En la vida de cada persona hay deseos que nunca llegan a realizarse, por mil y un motivos y circunstancias. Pero siempre, siempre, albergamos la esperanza de que esa difícil posibilidad pueda llegar alguna vez a convertirse en una espléndida realidad. Y pensamos en la suerte, en los milagros de los dioses, o en el gesto bondadoso y esforzado de alguna persona preclara, para poder obtener esa anhelada consecución.
La lista de estos deseos, “casi imposibles de materializar” sería lógicamente interminable. Cada uno de nosotros alberga en su mente algunas de estas posibilidades que, en muchos de los casos, serán coincidentes en unas y otras personas. Para la historia que a continuación se va a narrar, hemos elegido uno de esos muy difíciles deseos, que da precisamente título a este relato.
DARIO, licenciado en Ciencias de la Comunicación, lleva dirigiendo el periódico local EL DÍA, desde la jubilación de su padre, Luciano, fundador de la cabecera de esta empresa mediática, cambio de dirección que sucedió hace ya unos seis años. Este medio de información acumula ya una larga historia de tres décadas y media de buen funcionamiento. Se trata de un periódico local o provincial, curiosamente no vinculado a ninguna potente cadena nacional de la prensa. Dado su aceptable nivel de audiencia y venta en los puestos de periódicos, esta “cabecera” local, en más de una ocasión, ha querido ser “comprado” o integrado en las grandes cadenas generalistas, que apetecen también controlar el mercado regional del Estado. Pero Luciano siempre encontraba alguna ayuda bancaria o apoyo empresarial, a fin de continuar manteniéndose libre e independiente, sobreviviendo en esa difícil maraña de una “selva” mediática extremadamente competitiva.
De otra parte, la publicidad inserta en El Día era notablemente más económica con respecto a las tarifas de otros diarios locales o de difusión nacional, lo cual incrementaba los fondos de esa supervivencia empresarial en el océano de la gran industria. Sin embargo, el mercado para los periódicos nacionales o locales se veía cada vez más condicionado por la influencia de las cadenas de radio y televisión y sobre todo por la potencia incontenible o “infinita” de la comunicación digital a través de Internet.
En el ámbito provincial donde “operaba” El Día, al igual que ocurría en otras localidades del territorio español, había un periódico que dominaba el mercado, otro que mantenía su supervivencia como podía y la poderosa presencia de las cabeceras periodísticas nacionales, empresas que mantenían la fidelidad lectora de un sector de la población, vinculado a las bases ideológicas asociadas a la línea que defendían los artículos firmados en las páginas de opinión y al el tratamiento “partidista” habitual que se hacía de la información. Pero unas y otras “cabeceras periodísticas” iban perdiendo, de manera paulatina y preocupante, numerosos lectores. La causa básica de este declive no era otra sino el avance sin freno de la digitalización informática, aplicado a todos los sectores socioeconómicos, entre ellos también los medios de comunicación. El mercado de la prensa en papel era cada vez más difícil de mantener y desarrollar.
En este difícil contexto, Dario había convocado al equipo directivo del periódico a una reunión urgente para el fin de semana, que se iba a desarrollar en un Parador Nacional de la capital. El sábado, a las 10 de la mañana, ya se encontraban reunidos en una de las salas nobles del complejo turístico, el aludido equipo de dirección, presidido por el director Darío e integrado por la joven subdirectora Paula y los redactores jefes de las distintas secciones, Saúl, Adeline y Valeria. Además, asistía el gerente contable Ferrán, para presentar la situación económica financiera actual de la empresa, que no era desde luego esperanzadora (al igual que ocurría con el resto de la prensa).
Como los asistentes presumían que la reunión, dada la importancia de los asuntos a tratar, podría extenderse durante muchas horas, todos ellos habían acudido a la cita con el trolley de “nocturnidad”, como con humor denominaban a la pequeña maleta de viaje, pues no descartaban en absoluto tener que pasar allí la noche, debatiendo los graves problemas y las posibles soluciones a los mismos. El núcleo básico de la cuestión, objeto de tratamiento, era el cambio necesario y urgente que habría que dar al periódico, para salvar una querida y entrañable cabecera que naufragaba en la situación actual. Dario, sin cortapisas o dubitaciones planteó con claridad la necesidad de dar un fuerte golpe de timón, porque los números venían siendo “rojos” en la contabilidad, desde hacía muchos meses. El contable Ferrán corroboró el planteamiento que hacía el director del diario, con datos, gráficas y proyecciones estadísticas.
Unos y otros plantearon alternativas varias, pero una y otra vez llegaban a la realidad básica de la prensa de “linotipia”. Los lectores preferían la inmediatez de la imagen y la rapidez o comodidad de lectura en el tablet, móvil o en la pantalla del ordenador. Desplazarse al puesto de periódicos a fin de adquirir el ejemplar del día era una hermosa práctica que, paulatina y lamentablemente, iba decayendo en la costumbre de los ciudadanos. Algo había que hacer y pronto.
En un preciso momento volvió a intervenir Darío. “He estado hablando muchas horas con mi padre, Luciano, el fundador de esta empresa. Analizando todos los flecos de esta inquietante situación, llegamos a esa conclusión que nos preocupa y al tiempo también nos motiva. El común de la ciudadanía, los lectores, los radioyentes, los televidentes, están dolorosamente hartos de leer, escuchar y visionar malas, desgraciadas o desalentadoras noticias. Un día sí y el otro también. La gran revolución que os planteo es que hagamos una refundación de este nuestro querido medio de prensa, empezando para ello con el propio nombre de la cabecera. Como sugerencia, para que sepáis a dónde quiero llegar, ese refundado periódico podría llamarse algo así como LAS BUENAS NOTICIAS DEL DÍA.
En este sentido, nos esforzaríamos en llenar las páginas del diario con informaciones y noticias gratas, humanas, alegres, positivas y con ese valor de la esperanza que tanto bien nos puede hacer para superar las dificultades y los problemas. Hay que echar una mirada sobre la realidad, ensalzando lo bueno y orillando lo malo, lo negativo, aquello que desalienta y entristece. Tenemos que evitar esa actitud depresiva en la que tantas veces nos sentimos sumidos.
Por supuesto, sé que mi propuesta no resulta fácil, dado el contexto en el que vivimos. Es obvio que, hoy día, las ingratas noticias prevalecen sobre aquéllas otras que sin embargo motivarían nuestra ilusión y estímulo para la convivencia diaria. Y fijaros lo que os digo: si no hallamos con facilidad las mejores y alegres noticias, nos las inventamos en forma de narraciones que nos abran y generen la necesidad y fortuna del mejor vivir”.
Aunque la subdirectora Paula ya sabía por dónde iban las intenciones del hijo del fundador del diario, los demás asistentes a la reunión se miraban unos a los otros, preguntándose si sería posible emprender el camino valiente y renovador que planteaba el director de la empresa. El debate, con los descansos pertinentes para el almuerzo y la cena, duró hasta horas avanzadas de la madrugada del domingo. Pero cuando abandonaron el recinto turístico, tras el desayuno dominical, unos y otros lo hacían con la firmeza y convicción necesaria de que la “revolución” ya se había iniciado y ese proyecto, por temerario que pareciese, era el único viable que en las circunstancias actuales merecía el esfuerzo de todos por desarrollar y consolidar.
El equipo de periodistas se puso a buscar buenas noticias, para llenar las páginas impresas del diario. La idea era difícil, pero ambiciosamente interesante.
Frente a la muerte, los natalicios. Frente a los divorcios y separaciones, los vínculos conyugales. Frente a las broncas, las reconciliaciones. Frente al robo, la generosidad de la solidaridad. Frente a los enfados, la amistad. Frente a la enfermedad y el dolor, las recuperaciones y los avances de la medicina. Frente a la guerra, la paz. Frente al desánimo, la ilusión. Frente a la apatía y la pereza, el trabajo. Frente a la soberbia, la humildad de carácter. Frente a la incomunicación, el diálogo. Frente a la oscuridad de la noche, la luminosidad del día. Frente a la muerte, la vida. Frente a la guerra, la racionalidad del diálogo. Frente a la barbarie, la grandeza de la cultura. Frente a las lágrimas, las sonrisas. Frente a la mentira, la verdad. Frente a la obesidad y el sedentarismo, la práctica deportiva. Frente a la seriedad, la fuerza de la sonrisa. Frente a la duda, la certeza. Frente al miedo, la oportunidad del valor. Y así, un largo etc. de nuevas motivaciones para informar y dinamizar.
Adeline, la redactora jefe de la sección local, aportó una interesante idea para implicar a los lectores en este nuevo proyecto de las buenas noticias. El periódico reservaría dos páginas dedicadas expresamente a las aportaciones que hicieran los propios lectores del diario. En ellas se narrarían las experiencias positivas, curiosidades, “bricolajes”, acciones protagonizadas por sus autores o aquellas otras informaciones que hubiesen llegado a su conocimiento, compartiéndolas en esta interesante sección. Cada semana, el equipo de redacción elegiría las cinco mejores aportaciones, noticias por las que sus autores recibirían pequeños pero emblemáticos obsequios, normalmente productos locales, tanto alimenticios como de elaboración artesanal. De esta forma, aparecían apetitosas recetas de cocina, soluciones de bricolaje del hogar, buenas acciones para con los demás, especialmente con las personas mayores, un truco de limpieza, una película vital y trascendente para ver y disfrutar, un sitio agradable para visitar en el entorno, un buen servicio recibido en un restaurante, una mejor forma de aprovechar el espacio disponible, muchas fotografías con encanto, cómo arreglar un problema de comunicación entre dos o más personas, castigo educativos ante travesuras infantiles, poemas y relatos, …etc.
Comenzaron la nueva aventura con la valentía y “temeridad del cambio insólito e innovador al que se enfrentaban. Era un camino inexplorado, pleno de incertidumbres, que podía ofrecer numerosas y variadas respuestas, por parte de los lectores. Con tenacidad u confianza, dejaron pasar días y semanas, a fin de comprobar si esta fórmula positiva en la información tenía éxito en los gustos del público lector de diarios. La colaboración de la ciudadanía, a la hora de compartir sus mejores vivencias, fue de todo punto esperanzadora. Eran muchas las personas a quienes gustaba narrar sus buenas vivencias en el diario caminar por sus vidas. Aun así, el periódico mantenía algunas páginas, para sintetizar la información básica de lo que ocurría a nivel local, regional, nacional e internacional. Pero los porcentajes relativos a los contenidos de esas noticias no superaban el 20 % con respecto a la difusión de noticias agradables, positivas y animosas, para una colectividad abrumada por los nublados, dificultades, injusticias y violencias que degradan el espíritu.
Una mañana Ferrán, el contable de la empresa, reunió al equipo de dirección, a fin de darles a conocer, con visible emoción, los buenos resultados en la difusión y venta de las seis primeras semanas. La progresión en las ventas era ascendente, superándose ampliamente las cifras correspondientes a las del antiguo estilo en los contenidos. De manera correlativa, los ingresos por inserción publicitaria también fueron incrementándose, poniendo una nota de color y sonrisa en el rostro y confianza del equipo direccional.
Pero en este mundo “selvático” y cruelmente competitivo en el que estamos inmersos, no todo eran buenas noticias para el renovado DIARIO DE LAS BUENAS NOTICIAS. Las cadenas de radio y televisión se hacían eco del nuevo fenómeno mediático que representaba este “modesto” periódico de provincias. Comenzaron a insertar en su programación reportajes y espacios, en horario “prime”, en los que se hablaba y analizaba la admirable decisión de esa cabecera periodística que estaba revolucionando, de una manera evidente, el mundo de la información diaria, priorizando en sus contenidos las buenas noticias a compartir. La dificultad de rellenar las páginas del diario con noticias amables era patente, a lo que se unía esa respuesta “envidiosa y malsana” de las grandes empresas y cadenas de prensa, locales y nacionales, que se sentían cómicamente con el paso cambiado. Veían peligrar, con la mayor inquietud, su tradicional hegemonía en las ventas, no sólo de periódicos sino también en la publicidad que contrataban.
Las acusaciones de “dumping” temático, de practicar la irrealidad en la información, de ser una nueva modalidad de “prensa amarilla” comenzaron a inundar los editoriales y las páginas de opinión de los grandes, importantes y “engolados” consorcios de prensa, tradicionalmente dominantes en el mercado mediático.
La propia Asociación de la Prensa tuvo que intervenir en el peculiar conflicto. El equipo directivo de esta asociación profesional hizo comparecer a Darío, como director de las Buenas Noticias del Día, indicándole que la actitud del medio que dirigía podría considerarse como un caso de competencia desleal al resto de las cabeceras de prensa, por eludir en la publicación de noticias catastróficas, pesimistas, insidiosas, desalentadoras y negativas. La amenaza era manifiesta. El rostro de asombro que mostraba Darío, al escuchar tan insólita argumentación, era inenarrable, pues no podía entender que se vulnerara de tamaña forma la libertad de opinión y de publicación.
En la actualidad y a pesar de las más o menos veladas amenazas, Darío y sus compañeros de trabajo siguen haciendo más amables y positivos cada uno de los días, a través de las páginas de este inteligente y generoso medio de comunicación que han refundado. En modo alguno han desistido de llevar a los kioskos todas esas esas noticias e informaciones amables que generan el optimismo, mostrando que en el mundo no ha desaparecido ese color verde que, desde luego, “vende” e ilusiona más que el rojo y el negro. Como ellos bien dicen y sus fieles lectores demandan, lo bueno suma, mientras lo malo y negativo resta. Es una forma inteligente y eficaz de mirar el mundo con unos cristales que potencien lo mejor que nos contempla y difuminen ese negativismo que tanto degrada.
Al menos, al público lector o espectador siempre nos quedará ese valioso recurso de poder elegir, en principio, aquella película, aquella novela, aquel autor o aquel espectáculo que motive nuestra ilusión, generando la sonrisa y confianza en lo humano, como alternativa a otros contenidos que por el contrario conducen a un pesimismo erróneo que no nos hace ningún bien. Seguiremos buscando con ansiedad ese diario de las buenas noticias, que tanta falta nos hace, precisamente en estos tiempos convulsos que hacen que miremos, una y otra vez, hacia el sosiego mágico del entorno natural.
EL INSÓLITO DIARIO DE LAS
BUENAS NOTICIAS
José L. Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga
13 mayo 2022
Dirección electrónica: jlcasadot@yahoo.es
Blog personal: http://www.jlcasadot.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario