Para muchas personas, la aventura, la seguridad y la placidez durante el día se torna en, intranquilidad, inquietud y desasosiego en las horas nocturnas. Esta situación se agudiza en aquellos ciudadanos que tienen dificultad para conciliar el sueño, mientras otros descansan con sosiego las horas necesarias para recuperar el nivel orgánico y mental que nuestro cuerpo diariamente necesita. Padecer insomnio es un factor preocupante para el desequilibrio orgánico y cada vez hay más personas que se quejan de este grave problema para su salud. Los médicos prescriben distintos fármacos para combatirlo, pero el insomne tiene el temor de que la ingesta de tanto barbitúrico puede traerle secuelas, en modo alguno positivas para el bienestar corporal. Las preocupaciones no resueltas, el estrés de una vida cada vez más acelerada, la carencia del necesario ejercicio físico durante la jornada, el desequilibrio anímico, la falta de buenos valores en la conciencia, etc. todo ello va perjudicando y dificultando el descanso y fomenta esas horas incómodas en que das una y otra vuelta en la cama, pero sin conseguir que ese sueño reparador acabe de llegar.
Dicen que las personas mayores duermen menos, que necesitan menos horas de sueño. Sea o no cierta esta afirmación, se asume que los problemas del insomnio aparecen a medida en que vamos cumpliendo años y que los niños o adolescentes carecen de este problema, lo cual puede ser bastante discutible, pues hay muchos críos que reconocen que no duermen bien, situación que confirman sus padres o personas allegadas. También los niños temen a la noche, por lo que muchos de ellos reclaman dejar luces encendidas que combatan ese miedo a la oscuridad que tanto les inquieta. En este contexto se inserta temáticamente nuestra historia.
La familia Cambra - Lebrant puede situarse, en una estructura sociológica, dentro de la clase media acomodada. Saúl, tiene en su expediente académico la titulación de aparejador, Trabaja en una afamada empresa constructora desde que tenía veintiocho años (en este momento suma catorce más). Recibe un buen sueldo mensual, ingreso al que hay que añadir determinados incentivos económicos, por su recocida habilidad para proporcionar nuevos clientes a su empresa (principalmente extranjeros) captados en la zona costera conocida como la “Milla de Oro”. Hace trece años, Georgette y él decidieron unirse en matrimonio, después de un breve noviazgo que apenas duró unos meses. Su mujer, aunque de origen francés (nació en tierras de Normandía) desde muy pequeña acompañó a sus padres que se trasladaron a España por motivos laborales, viviendo primero en Madrid, pero al poco tiempo fijaron su residencia en la localidad de Estepona. Tras el vínculo conyugal con Saúl, el matrimonio se instaló en Málaga. Tres años mayor que su esposo, trabaja como analista de sistemas en una empresa informática ubicada en el Parque Tecnológico.
El matrimonio tiene dos hijos: Marion, de doce años, es una niña imaginativa e inteligente, que ha iniciado sus estudios de la ESO en un colegio “francés” de titularidad privada en la capital. Su hermano Adrien, ocho años, es un niño que suele cobijarse en su hermana mayor, pues es un tanto sensible e inseguro en sus respuestas diarias. Aunque la chica posee la capacidad de integrar mejor la soterrada crispación que mantienen sus padres, el niño sufre con más intensidad y repercusión las diferencias relacionales que están incardinadas en el carácter de ambos progenitores.
El temperamento de Saúl siempre ha sido muy abierto hacia la sociabilidad y campechanía para con todos, aunque de manera especial, hacia las mujeres, especialmente aquellas que contrastan en su edad con la que él va incrementado al paso del calendario. Esta “debilidad” ante las chicas jóvenes, con las que ha mantenido alguna que otra “aventura”, la percibió Georgette a los pocos meses de estar casados, aunque durante años tenía la convicción de que su marido sentaría la cabeza y autocontrolaría sus instintos, con el ejercicio natural de la paternidad y sus obligaciones conyugales. Muy al contrario, con respecto a sus previsiones, el aparejador siguió con sus devaneos “juveniles” disimulando en lo posible su “infantil” comportamiento, aunque con algunos “errores” que provocaban la actitud indignada de su mujer, a la que solía convencer y sosegar con sus propósitos “incumplidos” de rectificación. Tras etapas de sosiego, el aparejador solía caer en sus viejos errores, con el enfado subsiguiente de su cónyuge. Estas incómodas situaciones, de discusión y reproches, trataban de evitarlas en la presencia de los pequeños. Pero en muchas de las noches, cuando creían que sus hijos dormían, éstos disimulaban, escuchaban y sufrían las desavenencias que, con diferentes acústicas y contenidos, sus padres generaban con sus respectivos y encontrados argumentos.
Esta complicada dinámica o dialéctica familiar, mejor llevada por la niña, fue afectando paulatina y negativamente el equilibrio y sosiego de un niño que temía la llegada de las noches, cuando sus padres aprovechaban para aclarar sus diferencias, pensando erróneamente que sus hijos permanecían dormidos. En un determinado momento, Marion tuvo una inteligente decisión que mostraba positivamente una madurez impropia de su edad. Una mañana en el colegio pidió a su tutora Odette, profesora de creatividad literaria, si podía dedicarle unos minutos de atención, durante la media hora del recreo, petición que la joven profesora atendió con la dulzura y comprensión que normalmente le caracterizaba.
Esa misma mañana, Odette y Marion estaban sentadas frente a frente en una sala dedicada para atender las visitas de los padres a los profesores. Antes de entrar en detalles, rogó a su tutora que lo que iba a narrarle debía de quedar entre ellas dos. Así se lo hizo prometer. Confiando en la discreción de su tutora, expuso con valentía la situación que se vivía en casa desde hacía algún tiempo, aclarando que su preocupación estaba básicamente en su hermano menor, quien era el que peor lo estaba pasando debido a su corta edad. Le pedía consejo acerca de cuál podría ser el mejor camino para seguir, ya que le daba “corte” hablar del tema con su madre o con su padre, pues consideraba que era un tema muy delicado. Por su trabajo y forma de ser veía siempre a sus progenitores muy ocupados y poco receptivos para hablar de cosas que eran “de mayores” y en la que los niños no debían de entrar. En realidad, alguna vez lo había intentado, recibiendo por parte de su madre la puntual respuesta de que dejara a las personas adultas resolver sus problemas y diferencias. La tutora fue presta en responderle.
“Efectivamente, querida Marion, es un asunto bastante delicado. Como ya vas aprendiendo, la vida nos enseña que las personas adultas también tienen sus problemas. Los mayores deben aplicar todo su esfuerzo para superarlos y si se muestran incapaces, deben pedir ayuda a familiares o a personas amigas. Me dices que tu hermano lo lleva peor. Que tiene miedo por las noches y que le cuesta mucho trabajo conciliar el sueño. Al no descansar bien durante la noche, al día siguiente se sentirá cansado y sin ganas de jugar y estudiar.
Se me está ocurriendo una idea que puede ser interesante. Tú siempre has sido una persona muy imaginativa ¿Por qué no pruebas por las noches, cuando tu hermano se vaya a la cama, quedarte con él un rato y le narras alguna historia, algún cuento agradable que lo distraiga y relaje? Así no pensará en todas esas cosas o problemas familiares que le inquietan y le hacen sentirse mal. Tu eres capaz de inventarte cada noche alguna pequeña narración que a buen seguro va a aliviar el nerviosismo e intranquilidad de tu hermano, un niño de ocho años al que le cuesta mucho trabajo entender los enfados de sus padres. Al menos, debes intentarlo. Tenemos que ver cómo resulta tu noble y generoso esfuerzo”.
A Marion le gustó la idea que su profesora Odette le había propuesto. SE veía como una persona imaginativa y voluntariosa, así que se puso a la tarea de “aliviar” en lo posible la intranquilidad de su hermano, a fin de que pudiera descansar con más sosiego en las horas del sueño. Así, cada una de las tardes, cuando terminaba sus deberes del colegio, tomaba una libreta en la que trazaba un esquema o síntesis acerca de la nueva historia, cuento o relato que iba a narrarle a Adrien cuando éste se introdujera en la cama. Sobre todo, intentaba que el contenido de la trama llevara a la mente de su hermano la aventura y el interés suficiente que propiciara y dinamizara la imaginación del chico. También buscaba un final agradable para cada una de las historias. En alguna ocasión, cuando estaba más atareada por los estudios, se pasaba por la biblioteca pública del barrio en el que vivían a fin de “sacar” en préstamo algún librito de cuentos, cuyos contenidos escenificaba con sus palabras para el deleite y distracción de un niño de ocho años que, al fin, lograba conciliar ese sueño tan necesario para la recuperación orgánica.
Aunque obviamente las discusiones de sus padres no eran continuas, cuando éstas llegaban y eran más “agresivas”, Marion tenía preparados otros dos recursos, que le daban excelentes resultados para evitar el nerviosismo y desasosiego de Adrien. Utilizaba para ello bolitas de cera, de aquellas que solía tener para cuando iba a la piscina pública a nadar. Con ellas modelaba unos pequeños tapones que colocaba en los oídos de su hermano, con lo que mitigaba los sonidos que venían del salón estar o desde el dormitorio de sus padres. La voz de su padre Saúl era especialmente acústica y sonora, con lo que traspasaba los muros de la vivienda. Cuando los tapones de cera no eran suficientemente eficaces, echaba mano de los auriculares y de su I pod, probando con alguna música o canción agradable, de las muchas que tenía cargadas en la memoria del periférico. De esta manera conseguía mitigarle esas voces que llegaban cargadas con reproches y palabras henchidas de desamor. Incluso tal era el afán por ayudar al pequeño de la casa que asistió en varias ocasiones a los cuentacuentos que organizaba una librería, a fin de tener temas suficientes y mimetizar las formas narrativas aplicadas por los profesionales de la simulación y escenificación.
Su tutora Odette, con cierta frecuencia le preguntaba cómo le iba con esa labor protectora que tan eficazmente desarrollaba. Le animaba y aconsejaba, aunque con el mayor cuidado trataba de conocer la situación de estabilidad familiar por si llegado el caso tuviera que recabar ayuda de algún organismo público para la protección de los niños. Acerca de todo este asunto ya había informado a la directora y al psicólogo del centro. Afortunadamente la situación en las semanas siguientes no pasó a mayores, lo que hubiera aconsejado una intervención más drástica.
Siguiendo las estaciones del año, las hojas del calendario han hecho pasar ya un lustro desde todos estos hechos. ¿Cuál es la situación actual de los integrantes de la familia Cambra – Legrant?
Saúl, el padre, con su arraigado vitalismo y su despreocupada irresponsabilidad relacional en lo afectivo, continúa “libando de flor en flor”. Desde hace tres años reside en uno de los apartamentos cedido por sus jefes, por el que paga una cuota muy asequible para sus elevados ingresos, ubicada en una zona privilegiada de Benalmádena, en cuanto a las vistas y panorámicas que se dominan desde la terraza de la vivienda. Ha convivido con parejas temporales o aventuras de veinticuatro horas, pues es persona que necesita de continuo el cambio y la novedad de la variedad. En el plano profesional es un dinámico y excelente gestor, que con su proverbial esfuerzo siempre “suma” para la contabilidad de la empresa. Recientemente ha sido ascendido para presidir el departamento de Grandes Proyectos “Marazul”. A pesar de la sentencia judicial, la negociación privada con Georgette ha conllevado que dos fines de semana mensuales y una semana en las vacaciones de Navidad y de verano esté con sus hijos. De hecho, su excompañera no pone objeción a que Marion y Adrien acudan al domicilio de su progenitor cuando ellos deseen.
Georgette, la madre, ha reiniciado una nueva vida afectiva con un profesional de la radiodifusión. El “flechazo” se originó a partir de una interesante entrevista que el apuesto periodista le solicitó, para una serie de acercamiento al plano humano y personal de las mujeres investigadoras. Continúa residiendo junto a sus hijos, en el domicilio familiar de bienes gananciales, que la decisión judicial estableció para su permanencia, hasta que los hijos cumplieran 23 años. Sin embargo, ha llegado a una negociación con Saúl para irle abonando trimestralmente determinadas cantidades con las que comprar el 50 % del valor del inmueble. Ahora que sus hijos están creciendo, camino de su avanzada adolescencia, tiene una mayor libertad para su dedicación laboral. Siempre que puede, suele acompañar a su compañero Matías Senna en los viajes que éste realiza con motivo de su actividad periodística.
Adrien, ya alcanza los trece años. Se encuentra vitalmente en plena adolescencia. Desde que sus padres tomaron la difícil, pero acertada, decisión de “arreglar” las diferencias que les enfrentaban, mejoró y superó su preocupante situación de inseguridad, nerviosismo e incluso ese miedo que le sobrevenía en las horas nocturnas, impidiéndole descansar. La ayuda de su hermana resultó decisiva, para “blindarse” ante las constantes “trifulcas” que mantenían Saúl y Georgette. Además de la terapia narrativa, procedentes de esas historias que Marion le contaba, centró muchas de sus energías en la práctica del deporte, como el kárate, la natación y la marcha senderista. También asiste a las clases de la Escuela de Idiomas. Su vinculación con un grupo juvenil municipal ha resultado muy efectiva para complementar la formación recibida en el centro escolar al que asiste.
Finalmente, la valiente e imaginativa Marion
está cursando el segundo de bachillerato, en la rama de Humanidades y Ciencias sociales. Aunque la decisión aún no es firme, sus ilusiones universitarias están centradas en el ámbito de las letras, para las que posee una prometedora aptitud. Desde hace meses asiste a un taller de creatividad literaria, pues quiere ir puliendo su estilo narrativo. Tiene acumulados en su ordenador muchos archivos con relatos de diversa extensión, alguno de los cuales puede convertirse en esa su primera novela que tiene como objetivo o meta conseguir en la tenacidad del esfuerzo. Ella y Adrien conviven con su madre, aunque respetan esos días o semanas en los que se desplazan al domicilio de su padre. La relación de su madre con Matías la asume con naturalidad, de manera especial porque entiende que cada persona debe trazar el itinerario vital que más le complace y por el que está dispuesta a luchar. El efecto protector sobre su hermano, tan eficaz hace unos años, hace tiempo que ya no lo considera prioritario, aunque tiene asumido que ella es su hermana mayor y como tal se siente muy satisfecha de poder ayudarle, con la discreción necesaria, en todo aquello que necesite. Aunque desde hace un tiempo Odette trasladó su residencia a Nantes, su ciudad natal, sigue manteniendo con su antigua tutora una cariñosa relación de amistad, valorando lo bien que supo ayudarle en aquellos momentos tan inestables vividos en el seno de la estructura familiar. En este verano próximo tiene el proyecto de realizar un viaje vacacional, con sus amigas más íntimas, en cuyo itinerario no faltará una parada en Nantes, para atender la invitación personal realizada por la profesora Odette.Siete años más tarde, Marion Cambra Lebrant tuvo la satisfacción de poder ver su primera publicación editorial en los escaparates y expositores interiores de las librerías. Esta primera novela, cuyo título era Un niño asustado, en la tempestad del desamor, había obtenido el primer premio, en el certamen para jóvenes valores de la literatura, convocado por Adiette ediciones.-
HISTORIAS PARA EL SOSIEGO
EN LA INTRANQUILIDAD DE LA NOCHE
José L. Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga
22 julio 2022
Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es
Blog personal: http://www.jlcasadot.blogspot.com/
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