El
tiempo avanza inexorable, con la rapidez propia de su enigmática naturaleza. Para
algunos, las veinticuatro horas en que
dividimos el día han resultado demasiado cortas, con respecto a sus
expectativas y previsiones de acción. En otras personas, ese espacio temporal es
percibido como extremado e insoportablemente extenso. En uno y otro plano de la
apreciación, esta valoración contrastada del día va a depender, obviamente, de
cómo les haya ido a sus protagonistas en sus proyectos y realidades. Hay fechas
del calendario en que la suma de las apreciaciones positivas superan amplia y
alegremente, esas otras experiencias que han podido resultar ingratas en
nuestra memoria. Sin embargo la aritmética puede también resultar
desalentadora, en otros días más aciagos para los anales de nuestras alforjas.
Efectivamente,
muchos psicólogos, psiquiatras, orientadores, confesores, profesores, analistas
y demás expertos, valoran y aconsejan la conveniencia
de practicar esa reflexión global acerca de cómo nos ha ido la jornada,
antes de acometer el necesario y reparador descanso nocturno, tanto para el
cuerpo como para la mente. Incluso hay personas que practican el saludable
ejercicio de escribir unas líneas, en ese diario
íntimo que ayuda a organizar y estructurar mejor el resumen de nuestras
experiencias. Eso sí, hay que esforzarse por aportar, en el conjunto de palabras
y párrafos para el análisis, una buena dosis de valentía, sinceridad y
equilibrio, a fin de que el contenido de aquéllas puedan resultar útiles y
terapéuticas. A partir de estas reflexiones pretendemos mejorar, para el nuevo
día que nos espera, el saldo valorativo de estas veinticuatro horas que son ya historia
en nuestros recuerdos.
Desde
el plano básico de la racionalidad, nadie puede confiar o creer que todo lo que
le sobrevendrá, durante el día próximo, va a ser favorable, enriquecedor o
divertido. Habrá de todo, sea bueno, regular o
ingrato, como en las estanterías de las tiendas, los supermercados o en los
grandes almacenes para el consumo. Lo realmente desagradable es cuando se
acumulan las desventuras y demás
situaciones incómodas. Es cierto que con nuestra inteligencia y esfuerzo,
podemos influir o colaborar en que el azar, la suerte o la oportunidad, siembren
de sonrisas la expresión de nuestros rostros. Veamos, a continuación una
historia que articula y estructura, bastante bien, todas estas ideas.
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Eladio suele iniciar el día bien temprano. Nada más
levantarse de la cama, se enfunda su chándal deportivo y corre unos pocos
kilómetros por distintos itinerarios urbanos. Sin embargo, no podía imaginar
que, en este viernes de Junio, pudieran sobrevenirle tal cúmulo de sinsabores
como aquellos que hubo de compartir, sufrir y protagonizar. En esos minutos de
footing, antes de iniciar su trabajo como repartidor de mercancías en una
empresa de mensajería, pisó donde no debía, con
los resultados propios de ensuciar profundamente sus Nike, recién compradas. Y
todo por el incivismo y descuido de un insolidario propietario de mascota que
no controló ni limpió los excrementos que va dejando su animal, sobre el
pavimento de la ciudad.
Ya
enfundado con el uniforme de empresa, se encuentra a la salida del ascensor con
su vecino del piso de abajo, el cual le pide vaya a su domicilio para que vea las goteras que desde el techo está soportando en su
cuarto de baño. Sin duda, la casa de Eladio tiene alguna tubería o conexión
rota, por lo que está mojando el piso de este enfadado vecino. Tras asegurarle
que esa misma mañana llamará al seguro del hogar, coge su moto a fin de
desplazarse rápidamente a la nave industrial donde se ubica la sede de su
empresa, donde comenzará su jornada laboral a las diez en punto de la mañana.
Ya
en pleno reparto, observa entre los paquetes de su furgoneta pendientes de
entrega dos neumáticos de coche, comprados vía Internet, por un cliente que
reside en el ático de un bloque antiguo de la ciudad. Ha de subir a pie cinco
largos tramos de escaleras, pues el bloque carece de
ascensor. Resoplando, llega hasta la puerta de la dirección anotada en
el volante, con la escasa suerte de que el propietario no se encuentra en casa
en ese momento. Aunque llama en los timbres de algunas puertas del edificio,
parece que sus inquilinos están en el trabajo o a nadie le apetece abrirle la
puerta. De nuevo ha de subir hasta el ático, en donde deja un aviso, a fin de
que el destinatario del mismo vaya a recoger los neumáticos a la nave industrial.
Recuerda
el asunto del desagüe, que está mojando el techo de su vecino. Llama por
teléfono a la agencia de seguros, donde una
secretaria toma nota del parte aclarándole que, siendo viernes, habrá de
esperar hasta el lunes, para que vayan a ver a su piso. El perito encargado de
la inspección se encuentra hoy en la zona de Marbella-Estepona. A pesar de las
protestas y esfuerzos de Eladio, poco
hay que hacer. La chica le sugiere que cierre la llave de paso del agua, en el
cuarto de baño. Eladio le aclara que su piso es pequeño y que sólo tienen ese
espacio para la ducha, pues el cuartito de aseo carece de esa prestación. Sin
embargo, no hay solución. Piensa en la cara que va a poner Maica, cuando le
explique que durante ese finde habrán de lavarse por trocitos, pues no podrán
echar agua por la bañera.
Ya
por la tarde, sufre un inesperado accidente. Llevando unas cajas que contienen
microondas, a un comercio de electrodomésticos, unas de las cintas que cierran
el bloque de las cuatro cajas, le produce un corte en
la mano izquierda. Viendo que comienza a fluirle la sangre, con un
pañuelo se hace un fuerte vendaje y acude con presteza al servicio de urgencia
que tiene más cercano al lugar del accidente. Allí, mientras espera ser
atendido, observa que hay mucho trasiego de personas, cada una con diversos
problemas en su salud. Queda impresionado ante la imagen de un chico joven, vestido deportivamente, que avanza esposado,
vigilado por dos policías, camino del servicio. Se fija especialmente que el
detenido no mantiene una expresión de preocupación, vergüenza o seriedad, sino
que por el contrario cuando pasa junto él le sonríe, con un gesto de la mayor
naturalidad. Antes de entrar en el servicio, uno de los policías le quita las
esposas. Cuando sale, tras haber realizado su necesidad, extiende otra vez sus manos para que de nuevo sean
esposadas. Esa apariencia de serenidad y naturalidad que ofrece este chico
joven, ante toda la gente que le mira más o menos abiertamente, es una imagen
que recordará con intensidad, cuando esta noche repase mentalmente los eventos
más significados de la jornada.
Aún
con los cuatro puntos de sutura que le tuvieron que aplicar en la mano
lesionada, conduce con dificultad su furgoneta hacia el almacén. Cae en la
cuenta que tiene un último paquete por entregar (exactamente un iPhone, de una
gama ya descatalogada) precisamente en un domicilio cercano al Polígono
Industrial hacia donde se dirige. La destinataria del envío vive en una casita
mata, junto a otros chalets diseminados por la zona. Aunque le molesta la
herida, realiza la entrega a una señora mayor que no
oculta sus muchas ganar de hablar. El regalo será para su nieta que, dos
días más tarde cumplirá su mayoría de edad. Eladio le comenta que es un
estupendo detalle y que su nieta lo va a agradecer. Haciendo de tripas corazón,
se ve obligado a aceptar una taza de café que, con mucho esmero, la buena
señora le sirve, acompañado con un platito lleno de galletas. Agradece todas
las atenciones que recibe de esta buena mujer, explicándole que está deseoso de
entregar la furgoneta para volver de inmediato a su domicilio y descansar de la mano lesionada.
Llega
a su piso a las 8:40 de la noche, yéndose directamente a la ducha. Pero
recuerda que no puede abrir la llave de paso del agua, para evitar que siga
mojándose el techo de su vecina. Pegada en la puerta del frigorífico, observa una nota a él dirigida. “He salido con Celia y Paloma. Queremos recordar nuestro
años en el Colegio San José. Volveré un poco tarde, pues hoy es el cumple de
Paloma y queremos cenar juntas. Tienes en el frigo media tortilla de patatas,
queso del duro y lo que queda de la torta de manzana que me trajiste ayer.
Maica”. Entonces decide asearse
por trocitos. Una vez cambiado de ropa , se sienta en el salón, a donde se lleva
una bandeja con su cena, encendiendo en el televisor la página de Teledeporte.
Se siente cansado por lo que, al terminal la frugalidad de su alimento, busca pronto
el descanso reparador echándose en la cama.
A
pesar de tener apagada la lámpara de su mesita de noche, hay suficiente luz
indirecta dentro de la habitación. Esa luminosidad somnolienta procede de un
faro municipal ubicado muy cerca de la ventana del dormitorio. No tiene sueño,
pero siente su cuerpo intensamente cansado. Entonces tiene la feliz ocurrencia
de repasar mentalmente los hechos más significativos
que han presidido su jornada. Como si fueran los fotogramas de una
película, van pasando ante la vista de su memoria la desafortunada pisada
matinal de sus recién estrenadas Nike, que mañana temprano se propone limpiar; las molestas goteras en el cuarto de
baño, que sufre su vecino del 4º A, debido un desagüe obsoleto en las tuberías;
la atención poco responsable que ha recibido por parte de su compañía
aseguradora del hogar; el peculiar edificio sin ascensor, con esos altos
escalones de madera noble, que se vio obligado a subir y volver a bajar (ante
la ausencia del inquilino del piso) con los dos pesados neumáticos Michelín; la
lesión que sufrió en su mano izquierda y la posterior asistencia en los
servicios de urgencia; no se le ha olvidado, de manera especial la frágil figura
de ese muchacho bien arreglado y que, con las manos esposadas, se dirigía al
servicio del hospital ¿Cuál era el sentido de esa sonrisa que recibió por parte
de un joven detenido por la policía y
que sin embargo no ofrecía el perfil de un delincuente profesional? Y también,
en la tarde, la deferencia sobreactuada de la señora Engracia, con esa
necesidad hiperactiva por comunicar……
En
esos pensamientos se encontraba Eladio, cuando escuchó
la llave de la puerta. Percibe las pisadas de Maica,
aunque decide simular que permanece dormido. No se siente con fuerzas para
entablar esa necesaria y complicada conversación, siempre pendiente, acerca de
la situación relacional que ambos están protagonizando. Éste no es el momento
apropiado, dada la hora de la noche y soportando un estado físico y mental profundamente
cansados. Quizá este fin de semana, se atreverá a romper el hielo real de la incomunicación entre ambos. Hay un fuerte olor a
tabaco, cuando su mujer entra en el dormitorio. Sigue repasando su día, que ha
sido denso en acontecimientos y vivencias. Considera que hoy han prevalecido
las sombras sobre las luces. Quizás mañana viernes, la situación se invierta y
pueda, en el resumen nocturno que realizará, visionar otras imágenes y
vivencias más animosas. Dentro de unas horas habrá de volver a madrugar, cuando
apenas comience la siempre esperanza del amanecer. El tic tac del despertador se
hace sentir en el silencio nocturno caminando, con su rítmica acústica, ante
corazones monótonos que deambulan somnolientos por las páginas de nuestra
memoria. Tomorrow can be better …… mañana puede ser mejor.-
José
L. Casado Toro (viernes, 25 septiembre 2015)
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profesor I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga
Estimado Jose Luis:
ResponderEliminarCada día es diferente y lleno de acontecimientos, algunos positivos y otros no tanto, y también depende de la actitud de la persona de cómo afrontarlos. Si, como en mi caso, tienes la mala suerte de tomarte todas las cosas demasiado a pecho, puedes sufrir una decepción tras otra, porque a veces parecieras marioneta manejada por un hilo invisible que te hace pasar por las más inverosímiles aventuras. Está en nuestro deber intentar gestionar esto de la mejor manera posible y sacar siempre conclusiones positivas.
Ha sido un gusto y placer releerle de nuevo.
Reciba un fuerte abrazo.