Resulta
frecuente e interesante observar la socializada costumbre, practicada por
muchas parejas matrimoniales, consistente en compartir periódicas salidas,
preferentemente nocturnas, en la oportunidad de los fines de semana o incluso
en períodos más amplios, durante las fechas vacacionales de Navidad, Semana
Santa o el verano. Lo hacen con otras parejas más o menos íntimas, siempre al
calor y al cultivo de la amistad. Ese hábito no se refleja sólo en los
matrimonios jóvenes, después de los primeros años de convivencia, sino también
en aquellas otras parejas más veteranas, cuando los hijos ya se han
independizado y el tiempo de la jubilación se acerca o se disfruta en plenitud.
A poco que
analicemos el hecho, vemos en dicha sana costumbre diversas motivaciones para
esa forma de compartir el tiempo disponible, aplicado a la riqueza de los
diálogos, los paseos, la alimentación y las copas, además de a toda una
cartelera de espectáculos “apetecibles” en lo cultural, tales como el cine, el
teatro, los conciertos y museos, etc. Resumamos algunas
de las causas por las que suelen compartir el tiempo de ocio tantas parejas.
Muchos de esos matrimonios ya tenían una intensa amistad, antes de sus
respectivos enlaces. Otras veces, son los propios compañeros del trabajo los
que proponen y acuerdan esas divertidas y lúdicas salidas. Pero, sobre todo,
existe un factor que incide de una manera destacada en esos ratos de unión, que
no es otro sino el aburrimiento. Efectivamente, cuando el tiempo de convivencia
se hace continuo, después de la boda o unión administrativa, durante los días,
los meses y los años, el “cansancio” inevitablemente comienza a hacer su
incómoda y “letal” aparición. Por consiguiente, se echa mano de ese alivio
terapéutico que supone el hablar, el salir y el disfrutar con otras personas
amigas, a fin de poder intercambiar los temas, las miradas, las sonrisas y
todas esas ocurrencias que ayudan a combatir la rutina, el sopor y la incolora
monotonía.
El panorama
de posibilidades para estas alegres citas y proyectos,
como antes se ha sugerido, es verdaderamente sugestivo por su variedad y
enriquecimiento personal. Algunos ejemplos: las populares meriendas o esas
cenas compartidas bajo el embrujo mágico de la luna. El deleite embriagador de
las copas, cuando la noche pierde la noción del tiempo para poner un buen final
a las confidencias y al diálogo. Eso de ir juntos a ver una película hace
posible después intercambiar opiniones, valoraciones, dudas y la complejidad de
la trama, junto a todos esos detalles que a unos se les han escapado y otros,
más avezados, han sido capaces de captar y “divulgar”. Pasar juntos un día en
la playa o en medio de una naturaleza arbolada supone en principio una
saludable medicina. Y ¿por qué no reunirnos en casa de una u otra pareja, para
disfrutar de algún animado juego, desde los naipes, el dominó, el parchís o la
Oca, la teatralidad del trivial o la suerte en ese bingo casero que dará para
divertir el paso de las horas?
A pesar de
que la elección de los compañeros puede variar cada fin de semana, por las
obligaciones o circunstancia que afectan a cada uno de sus miembros, es
bastante normal que se tenga ese “mejor” matrimonio amigo, esa pareja preferida “de toda la vida”, tanto por
afinidad personal, como por los vínculos “históricos” que los unen o por ese
críptico misterio que te hace preferir mejor a unas personas sobre otras. “Son
nuestros mejores amigos, nos conocemos desde hace muchísimo tiempo. No los
cambiaría por ningún otro. Somos como “uña y carne. A veces nuestro afecto
supera al de la propia familia”. Pero … estas firmes convicciones,
henchidas de fraternal e íntimo cariño, pueden
sufrir algún deterioro por los vaivenes del tiempo y la frágil voluntad
o naturaleza de las personas. En ocasiones, aparecen rivalidades, enfados,
comportamientos infantiles, que enfrentan y distancian a los que antes eran los
mejores amigos. Razones o causas económicas, ideológicas, afectivas o de otra
naturaleza provocan también esas rencillas que comienzan siendo nimiedades,
enfriamientos, distanciamientos y, a veces con profunda tristeza, la ruptura de
la propia palabra. Lo que era unión, complicidad e intimidad, se va degradando
hasta convertirse en esos enfados bloqueados que nadie se atreve, puede o
quiere reparar. Así son los comportamientos humanos. Como ayer y como,
probablemente, también mañana.
Uno
de los más complicados problemas que aparecen, casi sin saber
cómo, en esas “hermanadas” amistades se concreta en la frecuente situación por
la que uno de los maridos se enamora de la esposa de la otra pareja íntima. Esa
atracción sexual y afectiva puede o no ser correspondida por la otra parte.
Obviamente, el protagonismo de ese acercamiento puede también tener origen en
la mujer de una pareja hacia el hombre de la pareja amiga. Y hasta darse el
hecho paradójico en que los dos matrimonios caigan en la cuenta de que han
equivocado a sus respectivas parejas y querrían hacer un cómico intercambio
entre los cuatro. En uno u otros casos, “el conflicto” puede plantearse abierta
y valientemente o tratar de mantener la cruel infidelidad en secreto “todo el
tiempo que haga falta”.
¿A
qué puede deberse ese infiel, repentino o larvado enamoramiento,
unidireccional o bidireccional? En estas incómodas situaciones no suele haber
un único motivo, que provoque directamente la relación causa/efecto. Pero hay
una causa que facilitaría la comprensión de este problema que surge tantas
veces entre las parejas íntimas. En la compañera o compañero de nuestros amigos
íntimos sólo vemos la imagen y buenas respuestas que nos ofrece, durante el
tiempo en el que estamos reunidos. Puede ser durante esas horas del fin de
semana. O incluso la convivencia en días de vacaciones. Durante esos minutos u
horas, sólo apreciamos en esa persona, que pronto “idealizamos”, perfecciones y
valores. Que de inmediato comparamos con “las imperfecciones” de nuestra propia
pareja, con la que no estamos sólo ese tiempo del fin de semana, sino durante
todas los días y los meses del año. Ofrecemos lo mejor de nuestro carácter, en
esos cortos “ratitos” de reunión. Tratamos de ocultar durante esos espacios
temporales lo menos elogioso o atrayente de nuestra particular forma de ser. De
esta manera, el interlocutor/a amigo/a no percibe la totalidad integral de
nuestro verdadero carácter. Y así comienza,
generalmente, la idealización errónea que
dibujamos en esa otra persona. Una imagen que nos creamos del amigo o la amiga
que resulta equivocada por imperfecta. Y cuando la comparamos con la de nuestra
pareja, vemos y potenciamos en ésta los naturales defectos e imperfecciones que
“supuestamente” no percibimos en esa otra persona que nuestra imaginación
puerilmente ha creado. Vayamos, pues, a una historia.
Eran dos
jóvenes matrimonios que se conocían desde hacía bastante tiempo, debido a la
vinculación laboral que unía a los dos varones. BRAULIO,
había tenido dificultad para finalizar sus estudios de la enseñanza secundaria
obligatoria, aunque por el contrario siempre fue un apasionado, desde pequeño,
por todo el mundo de la automoción. En la infancia, sus juguetes favoritos eran
las patinetas y las bicis, comenzando por una con dos rodines, que aún la
mantiene como simpático o emblemático recuerdo. Durante su adolescencia
practicó mucho ciclismo, actividad que continúa manteniendo en muchos de los ratos
de ocio. Su gran logro en la juventud consistió en poder tener una moto
vespino, con la que se desplazaba a muchos destinos, a pesar de tener que
recorrer decenas y decenas de kilómetros. En la actualidad alcanza los 31 años
y desde hace siete pertenece a la plantilla de los autobuses urbanos
municipales, en calidad de conductor de vehículos. Le sigue gustando la
práctica deportiva, centrando su afición en el ejercicio del running, tanto por
los vericuetos de la ciudad como por el atractivo entorno de la naturaleza. Es
un fiel seguidor de las carreras de coches de Formula 1. Siempre que puede no
se pierde por televisión el espectáculo que desarrolla esta espectacular
competición. A menudo discute con su mujer acerca de la cadena y programa que
sintoniza el televisor, pues él quiere priorizar los programas básicamente
deportivos, mientras que ella prefiere los de variedades y de manera especial,
los cinematográficos, ya que muy aficionada al cine. VERANIA nació el mismo año que su marido, al que conoció en
una tarde de fiesta. El matrimonio fue un tanto precipitado, pues ella se había
quedado embarazada de Rosa, que en la actualidad cursa sus estudios de
formación primaria. Continúa trabajando en una popular cadena de tiendas,
especializada en la venta de productos cosméticos. El carácter de esta joven
mujer es más dulce, delicado y culto que el de su marido, persona con el
temperamento más rudo, primario y atlético.
El segundo
matrimonio está integrado por HERMÓGENES,
quien trabaja como mecánico en la misma empresa municipal de transportes
urbanos donde conduce su amigo y compañero Braulio. En este caso tenemos a una
persona apacible de carácter y cumplidora fiel de su trabajo, con los bien
trabajados motores de la amplia flota de autobuses que posee la empresa del
Ayuntamiento. Cuando Hermo finalizó sus estudios de la ESO, cursó un ciclo de
grado medio de automoción, que le facultó para ingresar en la empresa pública
de transporte municipal. Allí ostenta, en este momento, el cargo de mecánico de
primera, pues siguió con notable aprovechamiento los cursillos que
periódicamente la empresa organizaba, en orden a la promoción interna del
personal laboral. Su relación con el conductor Braulio es muy próxima en la
amistad, ya que ambos (comparten la misma edad) entraron en la plantilla al
mismo tiempo. Su esposa tiene por nombre MARIELA, alcanza los 29 años, dos menos que su marido. Es
una mujer de carácter hiperactivo (siempre está realizando o proyectando alguna
actividad) y que trabaja como cajera en un supermercado. El matrimonio perdió
al hijo que esperaban hace aproximadamente un año y ambos, de mutuo acuerdo,
decidieron esperar un tiempo, para la esperanza de una nueva maternidad.
Las dos
parejas, desde hace más de un lustro, se hallan íntimamente muy unidas en la
amistad. Raro es el fin de semana en el que no encuentran un hueco para salir
juntos, sea el viernes por la noche o durante el mismo sábado. Algunos domingos
de buen tiempo, organizan divertidas excusiones al campo y en otras ocasiones
pasan también el día en la playa. Cuando la meteorología no les acompaña, en
esos “findes” acuerdan cenar en casa de una u otra pareja, completando la
animada velada con los típicos juegos de mesa para el entretenimiento. Al estar
los cuatro trabajando, les resulta difícil, aunque lo intentan, conciliar sus
periodos de vacaciones en verano, con el fin de pasar al menos algunos días
juntos en algún lugar con encanto. La unión afectiva de estas personas (se
consideran como hermanos) es tan intensa, que se enorgullecen en confiarse
cualquier asunto o tipo de problema, a fin de que sus “íntimos amigos” estén al
tanto de todo lo que les ocurre y puedan ayudarse recíproca y generosamente.
Pero en estas
idílicas convivencias, entre parejas “hermanadas” suelen aparecer, de la forma
más imprevista e inoportuna, pequeñas “nubes” que al paso de tiempo se tornan
tempestuosas para el equilibrio afectivo. Y lo más curioso del caso es que, al
paso del tiempo, nadie sabe exactamente como surgen esos desaguisados, que
engendran la enemistad y el olvido. En este caso concreto, parece que la
semilla del camino equivocado fue sembrada en la trayectoria de Braulio. En este profesional para la conducción de
vehículos comenzó a arraigarse la fijación por la mujer de su amigo Hermo.
Valoraba en Mariela la contextura física de su
cuerpo, delgado y permanente activo, comparándolo inevitablemente con el de su
mujer Verania, quien precisamente tenía tendencia a la acumulación de peso,
especialmente en determinadas zonas corporales. No olvidaba que su matrimonio
fue un tanto condicionado ante el embarazo de una chica que conoció en una
tarde de fiesta. Y como tantas veces ocurre, esas comparaciones entre su mujer
y la de su amigo desazonaba el carácter un tanto primario que tan bien tenía
arraigado. Teniendo en cuenta que Mariela tenía una forma de ser no menos
superficial y volátil, esta mujer se sintió halagada ante las “travesuras” que
el amigo Braulio, cada vez con más frecuencia, le proponía. Lo que comenzó como
unas simples niñadas, mantenidas entre dos personas adultas, evolucionó a una
relación secreta, en lo afectivo y sexual, que ambos llevaban con gran
habilidad, ante el comportamiento confiado y “despistado” tanto de Verania como
de Hermo.
Pero los
protagonistas de la infidelidad también iban
paralelamente descuidando la habilidad y prevención oculta de sus citas y
actos. La salida a la luz de un pequeño error actuó como pieza motriz para
derribar todas las piezas verticales del dominó. En apenas cuarenta y ocho
horas todo el montaje relacional que Braulio y Mariela mantenían quedó al
descubierto, ante la sorpresa e indignación de sus respectivos cónyuges.
En
la actualidad Braulio y Hermo se ignoran y tratan de evitarse en la actividad
laboral que los vincula, sin embargo, profesionalmente. Ya no hay entre ambas
parejas reuniones en casa ni proyectos de actividad para los fines de semana.
Verania, para sorpresa de todos lo ha llevado mejor de lo que suponían. Trata
de evitar la ruptura de su matrimonio, pensando especialmente en su hija Rosa,
aunque tiene la convicción de que la permanencia de su marido Braulio en el
hogar familiar, más pronto que tarde, desaparecerá. En cuanto a Hermo y Mariela
están acudiendo, con reuniones grupales de periodicidad semanal, a un centro de
conciliación familiar dependiente de la concejalía de Acción Social municipal,
departamento a cargo de un psicólogo y una orientadora social. Lo intentan,
pero … los recuerdos ensombrecen la luz de sus miradas.
El modelo de
esta historia se suele repetir, con las lógicas variantes en función de los
“actores” protagonistas, en otras muchas relaciones entre parejas que avanzan
en su consideración de amigas hacia ese otro nivel relacional de “fraternal
intimidad”. La idea en principio es positiva, porque se fomenta con ello la
sociabilidad y la amistad, complementándose la rutina y el aburrimiento interno
al que llegan tantas parejas, después de esos primeros años o tiempos
ilusionados de continua convivencia familiar. Los problemas aparecen
principalmente derivados de la naturaleza humana de cada uno de los cuatro o
más miembros grupales. Y también, al no establecer límites de prudencia en esas
relaciones afectivas, descuidando las parcelas innegociables de la intimidad y
privacidad familiar.
A buen
seguro, amigo lector, a tu conocimiento habrá llegado algún caso parecido (y no
sólo a través de la pantalla cinematográfica) al expuesto en la narración del
relato. En definitiva, son comportamientos sociales derivados de la inmadurez,
la aburrida rutina y la imprudencia en lo humano que, lamentablemente, tantas
veces nos contempla. -
LUCES Y RIESGOS, EN EL TIEMPO
COMPARTIDO DE LAS PAREJAS
José L. Casado Toro
Antiguo
Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga
21 enero 2022
Dirección
electrónica:jlcasadot@yahoo.es
Blog
personal: http://www.jlcasadot.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario