En realidad, las informaciones reflejan o dicen lo que está ocurriendo. Nos guste menos o más, son contenidos sobre hechos que están desarrollándose a nuestro alrededor, próximo, mediato o en un más allá lejano. En esta atmósfera global comunicativa, que nos inunda y gratifica (siempre resultará más favorable la información que el desconocimiento), es sólo cuestión de segundos el que lleguemos a conocer acontecimientos que rompen la estabilidad o la rutina del sistema. Nos sobrecogen, nos aturden, nos desaniman y, por supuesto, provocan en nuestros sentidos y espíritu una profunda tristeza. Tristeza que tendremos que controlar y superar, con ineludible equilibrio, profunda inteligencia y voluntad generosa. Pero vayamos a comentarios concretos, a modo de puntuales ejemplos en lo cotidiano.
Muy de mañana, hoy como ayer, abrimos nuestra mirada a los diarios digitales o adquirimos, en el puesto amigo de la esquina, aquel periódico con el que nos sentimos más identificado. Dado el tiempo real disponible, para tantas opciones en nuestra planificación del día, apenas tenemos otra oportunidad que ojear titulares y detenernos en algún artículo, comentario o editorial que nos llame especialmente la atención. ¿Y qué nos encontramos hoy, como pudo ser el día de antes o como igual aparece mañana?
Vemos el drama natural y nuclear en Japón. La naturaleza protesta, grita y tiembla, en una sociedad hiper-modernizada en la que el desarrollo, mal que nos pese, se aleja delnivel sostenible. Como acá y allá. Y la ambición de la sed energética. Tenemos un gran Sol. Tres cuartas partes de la superficie terrestre está cubierta por el mar. Hay una generosa biomasa que finaliza su vida útil dormitando en los vertederos. Y el viento, que continúa soplando con cíclica y eólica generosidad. Pero, con estupidez manifiesta, basamos nuestra vida, en lo finito del petróleo y en el riesgo, potencial y real, de lo nuclear. Si ya, en una de las tres primeras economías mundiales, el desastre se viste con ropajes de lo patético ¿qué hubiera ocurrido si algo similar para el desastre hubiese ocurrido e
n una economía y civilización más atrasada? Y no olvidemos que las consecuencias delirantes del cambio climático están aguardando ahí cerca, tras la incógnita del calendario. Es la primera entrada, plena de pavor en el horror, para “abrir boca”. Continúa la violencia bélica por “esos mundos” no muy alejados del nuestro, con sus secuelas de dolor, muertes, destrucción y orfandad. Hoy, gravísimos enfrentamientos civiles en Libia que, mañana, se volverán a repetir en otras geografías, en otras áreas regionales. Dictaduras que atenazan a los pueblos y pueblos que se rebelan contra el dictador, hasta hace poco vitoreado y ensalzado hasta la divinización. Y una “Odisea del amanecer” en forma de centenares de misiles para la destrucción que los aliados occidentales vierten sobre objetivos libios. Casi cuarenta y dos años han tardado en considerar al líder libio Muamar el Gadafi (Sirte, Tripolitania, 1942) como un peligroso dictador que masacra la voluntad democrática de su pueblo. Todos los días surgen análisis y tratamientos originales, dramáticos al tiempo, sobre la situación laboral en nuestro país. También, en el área geopolítica a la que pertenecemos. Vemos a familias, hogares, personas sin trabajo, con unas graves carencias materiales para lo más inmediato y con otras necesidades o traumas psicológicos derivados de una baja autoestima y depresión ante los títulos, preparación o experiencia que se atesoran para la inutilidad. Y unas cifras inquietantes en el paro que no cesan de avanzar. Todos pensando en la inminente temporada veraniega que ayude a enmascarar esa evidencia del bloqueo económico que el sistema genera para nuestro padecer. Bebés robados para la indignidad. Datos espeluznantes en el drama de esas madres y padres, a los que arrebataron sus hijos para el lucro despreciable de las conciencias. Hablan de respetables profesiones y vocaciones implicadas en los hechos pero, como han pasado los años, ahora los jueces afirman que los supuestos delitos han debido prescribir para su implicación penal. ¡Pues vaya! No falta, tampoco, la corrupción del día. Hoy le toca a unos. Mañana corresponderá a los de enfrente. La picaresca campa por sus respetos enel campo agrietado de nuestro ser y existir. Personajes, cargos, dirigentes, listillos y acomodados, hacen todo lo posible por sacar tajada. Y la denuncia y el dedo acusador señalando a los de enfrente. Para ellos, los acusadores, defendiendo el reclamo contundente de la presunción de inocencia. Sigue oliendo a podrido, pero aquí hubo un Siglo de Oro y un género realista de la picaresca. El oro del siglo todos nos imaginamos donde está, pero la picaresca real, sobrevive, se perpetúa y retroalimenta. Por los siglos de los siglos….. ¡Oye, y la gasolina con su caminar inexorable hacia el euro y medio! Han “cazado” 946 kilos de hachís. Excelente cosecha para el quehacer laborioso del agro. Otra cacería, para el sosiego de la intranquilidad: descubiertas nuevas redes de pornografía infantil y pedofilia por esas redes digitales de la comunicación. La industria del sol, playa y naturaleza demanda, ya afónica, un poco de racionalidad. Pero los sindicatos van a lo suyo (amenaza irresponsable de huelga, para mirarse el ombligo) y las Administraciones también. Llegará el verano y todos acudiremos a la esperanza de las ubres turísticas. ¿Seguirá flotando, un año más, esa nata para el eufemismo (mierda, para ser más pulcros y cuidadosos en el lenguaje) por las orillas playeras de la Costa del Sol? Por cierto, ese término “cacofónico” está en el diccionario de la R.A.E. Y un miembro de la Academia de Cine en España, ha sido detenido acusado de un supuesto delito contra la propiedad intelectual. Permítanme la carcajada. Para mayor gloria de corsarios, bucaneros y piratas de los 35 m/m, hasta en la “sacrosanta” Academia florecen las descargas. Y los embalses evacuando agua al mar ¡Qué gran homenaje merecen ingenieros, políticos y Administraciones varias, por su abnegada generosidad a fin de hidratar el Mare Nostrum! Pero, bueno ¿es que no sabemos valorar ese danubiano espectáculo de ver al río de la ciudad (Guadalmedina) transportando algo de agua en su sempiterno árido cauce? Hay que buscar, siempre, el lado positivo de la realidad. También, las graves enfermedades que ponen fin a ese discurrir por la vida de muchas personas. Entre ellas, a nombres ilustres de la ciencia, las artes, el deporte o la política. ¡Resultan tan ingratos de leer algunos detalles, en palabras y fotos, acerca de los últimos momentos para su ciclo vital! Para poner una guinda en este desenfrenado “pastel” mediático de las tenebrosas nubes oscuras, desde el viernes 11 ocupa numerosas pantallas de nuestro país Torrente 4, en 3 D. ¿Dónde vas, Cine Español, dónde vas Torrente, triste de ti? Y aún nos amenaza con rodar una quinta parte.
La verdad es que asomarse a las páginas de los diarios, sintonizar los informativos de radio y televisión o navegar por las páginas digitales de las empresas mediáticas, con este panorama, supone una actitud que podemos calificar de temeraria, desagradable o, incluso, alcanzando cotas de masoquista. Claro que reflejan la realidad. Pero ¡vaya realidad! Hubiera añadido otras noticias que, de forma continuada, rellenan columnas y espacios para la comunicación. Pero aquéllas que se han elegido al azar reflejan, con indudable fundamento, este desagradable espectáculo que significa abrir las ventanas a un mundo bastante desordenado, aturdido e incluso con necesidad, urgente, de pasar por los “galenos” de las grandes y mejores decisiones, a fin de sanear el hoy y, también, oxigenar el mañana.
Os aseguro que no me explico lo que me ha ocurrido a unas horas postreras del nuevo amanecer. ¡Tengo ante mí un periódico con todo su contenido de información en blanco, respetándose sólo el título de cabecera! No, no tiene muchas páginas. Sólo ocho. En ellas, algunos anuncios, por eso de la servidumbre publicitaria. Aún sin encontrarle explicación, vuelvo sobre mis pasos y le pregunto a la propietaria del puesto de prensa acerca del porqué viene hoy así lo que acaba de venderme. “Todos los periódicos han llegado de esta manera. Cuatro hojas, prácticamente en blanco. Lo explican en el editorial que han publicado en conjunto”. Es verdad, no me había fijado que, entre dos maquetas publicitarias, hay una columna donde se editorializa, en unos breves párrafos, la explicación de este curioso e insólito hecho. El escrito viene así titulado “ESTAMOS HARTOS” Básicamente viene a decir que los periodistas están cansados de tener que ofrecer, un día tras otro, tantas noticias desagradables que nublan de tristeza la atmósfera de sus páginas informativas. Por este motivo protestan hoy con este peculiar periódico, a fin de que la sociedad tome conciencia de un mundo que genera esos hechos y acontecimientos patéticos para la reflexión más profunda. Que ellos cumplen día tras día con su obligación profesional: la de difundir y comunicar una información lastrada con tan puntuales adornos para el hastío. Reconocen que sus ventas se reducen de una manera continua, pues a los lectores no les apetece tener que leer unos contenidos tan negativos y rechazables. ¡Ah, y que mañana, entregando el diario de hoy, será gratuito el coste del periódico! Realmente insólito.
Comencé a pasear y llegué, casi sin proponérmelo, a un parque cercano. Una pequeña fuente, árboles, flores, madres con sus pequeños y algunas personas mayores que gozaban con la tersura acogedora del manto solar. No faltaban esos artilugios alegres para juegos infantiles. Reflexionaba acerca de lo curioso e inteligente que resultaba esta forma mediática de reivindicar un mundo mejor, cuando una pequeña pelota de goma frenó su lento discurrir junto a mis pies. Y, a poco, un sonriente chaval, apenas cuatro o cinco años, vino a recogerla, saludándome con un ¡hola! Cuando se alejaba, con su alegre y limpio afán por continuar en sus juegos, pensé en el mundo que estamos construyendo para estas futuras generaciones de ciudadanos. Casi sin pretenderlo, me vi moviendo negativamente la cabeza y aún me dio tiempo a pronunciar una frase de dos palabras ¡Madre mía! Y es que, en ese preciso momento, desperté de un sueño que pudo ser realidad. Miré al despertador de la mesilla de noche. Marcaba, un tanto adormilado, las seis y cuarto del amanecer. Un día más, seguía la normalidad en mi vida.-
José L. Casado Toro (viernes, 25 marzo 2011).
Profesor.
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