas fue generando una fiel cartera de clientes, sustentada en la amistad y en el conocimiento personal que los cuatro socios “despedidos” habían generado a lo largo de su prolongada carrera laboral.  LA EFICACIA GESTORA, nombre que habían registrado para denominar a la nueva sociedad, comenzó a generar pequeños pero constantes y consolidados beneficios.

Una tarde de otoño, que Roque y sus compañeros de equipo no olvidarán, recibieron una inesperada y sorprendente visita. Se trataba de Avelino Santos quien, en esa reestructuración que tanto les afectó, se había convertido en vicedirector ejecutivo de la filial de seguros, a sus 49 años. Deseaba hablar, preferentemente, con su antiguo amigo y compañero Roque, el cual lo recibió con muy  generosa y educada deferencia, tratando de olvidar aquella amarga y humillante conversación mantenida un lunes de Primavera. Santos se presentaba con el rostro abrumado y dando muestras de una indisimulable humildad.

“Amigo Roque, no sabes bien cuánto os envidio. Sé que os va bastante bien y admiro vuestra capacidad de reacción a una situación muy complicada y, probablemente injusta, en la que os visteis inmersos. Quiero contarte que la compañía de seguros está haciendo aguas, el barco se hunde. El hijo del director general ha metido la mano y la amenaza de descapitalización es indudable. Los “canadienses “ nos van a hacer una auditoría que veremos a ver donde acaba. Serafín, el “trepa” oficial de la casa, ya está en el consejo ejecutivo. Lo veo de director general a corto plazo. Pero lo cierto es que aquello huele a bancarrota. La estructura está viciada., por lo que percibiendo y huyendo del derrumbe que se avecina me he tenido que autodespedir. Aunque no te lo creas, mi indemnización ha sido incluso menor que la tuya. Sé que no lo merezco, pero con humildad te pediría, te rogaría que me tuvieses en cuenta para cuando dispongas de un hueco en esta magnífica gestoría. Aunque el puesto sea de “botones” …-



José L. Casado Toro (viernes, 27 Abril 2018)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

jlcasadot@yahoo.es 


sábado, 21 de abril de 2018

EL RINCÓN DE LOS SUEÑOS, EN EL DIFÍCIL PUZZLE DE LA REALIDAD.

Podemos ser receptivos en el aprendizaje, a través de una de tantas historias sencillas que laten, como tantas otras, en un mundo que nos esforzamos, con absurda impericia, en teñirlo con tonalidades de sombras y dificultades. Sin embargo, en el seno de la más depresiva confusión siempre se generan actitudes, ideas y propósitos que, de forma esperanzada, nos hablan de ese voluntarismo positivista que bien nos enaltece como personas.

Efraín (28) y Neira (25) forman una pareja convivencial desde hace cinco años. Viven, junto a su pequeña hija Ainoa que tiene año y medio de edad, en el domicilio de la madre de Neira, viuda de un trabajador cartelista que tuvo un infortunado accidente en el ejercicio de su labor profesional. Efraín se lleva aceptablemente bien con Amanda, que aporta su pequeña pensión a los gastos de la casa y que atiende con gusto el cuidado de su nieta, cuando sus padres pueden acumular horas de trabajo en esta época de oportunidades escasas.

Neira cursó estudios de empresariales. Su embarazo, no deseado o buscado, le hizo extremar sus esfuerzos, tras el nacimiento de su hija, en la búsqueda de ese empleo que sustentara y ayudara a sostener las necesidades familiares. En la actualidad despacha dulces y productos del horno en una panadería cercana al mercado municipal. Ahí ha de cumplir un horario de ocho horas diarias, entre lunes y viernes, atendiendo de pie a una continua clientela que demanda los artesanos y apetitosos productos que su jefe bien elabora. Carece de un contrato laboral fijo o permanente, como también le ocurre a miles de trabajadores. Alterna con otra compañera los contratos mensuales que el propietario se presta bien a firmar para su necesidad.

Por su parte Efraín tiene en su currículo académico la titulación de un ciclo formativo como ayudante en cocina y hostelería. A pesar de esta interesante cualificación, ha tenido que aceptar esa labor diaria de ir repartiendo, cada mañana desde bien temprano, la prensa gratuita del día, tarea que completa algunas tardes distribuyendo también la publicidad comercial en los buzones de los edificios. Al igual que su compañera (sólo han pasado por el Registro Civil para inscribir el nacimiento de Ainoa) no tiene estabilidad laboral en las dos funciones que realiza, práctica habitual en la estructura empresarial que evita, siempre que puede, compromisos laborales prolongados.

La ilusión que ambos jóvenes mantienen es poder montar una cafetería-tetería, en la que haya otros incentivos para la clientela bajo la forma de música, encuentros culturales y libros. En este atractivo proyecto, ella se encargaría de preparar las infusiones y los zumos, mientras que su compañero elaboraría las pastas, las galletas  y las tartas, además de los sándwiches y platos rápidos, para esos desayunos y meriendas que puedan demandar y exigir los usuarios del establecimiento. Obviamente es un proyecto ambiciosamente complejo, sustentado en la fuerza admirable de sus jóvenes edades, pero que carece del imprescindible y gravoso soporte económico que su puesta en marcha inexcusablemente conlleva.

Se les ha presentado la oportunidad de un interesante local, de 55 metros cuadrados de superficie, situado en la zona antigua de la capital. El inmueble, aunque inserto en una urbanística un tanto degradada, se halla a “dos pasos” del centro de la ciudad en la que ambos nacieron y residen. Ese espacio para alquiler, ahora vacío, fue durante muchos años un negocio o servicio funerario, adaptándose después a un comercio de productos esotéricos. Hasta hace tres meses, funcionó en él una tienda de ropa y calzado de segunda mano, que tampoco pudo mantener un régimen económico de estabilidad o rentabilidad. En su ubicación, ocupa el fondo del denominado Callejón de la luz, aunque esa calle sin salida no goza precisamente de muchas horas de sol dada la altura y proximidad de las edificaciones próximas a esa “relativamente amplia” planta baja. El lugar no goza del paso continuado del público peatonal, por lo que sus inquilinos habrán de extremar su imaginación ofertando servicios verdaderamente atractivos o necesarios que atraigan personas a su interior.

La propiedad del inmueble pertenece a Tobías Teruel Ana, un hábil rentista que también posee diversas plazas de garaje para alquiler, repartidas por distintos sótanos y bajos de la ciudad. Solicita 1000 euros mensuales de renta (comenzó pidiendo 1600) por el alquiler ese viejo pero bien ubicado local que acumula ya su cuarto mes de cierre, esperando a un nuevo inquilino. Los dos jóvenes piensan que tal vez podrían bajar algún “pellizco” de esa cantidad a pagar, pues en su interior la estructura y paredes ofrecen una clara percepción de abandono, con humedades en diversos puntos de los tabiques y techumbres, problemas con los inodoros y, por supuesto, deterioros en la muy gastada solería. El comerciante hindú que llevaba el negocio “esotérico” decidió poner moquetas en el suelo, que ofrecen hoy una imagen de abandono y suciedad bastante evidente.

Como expresivamente comenta Neira, este bajo huele a rayos y a cañerías por todos los lados, habría que realizar un profundo trabajo de restauración y saneamiento: limpieza integral, repasar la instalación eléctrica, hacer unos nuevos servicios y lavabos, montar una cocina idónea para un establecimiento de restauración, encalar las paredes, pintando y redecorando los paramentos, eliminar la moqueta que cubre gran parte del suelo … todo ello pensando en ese negocio tan especial y atractivo que desean ofrecer al publico que les visite. En definitiva, mucho tiempo, esfuerzo, dedicación y capital.

Pero aun manteniendo ese admirable voluntarismo, lo más grave del proyecto era la gestión económica del mismo. Faltaba esa imprescindible liquidez dineraria, que permitiera efectuar las ineludibles reformas de albañilería, fontanería y pintura en el local, la compra del material mobiliario y también un remanente económico para sobrellevar los primeros meses de imprevisible funcionamiento. Tampoco era ajena la pareja acerca del coste que también conllevaría toda la tramitación administrativa, con relación a los tributos, tasas y diversos impuestos al Ayuntamiento. Diseñaron una estrategia de acción diversificada para el objetivo de conseguir financiación.

En primer lugar se dirigieron a determinadas ENTIDADES BANCARIAS, aquéllas que consideraron (a través de informaciones facilitadas por amigos y compañeros de trabajo) como algo más fluidas que las demás, a fin de acceder a la concesión de un préstamo. El resultado de las gestiones resultó en todas ellas verdaderamente desalentador.

En cuanto los dos jóvenes exponían sus básicas pretensiones a los responsables bancarios, les demandaban una serie de garantías imposibles de satisfacer para su propia realidad. Tenían que presentar contratos de trabajo, con el carácter de fijos o indefinidos, las dos últimas nóminas y, por supuesto, un avalista económico que sustentara con su garantía el préstamo que necesitaban recibir. En otras entidades financieras les respondían, con mejores o “frías” palabras, sencillamente que no. Las entidades financieras no apreciaban en sus ilusionados sueños emprendedores la garantía suficiente con que poder devolver las cantidades pretendidas. Les perjudicaba la frágil o inexistente estabilidad laboral que ambos podían ofrecer. El pisito en el que vivían con Amanda era una vivienda de alquiler con renta antigua, que impedía, obviamente, plantear una hipoteca que “sostuviera” el volumen del préstamo.

La cantidad pretendida para poner el marcha el imaginativo negocio de la tetería, la fijaban en 9.000 euros (aunque se hubiesen conformado con obtener al menos 6.000). El plazo para su devolución en 10 años soportaba un interés entre el 6,5 y el 7 %. A todo ello habría que añadir el diálogo mantenido con los interventores bancarios: aquél se veía presidido, en general, por una actitud no siempre “comprensiva” y un tanto “altanera” por parte de sus interlocutores, muchos de ellos aportando respuestas bruscas, desconfiadas y con ese aire despectivo que podríamos imaginar en uno de los guiones cinematográficos escritos por el genial Rafael Azcona (Logroño 1926- Madrid 2008) películas después dirigidas por el no menos cualificado Luis García Berlanga (Valencia 1921- Madrid 2010).

Efraín y Neira decidieron probar suerte “llamando” a otras puertas. Sabían que EL AYUNTAMIENTO de su ciudad tenía un programa de ayuda para nuevos y jóvenes emprendedores. A llegar a sus ventanillas se toparon con la poderosa y anímicamente disuasoria maquinaria administrativa. Tenían que presentar un abigarrado papeleo y ponerse en cola para que las diversas comisiones preparadas al efecto analizaran las decenas de solicitudes que también aguardaban la correspondiente respuesta del ente municipal. La maquinaria administrativa no suele caminar precisamente con la necesaria rapidez, anhelada por parte de los solicitantes que ven pasar los días, las semanas y los meses sin recibir un no pero tampoco un sí. Y en ocasiones esa carta, recibida con justificada ilusión por conocer su contenido, tras su nerviosa apertura, desalienta aún más pues dentro solo aparece la exigencia de un nuevo papel o certificado o la rectificación de un impreso que estaba mal rellenado. El tiempo seguía avanzando poniendo a prueba la paciencia del valiente matrimonio en su ilusionado pero nada fácil proyecto.

En una nueva conversación con Tobías, EL PROPIETARIO DEL LOCAL pareció interesarse por la viabilidad de ese sugestivo negocio que Efrain le confió querían montar. En un momento del diálogo, surgió una nueva posibilidad: el dueño del inmueble se ofrecía a financiar las reparaciones necesarias y el nuevo montaje de la tetería, exigiendo a cambio de que, además de la renta mensual que se establecería por el alquiler, él “formaría” parte del negocio. Pedía un 40 % limpio de los beneficios que generara el funcionamiento del nuevo establecimiento. Evidentemente, el ambicioso casero había visto mucha iniciativa y ganas de hacer bien las cosas en estos jóvenes y quería “sacar tajada” de un negocio que podría ir muy bien, dada la ubicación en donde iba a ser instalado. Percibiendo la avaricia del propietario, desecharon pronto esta posibilidad que tan sibilinamente se les estaba ofertando.

“¡Fíjate, Efra, en este anuncio de Internet! Sé que por aquí, en la Red, aparece siempre mucha basura y “engañifa”. Pero esto que estoy leyendo …  no sé… me parece interesante. Ya el encabezamiento resulta motivador. ¿Eres joven? ¿Tienes proyectos? ¿Careces de medios para empezar a desarrollarlos?  Aquí puedes tener una posibilidad. Sigue leyendo. Resulta que es UNA FUNDACIÓN promovida por un escocés que testamentó todo su patrimonio, antes de fallecer, para la ayuda a personas jóvenes y emprendedoras. Resume básicamente su historia, en la que narra las carencias que este hombre sufrió en su juventud, pero a las que se supo sobreponer para ir poco a poco formando una pequeña empresa electrónica. Con el paso del tiempo y gracias a su imaginación, trabajo e iniciativa, se convirtió en uno de los más importantes proveedores mundiales de los circuitos electrónicos para las fábricas de automóviles. No llegó a casarse y al final de sus días, viendo la avaricia de sus parientes cercanos, les dio una buena lección al legar todos sus bienes para esta función de ayuda a personas jóvenes emprendedoras”.

Hay que enviarles el proyecto, bien explicado con todos los detalles y una comisión evaluadora jerarquizará, priorizará, o desechará, unas y otras solicitudes. La sede de la fundación reside en Glasgow, la ciudad natal de Mr Pillgrin. Podríamos ver más detenidamente las condiciones y enviarles nuestro proyecto. Mi inglés es muy regularcito, el tuyo … casi nada, pero tenemos al nuevo vecino del 2º, Blasco. Es profe de inglés en un Instituto de Secundaria, según me comentó el otro día en el ascensor. Me pareció una persona muy amable y receptiva. Nos podría ayudar en esa redacción argumentada que tendríamos que presentar. Vamos a ver, una vez más, los requisitos…”

La hipotética y variable suerte les había llegado a través de la pantalla del ordenador. No eran unos requisitos especialmente complicados de cumplir. Los concurrentes no debían superar los treinta y cinco años de edad, la cuantía del préstamo podría llegar hasta los 6.000 € y sólo habría que devolver el 50% de la cantidad concedida, con un interés del 0%, en un plazo de 8 años. En EL PROYECTO habría que especificar el nombre y tipo de negocio o actividad, la ubicación geográfica del establecimiento, además de todos los detalles organizativos y de funcionamiento. La idea de Efrain y Neira era habilitar un lugar de grata reunión para personas de todas las edades y condición. En ese local, además de las apetecibles consumiciones (una amplia variedad de tipos de tés, cafés, batidos naturales, postres y meriendas, bebidas sin alcohol, diferentes estilos de tartas y dulces de variados países) existirían estanterías con libros (en diversos idiomas) para el disfrute lector de los clientes. La música que ambientaría el local sería de estilo vitalista natural, que facilitara el sosiego, el relax y ese sentirse a gusto en los cómodos sillones que estarían bien servidos de mullidos cojines en colores alegres. También el perfume ambiental estaría bien escogido con ese aroma embriagador de las flores que nos acerca a la naturaleza. Unas luces indirectas con tonos cálidos, ps selectosura alternativa a la oficialista de los ctautores y escritores, que recitarcsto en los cálidos, azulados, rosas y violetas, en absoluto estridentes, sería generada por numerosas bombillas que “caerían” del techo a través de largos cordones sobre las coquetas mesas ocupadas por una bien tratada clientela, usuarios que reposarían su cansancio en cómodos cojines o asientos de anea con heterogéneas tintadas.

El RINCÓN DE LA LUZ Y EL SABOR también contaría, durante todos los fines de semana, con la sugestiva presencia de cantautores, escritores y artistas de las artes plásticas, como pintores y ceramistas, que comentarían y explicarían su trayectoria profesional, acompañados por esa taza de infusión para el sabor y el aroma, preparada por las expertas manos de Neira. Esta presencia de diálogo e intercambio cultural sería posible  gracias a eficaz la colaboración de un dinámico amigo de Efraín, Saúl Jordán, que gustaba y sabía moverse con admirable destreza por todos esos círculos de la creatividad popular, alternativa a la oficialista incardinada en los círculos más selectos del mundo de las letras y las artes.

Como dato significativo, los clientes también podrían adquirir distintas muestras de la amplia gama de tés que se ofertaban en la muy detallada y completa carta. De igual forma, aquellos utensilios más usuales para la preparación y servicio de las infusiones también estarían a disposición de todos aquellos aficionados al consumo de estas bebidas, para su venta a precios muy interesantes a fin de motivar las correspondientes adquisiciones.


El caminar del tiempo siempre es presuroso y nunca ofrece síntomas de cansancio en su aritmética tenacidad. Han pasado esos fríos invernales, antecesores de una nueva primavera. Hoy viernes, al igual como otros que también pueblan el calendario, este rincón urbano que late en el top viario del Callejón de la Luz, se halla una vez más repleto de público. Hay numerosas mesas en las que alguien sonriente juguetea con el tablet, máquinas  informáticas que tienen a su disposición en préstamo por la iniciativa del local, que goza de una excelente y gratuita señal de WI-FI. Hay dos jóvenes que aprenden nuevas mezclas para la infusión, gracias a las expertas manos de Neira. Ese protagonismo para prepararse el propio té que vas a consumir es un novedoso servicio muy bien aceptado por aquéllos que visitan este local de ensueño para la memoria y la amistad. En esta noche de un nuevo “finde” un premiado literato, autor de su primera novela de impacto, dialoga con un grupo de interesados oyentes acerca de esos bloqueos que traviesamente se generan en la composición de las letras, las palabras y los sentimientos escritos. Y, mientras Efraín se afana en responder al buen y consolidado servicio que todos los asistentes demandan, puebla el ambiente la acústica melodiosa y relajada del Old and wise (viejo y sabio) de Alan Parson´s Project, que también habla del paso del tiempo, la amistad y los buenos recuerdos.

El Rincón de los sueños es la feliz consecuencia de aquella fe que esta pareja ilusionada siempre tuvo y que hoy reluce en el complicado puzzle de la realidad. Y, a pesar de todas las dificultades y sinsabores, para ellos dos y también para otros muchos, nos queda el inigualable valor de la vida.-



José L. Casado Toro (viernes, 20 Abril 2018)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

jlcasadot@yahoo.es



viernes, 13 de abril de 2018

EL PERFIL MÁS HUMANO DE LA CELEBRIDAD.

En una luminosa mañana primaveral, Teodoro Amara Fehaciente, director de publicaciones en el muy afamado y tradicional magazín semanal “LUNA CRECIENTE”, repasaba los resultados estadísticos (venta y difusión lectora) alcanzados en el último trimestre por este muy cuidado órgano de información periodística. Las cifras resultaban tozuda y penosamente desalentadoras. Al margen de las características de su principal publicación en el mercado, esa baja en las ventas reflejaba un problema comúnmente generalizado en gran parte de la prensa escrita. En la era indefinida del dominio digital era incontrovertible que sólo la inyección económica, procedente de los insertos publicitarios, permitía sostener el complejo montaje del conocido grupo mediático.

Teo, un veterano “combatiente en mil batallas periodísticas” (62 años recién cumplidos) se repetía, una y otra vez “hay que buscar nuevos incentivos que permitan dinamizar y motivar el interés de ese lector, hoy día alejado de su proximidad a los quioscos de prensa”. A pocos minutos de estas reflexiones, sobre las tablas estadísticas que tenía sobre la mesa, llama a la puerta de su bien organizado despacho Abilio Morán Elena, un agresivo (profesionalmente hablando) y dinámico licenciado en periodismo, solicitando pasar al interior del habitáculo. El joven periodista había realizado sus prácticas en esta empresa, gracias a la recomendación de un importante financiero (tío segundo del profesional mediático) que había “inyectado” diversos préstamos (en inmejorables condiciones bancarias) a fin de mantener la viabilidad del semanario. Tras los correspondientes meses de prácticas, Abilio consiguió plaza fija en la plantilla de Luna Creciente,  trabajando eficazmente en diversas secciones de la revista.

“Toma asiento, Abilio. Te comento que estamos pasando unos malos momentos financieros, en cuanto a las ventas de los ejemplares. Desde luego esta revista, por todos los medios posibles, debe evitar entrar en la rutinaria dinámica de la prensa del corazón. Debemos mantener nuestro perfil informativo, ofreciendo un producto de calidad en dos campos básicos de la maquinaria informativa. Por una parte, abundando en el análisis reposado de esas noticias políticas, que apenas duran minutos en su inmediatez, siendo pronto sustituidas por otras informaciones que ocupan la primacía social del impacto. Y de otra, acercarnos al lado humano de esas personas famosas, celebridades en muy diversos campos de la política, la cultura, la ciencia y las artes. Pienso que hay que intensificar y enriquecer este campo informativo sobre esa atractiva y desconocida intimidad personal. A este fin, cada semana vamos a elegir a un personaje de especial trayectoria vital, para entrevistarle. No quiero que nos centremos, de manera obsesiva, en su titulación o en los méritos contraídos a través de su ejercicio profesional. ni tampoco en su significación como imagen pública. Hay que buscar esos ángulos más íntimos, familiares o privativos del personaje, planteándole algunos interrogantes que no suelen ser usuales en el diálogo con tan insignes figuras.

En este ambicioso contexto he pensado en ti, basándome en tu sagacidad y valentía investigativa, para que inicies esta serie que, dentro de un par de semanas, queremos sacar a la luz, con gran difusión publicitaria. Dispondrás de un amplio espacio para el texto y comodidad para un generoso soporte fotográfico. Mueve rápido el trasero y ponte de inmediato a preparar ese tipo inusual de entrevista que motive el interés popular. Para su inicio hemos contactado con el muy insigne y prestigioso autor de best sellers, Arial Clas Lashira, quien, a pesar de su longeva edad, sigue publicando y dominando las listas de los autores más apreciados por el público lector”.

Abilio conocía bastantes datos del afamado escritor a quien debía entrevistar, pero incidiendo de manera específica en aquellas facetas o ángulos de la persona, normalmente desconocidos por la gran generalidad de los lectores. Pero ¿quién era ese prestigioso y afamado literato?

El objetivo periodístico iba a ser un cualificado y reconocido escritor de novelas, centradas en el género de la intriga policíaca. Con antecedentes familiares en Argentina, había desaras ﷽﷽arrollado su infancia en tierras c, habr la generalidad lectora. sta que para su inicio hemos contactado con el muy prnacido desarrollado su infancia en tierras cántabras desarrollado su infancia en tierras  Cántabras. De allí “saltó” a la aventura madrileña, en donde comenzó a desarrollar una convulsa etapa de vivencias afectivas, mezclada con una exuberante creatividad literaria abierta al gran público amante del género thriller, usando una terminología cinematográfica. Aunque la crítica especializada lo consideró desde pronto como un escritor de masas, alejado de los círculos “académicos”, la venta de sus obras lo fue consolidando en el top de las listas de los libros más vendidos durante las sucesivas temporadas culturales. Ese encaramarse a los escalafones preferentes de la aceptación popular en las librerías le fue proporcionando muy sustanciosos réditos económicos, acabando por convertirse, para su vanidad indisimulada, en un referente mundial del género, con sus obras traducidas a los más importantes idiomas del orbe. En estos momentos, muy cerca de convertirse en octogenario, continuaba trabajando en la composición de una nueva novela, protagonizada por su tradicional y bien conocido personaje, el peculiar detective Fabio Entrena.

Abilio había preparado una “suculenta” y heterogénea batería de preguntas, cuyo contenido buscaban llegar a esos puntos ocultos en la intimidad o privacidad del gran personaje, con el que se había concertado la cita, ítems que ofrecieran a los lectores parcelas vivenciales un tanto insólitas  o alejadas del mayoritario conocimiento popular. El espacio de encuentro con este “compositor de las palabras” quedó fijado en uno de los reservados de una importante cafetería de la Gran Vía madrileña, planta primera, establecimiento que gozaba de un luminoso ventanal que miraba a esa importante arteria “tomada” por la gran oferta de servicios diversos, el tráfico de vehículos y el continuo deambular de los peatones. Desde esa plataforma se podía divisar con facilidad el majestuoso Teatro Lope de Vega, con su oferta consolidada El Rey León, más de siete años de representaciones ininterrumpidas sobre el amplio escenario de esta conocida sala, inaugurada en 1950. Siete de la tarde, dos cafés bien cargados sobre una coqueta mesa de mármol beige, no faltando esa gran botella, hoy de wodka, petición inexcusable del bien parecido escritor, cuyo contenido solía bajar notablemente de nivel cuando el transparente envase se hallaba cerca del preclaro contador de historias. No fumaba, pero era un fiel seguidor en el consumo del néctar emblemático representado por el dios Baco. Seleccionemos algunos de los interrogantes que planteó Abilio y lo básico de las respuestas emitidas por su afamado interlocutor

Vd. lleva escribiendo, con gran aceptación dentro y fuera de España, durante más de cuatro décadas. Los réditos de ventas son incuestionables. A pesar de difundir la lengua castellana por medio mundo… ¿qué siente un “artista” de las letras, cuando ve que otros, a años luz de los méritos que Vd. atesora, van ocupando los sillones de la R.A.E. (Real Academia Española de la Lengua? Año, tras año, su nombre nunca aparece en los círculos selectos de los escritores propuestos para tal honor… ¿Cree que todavía hoy sería posible su elección, a pesar de sus muchos y espléndidos años?

Precisamente por eso de los años, un sillón siempre viene bien a un cuerpo muy trabajado. No sé si los de la R.A.E. son gratamente mullidos … Mire joven, en este país (que muy bien conozco) son muchos los que se tienen que morir (ponga mejor, pasar a la otra vida) para que se les reconozca en justicia su esfuerzo e inteligencia. Los honores, los títulos, los homenajes, las bellas palabras pronunciadas o escritas, la dedicación de calles, los bustos … ahí quedan, mientras el interesado se encuentra “viajando” por otras galaxias. En esas otras galaxias, me pregunto, las condecoraciones que te dan aquí “post morten” ¿servirán para algo, habrá que compulsarlas en alguna ventanilla celestial, serán avales eficaces para llegar antes al Paraíso? No, no he tenido ni tengo padrinos. Esa vieja impronta tan característica del ser hispano, como es la envidia, no ha hecho posible mi propuesta, la letra o el sillón honorable. Una vez me llegó, por vías absolutamente “inconfesables” una consideración pulcramente explicativa: “Ése ya tiene mucha pasta con sus ventas ¿Vamos a regalarle el prestigio de una letra en la Academia? Ni que se lo piense” No me pregunte por datos concretos acerca de la grandeza moral y altura intelectual de quién pronunció esta pobre parrafada.

Y del Premio Cervantes de las letras hispanas, nada de nada, aunque es bien cierto que alguna vez “pudo entrar” en las quinielas. Con no mucha suerte, por supuesto ¿Qué piensa de este premio, máximo galardón de las letras españolas?

Si al preclaro de don Miguel se le concediera el privilegio de un “finde” reencarnado en esta vida y pudiera opinar acerca del susodicho premio o galardón, lo primero que mostraría sería su sorpresa al comprobar que su castellano se parece bien poco al que hoy tan fluidamente se utiliza y se premia en la gran efemérides del 23 de abril. Con lo que se escribe y lee hoy en día, a buen seguro, el bueno de don Miguel adelantaría el viaje de vuelta, regresando con presteza a ese espacio onírico del más allá. Me hace bastante gracia cuando vosotros los periodistas, en fechas próximas a la concesión del premio, hacéis vuestras quinielas y enarboláis con firmeza determinados nombres, añadiendo esa coletilla tan simpática de “este año ya le toca”. La expresión “cuadriculada” del rostro que se le debe quedar a algunos cuando el galardón “sigue sin tocarle”, un año más, debería ser inmortalizada por la plástica de nuestros pintores del barroco o del claroscuro tenebrista.

¿Se atreve, don Arial, a contarnos alguna “chiquillada” de mayor que conserve en su repleta memoria, reconociendo la “culpabilidad” de su protagonismo? No me refiero a las travesuras de la infancia, sino alguna “trastada” realizada en su ya espléndida madurez.

Se la voy a contar, sin dar mayores o especiales detalles identificativos. A pesar de lo que muchos opinan, soy bastante respetuoso con las personas, aunque en esta ocasión … Su recuerdo aún me sigue produciendo sanas y sonoras carcajadas. Cócktail o cóctel (según la R.A.E) de presentación de la última publicación de un escritor “rival” pero, sin embargo, amigo al tiempo. Su señora, un ser verdaderamente inaguantable. Era una “cotorra” engreída y compulsiva  con el uso (mejor, ponga abuso) de la palabra. La verdad es que me vi obligado asistir al evento social por presión de la editorial que publica mis libros. El organizador del catering era precisamente el hijo del escritor y de la parlanchina señora. Este joven, vino a ofrecerme, personalmente, la joya más preciada de su suculenta y selecta carta. Un “apetecible” canapé denominado PERLAS DEL CARIBE que para mi mal recuerdo constaba de los siguientes elementos: unas cebollitas picantes, rociadas de mermelada de jengibre, junto a virutas de hígado fermentado al brandy, composición que reposaba sobre una tejoleta de berenjena frita untada con salsa de queso de Cabrales y polvo de pimienta, todo ello regado con aroma de agua de azahar. Inolvidable. Digno de figurar en un manual práctico de la Inquisición. Tras un primer bocado (estaban sus padres delante) estuvo a punto de darme un síncope, pero supe reaccionar a tiempo. Había mucho bullicio en el Gran Salón, lo que aproveché para, en un hábil y rápido movimiento, depositar semejante “inmundicia” en el espectacular sombrero de ala ancha, con plumas de avestruz, que cubría la cabeza de la cotorra parlanchina, mientras “disertaba” sentada con otro sufrido y desesperado oyente. La señora estuvo después toda la noche paseando, en su sombrero color fucsia con las plumas plateadas de avestruz, el “maravilloso” canapé de las Perlas del Caribe que había elaborado su apreciado (debería poner “peligroso”) hijo restaurador.

Siempre hay en nuestras vidas un determinado juguete que tiene para nosotros unas especial significación. Pero lo que quiero preguntarle es acerca de ese juguete que nunca tuvo en su infancia y que le hubiese gustado o anhelado poseer.

Más que en mi infancia, en estos tiempos en los que ya peinamos canas y disimulamos arrugas. Desde hace muchos años siempre he sentido la insatisfacción por no haber poseído … una muñeca. De porcelana o trapo, da igual. Nunca me la regalaron, ni la he comprado ahora, por razones obvias. En los años de infancia, porque no era un juguete para hombres. Sin embargo  ahora, ya muy mayor, siento la frustración por no compartir la felicidad de ese ser tan inocente, esa niña que tanto aprecia a su muñeca, la viste, le habla, le pone su ropa y la acuna tierna y amorosamente en sus brazos o en el pequeño carrito de juguete. La inmensa naturalidad, el rostro de felicidad de esas niñas que juegan y simulan vivencias con sus queridas muñecas, es un sentimiento que admiro y que, por supuesto añoro. Como bien sabrá, nunca llegué a tener hijos ni hijas.

En su opinión, ¿cuál seria el invento más sensacional e increíble, que podría llegar a cambiar la faz de este nuestro mundo? Cree que dicha invención puede llegar a lograrse alguna vez?

Bueno, me lo pone muy fácil. Todo medicamento que evitase el dolor físico (y anímico) y que también lograra alargar nuestra existencia terrenal sería, socialmente, muy bien venido y valorado, de manera especial, por todos aquéllos que sufren ese injusto y cruel dolor. Pero ya que alude a la transformación de nuestras vidas, pienso en unos comprimidos que nos permitiesen conocer el pensamiento real y verídico de nuestros interlocutores, es decir, de aquellas personas que tenemos, física o digitalmente, delante de nosotros. Le confieso de que no me lo puedo llegar a creer. Su costo y repercusión sería de tal calibre que haría imposible nuestra vida relacional, porque de una u otra forma, acabaría con nuestra privacidad de pensamiento. Sería una catástrofe que provocaría reacciones de resultados imprevisibles. Su posesión entregaría el dominio del mundo al país o entidad científica que lograra su diseño y realización. De manera afortunada, tenemos el valor y potencia de nuestra imaginación y memoria para pensar privativamente sobre todo aquello que nos rodea, facultad que nos permite mantener en secreto nuestros pensamientos, opiniones e ideas. Se imagina que yo pudiera “leer” lo que Vd. está pensando en este momento, sobre mi o sobre otra cuestión?

En esta atractiva entrevista entre un imaginativo periodista y un avezado escritor, hubo otras muchas preguntas y respuestas, entre las cuales Abilio elegiría aquellas más interesantes para la redacción del artículo. Citemos algunas de las mismas sin añadir especiales comentarios al respecto. Ese consejo que nunca le dieron: No dejes nunca de soñar lo imposible. El film que más veces ha visionado y que muy probablemente lo volverá a disfrutar: El guateque, Psicosis o El mundo está loco, loco, loco (añadió su gusto o afición por repetir el análisis de las películas). Una actividad que los Ayuntamientos deberían valorar y compensar: Los músicos callejeros, que enriquecen con sus sones instrumentales tantos lugares románticos de la ciudad. Un gran error en el género humano: esos niños que no quieren ser hombres y esos hombres que no quieren ser niños. Además de la envidia ¿el otro gran trauma o defecto en las personas? El ego exacerbado.


La tarde de primavera oscurecía ya para la noche, tras hora y media de intensa charla. Las dos tazas de cafés habían sido renovadas y el botellón de wodka ofrecía un significativo vacío transparente, para alegría y motivación de su principal valedor y consumidor. Tras su casi completa ingesta, Arial no mostraba el más elemental síntoma de descontrol mental o verbal. Representaba ese viejo y aguerrido combatiente, en mil y una historias, que disfrutaba analizando las expresiones que ofrecía el asombrado rostro de Abilio antes sus inteligentes respuestas. Fue un agotador ejercicio de taquigrafía, relativamente bien llevado por Abilio, pues esa grabadora que “nunca falla” tiene también sus lunes o días para el bloqueo. El moderno artilugio solo funcionó durante los primeros quince minutos de la entrevista. Se despidió cordialmente del escritor, prometiéndole enviarle por correo electrónico una primera redacción del artículo, por si deseaba matizar o corregir algunas de las largas y densas respuestas que había ofrecido. El reportaje saldría finalmente publicado dos semanas después siendo muy bien valorado, a tenor del “boca a boca” para el incremento de la venta de ejemplares.

Aquella misma noche de la entrevista, Abilio abrió su libreta de notas, dispuesto a organizar otra batería de preguntas que conformaría la segunda y peculiar entrevista del ciclo. Las preguntas (para asombro de Teodoro, cuando conoció la intención de su subordinado) iban dirigidas por el joven periodista hacia una persona que éste bien conocía: él mismo.-


José L. Casado Toro (viernes, 13 Abril 2018)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga


jlcasadot@yahoo.es