Siempre
he mantenido la convicción de que la acción tutorial
es una de las tareas más gratas, posiblemente la de mayor importancia, que los
Profesores pueden desempeñar en el seno de las distintas comunidades educativas.
¡Son tantas y variadas las experiencias que se generan a partir de esta
creatividad formativa por excelencia!
Es uno
de los primeros martes de enero. Alumnos, personal de administración y
servicios y los equipos de Profesores, todos habíamos vuelto a las aulas, tras
las vacaciones navideñas. Apetecible y necesaria etapa de buen descanso,
propicia para potenciar la vida familiar y las actividades lúdicas, en un marco
densamente festivo que sirve de transición a dos anualidades. Así pues, con
renovado espíritu y fortalecimiento físico, organicé
mi primera clase de acción tutorial colectiva, ya en el marco novedoso de un
nuevo año.
Aunque
lo chicos y chicas de mi tutoría, para este curso, alcanzaban ya una media de
edad entre los 14 -15 años (hablamos de
un 3º de la ESO) estimé interesante plantear una temática de participación
colectiva centrada en la cercana jornada de Reyes. ¿Cuál
ha sido el mejor regalo que has recibido, ya sea durante la Navidad, o en
esa mágica Noche en la que tantas voluntades pueden convertirse en una feliz
realidad? pregunté. Les encargué que
redactaran algunas líneas que sirvieran de base para contrastar opiniones, ilusiones
y deseos navideños, en la intimidad de sus jóvenes vidas. Probablemente, la
temática a debatir puede parecer algo infantil. Pero me había propuesto motivar
un debate de participación y comunicación colectiva, en uno de esos primeros
días de la vuelta a las clases, y el asunto de los regalos ofrecía suficientes
incentivos para que todos retomáramos a gusto la convivencia del diálogo.
Tras
unos diez minutos de espera, a fin de que cada uno trazara sus líneas
argumentativas acerca de la pregunta planteada, se inician las intervenciones.
Aunque, como tutor, iba a controlar el jugoso debate, cedí el protagonismo de
la concesión de palabra a varios alumnos, a fin de que fueran habituándose en
el ejercicio de dirigir los turnos y el adecuado juego participativo. Pronto
sobrevolaron, por la atmósfera adolescente del aula, una serie de regalos de la
más variada gama y condición. Una primera impresión: la
extremada generosidad de algunos padres, a la hora de aceptar las
desproporcionadas peticiones de sus hijos e hijas. Esta apreciación deriva de
que, en su gran mayoría, son familias de un nivel socioeconómico más bien modesto
o medio bajo.
En
segundo lugar, muchos de los perceptores de las dádivas “reales” (todavía sigue
predominando el regalo que se recibe en la mañana del 6 de enero) no se caracterizan por ser abnegados “trabajadores en el
estudio”. Todo lo contrario. Si echamos cuenta de las estadísticas que
nos confirman los boletines de notas, las calificaciones de estos agraciados en
la mañana real son más que precarias, abundando los insuficientes en más de dos
y tres materias. Alguno podría entender, siempre expresándolo con la mayor
delicadeza, que, ante ese pobre rendimiento, no se les castiga sino que se les
premia. Sería de especial interés conocer la argumentación de los progenitores
ante su proceder en la Noche mágica de Reyes. ¡Claro, tal vez por eso. Es que es….. mágica!
Hubo
algunos casos en que los regalos aparecían, durante esa espléndida mañana de
enero, en la casa de “mi madre” y en la casa de “mi
padre”. Efectivamente, aquellos matrimonios que se ven inmersos en
separaciones o divorcios, también son visitados por sus Majestades con notable
generosidad. Sus hijos reciben los juguetes u otros presentes en ambos
domicilios, con lo que se incrementa la variedad y el número de aquéllos, para
el goce indisimulado de sus perceptores. El itinerario de estas visitas se
incrementaba con el atrayente paseo por la casa de la abuela, tíos o incluso
amigos de los padres.
Bueno
¿y que se regala? Tratándose de jóvenes
adolescentes, el concepto básico de juguete queda transformado y superado por
otras realidades, más a tono con la edad. Ropa y zapatos ocupan, en este caso,
un lugar preferente. También, por supuesto, los productos informáticos. Desde
los ordenadores (especialmente, el portátil) hasta los elementos periféricos,
como los discos duros y las impresoras. Las tabletas informáticas se han puesto
muy de moda, aunque en ese entorno electrónico continúa teniendo un puesto de
privilegio la telefonía de última generación. Alguna consola, para los juegos
en pantalla, adornos de joyería y bisutería, especialmente para las jóvenes y……
muy escasos libros. ¿Y a quien le han traído algún libro interesante?
“Profe, los libros son para el estudio, y estamos hablando de los Reyes Magos”.
Tuve que explicar mi posición acerca de que también SS MM visitan, para hacer
su acopio de recursos, las librerías,
donde se encuentran joyas espléndidas para distraer, divertir y enriquecer o
alimentar nuestras mentes. Mientras, otros hablaron de sus cámaras fotográficas…..
El
ambiente se había ido animando, de manera progresiva, tras un principio en que
la temática a comentar no parecía despertar un fuerte ánimo participativo.
Posiblemente, porque a estas edades de la adolescencia se perciben estas
temáticas como especialmente infantiles. En realidad, una gran mayoría habían
acompañado a esos progenitores a los centros comerciales donde los Reyes hacen
acopio de las mercancías solicitadas por los niños pequeños y grandes.
Y
allí, en la fila tercera, junto a la ventana donde aún entraba un rayito de ese
sol invernal que tanto agradecemos, Carina,
algo seria, parecía un tanto ausente del jolgorio general que los diversos
monitores se veían incapaces de encauzar y controlar. Mi posición como tutor era bien clara: en
aquel segundo día de clase, y primero de acción tutorial, debía prevalecer la
alegría, compartiendo un recuerdo y realidad amable de las pasadas vacaciones.
La rutina de la vuelta a las aulas, con los madrugones, los estudios, los
apuntes y las tareas para la casa, la aridez de algunos contenidos, los mensajes repetitivos del “no se puede… está
prohibido… te voy a poner un parte…. silencio …. cállense …. silencio……. etc”, debían ser compensados con otras sugerencias
de mayor estímulo y alegría, para personas que vibran y comparten esa
maravillosa e inolvidable edad de los quince años.
“Carina, aún no hemos escuchado cuál ha sido ese mejor
premio, o el que te ha hecho mayor ilusión, en la carta a los Reyes. Seguro que
tienes algo que contarnos. A pesar de este complicado sonido ambiente, tus
compañeros van a escuchar con interés aquello que quieras contarles. Venga,
anímate. A todos nos gusta verte sonreír y hoy te veo pero que muy, muy pensativa”.
Por
diversos motivos, la personalidad de esta alumna influye en el resto de sus
compañeros. Su situación en el grupo es un tanto especial, con respecto al
resto de los alumnos. Al fin se decide a intervenir, ante el requerimiento del
Profesor tutor. Sus palabras, pronunciadas con un ritmo intencionalmente lento,
ejercen el mágico efecto de facilitar un silencio magnéticamente generalizado
en el colectivo grupal. “Bueno, preferiría no hablar…. en esta ocasión”
fue su respuesta. Quise forzar un poco la situación e insistí en mi petición.
Posiblemente era la única alumna que no había abierto la boca, en los cuarenta
minutos que llevábamos de clase.
“Si el Profe insiste, puedo resumir mi postura en este
debate tan ilusionante que aquí se ha montado. MI mejor regalo, aquello que me
ha hecho más feliz en estos días, no ha sido una cosa material, como las muchas
que mis compas han comentado. Aunque todas las cosas que aquí han salido me
parecen bastante chulas, en mi caso ha sido algo familiar lo que más me ha
alegrado. Aunque es muy íntimo, y mis mejores amigas lo conocen, no me importa
decirlo aquí públicamente, aunque sé que algunos no se atreverían. Pero así soy
yo. (no se escucha en el aula el simple vuelo de una mosca. Todos miran
a Carina, con atención y respeto). Mi familia
estaba…… rota. Es una desgracia…. hay muchas así ¿verdad? ¿Culpables? No creo
que esa sea la mejor palabra. El padre, la madre, todos… Seguro que ellos sufren
pero ¿y nosotros? ¿Han pensado en nosotros? Los hijos vivimos este drama pero
que muy “requetemal”. Muy “jodidos”. Hay muchas noches y días de lágrimas. De
angustias. De estúpida soledad. Pero…. los Reyes este año han querido traerme
una alegría. Parece que la cosa se está arreglando. Y yo voy a sentirme feliz,
viendo como mi madre vuelve a sonreír. Ese ha sido mi mejor regalo. Gracias,
Profe. Gracias….. papá”.-
José L. Casado Toro (viernes 18 Enero, 2013)
Profesor
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