Hay sonidos que pueden resultar agradables o
molestos para el oído, según sea nuestro estado de ánimo y la propia modulación
que contenga la acústica emitida. Sin embargo tenemos otro factor que
condiciona notablemente esa recepción: la hora en que se produce la
correspondiente escucha. Pongamos un ejemplo. Es bastante normal que el
teléfono suene entre las 10 y las 22 horas de cada día, avisando que tenemos
una llamada. Pero si el ring telefónico lo hace a las doce de la noche, a las
tres u otra hora de la madrugada, el sobresalto, el nerviosismo, incluso la
angustia que el agudo sonido produce, afectará a casi todos aquellas personas que
habiten el domicilio destino de esa comunicación. Puede tratarse de un error
cometido a la hora de marcar el número, pero el sentimiento general es que
recibir una llamada a esas incómodas horas no va a traer buenas noticias, sino
todo lo contrario. En el contexto de los sonidos telefónicos, en horarios
inesperados o intempestivos, se enmarca una fase del relato de la siguiente
historia.
La pareja formada por Ranio
(Eufranio) y Alicia acumulaban bastantes
años de noviazgo. No había una única causa para esta relación tan prolongada:
las motivaciones económicas, sin duda, eran importantes, aunque también había
que considerar la falta de decisión que les afectaba e incluso, con el paso del
tiempo, la pérdida del fulgor entusiasta
de los primeros momentos en que se conocieron. Todo ello influía en ese continuo
aplazamiento para llegar al matrimonio o a la unión en total convivencia. La
rutina relacional iba afectando más a la chica que al joven, por lo que el
destino o la casualidad hizo que Alicia (reponedora de mercancías en un importante hipermercado de la capital) conociera
a otra persona de la que se enamoró con fulgor, prácticamente desde ese preciso
primer encuentro. Esa atracción fue también correspondida por esa tercera persona,
de nombre Vento (Ventura) que formaba parte de
un grupo teatral local de vanguardia.
Alicia adoptó la equivocada decisión de mantener la
ficción o engaño con Ranio durante algunas semanas, pues éste había sido muy
noble con ella, ayudándola en momentos difíciles en lo laboral y familiar y no
veía justo hundirlo afectiva y anímicamente, dándole ahora “de golpe” la muy
dura noticia de que lo dejaba por otra persona. Sin embargo quiso la casualidad
que una tarde las precauciones, que ella aplicaba con su nuevo gran amor,
fallaron y su pareja de tantos años se
los encontró acaramelados en uno de los parterres del Parque. La inevitable
ruptura “oficial” y la brusca forma en como ésta se produjo resultó harto
dolorosa para ambos.
Ranio vivía solo en un estudio ubicado en un
antiguo caserón de la zona Merced-Lagunillas, pequeño inmueble que tenía
alquilado desde que se afincó a Málaga capital, procedente de Villanueva del
Trabuco, pueblo en el que había nacido. Hijo único de una modesta familia (su
padre era labriego por cuenta ajena) tuvo la suerte, con la decisiva ayuda de
un familiar vinculado a los sindicatos, de encontrar un cómodo trabajo de
personal auxiliar en un centro universitario del Ejido, situado bastante cerca
de su domicilio. La brusca e inesperada realidad afectiva hundió profundamente
su más bien débil estado anímico. Comenzó a descuidarse en su diario aseo
personal y a encerrarse en casa, delante del ordenador o el aparato de
televisión, cuando abandonaba su lugar de trabajo a las tres de la tarde. La
vinculación con su antigua novia había sido tan absorbente, que ahora caía en
la cuenta de que carecía de buenos amigos, aquéllos que en estos momentos de soledad
podrían haberle echado una buena mano, con su compañía, afecto y comprensión.
Alicia no era ajena a esta delicada situación, pues
conocía muy bien a la persona con la que había formado pareja durante casi
siete años. Su conciencia y el temor de que Ranio pudiera hundirse totalmente,
en el fango del abandono y la autodestrucción, le llevó a tratar el espinoso
tema con su nueva pareja. Vento, que era una persona hiperactiva, innovadora e
imaginativa, valores que le ayudaban muy bien en su profesión de actor. También
gozaba de un buen corazón. Ambos idearon una hábil estrategia, para ayudar al
joven relegado y abandonado, en esa desesperación y cerrazón anímico en el que
estaba inmerso. Sus propios compañeros de trabajo lo comentaban con
preocupación, pues Ranio no cumplía con los horarios, se le “olvidaban”
aspectos importantes de sus obligaciones en la Facultad, incumplimientos que
provocaban problemas que ellos tenían que cubrir o disimular. Algún amigo común
tenía bien informada a Alicia de la “degradación” en la que estaba sumido su
antigua pareja.
En ese plan de ayuda, tuvo curiosamente una
intervención decisiva la innata capacidad para la fabulación que poseía el
actor y guionista Vento Masala. Desde su
adolescencia había estado vinculado a las artes escénicas, formando parte de
diversos grupos de teatro, siempre de “vanguardia”, que iban representando
obras, por ellos escritas, en diversos centros culturales de toda Andalucía,
subvencionados por organismos públicos o de titularidad privada. El grupo El Almirez, dirigido por él, estaban también realizando sus primeros cortos cinematográficos,
así como grabaciones publicitarias, que le proporcionaban algunos dividendos
con los que “ir tirando” y poder llegar a final de mes. De acuerdo con Alicia, se
reunieron con una miembro del grupo, una joven y dinámica intérprete, pucelana
de origen, llamada Carol, de especial y enigmática belleza, vinculada al
Almirez desde hacía medio año. Le explicaron el caso y pidieron a esta chica,
con dotes interpretativas verdaderamente extraordinarias, que les echara una
mano a fin de distraer o animar a una persona que cada día que pasaba se
encontraba peor, en el hundimiento sentimental de su depresivo ánimo.
Fueron puntualmente convincentes, en la exposición
y razonamiento que hicieron a la joven intérprete, por lo que ella aceptó sin
dudar el reto. Le agradaba y motivaba la historia. Su intervención sería un
nuevo ejercicio práctico, a fin de ir sustentando nuevos peldaños en ese camino
que estaba recorriendo, según ella, hacia el “estrellato”. Le facilitaron el
número telefónico de Ranio. Entonces se dispuso a elaborar el “argumentario”
que pensaba interpretar ante el desvalido y frustrado amante. Tres días
después, en una noche de viernes, marcó los dígitos del atribulado auxiliar de
la facultad de Económicas, Ranio Entrena. El reloj marcaba ya las 0:45 de un
nuevo día, comienzo del fin de semana. La arriesgada operación estaba en
marcha.
A nadie se le oculta el hecho de que recibir una
estridente llamada telefónica, en los inicios de la madrugada, inestabiliza a
la persona más tranquila y sosegada. El teléfono, a esas anormales horas de la
noche, solo puede ser portador, en general, de malas o desagradables noticias.
Carol se se presentó como una novia abandonada y desesperada, por la pérdida
del cariño en quien más confiaba y que sin embargo le había “pagado” su
fidelidad con el engaño y la humillación social. Entre justificándose y rogando
el perdón del oyente, explicó que había marcado un número al azar, pues
necesitaba, de manera imperiosa, contactar y dialogar con alguien. En su
congoja, se sentía muy desgraciada, deprimida, desanimada, hundida, temiendo
caer en la tentación de “hacer una locura”. Reiteraba que con tan solo unos
minutos de conversación saldría, temporalmente, de ese profundo bache afectivo
en el que veía sumida. Al fin confesó, al asombrado y desconcertado oyente, que
se había tomado unas pastillas y tenía miedo de sus consecuencias. Ranio trató
de tranquilizarla, ofreciéndose a contactar de inmediato con el SAS para que
desplazara, con urgencia, una unidad móvil. Carol le agradeció su receptividad,
indicándole que ya no era necesario reclamar atención médica, porque hacía unos
minutos que lo había “devuelto” todo. En los minutos siguientes, el cada vez
más seguro receptor de la intempestiva llamada fue animando a la chica,
tratando de convencerla de que había que salir del bache y que podía contar con
él, pues el calor humano era la mejor medicina para esos momentos ingratos de
soledad.
En los más de cincuenta minutos, que ambos jóvenes
estuvieron comunicando, él insistió para que se vieran ese sábado por la tarde,
compartiendo una taza de té o café, con esas palabras, silencios y miradas, que
tanto confortan en los acres momentos con que también nos regala el caprichoso
destino. Ella fue un tanto reacia, al principio, para aceptar el generoso
ofrecimiento (todo formaba parte del guión) pero tras colgar el teléfono, al
finalizar la comunicación, volvió a marcar el número del nuevo “amigo”
aceptando el encuentro personal del día próximo.
Ranio quería, sinceramente, ayudar a la joven y de
paso “ayudarse en lo posible a sí mismo. La sorpresa de Carol escenificaba
perfectamente ese compañía que él también necesitaba. De esta sencilla manera
comenzaron a salir varias tardes, preferentemente durante los fines de semana,
compartiendo meriendas, palabras y razones. En esta simpática y terapéutica
relación, la chica comenzó a sentirse bien con ese joven que, paso a paso, le
iba abriendo su vida, con sus confesiones íntimas a la receptividad de la
persona amiga. Apenas sin darse cuenta y superando el guión previsto, Carol
comenzó a sentir por Ranio más que afecto y amistad: se estaba enamorando del
muchos de los valores que iba descubriendo en esa persona a quien secretamente
ayudaba. Pero él no se había olvidado de Alicia. Una y otra vez, su
conversación y su mente volvía a esa relación, ahora frustrada, que había mantenido
con ella durante tantos años. Dándose cuenta de los ardientes sentimientos de
Carol, Ranio intentó fingir para no herirla, paralela a la simulación que en
principio ella había hecho, desde la noche en que efectuó la llamada. Así son
los juegos traviesos del destino, de manera especial con las personas
inestablemente formadas.
¿Y cómo evolucionó esta intrincada historia
de parejas, infidelidades, generosidades, ficciones y realidades?
Con el avance del tiempo, la vida de estos cuatro
personajes ha marchado hacia destinos desigualmente buscados y con resultados
más o menos inesperados.
Alicia fue
comprobando, en el trato diario y tras el deslumbrante encanto inicial, que
había encontrado o imaginado en el actor y guionista Vento, que éste era en
realidad un compañero de muy difícil, compleja y “maravillosa” al tiempo
personalidad. Excéntrico, compulsivo, imaginativo, ególatra, creativo e inestable
en sus respuestas y comportamientos insospechados. Estaba plenamente entregado
a las artes escénicas, tarea que representaba ese oxigeno vital que nos permite
seguir avanzando por la existencia terrenal. Tras una fase de exuberante rodaje
sexual, ambos llegaron a ese cansancio de lo rutinario, buscando nuevos
incentivos que los alejaran de la aburrida normalidad. La antigua compañera de
Ranio ha intentado incluso volver con éste, pero las circunstancias han
cambiado para todos en la evolución de los días. En este momento, la dinámica y
bella reponedora del Centro Comercial se
ha convertido, asumiendo una nueva prueba en su dinámico carácter, en amante
del jefe de compras vinculado al departamento de alimentación, hombre que le
supera en 14 años su edad y que en su normalidad está casado y con hijos. Este
vínculo “secreto” le permite tener un mejor horario y obligaciones laborales
menos gravosas o esforzadas que tenía que asumir antes del nuevo vínculo
afectivo.
Aunque en un principio Ranio también mantuvo la ficción o engaño viendo a
Carol, la misteriosa chica del teléfono nocturno, tan enamorada, tuvo finalmente
que explicarle que estaba en una fase de su vida harto compleja. En esta
situación prefería no volver a comprometerse con otra pareja, en principio,
tras el mazazo que había supuesto para él la actitud de su novia de siempre,
Alicia. La aspirante a gran actriz acabó entendiéndolo y buscó nuevos
derroteros afectivos, manteniendo el secreto
de las verdaderas razones de la inesperada
llamada en madrugada, que hizo al domicilio de Ranio. Este auxiliar de
servicios en la facultad de Económicas dedica ahora su tiempo, en el ocio de
las tardes, a practicar gimnasia en un centro deportivo. En este sentido
también se ha aficionado a las salidas senderistas los fines de semana, para
las que cuenta con la compañía y afición paralela de una compañera de facultad,
que también es auxiliar, llamada Malena, divorciada y con una niña a su cargo,
persona de carácter positivo, cuyo dinamismo compensa las faces taciturnas en
que Ranio con intermitencias se ve envuelto. Uno y otro saben que más pronto
que tarde ambos decidirán unir sus vidas.
El actor, guionista y hábil aventurero de faldas, Vento, olvidó
pronto la fase de Alicia, en su currículo afectivo. En su notable carrera
artística se halla ahora entregado a un proyecto de rodaje, que constituiría su
primera intervención cinematográfica, escribiendo el libreto para el que se ha
reservado uno de los papeles protagonistas. Dicho guión lo esta elaborando en
colaboración con un periodista de nacionalidad británica, ya jubilado, que está
afincado en la “milla de oro” marbellí: Mr. Christian Raleigh, un australiano
de nacimiento con un buen capital económico de origen “desconocido”. La
financiación del inglés ofrece una cierta base económica a los proyectos del
dinámico actor. Tiene previsto llamar a Carol, cuando el proyecto esté más
conformado, para contar con una prometedora actriz y quizá también para añadir
otra muy sugerente aventura a su amplio listado de “conquistas” femeninas.
Aceptando su ilusionado, sencillo y frustrado amor,
por ese joven al que pretendió ayudar en aquella noche otoñal, Carol ha continuado con su carrera artística. No sólo cambiando de compañía
teatral, sino descubriendo una faceta importantísima en su vida que ha
transformado su manera de ser, sentir y caminar existencialmente. Para esa
renovación que ha sabido aportar a su carrera, ha sido fundamental el
encuentro, amistad, colaboración y sosegada convivencia actual con un director
teatral, ya jubilado, muy prolijo en su trabajo escénico con un listado
amplísimo de actores, en las numerosas obras que ha montado a lo largo de su
dilatada etapa artística, llamado Reinaldo París. Este maestro, amigo,
compañero y amante, supo transmitirle una noche algo que ella escuchó, meditó e
integró en su carrera. “Tienes un pequeño y gran problema
cuando actúas, que es algo innato a tu persona. Hay momentos en que esa forma
de actuar puede ayudar a ganarte al público, pero que a la larga te va a
encasillar en un perfil que te hará bastante daño, si quieres cuidar y
sustentar tu futuro en las tablas ante el público: asumes de continuo una
constante gesticular que peca de histrionismo y sobreactuación interpretativa.
Aunque lo disimules, careces de naturalidad.” Carol ha sabido entender
el análisis, técnico y “paternal” de su pareja y en la actualidad asiste a una
escuela interpretativa, dirigida por una vieja gloria de las artes escénicas
como es Flora Larial. Aunque tiene fijada su residencia en Madrid, Ranio y ella
intercambian cada diciembre cariñosas felicitaciones, con ese reencuentro
pendiente para hablar juntos, recordando aquellas traviesas ficciones y
simulaciones con las que el destino quiso relacionarlos.
Y así han sido y son estas cuatro, sencillas y
complejas, historias de personas enlazadas, en el cosmos espacial de su pequeño
mundo. Amores ilusionados, frustraciones dolorosas, pequeños éxitos en la
lucha, proyectos y aventuras indefinibles, todo ello en el seno de esas
soledades compartidas, que se sobrellevan y dibujan en la realidad de la vida.-
FICCIONES Y REALIDADES,
EN LA RELACIÓN DE
PAREJAS
José
Luis Casado Toro
Antiguo Profesor del I.E.S. Ntra. Sra. de la
Victoria. Málaga
27 Noviembre 2020
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