Cuando el común de la ciudadanía observa la imagen
pública de todos esos importantes personajes, vinculados al ejercicio de la
política, el mundo de la cultura y el espectáculo, la investigación científica,
la dinámica empresarial y financiera o la práctica profesional de las distintas
modalidades deportivas, no siempre es consciente de la dualidad psicológica que
han de compartir esas famosas celebridades, con respecto a la intimidad de sus
vidas.
En ocasiones puede pensarse que el comportamiento
público, realizado por estas celebridades, es similar a la forma de ser que
mantienen en la esfera de su privacidad. Por ejemplo, viendo muchas de las
películas protagonizadas por la que fue una gran estrella del celuloide, Bette Davis (Lowell, Massachusetts, 1906 – París
1989) cuesta mucho esfuerzo pensar que esta afamada actriz no mantuviese, en su
esfera íntima, ese comportamiento de mujer con un duro, antipático, malvado e
incluso diabólico carácter, como el que,
en la mayoría de sus interpretaciones, nos ofrecía en pantalla. Sin embargo, también
es lógico pensar que esa imagen ofrecida al exterior, por razones
profesionales, no tenía por qué coincidir con la verdadera personalidad que, en
privado, poseía e identificaba a la persona idolatrada, por parte la
acomodaticia masa social.
Era una tarde desapacible, correspondiendo a un
otoño extremadamente frío y lluvioso. Durante la mañana, en ese miércoles de
actividad parlamentaria, los portavoces de los dos
grupos políticos más importantes en la Cámara representativa, protagonizaron
un nuevo agrio y virulento debate, sobre un espinoso asunto social que afectaba
a las creencias, moralidad y sentido ético, en la vida de las personas. En el
transcurso de las réplicas y contrarréplicas, llegaron a cruzarse y lanzarse
muy agrias y duras palabras que, en algunos pasajes rozaron casi el insulto
personal y las más abyectas descalificaciones, tanto por parte del propio opositor
parlamentario, como del representante del grupo gobernante. Incluso el propio
Presidente de la Cámara parlamentaria, en algunos momentos intensamente crispados
del debate, tuvo que intervenir a fin de pedir, a los dos parlamentarios, que
moderasen el tono de sus palabras y evitasen entrar en ese terreno farragoso y
deprimente de la suciedad léxica y ofensiva, como arma o recurso para
desvirtuar y ofender al interlocutor que le ha antecedido en la intervención. Broncas
acústicas, por parte de unas y otras bancadas, jaleándose con fervor sectario
al portavoz de la agrupación propia, abroncándose con palabras groseras la
intervención del opositor parlamentario.
Tras la votación reglamentaria, de la polémica
proposición de ley, los asistentes en el hemiciclo fueron abandonando con
rapidez el hemiciclo parlamentario. El motivo de esa rápida diáspora no era
otro que esa noche televisaban un importante partido de Champions League, en el
que participaba el equipo representativo de la capital. Eran muchos los
diputados que no estaban dispuestos a perderse las evoluciones sobre el césped
del campeón de la liga alemana, en su esperada visita a Madrid.
Curiosamente, los dos portavoces políticos, que
durante toda la tarde han estado protagonizando un deprimente espectáculo en la
Cámara representativa, muy alejado de las buenas formas y el respeto
parlamentario que, como representantes de la soberanía popular debieran
ofrecer, no eran aficionados al fútbol. Ninguno de los dos se veía acuciado por
todas esas prisas que mostraban no pocos de sus compañeros de bancada política.
Por este motivo, uno y otro ordenaron y guardaron sus papeles y documentos con
parsimonia, en sus grandes y lujosas carteras de piel. Ya con ellas en las
manos, fue Leandro, el portavoz de la mayoría
parlamentaria ganadora de la votación, quien se dirigió a Feliciano, su antagonista opositor en el debate,
haciéndole una señal para que se le acercara. Ambos intercambiaron unas
palabras en voz baja y quedaron en verse esa misma noche, a las nueve, en un afamado
y caro mesón situado en una zona del más viejo y tradicional Madrid.
Con británica puntualidad ambos políticos se
saludaron, intercambiando una educada sonrisa junto a un apretón de manos,
dirigiéndose a uno de los reservados que el prestigioso establecimiento tiene
preparado para atender a los visitantes y clientes ilustres. Ordenaron al
camarero una botella de un prestigioso y caro reserva Rioja, entrantes
ibéricos, lubina con guarnición de setas y solomillo a la pimienta,
respectivamente. A lo largo de la cena, sustituyeron la botella, pronto vacía,
del vino afrutado por otros caldos de marcas con elevado coste. En cuanto a los
postres, acordaron compartir un artístico soufflé de merengue con trufas que,
con exquisita y rápida diligencia el maestro repostero se esmeró en preparar.
“Feli, reconozco que esta tarde me he
pasado un mucho de la raya, pero no tenía otra alternativa. Dentro del partido
hay un sector, cada día con más fortaleza y, como puedes imaginar, vinculado a
la “sotana”, que se está encargando de crear y propalar una imagen o perfil de
mi persona, como de tibieza y relajamiento, en mi función de portavoz en la
dialéctica parlamentaria. Incluso el "presi" me llamó la otra noche “a capítulo”
para recordarme que debía de potenciar la agresividad e incluso la
teatralización, tanto en las declaraciones a la prensa, como cuando subo y me
pongo delante del atril parlamentario. Él también se siente presionado por los
sectores más ultraconservadores que le reclaman una mayor contundencia en la
palabra y gestos recurriendo, si fuese menester, a la tramoya de la falacia, la
exageración o el ataque, soslayando las normas de la gentileza parlamentaria.
Te habrás dado cuenta así mismo de que,
al dirigirme a ti, evitaba llamarte “señoría” utilizando el Vd, todo ello de
una manera un tanto despectiva y coloquial. No te lo vas a creer, pero me han
pasado un listado de puntuales exabruptos, para ir dosificándolos en contra de
vosotros. Todo este montaje está programado de cara a la galería mediática y
social”.
Ambos comensales, alejados de las miradas de sus
respectivos séquitos ideológicos, fueron “engullendo” con golosa satisfacción
las finas y sabrosas lonchas grasientas del patanegra “Joselito” que el
camarero les había llevado a la mesa, además de esa atrayente bandeja con tacos
de queso viejo manchego y unos “chanquetes” de criadero, humeantes y
crujientes, por buena fritura, deliciosos para el buen yantar.
“Lea, no te preocupes, don´t worry, como
dicen los ingleses, que te entiendo perfectamente. Es nuestro oficio y a él nos
tenemos que someter. En mis contrarréplicas, te he “espetado” un par de
barbaridades que ni yo mismo me las creía. Pero tenía que soltarlas como arma
granadera, en una balística muy del uso en los bajos fondos. Soltarte eso de
las “beatas apulgaradas por la frustración de su fanatismo…..” o lo de
“borregos del contubernio romano tridentino….” es pasarse de todas las normas
de la sensatez y el respeto más obvio. Pero es que tenemos un plumilla que está
luchando por hacer méritos, pensando en que cuando se vuelque la tortilla, pueda
tener esperanza de sentarse en la Academia, apoyándose en el sector de la
progresía. A él pertenecen estas “joyas” de la más sucia oratoria que no repara
en las expresiones más apestadas”.
A una señal, fue una servicial y joven camarera,
quien retiró los platos, ya completamente vacíos, de aquellos suculentos
entrantes que han sosegado el apetito feroz de ambos comensales. Con presteza y
buen estilo, esos servicios son sustituidos por dos grandes fuentes, primorosamente
adornadas por diestras manos, con la carne y el pescado, respectivamente. Como
curiosidad, con un precio en la carta de treinta y cinco y veintiocho euros,
respectivamente, coste que no se molestaron en mirar los comensales al ser elegidos. En
ese momento del ágape, pidieron un sorbete de limón para aligerar el estómago,
pues los entremeses eran demasiado abundantes y había que hacer el oportuno
hueco a esos deliciosos platos que centran la opípara cena.
“Sí, yo también te he lanzado,
públicamente, lo de “visionarios decadentes del radicalismo moscovita” y eso
del “asesinos de vidas inocentes por mor de la lujuria….” ¡Madre mía, cuanta
basura es capaz de salir por estas bocas, sometidas a la disciplina partidaria!
Pero estamos sometidos a la disciplina del partido y tenemos que actuar con
formas exageradas de cara a la galería, aunque en nuestra intimidad discrepemos
de ciertas respuestas y no menos acusaciones contra el rival político. Te ves
obligado a cerrar los ojos ante determinados planteamientos, directrices o
consignas partidarias y esa sucia lucha sin cuartel contra todo lo que no sea
la ideología de tu propia agrupación”.
Pero pasemos de todo esto que tan mal
huele, se nos vayan a indigestar estos platos y bebidas tan maravillosas que
estamos degustando, como dos buenos amigos en la intimidad de la noche. La vida
y la militancia nos han situado en dos opciones diferentes que, públicamente,
nos enfrentan. Lo bueno y trágico a la vez es que, en nuestra privacidad rechazamos
esas formas rígidas, exageradas, fanáticas e intolerantes, mantenidos y
aplicadas frente a las ideas de nuestro “enemigo” político”.
Los dos teléfonos, que habían permanecido “mudos” hasta
este momento de la cena, sonaron casi de forma simultánea.
“Ha sido el número 1 (al que en broma
denominamos el ”Mesías”). Nada de particular. Unas directrices urgentes, para llevar
a cabo, durante la jornada de mañana. A buen seguro experimentarás también, en
el día a día, eso del ordeno y mando, por parte del líder que todo lo controla,
por lo que te harás cargo de que a todo tienes que decir sí pues, en caso
contrario, la comodidad de nuestra poltrona puede verse en peligro. Y aunque
esté feo reconocerlo, es que vivimos de esto… No me quiero imaginar teniendo
que volver a la tiza y a las clases en el Instituto. Por cierto, te he visto un
poco alterado con el contenido de tu llamada….”
“No te equivocas. Era de mi mi ex, la
sobrina del boticario en Mantilla de la Sierra. Desde que lo nuestro se fue al
garete, no deja pasar un momento para importunarme y hacerme ingrata la vida.
Que si los niños, que la manutención, que si las facturas…. Fue un mazazo para
ella cuando vio que lo mío con Paloma, ya sabes, la Secretaria de Igualdad y
Cooperación, iba en serio. No lo ha aceptado y ésta es de las rencorosas. Pero
es que yo tenía que vivir mi vida y trepar hasta el puesto que en la actualidad
he logrado tener en el partido. Y trabajo que me ha costado. Para ello he
tenido que hacer casi de todo. Hasta de cuidador de mascotas, durante los fines
de semana. Si yo te contara los “sapos y culebras” que me he tenido que tragar
…”
En esta oportunidad, fue Leandro quien pagó la
cuenta. Con una generosa propina, fueron 178 euros, abonados con una tarjeta dorada
de plástico puesta a su disposición por la agrupación a la que pertenece para
gastos “técnicos” y de representación. El martes que viene se verán de nuevo
las caras estos dos antiguos amigos, dedicados al noble ejercicio de la práctica
política. Será en la sesión semanal para el control gubernamental. Allí escenificarán
de nuevo un agrio enfrentamiento, para el que son diestros y consumados
artistas, echando mano de toda la basura dialéctica y descalificadora que, en
el manual del partido, está muy bien establecida. A buen seguro, después de la previsiblemente
virulenta sesión, ambos líderes de la ciudadanía recuperarán el educado sosiego
compartiendo, en cálida y privada amistad, el calor afectivo de una grata y
suculenta cena fraterna.-
José L. Casado Toro (viernes, 24 de Marzo 2017)
Antiguo profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la
Victoria. Málaga
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