viernes, 21 de enero de 2022

LUCES Y RIESGOS, EN EL TIEMPO COMPARTIDO DE LAS PAREJAS.

Resulta frecuente e interesante observar la socializada costumbre, practicada por muchas parejas matrimoniales, consistente en compartir periódicas salidas, preferentemente nocturnas, en la oportunidad de los fines de semana o incluso en períodos más amplios, durante las fechas vacacionales de Navidad, Semana Santa o el verano. Lo hacen con otras parejas más o menos íntimas, siempre al calor y al cultivo de la amistad. Ese hábito no se refleja sólo en los matrimonios jóvenes, después de los primeros años de convivencia, sino también en aquellas otras parejas más veteranas, cuando los hijos ya se han independizado y el tiempo de la jubilación se acerca o se disfruta en plenitud.

A poco que analicemos el hecho, vemos en dicha sana costumbre diversas motivaciones para esa forma de compartir el tiempo disponible, aplicado a la riqueza de los diálogos, los paseos, la alimentación y las copas, además de a toda una cartelera de espectáculos “apetecibles” en lo cultural, tales como el cine, el teatro, los conciertos y museos, etc. Resumamos algunas de las causas por las que suelen compartir el tiempo de ocio tantas parejas. Muchos de esos matrimonios ya tenían una intensa amistad, antes de sus respectivos enlaces. Otras veces, son los propios compañeros del trabajo los que proponen y acuerdan esas divertidas y lúdicas salidas. Pero, sobre todo, existe un factor que incide de una manera destacada en esos ratos de unión, que no es otro sino el aburrimiento. Efectivamente, cuando el tiempo de convivencia se hace continuo, después de la boda o unión administrativa, durante los días, los meses y los años, el “cansancio” inevitablemente comienza a hacer su incómoda y “letal” aparición. Por consiguiente, se echa mano de ese alivio terapéutico que supone el hablar, el salir y el disfrutar con otras personas amigas, a fin de poder intercambiar los temas, las miradas, las sonrisas y todas esas ocurrencias que ayudan a combatir la rutina, el sopor y la incolora monotonía.

El panorama de posibilidades para estas alegres citas y proyectos, como antes se ha sugerido, es verdaderamente sugestivo por su variedad y enriquecimiento personal. Algunos ejemplos: las populares meriendas o esas cenas compartidas bajo el embrujo mágico de la luna. El deleite embriagador de las copas, cuando la noche pierde la noción del tiempo para poner un buen final a las confidencias y al diálogo. Eso de ir juntos a ver una película hace posible después intercambiar opiniones, valoraciones, dudas y la complejidad de la trama, junto a todos esos detalles que a unos se les han escapado y otros, más avezados, han sido capaces de captar y “divulgar”. Pasar juntos un día en la playa o en medio de una naturaleza arbolada supone en principio una saludable medicina. Y ¿por qué no reunirnos en casa de una u otra pareja, para disfrutar de algún animado juego, desde los naipes, el dominó, el parchís o la Oca, la teatralidad del trivial o la suerte en ese bingo casero que dará para divertir el paso de las horas?

A pesar de que la elección de los compañeros puede variar cada fin de semana, por las obligaciones o circunstancia que afectan a cada uno de sus miembros, es bastante normal que se tenga ese “mejor” matrimonio amigo, esa pareja preferida “de toda la vida”, tanto por afinidad personal, como por los vínculos “históricos” que los unen o por ese críptico misterio que te hace preferir mejor a unas personas sobre otras. “Son nuestros mejores amigos, nos conocemos desde hace muchísimo tiempo. No los cambiaría por ningún otro. Somos como “uña y carne. A veces nuestro afecto supera al de la propia familia”. Pero … estas firmes convicciones, henchidas de fraternal e íntimo cariño, pueden sufrir algún deterioro por los vaivenes del tiempo y la frágil voluntad o naturaleza de las personas. En ocasiones, aparecen rivalidades, enfados, comportamientos infantiles, que enfrentan y distancian a los que antes eran los mejores amigos. Razones o causas económicas, ideológicas, afectivas o de otra naturaleza provocan también esas rencillas que comienzan siendo nimiedades, enfriamientos, distanciamientos y, a veces con profunda tristeza, la ruptura de la propia palabra. Lo que era unión, complicidad e intimidad, se va degradando hasta convertirse en esos enfados bloqueados que nadie se atreve, puede o quiere reparar. Así son los comportamientos humanos. Como ayer y como, probablemente, también mañana.

Uno de los más complicados problemas que aparecen, casi sin saber cómo, en esas “hermanadas” amistades se concreta en la frecuente situación por la que uno de los maridos se enamora de la esposa de la otra pareja íntima. Esa atracción sexual y afectiva puede o no ser correspondida por la otra parte. Obviamente, el protagonismo de ese acercamiento puede también tener origen en la mujer de una pareja hacia el hombre de la pareja amiga. Y hasta darse el hecho paradójico en que los dos matrimonios caigan en la cuenta de que han equivocado a sus respectivas parejas y querrían hacer un cómico intercambio entre los cuatro. En uno u otros casos, “el conflicto” puede plantearse abierta y valientemente o tratar de mantener la cruel infidelidad en secreto “todo el tiempo que haga falta”.

¿A qué puede deberse ese infiel, repentino o larvado enamoramiento, unidireccional o bidireccional? En estas incómodas situaciones no suele haber un único motivo, que provoque directamente la relación causa/efecto. Pero hay una causa que facilitaría la comprensión de este problema que surge tantas veces entre las parejas íntimas. En la compañera o compañero de nuestros amigos íntimos sólo vemos la imagen y buenas respuestas que nos ofrece, durante el tiempo en el que estamos reunidos. Puede ser durante esas horas del fin de semana. O incluso la convivencia en días de vacaciones. Durante esos minutos u horas, sólo apreciamos en esa persona, que pronto “idealizamos”, perfecciones y valores. Que de inmediato comparamos con “las imperfecciones” de nuestra propia pareja, con la que no estamos sólo ese tiempo del fin de semana, sino durante todas los días y los meses del año. Ofrecemos lo mejor de nuestro carácter, en esos cortos “ratitos” de reunión. Tratamos de ocultar durante esos espacios temporales lo menos elogioso o atrayente de nuestra particular forma de ser. De esta manera, el interlocutor/a amigo/a no percibe la totalidad integral de nuestro verdadero carácter.  Y así comienza, generalmente, la idealización errónea que dibujamos en esa otra persona. Una imagen que nos creamos del amigo o la amiga que resulta equivocada por imperfecta. Y cuando la comparamos con la de nuestra pareja, vemos y potenciamos en ésta los naturales defectos e imperfecciones que “supuestamente” no percibimos en esa otra persona que nuestra imaginación puerilmente ha creado. Vayamos, pues, a una historia.

Eran dos jóvenes matrimonios que se conocían desde hacía bastante tiempo, debido a la vinculación laboral que unía a los dos varones. BRAULIO, había tenido dificultad para finalizar sus estudios de la enseñanza secundaria obligatoria, aunque por el contrario siempre fue un apasionado, desde pequeño, por todo el mundo de la automoción. En la infancia, sus juguetes favoritos eran las patinetas y las bicis, comenzando por una con dos rodines, que aún la mantiene como simpático o emblemático recuerdo. Durante su adolescencia practicó mucho ciclismo, actividad que continúa manteniendo en muchos de los ratos de ocio. Su gran logro en la juventud consistió en poder tener una moto vespino, con la que se desplazaba a muchos destinos, a pesar de tener que recorrer decenas y decenas de kilómetros. En la actualidad alcanza los 31 años y desde hace siete pertenece a la plantilla de los autobuses urbanos municipales, en calidad de conductor de vehículos. Le sigue gustando la práctica deportiva, centrando su afición en el ejercicio del running, tanto por los vericuetos de la ciudad como por el atractivo entorno de la naturaleza. Es un fiel seguidor de las carreras de coches de Formula 1. Siempre que puede no se pierde por televisión el espectáculo que desarrolla esta espectacular competición. A menudo discute con su mujer acerca de la cadena y programa que sintoniza el televisor, pues él quiere priorizar los programas básicamente deportivos, mientras que ella prefiere los de variedades y de manera especial, los cinematográficos, ya que muy aficionada al cine. VERANIA nació el mismo año que su marido, al que conoció en una tarde de fiesta. El matrimonio fue un tanto precipitado, pues ella se había quedado embarazada de Rosa, que en la actualidad cursa sus estudios de formación primaria. Continúa trabajando en una popular cadena de tiendas, especializada en la venta de productos cosméticos. El carácter de esta joven mujer es más dulce, delicado y culto que el de su marido, persona con el temperamento más rudo, primario y atlético. 

El segundo matrimonio está integrado por HERMÓGENES, quien trabaja como mecánico en la misma empresa municipal de transportes urbanos donde conduce su amigo y compañero Braulio. En este caso tenemos a una persona apacible de carácter y cumplidora fiel de su trabajo, con los bien trabajados motores de la amplia flota de autobuses que posee la empresa del Ayuntamiento. Cuando Hermo finalizó sus estudios de la ESO, cursó un ciclo de grado medio de automoción, que le facultó para ingresar en la empresa pública de transporte municipal. Allí ostenta, en este momento, el cargo de mecánico de primera, pues siguió con notable aprovechamiento los cursillos que periódicamente la empresa organizaba, en orden a la promoción interna del personal laboral. Su relación con el conductor Braulio es muy próxima en la amistad, ya que ambos (comparten la misma edad) entraron en la plantilla al mismo tiempo. Su esposa tiene por nombre MARIELA, alcanza los 29 años, dos menos que su marido. Es una mujer de carácter hiperactivo (siempre está realizando o proyectando alguna actividad) y que trabaja como cajera en un supermercado. El matrimonio perdió al hijo que esperaban hace aproximadamente un año y ambos, de mutuo acuerdo, decidieron esperar un tiempo, para la esperanza de una nueva maternidad.

Las dos parejas, desde hace más de un lustro, se hallan íntimamente muy unidas en la amistad. Raro es el fin de semana en el que no encuentran un hueco para salir juntos, sea el viernes por la noche o durante el mismo sábado. Algunos domingos de buen tiempo, organizan divertidas excusiones al campo y en otras ocasiones pasan también el día en la playa. Cuando la meteorología no les acompaña, en esos “findes” acuerdan cenar en casa de una u otra pareja, completando la animada velada con los típicos juegos de mesa para el entretenimiento. Al estar los cuatro trabajando, les resulta difícil, aunque lo intentan, conciliar sus periodos de vacaciones en verano, con el fin de pasar al menos algunos días juntos en algún lugar con encanto. La unión afectiva de estas personas (se consideran como hermanos) es tan intensa, que se enorgullecen en confiarse cualquier asunto o tipo de problema, a fin de que sus “íntimos amigos” estén al tanto de todo lo que les ocurre y puedan ayudarse recíproca y generosamente.

Pero en estas idílicas convivencias, entre parejas “hermanadas” suelen aparecer, de la forma más imprevista e inoportuna, pequeñas “nubes” que al paso de tiempo se tornan tempestuosas para el equilibrio afectivo. Y lo más curioso del caso es que, al paso del tiempo, nadie sabe exactamente como surgen esos desaguisados, que engendran la enemistad y el olvido. En este caso concreto, parece que la semilla del camino equivocado fue sembrada en la trayectoria de Braulio. En este profesional para la conducción de vehículos comenzó a arraigarse la fijación por la mujer de su amigo Hermo. Valoraba en Mariela la contextura física de su cuerpo, delgado y permanente activo, comparándolo inevitablemente con el de su mujer Verania, quien precisamente tenía tendencia a la acumulación de peso, especialmente en determinadas zonas corporales. No olvidaba que su matrimonio fue un tanto condicionado ante el embarazo de una chica que conoció en una tarde de fiesta. Y como tantas veces ocurre, esas comparaciones entre su mujer y la de su amigo desazonaba el carácter un tanto primario que tan bien tenía arraigado. Teniendo en cuenta que Mariela tenía una forma de ser no menos superficial y volátil, esta mujer se sintió halagada ante las “travesuras” que el amigo Braulio, cada vez con más frecuencia, le proponía. Lo que comenzó como unas simples niñadas, mantenidas entre dos personas adultas, evolucionó a una relación secreta, en lo afectivo y sexual, que ambos llevaban con gran habilidad, ante el comportamiento confiado y “despistado” tanto de Verania como de Hermo.

Pero los protagonistas de la infidelidad también iban paralelamente descuidando la habilidad y prevención oculta de sus citas y actos. La salida a la luz de un pequeño error actuó como pieza motriz para derribar todas las piezas verticales del dominó. En apenas cuarenta y ocho horas todo el montaje relacional que Braulio y Mariela mantenían quedó al descubierto, ante la sorpresa e indignación de sus respectivos cónyuges. 

En la actualidad Braulio y Hermo se ignoran y tratan de evitarse en la actividad laboral que los vincula, sin embargo, profesionalmente. Ya no hay entre ambas parejas reuniones en casa ni proyectos de actividad para los fines de semana. Verania, para sorpresa de todos lo ha llevado mejor de lo que suponían. Trata de evitar la ruptura de su matrimonio, pensando especialmente en su hija Rosa, aunque tiene la convicción de que la permanencia de su marido Braulio en el hogar familiar, más pronto que tarde, desaparecerá. En cuanto a Hermo y Mariela están acudiendo, con reuniones grupales de periodicidad semanal, a un centro de conciliación familiar dependiente de la concejalía de Acción Social municipal, departamento a cargo de un psicólogo y una orientadora social. Lo intentan, pero … los recuerdos ensombrecen la luz de sus miradas.

El modelo de esta historia se suele repetir, con las lógicas variantes en función de los “actores” protagonistas, en otras muchas relaciones entre parejas que avanzan en su consideración de amigas hacia ese otro nivel relacional de “fraternal intimidad”. La idea en principio es positiva, porque se fomenta con ello la sociabilidad y la amistad, complementándose la rutina y el aburrimiento interno al que llegan tantas parejas, después de esos primeros años o tiempos ilusionados de continua convivencia familiar. Los problemas aparecen principalmente derivados de la naturaleza humana de cada uno de los cuatro o más miembros grupales. Y también, al no establecer límites de prudencia en esas relaciones afectivas, descuidando las parcelas innegociables de la intimidad y privacidad familiar.

A buen seguro, amigo lector, a tu conocimiento habrá llegado algún caso parecido (y no sólo a través de la pantalla cinematográfica) al expuesto en la narración del relato. En definitiva, son comportamientos sociales derivados de la inmadurez, la aburrida rutina y la imprudencia en lo humano que, lamentablemente, tantas veces nos contempla. -

 

LUCES Y RIESGOS, EN EL TIEMPO

COMPARTIDO DE LAS PAREJAS

 

José L. Casado Toro

Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la Victoria. Málaga

21 enero 2022

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